Lock, Stock and Two Smoking Barrels

“A Disgrace to Criminals Everywhere”

En general, siempre se dice que:
“El cine de antes, es mejor que el moderno”
Las películas de los años 50 y 60, son superiores a la mayoría de producciones que vemos en el nuevo milenio, lo cual es cierto, ya que la inmensa mayoría de filmes actuales, se centran en efectos especiales, y escenas de acción, antes que en un buen libreto.
Posiblemente por esto, es que la producción fílmica británica, sea tan valorada.
Es indudable que no cuentan con los presupuestos millonarios de Hollywood, y esto los obliga a exprimirse el cerebro a la hora de armar una buena historia para filmar.
Mientras Hollywood, comienza a aburrir con su reciclado constante de ideas, en Gran Bretaña se esfuerzan por ser originales.
Y en los últimos años, los ingleses se han hecho un nombre, tanto en el género policial, como en la comedia romántica, dando muestras ejemplares de buen cine.
“So, the only thing connecting us to the case is in the back of your car, which is parked outside?”
Lock, Stock and Two Smoking Barrels es un thriller o también catalogada como comedia negra británica, del año 1998, escrita y dirigida por Guy Ritchie.
Protagonizada por Nick Moran, Jason Flemyng, Jason Statham, Dexter Fletcher, Steven MacKintosh, Frank Harper, Lenny McLean, Vinnie Jones, Sting, P.H. Moriarty, entre otros.
A Lock, Stock and Two Smoking Barrels, le siguió una serie de televisión, llamada “Lock, Stock...” en el año 2000.
Lock, Stock and Two Smoking Barrels trata de un “atraco perfecto” acerca de un joven y resuelto tahúr, que ha perdido 500,000 libras ante un jefe del crimen organizado, en una partida amañada de “brag de tres cartas”
Para poder pagar su deuda, él y sus amigos, deciden robar a una banda de poca monta, que resulta estar operando desde el piso de al lado.
Lock, Stock and Two Smoking Barrels le valió a Guy Ritchie, reconocimiento internacional, y sirvió para presentar a los actores:
Vinnie Jones, antiguo futbolista de la selección de País de Gales, y Jason Statham, a nivel mundial.
El cantante Sting, también tiene un papel, al interpretar al padre de uno de los protagonistas, y a modo de curiosidad, la mujer de Sting, Trudie Styler, era productora ejecutiva de Lock, Stock and Two Smoking Barrels, y los 2 presentaron posteriormente, a Guy Ritchie y Madonna, que luego se casarían.
El papel de Barry “The Baptist” lo interpretaba el tipo duro, Lenny McLean, también conocido como “The Guv’nor” después de convertirse en el mejor luchador de puños desnudos de Gran Bretaña.
McLean enfermó durante el rodaje, pero se creyó que no era más que una gripe; y murió de cáncer de pulmón y cerebral, el 28 de julio de 1998, poco antes de que se estrenase Lock, Stock and Two Smoking Barrels.
Los productores, cambiaron inmediatamente los carteles y posters, para que apareciese Lenny McLean como tributo, aún teniendo en cuenta, que su papel era secundario.
El cine de Ritchie, gira en torno a los gánsteres modernos, las apuestas, los nuevos “padrinos”, sus matones, y los eternos perdedores que en todas las geografías habitan, sazonado todo ello, con una violencia extrema, sólo aliviada por el tono de sátira británica que lo empapa.
Lock, Stock and Two Smoking Barrels sigue a Eddy (Nick Moran), un jugador fino de cartas, que sabe cómo jugar, y sobre todo, sabe entender las reacciones de las personas; teniendo esta habilidad, convence a sus 3 amigos, para jugarse los ahorros de sus vidas, contra “Hatchet” Harry Lonsdale (P.H. Moriarty), un mafioso de la zona.
Aunque Harry es muy bueno, también no tiene oportunidad contra Eddy, excepto que el primero es muy tramposo, así que no solo le gana a Eddy, sino que lo pone en la difícil situación, de hacerlo apostar mucho más de lo que puede pagar, así que perderá los 100 mil, más otros 500 mil que terminara apostando.
Harry les da una semana a Eddy y sus amigos para pagar.
Eddy es el hijo del empresario de hostelería, J.D. (Sting), y se dedica a jugar apostando en grandes timbas de póker.
Tom (Jason Flemyng), es el capitalista del grupo, un tipo que se dedica al contrabando de productos robados, y que habitualmente, trata con chusma del calibre de Nick “The Greek” (Stephen Marcus)
Soap (Dexter Fletcher), “jabón” en inglés, es cocinero de profesión, y un tipo al que no le gusta ensuciarse sus manos en asuntos turbios.
Bacon (Jason Statham) se dedica a timar transeúntes, con la complicidad de ganchos.
Con esta fauna, el embrollo inicia cuando Eddy escucha unos mafiosos, hablando de atracar a unos vendedores de drogas, hay un buen botín en dinero y en Marihuana, así que crean un plan, después que estos roben, ellos le robaran a estos, y consiguen a quien venderles la droga de paso; lo que claro, ellos no saben, es a quien le están vendiendo la droga de antemano, era el verdadero dueño, aparte de esto, hay 2 armas antiguas que están usando, de las cuales, Harry está loco por mantenerlas en su poder, y de hecho, había puesto a varios ladrones a robarlas en primera instancia.
A medida que avanza Lock, Stock and Two Smoking Barrels, suceden una serie de pros y contras, que acabará por incluir a más grupos de crimen organizado de Inglaterra, con numerosas escenas paralelas, que nos hacen reír y disfrutar por su gran sentido del humor.
Todo se mezcla de una extraordinaria manera:
Mafiosos, Gánsteres, plomo, violencia, suerte, coincidencias, cruces, es lo único que veras en esta excelente producción.
Para ilustrar sus relatos, Ritchie apela a algo que es la piedra fundacional del cine:
A buscar una solución visual como eje narrativo.
A mostrarnos, no a contarnos.
Algo básico, pero que la gramática de Hollywood nos ha hecho olvidar a punta de torpeza, y convencionalidad domésticas.
“There's no money, there's no weed.
It's all been replaced by a pile of corpses”
Lock, Stock and Two Smoking Barrels es la primera película de la saga de Guy Ritchie, encasillada principalmente en la delincuencia y la mafia, de la que seguiría “Snatch” (2000), compartiendo algunos actores, aunque con diferentes roles en cada una:
Jason Statham y Vinnie Jones.
Y es que Guy Ritchie, tiene un talento especial para contar historias de gánsteres.
No sólo les da un toque original a sus personajes, sino que tiene una gran habilidad tramando guiones, a los que añade un halo de negrísimo humor.
Lock, Stock and Two Smoking Barrels, posee un guión que, dentro de lo inverosímil de sus premisas, resulta hábilmente trenzado, con profusión de retruécanos, y vueltas de tuerca hasta el mismo final, una trama llena de acción sin descanso, una caterva de personajes, todos ellos juveniles, no olvidemos que los jóvenes son el destinario natural y mayoritario del cine que se “produce” hoy en día, a cual más peculiar, humor, diálogos ocurrentes, y por último, todo ello trufado por una incontestable banda sonora, compuesta de hits reconocibles.
Formalmente, Lock, Stock and Two Smoking Barrels, como no podía ser de otra forma, es un ejercicio de pirotecnia visual, desde la característica fotografía oscura en tonos ambarinos, al completo catálogo de subrayados visuales efectistas.
En post producción, de hecho, le quitaron mucha luz, y los escenarios y las ropas tenían tonos marrones, para que entrara por los ojos, la decadencia, la suciedad, y la pobreza del East End londinense.
La cámara, es incapaz de estarse quieta, los planeos se suceden sin cortes, hay “jump cuts”, imágenes al ralentí, narradores omniscientes, “flashbacks”, fragmentación temporal, compresión espacial, una edición desmesuradamente veloz, un “raccord” perfecto, y cuanto truco pueda diseñarse para amarrar al espectador a la historia que nos cuenta, por lo general, un relato coral, atiborrado de personajes, todos con un peso muy similar dentro del argumento.
Y los giros de la historia son imprevistos.
Hay cierta alteración de la linealidad del relato, como el episodio del traficante negro en el bar, los 2 ladrones que van tras las escopetas antiguas, y que son rezagados en el relato para darle un clímax; que no siempre está bien integrado.
Y sobre el final, quizás puede ser que Ritchie de demasiadas vueltas de tuerca, y pierda algo de verosimilitud, al menos con la lógica interna que venía desarrollando, con tal de dar un par de sorpresas.
Pero no deja de ser altamente disfrutable.
Esta producción británica, planteada según los cánones establecidos por Quentin Tarantino en cuanto a definición de personajes, trama, tono, y estructura; en un análisis superficial, Lock, Stock and Two Smoking Barrels puede suponer, que es un clon británico de “Pulp Fiction” (1994)
Es indudable, que hay reminiscencias Tarantinescas en Lock, Stock and Two Smoking Barrels:
La confusión de identidades, la comedia negra, los personajes pintorescos, algunas digresiones temporales en la narración del relato…
Pero mientras Tarantino utilizaba estos recursos para desarrollar un puñado de historias, que iban de lo cómico a lo terrible y violento, como cuando Bruce Willis es atrapado por los depravados sexuales del video club; el tono de Ritchie es inconfundiblemente de comedia.
La violencia es expuesta rara vez y, si debe hacerlo, aparece fuera de cuadro, como las matanzas o torturas, que nunca se ven.
Los diálogos son realmente filosos y bien escritos, y todos los personajes parecen operar con fuertes códigos éticos, que no son necesariamente los normales.
Como el caso del matón que interpreta Vinnie Jones, en su debut en el cine, que amedrenta a los deudores de Harry, y lleva a su hijo con él durante el trabajo, que es violento, pero no tolera los insultos delante del niño.
O del mismo Harry, que opera en un “Sex Shop”, puede matar a garrotazos a un matón con un consolador, y es un individuo refinado, que se deleita con las armas antiguas, como las 2 escopetas clásicas, a las que hace referencia el título…
E increíblemente, los únicos personajes que no están tan bien delineados, son los 4 caracteres principales.
Ritchie intenta darle cierta profundidad a Eddy, por ejemplo, cuando choca con su padre, interpretado por un medido Sting, ya que Harry planea cobrarse con el bar de éste.
Pero, al actuar los 4 juntos para todos lados, resultan ciertamente, anónimos.
El director, de hecho, pasó gran parte de su tiempo, buscando actores adecuados para cada papel, tanto es así, que contrataron a antiguos delincuentes, para que Lock, Stock and Two Smoking Barrels tuviera un aire más macarro y macabro.
Eso sí, donde Ritchie se deleita es con las extravagancias de los personajes secundarios, desde el vendedor de drogas, al violento jefe de la banda de ladrones, e incluso, el traficante negro de droga.
Hay mucho humor, en cómo los perfila.
Y una buena elección de los temas de su banda sonora, con canciones de Ocean Colour Scene, James Brown, Stooges, Stone Roses, o Dusty Springfield.
“If the milk turns out to be sour, I ain't the kind of pussy to drink it”
Ritchie presenta la historia de Lock, Stock and Two Smoking Barrels con soltura, con un dominio magistral de los tiempos narrativos, y ayudado con un montaje excepcional.
Desde el primer momento, intenta ser políticamente incorrecto, provocando al espectador, con el lenguaje callejero, y el estilo de vida de los personajes.
El grupo de amigos, se presenta de lo más cómico, unos jóvenes perdidos en el propio devenir de sus vidas, cayendo en la tentación de lo más fácil, que también suele ser lo más ilegal.
El círculo vicioso en el que se ven envueltos, no es más que otra locura de estar por casa, otro momento adrenalínico vivido, esta vez, casi hasta el mismísimo límite del abismo.
Al verse metidos en medio del fuego cruzado, no dudan en saltar al vacío, sin pensar en las consecuencias.
No son héroes por enfrentarse a la mafia, ni mucho menos valientes; tan sólo son unos tipos, que tienen un apuro, y no dudan en cagarla las veces que hagan falta para que, el mismo destino que les ha metido en el lío, los saque de él.
Otra característica del cine de Ritchie, es el reparto coral, y el cruce de tramas hasta la conversión final, faceta que domina con solvencia.
Los diálogos son bastante buenos, aunque hay tal número de personajes, que acaba agotando el lenguaje callejero de la mayoría de ellos.
Estamos ante una obra “testosterónica”, es decir, de esas que hay que ver sólo, o con amigos masculinos, porque a la mayoría de las féminas, no les va a gustar.
Un detalle curioso, es que en las películas de Ritchie, al menos las que he visto, no aparecen féminas especialmente llamativas, que nos distraigan de la acción.
Desconozco el motivo, por el que sus películas son como campos de nabos.
En fin...
Con Lock, Stock and Two Smoking Barrels, Ritchie dio origen a un nuevo estilo de hacer cine, que tanto ha sido copiado en trabajos posteriores, ya sea por él mismo, como por otros directores discípulos, de su forma de presentar las situaciones y personajes.

“No mortgages, no debts, lock, stock, the fucking lot”



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