The Goodbye Girl

“I play the guitar whenever I cannot sleep, and I meditate every morning, complete with chanting and burning incense, so if you have to walk around I'd appreciate a little tiptoeing.
Also:
I sleep in the nude.
“Au buffo”
Winter and summer, rain or snow, with the windows open.
And because I may have to go to the potty or to the fridge in the middle of the night, and because I do not want to put on jammies which I do not own in the first place, unless you're looking for a quick thrill or your daughter an advanced education I'd keep my door closed”

La situación estaba dura, a mediados del año 1973, los países árabes productores de petróleo, miembros de La OPEP, decidieron aplicar un embargo, esto es, un cese en el suministro de petróleo a los países de Occidente, entre ellos, los Estados Unidos, porque apoyaron a Israel, en la guerra que sostuvo con Egipto y Siria, denominada:
Guerra del Yom Kippur.
A la par, decidieron también, un aumento considerable en el precio por barril, y un recorte en la producción, todo lo cual, incrementó el precio del crudo, a nivel mundial.
Estados Unidos, que desde el final de La Segunda Guerra Mundial, había tenido un crecimiento acelerado de su industria, que repercutió en el mejoramiento del nivel de vida de gran parte de su población, era uno de los mayores consumidores de petróleo, puesto que al extenderse sus principales ciudades, a través de núcleos urbanos dispersos con casas unifamiliares, el automóvil se constituyó en el principal medio de transporte.
El petróleo que consumían los Estados Unidos, por políticas de mercado aplicada por las empresas petroleras hasta la década de los 70’s, le costaba barato; luego del embargo, y la subida del precio, su importación cayo de 1,2 millones de barriles diarios, a 19,000 barriles, desatando la escasez del producto hacia 1974.
El gobierno estadounidense, Administración Nixon, aplicó una política de control de precios, a fin que la industria y la población, no se vieran afectadas con la crisis, lo que llevó, sin embargo, a que quienes comercializaban el hidrocarburo, crearan una escasez artificial.
La solución inevitable a esta situación, fue el racionamiento del combustible.
Los estadounidenses, podían abastecerse de gasolina, solo en determinados días, según el número de matrícula de su auto.
La escasez fue tan grave, que algunas estaciones de servicios, por mucho tiempo, solo podían ofrecer servicios indirectos, como:
Lavado de autos, inflado de llantas, y demás.
Se estableció un nuevo horario para los colegios, y oficinas públicas, con el propósito de ahorrar en el consumo de calefacción.
Las fábricas bajaron el nivel de producción, con la consecuente despedida de personal.
La crisis, y el intento de controlar los precios del combustible, originaron en gran parte del mundo, inflación, y una reducción de la actividad económica, la recesión.
En los Estados Unidos, la crisis del petróleo, afectó a la población de menores recursos, como los desempleados, los jubilados, los grupos sociales marginados, como afroamericanos, latinos, y otras comunidades de inmigrantes.
La crisis del petróleo, que extendió sus efectos a lo largo de toda la década de 1970, produjo un cambio de conciencia, respecto de la utilización racionada de la energía no renovable.
La situación económica nacional, unida a la crisis fiscal de la ciudad de New York, llevó a los sectores económicos de menores recursos, a buscar salidas desesperadas, como la invasión de viejas casas, y edificios abandonados, que no contaban con sistema de agua y desagüe, sin energía eléctrica, y calefacción.
Las condiciones paupérrimas de estos sectores sociales, llevaron al incremento desmesurado de la tasa de delincuencia.
New York alcanzaría el índice más alto en el mundo de asesinatos por minuto.
El Metro, se constituyó en uno de los lugares más peligrosos de la ciudad.
El Times Square, fue invadido por prostitutas y proxenetas, mientras que en el Central Park, las áreas verdes, casi habían desaparecido, tan igual como las esculturas que lo adornaban.
De noche, era una zona intransitable, salvo que se quisiera arriesgar la vida.
Y es que desde mediados de los 60’s, eran constantes las huelgas de los recogedores de basura.
En 1968, en pleno verano, la ciudad se vio afectada por una huelga de basureros, que duró varias semanas; y la policía neoyorkina, se vería constantemente envuelta en actos de corrupción.
La vida en New York se hizo insoportable, y en los años 70’s, la ciudad fue abandonada masivamente, por gente que prefirió ir a vivir a las zonas suburbanas, lo que redujo el número de sus habitantes, número que no volvió a incrementarse, sino hasta mediados de la década de los 80’s.
Cuando las autoridades de New York, buscaron el apoyo del gobierno federal, que en ese entonces, estaba bajo La Administración de Gerald Ford, éste les dio la espalda.
Un famoso titular del Daily News, graficó la actitud de Ford con la frase:
“Drop Dead”
Que en buen español significa:
¡Jódanse!
“I will bring home anyone or anything I chose including a one-eyed Episcopalian Kangaroo if that happens to be my kinky inclination”
The Goodbye Girl es una comedia estadounidense, del año 1977, dirigida por Herbert Ross.
Protagonizado por Richard Dreyfuss, Marsha Mason, Quinn Cummings, Paul Benedict, Barbara Rhoades, Theresa Merritt, Nicol Williamson, Gene Castle, Patricia Pearcy, Daniel Levans, entre otros.
El guion es de Neil Simon, marido de Marsha Mason, entre 1973 y 1981; y habla de un actor egoísta, que alquila un apartamento de Manhattan a un amigo, y la actual inquilina, es la antigua novia de su amigo, que vive junto a su hija preadolescente.
El nombre de “The Goodbye Girl”, alude al hecho que la protagonista, termina siendo abandonada siempre por sus parejas.
Originalmente, The Goodbye Girl fue pensada con otro nombre:
“Bogart Slept Here”
Esencialmente, la historia de lo que pasó con Dustin Hoffman, después de convertirse en una estrella; y con un argumento distinto, referido a cómo la fama y la vida agitada, afectan la vida de una nueva estrella de cine, con esposa, e hijo.
Los exteriores de The Goodbye Girl, fueron filmados en la ciudad de New York, y los interiores se rodaron en sets en Los Angeles, California.
The Goodbye Girl obtuvo un Premio Oscar al Mejor Actor para Richard Dreyfuss; y 4 nominaciones:
Mejor película, actriz principal (Marsha Mason), actriz secundaria (Quinn Cummings), y guión adaptado.
Como dato, Dreyfuss, que personificó a Elliot  Garfield, fue el actor más joven, en haber sido galardonado con un premio Oscar.
Ágil, y casi mítica comedia romántica, alejada de las convenciones empalagosas en las que suelen sumergirse las comedias de este subgénero; se presume cuantitativamente predecible, dirán algunos; y es cierto, es una buena cualidad de las comedias románticas, no hay imprevistos, sabemos de entrada, que es lo que va a suceder, ellos se conocen, hay desencuentros, y luego, llegando al final, se encuentran definitivamente, el asunto reside en las actuaciones, el guión, y cómo se suceden los hechos.
“The Goodbye Girl” es Paula McFadden (Marsha Mason), una mujer de 33 años, divorciada, y con una hija pequeña, llamada Lucy (Quinn Cummings), que ha sido recientemente abandonada por Tony DeForrest, actor con el que ha estado conviviendo, por espacio de 2 años, en el apartamento de éste.
Tras haber planificado juntos, un viaje al estado de California, Tony la abandona, despidiéndose a través de una nota, en la que no le pone al tanto de algunos detalles:
Había cedido el arrendamiento del apartamento, a un amigo.
Por lo que Paula y su hija, deberán desocuparlo, en menos de 24 horas.
Elliot Garfield (Richard Dreyfuss), es un actor novato, que una noche fría y lluviosa, llega a la ciudad de New York, con muchas ilusiones, pues va a representar allí, su primera obra teatral, aunque en un teatro muy lejos de Broadway, y con un contrato de arrendamiento que le ha cedido su amigo, Tony DeForrest.
Cuando Elliot intenta ingresar a su apartamento, se da con la sorpresa, que este no ha sido desocupado aún por Paula, la ex-novia de Tony, quien se obceca en no querer entregárselo, pues no tiene a dónde ir, y tampoco cuenta con un empleo, que le permita el dinero suficiente para arrendar otro.
Elliot, mojado por la intensa lluvia, y cansado por el viaje, insiste en su derecho a que se le permita ocuparlo, pues no tiene a dónde ir, y no quiere gastar el poco dinero que le queda, en la habitación de un hotel, formándose una disputa.
Finalmente, Paula y Elliot, deciden compartir el apartamento, aunque en realidad, Elliot les permite a Paula y a su hija, vivir en él, hasta que ella consiga un empleo, y pueda mudarse a otro sitio.
Elliot, es un tipo sincero, impetuoso, y algo extravagante, entusiasmado con su carrera, acostumbrado a una vida activa, y a tocar su guitarra en los momentos menos oportunos.
Paula, es una mujer que no duda en tomar la iniciativa, con el hombre que a ella le gusta, atrapando su afecto, aunque en el plano económico, prefiere administrar el dinero de su eventual pareja, por ello, se acostumbró a vivir del sueldo de Tony, tornándose perezosa, llegando incluso a dejar su carrera de bailarina.
Así, las costumbres de Elliot, alteran la rutina de Paula y su hija Lucy, de 10 años, quien pronto simpatiza con Elliot, dejando a su mamá sola con la bronca.
Lucy, asume que la situación sentimental de su madre, le incumbe sólo a esta, pues duerme en su propio cuarto, y por lo demás, Tony no le simpatizaba.
Le increpa a Paula, la poca voluntad que tiene de volverse a poner en forma, para reasumir su carrera artística, y se interesa en la carrera de Elliot, y cuando éste y su mamá se enamoran, también se ilusiona.
Cuando Elliot obtiene un papel en una película, de un director importante, por lo que tiene que mudarse a la ciudad de Seattle, por espacio de 8 semanas, Paula vuelve a sentir la decepción, de ser nuevamente abandonada, aunque Elliot no tiene esa intención, ya que su plan es viajar él sólo, para ahorrar y poder mejorar la decoración del apartamento, y casarse con Paula, lo que ésta se rehúsa a creer.
La tristeza embarga también a Lucy, quien por primera vez, contagiada por el ánimo de su madre, se siente abandonada.
Elliot, le prueba su amor a Paula, regresando por la noche, y llamándola desde el teléfono de la esquina, pidiéndole que lo acompañe, ya que cambió su pasaje de primera, por 2 de clase económica.
Paula, en un arrebato de madurez, le dice que no es necesario, pues ha sido suficiente que se lo haya pedido para creerle; pero queda aún más convencida, cuando Elliot le encomienda que le ponga cuerdas nuevas a su guitarra, que ha dejado en el apartamento, lo que Paula y  Lucy toman como una señal, de que realmente volverá.
The Goodbye Girl tiene aire de comedia romántica de antaño, es preciosísima, y espectacularmente interpretada.
Previsible quizás, pero maravillosamente genial también, cargada de sentimientos, y que nos muestra la relación de 2 personas adultas, cuya vida estuvo signadas por relaciones fallidas, que de tanto ensayo y error, encuentran la formula correcta hacia el amor.
La grandeza de The Goodbye Girl, radica en la sencillez, y su delicado humor.
“You know I love listening to you talk.
I hate living with you but your conversation is first rate”
La historia de The Goodbye Girl, es la que todos conocemos:
Pareja dispareja, se lleva mal al principio, luego se comprenden, de a poco, nace la amistad, y todo lo que conlleva eso, o sea, “no vamos a encontrar nada nuevo bajo el sol”
No obstante, la interpretación de Richard Dreyfuss se gana todas las palmas, bien merecido el Oscar.
The Goodbye Girl puede pasar por una más del montón, pero lo que se destaca, lo la hace original, es la interpretación de los personajes.
Dreyfuss, se ve obligado a tocar un buen puñado de registros interpretativos, para dar vida a ese actor, que se convierte en el contrapeso del desequilibrio y que, en una noche de despedida, deposita un rayo de esperanza, en alguien que ya no merece ningún adiós.
Desde el citado Dreyfuss, hasta la hija de Marsha Mason…
La sensacional Marsha Mason, tiene más tiempo en pantalla, que nadie más, le da oportunidad de desarrollar su papel, de manera estupenda.
Quinn Cummings, que hace de la hija de Mason, tiene un buen papel:
Su sabiduría y “chispa” sorprende mucho, al igual que sus expresiones, y es totalmente adorable.
Las escenas para no olvidar, muchas, pero destaco:
Cuando Dreyfuss practica con el personaje de Ricardo III, es impagable.
Y la última escena, con Mason teniendo la guitarra en la lluvia, y Dreyfuss diciéndole que le cambie las cuerdas, para cuando vuelva, uno de los mejores finales de película románticas que he visto y disfrutado.
El tema musical “Goodbye Girl”, y único de la obra, fue compuesto por David Gates, canción que ocupó el puesto #15 en la lista de Las 100 Mejores del Año, de la revista Billboard, en 1977.
“You're not the only one who can yell rape, you know”
The Goodbye Girl es una hija completa de su tiempo, pues resultan interesantes, los datos indirectos que la trama proporciona, respecto de la coyuntura económica de la época en que se filmó.
Los apuros financieros de los protagonistas, y algunas de sus escenas son el fiel reflejo de la situación por la que atravesaban los Estados Unidos, en aquel entonces, producto de La Crisis Energética de 1973.
Por ejemplo, en The Goodbye Girl, Paula McFadden, toma un empleo en un “Salón del Automóvil”, promocionando autos japoneses de la marca Subaru, cuyas características principales, eran sus diseños compactos, y su menor consumo de gasolina.
Por otro lado, las tomas externas de New York, nos muestran a una descuidada ciudad, que por ese entonces, también atravesaba su propia crisis.
Una crisis fiscal, que se desató a mediados de la década de los 60’s y que pasó a ser evidente para cada neoyorkino, hacia 1975.
Las sucesivas administraciones de la ciudad, ocultaron la verdad a los ciudadanos:
New York estaba casi en la quiebra; y para la primera mitad de los 70’s, los neoyorkinos ya lo sabían, debido al evidente deterioro en que había ingresado La otrora Gran Manzana.
El problema de la delincuencia, también es mostrado en The Goodbye Girl, cuando en una de las escenas, Paula y Elliot regresan de hacer compras en un supermercado, y se detienen en una tienda, a la que Elliot ingresa, mientras Paula se queda fuera, contemplando la vitrina, momento en el que unos tipos con aspecto de afroamericanos y latinos, le arrebatan su cartera, para luego huir a bordo de un vehículo...
Así pues, ante las dificultades vividas, de todo tipo y color, en nada se compara cuando te han dicho demasiadas veces adiós, y no te atreves a cruzar de nuevo el puente de tus sentimientos.
El descreimiento, ha alquilado un rincón en tu interior, y ya no puedes soportar una decepción más, porque te derrumbarías como un edificio en ruinas, agotado de tanto tiempo, pasando por encima, desconchado de tanta herida provocada por el viento y la lluvia que pasan, dejan su rastro de ladrillo desnudo, y se van.
Sí, The Goodbye Girl es una película de adioses, de descreimientos, y de decepciones, pero el final, esa escena bajo la lluvia, asegura que volverá el amor, y deja una puerta abierta a la esperanza.

“Thank you Neil Simon for making us laughs at falling in love... again”



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