Zulu

“The mission is to develop ethnic bombs”

Los zulúes, son un grupo étnico africano, de más de 10 millones de individuos, que habitan principalmente, la provincia de KwaZulu-Natal, en Sudáfrica, aunque también se encuentran en pequeñas cantidades en:
Mozambique, Zambia, y Zimbabue.
Su idioma, deriva originalmente del bantú, aunque más recientemente del subgrupo “nguni”
El Reino Zulú, desempeñó un papel relevante en la historia de Sudáfrica, durante el siglo XIX.
En el siglo XX, bajo el régimen del Apartheid, este pueblo fue clasificado como “ciudadanos de segunda clase”, siendo discriminados.
Hoy en día, es el grupo étnico, más numeroso del país, y posee igualdad de derechos.
“There are some crimes that echo through history”
Zulu es una película de acción y drama, del año 2013, dirigida por Jérôme Salle.
Protagonizada por Orlando Bloom, Forest Whitaker, Tanya van Graan, Natasha Loring, Sven Ruygrok, Adrian Galley, Conrad Kemp, Roxanne Prentice, Tinarie van Wyk Loots, Dean Slater, Kelsey Egan, Richard Lothian, entre otros.
El guión es de Julien Rappeneau, y Jérôme Salle, quienes adaptan el libro homónimo de Caryl Ferey, publicado en 2008, considerado uno de los clásicos recientes de la novela policiaca francesa; y el resultado es una película muy entretenida, que tiene un trasfondo social.
Cuando en 2008, Caryl Ferey publicó esta negrísima novela, no era raro que tardara poco en encontrar pretendientes a su derecho de adaptación.
Utilizando la clásica estructura de la pareja de contrarios-complementarios, en este caso, 2 policías:
Uno de origen zulú, y el otro blanco, que en el curso de una investigación, se enfrentarán a los demonios de su propio pasado, el autor dinamitaba todo el repetido “storytelling” de una reconciliación nacional, vendida como un éxito indiscutible; en una Sudáfrica todavía atormentada por El Apartheid, la pareja de policías, persigue al asesino de una joven adolescente.
Desde los “townships” de Cape Town, hasta las lujosas residencias a orillas del mar, esta investigación transformará la vida de los 2 hombres.
A lo largo de Zulu, presenciaremos explosiones, tiroteos, persecuciones en carro, puñaladas, conspiraciones raciales de alta gama, tráfico de droga, y un sin fin de elementos, a lo que nos tiene acostumbrados el cine de acción estadounidense, aunque esta sea una cinta realizada en la Sudáfrica actual.
Rodada en Sudáfrica, con un equipo, prácticamente en su totalidad local, Zulu cuenta con un atractivo añadido.
La musicalidad de los acentos de todos los actores, impresionante en versión original; y la maestría de uno de los maestros de las partituras cinematográficas de la actualidad:
Alexandre Desplat.
Zulu inicia con un niño, cuando asiste, aterrado, a la tortura, y posterior asesinato de su hermano, y de su padre.
¿Cuál es su crimen?
Haber nacido negros en la Sudáfrica del Apartheid.
Años más tarde, el país ha cambiado, y el niño también.
Ahora, Ali Sokhela (Forest Whitaker), de etnia zulú, es El Jefe del Departamento de Policía Criminal, de Cape Town, pero no consigue olvidarse de aquel terrible crimen.
Además, los suburbios de la ciudad, ofrecen las calles más peligrosas del mundo, y ahí es donde aparece el cuerpo sin vida de Nicole Wiese (Kelsey Egan), hija de un famoso jugador de rugby local.
La joven, llevaba aparentemente, una vida ordenada, pero los forenses encuentran en su cuerpo, restos de una nueva y devastadora droga llamada Tik.
Ali deberá, junto al Lugarteniente, Brian Epkeen (Orlando Bloom), y al Sargento Dan Fletcher (Conrad Kemp), introducirse en el despiadado mundo de las bandas mafiosas, dedicadas al tráfico de drogas, de la que forman parte antiguos militantes, y defensores del antiguo régimen del Apartheid.
Durante sus investigaciones, descubren los métodos inhumanos de algunas compañías farmacéuticas, que actúan con impunidad en los países africanos.
Como dato, Ali y Brian, están rara vez juntos durante el metraje, a modo de contar 2 historias de personajes de la ley en Sudáfrica.
Por supuesto, estamos convencidos de su amistad y respeto mutuo:
Son 2 tipos que no tienen el mismo perfil psicológico, no la vida misma, ni en absoluto, la misma historia de familia, y sin embargo, están profundamente vinculados.
Pero en el fondo, los 2 protagonistas, son también muy solitarios.
Ellos son la imagen de su país, que vive con la carga del pasado.
Negro o blanco, son responsables de las acciones de sus padres, de sus antepasados.
Su estilo es totalmente opuesto, pero quieren algo más, que trabajar todos juntos.
Ali defendió a Brian, contra todos los interesados, incluidos los de su jerarquía, decidido a mantenerlo a su lado, a pesar de una cierta falta de profesionalidad de este último.
Ali, en el fondo, sabe que Brian necesita este trabajo, definitivamente, para no ir camino a su autodestrucción.
Ali vive con una filosofía particular, en la creencia de que la violencia no resuelve nada, y él debe perdonar:
Es donde se pone de relieve el tema de Zulu.
El personaje de Forest Whitaker, qué no trata de convencerse a sí mismo, de que él se siente frustrado y atormentado por su pasado doloroso; ha establecido límites, y optó por no cruzarlos; donde Brian se encuentra en perfecto desacuerdo, mediante la brutalidad.
Así pues, los 2 policías van en diferentes caminos, que conducen a la redención.
Zulu muestra una interesante vitalidad del cine negro, para levantar ampollas dolorosas, sutiles radiografías de un país, que aún no ha curado sus heridas y disecciones inteligentes, del perdón y la reconciliación.
De la historia universal a la particular:
Si la sociedad sudafricana, aún arrastra problemas, los protagonistas lo tienen aún peor, porque lo más complicado es perdonarse a sí mismo.
Zulu soporta su argumento, en elementos ya muchas veces explotado por el cine comercial yanqui.
No obstante, el frenesí es altamente positivo; y las escenas de acción no ahorran en susceptibilidades.
Se evidencia un esfuerzo del cine sudafricano actual, por recrear su propia atmósfera, a partir de las propias experiencias históricas de la nación.
“The rainbow nation has known violence”
La discriminación institucional, ha sido “superada” en la Sudáfrica de 2013, y en Zulu se ve una cordialidad racial muy diversa:
Blancos y negros juntos en la policía, para perseguir; blancos y negros juntos en las pandillas, para matar; están jodidos los matrimonios entre negros, y en “solidaridad”, jodidos también los matrimonios entre blancos…
Blancos y negros, muy unidos en el arrastre de rencores y problemas, que van más allá de la diferencia de raza, y de los estudios etnológicos, y multiculturales.
Jérôme Salle, se ha encargado se trasladar a la pantalla, el espíritu y la fuerza dramática de esta historia.
El francés, recrea una estupenda intriga policiaca en Sudáfrica, llena de tensión, giros argumentales, e imágenes impactantes y sangrientas... pues no es una película para todos los estómagos, en el marco de un país aun sangrando por las heridas del Apartheid y el racismo, sumido en una violencia extrema, que aun así no logra borrar las huellas de la humanidad, y la bondad de unas pocas personas.
Dirigida correctamente, la sorpresa y el acierto, ha sido el “casting” de los protagonistas:
Forest Whitaker, uno de los pocos actores que siempre mantiene la barra de calidad muy alta; toma el papel de Ali, más masivamente de lo que el escritor había imaginado.
Sabíamos que Forrest es un gran actor, pero él volvió a su mejor forma, y lo demuestra una vez más; sobre todo al destacarse hablando el afrikáner.
Orlando Bloom, decidido a dejar caer “los anillos”, y todo lo demás, para que dejen de encasillarle en papeles de “duendes verdes” u otros colores imposibles.
El personaje de Brian, se podría haber convertido, rápidamente, en una caricatura, que afortunadamente, no es el caso.
El policía naufrago, que tiene problemas con su ex esposa, que ha complicado las relaciones con su difunto padre, que ya no le habla a su hijo, que tiene una predilección por el sexo promiscuo, bebiendo, y tomando pastillas, ha sido visto muy a menudo…
Pero con Orlando Bloom, sorprende y le da otro color a Brian, también evitando clichés.
Él, que todavía no había abordado estos registros, es por ello que sorprende, en un papel perdido y totalmente adulto como irresponsable.
Un Orlando Bloom, que en los últimos años, está haciendo muchos, y muy buenos esfuerzos para borrar su etapa de “sex-symbol” y mejorar muchísimo como actor, aunque aquí muestre palmito, hasta convertirse en un intérprete más que interesante, atención al final, en el desierto, o cuando encarga las lápidas...
La química entre los 2 actores, funciona.
También, se debe hacer hincapié, en el trabajo para lograr el acento, por parte de Orlando y Forrest; es francamente notable.
Así las cosas, Zulu es una película dispareja, por momentos, parece que nos encontramos con una denuncia descarnada, que lo es, de una realidad social imperante en esta Sudáfrica, que se construye encima de los escombros del Apartheid, y por momentos, parece un policial del Hollywood típico, con policías antihéroes, conflictuados, con vidas destruidas, pero de una nobleza a toda prueba.
En cuanto a lo primero, esa visión de una Sudáfrica brutal, con diferencias sociales tremendas, con un grado de criminalidad que recuerda a los peores lugares del mundo en conflicto, donde los cárteles de la droga, son “Los Señores de La Muerte”, Zulu cumple.
La violencia extrema de las imágenes y situaciones, hasta más de medio metraje es creíble, incluso, llega a golpearnos por momentos.
Después hay algunos tiroteos muy al “estilo Hollywood” que parecen más una concesión al cine comercial, que parte de una película en serio...
Todo ello contribuye una sensación de soledad, de indefensión, de violencia, que respira Zulu, con una fotografía que alterna espacios abiertos, grandiosos, de playa, desierto, o carretera, con interiores mezquinos, hacinados, donde impera la pobreza, o la degradación.
La escena en la que perforan la oreja a Whitaker, y desmiembran al policía, es impactante.
No estamos ante un filme extraordinario, aunque si somos generosos con algunas agachadas de cine comercial, su cuota de aventura y de heroísmo, y de tiroteos inverosímiles, nos encontramos frente a una película que retrata una Sudáfrica post Mandela, al menos para mí, insospechada.
“How many men did you kill”
Resulta pues que el Tik, es la droga más barata que se encuentra en Sudáfrica, pero también, es la más peligrosa del mundo, según los expertos.
Tik es un estimulante, poderosamente adictivo, que afecta a muchas áreas del Sistema Nervioso Central.
La droga es de color blanco, inodoro, cristalino, de sabor amargo, en polvo, que se disuelve fácilmente en agua, o alcohol.
La droga, puede ser fácilmente realizada, en laboratorios clandestinos, relativamente baratos, de venta libre, y los ingredientes pueden ser adquiridos a un costo relativamente bajo.
Los modos de administración, pueden ser:
Fumado, esnifar, ingerido por vía oral, o se inyectan por vía intravenosa.
En Sudáfrica, se fumaba habitualmente, colocando el polvo/cristal en una bombilla, de la cual, el metal roscado se ha eliminado.
Un ligero, se utiliza para calentar la bombilla, y el humo se fuma.
Las consecuencias de la intoxicación aguda de metanfetaminas, su ingrediente más activo, y/o sobredosis de metanfetamina, desencadenan la liberación de adrenalina, noradrenalina, y dopamina, en El Sistema Nervioso.
Los efectos comunes de intoxicación son:
Euforia, aumento de la energía, confianza en sí mismo, insomnio, agitación, irritabilidad, mayor sentido de la sexualidad, y temblores.
Los efectos respiratorios, incluyen:
El aumento de expiraciones, edema pulmonar, hipertensión pulmonar, y la disminución de la capacidad pulmonar.
Los efectos cardiovasculares, incluyen:
Aumento de la frecuencia cardiaca, y la presión arterial, ritmo anormalmente rápido del corazón, y/o arritmias.
Los usuarios, corren el riesgo de sobredosis, que se caracteriza por:
Deshidratación, hipotermia, convulsiones, insuficiencia renal, accidentes cerebrovasculares, e infarto de miocardio.
El uso prolongado del Tik, pueden resultar en la pérdida de peso severa/anorexia, graves problemas dermatológicos, mayor riesgo de convulsiones, e incontrolable furia/comportamiento violento.
Los Tik drogadictos, muestran signos de efectos crónicos de salud mental, incluyendo confusión, problemas de concentración, y de memoria, alucinaciones, insomnio, depresiones, falta de reacciones, reacciones psicóticas, reacciones paranoides, y trastorno de pánico.
A largo plazo, el Tik también aumenta el riesgo de contraer el VIH, y La Hepatitis C, debido a la inyección de drogas, y los comportamientos sexuales de riesgo, a causa de la euforia.
Cape Town, es “La Capital del TIK” la de mayor consumo de una droga, que se conoce también, como:
“Speed”, “met”, “tiza”, “hielo”, “cristal”, “vidrio”… y que está devastando a las comunidades africanas más pobres.
El Tik se consume en plena calle, con unas pipas de plástico.
Es fácil ver a jóvenes, completamente deteriorados, sobre todo en los “townships”  suburbios de población negra, sin dientes, sin cabello, y con síntomas de demencia.
Ya que el Tik es euforizante y muy adictiva; su principal componente, la metanfetamina, ya era consumida por los soldados de La Segunda Guerra Mundial por su poder estimulante.
Uno de cada 10 consumidores, se vuelve dependiente.
Y ahora, se ha convertido en el mayor enemigo de los jóvenes sudafricanos, la mayoría pobres, y sin expectativas de futuro, que ven en esta droga, una vía de escape que, sin embargo, solo les conduce a la violencia.
Las cifras de criminalidad son espeluznantes:
Cada día, en Sudáfrica, hay 20 asesinatos, la mayoría en los “townships”
Por la euforia que da, el Tik favorece además, los comportamientos sexuales arriesgados, en un país que tiene 5,5 millones de personas infectadas por el virus del SIDA sobre una población de 46 millones.
La policía, se ve impotente, frente a las redes sólidamente organizadas, que tienen “sus propios médicos, abogados, y cámaras de vigilancia, para proteger sus depósitos”, dice un investigador.
A veces, es la gente la que se rebela.
Recientemente, en el barrio de Ocean View, los rastas declararon la guerra a los traficantes, y afirmaban que no iban a tolerar más “la enfermedad del Tik, que devora a nuestras comunidades” dijo uno de sus representantes.
Nada mejor que Zulu, como inmersión de la realidad sudafricana, tras la reciente muerte de Nelson Mandela.
Frente al discurso triunfalista de reconciliación y perdón, Zulu se aventura en lo que no se ve, y por supuesto, no se comenta.

“The rainbow nation will know it, again”



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