C'Era Una Volta Il West

“There were three men in her life.
One to take her, one to love her, and one to kill her”

Erase una vez en “El Viejo Oeste”, “Salvaje Oeste”, “Lejano Oeste” o “La Frontera”, eran términos con que se denomina, popularmente, a los hechos históricos, con sus protagonistas, que tuvieron lugar en el siglo XIX, durante la expansión de la frontera de los Estados Unidos de América, hacia la costa del océano Pacífico.
Aunque la colonización del territorio comenzó en el siglo XVI, con la llegada de los europeos, el objetivo de alcanzar la costa oeste, se debió principalmente, a la iniciativa gubernamental del presidente Thomas Jefferson, tras la Compra de la Luisiana en 1803.
La expansión de la frontera, fue considerada entonces, como una búsqueda de oportunidades y progreso.
Esta incesante y prolongada migración de gente, hacia el oeste, desplazó culturas ancestrales, y oprimió a minorías étnicas de amerindios.
En contraste, el período suscitó importantes avances en la industria, las comunicaciones, y la agricultura, a costa en muchos casos, de una intensa explotación de los recursos humanos y naturales.
Estos eventos históricos, origen de un mito nacional en los Estados Unidos, conocido como “Mito de La Frontera”, han sido recreados por diversas manifestaciones del arte, agrupadas bajo el género “western”
Este género narra historias de cowboys, pioneros, “nobles” amerindios, gambusinos, empresarios, etc.; historias de gente de variada condición, que emprendieron la aventura del oeste, con la esperanza de alcanzar el éxito personal, pero que acabaron, no pocas veces, enfrentadas a la justicia, o a la fatalidad del destino.
Los estudios actuales consideran, que detrás de esta mitificación, se esconde una realidad más compleja, por lo que se tiende a replantear el papel de todos los actores que participaron en aquella coyuntura social, económica, y cultural, que fue La Frontera Estadounidense, en el siglo XIX.
El tren, por ejemplo, fue para muchos, el icono del crecimiento económico.
Para otros, sin embargo, fue motivo de temor.
Su aparición, permitió el abastecimiento de industrias de carbón, y acero por ejemplo, e inició lo que vino a denominarse como “El Gran Negocio”
Su progreso, fue impulsado decididamente por el gobierno, bajo el mandato del presidente Abraham Lincoln, que dio el empujón final al proyecto, de unir la costa este y el Pacífico.
Las primeras líneas, se hicieron posibles gracias a una ley de 1862, la Pacific Railway Act; 9 años después, en 1871, las líneas del ferrocarril, abarcaban 128 millones de acres.
Pero la construcción de las infraestructuras ferroviarias, era muy costosa, por lo que los promotores pidieron ayudas al gobierno.
Con el tiempo, la mayoría de las compañías de ferrocarriles, vendieron las tierras previamente asignadas por el estado, para recaudar capital, y estimular otro tipo de negocios, como granjas y nuevas poblaciones, para así, asociarlas con la industria.
Con la mencionada ley de ferrocarriles de 1862, la Union Pacific Railroad y la Central Pacific Railroad, recibieron la adjudicación para la construcción del primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos.
La primera, construyó la línea desde Omaha en Nebraska, y la segunda, la línea desde Sacramento, California.
Sin embargo, las obras sufrieron muchos contratiempos, entre ellos, la carencia de rieles y el problema de su transporte.
Como había escasez de mano de obra, la Union Pacific, contrató a soldados y la Central Pacific, a chinos.
Gracias al dinero que pagaba el gobierno por cada kilómetro construido, la interconexión entre las 2 costas, se convirtió en una competición entre las 2 compañías, para ver quien llegaba antes.
Las líneas de la Union Pacific y la Central Pacific, se encontraron el 10 de mayo de 1869, en Promontory, Utah, después de muchas disputas laborales, enfrentamientos con los amerindios, y adversidades climatológicas.
Todo ello fue motivo, de un amplio regocijo popular; sin embargo, esa satisfacción general por la construcción del ferrocarril, se veía empañada por el temor a que esta industria formase un monopolio.
La expansión de este medio de transporte, incentivó la compra de territorios por parte de las compañías ferroviarias, con objeto de fomentar el tráfico de personas y el comercio.
Esto se hizo, exagerando las características del terreno, para atraer al posible comprador.
Desde 1850 a 1910, aparecieron numerosos pueblos, debido al paso del ferrocarril, muchos de ellos de corta duración, pésima reputación, y malas condiciones de vida.
Sin embargo, algunos de ellos como:
Tacoma, Reno, Fresno, y Albuquerque, consiguieron prosperar.
Y es que no hay ningún otro país, como EEUU, que haya sabido popularizar mejor, a través del arte, los hechos y los protagonistas de la expansión de su frontera.
El género “western” exhibió las tensiones entre el individuo y la comunidad, entre rancheros y granjeros; entre el amerindio, el colono, y el militar, conocidos en el medio como “pieles rojas”, “carapálidas” y “casacas azules”, entre el Oeste agrícola y el Este industrial.
Aunque no todas eran de buena calidad, estas producciones han cautivado la atención del público a través de los años.
Héroes y villanos del Viejo Oeste, han sido elevados a niveles de leyenda en Estados Unidos y otros países, pues hay literatura y cinematografía, hechas en Francia, Italia, España, México, e Inglaterra.
“I saw three of these dusters a short time ago.
They were waiting for a train.
Inside the dusters there were three men”
C'Era Una Volta Il West es una película italiana, del género western, del año 1968, dirigida por Sergio Leone.
Protagonizada por Claudia Cardinale, Charles Bronson, Henry Fonda, Jason Robards, Gabriele Ferzetti, Frank Wolff, Woody Strode, Jack Elam, Al Mulock, Lionel Stander, Paolo Stoppa, Keenan Wynn, entre otros.
El guión es de Sergio Leone, y Sergio Donati, sobre una historia de Dario Argento, Bernardo Bertolucci, y Sergio Leone.
Se dice que el guión, no ocupaba más que 20 páginas, lo cual no es de extrañar, viendo las breves líneas de diálogos que posee; y es que nos encontramos, prácticamente, ante una película muda, que podría funcionar perfectamente sin los diálogos que hay en ella.
C'Era Una Volta Il West, es una historia de venganza, es la aventura de la historia de los orígenes, y la construcción de un país, es una historia romántica, es una historia seductora y nostálgica, hay épica y hay elegía, hay codicia y traición y hay, por supuesto, un duelo.
Perteneciente al género conocido como “spaghetti western”, C'Era Una Volta Il West está considerada, como una de las obras maestras del director, y también del género; tanto que se cuenta entre las películas favoritas de:
Steven Spielberg, George Lucas, Martin Scorsese, John Milius, John Carpenter, y Quentin Tarantino.
Fue tras el éxito de la llamada “Trilogia del Dollaro” o “Trilogia dell'Uomo Senza Nome” compuesta por los films:
“Per Un Pugno Di Dollari” (1964), “Per Qualche Dollaro In Più” (1965) e “Il Buono, Il Brutto, Il Cattivo” (1966), que Sergio Leone estaba preparado, para embarcarse en lo que había de ser, el proyecto de su vida:
“Once Upon A Time In America”, una historia de gánsteres judíos, durante La Ley Seca en los Estados Unidos, la cual terminaría convirtiéndose en su testamento cinematográfico; sin embargo, no fue así.
The Paramount Pictures, después de comprobar, cómo las películas del director Sergio Leone, contando con un presupuesto ajustadísimo, habían conseguido tantísimos ingresos en taquilla, querían que repitiese la receta, por lo que le pidieron que hiciera un nuevo western, y que después, ya pudiera comenzar su proyecto acerca de los gánsteres.
Aunque esta vez, le concedieron un presupuesto de $5 millones, y la posibilidad de trabajar con Henry Fonda.
Leone aceptó hacer el western, como fruto de un acuerdo de producción con Paramount Pictures, en el cual, el director sería por primera vez productor, supervisando el proyecto a través de su productora RAFRAN, bautizada así, a partir de las primeras sílabas de los nombres de sus hijas:
Raffaella, Francesca, y Andrea.
Y se puso manos a la obra en la producción, llamada en inglés, “Once Upon A Time In The West”
Elaboró un primer boceto de guión, tras el cual, llamaría a Dario Argento, a Sergio Donati, y a Bernardo Bertolucci, para elaborar junto con ellos, el guion definitivo.
La historia central en sí, es corta; lo que hace Leone, es crear climas y fundamentalmente, pintar un Lejano Oeste, vivo y creíble, con masivas escenas de pueblos, y movilizaciones de trabajadores del ferrocarril.
Y para todo ello, se toma todo el tiempo del mundo, con largas pausas, extensos primeros planos, y un pormenorizado envío de mensajes subliminales, a través de los gestos más mínimos de los actores.
En un principio, C'Era Una Volta Il West iba a ser demasiado larga, por lo cual, en Paramount decidieron ajustarla, recortándola, y dejando la versión estadounidense, en 145 minutos, en vez de los más de 160 minutos previstos inicialmente.
Dada la mayor ambición del proyecto, respecto a los anteriores trabajos de Leone, en esta ocasión, el cineasta se permitió el lujo de rodar en los míticos exteriores reales, de tantos y tantos clásicos del western, sobre todo, los de su admirado John Ford:
The Monument Valley, y en el Estado de Utah.
Leone comenzó el rodaje en Monument Valley, en el desierto de Arizona, rindiendo así, un homenaje a grandes directores de western estadounidenses como John Ford, y Howard Hawks.
Pero luego, decidió volver al desierto almeriense de Tabernas, España, que tan buen resultado le había dado en sus anteriores películas.
Por ejemplo:
La famosa secuencia inicial, de los 3 pistoleros esperando la llegada del tren, fue la última rodada en España, en la estación La Calahorra-Ferreira en los alrededores de Guadix, provincia de Granada.
Se emplearon 2 locomotoras antiguas, convenientemente modificadas, para parecer los modelos Genova, utilizados por la histórica empresa de ferrocarriles estadounidense “Virginia and Truckee”
Hay que señalar, que en C'Era Una Volta Il West, está resumido casi, el género entero:
El ferrocarril, los pistoleros a sueldo, los bandidos, el personaje enigmático que llega de ninguna parte buscando venganza, los pioneros, la mujer de dudoso pasado y carácter indomable, etc.
Como consecuencia, C'Era Una Volta Il West supuso una revolución en el cine, ya que Sergio Leone empleó unas tomas de cámara, que no se habían hecho antes, y utilizando técnicas innovadoras, cambiando los clichés clásicos del género.
Según Leone:
“Deseaba tomar todos los personajes más estereotipados del western norteamericano, prestados:
La más espléndida prostituta de New Orleans; el bandido romántico; el asesino que es medio hombre de negocios, medio asesino, y que desea meterse en el nuevo mundo de los negocios; el hombre de negocios que sueña que es un pistolero; el vengador solitario…
Con esto, deseaba rendir homenaje al western, al mismo tiempo que mostraba las mutaciones que la sociedad de EEUU estaba sufriendo en aquella época.
Un fresco cinematográfico, sobre el nacimiento de EEUU”
Y fue C'Era Una Volta Il West, la primera de una trilogía, sobre la historia de la violencia de EEUU del siglo XX, que seguirá con:
“Giù La Testa” (1971) y terminará con “Once Upon A Time In America” (1984), un tratado sobre la guerra de gánsteres.
Así pues, estamos ante una película que señala el final de un género:
El Spaghetti Western; y claro está, Leone quería despedirse a lo grande.
C'Era Una Volta Il West gira en torno a Harmonica (Charles Bronson), un hombre callado y misterioso, que toca la Harmonica en vez de hablar; y que busca a Frank (Henry Fonda), un despiadado pistolero, que está bajo las órdenes del millonario Morton (Gabriele Ferzetti)
Por otra parte, Cheyenne (Jason Robards) es un conocido de Harmonica que acaba de fugarse de prisión, y que le ayudará en la búsqueda de Frank, ya que ha sido acusado de la matanza de la familia McBain.
Entre medias de todo, y procedente de un burdel de New Orleans, se encuentra Jill McBain (Claudia Cardinale), recientemente viuda, y con un suculento terreno en su poder, heredado de su marido muerto, y por el cual ha de pasar el ferrocarril.
Esto hará que todos luchen por conseguir un mismo objetivo.
Con esta trama, Sergio Leone, consolida una vez más con su ingenio sagaz para diseñar un western implacable, llevado a cabo con una magnificencia sobrecogedora, que en cierto punto, plasma una épica pintoresca, retratando el tema argumental de la venganza como su mayor provecho, una banda sonora auditivamente quisquillosa de Ennio Morricone, y unas interpretaciones, increíblemente valiosas, que en definitiva, hicieron de C'Era Una Volta Il West una obra maestra inolvidable del cine western.
“Do you know anything about a guy going around playing the Harmonica?
He's someone you'd remember.
Instead of talking, he plays.
And when he better play, he talks”
No apta para ansiosos, C'Era Una Volta Il West es un film a contra corriente.
Su ritmo es lento, muy europeo; así, Leone quiere cortar de raíz, con lo que ha sido hasta ese momento, su cine del Oeste, el spaghetti western, y trata de rendir homenaje a los realizadores clásicos de EEUU.
Como suele pasar con el director, muchos de los diálogos, pasan en realidad por las expresiones corporales, de los ojos, y los gestos; siendo un film cargado de sugerencias.
A su vez, cada escena, consta de un extenso preámbulo que prepara el clima.
Como dijera un comentarista:
“Leone se preocupa en examinar, los rituales de la violencia”
Y con ello, crea una obra maestra, un reloj que avanza gracias a un engranaje perfecto.
Sin embargo, en EEUU la consideraron excesivamente larga, y cortaron arbitrariamente su metraje, lo que le perjudicó.
Según Leone:
“El ritmo pretendía crear la sensación de los últimos jadeos que da una persona justo antes de morir; y C'Era Una Volta Il West era, de principio a fin, una danza de muerte”
C'Era Una Volta Il West es, como bien deja entender su título, un cuento que nos narra el fin de una Era, la del salvaje oeste.
C'Era Una Volta Il West nos narra la llegada del ferrocarril, sinónimo de modernidad y progreso, a los parajes desérticos del oeste, inundado por bandoleros, hombres que ven, cómo su estilo de vida tiene los días contados.
Por otro lado, el nivel técnico es impecable, de nuevo, los escenarios se realizaron en gran medida en Andalucía, concretamente en Granada.
Tonino Delli Colli, fotografío de manera excepcional, destacando todo detalle con un uso de la luz excelente.
El panorámico está utilizado de manera perfecta, sin desperdiciar en ningún momento un plano.
El resultado, es como un gran cuadro, que no te cansas de ver.
El tiempo, que como he ido comentando, es vertebral en la obra del cineasta, y en C'Era Una Volta Il West, es un tema que se desarrolla desde múltiples puntos de vista, en esa historia de venganza, de un pasado que siempre vuelve, un presente casi invisible, y un futuro pujante, que acaba con toda una época.
La muerte, siempre motivación principal de los personajes, o consecuencia lógica de la narración.
La muerte de la familia McBain al comienzo; la del hermano de Harmonica que convierte la venganza de éste, en su único objetivo vital; la de unos personajes que ya no encajan; la de una época…
La venganza, que también es otra de las motivaciones principales de los personajes de Leone, aquí la veremos obsesiva y tenaz, en el personaje de Harmonica.
En más de un sentido, C'Era Una Volta Il West es un film que funciona de modo operístico.
Cada personaje carga con su propio destino, y si bien los roles parecieran en un momento que comienzan a cambiar:
El bandolero de Jason Robards parece regenerarse al lado de Claudia Cardinale; o Henry Fonda intenta ganarse el respeto para tomar el pueblo, y convertirse en un hombre de negocios; terminan por cumplir trágicamente, lo que su suerte les ha deparado.
No pueden escaparse a la fatalidad de su existencia.
En especial Harmonica, que es un vengador paciente, y que elabora hábilmente el camino de su represalia.
A pesar de que esta manera de tratar a los protagonistas, pueda parecer simplista, no hay nada más lejos de la realidad:
Leone filma a sus actores, como si fueran semidioses, plenamente consciente de la carga de significado y pasado que cada uno de ellos acarrea en sí mismos, tratándolos con una delicadeza y admiración, a la hora de retratarlos, que no creo que ninguno de ellos haya tenido planos más cuidados, en ninguna de las otras películas en las que tuvieron la oportunidad de trabajar.
Con este trasfondo, se nos narrará la historia de 4 personajes, perfectamente presentados, y definidos por el director, que se relacionarán entre sí.
Cada personaje hace su entrada a escena, de modo espectacular, pero a su vez, comienzan a actuar de modo totalmente atípico:
El bandolero de Jason Robards es excesivamente culto, noble, y reflexivo, para lo que es el estándar de semejante tipo de papel.
El villano de Henry Fonda, un papel brillante, con su larga figura vestida de negro y con una calma letal, establece una relación con Harmonica, quien es su cazador.
La viuda McBain, tampoco parece ser el prototipo de mujer desvalida, que el western suele reservar para este tipo de papeles.
Claudia Cardinale como Jill, es la representación de la belleza y el carácter.
Recién llegada al oeste de New Orleans para compartir vida con McBain, un granjero que vive con sus 3 hijos; pero cuando llega a su nuevo hogar, descubre que su “familia”, ha sido asesinada, convirtiéndola en heredera de las tierras que el granjero poseía, pues se casaron en secreto cuando se conocieron.
Aunque en principio decide marcharse, pronto descubrirá que debe quedarse para guardar, el que ya es su hogar, sobre todo, cuando descubre la importancia que tienen las tierras, y la verdadera riqueza que esconden.
Jill representa la llegada de nuevos tiempos, al igual que el ferrocarril, no en vano, Leone la presenta bajándose de él.
Ella es el personaje esperanzador del relato, el que quiere redimirse mediante una nueva vida.
La mujer y el ferrocarril, serán los elementos que vengan a romper con ese mundo, eminentemente masculino y violento.
Con ellos, llegan nuevas formas de vida, nuevos usos y costumbres, una nueva era en la que ya no caben ciertas cosas.
La civilización se impone al ritmo de renqueantes máquinas de vapor, y la fuerza bruta, es sustituida por la fuerza de la determinación que encarna muy bien, el personaje de Claudia Cardinale, bella hasta el extremo de dejarnos sin palabras.
Henry Fonda es Frank, despiadado, frió, cruel, y ambicioso.
Es el villano de la historia, un hombre que no teme a nadie, salvo a los muertos, razón por la cual, no mata a Harmonica cuando lo conoce, pues ve en él, a los fantasmas del pasado, y el mismo Harmonica se lo recuerda en cada enfrentamiento.
Frank, intentará amoldarse a los nuevos tiempos, aprendiendo de manos de Morton, un empresario que busca apropiarse de la tierra McBain.
La relación entre ambos, será de mera conveniencia, pues Frank ve en Morton, una mente inteligente, representativa de los nuevos tiempos, en que el dinero se ha convertido en un arma más poderosa que la pistola, pero que apenas puede sostenerse en pie, debido a una enfermedad.
Siempre que Frank aparece en pantalla, lo hace de forma amenazante, sublevando a quien tenga delante, hasta que llegue el duelo final, en que tendrá que enfrentarse con los muertos que carga sobre los hombros.
Curiosamente, Jane Fonda, que por aquella época mantenía unas turbulentas relaciones con su padre, al que acusaba de haber provocado el suicidio de su madre, quedó vivamente conmovida, escribiéndole incluso, una carta de felicitación, la primera que le hizo en su vida.
“Le impresionó el papel tan sádico que había interpretado.
Era como si hubiera visto, la auténtica personalidad de su padre por primera vez en la pantalla”, explicó Peter Collier, biógrafo de la artista.
Por otro lado, Gabriele Ferzetti es Morton, el cruel empresario que ve, cómo su vida llega a su fin, por culpa de una enfermedad.
Tanto Frank como Morton son, como los hombres que viven de la violencia, que la utilizan para su propio beneficio, y saben que, tarde o temprano, esa violencia acabará con ellos.
Jason Robards es Cheyenne.
Robards otorga al personaje humanidad y humor.
Bandolero recién fugado, que lidera al grupo de compinches que viste mantos amarillentos; representa el amor a la vida del oeste, descubriéndose como un gran hombre de acción, que no esconde su sentido del humor en ningún momento.
Sin embargo, Cheyenne acaba resultando una figura dramática, pues tras su alegría, esconde una melancolía al echar de menos a los viejos tiempos que ya se han ido.
Él con Jill, establecerá una entrañable amistad, mientras que a Harmonica lo define como alguien que tiene algo que ver con la muerte.
Cheyenne está marcado por la tragedia.
Y por último, Charles Bronson es Harmonica.
Su rostro hierático y étnico, ayuda al personaje, uno de los mejores en la carrera del actor, que acabaría convertido en justiciero de por vida.
Su nombre se debe al instrumento que toca, con lo cual, no sabemos realmente cómo se llama.
Harmonica representa la venganza, la muerte que no cesa, hasta alcanzar su objetivo, personificado en Frank.
Silencioso, rápido con el revólver, aparece siempre precedido por la melodía que entona.
Como curiosidad, el personaje de Harmonica, heredero directo de “El Hombre Sin Nombre” que interpretara antes Clint Eastwood, ofreció a Charles Bronson, uno de sus mejores papeles.
El sentido trágico de su vida, no se nos revela hasta la parte final, lo que enriquece la narración.
Los 3 pistoleros del principio son:
Jack Elam, Al Muloch, y Woody Strode, aunque se dice que Leone quiso para esos personajes a:
Clint Eastwood, Lee Van Cleef, y Eli Wallach.
“Inside the men there were three bullets”
Leone, siempre se caracterizó por crear secuencias desarrolladas al detalle, en especial, en los duelos.
En C'Era Una Volta Il West, el director italiano elevó al cubo su estilo, ofreciéndonos una sucesión de grandes secuencias que funcionan perfectamente de manera conjunta, como por sí solas, y que demuestran cómo se puede jugar a la perfección con el ritmo y el sonido, utilizando de manera excelente, el formato panorámico.
Hay algo que llama la atención, en cuanto se pone en marcha C'Era Una Volta Il West, y son los primerísimos planos:
Nunca antes se habían visto los rostros de los actores de esa manera.
Por supuesto, el efecto es fantástico en una pantalla de cine gigante.
Vemos cada arruga de esos rostros curtidos, las cicatrices más minúsculas, el sudor, la tensión, las miradas cargadas de resentimiento o de miedo, o de crispación, los años, pero también, la serena belleza de Claudia Cardinale, que nunca ha estado mejor fotografiada, que en C'Era Una Volta Il West.
El actor de color Woody Strode, comentó, que su papel era muy breve, y además sin diálogo alguno, pero que nunca le habían tomado unos primeros planos, tan intensos ni largos, así que había merecido la pena la experiencia.
Otro acierto es que, sin embargo, ahuyentó de las pantallas al público de EEUU, fue la elección de Henry Fonda en el papel de Frank, el pistolero asesino más sádico que podía concebirse.
El espectador de EEUU, no podía aceptar, que quien ejemplificaba en la pantalla, la integridad moral, la humanidad, la bondad, el espíritu de los EEUU en suma, se convirtiera de pronto, en un ser odioso, temido, cruel y sanguinario.
Descubrir a Henry Fonda, en C'Era Una Volta Il West, siempre será chocante.
Uno de los héroes del cine de Hollywood, se transforma en su propia antítesis, un malvado como los que él mismo solía enfrentar, o peor si cabe.
Y no es que la moral de Fonda jamás se hubiese relajado…
Contaba el actor, que cuando le ofrecieron el papel, como nunca había oído nada acerca de Sergio Leone, para tener alguna referencia, habló de él con su amigo, el actor Eli Wallach, que había interpretado el papel de “Tuco” Benedicto Pacífico Juan María Ramírez, “The Rat” en el último film de Leone, y éste le dijo, que no prestara atención al guión, que simplemente, lo hiciera porque se enamoraría de Sergio Leone.
Luego, Henry Fonda vio de una sentada, los anteriores 3 spaghetti western de Leone, y al acabar la proyección preguntó, que dónde tenía que firmar.
Dado que el personaje de Frank era un despiadado pistolero, salvaje, y sin escrúpulos, Henry Fonda pensó, que debía de recrearlo también físicamente, y se dejó para ello, un espeso mostacho, y se puso lentillas para ocultar sus ojos azules.
Cuando apareció en el rodaje, Leone se enfureció:
Él quería sus inmensos ojos transparentes, porque buscaba un efecto que dejara al espectador, clavado en la butaca; y lo logró.
Cuando Frank aparece por primera vez en pantalla, la cámara le sigue, y se le acerca cautamente por detrás; mientras, la música va “in crescendo”, y entonces, para mostrarnos su rostro, el del jefe de la banda que está a punto de cometer un crimen execrable, la cámara lo rodea y le filma en un primerísimo plano, donde esos ojos azules mar, se transforman en algo tan inquietante, como imprevisible.
Luego, Frank dispara y mata a un niño a bocajarro.
La escena es tan dura, recordemos que se rueda en 1968, cuando aún la violencia no se mostraba tan crudamente como ahora, que ese público que idolatraba a Fonda no pudo aceptarlo.
En Europa, por el contrario, especialmente en Francia, C'Era Una Volta Il West fue todo un éxito.
También, por primera vez, Sergio Leone construye un film, alrededor de una mujer.
Y es que en sus anteriores películas, las mujeres sólo son elementos decorativos, que apenas intervienen en la trama, más que para sufrir en un Oeste hostil a ellas, un mundo de hombres.
Pero ahora, el centro de ese mundo masculino y violento, es una mujer, una prostituta con un corazón de oro, que no es más que la representación de todas esas mujeres, que se sacrificaron para levantar un país.
La idea partió, curiosamente, de uno de los guionistas de la película:
Bernardo Bertolucci.
“The last man who told me that is buried out there”
C'Era Una Volta Il West está lleno de escenas inolvidables, y de interpretaciones espléndidas:
El principio es Antológico:
Es de los mejores inicios de la historia del cine, y es la secuencia de créditos iniciales, más larga de la historia.
En una pequeña estación de tren, 3 hombres llegan, y la toman.
Cada uno se sitúa en un punto, a la espera del tren.
El tiempo está medido a la perfección mediante los 3 personajes:
Uno de ellos se sentará junto a la vía, haciendo crujir los huesos de los dedos de sus manos.
Otro se sentará en el rellano de la estación, y se las verá con una mosca, a la cual acabará atrapando dentro de su revólver.
Me parece magnífico, el momento en que el personaje se acerca a la oreja la pistola, y escucha aletear dentro de ella, a la mosca, esperando que cese el sonido que anuncie su muerte.
Por último, tenemos al que aguarda en pie bajo una gotera, y que termina bebiéndose toda el agua que ha recibido su sombrero, hasta la llegada del tren.
Cuando el esperado tren llega, los hombres aguardan.
No baja nadie.
El tren vuelve a ponerse en marcha.
Los hombres parecen marcharse, pero un sonido los detiene, una Harmonica.
Se nos presenta Harmonica de la mejor manera posible, demostrando su valía con el revólver, frente a 3 hombres.
El girar del molino, la mosca, el crujir de los dedos, la gota de agua cayendo, el tren, la Harmonica, los disparos, son los sonidos que marcan el ritmo de la secuencia.
Sin ninguna duda, la extensa escena con los títulos, quizá los más largos de la historia del cine, pasó a la historia por los largos silencios, el magistral uso del montaje, los sonidos, y por los elementos construidos por el hombre.
Dando como resultado, una extraña y original banda sonora.
Son 15 minutos de títulos de crédito, que nos sitúan sin pudor alguno, ante el diálogo llevado al extremo, en el que cada palabra se traduce en un acto salvaje, ante un ballet de miradas, que no necesitan hablar, ante planos forzados hasta la extenuación…
Y el sonido, el hipnótico sonido, que a manos de Ennio Morricone marca el ritmo, en una danza entre el hombre y la muerte.
Curiosamente, Sergio Leone pretendía, que los 3 pistoleros que esperan a Harmonica en la secuencia inicial, fuesen interpretados por:
Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, matando así simbólicamente de una vez y para siempre, La Serie de Los Dólares.
Por otro lado, la matanza en el rancho McBain:
Iniciada como una escena costumbrista, donde vemos los preparativos que hacen el padre junto a sus hijos, para la llegada de Jill, hasta que un sonido los alerta.
El sonido de los animales cesa, anunciando que algo no va bien, sin embargo, la familia intenta mantener la calma, y seguir como si fuera normal.
McBain se dirige al pozo, cuando de nuevo, cesa todo sonido.
De pronto las aves echan a volar, y un disparo rompe la calma.
McBain observa hacia su granja, y ve caer muerta a su hija.
De nuevo disparos, que ponen fin a su existencia.
El más pequeño de la familia, sale a ver qué ha pasado, y junto a su terrorífica sorpresa, entra por primera vez, la partitura de Morricone, acompañando a los bandoleros que salen de entre la maleza.
Un hombre se para frente al niño y lo observa.
Uno de los suyos lo llama por nombre, y eso lo lleva a matar al niño.
La secuencia resulta impactante, y demuestra de nuevo, cómo el sonido es tan importante, para llevar a cabo la historia.
Tenemos también, el rescate en el tren:
Harmonica está preso en el tren de Morton.
Frank ha pedido que no se le dañe, hasta que regrese de ocuparse de Jill.
El que ha llevado a Harmonica a Frank, cae muerto después de descubrir bajo el tren a Cheyenne escondido.
Morton y sus secuaces, rodean a Harmonica.
Pronto Cheyenne entra en acción, primero a través de los cristales, subido sobre el vagón, después dentro de él.
Finalmente, eliminará al último pistolero, con un efecto sorpresa, pero antes, jugará con él paseándolo por el vagón.
El sonido de los pasos de Cheyenne sobre el vagón, aportan intriga a la secuencia.
Finalmente, Cheyenne liberará al detenido.
En especial, me gusta cómo la secuencia posee la intriga de no saber muy bien, por donde va a salir Cheyenne, ni de qué forma.
Por último, el duelo final:
Si hablamos de Leone, tenemos que hablar de sus duelos.
En esta ocasión, rememora los duelos de su Trilogía.
Frank va a zanjar su asunto con Harmonica, y descubrir de una vez, quién es.
Los 2 se apartan a un lugar solitario, y se sitúan, uno frente a otro.
Frank intentará buscar la posición que mejor le venga para disparar.
Harmonica se acercará, y se detendrá a unos pasos de él.
A medida que se acerca el momento, Harmonica recuerda al hombre que lo obligó a portar una Harmonica, y la razón por la cual se la puso en la boca.
Una vez rememorada la razón que lo mueve, desenfundan.
Los disparos alertan a Jill, que acompañada de Cheyenne, no tiene nada que hacer, más que esperar.
Harmonica se acerca a Frank, que empieza a perder la vida, y le pone su Harmonica en la boca.
La muerte se ha cobrado su deuda.
El duelo entre Harmonica y Frank, será el momento, en el que éste descubrirá por qué el primero le ha estado persiguiendo durante años, en una coreografía:
Música abrasiva, primeros planos durante minutos, danza de la cámara alrededor de los 2 hombres, el silencio final, los disparos que van a poner punto final a la aventura…
Imborrable, sencillamente.
Así, son 4 ejemplos de grandes momentos, sin embargo, C'Era Una Volta Il West posee mucho más, como:
La presentación de Cheyenne en la cantina, el viaje de Jill por los grandes paisajes rocosos, o la angustia de la mujer por encontrar algo de valor en la casa que le ha dejado su difunto esposo.
Todo ello, realizado con un nivel de detalle impresionante.
Así, con C'Era Una Volta Il West, Leone quería homenajear al western de Hollywood por todo lo alto.
Como anteriormente he citado, en C'Era Una Volta Il West se dan cita, todos los tópicos del género:
La llegada del ferrocarril, el hombre que busca venganza, la mujer que se descubre como empresaria, o el villano que viste de negro.
Todo ello se da lugar, enmarcándolo en grandes paisajes que rememoran las cintas de John Ford, o Anthony Mann.
También, hay lugar para mostrar detalles propios de su filmografía, como:
El uso del primerísimo primer plano de los personajes, o el personaje de “El Hombre Sin Nombre”, esta vez personificado por Harmonica, personaje que debía haber interpretado Clint Eastwood, pero que rehusó.
Como dato curioso, cuando Henry Fonda tuvo que rodar con Claudia Cardinale, la escena erótica, que era más o menos explícita, recordar que el veterano Fonda, nunca había filmado un momento así, con una actriz desnuda; al principio se sintió algo incómodo.
De hecho, Claudia Cardinale discutió minuciosamente con Leone, cuánta ropa estaba dispuesta a quitarse en las escenas de desnudo.
Para la escena con Fonda, la actriz accedió a aparecer desnuda, de la cintura para arriba; y rodando la escena en la que aparece en la bañera, lo hizo llevando unas bragas de color carne:
“Yo no dejaba de rezar, para que las burbujas de jabón no desaparecieran repentinamente, recordaba Cardinale, y cuando salí de la bañera, sujetando una toalla, y continuando con mi actuación, seguí preguntándome:
¿Estoy adecuadamente cubierta?
Fue una escena arriesgada”
A Bernardo Bertolucci, se le atribuye la idea de potenciar, por primera vez en un film de Leone, a un fuerte personaje femenino, entre los principales protagonistas, algo que el realizador aceptó de buena gana, si bien, negándose a aumentar por ello los aspectos románticos o sexuales del relato; según Bertolucci:
“Hablé con él sobre una escena.
El héroe entra en un pequeño hotel, se echa sobre la cama, y dice a la muchacha: “Quítame las botas”
Y ella empieza a masajear sus pies.
Esto podría ser el inicio de un encuentro erótico”
Pero Leone le interrumpió:
“Sí, sí.
Le masajea lentamente los pies, muy lentamente... y él se queda dormido”
Leone tenía una tendencia a neutralizar la posibilidad de una relación sexual, cuenta Bertolucci.
Por otro lado, C'Era Una Volta Il West avanza por las vías del ferrocarril, que vaticinan el advenimiento de un universo contemporáneo, en el que los personajes del western, ya no tienen cabida, y eso queda explicito en el diálogo:
Harmonica:
“¿Te has convencido de que no eres un hombre de negocios?”
Frank:
“Soy un hombre”
Harmonica:
“Una vieja raza.
Vendrán otros Morton, y la harán desaparecer”
Frank:
“Sí, pero el futuro no nos interesa”
O aquel, que me niego a traducir, y que dice:
Harmonica:
“The reward for this man is $5000, is that right?”
Cheyenne:
“Judas was content for $4970 less”
Harmonica:
“There were no dollars in them days”
Cheyenne:
“But sons of bitches... yeah”
Y es que el tiempo no es tiempo; es tabaco que Leone masca, y escupe a su antojo, en un juego de suspense, en el que la violencia no es la protagonista, sino los rituales que la anteceden, y en el que despunta, entre primeros planos de una fisicidad obscena, una dura crítica al capitalismo.
Con C'Era Una Volta Il West se llega al final de la hora del oeste salvaje, de una moral que dispara incluso, a quien la defiende, de un hombre en peligro de extinción.
En C'Era Una Volta Il West, la banda sonora, a cargo de Ennio Morricone, desempeña un papel fundamental.
El director, le concedió tanta importancia a este apartado, que hizo que la banda sonora, se compusiera antes de la propia película, participando activamente con el propio Ennio Morricone en la composición.
Morricone la compuso, a partir del guion original de Argento y Bertolucci, y a partir de esta fase, la trama sufrió importantes cambios, y además, en muchos momentos, Leone dirigiría con la música de fondo en el rodaje, para inspirar a los actores.
Su banda sonora, es irrepetible, una maravilla para un film elegíaco, la cual esta creada, a partir de los 4 personajes principales, y sobre ellos la desarrolla, dotando a cada personaje, de una música que les identificaba:
A Jill la acompaña una melodía dulce y orquestal; a Harmonica el sonido obviamente de una armónica; a Cheyenne lo anuncian siempre, unas notas musicales irónicas, casi de comedia, quizá porque es el personaje más simpático, una especie de pícaro; y a Frank, le dedica el tema más duro, cortante, intimidatorio casi, pero impresionante.
“People scare better when they're dying”
Toda gran película, debe contar y apoyarse con 4 grandes cosas:
La primera de ellas debe ser un guión fuerte, que mantenga al espectador.
La segunda debe ser un reparto, que con sus interpretaciones emocionen.
La tercera, una música que se te quede grabada en la mente, y que siempre sea recordada.
Y la cuarta y última, debe tener una gran dirección.
Así la acción de una figura distorsionada por el calor del desierto, que avanza lentamente; es un recuerdo del pasado, un ángel de la muerte, un miembro de una raza en extinción.
La imagen, se acerca más y más, al tiempo que se acerca el momento de hacer justicia.
La hora de la vendetta, que no tardará en llegar.
Mientras tanto, el país cambia, y la civilización va acabando con la anarquía del viejo Oeste.
Y una ex-prostituta, será el símbolo de ese cambio, y de las nuevas ideas que trae del Este.
Sin embargo, el que iba a ser su día más feliz, se torna en una completa tragedia.
Mientras los hombres parecen matarse a su alrededor por distintas causas, esa mujer tratará de salir adelante, y cumplir el viejo sueño de su asesinado marido:
Llevar la civilización, donde no la había; levantar un pueblo, y hacer una fortuna.
En fin, prosperar.
El viejo “Sueño Americano”
Por último, hay que guardar un sitio en el pedestal, a la fotografía y a la dirección, que unidas cómo uña y carne, a la perfecta música de Ennio Morricone, que una vez más nos demuestra, quién es el dios de las bandas sonoras, y quién es, fue, y será el mejor, y más revolucionario director de westerns, Sergio Leone.
Y es que a todos les llegó su hora:
A los trenes que llegan a estaciones fantasmas, donde dormitan espectros que no saben que tienen cara de muerto, y que la bala que lleva su nombre, llegará sin retraso a la estación donde esperan.
La venganza, masticada con paciencia y tiempo, como una melodía lúgubre que se repite en el recuerdo, como una maldición que cantara siempre la misma canción de muerte.
La hora de buscar la paz, aunque sea en una casa que no te pertenece, al lado de una mujer que no será tuya, en una vida que ya jamás tendrás, porque la bala que te matará, acaba de encontrarte en el momento en que más desearías estar vivo.
La hora de descansar y echar raíces, de tener una familia, y cultivar tu propia tierra, amasar tu pan, y hacer el café todos los días, de sobrevivir al pasado, y empezar a vivir como si fueras dueño de tu destino, aunque te sientas a veces, como si estuvieras en el centro del desierto, con vistas a ninguna parte.
La hora de los reptiles en un mundo seco y polvoriento, agotado por el calor, la violencia, y la muerte.
Donde solo sobreviven los más adaptados a la desolación, los más rápidos, los más listos, y los más desalmados:
Los escorpiones y las víboras.
Si pasas por allí, reconocerás esa estación.
Se llama muerte.
Y si el tren se detiene, sabrás que es la hora de morir para alguien.
Tal vez, incluso, para el asesino.
Por fin...

“Will you come back someday?”



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