The Time Machine

“George... I speak to you as a friend, more as a brother...  if that machine can do what you say it can, destroy it.
Destroy it George before it destroys you!”

En 1895, Europa, y con ella, el mundo, vivía tiempos de incertidumbre.
La Revolución Industrial, El Capitalismo y El Colonialismo, mostraban las 2 caras de la moneda:
Por un lado, el desarrollo y la modernidad; por el otro, la desigualdad y la exclusión social.
Mientras la alta burguesía disfrutaba de su bien ganado dominio en la elite política, económica y social, el proletariado se hacinaba alrededor de las fábricas para trabajar de sol a sol.
Y tan solo 2 años antes, moría en Londres, Karl Marx, el padre del socialismo, que auguraba un cambio revolucionario que llevaría al proletariado al poder.
Al igual que El Capitalismo sustituyó al Feudalismo, este sería superado por El Socialismo, antesala del Comunismo puro, es decir, de la sociedad sin clases.
Esta teoría, llamada por Marx “Materialismo Histórico”, parecía abrirse ante los pies de los burgueses, como un peligro real, a tenor de las agrupaciones y movilizaciones obreras, exigiendo mejores condiciones laborales.
Ese año, un joven escritor inglés de 29 años, Herbert George Wells, publicó la novela “The Time Machine”, un clásico de la ciencia ficción, que especulaba con un futuro catastrófico para el hombre, de no solucionar la lucha de clases.
H.G. Wells tenía el don de dar respuesta escrita, a las preguntas más recurrentes de la ciencia popular.
Nos mostró lo que sucede a un hombre que consigue el don de la invisibilidad, qué pasaría si nos invadiesen los extraterrestres, qué conseguiría un “Mad Doctor” al crear híbridos entre animal y humano, o como en el caso que aquí nos ocupa, qué se encontraría un inventor, en un futuro lejano, creando la máquina del tiempo.
Y todo ello sucedió entre 1895 y 1898.
Y es que Wells es probablemente, el más grande autor de ciencia ficción junto con Jules Verne.
Esto no desacredita a todos los geniales autores posteriores, pero Verne y Wells son los creadores del género.
Y si bien Wells no tenía la erudición de Verne, tuvo algunas de las más poderosas e influenciables mentes de la literatura fantástica:
Basta con nombrar a 4 de sus obras más relevantes:
“The War Of The Worlds”, “The Time Machine”, “The Invisible Man” y “The Island Of Doctor Moreau”
Lamentablemente, la obra fantástica de Wells fue breve, antes de dedicarse de lleno a la política, y abandonar la escritura de libros de ficción.
En especial, “The Time Machine” es una novela de ficción del escritor británico, Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres, en el año 1895, por William Heinemann.
Consta de 16 capítulos, y un epílogo; y está basada en “La Teoría del Eternalismo”
Al contrario que Jules Verne, padre del detalle y la explicación minuciosa, Wells describe, a propósito, la máquina de modo superficial y a la ligera, con algunas pinceladas de color, como cuando comenta que tenía partes de metal, cristal de roca y marfil, que dejan al lector con curiosidad por saber más del invento, y su mecanismo.
“The Time Machine” fue la primera novela, de uno de los considerados como “padres de la ciencia ficción” y, con su mezcla de aventuras y doctrina social y política, alcanzó un notable éxito, contribuyendo así, a la estabilidad de Wells, que a partir de ese momento pudo dedicarse plenamente a la escritura.
Una parte del libro, la que versa sobre la explicación del invento, y en la que se discute sobre la 4ª dimensión, fue publicada en el año 1893, en el Henley's National Observer.
El escritor desarrolló el resto de la novela, que trata de las aventuras del Viajero a través del Tiempo, en el futuro, 2 años después, tarea que le llevó escasos 15 días.
Con esta obra, Herbert George Wells, inauguraba la temática del viaje a través del tiempo, si bien el autor no entra en las paradojas temporales, ya que en “The Time Machine” prima la finalidad moralizadora; Wells pinta al protagonista, como un hombre con ojos grises, y un rostro “habitualmente pálido”, y sobre él, apunta que “era una de esas personas demasiado inteligentes para ser creídos; con él tenías la sensación de que nunca se le percibía por entero; sospechaba uno siempre en él, alguna sutil reserva, alguna genialidad emboscada, detrás de su lúcida franqueza”
A lo anterior, habría que añadir que es un sujeto de acción, ya que no duda a la hora de lanzarse a probar su invento y, a pesar de los peligros de la primera aventura, no le falta valor para lanzarse a un 2º viaje por el tiempo.
Además, es una persona con un extraordinario conocimiento del mundo en el que vive, tanto científica, como social o políticamente hablando, y al que también caracteriza su preocupación por el rumbo de la humanidad, motivo por el que se lanza a conocer el futuro, y el final de la misma.
Se sabe también, que este poseía grandes conocimientos sobre cultura, medicina, política, matemática, biología, y otras ciencias.
Los Eloi por su parte, son los seres que habitan la superficie del planeta Tierra, en el año 802.701.
El Viajero a través del Tiempo los describe como seres de una estatura de 1.20 metros, vestidos con túnicas púrpuras, ceñidas al talle por un cinturón de cuero, y al protagonista le impresionan “la belleza y la gracia de aquel ser”
Viven de una forma despreocupada, sin trabajar, y alimentándose de los frutos que les da una tierra sin malas hierbas, jugando, y amándose durante todo el día, y sin indicios de padecer enfermedad alguna, si bien tienen un miedo terrible a la oscuridad.
La visión de estos seres, lleva al protagonista, de describir que en el citado año, el mundo está en un “estado de ruinoso esplendor”, y además de conjeturar que El Comunismo se ha impuesto, piensa que la humanidad ha conseguido desarrollarse plenamente, someter a la naturaleza y, luego, acomodarse.
La seguridad y la falta de necesidad, hacen innecesaria la especialización de los sexos.
El Viajero a través del Tiempo explica su decepción, al no encontrar una sociedad con unos adelantos increíbles “en conocimientos, arte y todo”
Muy al contrario, descubre unos seres cuyo nivel intelectual, es equiparable al de un niño de 5 años
Específicamente, la mujer llamada Weena, es una eloi a la que el Viajero a través del Tiempo rescata, cuando está a punto de ahogarse, gesto que agradecerá, acompañando al protagonista a todas partes, salvo cuando se adentra en los territorios temidos por estos seres.
El aventurero, agradecerá la compañía de este personaje, y pronto se creará un vínculo afectivo entre ambos, gracias a las continuas muestras de ternura de Weena, uno de los pocos comportamientos elogiables en El Nuevo Mundo, en el que la vida de los demás, no parece tener mucho valor, y en el que la única forma de enfrentarse a los miedos, es aglomerarse en lugares aparentemente seguros.
No se deja explicito el destino de ella, en un aparente ataque de los Morlocks, el autor deja en imaginación, lo que pudo suceder con ella.
Allí no hay sepulturas, tumbas ni cremación, y lo que es más llamativo, no hay ancianos ni enfermos.
No hay herramientas por ninguna parte, ni siquiera para confeccionar el vestido y el calzado…
Si los Eloi son gráciles, vegetarianos, e inofensivos, los otros habitantes del planeta, los Morlocks, se caracterizan por su fealdad y su ferocidad.
“Era de un blanco desvaído, y que tenía unos ojos grandes y extraños, de un rojo grisáceo, y también unos cabellos muy rubios, que le caían por la espalda”, dice el viajero cuando tropieza por primera vez, con una de estas criaturas, sobre las que a continuación apunta:
“¡Aquel ser, se asemejaba a una araña humana!”
Habitan el subsuelo del planeta, en total oscuridad, por lo que tienen unos ojos “de un tamaño anormal y muy sensibles”, y tienen una serie de pozos de ventilación, que les permiten salir al exterior de cacería en las noches sin Luna.
Y es que, a diferencia de los Eloi, los Morlock son carnívoros y, según adivina el protagonista, el plato básico de su dieta, son los Eloi, lo que justificaría su miedo a la oscuridad.
El viajero asocia esta raza, a la evolución de los sirvientes de las clases pudientes, es decir, los trabajadores, mientras que los descendientes de los acomodados, serían los habitantes de la superficie del planeta.
De inicio, El Viajero a través del Tiempo, hace la presentación de su invento, y narra sus aventuras a una serie de personas, que representan a la sociedad de finales del siglo XIX, la mayoría de ellos, escépticos y preocupados por la actualidad científica y social de la época.
Entre estos personajes está Filby, “un personaje polemista de pelo rojo”, un psicólogo, un corregidor, un doctor, y varios periodistas, entre otros, así como el propio narrador/transcriptor del relato.
Los siguientes párrafos del capítulo 13 son esclarecedores:
“Me afligió pensar, cuán breve había sido el sueño de la inteligencia humana.
Habíase suicidado.
Se había puesto con firmeza, en busca de la comodidad y el bienestar de una sociedad equilibrada con seguridad y estabilidad, como lema; había realizado sus esperanzas, para llegar a esto al final.
Alguna vez, la vida y la prosperidad debieron alcanzar, una casi absoluta seguridad.
Al rico le habían garantizado su riqueza y su bienestar, al trabajador su vida y su trabajo.
Sin duda, en aquel mundo perfecto, no había existido ningún problema de desempleo, ninguna cuestión social dejada sin resolver.
Y esto había sido seguido de una gran calma.
Una ley natural que olvidamos, es que la versatilidad intelectual, es la compensación por el cambio, el peligro, y la inquietud.
Un animal en perfecta armonía con su medio ambiente, es un perfecto mecanismo.
La naturaleza no hace nunca, un llamamiento a la inteligencia, como el hábito y el instinto no sean inútiles.
No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio.
Sólo los animales que cuentan con inteligencia, tienen que hacer frente a una enorme variedad de necesidades y de peligros.
Así pues, como podía ver, El Hombre del Mundo Superior, había derivado hacia su blanda belleza, y el del Mundo Subterráneo, hacia la simple industria mecánica.
Pero aquel perfecto estado, carecía aún de una cosa para alcanzar la perfección mecánica:
La estabilidad absoluta.
Evidentemente, a medida que transcurría el tiempo, la subsistencia del Mundo Subterráneo, como quiera que se efectuase, se había alterado.
La Madre Necesidad, que había sido rechazada durante algunos milenios, volvió otra vez, y comenzó de nuevo su obra, abajo.
El Mundo Subterráneo, al estar en contacto con una maquinaria que, aun siendo perfecta, necesitaba sin embargo, un poco de pensamiento además del hábito, había probablemente conservado, por fuerza, bastante más iniciativa, pero menos carácter humano que El Superior.
Y cuando les faltó un tipo de carne, acudieron a lo que una antigua costumbre les había prohibido hasta entonces.
De esta manera vi, en mi última mirada, el mundo del año 802.701.
Esta es tal vez la explicación más errónea, que puede inventar un mortal.
Esta es, sin embargo, la forma que tomó para mí la cosa, y así se la ofrezco a ustedes”
No obstante, los estudiosos de la ciencia ficción, han descubierto que el primer autor en escribir una obra sobre “una máquina del tiempo” fue el español, Enrique Gaspar y Rimbau, con su libro “El Anacronópete” editado en Barcelona, en 1887.
"La máquina del tiempo de Gaspar, descrita por él como “de forma rectangular”, con “4 formidables tubos” y como “una especie de arca de Noé sin quilla”, podía viajar hacia el pasado, y el futuro.
Gaspar no tuvo suerte con su libro, a pesar de lanzarlo al mercado, en una época en la que la ciencia ficción comenzaba a tener un importante público.
Así, a pesar de que Wells no fue el primero en crear la idea de “la máquina del tiempo”, su novela sí gozó de éxito desde el principio, y se convirtió en el referente central de este motivo literario.
Wells venía trabajando la idea del viaje en el tiempo, desde 1888, cuando publicó su trabajo “The Chronic Argonauts”, aparecido en 3 entregas en el Science Schools Journal, y en otros 2 textos que no han sido recuperados por los estudiosos de su obra.
Después de esos trabajos, se sabe que entre 1894 y 1895, Wells publicó 3 borradores de “The Time Machine” antes de la versión definitiva.
Como Gaspar, Wells fue parco en su descripción de la máquina.
Así, cuando El Viajero del Tiempo propone:
“¿Quieren ustedes ver la auténtica Máquina del Tiempo?”
Y nos apresuramos a leer el siguiente párrafo, la descripción decepciona:
“Tenía partes de níquel, de marfil, otras que habían sido indudablemente limadas, o aserradas de un cristal de roca.
La máquina estaba casi completa, pero unas barras de cristal retorcido sin terminar, estaban colocadas sobre un banco de carpintero, junto a algunos planos; cogí una de aquéllas para examinarla mejor.
Parecía ser de cuarzo”
Variedades…
Con ese origen borroso, “la máquina del tiempo” se convirtió en un objeto recurrente en la ciencia ficción del siglo XX.
The Time Machine surgió en la mente del autor, inspirado por las discusiones entre los estudiantes de los laboratorios, y por los debates sostenidos en El Real Colegio de Ciencias, en el siglo XIX.
Se refiere a que el tiempo es una 4ª dimensión.
No obstante, la historia no trata de explorar estas posibilidades, sino que en palabras del propio Wells:
“Adopta la trayectoria de paradoja característica de una ficción imaginaria”, al estilo de las de Robert Louis Stevenson, y de la primera etapa de Joseph Rudyard Kipling.
“The Time Machine”, no hay duda, refleja su conocimiento de la filosofía de la evolución humana en aquellos tiempos, y ha sido llevada al cine, en un par de ocasiones.
La primera, por George Pal, en 1960, muy fiel al relato original.
La segunda, en 2002, por Simon Wells, muy inferior a la de Pal, y a la novela.
“Then I realized the truth of the matter, this was a new war...”
The Time Machine es una película británica, de ciencia ficción, dirigida en 1960, por George Pal.
Protagonizada por Rod Taylor, Alan Young, Yvette Mimieux, Sebastian Cabot, Tom Helmore, Whit Bissell, Doris Lloyd, entre otros.
El guión es de David Duncan, basado en la novela de H. G. Wells “The Time Machine” (1895), y que a diferencia de la novela, en la obra de Pal, aparece H.G. Wells como protagonista; un pequeño tributo a su creador, ya que en la novela, el protagonista es llamado simplemente, El Viajero a través del Tiempo.
Aun cuando “el argumento” sea un viaje al futuro remoto, y la descripción de la sociedad en el año 802.701, el tema central de la novela, es la responsabilidad de los hombres con respecto al porvenir.
La forma de vida, las costumbres, las crueldades, y la decadencia que El Viajero del Tiempo encuentra en su periplo, es el resultado de lo que cada generación humana realice en su presente.
Esa es la lección y la clave que la novela encierra.
En 1960, el mundo vivía el terror silencioso de La Guerra Fría.
Las revoluciones sociales, las 2 Guerras Mundiales, y el final del colonialismo, habían dividido al mundo en Capitalistas y Comunistas.
Estados Unidos y La Unión Soviética, jugaban al ajedrez a escala mundial, e interplanetaria, sin llegar nunca a enfrentarse directamente.
El riesgo de una Guerra Nuclear era real, y significaba al mismo tiempo, amenaza y disuasión.
La bipolaridad parecía imposible, y el mundo se preparaba para conocer, si Marx tenía o no razón en sus predicciones.
Ese año, un experto en animación “stop motion”, George Pal, fue el encargado de dirigir The Time Machine, la adaptación de la novela de H.G. Wells. A esas alturas, el cine estadounidense había convertido la ciencia ficción, en la vía de escape perfecta, para explicar la realidad internacional.
Conectando magistralmente con la psique colectiva estadounidenses, comenzaron a aparecer películas con amenazantes enemigos venidos del espacio exterior, que se correspondían con el temor, fundado o infundado, de una invasión comunista, en esa época, algo igual o más desconocido, que un habitante de otro planeta.
La fascinación por lo extraterrestre, era lógico, pues el mundo presenciaba la incipiente carrera espacial entre las 2 grandes potencias.
Se puede decir, The Time Machine que es la culminación de este pequeño subgénero, ya que aúna los orígenes de la ciencia ficción, con las preocupaciones anticomunistas de la época, y las corrientes antibelicistas que sacudirían EEUU en las décadas de los 60 y 70.
Es interesante que The Time Machine se vea enclavada en un momento tan convulso para el cine de Hollywood, como lo fue el año 1960.
No tanto como 1948, a todos los niveles, pero parecido.
Porque todavía coleaba la nefasta “Caza de Brujas” de la que la anterior película de este ciclo, parecía su epígono y su negación, “Invasion Of The Body Snatchers” de Don Siegel, en 1956, y porque a un nivel industrial, de producción, de gustos del público, estaba teniendo lugar un verdadero terremoto, en lo referente a la elaboración, y a la concepción de las películas, que por una parte, desembocaría en la época más esplendorosa que ha dado el cine en toda su historia, los años 60 y 70, y que por otro lado, finiquitaría la percepción de Hollywood, como una fábrica de sueños de engranaje industrial perfecto y capaz de encandilar a personas de toda edad y condición.
Y The Time Machine es buena prueba de ello:
Un relato con apariencia de fantasía dionisiaca, una puesta en escena muy académica, que en su 2ª parte, realmente sensacional, se transforma de pronto en una pesadilla de “sci-fi” y en una experiencia sensorial, que resulta muy difícil de describir como un espectador.
The Time Machine ganó un Oscar a Los Mejores Efectos Especiales; obvio es, siendo Pal experto en la técnica de animación por “stop-motion”, al igual que otro grande, Ray Harryhausen, The Time Machine está planteada para hacer uso de este sistema, para gran parte de los trucajes.
Muy celebrado por la crítica, es el momento en que El Viajero del Tiempo va pasando épocas, y éstas se perciben por medio del escaparate de una tienda de modas frente a él, donde los vestidos de un maniquí, van variando por esta técnica y representando, por ese método, el paso del tiempo…
The Time Machine es la primera adaptación al cine, como cité, de la célebre novela de H.G. Wells.
Una deliciosa producción de aventuras futuristas que, con todo, aún conserva toda su magia, más que nada, por su muy kitsch diseño de producción, que hoy día podría considerarse de carácter retro-futurista, o un ejemplar de lo que en literatura ha venido a llamarse “steampunk”
Lucha de clases, iniciativa individual, progreso, naturaleza humana, antibelicismo… son algunos de los muchos temas que se mezclan en esta parábola, visionaria en muchos aspectos.
A muchos de estos temas, es evidente que no se les saca todo el partido, o no se entra en profundidad en ellos, sometiendo esa profundidad al entretenimiento.
El plan es efectivo, ya que The Time Machine cumple magníficamente su objetivo, sin dejar de plantear grandes reflexiones.
Una talentosa simplificación.
De alguna forma tampoco, es del todo fiel a ciertos temas, o conclusiones de la novela original.
Las escenas de The Time Machine, fueron filmadas en el tiempo de 3 meses, y 5 días, en Culver City, California, EEUU.
Rodada con un ínfimo presupuesto de unos $750.000, nadie lo diría, Pal ejerció un control férreo sobre la producción, volcándose en la supervisión de decorados, vestuario, fotografía, y guión, dibujando el “storyboard” completo, consultando hasta el más nimio detalle, con el equipo de efectos visuales, e imponiendo que el diseño de la máquina del tiempo, que tantas versiones diferentes había conocido en las portadas de la novela desde que se publicara por primera vez, alguna llegaba a mostrarla como una bicicleta, recurriera a un “look” de marcado corte victoriano, recordando a la forma de un trineo, uno de sus juguetes favoritos de la infancia.
Tan brillante fue el diseño de la máquina, que hoy por hoy, es uno de los iconos más reconocibles del cine de ciencia ficción.
The Time Machine inicia en vísperas de fin de año de 1899, en Inglaterra, donde el inventor, George Wells (Rod Taylor) se reúne con unos amigos:
David Filby (Alan Young), Dr. Philip Hillyer (Sebastian Cabot), Anthony Bridewell (Tom Helmore), y Walter Kemp (Whit Bissell), para mostrarle su última creación:
Un pequeño dispositivo, capaz de viajar a través del tiempo.
Una vez encendido el artefacto, éste desaparece delante de los ojos de los presentes, pero los amigos de George, descreen de sus teorías, y piensa que se trata de algún truco de magia.
Le dicen que lo mejor sería, que se pusiera a inventar cosas rentables, aprovechando La Guerra que El Imperio Británico lleva a cabo contra los Boers.
Pero George pretende probar la máquina igual.
De hecho, su mejor amigo, le hace una pregunta, que podríamos resaltar como clave, y que podríamos resumir con 2 palabras:
“¿Por qué?”
Wells le responde, que no le interesa la época en que nació, pues los hombres sólo utilizan su conocimiento, para hacerse daño unos a otros, ejemplificando, claro está, con la terrible guerra en Sudáfrica.
George es inventor, y la utilización del conocimiento y la tecnología como medios de destrucción, no le gusta; tampoco le gusta, por ende, la época en que esto se ha vuelto común, la época en que un inventor, debe dedicar sus esfuerzos a la destrucción de sus semejantes.
Su amigo, Filby, contraataca diciendo, que el hombre no debe ir contra las leyes de La Providencia…
Después de la velada, George se encuentra firmemente decidido a confirmar su teoría, y para ello, se monta en una réplica a escala humana del artefacto.
Una vez encendida, La Máquina del Tiempo lo llevará hacia el futuro, descubriendo el paso de guerras mundiales, y ataques atómicos a Inglaterra.
Así es como el inventor llega hasta el año 802.701, donde descubre que la humanidad ha evolucionado en la raza Eloi, seres que carecen de cultura, y viven en un mundo paradisíaco, alimentándose de frutos salvajes, y disfrutando de la naturaleza.
Pero a medida que George comienza a averiguar, encontrará que los Eloi no superan los 20 años, y que son criados como ganado por los Morlock, seres que viven en las profundidades, y que habiendo sido parte de la raza humana, han evolucionado como monstruosos caníbales.
El comienzo de The Time Machine es perfecto; es un ejemplo de cine didáctico, decidido a mostrar en términos simples, la teoría de lo que va a desarrollar.
La explicación de George acerca de la 4ª dimensión, y la demostración de Hillyer de las 3 dimensiones clásicas:
Largo, ancho y altura, es impecable, y quizás, pueda reprocharse ciertas actitudes estereotipadas de los amigos del inventor, donde uno llega a plantearse seriamente, si existe una relación de verdadera amistad entre ellos.
También cae en algunos clichés de la época:
El diálogo a solas entre George y Filby, muestra cierto conservadurismo, muy propio de los 60, donde la ciencia era considerada aún, una caja de Pandora que podría traer consecuencias desagradables para la humanidad.
También en los diálogos de Filby, se destila el dogmatismo cristiano de George Pal, con aquello de:
“No hay que atentar contra el orden, y las leyes de La Providencia”
Todo ello, no es más que una sátira encubierta de Wells hacia la sociedad victoriana de su época, donde los Eloi simbolizarían a las clases altas, y los Morlocks a la clase obrera, ofreciendo los primeros su sangre, con tal de mantener los privilegios de su modo de vida que le proporcionan éstos últimos.
Porque el perfecto ambiente victoriano de la primera mitad, la mirada escéptica pero maravillada del viajero sobrepasado por todo aquello que quería ver, y que jamás creyó que tuviera esa forma, como un director de cine asombrado de su propio talento en la creación de imágenes, se sustituye de manera feroz, por una muy abstracta 2ª mitad, en la que todo se vuelve mucho más denso, terroríficamente calmo, y hasta místico.
El viajero se topa con una realidad, que ya no le supera, sino que resulta inimaginable; y sin embargo, irónicamente, esta realidad es tan representativa, tan parecida en sus bases de horror y poder, al mundo que ahora vivimos, que sigue siendo, sin lugar a dudas, este mundo, y por eso, la lucha del viajero y de sus semejantes contra los temibles, y casi poéticos monstruos que surgen de la tierra para llevárselos, es la lucha del hombre sencillo, contra todos aquellos que, en la oscuridad, trazan planes, y maquinan para lograr sus objetivos de poder y conquista.
Es decir, la vida en La Tierra, tal como es hoy día:
Los corderos corriendo de un lado para otro, creyéndose eventualmente, libres y felices, y los lobos controlándolo todo, desde la sombra de su supremacía.
Y el director George Pal, es capaz de filmarlo todo, con gran elegancia y sentido de la aventura, dejando nítido el tema esencial de cada secuencia, de cada gesto, para que el espectador ate los cabos.
Es decir, una narrativa compleja e inteligente, que en su momento, fue recibida con entusiasmo.
La espectacularidad, es uno de los puntos fuertes de The Time Machine, pero quedarían en nada, sin el buen hacer del actor Rod Taylor, que interpreta al sufrido Viajero a través del Tiempo.
El personaje de Taylor, es el prototipo protagonista de la novela victoriana:
Un inglés de clase alta, que basa todas sus creencias en la razón y la ciencia.
Un personaje colonialista, que se siente miembro del Imperio más importante del momento, y que aborrece todo aquello que es ajeno a su tradición y cultura.
Es significativo que desprecie a los Eloi, porque han abandonado la ciencia a favor de los instintos, pero al mismo tiempo, los prefiera a los Morlocks, más avanzados, por su aspecto más anglosajón.
En el fondo, se puede apreciar en él, una actitud racista, que resalta la superioridad blanca en el terreno cultural y moral, frente a los que son diferentes.
Una falsa idea que es herencia de la novela, escrita en una época, donde no se ponía en duda, El Imperialismo Occidental.
Taylor se ajusta perfectamente a ese perfil de aventurero victoriano, con una actuación poderosa, que le hace estar al frente de The Time Machine, durante casi todo el metraje, sin decaer en ningún momento.
Él es el protagonista absoluto, y por tanto, muy responsable del resultado final, más que óptimo.
Los demás personajes, tienen un papel poco significativo.
El más reseñable es el de Alan Young, que interpreta un doble papel:
El de David Filby, mejor amigo de Wells, y el de James Filby, hijo de David, que Wells se encuentra en sus viajes al futuro. Pero en The Time Machine de Pal, toda crítica social queda enterrada.
Lo cual no está necesariamente mal, ya que es una buena forma de entrar en el subconsciente de las masas; y es que es inevitable que, más allá de la torpeza y los baches en el guión, en lo referente al futuro habitado por Elois y Morlocks, algo de esa tremenda división, queda flotando en el subconsciente del espectador mas Capitalista y conformista posible…
Como dato muy curioso, los discos parlantes; fijémonos en qué consisten:
Son unos discos aparentemente lisos y metálicos, que al girar sobre un soporte, son “leídos” por un rayo de luz.
Acabo de definir el funcionamiento de un compact disc, un CD.
Y esto, en 1960, antes del advenimiento de la tecnología digital que conocemos hoy.
“Man's past is mainly a grim struggle for survival.
But there have been moments, when a few voices have spoken up...”
En el 2002, se hizo otra versión de la novela original: The Time Machine, que fue la más taquillera en los Estados Unidos ese año.
Pero ninguna de las 2 versiones, es fiel al libro.
En el libro, el protagonista nunca se llega a entender con Weena, porque el idioma ha cambiado.
En la versión nueva, se sacan de la manga, que la gente aprende ingles de pequeños, y en la antigua, simplemente nunca dejaron de hablarlo.
En esta versión, la gente se oculta bajo tierra por los bombardeos.
En la nueva, porque La Luna ha estallado.
En el libro, simplemente eran gente que se acostumbraron a vivir/trabajar bajo tierra, y cambiaron con la evolución.
Por último, en el libro el protagonista no salva a los Eloi, y Weena muere, teniendo el que huir al futuro.
Obviamente The Time Machine difiere de la novela; mientras que la novela, escrita en el siglo XIX, parece atribuir ese nefasto destino de la especie humana, a los efectos diferidos de la diferencia de clases, aquí se utiliza como subterfugio, para alertar de las posibles consecuencias del progreso científico y tecnológico, cuando se aplica a la industria armamentística.
En el libro, el inventor es capaz de llegar a millones de años en el futuro, para descubrir que la humanidad, ha evolucionado en forma de crustáceos; los Eloi son más primitivos, y se sacrifican voluntariamente a los Morlocks, a cambio del bienestar material que éstos le proveen.
Pero por suerte, The Time Machine no se explaya demasiado en debates profundos, y a los 5 minutos, el espectador se encuentra montado en la máquina del tiempo junto con George, cuyo apellido nunca se menciona, pero que en la máquina figura grabado como H. George Wells.
El diseño del artefacto es un clásico, y es un ejemplo de simpleza y belleza, considerando que las partes fundamentales del aparato, provienen realmente de un viejo trineo de nieve, y un sillón victoriano de barbería, otro diría que es el trineo de Santa Claus.
Tanto Wells como George Pal, tiene la capacidad de sintetizar algo complejo, de forma que sea comprensible por la inmensa mayoría, por ejemplo:
Wells nos explica claramente, los conceptos del Tiempo, y cómo podemos desplazarnos en él, de forma bastante didáctica.
Crea una máquina, sin apenas caer en detalles descriptivos, o funcionales, simplificando el control de este complejísimo mecanismo, capaz de realizar la torsión del espacio-tiempo en una palanca, que si la movemos hacia delante, va al Futuro, y si la movemos hacia atrás va al Pasado, mostrándose el tiempo transcurrido en un contador.
Otra característica importante, es la fuente de energía limpia que usa la máquina, aquí basada en una especie de cristales.
Supongo que en contraposición de la aparición y explotación de una energía tan peligrosa y nociva, como la atómica.
El viajero, se llama Herbert George Wells, en honor al escritor del mismo nombre, que además escribió la novela The Time Machine, supongo a modo autobiográfico.
De hecho, la casa de George, está basada en la casa donde vivió H.G. Wells toda su vida.
Y cuando George pulsa la manivela, es cuando la aventura comienza.
Su visión del transcurso de las épocas, dado por los cambios de vestuario en el maniquí del escaparate de la casa de enfrente, es realmente otro ejemplo brillante de economía de medios que utiliza Pal.
Pero resulta rara que en todos esos años... el maniquí del frente, no se mueve ni un ápice, y siga siendo el mismo, inclusive la misma ventana del mismo color, etc.
Las paradas ocasionales de George, están bien resueltas, más allá de ciertos conceptos que han quedado desfasados, como el de un supuesto ataque atómico en la Inglaterra de 1966; pero la escena sirve para ilustrar al protagonista, en lo que son los refugios, y las sirenas de alarma, algo que se repetirá, cuando llegue al futuro en el año 802.701.
Y es precisamente cuando arriba al mundo de los Eloi y Morlocks, en donde The Time Machine comienza “a hacer agua”
Más de uno hubiera pedido, más paradas intermedias de George en su viaje al futuro.
El comienzo de la secuencia no está mal; la investigación inicial del paisaje futurista, y el descubrimiento de los Eloi…
El problema es, cuando éstos empiezan a hablar, que es cuando comienzan a notarse los agujeros del libreto.
Simplemente los diálogos son anacrónicos:
Los Eloi parecen carecer de sentimientos, por eso no rescatan a Weena del río, pero por otro lado, se procrean:
¿Cómo?
Supongo que por endogamia, entre ellos mismos, y eso se nota por el parecido entre sí, y por el color de su piel y cabello, intuyo inclusive, algún daño cerebral, como para no razonar, etc.
No tienen cultura, pero son capaces de mantener un diálogo fluido; y si la idea de Pal era la de pintarlos como niños crecidos, carece de consistencia con la delicada seducción que hace George de Weena sobre el final, la reacción debería ser de temor, o desconfianza:
¿No sería acaso, un caso de abuso infantil?
Conocen costumbres como sentarse a una mesa, y comer con platos; y quizás hubiera sido mejor, retratarlos como humanos en bruto, al estilo primitivos, donde el recién llegado, comenzara a enseñarles un poco de cultura, y algunas palabras.
Pero si la concepción de The Time Machine, acerca de los Eloi, es inconsistente, mucho peor es la de los Morlocks.
Como creaturas, el maquillaje termina por ser bizarro.
Como raza, si supuestamente dominan el uso del telar para proveerles de ropas a los Eloi, lo hacen de manera delicada  impecable, y hacen uso de látigos, manejan tecnología para llamar a los Eloi, o poseen máquinas, es incomprensible que sean bestias brutas y deformes.
Deberían tener su propio lenguaje.
Teóricamente, es una raza más evolucionada, pero The Time Machine no lo presenta así; y la incursión de George en las catacumbas de los Morlocks es demasiado expeditiva.
Weena, que no conocía el fuego, sabe ahora lo que es una antorcha, y que la tela tiene propiedades combustibles…
Y con el agregado terrible, que en las cuevas existe algún tipo de líquido inflamable que George enciende por casualidad, y que sirve para brindar un gran final explosivo a la secuencia.
En ese sentido, la lógica va a los saltos, en dicha porción de The Time Machine.
O cuando el viajero y sus colegas, conjeturan sobre lo que se encontraría en un viaje al futuro, más de uno se muestra convencido, de que se toparían con una sociedad comunista, plenamente desarrollada.
De hecho, tal es la creencia del viajero, poco después de bajar del vehículo.
Insisto en un tema que parece obsesionar a los más sesudos:
No intenten buscarle 3 pies al gato con las paradojas temporales que se plantean en The Time Machine.
Actualmente, estamos inmersos en conceptos tan complicados, como los universos paralelos, la antimateria, los agujeros negros y de gusano, que nos hacen enloquecer de misterio a los aficionados a la ciencia ficción; pero de lo que se trata en The Time Machine, es de extraer una enseñanza duradera, metafísica, y moral, ya planteada en “Fahrenheit 451” (1966):
No podemos quemar nuestro presente, ni físicamente ni ideológicamente.
Otra cosa es aprovecharse de la condición de semi-dios, que aporta un invento extraordinario, como una máquina del tiempo para redimir a la humanidad de errores del pasado.
Llama también la atención, la pérdida de lo que comúnmente se llama, “cualidades humanas”
Esto se ve especialmente, en el episodio en el que Weena padece un calambre, mientras está tomando un baño y, a pesar de sus gritos de desesperación, sus semejantes no hacen nada por rescatarla.
Lo mismo sucede con la inteligencia, que parece haberse desvanecido, o la valentía, ya que la nueva especie, parece del todo incapaz de enfrentarse con sus enemigos.
“El Hombre no había seguido siendo una especie única, sino que se había diferenciado en 2 animales distintos; las graciosas criaturas del Mundo Superior no eran los solos descendientes de nuestra generación, sino que aquel Ser, pálido, repugnante, nocturno, que había pasado fugazmente ante mí, era también el heredero de todas las edades”, escribe Wells en el capítulo 8, respecto a los otros seres, los Morlock.
La melancolía que me produce la última escena, donde David, el amigo de George habla con el ama de llaves en el presente, donde entiende que su amigo estaba en lo cierto, con respecto a la máquina del tiempo, la historia de Weena y los Morlocks, y el descubrimiento de que sólo se ha llevado 3 libros al futuro, no se sabe cuáles, pero a su vez, cuáles llevaríamos nosotros a una sociedad en ciernes…
“La Biblia”, “Cosmos” de Carl Sagan, y “Romeo y Julieta” de William Shakespeare…
Probablemente.
La banda sonora, está realizada por el compositor Russel García, que creará unos temas acordes con The Time Machine, llenos de ritmos palpitantes y esperanzadores, que nos acompañarán durante todo el transcurso del metraje.
Nos ofrece temas relajantes y románticos, que en algunos momentos, estarán inmersos en los momentos de mayor acción y sorpresa.
“What have you done?
Thousands of years of building and rebuilding, creating and recreating so you could let it crumble to dust.
A million years of sensitive men dying for their dreams, for what?
So you can swim, and dance, and play...
You, all of you, I'm going back to my own time; I won't even bother to tell of the useless struggle and their hopeless future, but at least I can die among men!”
The Time Machine es un relato utópico, ficticio, y científico, que se basa en la curiosidad del hombre, que ha tenido desde siempre, por viajar a través del tiempo.
A principios de mayo de 2012, varios sitios electrónicos, publicaron una noticia, cuyo título era atrayente:
“Científicos logran viajar al pasado”
La nota aclaró, que un grupo de científicos del Instituto de Óptica Cuántica de la Universidad de Viena, había desarrollado un experimento con partículas subatómicas, con el siguiente resultado:
“Lo que han conseguido ahora estos físicos, es entrelazar partículas después que han sido modificadas, incluso, en el caso de que una de ellas hubiese dejado ya de existir.
Básicamente, esto significa, que los investigadores de la Universidad de Viena, han conseguido que acciones llevadas a cabo en el futuro, ejerzan su influencia en eventos del pasado, aunque siempre dentro del ámbito de la física cuántica”
Luego de leer la noticia, inevitablemente podemos pensar que, aunque impresionante el hallazgo, el viaje en el tiempo sigue siendo un monopolio de historiadores y escritores, quienes han utilizado formas diferentes para desplazarse en el tiempo.
En la ciencia ficción, por lo general, ha sido una máquina, la que ha hecho real ese desplazamiento.
La gran ficción cinemática, sirve precisamente para eso:
Para maravillarnos, y para horrorizarnos al mismo tiempo.
Para darnos cuenta de la fragilidad del hombre, frente al tiempo y los elementos, y la energía de una fuerza de voluntad que puede mover montañas.
Aunque con grandes similitudes con el género de ciencia ficción, The Time Machine debe encuadrarse en las novelas de tipo alegórico, ya que la intención doctrinal de la obra, pesa más que la fantasía científica.
Así, la novela de H.G. Wells queda abierta a diferentes interpretaciones, aunque la más común es, la que ve esta obra como una llamada de atención a la responsabilidad de los hombres, en el devenir de la humanidad.
Llevando las cosas al extremo, las diferencias entre la clase obrera, y las clases pudientes, podría desembocar en un futuro lejano en el mundo retratado en el libro, con 2 “degeneraciones” de los hombres, sin cualidades humanas, y enfrentadas entre sí.
Otro aspecto destacado de The Time Machine es el del fin de la humanidad, un aspecto sobre el que Wells era pesimista a la hora de escribir la novela porque, como recordará en un prólogo, con motivo de una reedición:
“Los geólogos y astrónomos de aquel tiempo, nos decían las más escalofriantes mentiras sobre el inevitable enfriamiento del mundo, y la pérdida de la vida y la desaparición de la humanidad que iba a traer como consecuencia”
El novelista señala, que aquellos expertos profetizaron “el exterminio de toda la gama de la vida” iba a sobrevenir “en un millón de años, o acaso menos”, predicción que coincide con la secuencia temporal de la novela.
Así, en su primera parada, El Viajero deja patente el clima cálido que predomina, “la tierra entera se había convertido en un jardín”, dice, y atribuye este hecho a que algún planeta ha sido absorbido por el sol.
Avanzando en el tiempo, El Viajero encuentra un paisaje muy diferente, con La Tierra reposando “con una de sus caras vuelta hacia el sol”, un astro que va atrayendo al planeta.

“One cannot choose, but wonder.
You see, he's all the time in the world”



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