用心棒 (Yojimbo)

“Kill one or a hundred, you only hang once”

El Siglo XIX dejó retratada en cuentos y leyendas, la historia de pequeños pueblos envejecidos y olvidados por el modernismo que seguiría.
A través de la literatura, desde nuestra posmodernidad y en retrospectiva, pasan y pasan los años, y da la impresión de que los escenarios de la vida siguieran girando inamovibles sobre una misma rueda.
Aprendemos, pero no ejercemos, y menos aún reflexionamos con sentido autocrítico, sobre lo que a diario nos demuestra la existencia.
Avanza la tecnología, se transforma la ciencia, tenemos más y más vislumbres de la inmensidad y del poder del universo, pero sobre convivencia, sobre amor, solidaridad y respeto, todavía sabemos muy poco.
Y si de esto es escaso lo que sabemos, todo lo demás difícilmente ayudará al encuentro de la esquiva felicidad.
El cine también nos ha reproducido la escena del triste cambio, pero sobretodo, de donde mejor conocemos de esa vida de pueblos viejos, es por vía de la tradición oral.
De boca de nuestros padres y abuelos, el relato donde el tiempo anterior perdía su brillo, para quedar entrampados por una geografía que los segregaba y una política imperante que los condenaba al subdesarrollo.
“I'm not dying yet.
I have to kill quite a few men first”
用心棒 (Yojimbo) es una película japonesa de 1961, dirigida por Akira Kurosawa, con Toshirō Mifune, Eijiro Tono, Kamatari Fujiwara, Takashi Shimura, Seizaburo Kawazu, Tatsuya Nakadai, Yôko Tsukasa, entre otros.
Con un guión de Ryuzo Kikushima y Akira Kurosawa, cuenta con una banda sonora a cargo de Masaru Satō, la cual es sencillamente genial.
用心棒 (Yojimbo) fue nominada al Oscar como mejor diseño de vestuario en la gala de 1962.
Pocos cineastas pueden presumir de una filmografía tan ecléctica como la de Akira Kurosawa.
Similar en ese sentido a Hawks, Kurosawa ha abordado casi todos los géneros obteniendo grandes resultados en cada campo en el que se ha atrevido a entrar.
A pesar de estar muy arraigado en la cultura japonesa, mostrado sobremanera en sus películas de samuráis, y preocuparse por mostrar una realidad y unos problemas muy reales además de ampararse en el folklore japonés para dar rienda suelta a historias desarrolladas en siglos pasados, el director nipón es sin duda alguna el más occidental de todos los cineastas japoneses que han existido.
Muy influenciado por el cine norteamericano en general y por el de John Ford en particular, Kurosawa ha conseguido forjarse un estilo propio que le ha desbancado de las típicas etiquetas de “director” oriental que hace películas orientales encontrando un camino basado en su cultura pero mucho más cercano por tratamiento, ritmo y guión al cine norteamericano.
En ese sentido, Kurosawa se nutre de la historia de su país del mismo modo que el western bebe de la historia de EEUU.
Y esa es sólo una más de las similitudes entre ambos cines.
Concretamente, todas las películas que “El Emperador Del Cine” rodó acerca de samuráis que son sino westerns japoneses.
Para comenzar, en japonés, 用心棒 (Yojimbo) significa “mercenario”, eso por sí sólo, ya explica la mitad del argumento.
A pesar de encerrar una trama tan simple, Kurosawa crea un personaje mucho más trabajado de lo que parece a simple vista puesto que a pesar de ser un mercenario, Kuwabatake Sanjurō (Toshirō Mifune) es el más inteligente, el único que va ideando diversas salidas y el modo en que juega con los dos bandos siendo siempre superior a ellos, muy seguro de sí mismo y consciente de su fuerza acentúa la lejanía entre el mundo de Sanjurō y el de las bandas rivales, o incluso la de los humildes habitantes del pueblo, poco más que idiotas la mayoría.
Mifune se confirma como un actor de poderoso histrionismo, cuyo éxito internacional, y su constante presencia en los filmes del gran maestro japonés, no fue para nada cosa de influencias, y sí, la merecida cosecha de una labor profesional y comprometida.
Mifune siempre debe haber sido la ideal para representar su versión orientalizada del “maverick westerniano”, ese personaje indomable, lleno de secretos, pero que en algún momento podía delatar los signos de la eterna búsqueda de la justicia y el honor, tal cual los seguidores de las consignas del Bushidō .
Mifune aparecía siempre desafiante con el gesto y la presencia toda de quienes suelen morir en su ley, íntima e indescifrable.
El samurái yojimbo se distingue en medio de los pocos rostros que se asoman al exterior con esa presencia sólida y atenta que pocos le otorgaron estos guerreros del cine nipón.
Cuando no está blandiendo la espada ante los mercenarios de los dos equipos, en coreografías impresionantes que remarcaban esas libertades que se tomaba el autor en la presentación de la violencia, este vengador o ángel anónimo pasa por convertirse en un intrigante consumado, cuyo sentido de la ética no está reñida con la sentencia de “el fin justifica los medios”
Recogiendo muy bien la esencia del relato policial negro, en 用心棒 (Yojimbo) todos los personajes están sumergidos en el tinte gris de este elaboradísimo enfrentamiento entre un bueno y muchos malos.
Esto alcanza a los villanos que no son más que fanfarrones o muchachos ingenuos con sed de aventuras, pero también a los personajes buenos pero pasivos como el tabernero que funge de testigo de los planes del protagonista o de esa familia separada por la ley del más fuerte, con la que el yojimbo revelará su lado “shane”
A pesar de que, en apariencia, se trata de un trabajo menos “ambicioso”, Kurosawa vuelve a hacer gala de ese detallismo tan propio de su obsesa creatividad, para regalarnos una galería de personajes retratados con pinceladas breves y precisas.
No solo está la figura predominante del rōnin característico de Mifune, sino también esa galería de seres que parecen haber llegado a ese lugar solo para hacerle competencia, dispareja, a su aura rebelde.
Ahí es donde destaca su antagonista Unosuke (Tatsuya Nakadai), quien igualmente conserva su cabellera intacta y reta al maduro héroe con revólver en mano.
Con ese fuerte papel, Nakadai haría su entrada como se debe en el universo de Kurosawa.
Kurosawa, con su habitual vigorosidad narrativa y con ese singular blanco y negro que refleja las historias del pasado, y que él utiliza también por su reconocido respeto a los que considera los indefinidos colores del Japón, nos cuenta una historia que es muy frecuente entre nosotros:
Dos bandos inescrupulosos y arribistas, se enfrentan entre sí por el dominio de un pueblo.
A uno lo apoya el fabricante de sedas y al otro el de la cervecería.
El jefe de policía sirve a sus intereses, el fabricante de ataúdes está ávido de cadáveres para poder evacuar su materia prima, y entre ellos, el pueblo se oculta temeroso cada día, en medio de la escasez y temiendo constantemente por sus vidas que para nadie importan.
用心棒 (Yojimbo) está ambientada en el Japón del siglo XIX, se siente de inmediato que se está recreando la vida de los más marginados barrios de hoy (en micro) y la de los países peor gobernados (en macro)
Corre el año 1860, el surgimiento de una clase media en Japón, terminó con el poder que se concentraba en el shogunato Tokugawa.
Un rōnin, que se hace llamar Sanjurō (Toshirō Mifune), otrora un samurái de la realeza, está ahora sin señor, y no tiene más amo que su propia voluntad de sobrevivir, y ningún otro recurso más que su ingenio y su espada.
Sin rumbo fijo, el mercenario llega a un pequeño pueblo y busca la oportunidad de ofrecer sus servicios.
Allí se entera de que la ciudad está dominada por dos bandos enemistados, el de Ushitora y el de Seibei, ambos aspirantes a hacerse con el poder.
Sanjurō siente desprecio por ambos bandos de maleantes, pero se hará rogar para hacerles creer que tomará partido por el bando del mejor postor.
Por lo que se dedicará a velar por la seguridad del pueblo, vigilándolo desde lo alto de una torre y pensando cómo hacer el bien y solucionar la difícil situación de los campesinos.
Esta es una historia de muerte e injusticia; y de un samurái capaz de matar a todos que se le enfrenten, ya sea por dinero, por diversión o por hacer justicia y devolverle su suerte a la gente "patética" que no es capaz de recuperarla por sí misma; es la historia de un hombre que cambió el destino de muchos otros, si es que alguna vez el destino de éstos no fue en realidad aquel.
El pueblo al que llega el protagonista es claramente un pueblo de perdedores, y él se da cuenta de ello, él ha llegado para ganar.
Matones patéticos que luchan por una causa patética y que no tiene las agallas necesarias para enfrentarse entre ellos como muestra la magnífica secuencia del intento de batalla en la calle con Sanjurō en lo alto de la torre mirando y que ninguno de los dos bandos se decide a atacar, retrocediendo unos a medida que avanzan los otros.
Gente sin honor en un tiempo en el que el honor es la posesión más preciada que un hombre puede poseer, y que al perderlo pierde su condición de hombre y su necesidad de vivir, como el duro instante en el que tras la liberación del hijo de Seibei la madre lo abofetea preguntándole porque no ha muerto tras la humillación de dejarse atrapar y tachándolo de cobarde.
A todos ellos se les une Sanjurō, otro perdedor, un vagabundo que no tiene más que su espada…y su honor.
A pesar de su frialdad y su falta de escrúpulos es el único que demuestra un poco de humanidad y un estricto sentido del honor no dudando en masacrar a seis hombres con tal de liberar a una mujer a la que ni siquiera conoce pero que como exclama en un momento del film:
“Odio a la gente patética”
Con 用心棒 (Yojimbo) tenemos una situación al estilo de “guerra fría”
En lugar del enfrentamiento directo, cada una de los grupos se hace el mayor daño posible a través de terceros, ya sean comerciantes, rehenes, o simplemente gente que los respalda.
La entrada del yojimbo es un elemento determinante.
El es un hombre de combate, mientras que la gente de Seibei, y de Ushitora son simples camorristas.
Evidentemente todos pujan para que se les una, pero el que se lo lleva no es el mejor postor.
En este panorama, Kurosawa introduce muchos elementos que apelan a la comicidad, e incluso se acoplan personajes especialmente con esa finalidad, es el caso de Inokichi, pero que además representan un papel importante.
Un hecho apoyado en la magnífica utilización del espacio que el cineasta utiliza y domina con maestría estableciendo un juego entre básicamente cuatro espacios por los que deambularán los personajes y donde tendrán lugar los hechos más importantes.
La casa y domino de Seibei donde residen él y su banda, la de Ushitora, su rival, la calle principal que separa ambos dominios donde ocurrirán los enfrentamientos, intercambios y el duelo final, con cowboys vestidos con quimonos que utilizan katanas, y la taberna, el espacio neutral que Sanjurō utilizará como propio, su propio espacio donde podrá ser él mismo y negociará sus honorarios con los jefes rivales y ocurren las acciones que tiene que ver con su persona, no con algún hecho desencadenado de la trama principal.
La escena del clímax, que recoge, el duelo entre el samurái y el pistolero, es maravillosa.
Sus caras, sus atuendos, todos diseñados por Kurosawa, la iluminación, la furia del viento y la de sus ojos, son la de los hombres de un pueblo que lo ha perdido todo, hasta el sentido de dignidad, y prefiere ya sea morir o salir de allí a otra parte para buscar mejor fortuna contra el atraso y el olvido.
Mención aparte merece Mifune, haciendo uno de los grandes papeles de la historia del cine, ese samurái que al inicio lanza un palo al aire para saber cuál es su destino.
“Stop.
Stop crying.
It’s pathetic.
I hate pathetic people.
I'll have to kill you”
En 用心棒 (Yojimbo) la intencionalidad de Kurosawa está el criticar la adopción por parte de Japón del sistema capitalista occidental y la consiguiente desintegración de la sociedad tradicional oriental en momentos de la posguerra.
Esa estructura social estaba marcada por la distinción en clases sociales bien diferenciadas donde los samuráis ocupaban el lugar más privilegiado, seguidos por los campesinos, artesanos y por último los comerciantes, quienes eran despreciados en su condición por ser considerados como una ignominia moral para la sociedad.
Sin duda, Kurosawa quiere mostrar la desaparición de una clase samurái marcada por el honor y la respetabilidad.
También en 用心棒 (Yojimbo) vemos cómo desaparece progresivamente el concepto de familia a medida que el dinero comienza a hacer estragos en las costumbres orientales.
Y sí, la codicia es el tema fundamental de 用心棒 (Yojimbo), aunque nos centremos en una narración donde un rōnin hace estragos con su katana y nos dejemos seducir por la acción surgida de las secuencias propias donde un tipo duro se carga él solo a una legión de facinerosos.
用心棒 (Yojimbo) influenció a los posteriores Spaghetti Westerns; que sirve como crítica hacia los cambios sociales, políticos y económicos que experimentara el Japón de la posguerra; y que tiene como aliciente el entretenimiento propio de una historia plagada de acción donde el uno contra todos queda bien reflejado.
用心棒 (Yojimbo), filme de aventuras pero también retrato de lo más vil, infame y misterioso del comportamiento humano, 用心棒 (Yojimbo) es también una película cargada de un singular lirismo, algo rastreable hasta en las películas más “realistas” de Kurosawa.
Cada acción y reacción por parte de estos dos ejércitos en tierra de nadie, propicia algunas escenas entre satíricas y brutales, que el director resuelve como festivo espectáculo dentro ese círculo vicioso de corrupción.
Kurosawa nos hace inclinar la cabeza.
Su filme 用心棒 (Yojimbo), medio cómico y medio trágico; un tanto western y otro tanto jidai jeki; de aspecto rememorador, pero inevitablemente actual, tiene ese olor a cine elocuente, avalado por un arte denso y pulcro que merece nuestro aplauso y nuestro mejor reconocimiento.

“When the fighting gets this bad, they don't bother with coffins”


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