The Water Diviner

“How much blood do you need for it to be holy?”

Cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, en el inicio de La Primera Guerra Mundial, el gobierno australiano, rápidamente siguió el ejemplo con El Primer Ministro Joseph Cook, declarando el 5 de agosto del año 1914, que:
“... cuando El Imperio está en guerra, también lo está Australia”; que refleja el sentimiento de muchos australianos, de que cualquier declaración de guerra de Gran Bretaña, incluye automáticamente Australia.
Esto se debió en parte, al gran número de ciudadano
s de origen británico, y la primera generación de anglo-australianos, que componían la población de Australia en ese momento.
De hecho, al final de la guerra, casi el 20% de aquellos que sirvieron en las fuerzas australianas, habían nacido en Gran Bretaña…
Como las fuerzas de las milicias existentes, fueron incapaces de servir en el extranjero, conforme a las disposiciones de La Ley de Defensa del año 1903, completamente voluntario, se formó el cuerpo expedicionario, conocido como:
La Fuerza Imperial de Australia (AIF), empezando el reclutamiento el 10 de agosto del año 1914.
El gobierno se comprometió con 20.000 hombres, organizados en una división de infantería, y una brigada de Caballería ligera, como apoyo de las unidades.
El reclutamiento y la organización, se orientaron principalmente hacia las regiones, y se llevaron a cabo en los planes de movilización elaborados en el año1912.
A lo largo del curso del conflicto, los esfuerzos de Australia se centraron principalmente en la guerra terrestre, aunque pequeñas fuerzas aéreas y navales, también se comprometieron.
En especial, La Batalla de Galípoli o Batalla de Los Dardanelos, tuvo lugar en la península turca de Galípoli, en 1915, durante La Primera Guerra Mundial.
La campaña se conoce en Turquía, con el nombre de “Çanakkale Savaşlari”
Y en el Reino Unido se le llama “Campaña de Los Dardanelos”, mientras que en Australia y Nueva Zelanda se la conoce como “La Batalla de Galípoli”; que se inició en febrero de 1915, con un bombardeo masivo desde los buques de guerra británicos y franceses, contra los fuertes otomanos que defendían el estrecho, y que fracasó principalmente debido a las minas.
Este fracaso promovió entre mandos y gobiernos, la necesidad de una operación combinada, en forma de desembarco, entre británicos y franceses, con el fin de conquistar la capital otomana de Constantinopla, actual Estambul.
El control de los estrechos, permitiría a Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, revitalizar al Imperio Ruso, y encerrar a los imperios centrales.
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, haría uso de las fuerzas conjuntas australianas y neozelandesas, la llamada “Australian and New Zealand Army Corps” o “Cuerpos del Ejército de Australia y Nueva Zelanda” (ANZAC), que se entrenaban en Egipto para su futuro despliegue.
Por su parte, los rusos necesitaban urgentemente armamento para enfrentarse a los imperios centrales que le hacían frontera:
Los Imperios alemán, austrohúngaro, y otomano.
La derrota de Galípoli, produjo amplias repercusiones, y fueron ligadas a La Revolución Rusa, por la incapacidad de los aliados de abastecer al Imperio Ruso por mar.
Esto generaría la hambruna y el descontento, que culminarían con la caída de Nicholas II Romanov, Zar de Rusia.
Además, Grecia se unió a Los Aliados, relativamente tarde, el 27 de junio de 1917, y participó en La Batalla de Galípoli, en la lucha contra los otomanos.
Tras la victoria contra éstos, a finales de 1918, Los Aliados trataron de repartirse gran parte del territorio, según los tratados secretos, suscritos durante la contienda.
Esta idea, defendida netamente por Winston Churchill, se iniciaría con el desembarco cerca de Galípoli, pero los aliados no consiguen penetrar por sorpresa en el territorio otomano, y fracasan en las sucesivas ofensivas, resultando unas 250.000 bajas por cada uno de los 2 bandos.
Más de 100 mil muertos, y medio millón de heridos, entre febrero y diciembre de 1915, que cambiaron el curso de La Primera Guerra Mundial, y contribuyeron a prolongar los combates, 3 años más.
Los cementerios de guerra de británicos, franceses, australianos, y neozelandeses, fueron los primeros en conservar el recuerdo de los caídos.
Y hoy mantienen una apacible distancia histórica.
Solo el monolito memorial británico, apunta a un pasado Imperial, con la mención de los buques y unidades que intervinieron en la lucha.
En el muro exterior que lo rodea, están grabados los nombres de sus muertos...
Pero de la sangre de los 8.700 australianos caídos en Galípoli, brotó el alma de un país reciente, al otro lado del planeta.
“A father's journey in search of his sons”
The Water Diviner es un drama bélico, del año 2014, dirigido por Russell Crowe.
Protagonizado por Russell Crowe, Olga Kurylenko, Jai Courtney, Yılmaz Erdoğan, Isabel Lucas, Damon Herriman, Dylan Georgiades, Jacqueline McKenzie, Cem Yilmaz, Ryan Corr, Dan Wyllie, Deniz Akdeniz, James Fraser, Ben O’Toole, entre otros.
El guión es de Andrew Anastasios, y Andrew Knight, basados en la novela “The Water Diviner” que escribiera en 2014, Andrew Anastasio y Meaghan Wilson-Anastasios, y que a su vez se basa en un hecho real, La Batalla de Galípoli, siendo construida a partir de cartas de los soldados, y documentos de la época.
El escritor Andrew Anastasio, mezcla experiencias de su vida, pues estuvo haciendo estudios de arqueología en Turquía, donde conoció a su esposa Meaghan; y que su padre era zahorí, con la raíz de la historia.
Además, estaba documentándose sobre un trabajo sobre la historia de Australia, cuando encontró una carta del oficial de alto rango, llamado Cyril Hughes, un Teniente Coronel, que fue parte fundamental de La Comisión Imperial de Tumbas de Guerra, que llevó el orden, al abandonado campo de batalla de Galípoli, en los años inmediatamente posteriores a La Primera Guerra Mundial.
En esa carta, encontró una frase sumamente interesante:
“Un tipo logró llegar aquí desde Australia, en busca de la tumba de su hijo”
Esa línea, fue toda la inspiración que necesitó para incitar la creación de una increíble historia de pérdida abrumadora, y amor incontenible; y esa semilla germinó en el libro, y después en el guión de The Water Diviner.
Como película, The Water Diviner es una de las producciones, con las que el gobierno australiano quiere celebrar El Centenario de La Batalla de Galípoli, también conocida como “Campaña de Los Dardanelos”, en la que murieron centenares de soldados procedentes de Australia y Nueva Zelanda.
Pero la guerra solo es el marco en el que los personajes se mueven, y no es el tema central de la película; pues toca otros de mucho peso como:
El amor entre padres e hijos, la pérdida, diferencias culturales y religiosas, el odio y resentimiento.
El título viene del término zahorí, que es una persona que tiene el don de descubrir lo que está oculto, especialmente corrientes de agua bajo tierra, y depósitos de minerales.
El rodaje tuvo lugar en Australia y Turquía.
Como dato, las autoridades turcas se mostraron absolutamente colaboradoras, y permitieron al equipo de rodaje, filmar en El Palacio de Topkapi, en las atestadas calles del barrio de Balat de Estambul, e incluso, en la emblemática y maravillosa Mezquita Azul.
Un logro importante, es que casi el 30% del metraje, está hablado en turco.
Además, ha resultado ser la última película en la que ha trabajado el director de fotografía, Andrew Lesnie, ganador de un Premio Oscar por “The Lord Of The Ring: The Fellowship Of The Ring” (2001)
The Water Diviner es una aventura épica, ambientada 4 años después de la devastadora Batalla de Galípoli de 1915, en Turquía, un país inmerso en plena Primera Guerra Mundial.
Desde Australia, el granjero Joshua Connor (Russell Crowe), viaja a Estambul, para descubrir, qué ha pasado con sus 3 hijos:
Arthur (Ryan Corr), Edward (James Fraser), y Henry (Ben O'Toole), todos enlistados en esa batalla, y declarados desaparecidos en combate.
Durante su búsqueda, Joshua forja una relación con una hermosa mujer turca, Ayshe (Olga Kurylenko), propietaria del hotel en el que se hospeda.
Aferrado a la esperanza, y con ayuda de Hasan (Yılmaz Erdoğan), un oficial turco, Connor se embarca en un viaje a través del país, para descubrir la verdad acerca del destino de sus hijos.
The Water Diviner tiene material de sobra para trabajar con el desastre militar que supuso La Batalla de Galípoli, los miles de soldados de ambos bandos que murieron, y cómo deben trabajar juntos, turcos y australianos, enemigos 4 años antes; para poner nombre a los muertos que quedaron en el campo de batalla.
Por ello, la obra aborda un tema de mi especial interés, del que siento que hay muy pocas películas acerca de ello:
La Primera Guerra Mundial, sus cruentas batallas, y sus terribles consecuencias.
La historia de fondo, pese a la tristeza, brilla por la luz de una de las mayores virtudes del espíritu humano:
La esperanza, aquella que a muchos nos hace seguir adelante, a no tirar la toalla, a luchar por nuestros sueños, por nuestro futuro, y sobre todo, por los que amamos.
“Because he is the only father who came looking”
The Water Diviner es historia bélica, homenaje a los caídos en guerra, nunca hallados/siempre recordados, y con pinceladas de aventura, y altruistas de romance.
Estrenada en Turquía como “Son Umut” o “La Última Esperanza”, The Water Diviner es el debut como director de Russell Crowe, una obra de cine sólida, y de la vieja escuela, situada en Australia y Turquía sobre La Primera Guerra Mundial y sus secuelas, que es además, culpable de algunos extraños olvidos históricos...
En The Water Diviner, se entrecruzan varias intrahistorias:
La principal, la de la formación de la nueva nación turca, nacida tras La Gran Guerra; y la de Ayshe, mujer abocada por tradición, a casarse con su cuñado tras la muerte de su esposo.
Y el guión aborda con equidistancia, y sin manierismos, el choque de la cultura de un australiano, en una Turquía eminentemente musulmana.
Una visión respetuosa, donde no caben los buenos y malos, se nos muestra la guerra como un hecho, donde todos tienen muertos, y donde el dolor no es patrimonio de un solo bando.
En este sentido, la parte de más calado emocional de la narración, es la espléndida relación entre Hasan y Joshua; muy bien construida y delineada, con diálogos brillantes, exudando camaradería y comprensión.
Y La Batalla de Galípoli, que se ha representado con frecuencia en las pantallas australianas, e internacionales:
A las pocas semanas de los desembarcos de 1915, ya se habían realizado 2 recreaciones por parte de compañías cinematográficas australianas.
Y ha hecho falta mucho tiempo, para que se produjera en Australia, una película sobre “La Leyenda de los ANZAC”, acrónimo de Los Cuerpos de Ejército de Australia y Nueva Zelanda, que no se centrara en la naturaleza icónica de la batalla, sino que pretendiera recoger la intimidad y el patetismo de la búsqueda de un hijo, que emprende un padre.
Así, The Water Diviner toma esa búsqueda como punto de partida y, lo que también es importante, muestra la batalla y sus consecuencias, desde el punto de vista de ambos bandos, y en un contexto más amplio.
De hecho, The Water Diviner no empieza con Los ANZAC, sino con los turcos que, como Los Aliados, son una mezcla de soldados veteranos y “chicos aterrados”; pues la experiencia supuso un trauma devastador para ambos bandos.
Por ello, The Water Diviner ofrece una visión de la historia de Galípoli, decididamente centrada en el perdón, tanto a los demás, como a uno mismo.
La abrumadora presión de la culpa que siente Joshua Connor, casi acaba por dominarle, pero descubre que el poder curativo del amor, puede dotar a alguien de una fuerza, resistencia, y determinación sobrehumanas.
Joshua Connor, intenta encontrar a su hijo entre los restos de un viejo mundo, a partir del cual, se está creando violentamente un nuevo mundo; y está rodeado de una gran devastación, de una gran ruina, pero de ella surgirá ese nuevo mundo.
Y es que en 1918, la humanidad intentaba recuperarse del final de “La Gran Guerra”, mientras presenciaba el desmoronamiento de otrora grandes Imperios.
El Imperio Otomano, de 600 años de antigüedad, ha caído derrotado, y Anatolia es ocupada y dividida, dejando lo que acabaría convirtiéndose en la Turquía moderna.
Constantinopla, ahora Estambul, en la que debe ahondar Joshua Connor, siempre ha sido una de las ciudades más significativas del mundo, capital, en distintos momentos de la historia, de 4 Imperios, por la que se ha luchado durante siglos, por su situación estratégica en “La Ruta de La Seda”, y como única ruta marítima entre El Mar Negro y El Mediterráneo.
Así pues, el tratado de octubre de 1918, concedió a unos victoriosos Aliados, el derecho a ocupar fuertes que controlaban los estrechos de Los Dardanelos y El Bósforo.
Por lo que los británicos afirmaron no tener intención de ocupar Constantinopla, pero en noviembre, una brigada francesa entró en la ciudad, seguida de navíos británicos, franceses, italianos, y griegos, que desplegaron tropas sobre el terreno.
Y así empezó la ocupación moderna de Constantinopla, que duraría 4 años.
En 1919, se funda La Sociedad de Naciones, y se produce una serie de acontecimientos a escala mundial, cuyas repercusiones aún se siguen sintiendo en la actualidad.
En febrero de ese año, tropas soviéticas avanzan para ocupar Ucrania…
Los rusos, británicos, italianos, franceses, griegos, y armenios, reclamaron todos ellos, los territorios de Anatolia, pero los turcos étnicos, empezaron a resistirse.
La campaña griega por Anatolia Occidental, se inicia en mayo de 1919, con el desembarco de tropas griegas, encabezadas por los evzones, uno de los diversos regimientos de batallones de élite, de la infantería ligera del ejército griego, en Esmirna.
Las tropas griegas empiezan a avanzar desde Esmirna, y comienza La Guerra de Independencia turca.
Mustafá Kemal, Oficial del Ejército durante La Primera Guerra Mundial, y cabecilla del Movimiento Nacional turco, dirige el bando turco en esta batalla por su identidad, que acabará con la instauración de La República de Turquía, en el año 1923.
Pese a todas estas fuerzas en conflicto, y a las precarias lealtades en constante cambio, Joshua Connor encuentra un verdadero amigo en El Comandante Hasan, y juntos se abrirán paso por un país asolado por la guerra, en busca de los hijos de Joshua.
Aunque apenas una 5ª parte de la historia se desarrolla en Australia, fue la base de casi ¾ partes de la filmación de la película.
Porque The Water Diviner denota cine clásico de aventuras de toda la vida.
Un cine ambientado en lugares exóticos, con un tono costumbrista y cultural, mezclado con los elementos propios del melodrama desgarrador, pero sin cruzar excesivamente la línea.
Como producción, destaca el trabajo de cámara, y una puesta en escena con composiciones de planos que exaltan la estética de los paisajes, como fondo natural de una tragedia expuesta con enfoque antibélico.
Una secuencia de marcado carácter naturalista, exhibiendo el tono místico del protagonista, un zahorí en su labor de encontrar agua, muy bien presentado, con sus métodos cuasi-chamanes, y con la excavación del pozo, muy bien rodado.
O con diálogos mordaces, vemos la escena catárquica del suicidio, la agria charla con un sacerdote, donde queda patente una ácida crítica al papanatismo religioso, y vemos una escena con reminiscencias fordianas, en que el protagonista charla con la tumba de su esposa.
Y una de las escenas más desgarradoras:
Esa en que los 3 hermanos yacen, uno muerto, los otros 2 malheridos en el campo de batalla, y el pequeño le pide al mayor que acabe con su sufrimiento... Desgarradores los gritos.
Desgarradora agonía…
Desgarrador el desenlace de la escena.
Además, se nota el gusto profundo por la narración, curiosamente subrayada por el texto de “La Mil Y Una Noche” que el protagonista lleva consigo durante su peregrinación.
La ambientación, la fotografía, las localizaciones, los australianos paisajes áridos con su tierra roja, y la exótica Turquía con la impresionante mezquita de Estambul, el vestuario, y la banda sonora, es genial.
Pero me quedo con un momento:
Cuando Russell Crowe por fin encuentra al hijo que daba por muerto, y este le dice que no se va, que no huye con él.
En ese momento, el padre le viene a decir lo siguiente:
“He perdido a mi mujer, y mis 3 hijos.
He recorrido medio mundo para encontrarlos, y enterrarlos.
Ahora te recupero a ti, y si no quieres huir conmigo, nos quedamos aquí los 2, yo ya no sigo adelante”
¡Rompedor!
Del reparto, Crowe ofrece una interpretación sólida, a pesar de que su química con Olga Kurylenko es escasa, y que no se profundiza demasiado en su “sexto sentido”, esa habilidad de zahorí, que le permite encontrar agua en el desierto, o saber dónde cayeron heridos sus hijos...
Joshua es un hombre atormentado por el peso de la culpa, de no haber sabido cuidar de sus hijos, que emprende un viaje buscando la redención personal.
Por cierto, “zahorí” hubiera sido una traducción del título al español, más lógica y correcta.
El actor Jai Courtney, hace una casi fugaz pero mágica interpretación; pero sin duda, la gran revelación fue Yilmaz Erdoğan.
Fantástico en cada segundo de su actuación, extremadamente convincente como sabio hombre de honor, atrapado en las consecuencias y la sinrazón de la guerra, y derrochando presencia y química en su relación con Crowe, y con Cem Yilmaz, el actor turco que interpreta a su Lugarteniente.
Y el niño, Dylan Georgiades, en su debut en cine, como es de esperar, deja un gran magnetismo con la cámara.
Sin embargo, The Water Diviner también queda arto forzado, lo de tener que suspender la credibilidad con lo de que el zahorí no solo descubre agua, sino que es capaz en un campo de decenas de miles de muertos, descubrir sensorialmente, donde están los cuerpos de sus hijos…
Además, en conjunto, The Water Diviner crecería, y se haría más rica, si conociéramos más a los hermanos, si pudiéramos empatizar más con ellos, y entender toda su historia.
Si bien es verdad, que la finalidad de la película, es contar la historia del padre, y no hay mucha opción a un desarrollo paralelo más profundo de la historia de los hijos.
En algunas ocasiones, es la imaginación del protagonista, que no estuvo en la batalla, quien nos cuenta lo que pasó, lo que le quita credibilidad…
Más si vemos el hallazgo de los restos de sus hijos en el campo de batalla, no hay quien se lo crea…
A estas taras añado, que no se mencione nada del Genocidio Armenio, pues los turcos durante “La Gran Guerra”, perpetraron El Primer Holocausto del Siglo XX, en donde más de 1 millón de armenio-cristianos, fueros deportados y asesinados por El Ejército Turco, tomándolos como chivos expiatorios, por su desastre en La Guerra contra Rusia; por lo que achaco, a que los turcos dieron facilidades para el rodaje en su país, seguro no lo hubieran dejado, si se menciona algo de lo que ellos no reconocen haber hecho...
“We lost over two thousand men in those four days at Lone Pine.
The Turks lost seven thousand.
We didn't take too many prisoners either.
I don't know if I'd forgive any of us”
En noviembre de 1918, se firmó El Armisticio que daba por finalizada La Primera Guerra Mundial.
Las fuerzas australianas, regresaron a casa, pero haciendo el balance de la campaña, quedó demostrado que 60 mil soldados australianos, dieron sus vidas en los campos de batalla de Europa.
Para Australia, Galípoli marcó el nacimiento de la unificación como nación.
Se decía que los soldados australianos, fueron allí como representantes de 6 estados separados, y regresaron como miembros de una sola nación.
A pesar de la derrota en Galípoli, los soldados de Australia y Nueva Zelanda, se considera que mostraron un gran coraje, resistencia, iniciativa, y disciplina.
Por lo que se conoce como “El Espíritu ANZAC” o “Leyenda ANZAC”, que es un concepto que sugiere, que los soldados de Australia y de Nueva Zelanda, poseen características comunes, específicamente, las cualidades que se consideran que esos soldados demostraron en el campo de batalla durante La Primera Guerra Mundial.
Estas cualidades, se agrupan alrededor de varias ideas, incluyendo el valor de resistencia, ingenio, buen humor, “larrikinismo” o humor autocrítico, y compañerismo; y la esencia de lo que significa ser australiano o neozelandés:
Hombres de distintos orígenes y clases, demostraron valor en el combate, honor bajo presión, siempre dándole una mano a un compañero.
Esta esencia se le llama “El Espíritu del ANZAC”, que ensalzó las cualidades de valor, sacrificio, y compañerismo, o “mateship”, que se demostró en Galípoli.
Según este concepto, los soldados son percibidos como inocentes, y en forma, estoica y lacónica, irreverentes ante la autoridad, naturalmente equitativa y desdeñosa de las diferencias de clase británicas.
La definición moderna del “Espíritu de ANZAC” se refiere no sólo a los australianos y neozelandeses, sino también a los turcos.
Se considera que los turcos comparten este sentimiento de compañerismo forjado en el honor de la batalla.
Para el año 2006, El Gobernador General de Australia, Michael Jeffery, dio un discurso en el que dijo que, a pesar de Los ANZAC perdieron la campaña, crearon una identidad duradera para Australia:
“Estamos llamados a recordar los sacrificios en la batalla de los granjeros australianos, y la talla de empleados, profesores, y trabajadores para conmemorar el coraje excepcional, y la fuerza de carácter sostenido, cara a la adversidad...
La campaña ganó para nosotros, un sentido permanente de identidad nacional, basado en los rasgos icónicos del compañerismo, el coraje, la compasión, y el “nous”, que es espíritu, la esencia, la parte más elevada y divina del alma”
Hoy en día, la fecha del desembarco inicial, del 25 de abril, se conoce como “Día de ANZAC” en Australia y Nueva Zelanda, y cada año, miles de personas se reúnen en los memoriales de ambas naciones, y de hecho en Turquía también, en honor a la valentía y el sacrificio del ANZAC original, y de todos aquellos que han perdido su vida en la guerra.
Hoy, 100 años después, El Príncipe Charles de Inglaterra, y El Presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, rindieron tributo a las víctimas del desembarco de Galípoli.
100 años después de la batalla que enfrentó a las tropas británicas y otomanas durante La Primera Guerra Mundial, los enemigos del pasado, se han reunido frente al monumento a los caídos, levantado en Galípoli, al noroeste de Turquía.
La ceremonia, ha contado con la presencia de Los Primeros Ministros de Australia y Nueva Zelanda.
A pesar de haber sido derrotados en la contienda, para estos 2 países, La Campaña de Galípoli sirvió para forjar su verdadero espíritu nacional.
Considerada una de las mayores victorias del Imperio Otomano; británicos y franceses, apoyados por un contingente de soldados australianos y neozelandeses, desembarcaron hace 1 siglo en El Estrecho de Los Dardanelos, en un intento de avanzar hacia Estambul.
Veteranos de Guerra, han recorrido las calles de Sídney, en un desfile al que han asistido unas 200.000 personas.
Australia y Nueva Zelanda, celebran como fiesta nacional “El Día de ANZAC” que representa la unión de las fuerzas armadas de los 2 países.
“El Espíritu de ANZAC”, continúa hoy en día en tiempos de dificultades, tales como ciclones, inundaciones, e incendios forestales.
En estos tiempos, los australianos se unen para rescatarse, los unos a los otros, aliviar el sufrimiento, y para proporcionar alimento y refugio, cuidar unos de otros, y para que las víctimas de estos desastres sepan que no están solas.

“Hope's a necessity where I come from”



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