The Bourne Identity

“I guess you're not home”

Definitivamente, los baúles de historias en Hollywood han desaparecido; los remakes y los comics, son la vanguardia, si a estos se les pueden llamar “vanguardia”
En su esfuerzo por buscar historias nuevas, pero con cierta fama incluida, Hollywood busca incansablemente en el acervo literario mundial, el siguiente éxito de taquilla.
Las razones de esto son evidentes:
Un buen escritor se encargó ya de estructurar la narrativa, de crear vívidos personajes, y de resolver la trama de manera interesante.
Ese es Jason Bourne, un personaje de ficción, creado por Robert Ludlum para sus novelas de espionaje, donde Jason Bourne es un miembro élite de los cuerpos especiales de la CIA, que sufre episodios de “amnesia traumática” a raíz de un incidente en una operación secreta en Europa, y mientras lucha por recuperar su identidad, se ve involucrado en una red de espionaje y manipulación de gobiernos, por parte de los Estados Unidos, donde será perseguido por asesinos profesionales, mercenarios paramilitares, y ex compañeros de la CIA.
Su protagonista, a pesar de compartir las iniciales de su nombre, Jason Bourne, con las del agente secreto más famoso de todos los tiempos, James Bond, no es un héroe seductor, y con estilo, no tiene gusto por los trajes, los coches caros, o los gadgets.
El cambio que supuso la aparición de este nuevo agente, frío e implacable, gustó hasta tal punto, que en el último Bond interpretado por Daniel Craig, podemos encontrar más puntos de encuentro con Bourne, que con los predecesores del espía británico.
Bourne huye de los tópicos de James Bond y sus gadgets, para construir un agente secreto que, como norma básica, prefiere resolver las cosas con inteligencia, que a puño limpio, con una especie de personificación mutante del espíritu volátil de una época, la nuestra, marcada por la crisis de valores comunitarios, y la distorsión de la identidad individual.
También existen adaptaciones cinematográficas de las novelas con el mismo nombre, y aunque a veces adopten líneas temporales diferentes, las películas reflejan lo que Ludlum intentaba transmitir:
Un personaje manipulado, médica y psicológicamente, que vuelve tras sus pasos para encontrarse a sí mismo, descubriendo continuamente, unos comportamientos extraños, basados en analizar todo cuanto hay a su alrededor, y con una capacidad de deducción asombrosa, que le hace saber que no es un vendedor de barcos, y sí un individuo que manipula, predice, se infiltra, y mata con la misma facilidad y rapidez, con la que desaparece.
Jason Bourne es un joven antihéroe, que intenta develar su pasado, pero se encuentra en una encrucijada, debido a un asesinato, entrenado para luchar, perseguir y matar limpiamente, capaz de salir airoso de aprietos duros, carente de maldad, honesto, y perseverante.
El escritor de serie negra, Robert Ludlum, nació en 1927, en New York.
Después de luchar en La Segunda Guerra Mundial con El Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, se ganó la vida produciendo obras de teatro, antes de triunfar en el terreno de la literatura popular, con una veintena larga de novelas de acción, suspense, y de conspiraciones internacionales.
Existen teorías, que dicen que la novela “The Bourne Identity” está basada en unos archivos clasificados de la CIA, que pudieron ver la luz, donde supuestamente, un grupo de espías secretos esparcidos por Europa, atentaban cada cierto tiempo, en varias capitales europeas a la vez, causando confusión.
Lo que luego se averiguó es, que no eran varios individuos, sino uno solo que actuaba de forma aleatoria, y carente de sentido, siendo este mito, lo que motivó a Robert Ludlum.
En su día, los críticos se burlaron de las tramas de sus libros, en las que agentes secretos norteamericanos y soviéticos colaboraban entre sí, y perpetraban atentados en sus propios países, luego resultó, que la realidad superaba a la ficción.
Ludlum murió en 2001, en su propia casa, abrasado en un incendio, apenas unas semanas después de cambiar su testamento a favor de su segunda esposa.
Para acabar, y a modo de valoración general de la saga, La Saga de Jason Bourne, es cine comercial de entretenimiento de calidad, una saga que derrocha originalidad, espectacularidad, y un buen saber hacer, cuyo resultado deja al espectador, con un sabor de boca inigualable, tanto al finalizar cada entrega individualmente, como al término de la saga.
“I can tell you the license plate numbers of all six cars outside.
I can tell you that our waitress is left-handed and the guy sitting up at the counter weighs two hundred and fifteen pounds and knows how to handle himself.
I know the best place to look for a gun is the cab of the gray truck outside, and at this altitude, I can run flat out for a half mile before my hands start shaking.
Now why would I know that?
How can I know that and not know who I am?”
The Bourne Identity es un film de acción estadounidense del año 2002, dirigido por Doug Liman.
Protagonizado por Matt Damon, Franka Potente, Chris Cooper, Brian Cox, Clive Owen, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Gabriel Mann, Julia Stiles, Orso Maria Guerrini, Tim Dutton, Walton Goggins, entre otros.
El guión es de Tony Gilroy y William Blake Herron sobre la novela homónima de Robert Ludlum.
The Bourne Identity es la primera entrega de una cuatrilogía de películas:
“The Bourne Supremacy” (2004), “The Bourne Ultimatum” (2007), y “The Bourne Legacy” (2012), basadas en las novelas del escritor Robert Ludlum, también productor ejecutivo de The Bourne Identity, que murió antes del estreno de esta, en marzo de 2001.
Robert Ludlum es uno de los más prolíficos autores del género de espionaje.
Su obra comienza en 1971, con “The Scarlatti Inheritance” y se prolongaría por cerca de 30 novelas, la mayoría “best sellers”
Como dato, el nombre de “Bourne” vino de Ansel Bourne, un cura de Rhode Island, el primer caso documentado de “fuga disociativa”, parecida a la amnesia disociativa.
Un día de 1887, Bourne olvidó quién era, empezó una nueva vida en Pennsylvania, bajo el nombre de Brown, y abrió un supermercado.
Otro día, 3 meses más tarde, volvió a recordar su vida como Bourne, y olvidó por completo su vida como Brown...
The Bourne Identity es a su vez, un remake de la película para televisión del mismo nombre, estrenada en 1988, y protagonizada por Richard Chamberlain y Jaclyn Smith.
Su primera versión, estuvo muy por debajo de la calidad que se esperaba, y decepcionó tanto a los seguidores de la saga literaria, como a los críticos.
Si bien esta adaptación tenía mayores similitudes con el libro, en comparación a la versión estrenada el 2002, parece ser que a pesar de esto, no fue capaz de imprimir el espíritu de la novela al film.
The Bourne Identity arranca con el cuerpo agonizante de un hombre joven (Matt Damon) que es encontrado flotando en El Mediterráneo por unos pescadores.
El mismo presenta 2 impactos de bala en la espalda, así como un dispositivo insertado en la cadera, con los datos de una cuenta bancaria secreta en Suiza.
El traumatismo del accidente, le produce una severa amnesia al joven quien, ayudado por los pescadores, se dirige a averiguar el contenido de la caja de valores.
En la misma, se entera que su nombre es Jason Bourne, entre otros tantos alias, además de hallar una pistola, enormes sumas de dinero de diferentes países, y numerosos pasaportes.
Pero Bourne es apresado en la embajada de EEUU, de la cual logra escapar.
Rastreado por la CIA, decide escapar hasta que logre recomponer el rompecabezas de los escasos datos que posee.
Y con el paso del tiempo, terminará por descubrir que era un agente secreto, altamente entrenado, destinado para misiones de asesinato de potenciales enemigos.
Precisamente su última y fallida misión, es la que provoca que sea considerado un riesgo de seguridad, y que toda la CIA le dé una cacería implacable.
The Bourne Identity nos ofrece mucho más de lo que parece, y es que Bourne forma parte de un grupo de asesinos de élite, que trabaja para el gobierno de los Estados Unidos, haciéndole el trabajo sucio.
Cuando los jefes del proyecto “Treadstone” se enteran que Bourne está vivo, llaman a sus matones que tienen desperdigados por Europa para asesinarle.
Es así como conocemos a The Professor (Clive Owen), un ejecutor de pocas palabras, atormentado por las pesadillas que le provoca su trabajo, algo que luego atormentará a Bourne de igual forma.
Tras demostrar sus habilidades infinitas, y humanamente sorprendentes, superar y engañar a todo potencial enemigo, y desvelar la verdad de su identidad, The Bourne Identity acaba de forma conclusiva, cosa que no pasa con el resto de las entregas, y con un final, que puede percibirse como “feliz”
Y es que Bourne no es un excelente agente secreto; es en realidad, un ejército de un solo hombre, una fuerza indetenible, sagaz, de múltiples recursos.
El brillo del guión reside en la inteligencia implacable de Jason Bourne, y en su extrema confianza en sus habilidades.
Existen situaciones apremiantes en esta cacería “del gato y del ratón”, pero Bourne siempre sale triunfante, con salidas ingeniosas, y extremadamente violentas.
Quizás el tema aquí pase, porque todos los giros de la trama, no le dan tiempo a Bourne/Matt Damon, para desarrollar algún conflicto moral, y un poco de tridimensionalidad.
Bourne reniega de su vida pasada como asesino, pero no duda en utilizar todas sus habilidades aprendidas, para castigar sin piedad a sus perseguidores.
Sorprendente no porque se eleve por encima de unas constantes tópicas, hecho por otra parte lógico en su naturaleza como película de género, sino por el perfecto equilibrio entre sus elementos, característica bien rara en el último cine de Hollywood, que suele engullir la historia y los personajes, con una insoportable maquinaria de insufribles efectos, y asfixiante acción, efectos y acción que tienen que estar engranados y entendidos en el film como medio, no como fin, ya que una buena película se sustenta en el reajuste expresivo de las referencias narrativas y visuales, sin excesos efectistas, ni subrayados inútiles.
Un fenómeno interesante que se produce con The Bourne Identity, y que creo es mérito del director, y también un poco de Matt Damon, es que a pesar de que a medida que avanzan los minutos, y nos enteramos de que Jason Bourne era un espía que asesinaba a diestra y siniestra, siempre estamos de su lado, lo vemos incluso, como una víctima dentro de este conflicto entre agentes y agencias gubernamentales.
A pesar de esto, Bourne sigue siendo igual de despiadado con sus enemigos, cosa que lejos de alejar de su lado al espectador, hace que uno agradezca el despliegue de violencia, a ratos, agradablemente excesiva e inverosímil.
“No it's not coming back goddammit that's the point!
I've been going through all of this... all of this shit for two days”
The Bourne Identity resulta emocionante por momentos, y está llena de secuencias de acción, que aún siendo enormemente inverosímiles, las encontramos entretenidas, y ad hoc en una cinta que exhala el aire típico de 007.
Huye de americanismos, cosa que se agradece, y a eso contribuye el hecho de que la acción transcurra en Europa.
En todo caso, podría decirse que crítica a la CIA en su conjunto, porque da una imagen de lo extensa y corrupta que llega a estar esta agencia gubernamental estadounidense, en todos los sitios, allá por donde se extiende, aunque éste no es ni mucho menos, uno de los objetivos principales de The Bourne Identity.
Por otro lado, la literaria, la historia de Bourne es bastante compleja, y difiere enormemente de la narrada en la película.
Está situada en los 70s, con Jason Bourne como un veterano de La Guerra de Vietnam, que fuera reclutado durante el conflicto, para formar parte de una unidad secreta de la CIA, conocida como “Medusa”
El nombre real del personaje es David Webb, “Bourne” es un alias que adoptará después, basado en un compañero de equipo dentro de Medusa, y dentro de dicha organización, forman una especie de escuadrón de la muerte, destinado a eliminar potenciales, enemigos de EEUU, primero tomando objetivos norcoreanos, y después de otras nacionalidades.
La misión personal de Webb, es buscar venganza por la muerte de su esposa e hijos, fallecidos durante un bombardeo de la guerra.
A medida que avanza su experiencia, Webb se verá obligado a eliminar al verdadero Bourne, ya que en realidad, es un poderoso criminal, además de un doble agente.
Como son los 70, y la amenaza terrorista del momento es Carlos El Chacal, la idea de la CIA es que Webb asuma la identidad de Bourne, a la vez que inflan el expediente de éste, para suponer que es un reto para Carlos.
A este efecto, se forma el grupo “Treadstone 71”, y el objetivo es, que Carlos y Bourne crucen sus caminos.
Para ello, asignan a Bourne, una enorme cantidad de crímenes, que en realidad fueron cometidos por el terrorista.
En una de sus misiones, donde debe eliminar a un diplomático, la operación falla, y Bourne es dado por muerto.
Cuando es rescatado, y logran recuperar la memoria, asume que Jason Bourne es su verdadera identidad.
En The Bourne Identity, el personaje es perseguido por Carlos, así como por la misma CIA, y al final del libro, logra descubrir el resto de la historia.
Marie es en realidad, una ayudante diplomática canadiense, a la que Bourne se ve obligado a tomar de rehén, mientras es sitiado por fuerzas de la CIA, y acompaña al agente, durante toda la aventura, terminando por enamorarse de él.
Como se puede ver, hay bastantes diferencias de fondo, amén de que los personajes de Ward Abbott y Alexander Conklin, son en principio, amistosos.
Obviamente todas las adaptaciones dejan cosas por el camino, pues es imposible incluir a Carlos El Chacal en la trama, ya que fue apresado en 1994, y continúa en prisión, pero el guión de Tony Gilroy da un giro mayor.
Algunos nombres de personajes se mantienen, la idea de la amnesia, y de la cacería persiste.
Pero ahora “Treadstone” es un programa secreto, basado en un súper entrenamiento de agentes, que eventualmente los convierte en máquinas implacables de matar.
El atentado que falla Bourne, no es por una impericia, sino por una crisis de conciencia, ve al diplomático africano con su hijo en brazos.
Y Marie, es voluntaria en acompañar a Bourne a lo largo de toda su travesía.
Como Jason Bourne, Matt Damon da una “perfomance” impresionante, muy física:
Es frío e implacable, pero quizás, carente de emociones, incluso el romance con Franka Potente está bien, pero es algo tibio.
Lo memorable son las peleas y las persecuciones.
El resto del elenco cumple sobradamente sus papeles, aunque son estereotipos de caracteres que se han interpretado en pantalla durante años.
Recapitulando, The Bourne Identity estableció las bases de un tipo de espía diferente que, aún así, no puede evitar caer en algunos de los clichés de este tipo de películas, como la relación amorosa del protagonista con una chica, y la afición a la destrucción y las explosiones, ahí por donde pasa.
The Bourne Identity reserva secuencias de acción sobresalientes, y también instantes de una tensión de hierro, felizmente agobiante.
Especialmente son la escena en el hotel de París, donde un sicario irrumpe cual relámpago, o la escena del descampado, donde Bourne rodea al matón con felina pericia.
Pero absolutamente, nada es creíble, y con tan buenas artes, qué placentero resulta que nos tomen el pelo.
“I swear to God, if I even feel somebody behind me, there is no measure to how fast and how hard I will bring this fight to your doorstep!”
The Bourne Identity recuerda a los thriller de los años 60 y 70, cuando gente como Terence Young, Sidney J. Furie, John Frankenheimer, o Guy Hamilton, intentaban pulir con artesanal labor fílmica, y no con inane artificio, historias sustentadas en un guión, más o menos aceptable, y en unos personajes perfectamente integrados en esa historia, sin otro afán que entretener al espectador, con un protagonista atractivo, y un relato rítmico, que exhiba un buen manejo proporcional y puntual de la intensidad dramática y la tensión, en armonía con las distintas emociones que conforman el conjunto del film.
De hecho, Ludlum fue uno de los primeros autores en desarrollar elaboradas teorías conspirativas, en donde las agencias de inteligencia se mueven por intereses propios, por fuera de las políticas gubernamentales, y generalmente desarrollando trabajos sucios.
Como la CIA o la KGB pagando y ayudando a terroristas y revolucionarios, algo más que probable que haya sucedido, aunque hoy, en el mundo post 9/11, sería visto como un sacrilegio...
Tanto costaría que las películas de acción se hicieran con tanto esmero, meticulosidad, e inteligencia como The Bourne Identity.
El cine de acción está realmente mal, hoy en día, los directores, guionistas, y productores, solo se esfuerzan en quien hace la escena más desproporcionada y surrealista, mientras se olvidan de contar una historia, y describir unos personajes, por suerte, cada cierto tiempo, aparece un filme como The Bourne Identity para dignificar el género.

“You have ID?”



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