Solo

“Nunca sabes a quién metes a tu casa”

En Estados Unidos y en Europa, hay una cultura gay muy grande en cuanto a cine.
Hay muchos directores que abarcan la temática desde distintos puntos de vista, y eso es genial, porque se generan un montón de producciones.
Y como pasa con todo, hay cosas que me pueden gustar más que otras.
También hay como modas:
Por ahí en los 80, se criminalizaba, y se estereotipaba mucho al gay, casi todas las historias eran de abusos, o sino, de lo que era el drama de aceptarse.
En los 90, las historias ya estaban más enfatizadas en “la salida del closet” y en la búsqueda del amor; ese paralelismo que se hace de las historias heterosexuales desde el punto de vista gay.
Por ejemplo, el gay que no era monógamo, era malo, y para poder ser feliz, tenía que serlo, o cosas por el estilo.
Y después, en estos últimos años, se están haciendo muchas películas, tipo novelas, con gente de distintas nacionalidades o religiones, donde te ponen a un palestino y a un israelí que se conocen, y tienen que aceptarse y quererse, a pesar de las diferencias culturales, y terminan siendo felices.
Y en el medio, hay un montón de producciones increíbles, hay una oferta muy variada, sobre todo con el uso de la tecnología aplicada al inicio de los encuentros, como por el chat de Internet.
Entras al chat, o abrís en tu celular alguna de las aplicaciones destinadas al levante virtual, y el sexo expreso.
El diálogo suele ser rápido, mucho más rápido de lo que sería, en general, en una situación de levante cara a cara, y mucho más rápido aún de lo que sería en otro tipo de lugares, como el barrio, el grupo de amigos, la facultad...
Más rápido, pero más fácil, más directo, con menos obstáculos del entorno.
Rápido e insustancial, sin que se diga, mucho más que lo que suele decirse en estos casos.
Todo comienza siempre, más o menos con las mismas preguntas, repetidas de modo tan mecánico, que ya parecen un trámite, un protocolo obligatorio para llegar a donde todos quieren llegar.
Una vez intercambiadas algunas fotos, y respondidas las cuestiones básicas:
Edad, peso, altura, a veces otras medidas de atributos, dónde está cada uno, qué le gusta hacer en la cama, si tiene un lugar donde concretar el encuentro y, quizás, algo más sobre la vida; el paso siguiente, si todo sale bien, es combinar hora, y lugar.
Los más precavidos, se citan en alguna esquina, alguna plaza, sin dar aún la dirección de donde viven, y de ahí, si todo sigue saliendo bien, si el encuentro cara a cara no decepciona, en los breves instantes que suele haber para evaluarlo, van a la casa de uno de los dos.
Nadie más sabe del encuentro, y el otro es un absoluto desconocido, al que ni siquiera un beso, una charla espontánea, una mirada prolongada, o una cerveza compartida, permiten empezar a aproximar.
La duda, inevitable, aparece, pero el deseo la hace a un lado:
¿Sabes a quién estás metiendo en tu casa?
“Bueno, yo soy agradable hasta que me jodan”
Solo es un thriller erótico, escrito y dirigido por el cineasta argentino, Marcelo Briem Stamm, en el año 2013.
Protagonizado por Patricio Ramos, Mario Verón, Carlos Echevarría, Laura Agorreca y Mike Zubi.
Solo es la 4ª entrega de una serie conceptual de 7 películas de temática gay, que se ha convertido en un proyecto muy personal para el director.
El director dijo al respecto:
“Antes de estrenar Solo, estaba seguro de que era una historia que trascendía el ámbito gay, luego de haberla mostrado, y de tantas devoluciones del público y de la prensa, estoy convencido de que es una historia abierta a todo tipo de público.
Claro que, al ser los protagonistas gay, tiene un montón de elementos cotidianos con los encuentros entre hombres, pero si se adaptaran esos detalles, podría funcionar perfectamente, como una historia universal”
Solo, está lejos de ser una película “porno gay” como algunos pretenden calificar, seguramente espantados, por cuerpos varoniles desnudos y calientes.
Solo, es una película sobre 2 jóvenes, que comparten soledades nocturnas y escondidas.
Un poco de afecto y contención, nunca son malos para quienes encuentran las madrugadas, vacías de calidez.
Los temas a tratar, en todo caso, serían:
El miedo, la paranoia, la desconfianza, la decepción, el sexo con alguien recién conocido...
La historia se centra en Manuel (Patricio Ramos) y Julio (Mario Verón), 2 chicos que se citan, después de conocerse en un chat, y terminan en la casa de uno de ellos.
Se van a la casa de Manuel, donde conversan sobre la dolorosa relación recién rota entre él y Horacio (Carlos Echevarría), su anterior pareja, para luego vivir una noche de sexo, afecto, conocimiento, y algunas intrigas entre lo dicho y lo callado.
Muchos pequeños detalles, van llevando la trama, hacia una historia de suspenso, alejada de la aparente “clave gay” de Solo.
Luego de varias horas de romance, el invitado se vuelve violento, y no se quiere ir.
La tensión entre los personajes se mantiene durante todo el metraje, con varias vueltas de tuerca, que logran sorprender al espectador.
Manuel, es un joven diseñador, que vive en una casa bonita, es gay, y está solo y aburrido.
A través del chat primero, y por teléfono después, se pone en contacto con Julio.
A partir de la insistencia de este último, deciden encontrarse en la calle.
Manuel parece de clase media alta, y Julio un joven algo más marginal, con un estilo, menos amanerado.
El desenlace de Solo, es solo una anécdota.
Todo lo que damos por sentado, puede caerse en pocos minutos, y luego volver a ser una hipótesis plausible, y luego volver a caerse, y luego dar un giro inesperado, y otro más.
Por eso, vale dar un aviso para ansiosos:
Hasta el final, todo puede ser, sobre todo, lo que no te imaginaste.
Como en esas películas de suspenso de Hitchcock, hay que esperar hasta el último minuto, para sorprenderse por última vez.
Solo es un fascinante thriller erótico-psicológico, lleno de secretos, confesiones, e ilusiones, con un guión que nos atrapa, nos descoloca, y nos despista, “flashbacks” que van desvelando, y situando a los personajes, con un juego de verdades y mentiras, que nos genera un estado de desconfianza, y que más que aclararnos, consigue descolocarnos todavía más.
Considero que la química que existe entre los protagonistas, da como resultado, unas excelentes actuaciones, transmitiéndonos una mezcla de inocencia, cinismo, ternura, necesidades, y tensión.
“Y yo añadiría...
Nunca se sabe... en qué casa te estás metiendo”
Solo, de Marcelo Briem Stamm, se presenta como un thriller psicológico, con bastante de lo primero, pero poco de lo segundo.
¿Por qué?
Porque, si bien sus mecanismos narrativos, demarcan la construcción de un rompecabezas, hay un aire generalizado de simplismo, en la definición de ambos personajes, que deja en primer plano las intenciones de Solo.
Así, la dupla se mueve por los carriles previsibles del escamoteo de sus verdaderos propósitos, hasta llegar a unos últimos 20 minutos, en los que se desata una serie de vueltas de tuercas, que pondrán todo en su lugar, evidenciando que las apariencias, al menos por esta vez, volvieron a engañar.
Conseguir atraer la atención con tan pocos elementos, no es fácil, pero Solo lo consigue.
El guión, y cada uno de los personajes de esta historia, que es oscura, retorcida y muy actual a la vez.
“Principalmente, partiendo de la premisa:
“Qué pasaría si…”
Luego, juntando elementos de qué tipo de película quería, y podía hacer en ese momento.
Reversioné una historia vieja, que tenía en la cabeza, sobre 2 amigos cercanos, que están a punto de despedirse por el viaje de uno, y que de repente, esa despedida se convertía por un inesperado pase de facturas, en algo más turbio y denso.
Le agregué el elemento de que, en vez de amigos, fueran 2 desconocidos que tenían una química instantánea, y se relacionaban de una manera en que parecía que se conocían desde siempre, cuando en realidad, no era así.
Desde ese lugar, empecé a trabajar en la historia, y luego, como sabía que tenía que contar una historia de unos 80 minutos, con 2 personajes en una misma locación, empecé a agregarle otros elementos, como la historia paralela de los “flashbacks”, que da un poco de aire, y completa lo que sucede esa noche de amor, que se vuelve oscura y peligrosa”, dijo el director.
Solo intenta desplegar su acción en una noche, y poco más, pero agrega diversos “flashbacks”; y en términos de búsqueda de impacto, agrega una vuelta de tuerca en los últimos 9 minutos, que intenta generar una fuerte sorpresa cerca del final, recordar que Solo dura 80 minutos, pero los créditos comienzan muy tarde, y después, hacia el final, hay un largo epílogo, que podría haberse resuelto en pocos segundos, pero para la que se necesitan más “flashbacks” y que revisemos los que ya nos habían mostrado, pero ahora con “toda la verdad”
“Al principio, Solo es una historia de amor, de 2 personas heridas por distintos motivos, que se encuentran y se refugian en el otro.
Luego, la cosa se va transformando.
Y creo que ese es el punto fuerte, hacer sentir al espectador, que las cosas pueden ir cambiando gradualmente.
No quería empezar desde el minuto cero con el suspenso.
Y que todo transcurra cronológicamente en una noche, creo que da más miedo aun, porque es poco tiempo para tantas cosas que te pueden pasar”, dijo el director.
Los protagonistas son gays, y la historia también lo es, porque Solo se centra en una práctica de la sociabilidad gay de nuestro tiempo, pero no se trata de una clásica película sobre “gays versus homofóbicos”, o sobre “gays en conflicto con su sexualidad o con su familia”
No pasa por ahí.
En el conflicto entre Julio y Manuel, la mirada de los otros sobre la homosexualidad, no interesa ni está presente, en natural.
Todo pasa entre 2 varones homosexuales que se encuentran para tener sexo.
Los demás personajes son, en ese sentido, secundarios y, en última instancia, importan más por su ausencia:
El armario, trae como consecuencia la soledad, vista como forma de desprotección, de inseguridad, y esta le da título a la película, y es paradójicamente, la única forma de presencia del contexto social, en el que se produce el encuentro de los protagonistas.
Julio y Manuel están solos, todo lo que pueda pasar, será solo entre ellos, y ambos lo saben.
En un mundo cinematográfico conservador y misógino, donde el cuerpo siempre es construido como un cuerpo disponible para el consumo masculino, y las mujeres no son puestas como sujetos deseantes, sino como cuerpos deseables, la decisión del realizador, de proponer 2 personajes con cuerpos sexuados, entramados en una relación que se torna cálida y afectiva, es un procedimiento que desmonta el presente de un cine industrial conservador.
Que quede claro, no se deja de ser conservador, porque se muestren desnudos, o se inventen mujeres liberales en materia sexual, o se narren relaciones homosexuales sin juzgarlas, lo que importa es el modo en que se construyen esos cuerpos, y como se disponen los mismos para ser mirados, y especialmente consumidos.
No hay una mirada fisgona en Solo, hay cuerpos que recuperan el erotismo, como una de las formas más intensas del afecto.
En sus papeles, Patricio Ramos y Mario Verón, asumen con madurez actoral esta propuesta, que los obliga a un compromiso corporal extremo, están desnudos en gran parte del metraje.
El trabajo resultante, es muy bueno, logrando construir una fuerte empatía entre sus personajes.
Eso de que muchos en el “ambiente” solo buscan una satisfacción pasajera, de que a veces hay mucha mentira, de que no le gustaban los encuentros o antros de ese ambiente, de que buscaba mucho más, de su soledad y otras cosas.
Y también la desconfianza inicial por el personaje de Julio.
Pero las situaciones se van dando de modo tal, que nos van haciendo cambiar continuamente de opiniones, y perspectivas.
Hasta que finalmente, un brusco giro, nos ponen en la realidad.
Y también nos hace comprender muchas situaciones anteriores. Lo cuestionado de Solo es que casi toda una baraja de tópicos de la cultura gay, queda exhibida en los primeros minutos.
Ahora hay que saber, si esa partida es la peligrosa ideología de Solo, o solamente las cartas que le toca jugar a un personaje.
Y la clave está en el juego, que es el código, algo incómodo, que propone Marcelo Briem Stamm.
Un juego teatral simple, de duelo entre violencia y erotismo, con vueltas de tuerca, y tensiones con los lugares comunes de la crónica policial del chulo que invitas a tu casa, y te termina robando, del retrato del gay consumista de diseño, de la homofobia internalizada, de la “promiscuidad del ambiente”, del erotismo convencional, del culo que se entrega, o que no.
Tópicos que ahora son sólo, un poco más visibles socialmente, y que se tensan en Solo, como nervios del relato-ejercicio, para tratar de seguir regando un subgénero que se podría llamar “thriller de primera cita”
Fácil es indignarse por la relación crimen y homosexualidad, que sobrevuela Solo, y estalla con exceso.
Difícil es pensar, cómo llegamos a estas ficciones, quién reproduce, o entiende, estos tópicos como violencia, y quién cree que son un juego sin peligro...
Con el lenguaje netamente argentino; se pueden ver todo tipo de palabras regionales; algunas de las cuales, no sé entienden, principalmente expresiones porteñas, y de otros lados de la Argentina.
El hecho de que Julio y Miguel estaban desnudos mucho tiempo de metraje, muy atractivos, como individuos, pero nunca creyeron en ellos como pareja.
El diálogo era sexy, pero la interacción física entre ellos, fue tan fuertemente coreografiado, que era más como algo sin pasión; sexo frío y falso.
Puede parecer algo vulgar, pero el detalle es, una pésima representación del coito anal, nada de lubricante, ni de geles, ni de escupidas, ni mucho menos, uso de preservativos…
Según el cine, para el coito anal, basta con la buena voluntad…
Sin embargo, lo mejor de Solo es la cara que se te queda al final, después de que el director haya estado jugando con el espectador, y con sus prejuicios, durante todo el tiempo.
Muy buen giro del guión, a medida que Solo avanzaba, y se iban develando esos detalles, que sugerían que algo no cuadraba, y me animaban a adelantarme a la historia, con una suposición, pero fui totalmente timado, y el sorprendido fui yo.
Por el lado técnico, me pareció un acierto la edición, que mediante “flashbacks” nos contaba una historia paralela, pero que se transforma en otra muy distinta, cuando se nos devela en su integridad.
Lo que hace una buena edición.
Una lástima que este tipo de películas, no lleguen a la cartelera comercial de estos lares.
Por la estructura, Solo tranquilamente podría ser una obra de teatro, dicho sea de paso, y resultaría igual de exitosa y efectiva.
La banda de sonido original, corre a cargo de Francisco Bendomir y Tamara Moser.
El tema “No vas a volver” compuesto e interpretado por Mike Zubi, es por demás inquietante con las escenas que se muestran.
“En realidad, hay gente mala por ahí.
Dicen una cosa, y quieren decir otra”
Usar el “dating gay” para robar, es una práctica que, por desgracia, se está poniendo de moda en muchos países, y ya se está volviendo muy peligrosa, porque los delitos pueden ser mayores.
Los “amigos de lo ajeno” agudizan el ingenio en los tiempos de crisis que corren.
La técnica es muy sencilla:
La víctima entra en un chat gay, y se contacta con una persona que le resulta afín.
Entablan una conversación, y quedan para verse.
A veces, el resultado es catastrófico, porque hay mucho desgraciado homófobo, que usa el encuentro para robar a la “incauta” víctima.
Cuidado, porque algunos han terminado en un hospital tras recibir una paliza, o en la morgue.
Y es que los gays son un colectivo muy sensible a este tipo de engaños, y a este tipo de medios, digámoslo todo.
Un calentón, lo tiene cualquiera y, sobre todo, cuando no sabes quién podrá estar al otro lado, eso le añade un ingrediente de morbo, que para muchos, resulta irresistible, sobre todo, si sube la intensidad de la conversación, pero cuidado, hay que ser cautelosos.
Se buscan, se encuentran, se arriesgan, se besan, se declaran sus principios eróticos, se enredan, se traicionan.
¿Una nueva manera de enamorarse?
¿Acaso la posibilidad de sentirse vivo, y de que la pasión de la juventud surja nuevamente, dando la falsa impresión de que los años no han pasado?
¿Una apuesta para evitar sentir que la vida se nos escurre, sin emociones?
¿Será que tememos vernos viejos y acabados, sin ser deseados y esperados?
¿Es que no nos damos cuenta, de que es imposible enamorarse de alguien, a quien no se conoce?
En todo caso, nos enamoramos más de nuestros propios ideales, que de la otra persona, a la cual no conocemos.
¿Nadie imagina que, esa ingenua relación, puede desatar una catástrofe?
El director dijo en su momento:
“Por un lado, al tocar éste tema del chat, y los peligros que conlleva involucrarse con desconocidos, no me interesa ponerme en un lugar moralista.
Para mí, es un punto de partida para un cuento con personajes definidos, que cuentan otras cosas más allá de la “denuncia social de los peligros del chat”
En Solo, los personajes se encuentran muy vulnerables, por distintas razones, y creo que ése es el punto clave, sentirse vulnerable.
Entonces, toman decisiones que pueden ser muy riesgosas”
Estamos llegando a un punto, donde no necesitamos de grandes presupuestos para hacer un gran cine, y esto lo supo el director argentino, Marcelo Briem Stamm, al realizar Solo, una pequeña obra “teatral” que de forma directa, nos hace cuestionar los peligros que existen en las citas por chat, donde un posible encuentro sexual, puede terminar en muerte.
Además, esta “claustrofóbica” película, se da tiempo de cuestionar los límites, y la confianza de pareja.
Una película tan compleja, como sencilla.
¿Qué se puede hacer, cuando el extraño que llega a tu casa, invitado por uno mismo, no se quiere ir; o el huésped no es lo que esperamos?

“Uno nunca sabe con quién está tratando.
Ni siquiera sabe, a quién está trayendo a su casa”



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