The Magdalene Sisters

“You’re not a man of God!”

Personalmente, siempre he sentido cierto rechazo a las instituciones que ejercen de manera arbitraria, su fuero de poder.
Una de ellas, es el elefante burocrático, en el que se ha convertido La Iglesia Católica, preocupada siempre, por obtener beneficios a costa de olvidar los preceptos que heredaron del apóstol Pedro, su primer jerarca.
Con el paso de los milenios, cada uno de los Papas en el poder, se erigió como “príncipe temido, respetado y servido”, siendo que deberían ser ellos, los servidores de una comunidad de feligreses, necesitados siempre de un Dios piadoso, y no del ejecutor que se encargaron de crear los ministros de la iglesia.
Un Dios vengativo, en cuyo nombre se han cometido grandes crímenes.
Pero a la sombra de esos “Hombres de Dios”, evidenciados, una y mil veces a través de la historia, desde los antipapas de La Edad Media hasta los sacerdotes pederastas en este nuevo milenio, ordenes de mujeres religiosas, se han dispersado por todo el orbe, ejerciendo su influencia, aun en regiones donde el catolicismo no es visto más que como una doctrina extravagante, y ciertamente contradictoria.
Contradicción, es quizás la palabra que mejor define a las instituciones católicas, donde la piedad y el amor que promulgan al prójimo, son sustituidas por intolerancia y desprecio por la vida.
A comienzos del siglo XX, Irlanda era un país devastado por la pobreza, y los servicios de asistencia social, estaban sobrecargados.
Las familias sufrían fuertes presiones, para que recluyeran en instituciones, a los hijos que hubieran manchado su buen nombre, y a menudo, los confiaban al cura del lugar.
La Iglesia, por su parte, les animaba a que las sometieran a un encarcelamiento ilegal en las lavanderías de La Orden de La Magdalena.
El severo dogma de La Iglesia Católica, reinaba con mano de hierro sobre la sociedad irlandesa, y permitió la existencia de tales instituciones hasta los años 70.
En el interior de estas casas, la vida sin esperanzas, los severos castigos, y los abusos morales y físicos, estaban a la orden del día.
El Asilo de Las Magdalenas, es como se conoce a una serie de instituciones, también denominada “para mujeres caídas”, la mayoría de ellas, dirigidas por La Iglesia Católica en Irlanda, bajo la custodia de Las Hermanas de La Misericordia.
Los Asilos de Las Magdalenas, crecieron de los movimientos de rescate en el Reino Unido e Irlanda, durante el siglo XIX, que tenía como principal objetivo, la rehabilitación de las mujeres que habían caído en la prostitución.
En Irlanda, las instituciones recibieron dicho nombre, en honor de Santa María Magdalena, la cual de acuerdo a una tradición, se había arrepentido de sus pecados delante de Jesús.
El movimiento de Las Magdalenas en Irlanda, fue rápidamente apropiado por La Iglesia Católica y las casas, que fueron abiertas inicialmente como refugios transitorios, se fueron convirtiendo rápidamente, en instituciones a largo plazo; y las penitentes eran obligadas a trabajar, básicamente como lavanderas.
Como el movimiento de Las Magdalenas se alejaba, poco a poco de la idea original de un movimiento de rescate, es decir, sacar prostitutas de las calles que de otra manera encontraban difícil buscar otro tipo de empleo por su historial, los refugios se empezaron a transformar, al estilo de prisiones.
Los mismos, fueron puestos bajo la tutela de Las Hermanas de La Misericordia.
El nombre “Hermanas de La Misericordia” se aplica a varias congregaciones religiosas, de hermanas religiosas, en La Iglesia católica.
Mejor conocida, es la “Religious Sisters Of Mercy, (RSM) fundada por Catalina McAuley, en Irlanda, en el año 1831.
Las hermanas tomaban votos de pobreza, castidad, y obediencia, comunes a la vida religiosa católica, y en adición, un voto al que llaman “de servicio”
Participaban en la vida de la comunidad que rodea su convento, dentro del contexto misionero del servicio al pobre y al necesitado.
Muchas hermanas, se han enrolado en la educación, la atención médica, y programas comunitarios.
La organización, es también activa en relaciones públicas, y política.
La orden comenzó, cuando McAuley utilizó la fortuna que había recibido en herencia, para construir una Casa de La Caridad en Dublín, con el fin de prestar servicios de educación, vida religiosa, y servicios sociales para mujeres de escasos recursos y niños.
Pero La Casa tuvo oposición local, porque la sociedad de entonces, tenía como idea concebida, que este tipo de actividades, debían ser realizados por religiosas o monjas, y no por mujeres laicas.
De esta manera, la iglesia local asintió en la formación de una orden extra-conventual, y de ahí viene la tradición de llamarlas “Las Hermanas Caminantes” o “Walking Nuns” por su intenso trabajo de servicio, por fuera del convento.
La Casa permanece ahora, como El Centro Internacional de La Misericordia.
Pero bueno, en los registros de los asilos en sus inicios, se demuestra que muchas mujeres, entraron y salieron de esas instituciones cuando quisieron hacerlo, y en algunos casos, de manera repetitiva.
Lu Ann de Cunzo escribió en su libro llamado “Una Arqueología de Instituciones: Las Magdalenas”, donde las mujeres, buscaban allí, refugio de enfermedades, problemas familiares, hombres abusivos, y problemas económicos.
Las internas tenían que dirigirse a las hermanas, durante todo el tiempo como “madres”, sin importar su edad, y eran llamadas “hijas”, situación que se mantuvo hasta 1970.
A las chicas, al llegar, se las despojaba de sus ropas y objetos personales, se les cortaba el cabello, y les cambiaban sus nombres de bautismo, por nombres de Santas Católicas.
Se les imponía un severo régimen de trabajo, de oración, y de descanso, y se las privaba de todo contacto con el mundo exterior:
Ni libros ni periódicos, y ninguna relación con sus propias familias.
Muchas de las antiguas internas, han descrito su existencia de reclusas, como lo peor, como si hubieran estado realmente en prisión, porque las lavanderías de La Magdalena, negaban incluso, los mínimos derechos que se mantienen en las cárceles.
Para obligar al orden, y mantener una atmósfera monástica, a las internas se les requería, observar un estricto silencio durante la mayor parte del día.
Esta “regla del silencio” fue uno de los aspectos más notables de la vida de estas mujeres, y duró así, durante la segunda mitad del siglo XX.
El castigo corporal era común, y el comportamiento pasivo agresivo, fue simplemente ignorado.
En la mayoría de los asilos, las internas tenían que hacer duros trabajos físicos, especialmente en lavanderías.
Las Hermanas de La Misericordia, obligaban a las mujeres a lavar la ropa blanca de los hoteles locales, universidades, instituciones, entre 8 y 10 horas al día, 7 días por semana, sin recibir retribución alguna.
Los beneficios del negocio, fueron una fuente importante de ingresos para la Iglesia, así como para la manutención de las monjas, que por cierto, no comían el mismo menú que las “esclavas”
En Irlanda, se estima que unas 30,000 mujeres fueron internadas en dichos lugares, durante los 150 años de historia de dichas instituciones, por lo general, en contra de su voluntad.
Además, las monjas nunca preparaban a las jóvenes para la vida fuera de sus muros, de forma que, tras dejar Las Lavanderías de La Magdalena, casi todas ellas tuvieron que afrontar su nueva vida, con grandes problemas.
El hecho de haber estado en estas instituciones, era una vergüenza tan grande, que casi todas ellas lo ocultaron, e incluso, muchas huyeron para esconderse.
El embarazo fuera del matrimonio, se juzgaba como “una pérdida de la gracia de Cristo”; y a los hijos de tales pecadoras, se les consideraba “en peligro”, en el peligro de perderse durante las 7 generaciones siguientes.
A las hijas de madres desconocidas, se las encerraba en orfanatos y, cuando cumplían 17 años, se las enviaba a Las Casas de La Magdalena, para expiar los pecados de sus madres.
Con el afianzamiento de este fenómeno, comenzó a extenderse más allá de la prostitución, a las madres solteras, para involucrar el problema de abuso infantil femenino.
Incluso muchachas, que eran consideradas demasiado promiscuas o coquetas por su comunidad, eran enviadas a un asilo.
Este fenómeno se presentó de manera paralela en Gran Bretaña e Irlanda, en donde se presentó la práctica de internar a todo aquel que era considerado por sus entorno, como “poseedor de una disfunción social”
Las mujeres fueron por lo general, internadas en estas instituciones por solicitud de sus familias, o de sacerdotes.
Sin un miembro de la familia que pudiera reclamarlas, muchas de estas mujeres, estuvieron allí por el resto de sus vidas, y algunas tomaron votos religiosos.
Teniendo en cuenta que Irlanda es un país fuertemente conservador, en cuanto a la moralidad sexual, Los Asilos de Las Magdalenas fueron bien aceptados por la generalidad de la sociedad.
Y posteriormente, desaparecieron con los cambios en la estructura de valores morales, en cuanto a la sexualidad, o terminaron cuando dejaron de ser rentables, e incluso, el advenimiento de las lavadoras electrónicas, pudo ser un instrumento que precipitó su extinción.
La existencia de los asilos, no tuvieron mucha atención hasta 1993, cuando una orden de las hermanas de Dublín, vendieron parte de su convento a un propietario de bienes raíces.
Cuando empezaron a hacer la obra, se encontraron las tumbas de 155 internas que habían sido enterradas allí.
Los cadáveres fueron exhumados y, excepto por un cuerpo, cremados, y vueltos a sepultar en una fosa común del cementerio de Glasvenin.
Este acontecimiento, creó inmediatamente, un escándalo público, y pronto llegó a los medios de comunicación nacional.
En 1999, Mary Norris, Josephine McCarthy, y Mary-Jo McDonagh, 3 ex internas, dieron testimonio de la clase de trato inhumano que habían recibido.
El Canal 4 de Irlanda, en un documental de 1998, titulado “Sex In A Cold Climate”, entrevistó a varias ex internas, las cuales testificaron que habían sido objeto de abusos sexuales, psicológicos, y físicos, mientras permanecían aisladas del resto del mundo.
Se informó profusamente, sobre otros casos similares de abuso en orfanatos irlandeses, conocidos como “Escuelas Industriales”
Como grupo, dichos orfanatos fueron expuestos en RTÉ, la cadena nacional de televisión irlandesa, en series dirigidas por la reportera Mary Raftery, en 1999.
Aunque el gobierno irlandés estableció una comisión para investigar los casos de abuso infantil, intentos de las víctimas de obtener compensaciones, resultaron frustrados.
De acuerdo a la regulación establecida, para que una víctima pudiera recibir algún tipo de compensación, debía estar dentro de alguna lista de una de esas instituciones, pero curiosamente, Las Lavanderías de Las Magdalenas, no estaban incluidas en esas listas.
El último Asilo de Las Magdalenas, cerró sus puertas definitivamente, el 25 de septiembre de 1996, en Irlanda; dejando entre 40 y 50 mujeres, que todavía vivían allí, incapaces de afrontar la vida afuera.
Hasta la fecha, La Iglesia católica, todavía no ha pedido perdón formalmente a las mujeres de Las Casas de La Magdalena, ni les ha pagado ninguna indemnización.
La mayor parte de estas jóvenes, se fueron de Irlanda para tratar de rehacer su vida en Inglaterra, o incluso más lejos.
Se calcula que 30,000 mujeres y muchachas, vivieron hasta su muerte en Las Lavanderías.
Y es que el hecho de que se enviara mujeres a Los Asilos de Las Magdalenas por las más indemostrables sospechas de mal comportamiento sexual, es una prueba argüida por muchas feministas, de cómo la sociedad castiga con rigor a la mujer, pero es suave con el varón.
“Please don't tell her... please...”
The Magdalene Sisters es una película dramática, estrenada en el año 2002, escrita y dirigida por Peter Mullan.
Protagonizada por Geraldine McEwan, Anne-Marie Duff, Nora Jane Noone, Dorothy Duffy, Eileen Walsh, Mary Murray, Britta Smith, Frances Healy, Eithe McGuinness, Phyllis McMahon, Rebecca Walsh, Eamonn Owens, Chris Simpson, Sean Colgan, Daniel Costello, entre otros.
La primera vez que se planteó, públicamente la situación en que se encontraban las mujeres de Las Casas de La Magdalena, fue en el año 1992, en “Eclipsed”, una obra teatral de Patricia Burke Logan.
Esta autora, había trabajado en una de esas casas, durante los años 70, e intentaba acabar con el estigma que pesaba sobre tales casas:
“Las mujeres, víctimas inocentes de una sociedad irlandesa puritana, eran encerradas de por vida, condenadas al olvido, anónimas incluso en la muerte”
Pocos años después, en 1997, la cantautora Joni Mitchell escribió “The Magdalene Laundries”, que se ha convertido en la canción de protesta no oficial, de las supervivientes de las lavanderías.
El guión de The Magdalene Sisters es del propio director, quien lo escribió tras ver un documental en Channel 4, titulado “Sex In A Cold Climate” sobre las terribles condiciones de vida de las mujeres en Las Casas de La Magdalena.
“Lo que yo quería, es que el público se sintiera emocional y físicamente lo más cercano posible a las muchachas.
Para ello, había que resaltar con detalle, el ambiente físico que las rodea:
El jabón, el vaso de agua, la ropa, el trozo de pan, la llave.
Es un mundo reducido a una estricta y desnuda esencialidad.
Y es precisamente, en este mundo higiénico y vacío, en el que las muchachas intentan sobrevivir física, emotiva y espiritualmente” dice el director, que confiesa haberse sentido impresionado, por el poder absoluto que La Iglesia Católica ejercía sobre la sociedad irlandesa.
“Una vez, una mujer respondió a mi pregunta, acerca de cómo era su vida cuando era joven, en la Irlanda de los años 60 diciéndome:
“Imagínate la KGB”
Tenía razón; era idéntico a la KGB.
Si un cura decía que quería tu hijo, tenías que dárselo, sin hacer preguntas.
Se llegó a crear una extraña situación, en la que la gente no cuestionaba a la Iglesia, y la Iglesia no se cuestionaba nada”, dijo el director.
Otra cosa que impresionó a Peter Mullan, fue la longevidad de Las Casas de La Magdalena.
“Creo que El Estado, La Iglesia y la familia, conspiraron contra estas chicas a las que consideraban moralmente irresponsables.
La teocracia, sobre todo La Iglesia Católica, se consideraba guardián moral de las jóvenes”, sentenció.
Mullan ha ambientado The Magdalene Sisters en 1964, en los alrededores de Dublín.
En una época en la que muchas mujeres, estaban experimentando una nueva libertad cultural, con 4 jóvenes, desde el interior de Las Lavanderías de La Magdalena, donde combaten para sobrevivir al encarcelamiento.
La historia se concentra en sus vidas durante su prisión, y la difícil relación con las monjas, que se han convertido en sus carceleras.
Peter Mullan aviva la adormecida conciencia humana, con este cruel y consternado alegato contra la hipócrita impunidad del poder institucional, ambientado en la machista sociedad irlandesa de los años 60, que condenaba el vejatorio, atroz e intransigente régimen monacal, aplicado en Los Conventos Católicos de La Orden de Las Magdalenas.
La expiatoria y pesadillesca reclusión de 3 muchachas en uno de ellos, sorteaba la escabrosidad del tema con fluidez, cordura, y equilibrio, amparándose en una ambientación de trazo realista, y en la espontánea y mesurada franqueza de su registro interpretativo.
Denunciada desde los estamentos eclesiásticos, por su supuesto anticlericalismo, The Magdalene Sisters emerge como una propuesta crítica arriesgada, enérgica, e inapelable.
La tesis de fondo es:
Lo innecesario de instituciones de este tipo, y el error de imponer la educación desde los preceptos férreos e inquebrantables de cualquier religión; transmitiendo un mensaje que, pese a las críticas iniciales de La Iglesia Católica, no se ha podido silenciar, ni siquiera desmentir.
Así las cosas, The Magdalene Sisters explora el desarrollo de sus personalidades, en un ambiente controlado y dominado por mujeres vírgenes, siervas de Dios, esposas de Cristo.
Cada una a su modo, las jóvenes intentan rebelarse, y sus vidas siguen trayectorias distintas.
Si bien The Magdalene Sisters es una película de ficción, lamentablemente se basa en una historia verdadera.
Peter Mullan consigue mostrar, toda la riqueza de la femineidad, describiendo un universo que intenta, justamente, privar a esta femineidad de su expresión plena.
Hay que dejar en claro, que no se trata de un filme a priori anticatólico, sino de un documento que expone y denuncia, una de las tantas injusticias que se han cometido, utilizando “El Nombre del Señor” como “justificación”
Es tal vez por eso, por tratarse de la exposición de una verdad irrefutable, que se ha topado con nuevas muestras de intolerancia.
The Magdalene Sisters muestra de manera desgarradora, la injusticia cometida en 3 chicas adolescentes, cuyo único pecado es, el haber deseado ser libres de tomar sus propias decisiones.
Los Conventos de La Magdalena en Irlanda, eran gestionados por Las Hermanas de La Misericordia, en nombre de La Iglesia Católica.
Acogían a muchachas enviadas por sus familias, o por los orfanatos, que allí quedaban encerradas, y a las que se obligaba a trabajar en las lavanderías para expiar sus pecados.
Dichos pecados eran de distinta naturaleza:
Desde ser madre soltera, a ser demasiado bella, o demasiado fea, o demasiado simple, o demasiado inteligente, o víctima de una violación, y por tales pecados, trabajaban sin percibir ninguna retribución, 364 días al año, y se las hacía pasar hambre, se las sometía a castigos físicos, humillaciones, violencia física y moral, y se las separaba de sus hijos.
Las penas que tenían que cumplir eran ilimitadas, donde miles de mujeres vivían y morían allí.
The Magdalene Sisters sigue a 3 internas:
Margaret McGuire (Anne-Marie Duff) la cual es violada por su propio primo, y que además de soportar el abuso físico, debe enfrentar el desprecio familiar, que de manera cómoda, termina por enviarla al Convento de Las Hermanas Magdalena, orden religiosa encargada de ver por el bienestar de “jóvenes descarriadas”
Ella fue enviada por su propio padre al asilo, luego de que es violada en una fiesta por un primo, increíble pensar, que a pesar de ser la víctima, es la que recibe el castigo.
Hasta ese lugar, es también conducida, Bernadette Harvey (Nora Jane Noone), una hermosísima chica, que es calificada de “tentación para los hombres”, único motivo por el que debe ser retirada del mundo.
La belleza e inocente picardía común en cualquier adolescente, se convierte en su mayor pecado.
Ella era huérfana y vivía en un orfanato.
Su belleza hace, que sea el objeto de deseo, de todos los chicos que pasan por enfrente de esa institución, y en vista de eso, el director la envía también al asilo.
Finalmente, Rose Dunne/Patricia (Dorothy Duffy), es madre soltera, a quien le es arrancado su bebé a pocas horas de nacido, por un sucio arreglo entre su padre ofendido, y un sacerdote sin escrúpulos; ella ha “avergonzado y deshonrado” a sus padres al quedar embarazada, y dar a luz sin estar casada.
Luego de quitarle a su propio hijo para darlo en adopción, ellos la envían con las religiosas.
El trío de jóvenes, parecen estorbar en el mundo exterior; las 3 son condenadas por una comunidad anquilosada, en los albores de una nueva época de cambios sociales, donde la liberación del individuo, libertad de culto, sexual y de albedrío, era visto por los mayores, como “una amenaza inminente”
Los años pasan, y las chicas siguen encerradas en el asilo, bajo el control de las religiosas, pero sus personalidades las hacen lidiar con la situación de maneras diferentes:
Rose, a quien las monjas han renombrado como “Patricia” por la ya existencia de un “Rose”, es la más asustadiza de las 3, y lo único que realmente le importa, es saber qué habrá sucedido con su pequeño hijo.
Margaret es quizás la más religiosa del trío, y como tal, busca apoyarse en su fe para aguantar los días.
Y Bernadette, es la más agresiva y revoltosa de las 3, y en consecuencia, se mete en problemas con sus intentos de escapar.
Este lugar, más que un hogar de paz, era una prisión llena de tratos inhumanos.
En el lugar, podíamos observar mujeres de diversas edades, las cuales eran esclavas de la institución.
Su labor principal era la lavandería, donde no podían hablar entre sí, o con alguna persona externa a la institución.
Si no seguían las órdenes de la superiora, o de las otras hermanas, los castigos iban desde golpizas hasta humillaciones.
En The Magdalene Sisters se presenta claramente, el abandono, el abuso de poder, el abuso sexual, la corrupción, abuso físico, mental y emocional.
Durante la trama, vemos como estos abusos crean más traumas y desespero en estas jóvenes, quienes en diversos momentos, buscan la manera de escapar de una forma u otra, aunque sea atreves del suicidio.
De esta forma, La Hermana Bridget (Geraldine McEwan), Madre Superiora del Convento, es la personificación de todos esos atavismos, de un estilo de vida venido a menos.
Presa de mundanos pecados, deja en claro que, antes que la piedad está el dinero, y por tanto, El Convento de Las Magdalenas, ha dejado de ser un sitio de paz y reposo, para convertirse en un lucrativo negocio, donde de manera vil, las internas son explotadas.
Sus métodos, largas y extenuantes jornadas laborales, con alimentación escasa, privación de todo contacto exterior, o prohibición de intimar entre ellas, para no establecer así un refuerzo animoso, son de hecho, los que utilizan muchas sectas para debilitar psicológica y físicamente al nuevo miembro.
Caer pues, en uno de estos centros, era ser condenada en vida a un infierno terrenal, y las secuelas derivadas de todo este proceso, marcaban su devenir:
Algunas soterraban su rebeldía, en espera de alguna oportunidad para escapar, otras se entregaban de lleno a su nueva condición.
Para las jóvenes, no existe la redención en el interior de esas paredes, son simples obreras sin sueldo, calumniadas además, por la gente “bien” de la comarca, que sin conocimiento de causa, las acusa de prostitutas, en tanto que el grupo de monjas, son bien recibidas donde quiera que se paren, gozando además, de los favores del obispo.
Pero en The Magdalene Sisters, tampoco los “Hombres del Señor” son dignos de portar su investidura.
Escudados en la sotana, son capaces de dar rienda suelta a las pasiones carnales que en el púlpito se encargan de satanizar.
Juegan con la palabra de Dios, y revuelcan sus preceptos.
Su verdadera moral, es la hipocresía.
Si bien, The Magdalene Sisters se ha basado en el punto de vista de 4 de estas jóvenes en los años 60, una época de liberalización de costumbres para la mujer; estas jóvenes católicas, estaban viviendo una pesadilla como poco medieval, mientras el mundo exterior sostenía tácitamente, y en algunos casos activamente, la existencia de un Estado teocrático.
En “El Nombre de Dios” deja de lado la obviedad de las capacidades humanas, para soportar el dolor y la humillación, y toma como base otra cosa:
La supervivencia en el escape y no en el aguante.
“You're not his mother!
A mother puts a child to bed at night, looks after him when hes sick.
Feeds, clothes and educates him.
You've done none of that.
How can you take credit for something you haven't done?”
Si la reflexión sobre los efectos nefastos del extremismo religioso, sobre la libertad, sobre las relaciones del individuo con la sociedad, sobre el problema de la responsabilidad de la familia, incluso, sobre la vida en colectividad, se suscita necesariamente después de ver una película de semejantes características, ante todo, Peter Mullan nos agarra por el ángulo de la emoción, dirigiéndose directamente a nuestras tripas… porque, a mi modo de ver, aquí nos enfrentamos casi a un cine “físico”, ya que si bien, The Magdalene Sisters se inscribe desde el punto de vista estético, en una vena bastante clásica, con un relato simple, directo, lineal, rechazando la profusión de efectos de estilo, creo que es para interpelarnos y emocionarnos más directamente.
The Magdalene Sisters, como pocas, nos hace identificarnos con los personajes, e interesarnos por su suerte, casi cada escena se vive desde el interior del espectador, preguntándonos a cada momento, con angustia, qué más van a hacerle a estas 4 chicas, cuál será su reacción, cómo conseguirán mantener su dignidad.
Y es esta implicación total del espectador, que no puede evitar “estar” en el convento, este efecto de “ser real” lo que da a The Magdalene Sisters, gran parte de su fuerza y vitalidad, sin duda alguna.
De la actuación de las actrices, todas extraordinarias, capaces de trastornarte con esa mirada torturada:
En los ojos de Margaret se observa dignidad; rebelión en los de Bernadette; sufrimiento de mártir en los de Rose; e ingenuidad en los de Crispina.
Las 3 actrices principales, prácticamente debutantes, realizan trabajos excelentes.
Anne-Marie Duff demuestra la dureza de Margaret, pero a la vez, le deja un rastro del sufrimiento causado por su encierro.
Dorothy Duffy da vida a Rose, como una inocente niña.
Nora Jane Noone tiene una particular belleza, que justifica las “pasiones” que levantaba Bernadette en los chicos, su rostro es muy particular, a veces se ve muy, muy bonita; otras veces pareciera, que sus rasgos son desproporcionados, y otras, tiene cara como de loca...
La actriz Geraldine McEwan, ha logrado dar alma a un papel que podía caer en la clásica caricatura de “monja malvada”
Geraldine cuenta que se sintió atraída por el papel, por la complejidad del personaje, y por la fuerza del guión.
“En calidad de actriz, de alguien que tiene que interpretar lo que otro ha escrito, nuestra tarea es hacer humano al personaje.
Esto es lo más interesante.
La hermana Bridget, probablemente deseaba una vida distinta, si no hubiese tenido el peso de su credo y de su misión” agrega McEwan.
De hecho, el momento en el que la hermana Bridget llora al ver la película “For Whom The Bell Tolls” (1943), es justo lo contrario a ella:
Candorosa, guapa, humilde, y entregada a Dios.
El contraste entre ese comportamiento, y la actitud cruel y retorcida de la hermana Bridget, muestra hasta qué punto, un tirano se cree de verdad, que está haciendo lo correcto.
Por último, Eileen Walsh como Harriet/Crispina, agrega su propia personalidad y sus propias opiniones al personaje, le guste o no al público, y ella tiene la valentía de hacerlo.
En su lugar, muchas actrices habrían interpretado a Crispina, como una persona a la que tener compasión, y eso habría sido un auténtico error.
El mismo Peter Mullan, se reservó un papel en The Magdalene Sisters, como O’Connor, el padre de una de las chicas, Una O’Connor, la muchacha que intenta escaparse de la lavandería.
Mullan dice de su personaje:
“La Iglesia Católica, la fe, la familia, y la reputación, tienen para él, más importancia que su propia hija, y éste es el auténtico problema”
En una época, en que la reputación y la dignidad de una familia, eran puntos centrales para consolidar su posición en el interior de una comunidad, muchos hombres se encontraron en una situación similar, luchando para mantener intacta su propia posición.
La genialidad del prólogo, en esos 10 minutos que nos muestran, uno a uno el origen del secuestro de 3 de los personajes principales, es impagable.
La brutalidad de la injusticia, y la estupidez de un sistema de pensamiento pasado de moda, se expresan con virtuosismo.
Una introducción tan lograda, que nos hace interesarnos por el resto del metraje, y por la suerte de estas chicas, ya que Mullan nos presenta, cómo son irracional y violentamente arrancadas de su medio original, provocándonos un sentimiento de injusticia, que sirve para abrir el relato, y que estará presente a lo largo de toda la obra.
Destacando la antológica, primera escena de la violación, durante la fiesta de una boda, metáfora de la demagógica hipocresía en la que se va mover el relato, como se produce, la víctima lo cuenta a alguien mientras suena la música, la gente baila, se ven motivos religiosos, el ultraje sexual pasa de boca en boca, y el resultado es, que la condenada es ella, y que la mandan donde Las Hermanas de La Magdalena, terrible la misoginia que desprende este puritano e integrista microcosmos.
O con La Superiora, esa soberbia Geraldine McEwan, que se emociona viendo “For Whom The Bell Tolls” (1943), y en escenas anteriores, contando los billetes mientras trata de dar lecciones morales a las nuevas internas…
Son escenas que despiertan indignación, como aquella en la que las monjas humillan a varias jóvenes, obligándolas a desnudarse, y haciendo comentarios irónicos, respecto a sus cuerpos; el abuso sexual del sacerdote hacia la devota pero inocente Crispina, o la golpiza que la hermana Bridget propina a Rose…
La cárcel que padecían estas mujeres, no solo eran dentro de los muros, si no que la sociedad del país las repudiaba, siendo las familias, sus peores enemigos, siendo asfixiante el clima, como por ejemplo:
La brillante escena, en que una muchacha encuentra una puerta abierta, y sale al exterior, para a un coche, y ante las despectivas palabras del conductor, decide volver dentro de su reclusión…
Pero al leer las notas finales de The Magdalene Sisters, sobre que los internados funcionaron hasta 1996, las intenciones de Mullan terminan agradeciéndose.
“You've got no home.
You have no mother.
You got no father.
You killed us, you slut.
You killed us both”
¿Cómo es posible que una sociedad occidental, y supuestamente moderna, haya permitido durante tanto tiempo, este tipo de salvajadas?
¿Cómo es posible, que esas torturas y ese maltrato psicológico, se cometieran “En Nombre de Dios”, y durasen hasta 1996?
La Iglesia Católica ha tenido desde siempre, una terrible fama causada por las barbaridades y abusos que algunos de sus miembros han cometido “En Nombre de Dios”
Particularmente en estos últimos años, los descubrimientos sobre la opresión, los maltratos, y los abusos tanto físicos como sexuales y mentales, que han ocurrido de manos de representantes de La Iglesia, han puesto en duda las verdaderas “vocaciones” de estas personas, y han debilitado tremendamente, la imagen de esta religión.
The Magdalene Sisters escandalizó al mundo entero, y se rodó gracias a los testimonios de algunas ex internas; y hace ya más de 10 años, las víctimas luchan sin descanso por reconocimiento, justicia, y reparación.
La realidad es que, aunque el argumento nos haga escupir miles y miles de insultos hacia las religiones organizadas como mecanismos represores, The Magdalene Sisters es una película muy buena, una para mirar más de una vez, para analizar y reflexionar; y que no es únicamente, un ataque a dicha orden eclesiástica, sino a la sociedad.
Nos hallamos en la Irlanda de los años 60, época de la llamada “liberación de la mujer”; y es entonces, cuando todavía muchas mentalidades continuaban enterradas en el oscurantismo medieval.... ahora también.
La demonización del cuerpo femenino, ese cuerpo del pecado, del acto sexual, la estigmatización de la joven que ha sufrido una violación, la culpa interiorizada como autoculpa, por los actos cometidos, son algunos conceptos aún imperantes en nuestra sociedad, no sólo perpetuados por los hombres, ya que muchas mujeres tejen su propia prisión, y apoyados desde la religión.
Y, por supuesto, el espacio para la doble moral, también está servido.
The Magdalene Sisters es una historia, donde las niñitas feas, hermosas, putas, o tontas, son castigadas por ser como son, y deben sufrir y sufrir y sufrir, hasta los límites del hartazgo, ser humilladas de las maneras más ridículas, y bajar la cabeza ante el indiscutible poder que estas hermanas hijas de puta.
La sociedad machista, castradora, hipócrita, representada en The Magdalene Sisters, también puede trasladarse a muchas otras sociedades, en donde el miedo al qué dirán, a la censura pública, hace que los estereotipos dominen la vida de las personas, llevándolas a la ruina y al sufrimiento.
Y la increíble realidad, en la que es la propia familia el enemigo, sea quizá lo que más traumatice.
No solamente es la impunidad de la iglesia, sino que lo que más indigna, es el beneplácito de la sociedad en general, en considerar oportunas y justas, semejantes “medidas correctivas” sólo por ser mujer; y ese es “el pecado” o “justicia misógina”
El gran acierto de The Magdalene Sisters, es presentar a toda la sociedad irlandesa como causa, víctima, y verdugo de una enfermedad moral:
En considerar a las mujeres, que no sigan las reglas estrictas del catolicismo como subhumanos.
De la misma manera que los nazis, no consideraban a los judíos como hombres, sino como poco más que animales, las muchachas de la institución, son consideradas por sus padres, sus vecinos, La Iglesia Católica y Gobierno irlandés, como sub-humanos.
En vista de los escándalos relacionados con sacerdotes, y abusos que han surgido en los últimos tiempos, The Magdalene Sisters no pierden su terreno en la polémica, demostrando que el mal que subyace en la naturaleza humana, no se elimina bajo el designio moral de religión alguna, sino que, se institucionaliza e incorpora nuevos argumentos, que llegan incluso, a justificarla.
Otra cosa importante, es el retrato de esa ignorancia que caracteriza a la triste sociedad que sigue a La Iglesia, con una tremenda devoción, ese retrato de la ignorancia que busca siempre La Iglesia.
Por su parte, El Primer Ministro irlandés, ha pedido perdón públicamente en el parlamento.
Las Hermanas de La Magdalena reconocen que no estaban preparadas en su día, y que se arrepienten de su falta de compasión.
Así lo manifiestan, textualmente,  en el documental “Convents Of Shame” (1999) de Christopher Weber.

“Oh, you can all just go to hell!”



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