The War Of The Worlds

“In the First World War, and for the first time in the history of man, nations combined to fight against nations using the crude weapons of those days.
The Second World War involved every continent on the globe, and men turned to science for new devices of warfare, which reached an unparalleled peak in their capacity for destruction.
And now, fought with the terrible weapons of super-science, menacing all mankind and every creature on the Earth comes The War Of The Worlds”

El género fantástico, engloba ficciones, cuyos argumentos escapan a la lógica cotidiana, pudiendo desarrollarse en contextos imaginarios, con leyes propias, pero verosímiles.
En otras ocasiones, el componente fantástico, puede introducirse en el mundo cotidiano, desde el argumento, o desde la estética.
Entendiendo ampliamente el género, engloba también, el cine de ciencia ficción, que justifica los componentes sobrenaturales, desde razonamientos científicos, y el cine de terror.
Si bien, gran parte de sus fuentes, radica en leyendas populares, literatura fantástica, y retorcidos hechos reales, en muchas ocasiones, sus obras reflejan los temores colectivos de la sociedad del momento.
“The War Of The Worlds” es el gran clásico de la ciencia ficción.
Como obra de la literatura, es la piedra basal de todo un subgénero, el de las invasiones extraterrestres, y viene de la pluma de H.G. Wells, el más brillante y prolífico escritor, después de Jules Verne.
La novela, data de 1898, y estaba ambientada en un escenario victoriano, donde los marcianos, iniciaban la invasión en Gran Bretaña; y terminaba por ser, una crítica de Wells, sobre El Imperialismo Británico, ahora los ingleses, se encontraban subyugados a una potencia mucho más poderosa e implacable, y estableció la idea de los marcianos, como una raza alienígena beligerante, que invadía La Tierra, porque su planeta, estaba pereciendo por falta de recursos.
Es irónico comparar, que mientras los marcianos a La Tierra invaden por necesidad, los británicos invadían a otros territorios, por simple codicia, y deseo de poder.
E incluso, el famoso final de la obra, con los alienígenas pereciendo a causa de las bacterias terrestres, no era sino, un gran chiste a costa de la flema británica:
La potencia más poderosa del mundo, rendida a los pies de un invasor, y éste, pereciendo por la fuerza más minúscula del Universo.
“The War Of The Worlds” siempre resultó muy popular.
Como todos los clásicos, siempre es posible tomarla, para interpretar distintas situaciones, y posar la lupa crítica, sobre aspectos de distintas épocas.
Mientras que en 1898, era una crítica al Imperialismo Británico, sus subsiguientes adaptaciones, reflejaron el espíritu de cada época.
El 30 de octubre de 1938, Orson Welles, y El Teatro Mercury, bajo el sello de la CBS, adaptaron el clásico de ciencia ficción de H.G. Wells, a un guion de radio.
La historia, es una adaptación del libro; y los hechos, se relataron en forma de noticiario, narrando la caída de meteoritos que, posteriormente, corresponderían a los contenedores de naves marcianas, que derrotarían a las fuerzas de EEUU, usando una especie de “rayo de calor” y gases venenosos.
La introducción del programa, explicaba que se trataba de una dramatización de la obra de H.G. Wells; en el minuto 40:30, aproximadamente, aparecía el segundo mensaje aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles, 15 minutos después de la alarma general del país, que llegó a creer, que realmente estaba siendo invadido.
En la emisión de “The War Of The Worlds”; Welles interpretaba al profesor Pierson, el científico que explicaba lo ocurrido, mientras que también, participaba un actor imitando al periodista Carl Philips.
La emisión empezaba así:
“Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News.
Desde Toronto, el profesor Morse, de la Universidad de McGill, informa que ha observado un total de 3 explosiones del planeta Marte, entre las 7:45PM y las 9:20PM”
Inmediatamente, pasaban a la banda de música, supuestamente desde el Hotel Park Plaza, y periódicamente la interrumpían, para informar de la ficticia invasión marciana.
Una de las intervenciones del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, Nueva Jersey, era:
“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado...
¡Espera un minuto!
Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo.
Alguien... o algo.
Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro, 2 discos luminosos...
¿Son ojos?
Puede que sean una cara.
Puede que sea...”
Los oyentes, que sintonizaron la emisión, y no escucharon la introducción, pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey, donde supuestamente, se habrían originado los informes.
La comisaría de policía, y las redacciones de noticias, estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes, aterrorizados y desesperados, que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos.
Al día siguiente, saltaron protestas, exigiendo responsabilidades, la cabeza de Orson Welles, y una explicación, de modo que el propio Orson Welles, pidió perdón por la broma de Halloween, considerada “una burla” por los oyentes.
La histeria colectiva, demostró el poder de los medios de comunicación de masas, y este curioso episodio, también catapultó a la cima, la carrera de Welles.
El programa, duró casi 59 minutos:
Los primeros 40, correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS, falleciendo a causa de los gases, y seguía con la narración en tercera persona, del profesor Pierson, que describía la muerte de los invasores.
Y es que H.G. Wells, obtuvo con este libro, su consagración definitiva, como “padre de la fantaciencia”
A este respecto, Thomas D. Clareson, recoge en su antología “A Spectrum Of Worlds” (1972) la opinión de 2 reputados autores:
Robert Silvelberg, quien señala que “en un lapso de 20 años, Wells concibió y exploró sistemáticamente, cada uno de los temas fundamentales de la ciencia ficción de hoy, pues es quien estableció la regla de tema, y la técnica que siguen la mayoría de los autores contemporáneos”
Y Arthur C. Clarke, que no duda en afirmar que “Wells marcó el territorio que desde entonces, han explorado 2 generaciones de escritores de ciencia ficción”
Cabe señalar que, Arthur C. Clarke, en su obra “2001: A Space Odyssey” (1966), narra en forma retrospectiva en la novela, ubicada en el año 2001, la realización de 2 dramatizaciones más, de la historia de H.G. Wells, con lo que de manera casual, se cumplió tal profecía, entonces futurista.
Ya en el año 2013, con motivo de los 75 años de la histórica transmisión de “The War Of The Worlds”, Radio Bio-Bio, en Chile, específicamente, su cadena local en la ciudad de Valparaíso, procede a realizar una adaptación de dicho radioteatro, con los permisos correspondientes de la familia del dramaturgo Howard Koch.
¿Pero por qué, en 1938 y 1953, había esa sensación de pánico?
Primero, no había nada que poder hacer, pues para los que se lo creyeron, los marcianos eran imparables; y segundo, la gente ya vivía en estado de pánico, por La Crisis del 29, y el estallido de La Segunda Guerra Mundial.
“We welcome you.
We're friends, yeah?”
The War Of The Worlds es una película de ciencia ficción, del año 1953, dirigida por Byron Haskin.
Protagonizada por Gene Barry, Ann Robinson, Les Tremayne, Henry Brandon, Robert Cornthwaite, Jack Kruschen, entre otros.
El guión es de Barré Lyndon, y es la primera de las 4 adaptaciones del trabajo de H.G. Wells, y se la considera, una de las grandes películas de ciencia ficción de la década de 1950; siendo la primera representación en la pantalla, del clásico “The War Of The Worlds”
En 1953, se pudo montar una producción sobre la obra, pero los proyectos sobre la misma, rondaron durante muchos años.
Desde Sergei Eisenstein hasta Alfred Hitchcock, y Cecil B. DeMille coquetearon con los derechos, pero el costo de la producción, y las dificultades técnicas, siempre dieron por el piso, a las oportunidades del proyecto.
Fue precisamente DeMille, quien eligió a Hitchcock, para que dirigiera The War Of The Worlds; pero Hitchcock se negó a hacerlo, como ya lo hizo 20 años antes.
Entonces, DeMille le confió el control total del proyecto a George Pal, en calidad de productor ejecutivo, pues DeMille no quiso ser acreditado como productor.
Fue el húngaro, quien eligió a Byron Haskin para el proyecto, para gran satisfacción de DeMille; y George Pal quería que Cecil B. DeMille hiciera de narrador, pero éste propuso a Sir Cedric Hardwicke.
Así entra George Pal a escena; y es que Pal, es una leyenda cinematográfica, el gran creativo de los efectos especiales, un equivalente de los años 50, a un George Lucas, por ejemplo.
No obstante, a los 2 días de rodar, Paramount paró el rodaje, cuando una cláusula legal del contrato, que tenían sobre los derechos de adaptación, hizo imposible seguir rodando:
Los derechos, eran solo para una película muda.
Pero los herederos de H.G. Wells, dieron inmediatamente permiso, para que el rodaje siguiera adelante, sin reclamar nada a cambio.
Los herederos de Wells, estuvieron tan satisfechos con los resultados, que ofrecieron a George Pal, los derechos cinematográficos de cualquier obra de Wells, de manera gratuita.
The War Of The Worlds ganó un Oscar por sus Efectos Especiales, y 2 nominaciones en edición y sonido.
Las producciones de George Pal, se caracterizaban, al igual que las de la mayoría de sus colegas, por sus ajustadísimos presupuestos, y por el empleo de efectos especiales, más bien rudimentarios.
Y The War Of The Worlds no fue una excepción en este sentido, pero a pesar de las limitaciones técnicas de la época, y de la magra inversión económica, Haskin logró filmar, uno de los títulos más memorables del cine de ciencia ficción de todos los tiempos.
El programa de radio de Orson Welles, era una adaptación libre de la obra de Wells; y la película vino a ser, como una compilación de ambas obras, la literaria original, y la adaptación radiofónica; y tomó elementos de las 2 versiones, aunque el desarrollo argumental, tuvo que acomodarse a los cánones del cine fantástico de su tiempo.
La ciudad de Corona, en California, fue utilizada como lugar de rodaje de la ciudad ficticia de Linda Rosa.
La Iglesia Católica de San Brendan, ubicada en el 310 South Van Ness Avenue, en Los Angeles, fue el escenario utilizado en la escena climática, donde un gran grupo de personas desesperadas, se reúnen para rezar; y las colinas y las calles principales de El Sereno, también se utilizaron.
Todo inicia cuando un meteorito cae cerca del pueblo de Corona, en la región de Los Angeles.
Algunos habitantes del lugar, se acercan a curiosear, para descubrir que en realidad, se trata de cilindros que contienen naves alienígenas, las cuales comienzan a atacarlos.
Las Fuerzas Armadas de EEUU, se ponen en alerta, y pronto, cientos de cilindros provenientes de Marte, caen a La Tierra.
La invasión marciana ha comenzado, y todos los ataques militares, incluyendo la bomba atómica, han fracasado.
El Dr. Clayton Forrester (Gene Barry), un científico que colabora con el gobierno, logra obtener datos sobre los marcianos, pero la velocidad de la invasión, y el caos de la gente en las ciudades, en pleno éxodo masivo, le imposibilita avanzar en el estudio de algún método de combate contra los alienígenas.
Y resignado, ante la inminencia del exterminio de la raza humana, vaga por Los Angeles, mientras las naves extraterrestres arrasan con todo, en búsqueda de sus compañeros del equipo científico, y de la muchacha que lo ha acompañado en esta travesía, la bella Sylvia Van Buren (Ann Robinson)
Así, The War Of The Worlds ofrece un sinfín de emociones, acción, y suspense, que le mantendrá muy atento; nadie que haya visto estas naves marcianas, emitiendo amenazadores sonidos según van sembrando la destrucción, podrá olvidar su temible impacto.
Hombres como Haskin, propiciaron un paulatino protagonismo del efecto visual en las producciones, como arma con que superar a la competencia televisiva de entonces.
“If they're mortal, they must have mortal weaknesses.
They will be stopped, somehow”
The War Of The Worlds, conserva esa cuidadísima narración, que diferencia no ya sólo el cine, sino cualquiera de las obras literarias de antaño, que no necesitaban provocar, para ganar premios, ni buscar la enésima vuelta de tuerca, sino entretener, algo fundamental, y si se ofrecía la ocasión, criticar, o filosofar.
Basado en la novela homónima de H.G. Wells, The War Of The Worlds se aleja demasiado de la novela, en esta adaptación, las máquinas de guerra, son máquinas levitantes, parecidas a mantarrayas, con 3 flujos electromagnéticos invisibles, y disparan el rayo calórico, por medio de un ojo móvil en forma de cobra.
En ningún momento, aparece el humo negro, la hierba roja, la máquina de trabajo, la excavadora, ni la voladora, además, se intenta destruir a la raza invasora, con una gran bomba atómica sin éxito, mientras que en la novela, las máquinas de guerra, son vulnerables a los proyectiles de artillería.
No obstante, The War Of The Worlds mantiene el espíritu del libro, reconociéndose muchos pasajes de la misma:
Como la introducción científica, de por qué los marcianos sólo pueden elegir La Tierra como nuevo planeta de vida; la caída de los cilindros; los curiosos del hoyo, que pretenden entablar contacto amistoso con los recién llegados; el rayo calórico; la llegada de las tropas militares, la figura del párroco; los trípodes de combate, sustentados por corrientes electromagnéticas, y el ruido atormentador para los oídos humanos que emiten; el derrumbamiento de la casa, con el protagonista inconsciente, y la primera aparición del marciano; la evacuación masiva de las ciudades, y el saqueo de las mismas, por la desesperación de sus habitantes; y la derrota final de los marcianos…
Es que todas las adaptaciones, han tomado el inicio y final de la obra, y han improvisado muy libremente, sobre el tramo intermedio.
De todas las adaptaciones, la versión de Steven Spielberg, “War Of The Worlds” (2005), es la que reproduce con mayor fidelidad, tramos enteros de la historia de Wells, como:
El ferry atacado por los marcianos; la lucha con el enajenado de la granja, que quiere atacar a los alienígenas desde bajo de la tierra… mientras la versión de 1953, es bastante condensada en tal sentido.
Aquí, hay un desarrollo extenso de los primeros aspectos de la invasión:
Está la huida a la granja; la observación y vista del primer alienígena; pero no mucho más antes de pasar a la destrucción masiva de ciudades; y la caída de las naves; que a diferencia de Wells, flotan, y no son trípodes como en la novela original, por una cuestión de simplificar los efectos especiales; algo que Spielberg pudo darse el lujo de respetar.
Y es bueno apreciar el trabajo que llevaba detrás una película de ciencia ficción; hace décadas, en cuanto a juego de cámaras, maquetas, maquillaje, y marionetas se trate.
Con esto, no quiero quitar mérito a la industria actual, al contrario, los avances son magníficos, pero están intentando crear la industria del celuloide, a partir de ellos, y con eso me refiero a que, la digitalización, y el pasar cada fragmento por ordenador, parece convertirse en el reclamo para llenar salas de cine, olvidando lo que realmente importa, el propio cine como obra de arte.
Dejando a un lado las comparaciones, lo cierto es que los cambios introducidos por Pal, funcionan bastante bien, haciendo descansar la efectividad de la historia, en la forma en la que se va construyendo el suspense, a lo largo del metraje.
Comenzando por ese prólogo seudocientífico, en el que se nos explica, por qué La Tierra, es el planeta idóneo del Sistema Solar, para albergar la vida, y The War Of The Worlds centrará tras él su atención, en un pequeño pueblo en el que se estrella el primer meteorito.
Aquí es interesante ver, el papel que se da al ejército, a la ciencia, y a la fe:
Se trata de ciencia ficción para gente poco docta, es decir estadounidense medio, que en el fondo, esconde un mensaje de necesidad de fortalecimiento militar, ante La Guerra Fría; y aparece el bombardero más moderno del momento en el mundo, para acojonar a los soviéticos, y una necesidad de carrera atómica.
Como se mezcla ese triunvirato estadounidense, compuesto por el ejército, la iglesia y la ciencia, es curioso... aunque ingenuo.
Y aquí, en el contraste entre la plácida vida de los habitantes del lugar, y la irrupción de los alienígenas, es donde arranca un filme que, tras las inevitables escenas de lucimiento del ejército de EEUU, terminará por desplegar todo su potencial apocalíptico, de mano de las muchas y espléndidas secuencias, en las que los efectos especiales brillan con luz propia:
En Tecnicolor, y con un presupuesto de $2 millones, elevadísimo para una producción de estas características; donde Pal y Haskin consiguen crear un espectáculo, en el que los trucajes visuales son la estrella, alzándose Gordon Jennings, y su nutrido equipo de colaboradores, con la estatuilla dorada.
También, hay un vuelco a la explicación religiosa que, si bien no está mal, las naves invadirían toda La Tierra en 6 días; el sacerdote que intenta negociar con los marcianos, y termina inmolándose; carece de cierta profundidad.
En el fondo, son poses, y no algún tipo de debate, sobre el porqué de la invasión.
Los personajes, deberían preguntarse si, este es el fin, o si existe alguna razón divina, o del destino, para que suceda esta masacre.
En cambio, parecen obsesionados con la puesta en marcha de todos los mecanismos militares, habidos y por haber.
En The War Of The Worlds, la religión, la necesidad de creer en un Dios que está por encima de todas las cosas, alcanza una importancia capital, en el desarrollo de la trama.
Sobre todo, cuando se confirma que nada, ni siquiera el arma definitiva de la época, la bomba de Hidrógeno, puede detener a los invasores extraterrestres.
Otro ejemplo, cuando la aviación, o lo que queda de ella, se dispone a lanzar la bomba H sobre los invasores, un científico asegura que, si falla, los marcianos se adueñarán de La Tierra en 6 días, y Silvia, que interpreta a la sobrina del sacerdote, responde que, “ese es el mismo tiempo, que tardó Dios en crearlo”
Silvia le cuenta a Forrester, que de niña se perdió en la ciudad, y acabó refugiándose en una iglesia.
Más adelante, casi en el clímax, cuando parece que se aproxima el fin de la humanidad, Forrester, que busca desesperadamente a la muchacha entre la destrucción causada por los marcianos, les comenta a unos policías militares, que la joven se ha perdido, pero que sabe dónde encontrarla.
Y en efecto, el científico recorre las iglesias de la ciudad, hasta que en una, halla a la muchacha.
Esta constante referencia religiosa, quizás nos resulte algo cargante hoy, pero en su época, fue muy valorada por el público, y la crítica.
Claro, que el trabajo del excelente guionista Barré Lyndon, tampoco se lo había dejado fácil, con ciertos toque de humor que no funcionan, y momentos más serios, que resultan un tanto ridículos, como ese sacerdote, que se acerca rezando a una de las naves, confiando en que la oración los hará detenerse, pues si se trata de una raza superior, por fuerza, no solo han de saber de su Dios cristiano, sino que estarán “más cerca de él”
Esta escena, me dejó verdaderamente impactado, puesto que datándose de una película de 1953, habían tenido los huevos de mostrar la muerte de un cura, una figura, aparentemente intocable, por ser políticamente incorrecto.
Otro tanto a favor de The War Of The Worlds, es la buena interpretación de los actores, que en ella trabajan.
No hay aquí grandes estrellas de Hollywood.
En los títulos de crédito, aparecen los nombres de los actores en un mismo plano, con Gene Barry y Ann Robinson a la cabeza, pero con el mismo tamaño de letra, sin que destaque ninguno de ellos.
Todos, eran grandes profesionales, que sabían meterse en sus papeles con naturalidad, haciendo su trabajo, con una muy agradecida mezcla de dignidad y eficacia.
Eso sí, una vez más, vemos como el personaje masculino principal, es mucho más inteligente que el resto, y por supuesto, que es capaz de ocultar con mucha más sabiduría, las emociones de pánico que las mujeres no pueden obviar.
Lo que nos lleva a que los actores poco pueden hacer, puesto que uno tiene que resultar preponderante, y la otra tiene que gritar en todo momento, de forma escandalosa.
Pero volviendo al tema de The War Of The Worlds, es ni más ni menos que, la lucha del hombre, contra una fuerza brutal y devastadora, viéndose representada la humanidad, por el héroe, en este caso, mutado en científico, cosa rara, pues los científicos daban la solución, pero no se atrevían a ponerla en práctica; que junto con la sempiterna mujer florero, que hacían cafés y poco más, a pesar de tener intereses científicos como aquí, representaban la generación futura, generación que por aquello, de respetar a sus mayores, veía como el hombre de la chica, y eclesiástico de profesión, se sacrificaba tratando de conseguir detener la invasión, recordar que no es buena idea, blandir un crucifijo contra extraterrestres.
Pero al menos, te podrán reconocer entre el montón de cenizas humeantes, cuando lo vean brillar; sin mover un dedo por detenerlo.
Claro que antes, hubieran muerto otros personajes secundarios, a saber:
El aprovechado que quiere sacar tajada; el que se quiere hacer rico rápidamente, y el que no tiene personalidad para decir que no, a ninguno de los 2 anteriores; carece de importancia, son víctimas colaterales, como diríamos ahora.
Eso sí, visualmente, The War Of The Worlds es un espectáculo grandioso.
Ciertamente, algunos efectos no se ven tan bien, en especial, los rayos animados, pero las mantarrayas marcianas, son de una belleza letal y fascinante.
Pertenecen a una clase, muy poco común de maquetas de la historia del cine, en que el diseño es armónico, y carismático.
Hay escenas que llaman mucho la atención, como por ejemplo, la desesperación de la gente, por tomar un camión, y especialmente, aquella en la que el protagonista, al volver a la ciudad que está siendo destruida, se encuentra con una iglesia, repleta de gente, que ha vuelto sus ojos a Dios, en aquellas circunstancias extremas.
Y es que, a pesar de las limitaciones presupuestarias, se rodaron algunas escenas impactantes:
Durante el primer enfrentamiento con los invasores, al emplear éstos, su rayo de la muerte, vemos a uno de los soldados correr envuelto en llamas.
Este efecto, que en el cine actual ya no llama la atención, era una novedad en los años 50, y el especialista que lo llevó a cabo, se jugó la vida.
Y entre sus muchos aciertos, qué duda cabe, la forma en la que The War Of The Worlds muestra la invasión, y a los invasores, como una fuerza lenta, pero implacable, contra la que nada humano puede, ni los “últimos” avances tecnológicos, ni la investigación científica.
Todo un acierto, que los extraterrestres apenas aparezcan en pantalla, tan solo un breve instante, en la magnífica secuencia del acoso en la granja, y en el plano final.
Y ni siquiera podemos verlos en su totalidad.
Vista hoy, medio siglo después de su realización, The War Of The Worlds tiene todo el encanto, y la magia de la mejor “clase B”
Byron Haskin, era un director muy competente, y llevó a cabo un trabajo espléndido.
Los efectos especiales, aunque modestos, son magníficos.
Las máquinas de guerra marcianas, ostentan un diseño muy original, que se convertiría casi en un icono de la ciencia ficción.
Estos artefactos, muestran un aspecto muy amenazador, con ese curioso cañón telescópico, que vomita rayos desintegradores, y se mueve de un lado a otro, con la inquietante lentitud de una serpiente cobra.
Los artilugios marcianos, también están equipados con otros 2 proyectores de rayos, uno a cada lado del fuselaje, que disparan cortas cintas luminosas, de color verde, que al igual que el rayo de su proyector principal, vaporizan todo lo que tocan.
El sonido producido por estas pavorosas máquinas al desplazarse, también resulta muy inquietante.
En cuanto a los marcianos, propiamente dichos, nos los presentan como unas criaturas antropomorfas, pequeñajas, cabezonas, y con un solo ojo enorme, dividido en 3 secciones de color rojo, azul, y verde.
Aunque sólo vemos con detalle a uno de ellos, hay que reconocer que está muy logrado.
Con todo, las brillantes interpretaciones, las miniaturas, las maquetas, los efectos especiales, junto a la excelente partitura de Leith Stevens, componen un todo, típico de los filmes de culto.
“According to intelligence from other nations, they're working toward some kind of plan.
Now, what it may be isn't clear yet, simply because once they begin to move, no more news comes out of that area”
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que el sueño espacial, no era un imposible.
El hombre, terminaría conquistando el universo, visitaría galaxias, a años luz de distancia, y colonizaría otros planetas.
Incluso, llegaría a conocer razas alienígenas, aunque esto siempre se intuía, algo más problemático.
Los primeros relatos de ciencia ficción, alimentaban este deseo, con historias fantásticas, repletas de mundos maravillosos, fabulosos, hasta cuando no eran sino lugares de pesadilla.
Imaginaban también, a estos otros habitantes, que compartían con nosotros el universo, como criaturas superiores en unas ocasiones, como razas primitivas en otras, unas veces belicosas, y en otras, de un pacifismo desarmante.
Todo valía en el campo de la fantasía y el deseo, y estas historias reflejaban nuestros más hermosos anhelos, así como nuestros miedos más profundos.
La Guerra Fría, fue la principal pesadilla en los años 50.
Por eso, a los estadounidenses de esta época, les tocó sufrir los peores bombardeos de la propaganda estatal.
Eran partícipes de un nuevo tipo de guerra, donde se pagaba con la enajenación hacia un sistema ideológico, y la tensión constante de que, el enemigo se te adelante, y tengan que irse a las manos.
Para tiempos de guerra, mensajes elementales:
El comunismo era el contrario, y su triunfo, el fin del “American Way Of Life”
La mejor bandera era, la exaltación de su concepto de libertad, según el cual, hasta el más miserable, podía abrirse paso en el camino de la realización personal.
A los niños, por ejemplo, no se les permitía leer “Robin Hood” y a los jóvenes, se les encaminaba a ser profesionales, cada vez más solventes.
El comunismo era entonces, lo aburrido, lo monótono, el beneficio del grupo que se impone al placer individual, la pérdida de personalidad, la voluntad quebrada, e inclusive, la sequedad de los sentimientos...
Y el cine, tenía que echar su leña en la hoguera de las brujas; así, la ciencia ficción produjo metáforas espléndidas, del sentimiento de invasión interior, que aquejaba a la sociedad.
Dentro de esta clave, el comunista era el no-humano, el agente de la desnaturalización, carente de voluntad, y de origen desconocido.
En resumen, tenía que venir de otro planeta...
Teniendo en cuenta la época de The War Of The Worlds, es notable el esfuerzo que hace el director, por alejarse de las reglas del género de ciencia ficción, que eran casi mandamientos, la representación de los extraterrestres como el mayor peligro para la raza humana, que en realidad, todo el mundo sabía que eran rusos disfrazados, pero por aquello de no caldear el ambiente de La Guerra Fría, se lo callaban, y lo dejaban entrever, con mayor o menor fortuna, entre líneas normalmente de trazo muy grueso.
Porque los extraterrestres eran marcianos, de Marte de toda la vida.
Del Planeta rojo, vamos...
Y la invasión, de triunfar, podría dejar otro Planeta Rojo.
Y claro, hasta ahí se podía llegar.
Otra regla de oro, era que normalmente después, y a pesar de que nos zurraban directa, o indirectamente, los estadounidenses se las componían para, con ayuda de Dios, encontrar el punto débil de los invasores, y salvaguardar “El Estilo de Vida Americano”, que ellos creían, era el mejor invento desde la Coca-Cola.
Con todo, el mérito de Haskin, es que logra hacernos ver, la miserable importancia que tiene el ser humano, no ya sólo en el Universo, si no en la propia Tierra.
Así pues, el mensaje final, como tal, que aparece en The War Of The Worlds, aunque disfrazado con ropajes de Primera Comunión, deja entrever, sobre todo viéndola ahora, que la ecología, no es un inventos de los hippies, frikis, neoliberales, y demás, si no que viene ya de lejos, y que siempre ha estado implícita, en cualquier acción del hombre, y que si la olvidamos, corremos el riesgo de acabar convertidos en cenizas.
Y aunque sobrevivamos, el precio que tendríamos que pagar, sería tan alto, que lo mismo ya no nos sentíamos humanos como tales, transformándonos en una barahúnda sin control, con el único objetivo de sobrevivir.
He ahí el mensaje de The War Of The Worlds, que además, respeta el espíritu del libro, como en su día lo hizo Orson Wells, que “no por ser más grandes, somos mejores”
El desenlace, consiste entonces, en un “deus ex machina” ya mítico, un recurso que suele molestar mucho a todos los profesores de escritura de guión, pero que aquí demuestra ser, tan noble como otro cualquiera, si es original, sorprendente, y no rompe con las reglas de lo mostrado hasta entonces.
Que lo más grande y poderoso, sea derrotado por lo más pequeño e insignificante, es una idea tan bonita, sencilla, y subyugante, que nadie dirá, que no ama este final.
Y que la vida no se define, ni empieza, ni mucho menos acaba, por nosotros.
The War Of The Worlds, no hace más que reflejar entonces, los temores de La Guerra Fría.
Y la versión 2005, de Steven Spielberg, no es sino, una reinterpretación del mundo post 9/11.
Cada obra cumbre de la ciencia ficción, ha servido como crítica y análisis de situaciones socio políticas de cada momento, pero capaces de ser utilizadas, como proyecciones a futuro.
Es por eso que, a más de 100 años de su publicación, “The War Of The Worlds” no ha perdido vigencia; pues seguimos siendo el virus del planeta.
Y como todo, en la etapa post-Segunda Guerra Mundial, y mucho más en la cultura de EEUU, acaba siendo Dios, el que lo arregla todo; pues el fin del mundo no solo constituye una proposición plausible, sino también, una eventualidad deseable.

“The Martians had no resistance to the bacteria in our atmosphere to which we have long since become immune.
Once they had breathed our air, germs, which no longer affect us, began to kill them.
The end came swiftly.
All over the world, their machines began to stop and fall.
After all that men could do had failed, the Martians were destroyed and humanity was saved by the littlest things, which God, in His wisdom, had put upon this Earth”



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