The Night Of The Hunter

“These two hands are the soul of mortal man!
Hate and Love”

La imaginación, es una herramienta imprescindible, para trabajarse una buena niñez.
Porque cuando eres pequeño, hay todo un mundo de aventuras, al alcance de tus sentidos, que la mente reconoce, vive, disfruta, recrea, y juega.
Basta un segundo, para que se encienda la llama, y te conviertas en un pirata, un astronauta, una princesa, un policía, o un comanche.
Pero la imaginación, también puede tener doble filo, como las armas.
De día, te hace soñar, jugar, y ser feliz; pero, de noche, puede tomar el atajo que lleva, en un minuto, de los sueños a las pesadillas.
Basta un segundo, para que prenda la chispa que lo apaga todo, y enciende el miedo.
Es la hora en que todos los gatos son negros, y la oscuridad está llena de sombras y de ruidos.
Te tapas bien, y aprietas los ojos, para no abrirlos, porque si lo hicieras, podrías encontrarte una silueta siniestra en el horizonte, o sentada en la silla de tu habitación, mientras te llenas de sudores y escalofríos.
Tienes miedo; no sabes a qué, o a quién, pero sientes que es algo malo.
La maldad, o sea, el poder de materializar tus pesadillas en algo, o alguien capaz de hacerte daño.
Y es que se ha dicho que, todas las narraciones de ficción, giran en torno a unos pocos temas recurrentes:
El amor, la lucha entre el bien y el mal, el miedo, etc.
Lo que hace original una narración, por tanto, y la convierte en arte, es precisamente, la elección de la forma más adecuada, de plasmar la historia para conmover al espectador/lector/oyente.
“Leaning, leaning!
Safe and secure from all alarms!
Leaning, leaning!
Leaning on the everlasting arms!”
The Night Of The Hunter es una película estadounidense, de drama, suspense y terror, dirigida por Charles Laughton, en 1955.
Protagonizada por Robert Mitchum, Billy Chapin, Sally Ann Bruce, Shelley Winters, Lillian Gish, Peter Graves, Evely Varden, James Gleason, entre otros.
El guion es de James Agee, y está inspirado en la novela homónima de Davis Grubb, que había sido publicada en 1953.
Agee, que murió antes del estreno, adapta el best-seller Davis Grubb, inspirado a su vez, en la historia real de Harry Powell, “El Barbazul” de Quiet Dell, ahorcado el 18 de marzo de 1932, que mató a 2 viudas y 3 niños, en Clarksburg, Virginia, EEUU, cerca de donde vivía Grubb de adolescente.
Grubb, autor de otras 7 novelas, y más de 50 relatos, plasmó brillantemente la horrible pesadilla que, durante La Depresión, dio punto final al tranquilo y placentero “Sueño Americano”
Poco tiempo tardo Charles Laughton, en trasladar a la gran pantalla, una inolvidable versión que, aún hoy, es una de las películas más anómalas, perturbadoras, y redondas de la historia del cine; siendo además la única película que rodó el inglés como director.
Y es que The Night Of The Hunter, es una de las películas más insólitas del cine de Hollywood, una rareza en sí misma, tensa, siniestra, cercana al expresionismo, y muy arriesgada; goza de gran prestigio, a pesar de su fracaso en taquilla, fue tal el desastre, que impidió que Laughton dirigiera ningún otro proyecto.
Pero en 1992, The Night Of The Hunter fue considerada como una obra “cultural, histórica, y estéticamente relevante” por El Gobierno de los Estados Unidos, pasando a formar parte de La Librería Oficial del Congreso, y preservada en el Nation Film Registry.
Tanto la novela como la película, podrían encajarse dentro de la estética gótica, con el telón de fondo de “La América Profunda” devastada por La Crisis del 29, con numerosas alegorías a La Biblia, a los mitos clásicos, a la picaresca de Mark Twain, al terror de Frankenstein, al expresionismo alemán, al espíritu dickensiano, y a la narrativa victoriana.
Algo insólito en el Hollywood de los 50, volcado en las grandes producciones; haciendo de The Night Of The Hunter, una historia sobre niños, dirigida al público adulto.
Es un mundo de “hadas”, una fábula sobre la eterna lucha entre el bien y el mal; un mundo que más tarde descubriremos, como una verdadera y perversa pesadilla, que los niños experimentarán como auténtica realidad.
La trama se desarrolla en plena depresión económica estadounidense, una época en que el hambre y la necesidad, estaban a flor de piel, de una sociedad que haría lo que fuese, por salir del atolladero.
Todo inicia con Ben Harper (Peter Graves), llega a la cárcel, por el robo y asesinato de 2 hombres.
Antes de entrar en prisión, oculta el dinero en la muñeca con que juega su hija Pearl (Sally Jane Bruce) en presencia de su otro hijo, John (Billy Chapin), a quien hace jurar, que nunca dirá nada; pero los remordimientos de conciencia, hacen que Ben hable en sueños, y su compañero de celda, el falso reverendo Harry Powell, (Robert Mitchum) que lleva tatuada palabra “LOVE” en los nudillos de la mano derecha, y “HATE” en los de la izquierda; intenta averiguar, dónde escondió el dinero.
Finalmente, Ben Harper es ahorcado…
Cuando Harry Powell sale de la cárcel, va a la búsqueda del dinero; para conseguirlo, se casa con la viuda de Harper, Willa (Shelley Winters); pero pronto, ella descubre su juego, por lo que Powell la asesina y, sospechando que los hijos saben dónde está el dinero, amenaza a John, hasta lograr que la aterrorizada Pearl confiese.
Pero los niños logran salvarse y, tras una aterradora huida río abajo, se refugian en una granja, donde la severa pero amable anciana, Rachel Cooper (Lillian Gish) acoge a niños sin hogar.
Por una indiscreción de una joven que vive con Rachel, Harry Powell consigue localizar a Pearl y John, pero gracias al valor de Rachel, acaba herido en el granero.
Cuando la policía, que ya sabe del asesinato de Willa, llega para arrestarle, John, recordando el arresto de su padre, se derrumba, y vacía la muñeca enfrente de todo el mundo.
Durante el juicio de Harry Powell, se niega a testificar, pero a pesar de todo, el falso predicador es condenado, y una turba enfurecida trata de lincharlo, si bien la policía logra protegerle, no obstante, el verdugo del condado se recrea diciendo que pronto verá a Powell; al final, se ve a Pearl y John, celebrando felices La Navidad con Rachel y sus otros “hijos”, que ahora constituyen una nueva familia para los 2 huérfanos.
The Night Of The Hunter narra, de forma magistral, la histórica lucha entre el bien y el mal, a través de los ojos de unos niños, enfrentados al odio y a la visceralidad de un reverendo sin escrúpulos, mostrándonos de paso, situaciones reales de la vida cotidiana, durante La Gran Depresión.
No olvidemos que The Night Of The Hunter arranca, con un atraco en el que un padre, quiere garantizar el futuro de sus hijos, harto de ver como muchos niños piden limosna en el interior de los Estados Unidos. The Night Of The Hunter, es una especie de manifestación expresionista y poética, de los cuentos de los hermanos Grimm, con el protagonismo de una pareja de inocentes infantes, al estilo “Hansel & Gretel”, acosados por un maléfico ogro; un cuento de terror, con Ogro y Hada incluidos, ambos personajes magníficamente descritos, y además, no tiene reparo en mostrar un lamentable estado de cosas, como La Gran Depresión, en primer término.
Y es que lo que hace que una película perdure en el tiempo, es la forma en que la narración se adecua, para plasmar esa historia en la pantalla.
En The Night Of The Hunter, desde el primer momento, la estética es impactante.
El tratamiento de las imágenes, la fuerza visual, y el protagonismo absoluto de Robert Mitchum, y los niños, hacen que esta joya del cine, continúe atrayendo, y seduciendo a los espectadores.
“The Lord God Jehovah will guide my hand in vengeance.
Devil!
You whores of Babylon!
I'll be back, when it's dark”
The Night Of The Hunter, es el legado como director de Charles Laughton, único film que realizó, probablemente debido al fracaso económico que tuvo, maldito en su momento, pero hoy considerado mayoritariamente, como un clásico, y la obra maestra que es; porque The Night Of The Hunter, es una película, enormemente llamativa, curiosa:
Desasosegante, por el halo que desprende de desazón y turbiedad, pese a la brillantez que genera el contraste de su imagen, de un blanco y negro “metálico” que casi daña los ojos...
Inquietante, por su retrato descarnado de la maldad, en estado puro, en el reverendo Powell, que no es malo, sino que es el mal; tanto que llega a angustiar, que no haya un mínimo margen de escape, un resquicio de redención...
Desconcertante, por su estructura narrativa, de un intenso minimalismo, en las secuencias, que son cortas, y se resuelven en planos tajantes, afilados, lo cual redunda en un metraje final corto, pero paradójicamente, salpicado de manera constante por disgresiones, que llegan a resultar casi estrambóticas.
La básica reflexión de The Night Of The Hunter, escrito por el famoso crítico cinematográfico James Agee, aunque reescrito por el propio Laughton, lleno de referencias bíblicas, y con momentos de humor involuntario, es la protección de la infancia, en una sociedad adulta, marcada por la avaricia y el delirio.
Pero, más allá de eso, The Night Of The Hunter es una auténtica obra maestra.
Un hito posiblemente inigualado, en el ámbito del “film-noir”, y una de las mejores películas de la historia del cine, en general.
No sólo es el impacto visual que provoca, muy fuerte, y plagado de connotaciones de un expresionismo, casi manierista, con la composición de luces y sombras en la inmensa mayoría de sus planos, resulta sobrecogedora; es también, su carga vitriólica, su capacidad para asustar, éste sí que es un auténtico film de terror, sin que a lo largo de todo su metraje, se derrame una sola gota de sangre, a base de mostrarnos el mal humano quintaesenciado, y hecho carne en la figura de su protagonista, el reverendo Harry Powell, un “religioso” al que da vida un Robert Mitchum en estado de gracia, posiblemente, tocado por la misma varita mágica con que The Night Of The Hunter parece acariciado en todas sus vertientes:
Su interpretación es soberbia, y atrapa la perversa idiosincrasia de su personaje, con tal fuerza, que se hace complicadísimo concebir, qué otro actor podría haber despachado el empeño, con semejantes dosis de solvencia.
La mirada, el rostro, y el uniforme de negro impoluto con el que viste el personaje de Mitchum, es toda una sobrecogedora recreación de la figura del mal, con una interpretación soberbia, y un juego de luces y sombras, siempre inundando la escena en la que él es el protagonista.
Así como la monótona canción infantil, con la que llama a los niños para que acudan a él, es como un tema que se repite debajo de una persecución interminable, llevada a cabo por un ser insaciable, e incansable.
A su alrededor, todos los demás personajes se empequeñecen, excepto el pequeño Billy Chapin, que no necesita hablar; sin que ello redunde en detrimento de la calidad de la obra, más bien al contrario:
Ésa debe ser la consecuencia natural del poderío desplegado por la maldad humana, conforme a la tesis que la historia nos plantea.
Uno de los detalles favoritos, está en el personaje de Lillian Gish, la dama por excelencia del cine mudo, que aquí fue recuperada por Laughton, para un papel conmovedor.
En una escena impactante, Lillian Gish es retratada en un primer plano, sin concesiones, mientras ella habla a la cámara diciendo:
“En este sucio mundo, que me ha olvidado, aún tengo mucho que decir”
Esta frase, adquiere un doble sentido, al estar interpretada por una figura del cine mudo que, con la llegada del sonoro, estuvo condenada a ser olvidada…
Me parece uno de los momentos más sublimes.
Lillian Gish encarna al bien, frente a la figura de Powell, en una adorable señora, que acoge a niños huérfanos, o simplemente pequeños, de los que no se pueden hacer cargo los padres.
Por lo que hace de The Night Of The Hunter, un cuento o fábula sobre la eterna lucha entre el bien y el mal; pues nos lo muestran claramente, las falanges de Harry Powell:
En una mano, está tatuada la palabra “LOVE”, con la que es “bueno”, y en la otra “HATE” con la que mata.
Y es que toda la historia, parece estar construida en torno a la figura de la dualidad:
Primeramente, los 2 niños, John y Pearl; las 2 figuras paternas, la rea en Ben Harper, y la maligna en Harry Powell.
También, está la doble figura de la madre, la real y débil Willa Harper, y la angélica y fuerte Rachel Cooper.
En la figura del predicador, observamos su doble dimensión:
En los ojos de los niños, él es un ser peligroso del que deben desconfiar.
En cambio, para la gente del pueblo, y para la madre de los niños, es un hombre de Dios, bondadoso, al menos, hasta el final de la historia, momento en el que la gente del pueblo, descubrirá su verdadera identidad.
Charles Laughton, con una habilidad impropia de un novato, consigue que el espectador se identifique enseguida con los niños, y mire la historia, a través de sus ojos, con lo que la percepción del miedo, representado por alguien como el reverendo, se hace todavía más potente.
La transición de la zona en la que gobierna el mal, en la casa familiar; al lugar donde los niños son protegidos por el personaje interpretado por Gish, que encarna el bien, es representada por un viaje en barca, a modo de “road movie” siguiendo el cauce del río.
Los niños, inmersos en un absorbente clima de miedo, son testigos de la confrontación entre el bien y el mal, personificados en Harry Powell y Rachel Cooper, y a la visión de un mundo adulto, tentado por el deseo, la avidez, con un irremisible y fatal destino:
Olvidados, borrachos, perdedores, condenados, fanáticos…
The Night Of The Hunter nos presenta un mundo de adultos, poblado de maldad y decadencia, están la avaricia, asesinatos, lujuria, pobreza, el fanatismo religioso, o la mentira, donde los niños, son los guardianes de la pureza de espíritu.
Si bien, The Night Of The Hunter rebosa en referencias bíblicas, es una dura crítica al radicalismo beato, y a los falsos profetas charlatanes, que nos embaucan con su verbo fácil, de cómo tras muchos oradores “buenistas” se hayan farsantes hipócritas, que predican con demagógicas palabras.
Por este motivo, los niños se encuentran solos en ese mundo.
Están rodeados por adultos, demasiado ensimismados en sus asuntos y preocupaciones, como para darse cuenta de que el diablo, está ante sus ojos:
Los Spoon, con su deshonestidad y sus chismes; el verdugo que se lava las manos, tras ajusticiar al acusado; y la madre, buscando un nuevo marido; todos ellos, tratan de sentirse menos culpables, en la figura del predicador.
Los adultos, no sólo no constituyen ninguna ayuda para los niños, sino que además, con su forma de actuar, el crimen del padre, la ausencia de la madre, y la violencia del padrastro; son un grave peligro para ellos.
El único personaje que no cae en las redes engañosas del predicador, es Rachel Cooper, que hará todo lo posible por ayudar a los niños.
Su implicación con los pequeños, vienen avalada por la frase:
“Desconfíen de los falsos profetas; se acercarán con piel de cordero, pero por dentro, son lobos feroces”
El niño protagonista, en ningún momento considera siquiera la posibilidad de faltar al juramento que hizo a su padre, ni aún, a riesgo de su vida, y la de su hermana.
Su inocente, y monolítico sentido moral, es más fuerte que el de cualquier adulto, que en seguida, habría encontrado mil razones para incumplir su palabra.
Y, cuando las dificultades han pasado, se aferra sin problemas a la nueva felicidad que se le ofrece.
En este sentido, The Night Of The Hunter parece, al mismo tiempo, una reivindicación, y una mirada nostálgica de esa edad, en que las cosas estaban más claras, y en que la voluntad inquebrantable de ser felices, podía sobreponerse a cualquier desgracia.
Al final, The Night Of The Hunter se cierra con una reflexión sobre la infancia que, a mi entender, ilumina todo el relato.
Frente al ser hundido en la maldad, el predicador Powell, frente al confundido y bienintencionado padre ladrón; frente a la madre que huye de la realidad, agobiando primero a su marido con peticiones irreales, y entregándose luego, a un misticismo evasivo; frente a los despistados y cambiantes aldeanos; en definitiva, frente al complejo e inseguro mundo adulto.
Por lo que Laughton afirma que, “la verdadera fortaleza interior, se encuentra en la sencillez firme y llana de la infancia”
Fantásticas son las escenas del descubrimiento del cuerpo de Willa, hundido en la profundidad del río; los niños, huyendo fuera de la casa, tras haber engañado a Powell, son perseguidos por éste, cual ogro se tratase; una vez toman la barca para salir de allí, Powell grita como un animal; los niños cobijados en un granero, creen haber dejado atrás a su perseguidor, pero John comprueba, no sin terror, que sigue su caza, exclamando:
“¿Es que él no duerme nunca?”
Sin embargo, y a pesar de sus enormes virtudes, The Night Of The Hunter tiene sus puntos flacos, como algunos comportamientos ilógicos, y omisiones de los personajes infantiles, el más obvio, ponerse en contacto con la policía, la vaguedad tonal, y sobre todo, un final anticlimático.
¿Quién se quedó el dinero?
No se sabe…
Otra de sus flaquezas, consiste en un evidente espíritu moralizante, que lastra considerablemente a The Night Of The Hunter, sobre todo, en los pasajes en los que los personajes se empeñan en hacernos llegar la palabra de Dios, sí o sí.
Además hay controversia, sobre el tono en que Powell se dirige a los niños, el sexo mostrado sutilmente, la homosexualidad, una pedofilia aparente…
Hay simbolismos durante todo el metraje, de manera muy elegante, sutil, por ejemplo:
Alrededor de la manzana, que la señora Cooper le pide al niño, y que éste le trae, y que al final, el niño, futuro hombre, le da la manzana a la mujer virtuosa.
El padre del niño, supuesto cuidador, es el ladrón, y el que trae la desgracia a la casa, a la mujer y a los niños, haciéndoles cargar con “el secreto”, como si del pecado original se tratase.
Y esa casa, poblada de mujeres, donde John, el niño, es el único varón:
Rubio, virginal, inocente, que lucha por proteger a su hermana, frente al predicador, la antítesis del hombre.
En resumen, The Night Of The Hunter me parece una película que defiende, de forma magistral a las mujeres, que critica el puritanismo estadounidense, que ensalza a la mujer como defensora, en una señora Cooper armada; y como protectora y cuidadora de la familia; en contra de la opinión bíblica y tradicional del hombre, como portador de cuidados, y de virtud.
Y contrapuesto, por supuesto, a la imagen de la mujer, como portadora del pecado, de la “manzana”
En este caso, es la abuelita/mujer, la que se merienda al lobo/hombre.
“Chiiilll... dren!
Chiiilll... dren!...”
Decía G.K. Chesterton en “El Ángel Rojo”:
“Los cuentos de hadas, no le proporcionan al niño su primera intuición de la existencia de los espectros.
Lo que le proporcionan, por vez primera, es la intuición clara, de que es posible derrotarlos”
La noche, es la hora de los sueños y las pesadillas, del “hombre del saco”, del “coco”, los fantasmas, ogros, vampiros, y otros seres.
Y The Night Of The Hunter, como todo cuento infantil, nos habla de la vida, la muerte, el sexo, ojo que pocas películas han mostrado el deseo sexual femenino como aquí, y especialmente, el fin de la infancia, y los cuentos.
The Night Of The Hunter comienza con la noche, con un cielo lleno de estrellas, dando paso al prólogo introducido por Rachel Cooper.
Además, los momentos culminantes, la primera aparición del predicador en casa de Willa, como una sombra que acecha y cubre la sombra de John, la noche de bodas, el asesinato de Willa, la huida por el río, y la captura final; ocurren durante la noche.
Laughton consigue crear una atmósfera, y un ambiente angustioso y desasosegante, gracias a una iluminación, basada en las sombras, y los claroscuros.
Además, The Night Of The Hunter muestra, grandes referencias literarias:
Principalmente, se advierten fuentes de la literatura infantil clásica.
Es la que se ve más claramente, y construye el esquema básico de narración.
John y Pearl son como “Hansel & Gretel”; “el hada buena” que los salva, es Rachel Cooper; el malvado ogro, o lobo feroz, es Harry Powell, o “Barbazul”, que es como llaman al Powell real, durante el juicio, debido a que mató a varias de sus esposas, y el bosque, parece tenebroso, pero en realidad, es protector, y está lleno de vida.
En segundo lugar, La Biblia, es la segunda fuente de la que se nutre The Night Of The Hunter:
Con historias bíblicas, como la de Salomón y Moisés; el combate amor-odio, librado de manera irónica, en las manos de Harry Powell; la presencia de una mujer santa, como Rachel Cooper, y la música hecha de salmos.
A lo largo de toda la obra, la presencia de símbolos, ligados a la religión, es bastante imponente, no sólo en los diálogos, sino en los elementos decorativos:
Hay un momento, en el que se aprecia intensamente, y es la noche de bodas de Willa y Powell.
La habitación en la que se encuentran, pequeña y triangular, da la sensación de parecer una iglesia.
Inexplicablemente, un actor, con nula experiencia como director, creó un buen puñado de esos planos, que jamás se olvidan.
A su habilidad en la dirección, hay que añadir, la destreza con la que guía a sus actores, a lo largo de todo el metraje, obteniendo unas interpretaciones óptimas de cada uno de ellos, destacando la de su alter ego, el carismático Robert Mitchum.
Se dice que, debido al odio que Laughton sentía hacia los niños, tuvo que ser Mitchum, quien les dirigiera en la mayor parte de los planos en que intervenían.
Así entonces, se dice que codirigió The Night Of The Hunter, aunque no salió acreditado.
Por otro lado, muy curioso, según Hitchcock, que dirigió hasta en 2 ocasiones al orondo actor británico Charles Laughton; habían “3 reglas de oro” que consistían en:
Evitar hacer películas con niños, animales, y con Charles Laughton; éste último, en su debut cinematográfico, incumplió cada una de ellas.
Se ha destacado, en muchas ocasiones, que Laughton hizo una película infantil, a pesar del odio que les tenía a los niños.
Pero no es una contradicción, porque The Night Of The Hunter es una historia terrible, sobre el poder de la infancia.
El momento de mayor importancia, es la secuencia en el río.
Símbolo de purificación, con el viaje en el río, emprenden un camino de maduración, y de conocimiento.
Al dejar el río, los niños serán más fuertes, y estarán listos para afrontar la edad adulta.
Así, cuando Powell es derrotado, John se deshace de su infancia, la muñeca; y entra en una nueva fase, marcada por el reloj que recibe como regalo.
La controversia reside en que, The Night Of The Hunter, es una película asombrosamente sexual para su época.
Todo el mundo, está ocupado practicando el sexo, frustrándolo en sí mismos, o en otros, o hablando sobre él, una “saturación” de la ficción por el sexo, que tal vez solo podría provenir de un artista gay, como el enorme Charles Laughton.
La historia, dibuja al menos, 4 escenarios, o tipos de experiencia sexual, como aquel mango de hueso del fiel cuchillo, con el que gusta frotarlo desde su bolsillo, con dedos sudorosos.
Y es que el reverendo, odia a las mujeres, y así lo dice con convicción, y las ataca, las menosprecia, las utiliza, y las asesina, sin sentir remordimiento.
La segunda forma, es el deseo que siente la viuda Willa, tras el furioso rechazo de Powell, en la noche de bodas, transformado en un carnaval histérico de vergüenza y auto abnegación.
La interpretación de la sublimación del apetito sexual de Winters, es insuperable:
En una escena alucinatoria de veneración, a lo tradicional, su cuerpo parece hallarse en pleno trance.
El deseo femenino de Willa, se personifica en Ruby (Gloria Castillo), una adolescente menos desarrollada… y que cuida la señora Cooper.
También, están aquellos que no parecen dedicarse ya al sexo, o que nunca lo han practicado, pero hablan de sus efectos, y virtudes.
Laughton, toma en Icey Spoon (Evelyn Varden), el estereotipo de la pueblerina lasciva, y la convierte en alguien, cuyo elevado moralismo, causa intranquilidad entre sus amigos más cívicos, “el sexo es exclusividad de los hombres”, afirma, y con su marido, ella “solo piensa en su tienda de conservas”; y de repente, se une al linchamiento, cuando sus vanas ilusiones sobre Powell se despedazan.
Rachel Cooper, es la única figura que permanece intacta, frente a los estragos causados por la represión sexual... a menos que su soltería devenga en un oculto lesbianismo, pero sería hilar muy delgado.
Es una soltera, que se ha dedicado a criar pequeños “animales abandonados”
“Es un mundo duro para los seres pequeños”, afirma solemnemente, al observar la salvaje jerarquía de los animales.
Pero, aunque ausente de la esfera de la actividad sexual, es sabia, e incluso, afectivamente caprichosa al respecto:
Al observar los caprichos de una adolescente, comenta que la joven “perderá la cabeza, ante unas bonitas palabras, a la luz de la luna llena”, y será ella misma, la que quede “abandonada a las consecuencias”
The Night Of The Hunter, alcanza su punto álgido, en la última de las formas de deseo representadas, el síndrome “Demon Lover”, que es el deseo femenino, por una bestia asesina del género opuesto, y que envuelve todo el metraje.
Este complejo, políticamente incorrecto, se resume de modo divertido, cuando Willa, en la noche de bodas, encuentra el ya citado cuchillo del bolsillo de Powell, exclamando de forma indulgente:
“¡Hombres!”
Además, The Night Of The Hunter, es un supremo y temprano ejemplo, de un diseño sonoro integrado, que comprende voces y sonidos entremezclados, y una partitura rica y variada, de Walter Schumann. Como con las imágenes, Laughton y su equipo, alteran los sonidos, y sus funciones convencionales, de modo que asustan.
Son 2 aspectos, de estos procesos, particularmente destacables:
En primer lugar, el empleo continuo de la canción.
The Night Of The Hunter contiene más canciones, que muchos musicales, incluyendo melodías infantiles, cánticos religiosos, folclore, y la inolvidable canción de pérdida “Pretty Fly”, para la pequeña Pearl.
Por último, parece que la fábrica del universo irreal creado por Laughton, se alzase sobre los mágicos efectos, y propiedades de las canciones, especialmente cuando alcanzamos el inverosímil dueto, formado por Rachel y Powell, durante su separación nocturna, con “Leaning on the Everlasting Arms”, en una de las más perturbadoras, y maravillosas escenas de la historia del cine.
“Well now, what's it to be Lord?
Another widow?
How many has it been?
Six?
Twelve?
I disremember”
El mundo del cine, se asocia con los sueños, pero también, puede ser ingrato, duro, injusto, como en otras ramas, el artista puede ver frustradas sus ideas, hasta que el tiempo lo pone en su lugar, como suele decirse.
Y es que la realidad no está muy alejada de la ficción, pues el personaje de Harry Powell, interpretado por Robert Mitchum, está inspirado en Harry Powers, quien vivió en Quiet Dell, Virginia, EEUU; y que sedujo a varias viudas y sus hijos, con el método del “Corazón Solitario”
Powers, mató a varios de ellos, y fue colgado en 1932, en la prisión de Moundsville.
Eran los años 20, del siglo pasado, cuando Harry F. Powers, que en realidad se llamaba Herman Drenth, era un agente viajero que, a juzgar por los anuncios que colocaba en las páginas de las revistas dedicadas a “Corazones Solitarios” de West Virginia, Estados Unidos, buscaba una mujer noble, con quien hacer un hogar.
En uno de sus mensajes, apuntaba que llevaba “mucho tiempo buscando a alguien, que tome el lugar en mi corazón que dejó mi esposa fallecida”
A continuación, ofrecía algunos pormenores de su físico:
“Edad, dejaba el espacio en blanco, 1.80 de estatura, ojos azules, cabello castaño”
El anuncio, era un cartabón, que envió durante años, a varias damas.
Y prometía que a su nueva esposa “no le faltaría nada, dentro de lo razonable, que el dinero pudiera comprar”
Pero si algo faltaba a Powers, era precisamente dinero.
Al ser detenido en 1931, la policía no invirtió mucho tiempo en registrar los bienes del individuo, ya que su legado se reducía, a un par de libros, uno de ellos, escrito por Evan Allen Barlett, publicado precisamente en 1931, titulado “Love Murders of Harry F. Powers: Beware Such Bluebeards”, y uno más, un panfleto sin fecha de publicación, llamado “Love Secrets of Bluebeard”, el cual al parecer, también abordaba el caso de un asesino de mujeres, llamado Harry F. Powers, de donde Herman Drenth tomó la inspiración para su sobrenombre.
Pero el de Powers, sólo era uno de los varios “nombres de guerra” de Drenth.
En 1931, con el nombre de Cornelius O. Pierson, cortejó a la señora Aster Buick Eisher, una viuda de Park Ridge, Illinois; viuda, madre de 2 hijas, de 14 y 9 años, y de un niño de 12.
En unas cuantas semanas, Eisher ya era “la prometida” de Pierson, quien, para adelantar la luna de miel, encargó a los hijos de la viuda con una amiga, y marchó en busca de la felicidad.
De la luna de miel, Drenth regresó solo…
Pagó a su amiga por el servicio de cuidar a los niños, y se marchó nuevamente.
Al pasar las semanas, y no tener noticias de los menores, la mujer se puso en contacto con la policía.
Lo que Drenth ignoraba, es que la maquinaria judicial, se había puesto en movimiento para capturarlo.
Pero antes de que la justicia lo alcanzara, el galán estaba en plena conquista de la señora Dorothy Lemke, de Massachusetts.
Mientras tanto, los agentes, al revisar la casa de la señora Eisher, encontraron una carta firmada, por un tal, Cornelius O. Pierson, la cual, había sido enviada desde una oficina postal en Clarksburg, West Virginia.
Una mujer, dijo a las autoridades, que Drenth era un adicto a las relaciones con mujeres, que conocía a través de las páginas de “Corazones Solitarios”, un antecedente que hizo sospechar lo peor, a los investigadores que llevaban este caso.
Así las cosas, un grupo de agentes montó vigilancia en la oficina postal de Clarksburg; y finalmente, Drenth se apareció, para recoger su correspondencia, situación que fue aprovechada por la policía para detenerlo.
En el interrogatorio inicial, el hombre se mostró imperturbable.
Dijo que las cosas con la señora Eisher, no funcionaron, por lo que ella decidió irse, con todo e hijos, con un nuevo amante.
Pese a las horas invertidas en el interrogatorio, los agentes no tenían nada que inculpara a Drenth, hasta que un granjero vecino de éste, se enteró de la detención, y decidió comentar a la policía, acerca de la extraña remodelación que el sospechoso había hecho en su propiedad, hacía un par de años; y las autoridades consiguieron una orden, para investigar el inmueble del presunto criminal.
En una estructura, tipo calabozo, los peritos encontraron objetos pertenecientes a la señora Eisher.
Al continuar la auscultación, los investigadores centraron su atención, en el jardín de la propiedad.
La tierra, daba la apariencia de haber sido removida recientemente, por lo que los agentes solicitaron la presencia de trabajadores, quienes, después de varias horas de labor, desenterraron los cadáveres de Aster Buick Eisher y sus 3 hijos.
Días después, recuperaron el cuerpo de Dorothy Lemke...
Drenth, confesó los asesinatos.
Dijo que había matado a los niños a martillazos, y que en su cámara de los horrores, torturaba a sus víctimas por varios días, lo que le proporcionaba una gran gratificación sexual.
Confesó, además, haber asesinado a más de 50 mujeres, aunque la policía sólo recuperó 5 cuerpos.
Herman Drenth/ Harry F. Powers/Cornelius O. Pierson/A. R. Weaver, fue ahorcado el 18 de marzo de 1932.
Asistieron 42 personas a su ejecución.
Y recuerden, las apariencias, a veces engañan…

“It's a hard world for little things”



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