The Informer
“Ah, Gypo, what's the use?
I'm hungry, and I can't pay my room rent.
Have you the price of a flop on you?”
La traición, uno de los temas más interesantes a la hora de abordar una obra literaria o cinematográfica.
Porque, quien más, quien menos, todos hemos delatado alguna vez, hagan memoria, remóntense a su niñez, y nos identificamos totalmente con el sentimiento de culpa.
Sí, todos los hombres somos inocentes, pues cuando hacemos cosas indebidas es porque tenemos la conciencia adormecida, y cuando esto sucede, actuamos por instinto, apagamos la razón que nos alerta y nos dejamos engañar por el lado oscuro de nuestra psique.
Muchas cosas influyen para que la conciencia se adormezca: la reiterada observación del mal ejemplo, la presión indebida que otros ejercen sobre nosotros, la falta de criterio, la debilidad de carácter, la ausencia de presencias de afectación positiva, el desarrollo cultural del medio en que se vive…
Y así, otro sentir va estructurando la personalidad, hasta llevar al individuo por los senderos equívocos.
The Informer es una película de 1935 dirigida por John Ford.
Protagonizada por un ENORME Victor McLaglen, Heather Angel, Preston Foster, Margot Grahame, Wallace Ford, Una O'Connor, Donald Meek y J.M. Kerrigan.
The Informer se encuentra ambientado en la Guerra civil irlandesa de 1922.
The Informer es un film crudo, realista y tiene un ritmo frenético y endiablado hasta ahora inigualable.
Lo que diferencia a The Informer de otras de temática similar es la ingenua personalidad del delator, que logra que uno se compadezca de él.
Todo un acierto.
El guion, escrito por Dudley Nichols, está basado en la novela homónima de Liam O'Flaherty.
La música corre a cargo de Max Steiner.
The Informer ganó 4 premios Óscar: mejor actor (Victor McLaglen), mejor dirección (John Ford), mejor guion adaptado (Dudley Nichols) y banda sonora, y 2 nominaciones como mejor película y mejor edición.
Las películas de Ford son un canto al compañerismo, a la camaradería, a la familia, a las raíces, a los valores tradicionales, al honor, al deber, a la justicia, a la integridad del hombre.
No es extraño que John Ford y el guionista Dudley Nichols hayan incidido en un fuerte componente de simbolismo cristiano en The Informer, una obra ambientada, tal y como versa el rótulo que abre el film, en “cierta noche de 1922 en un Dublín revuelto”, sólo un año después del fin de la Guerra de Independencia de Irlanda.
Al fin y al cabo, el conflicto irlandés, además del irreconciliable choque ideológico, tiene un intenso matiz religioso, que se ha traducido a lo largo de los años en la confrontación entre católicos y protestantes.
Esta decisión es patente al inicio de The Informer, cuando, tras los créditos iniciales, un segundo rótulo recoge un paraje de las sagradas escrituras:
“Judas se arrepintió, arrojó las treinta monedas al suelo y huyó”
The Informer es un film precursor del cine negro norteamericano, en sombras, nieblas y nocturnidad, con un amor del alocado traidor por una bella y dulce prostituta con la cual “la bestia” piensa, por un momento, en viajar a América, para lo cual necesita ganar una recompensa por delator de un camarada.
Toda la acción sucede en realidad durante una noche, en la que el bravucón Gypo Nolan (Victor McLaglen) se debate entre la fidelidad a sus ex-compañeros del IRA y la recompensa que ofrecen las autoridades británicas por uno de ellos que le permitiría iniciar una nueva vida.
Gypo es un borracho y como es de esperarse vive como miserable.
Está arruinado y por haber tomado una decisión piadosa en su minuto, el grupo del cual formaba parte lo expulsa.
Ya en las calles, Gypo se verá bajo el tormento del hambre y del desconsuelo.
Su amor por una mujer, la cual se prostituye para sobrevivir, será lo que finalmente convenza a Gypo de delatar a su amigo.
Una vez hecho, obtendrá una importante suma de 20 libras las cuales serán el comienzo de una nueva etapa en su vida: “El Rey Gypo”
El antiguo grupo del cual formaba parte, un movimiento de liberación irlandés, entra en pánico al enterarse que uno de los suyos fue dado a muerte por una confesión.
Las sospechas en la figura de Gypo vendrán tarde o temprano.
Al recibir la recompensa a Gypo le pesará la culpa.
Tal como a Judas al entregar a Cristo.
Además, se apoderará de él la paranoia la cual dominará cada movimiento que haga.
Como es de esperarse, el dinero atrae aduladores hipócritas y mal intencionados. En definitiva la ingenuidad de Gypo será su ruina.
El final de The Informer es dramático y de una inteligencia brutal, te hace pensar y comprender.
The Informer no es en blanco y negro, es en "escala de grises", algo parecido se puede pensar del comportamiento humano observando a la madre en la escena final.
Gypo Nolan tenía también sus razones para dar un paso en falso: el ejército republicano lo expulsó de sus filas cuando él demostró que tenía objeciones de conciencia para matar.
Katie, la mujer que ama, se estaba perdiendo y tenía un gran sueño que él no podía ayudarle a materializar y Gypo, claro, quería sentirse amado.
Fueron estos, impulsos emocionales que adormecieron la conciencia, y a esta se despierta, por la premura de las acciones, cuando ya el daño está hecho.
Pero entonces no se es malo, sólo se tuvo una confluencia de motivaciones que redundaron en una decisión errada.
Desde la holística, esto lo vemos como una presión del universo que mueve un cierto número de energías que, por predisposición de ciertos individuos, los convierte, irremisiblemente, en instrumento de sus sabias y necesarias decisiones evolutivas, aunque a veces para nosotros, éstas nos parezcan incomprensibles o inaceptables.
Ojo con los juegos de contraposición de escenas, un buen recurso para comunicar mucho en pocos segundos, El King Gypo, en el amigo adulador, el caballero alfeñique que exige respeto hacia las putas, el frenesí en gastar dinero y en la música.
Uno de los elementos retratados por Ford en The Informer es el de los primeros pasos del IRA (Ejército Republicano Irlandés), organización con la que el propio director fue vinculado con asiduidad.
De hecho, se atribuye a Ford una sentencia en la que aseguraba que hubiera preferido luchar en Irlanda contra los ingleses a hacer cine.
No en vano, en 1921, durante un viaje a tierras irlandesas, Ford fue presentado al líder revolucionario Michael Collins, legendario jefe de inteligencia del IRA.
Por otra parte, Nichols aportó algunos elementos notables a The Informer, como la carga de simbolismo de elementos como la niebla, el barco que se ve en el escaparate de la agencia de viajes, las tres monedas que se caen del bolsillo de Gypo durante el funeral de Frankie, o el póster de búsqueda y captura.
Uno de los momentos más brillantes de The Informer es, precisamente, cuando vemos por última vez el póster, ardiendo entre las llamas de la chimenea de la oficina de Preston Foster (líder de la resistencia)
Tras comprobar cómo el rostro de Frankie se consume entre las llamas, el póster sale volando hacia arriba, representando el alma del hombre traicionado por Gypo.
Esa idea, según el propio Nichols, se le ocurrió al maestro Ford sobre la marcha.
The Informer, es excesivamente deudora del cine mudo, como lo demuestran los numerosos insertos que intentan dar explicación a determinadas situaciones, así como la excesiva expresividad del personaje principal.
Aunque la interpretación de Victor McLaglen pueda resultar sobreactuada para el público actual, su capacidad para conmover y empatizar a través de su patético personaje es indiscutible.
Gypo no es un cobarde, ha traicionado pero se mueve dentro de un medio en donde la traición parece moneda corriente; en donde tus amigos más cercanos te palmean la espalda si tienes como remunerarlos; en donde el alcohol forma parte de una rutina pesada y de tonos siniestros: no sabes lo que haces y te mueves mediante principios tan ambiguos como el medio que te rodea.
El actor define a su personaje como un ser grosero, violento, con un pronunciado deterioro mental y, claramente, de pocas luces.
Un pleno absoluto de interpretación.
El noviazgo entre Gypo y la prostituta es una relación impulsiva, amarga, que no se presenta como algo consolidado.
Gypo es un personaje desolado y corroído por el remordimiento que no duda en culpar a un inocente para salvar el pellejo para, a continuación, ser embaucado por un rufián camarada dispuesto a robarle hasta el último penique de su deshonrosa pequeña fortuna.
Gypo es un hombre que, ante su inminente muerte, implorará el perdón de la madre de quien ha sido su víctima, para, una vez concedido, ser redimido sobre el altar de una iglesia, desplomándose haciendo el gesto de la crucifixión de Jesucristo.
The Informer refleja las miserias de una sociedad a la que le estaban privando de todo, y que estaba derivando incluso a la pérdida de su propio orgullo y dignidad.
Una crisis económica que hacía pasear la miseria por todos los estratos sociales, en una tierra invadida por una potencia extranjera, en la que los ciudadanos son pobres e incluso extranjeros en su propio país, la única esperanza es el ejército republicano, la resistencia y la clandestinidad.
Pero…
¿Qué ocurre si en ese contexto no puedes pertenecer al IRA, o lo que es peor si has pertenecido pero has sido expulsado?
¿Cómo afrontar la miseria y el rechazo social?
¿Qué hacer cuando el alcohol alcanza el nivel de traspasar la frontera entre compañero y enemigo?
“Frankie!
Your mother forgives me!”
I'm hungry, and I can't pay my room rent.
Have you the price of a flop on you?”
La traición, uno de los temas más interesantes a la hora de abordar una obra literaria o cinematográfica.
Porque, quien más, quien menos, todos hemos delatado alguna vez, hagan memoria, remóntense a su niñez, y nos identificamos totalmente con el sentimiento de culpa.
Sí, todos los hombres somos inocentes, pues cuando hacemos cosas indebidas es porque tenemos la conciencia adormecida, y cuando esto sucede, actuamos por instinto, apagamos la razón que nos alerta y nos dejamos engañar por el lado oscuro de nuestra psique.
Muchas cosas influyen para que la conciencia se adormezca: la reiterada observación del mal ejemplo, la presión indebida que otros ejercen sobre nosotros, la falta de criterio, la debilidad de carácter, la ausencia de presencias de afectación positiva, el desarrollo cultural del medio en que se vive…
Y así, otro sentir va estructurando la personalidad, hasta llevar al individuo por los senderos equívocos.
The Informer es una película de 1935 dirigida por John Ford.
Protagonizada por un ENORME Victor McLaglen, Heather Angel, Preston Foster, Margot Grahame, Wallace Ford, Una O'Connor, Donald Meek y J.M. Kerrigan.
The Informer se encuentra ambientado en la Guerra civil irlandesa de 1922.
The Informer es un film crudo, realista y tiene un ritmo frenético y endiablado hasta ahora inigualable.
Lo que diferencia a The Informer de otras de temática similar es la ingenua personalidad del delator, que logra que uno se compadezca de él.
Todo un acierto.
El guion, escrito por Dudley Nichols, está basado en la novela homónima de Liam O'Flaherty.
La música corre a cargo de Max Steiner.
The Informer ganó 4 premios Óscar: mejor actor (Victor McLaglen), mejor dirección (John Ford), mejor guion adaptado (Dudley Nichols) y banda sonora, y 2 nominaciones como mejor película y mejor edición.
Las películas de Ford son un canto al compañerismo, a la camaradería, a la familia, a las raíces, a los valores tradicionales, al honor, al deber, a la justicia, a la integridad del hombre.
No es extraño que John Ford y el guionista Dudley Nichols hayan incidido en un fuerte componente de simbolismo cristiano en The Informer, una obra ambientada, tal y como versa el rótulo que abre el film, en “cierta noche de 1922 en un Dublín revuelto”, sólo un año después del fin de la Guerra de Independencia de Irlanda.
Al fin y al cabo, el conflicto irlandés, además del irreconciliable choque ideológico, tiene un intenso matiz religioso, que se ha traducido a lo largo de los años en la confrontación entre católicos y protestantes.
Esta decisión es patente al inicio de The Informer, cuando, tras los créditos iniciales, un segundo rótulo recoge un paraje de las sagradas escrituras:
“Judas se arrepintió, arrojó las treinta monedas al suelo y huyó”
The Informer es un film precursor del cine negro norteamericano, en sombras, nieblas y nocturnidad, con un amor del alocado traidor por una bella y dulce prostituta con la cual “la bestia” piensa, por un momento, en viajar a América, para lo cual necesita ganar una recompensa por delator de un camarada.
Toda la acción sucede en realidad durante una noche, en la que el bravucón Gypo Nolan (Victor McLaglen) se debate entre la fidelidad a sus ex-compañeros del IRA y la recompensa que ofrecen las autoridades británicas por uno de ellos que le permitiría iniciar una nueva vida.
Gypo es un borracho y como es de esperarse vive como miserable.
Está arruinado y por haber tomado una decisión piadosa en su minuto, el grupo del cual formaba parte lo expulsa.
Ya en las calles, Gypo se verá bajo el tormento del hambre y del desconsuelo.
Su amor por una mujer, la cual se prostituye para sobrevivir, será lo que finalmente convenza a Gypo de delatar a su amigo.
Una vez hecho, obtendrá una importante suma de 20 libras las cuales serán el comienzo de una nueva etapa en su vida: “El Rey Gypo”
El antiguo grupo del cual formaba parte, un movimiento de liberación irlandés, entra en pánico al enterarse que uno de los suyos fue dado a muerte por una confesión.
Las sospechas en la figura de Gypo vendrán tarde o temprano.
Al recibir la recompensa a Gypo le pesará la culpa.
Tal como a Judas al entregar a Cristo.
Además, se apoderará de él la paranoia la cual dominará cada movimiento que haga.
Como es de esperarse, el dinero atrae aduladores hipócritas y mal intencionados. En definitiva la ingenuidad de Gypo será su ruina.
El final de The Informer es dramático y de una inteligencia brutal, te hace pensar y comprender.
The Informer no es en blanco y negro, es en "escala de grises", algo parecido se puede pensar del comportamiento humano observando a la madre en la escena final.
Gypo Nolan tenía también sus razones para dar un paso en falso: el ejército republicano lo expulsó de sus filas cuando él demostró que tenía objeciones de conciencia para matar.
Katie, la mujer que ama, se estaba perdiendo y tenía un gran sueño que él no podía ayudarle a materializar y Gypo, claro, quería sentirse amado.
Fueron estos, impulsos emocionales que adormecieron la conciencia, y a esta se despierta, por la premura de las acciones, cuando ya el daño está hecho.
Pero entonces no se es malo, sólo se tuvo una confluencia de motivaciones que redundaron en una decisión errada.
Desde la holística, esto lo vemos como una presión del universo que mueve un cierto número de energías que, por predisposición de ciertos individuos, los convierte, irremisiblemente, en instrumento de sus sabias y necesarias decisiones evolutivas, aunque a veces para nosotros, éstas nos parezcan incomprensibles o inaceptables.
Ojo con los juegos de contraposición de escenas, un buen recurso para comunicar mucho en pocos segundos, El King Gypo, en el amigo adulador, el caballero alfeñique que exige respeto hacia las putas, el frenesí en gastar dinero y en la música.
Uno de los elementos retratados por Ford en The Informer es el de los primeros pasos del IRA (Ejército Republicano Irlandés), organización con la que el propio director fue vinculado con asiduidad.
De hecho, se atribuye a Ford una sentencia en la que aseguraba que hubiera preferido luchar en Irlanda contra los ingleses a hacer cine.
No en vano, en 1921, durante un viaje a tierras irlandesas, Ford fue presentado al líder revolucionario Michael Collins, legendario jefe de inteligencia del IRA.
Por otra parte, Nichols aportó algunos elementos notables a The Informer, como la carga de simbolismo de elementos como la niebla, el barco que se ve en el escaparate de la agencia de viajes, las tres monedas que se caen del bolsillo de Gypo durante el funeral de Frankie, o el póster de búsqueda y captura.
Uno de los momentos más brillantes de The Informer es, precisamente, cuando vemos por última vez el póster, ardiendo entre las llamas de la chimenea de la oficina de Preston Foster (líder de la resistencia)
Tras comprobar cómo el rostro de Frankie se consume entre las llamas, el póster sale volando hacia arriba, representando el alma del hombre traicionado por Gypo.
Esa idea, según el propio Nichols, se le ocurrió al maestro Ford sobre la marcha.
The Informer, es excesivamente deudora del cine mudo, como lo demuestran los numerosos insertos que intentan dar explicación a determinadas situaciones, así como la excesiva expresividad del personaje principal.
Aunque la interpretación de Victor McLaglen pueda resultar sobreactuada para el público actual, su capacidad para conmover y empatizar a través de su patético personaje es indiscutible.
Gypo no es un cobarde, ha traicionado pero se mueve dentro de un medio en donde la traición parece moneda corriente; en donde tus amigos más cercanos te palmean la espalda si tienes como remunerarlos; en donde el alcohol forma parte de una rutina pesada y de tonos siniestros: no sabes lo que haces y te mueves mediante principios tan ambiguos como el medio que te rodea.
El actor define a su personaje como un ser grosero, violento, con un pronunciado deterioro mental y, claramente, de pocas luces.
Un pleno absoluto de interpretación.
El noviazgo entre Gypo y la prostituta es una relación impulsiva, amarga, que no se presenta como algo consolidado.
Gypo es un personaje desolado y corroído por el remordimiento que no duda en culpar a un inocente para salvar el pellejo para, a continuación, ser embaucado por un rufián camarada dispuesto a robarle hasta el último penique de su deshonrosa pequeña fortuna.
Gypo es un hombre que, ante su inminente muerte, implorará el perdón de la madre de quien ha sido su víctima, para, una vez concedido, ser redimido sobre el altar de una iglesia, desplomándose haciendo el gesto de la crucifixión de Jesucristo.
The Informer refleja las miserias de una sociedad a la que le estaban privando de todo, y que estaba derivando incluso a la pérdida de su propio orgullo y dignidad.
Una crisis económica que hacía pasear la miseria por todos los estratos sociales, en una tierra invadida por una potencia extranjera, en la que los ciudadanos son pobres e incluso extranjeros en su propio país, la única esperanza es el ejército republicano, la resistencia y la clandestinidad.
Pero…
¿Qué ocurre si en ese contexto no puedes pertenecer al IRA, o lo que es peor si has pertenecido pero has sido expulsado?
¿Cómo afrontar la miseria y el rechazo social?
¿Qué hacer cuando el alcohol alcanza el nivel de traspasar la frontera entre compañero y enemigo?
“Frankie!
Your mother forgives me!”
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