Animal Farm

“He's got the world in an uproar!”

La condición humana es un término que abarca la totalidad de la experiencia de ser humanos, y de vivir vidas humanas.
Como entidades mortales, hay una serie de acontecimientos biológicamente determinados, que son comunes a la mayoría de las vidas humanas, y la manera en que reaccionan los seres humanos o hacen frente a estos acontecimientos, constituye la condición humana.
George Orwell, fue un escritor y periodista británico, cuya obra lleva la marca de las experiencias personales vividas por el autor en 3 etapas de su vida:
Su posición en contra del Imperialismo Británico, que lo llevó al compromiso como representante de las fuerzas del orden colonial en Birmania durante su juventud.
A favor de la justicia social, después de haber observado y sufrido las condiciones de vida de las clases sociales de los trabajadores de Londres y París.
Y en contra de los totalitarismos nazi y estalinista, tras su participación en La Guerra Civil Española en 1936, donde él y muchos idealistas del socialismo que propugnaban por “la revolución constante de Trotsky”, y el anarquismo, sin olvidar como este último movimiento fue reprimido por Trotsky, concluirá en el mejor de los casos, capturados y torturados por las fuerzas sublevadas anti republicanas.
Trotsky es asesinado en México por un agente de La Unión Soviética mandado por Stalin, entonces Orwell y su optimismo en el socialismo como medio a la igualdad desaparece, mostrando en adelante, una crítica melancólica al totalitarismo en cualquiera de sus formas.
Además de cronista, crítico de literatura y novelista, Orwell es uno de los ensayistas en lengua inglesa más destacados de los años 30 y 40 del siglo XX.
Sin embargo, es más conocido por sus 2 novelas críticas con el totalitarismo, y publicadas después de La Segunda Guerra Mundial:
“Animal Farm: A Fairy Story” (1945) y “1984” (1949)
“Animal Farm: A Fairy Story”, es una novela satírica; fábula mordaz, en forma de alegoría, sobre cómo el régimen soviético de Joseph Vissarionovich Stalin, corrompe el socialismo.
Stalin llegó al poder, sin merecerlo, criado en los barrios pobres de la Georgia pre-soviética, bajo la cruel tutela de un padre alcohólico y golpeador; y mediante intrigas, logra quedarse con el nuevo gobierno.
El socialismo centralizado, sepulta la idea de Lenin y Trotsky sobre la revolución misma, el breve repunte en la economía de la época inicial del Socialismo se desvanece, pronto se hace un sistema asfixiante, globalmente centralizado en un individuo y moralmente criticable.
Cuando Stalin desplazó sobre el socialismo su modelo centralizado, dejando toda idea revolucionaria, creando a su manera, una continuidad del zarismo, donde él se veía Emperador de Todas Las Rusias, millones de personas morirían de su propia labia, por ejemplo, él mandó a fusilar un millón de sus soldados por considerarlos cobardes, durante la defensa de Stalingrado.
Sin haber participado en la guerra contra el zarismo, él mismo se daría cargos militares, mismo que permitiría a su perro faldero, Lavrenti Pavlovich Beria, un monstruo aún más cruel en su métodos.
El obrero, motor de la economía soviética, pronto termina siendo actualizado a su papel de siervo/esclavo.
Y el intelectual, que pese a darse cuenta de los graves cambios de contexto ideológico, no denuncia, y su mente olvida fácil y llanamente.
Esto hace que se conviertan sus líderes, en aquello que combatían al principio.
El término “alegoría”, se refiere a una ficción que representa otra cosa, una idea o conjunto de ideas abstractas, que aparecen a través de otra forma u otro sentido.
Este término se encuentra íntimamente ligado al concepto de metáfora.
De esta forma, “Animal Farm: A Fairy Story” se muestra claramente como una alegoría que a partir de personajes animales que van cambiando su esencia, su ser a lo largo de la obra, representan a los humanos y sus cambios con respecto al poder.
Alrededor del tema del poder, poderoso y oprimido van cambiando sus ideales comunes y puros, en ideas individualistas y tiránicas; siendo una alusión clara del poder, y su influencia en los seres humanos.
Orwell, un socialista democrático, y durante muchos años, un miembro del Partido Laborista Independiente, fue un crítico de Stalin.
La novela, fue escrita durante La Segunda Guerra Mundial y, aunque publicada en 1945, no comenzó a ser conocida por el público, hasta finales de los años 1950.
Es por esta razón, que el libro tuvo muchos problemas para ser publicado, aunque para despistar un poco, le decían al autor que no tenía el contenido suficiente para ser tratado como un libro, debido a su escaso contenido, y por esa razón le daban largas para publicarlo; sin embargo, la realidad era que el contenido era muy jugoso, y un arma afilada para abrir los ojos sobre el régimen, razón también por la cual, los editores se abstenían de publicarlo, y meterse en problemas con el gobierno; puesto que si la gente se tomaba el tiempo de leerla a fondo, se daría cuenta del contenido real del mismo, el cual dejaba de ser una fábula para retratar una realidad muy dura, que estaba viviendo el mundo, y que actualmente sigue viviendo con sus respectivas diferencias; en cuanto a desastres, pero no en cuanto a sumisión.
Lo que también daba bastante prudencia con relación a su publicación, es que al ser un relato corto, requería muy poco tiempo para leerlo, y de esta forma, la gente se daría  cuenta en que, de una historia contada desde una granja, y desde el punto de vista de los animales, visualizaba en realidad, cómo funcionaba el gobierno para con la población de ciertos países, por no decir de muchos, e incluso democratizados.
Así, en la ficción de la novela, un grupo de animales de una granja, expulsa a los humanos tiranos, y crea un sistema de gobierno propio, que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal.
Los animales de la Granja Manor, alentados un día por el viejo cerdo Mayor, que antes de morir, explicó a todos los animales su visión; y llevan a cabo una revolución, en la que consiguen expulsar al señor Jones, y crear sus propias reglas, Los 7 Mandamientos que escriben en una pared:
1. Todo lo que camina sobre 2 pies, es un enemigo.
2. Todo lo que camina sobre 4 patas, o tenga alas, es amigo.
3. Ningún animal usará ropa.
4. Ningún animal dormirá en una cama.
5. Ningún animal beberá alcohol.
6. Ningún animal matará a otro animal.
7. Todos los animales son iguales.
Al principio, la granja, que pasa a llamarse “Animal Farm” o “Granja Animal”
Es más próspera, incluso que cuando el señor Jones la administraba.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los cerdos, que se habían autoerigido como líderes por su inteligencia, empiezan a abusar de su poder, y manipulan los mandamientos en su favor.
Son 2 de estos cerdos, Snowball y Napoleón, quienes se muestran como los líderes, pero empiezan a mostrar diferencias, que acaban cuando Napoleón lanza a los perros contra Snowball, y este huye de la granja.
A partir de ese momento, Napoleón se erige como único líder.
Los cerdos se constituyen como una élite dentro de la granja, y los demás animales se mantienen bajo la dictadura de Napoleón, amenazados por los perros de éste.
Poco a poco, los cerdos adoptan los defectos del propio hombre, por los cuales en su día sustentaron la revolución.
A lo largo de la novela, se efectúan ciertos cambios en Los 7 Mandamientos, que “justifican” las medidas que toma Napoleón, y los actos de los cerdos:
1. Ningún animal dormirá en una cama con sábanas.
2. Ningún animal beberá alcohol en exceso.
3. Ningún animal matará a otro animal sin motivo.
Sucesivamente, todos Los 7 Mandamientos van desapareciendo por orden de Napoleón, y con la complicidad de los demás cerdos.
Finalmente, los cerdos modifican también sus conductas, empiezan a usar las ropas abandonadas por el señor Jones, y aprenden a caminar sólo sobre sus patas traseras, modificando para ello, el primero de Los 7 Mandamientos.
Después de que un ataque llevado a cabo por los humanos, fuese repelido por los perros, los granjeros de los campos vecinos, deciden mantener relaciones amistosas con los animales de la granja, felicitando a Napoleón por el éxito económico de la granja:
Los animales dirigidos por Napoleón, trabajan en larguísimas jornadas, alcanzan elevados niveles de productividad, se contentan con raciones minúsculas de comida, y jamás se quejan ante los cerdos.
Halagado, Napoleón y los cerdos invitan a los humanos a almorzar en la granja, pero los animales de allí, sorprendidos, advierten que sus compañeros cerdos han copiado totalmente la conducta y aspecto de los humanos.
Al final de la novela, la dictadura de Napoleón y sus seguidores, se consagra de modo absoluto, cuando los animales preguntan al burro Benjamín, uno de los pocos que sabe leer, sobre cuál es el único mandamiento que queda escrito.
Éste es el 7º, convenientemente modificado por los cerdos:
“Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”
George Orwell, satiriza así el régimen zarista, con el señor Jones y la monarquía con los humanos, y posteriormente ironiza La Revolución Rusa hasta el periodo del estalinismo.
Los personajes dicen mucho de la realidad:
El cerdo Mayor, representa en parte a Lenin, pues él se cuestiona sobre la situación de su país, crea una doctrina propia, y además es el ideólogo de la revolución, él es el idealista; también apunta hacia Karl Marx, al ser el impulsor de la filosofía anti-capitalista, anti-humana alegóricamente, y por fallecer antes de que ocurriese la rebelión.
El señor Jones, sería El Zar Nicolás II de Rusia, aunque su figura es más amplia y abarque a toda la realeza, la nobleza y la burguesía, que fueron las clases derrocadas por La Revolución Rusa.
El cerdo Napoleón, con sus medidas para administrar la granja, apropiadas de Snowball, que servirán para llevar a ésta a la prosperidad, aunque esta sólo mejorará su propia situación y la de los demás cerdos; y su política de restricción de libertades, representa a Stalin.
Otro punto que refuerza esta teoría, es el hecho de que Napoleón ordenase el exilio de Snowball/Trotsky.
En la primera edición francesa, se nombró a este cerdo como “Julio César”, naturalmente, el nombre de Napoleón alude al Emperador Francés.
El cerdo Snowball, sería Lev Trotsky, líder militar, que posteriormente huye de la granja al ser violentamente perseguido por los perros de Napoleón, y cuya sola mención constituye un delito grave.
Una vez establecido el poder de Napoleón, todo animal que se considerara peligroso, sería ejecutado bajo la acusación de ser “seguidor de Snowball”
El cerdo Squealer, es el intermediario de Napoleón ante los demás animales de la granja.
Su habilidad retórica, y su hipocresía, le permiten convencer al resto de la granja de la conveniencia de cualquier decisión tomada por Napoleón.
Posiblemente represente al aparato de propaganda de La URSS: el periódico Pravda, o a Viacheslav Molotov, ferviente partidario de Stalin.
Boxer, el caballo, siempre convencido de trabajar más, y traicionado por Napoleón a pesar de ello, representaría al proletariado.
Su lema:
“Trabajaré más duro”, y los constantes elogios que recibe de los cerdos por su denodado esfuerzo y su sumisión, sean probablemente una referencia al minero Aleksei Stajanov.
Las ovejas y las gallinas, analfabetas y acríticas con el régimen, personifican al campesinado, o bien, a la masa que sigue al líder.
Para ellos, y los animales menos inteligentes, se ingeniaron consignas sencillas, como:
“Cuatro patas sí, dos pies no”, que solían repetir todo el día.
El cuervo Moses, representa a La Iglesia Ortodoxa, pues habla del cielo de los animales, y recibe trato favorable de los humanos, ya que cumple una labor de apaciguamiento al servicio del señor Jones.
Más adelante, los cerdos toleran su presencia.
Las relaciones entre el cuervo y la granja, representa la afinidad entre el clericato ruso y los distintos gobiernos de Rusia, primero bajo los zares, y luego bajo el estalinismo.
El burro Benjamín, es el intelectual que especula, el mismo Orwell.
Los perros representan la policía secreta estalinista, La NKVD.
Son los encargados de expulsar violentamente a Snowball de la granja.
La nueva generación de perros, es educada por Napoleón desde cachorros, cumpliendo también la función de guardia personal, y de verdugo para los animales que traicionan a la granja en nombre de Snowball.
El Señor Fedrerick, que durante la fábula pretende una alianza con el cerdo Napoleón, representa a Adolf Hitler, quien firmó un pacto de no agresión con el régimen estalinista de La URSS.
La yegua Mollie, que apenas se interesa por la revolución animal, y aún menos por trabajar, representa a las clases nobles zaristas, que ven en la nueva política comunal, el fin de sus privilegios.
Prueba de ello lo tenemos cuando Mollie, una vez que descubren que ha confraternizado con un mozo de una granja vecina, abandona la granja para servir de nuevo a los humanos.
El señor Pilkington, es Winston Churchill, al final de la historia se muestra su alianza demostrada en un juego de naipes con Napoleón junto a humanos y cerdos, donde esta termina con una fuerte discusión, dado que Napoleón y Pilkington, destapan un as de espadas simultáneamente, en señal de trampa, esto nos muestra la inestabilidad de la supuesta alianza entre La URSS e Inglaterra.
Orwell, también muestra de una manera muy cruda, la relación entre animales y seres humanos, dándole a los primeros, una personalidad, y poniéndolos al mismo nivel intelectual y racional que el hombre, para así representar la brutalidad sufrida por ellos en la granja.
Lejos de la intención de Orwell, que pretendía con esta alegoría, al igual que con su siguiente novela, “1984”, publicada en 1949, denunciar a los totalitarismos nazi y soviético, el libro fue utilizado, sobre todo en los Estados Unidos, como propaganda en contra del comunismo en general.
Además, la obra constituye un análisis de la corrupción que puede surgir tras toda adquisición de poder, en cualquier nivel.
Así, la obra posee un doble nivel de interpretación posible, por lo que su mensaje puede trascender el caso particular del Régimen Soviético, y ser captado incluso por niños, que ni siquiera conocen la historia de La Unión Soviética.
Por esta razón, el libro ha sido utilizado a menudo como herramienta educativa, incluso en los primeros años de la escolaridad de algunos países; y está considerada, una de las más demoledoras fábulas acerca de la condición humana.
El discurso de George Orwell, toma una dimensión más interesante cuando se piensa en una granja, y con diversas especies animales.
Hay una analogía magistral, tan dura como real y actual.
“All animals are equal”
Animal Farm es una película animada, del año 1954, dirigida por Joy Batchelor y John Halas.
Protagonizada por Gordon Heath, Jean-Claude Michel y Maurice Denham.
El guión es de Joy Batchelor, Joseph Bryan III, John Halas, Borden Mace, Philip Stapp, Lothar Wolff, basados en la novela homónima de George Orwell; y es el primer largometraje de entretenimiento británico.
Para hacer la película, la compañía de Halas-Batchelor, se amplió para hacerla, la unidad más grande de la animación en Europa Occidental.
El productor, Louis de Rochemont, se acercó al equipo con el objetivo de producir la primera película animada, dirigida específicamente a los adultos, siendo reconocida también, como la primera obra en Tecnicolor, en la historia de la animación británica.
No obstante, se sabe que El Jefe de Operaciones de La CIA, para obtener los derechos de la película, no fue otro que E. Howard Hunt, más tarde famoso por ser el ladrón del “Watergate” en el caso del Presidente Richard Nixon; y como parte del acuerdo, Sonia Orwell pidió conocer a su ídolo, Clark Gable; por lo que esto fue arreglado.
Así fue como La CIA obtuvo los derechos de Animal Farm, de la viuda de George Orwell, Sonia, después de su muerte, y financió encubiertamente la producción, como propaganda anticomunista.
Gran parte del presupuesto, $300.000 sobre un costo de más de $500.000, fue suministrado por La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, Oficina de Coordinación de Políticas, a través de una de sus corporaciones depósitos, Touchstone, Inc.
Algunas fuentes afirman, que el final de la historia fue alterado por La CIA, pues en el libro, los cerdos y los seres humanos unen sus fuerzas, para llevar su mensaje, pero es igualmente posible, que el final más optimista de la película, fuera una decisión artística, para darle un punto más atractivo al público.
Animal Farm fue nominada como mejor película de animación en los premios BAFTA, de 1955, y para coincidir con el lanzamiento de la película, una versión cómic, fue publicada en los periódicos, ilustrada por Harold Whitaker, uno de los animadores.
Así las cosas, estamos en La Granja Manor, en la Inglaterra de los años 50.
Hartos de los maltratos que les da el brutal granjero Jones, todos los animales se unen en una violenta rebelión, que excluye a todos los humanos:
Ha nacido La Granja Animal.
Pero el entusiasmo se torna en decepción, cuando los cerdos, con el dictatorial Napoleón a la cabeza, asuman el control de la revolución y, amparados por un fanatizado ejército de perros asesinos; e instauran la tiranía y el terror en la naciente mini-república.
Algunos animales comprenden, demasiado tarde, que sus porcinos líderes son tan o más despóticos que el borracho Jones...
Animal Farm es una genial película de dibujos para adultos, porque demuestra con mucha crudeza, que el poder corrompe, y que el querer ser iguales unos a otros, realmente es difícil, sobre todo cuando una “oveja negra”, en este caso un cerdo, se sale de la norma, y se crea su propio ejército… la cosa cambia radicalmente.
Y resulta fascinante la transformación de algunos animales, la evolución de los mismos en el tiempo, y su “humanización”
Además, presenta un claro manifiesto reivindicativo contra el autoritarismo, la corrupción, la manipulación y la traición de unos principios y leyes establecidos.
Y que unos animales, en concreto, unos cerdos, que en principio juraron defender estos principios, acaban por violarlos, para explotar al resto de la granja y, en consecuencia, obtener sólo beneficios para su especie en concreto.
Así, cada personaje representa a una persona, o clase social específica participante en La Revolución Rusa.
Tenemos entonces camuflados en esta cinta animada de animales, a Stalin, Karl Marx, Lenin, Nicolás II, Trotsky, proletarios, campesinos, intelectuales, La Iglesia Ortodoxa, y La Policía Secreta.
También, se trasmite en la película, el obvio pesimismo que su autor vivió en sus carnes, a lo largo de su vida, y que expresa con toda intensidad.
Su repulsa contra los sistemas de gobiernos manipuladores y autoritarios; que sobreviven, y se mantienen en el poder explotando y oprimiendo a los más pobres mediante el uso de la propaganda y la mentira.
Si hay algo importante que se demuestra aquí, es que la unión hace la fuerza, y se ve, cómo los animales se unen para luchar con lo que creen que es injusto.
Aunque es muy triste pensar, que esta película de 1954, basada en una novela de 1945, a día de hoy sigue en radiante actualidad… y es que siempre habrá cerdos en el poder, y gallinas que se dejan gobernar.
Por el lado animal, también se trata de una película elocuente y conmovedora, que inspira a reflexionar sobre el abuso animal, y el trato que el hombre tiene para con los animales, sí son ellos los que nos necesitan, o nosotros los necesitamos a ellos.
Interesantes puntos de vista son tratados y parodiados.
Como el poder envilece, y como siempre hay otros que con él se corrompen y tergiversan los ideales para sacar el provecho propio.
“Loyal followers, on farms owned and operated by pigs, there is order and discipline.
Own lower animals do more work and eat less than other on farms”
Animal Farm es una película de animación británica, realizada en el año 1954, dirigida por el estudio de animación británico, Halas & Batchelor, fundado por John Halas, un emigrante húngaro, y su esposa, Joy Batchelor; basados en la novela de George Orwell, una fábula mordaz sobre El Régimen Soviético de Stalin.
Los realizadores de la versión animada de la obra de Orwell, contaban la autorización de su viuda, Sonia; y se trataba de un texto del que su propio marido había declarado, que se había escrito con “diseño político, por tratarse de una versión en clave de fábula, de la historia de La Unión Soviética”
Una historia que, bien vale la pena no olvidar, si estamos de acuerdo con el George Santayana que nos decía:
“Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”
Pero no se trataría únicamente de evitar la repetición del totalitarismo estalinista, sino de todo absolutismo, sea éste de derechas o izquierdas, incluido el totalitarismo neoliberal de la sociedad de libre mercado, una plutocracia, solapadamente dictatorial, que también hace que como consumidores, todos seamos supuestamente iguales, pero unos más iguales que otros…
Tras la muerte de Orwell, en el contexto de La Guerra Fría, pareciera ser que La CIA quería hacer cine propagandístico, más allá de sus luchas de espionaje y contraespionaje que bien conocemos por otro género de cintas.
Y llevar al cine la novela de Orwell, resultaba sumamente atractivo, y para cumplir con este objetivo, se obtuvo la autorización de Sonia Orwell, quien, ni corta ni perezosa, satisfizo la demanda sin ingenuidad ninguna; pues ella debía saber que con ese acto hacia honor a su marido, de quien se dice “había empezado a tomar posiciones políticas más conservadoras”, que incluso lo llevarían a denunciar ante los tribunales, La Caza de Brujas anticomunista, a otros artistas, seres tan bien catalogados como Charles Chaplin, John Steinbeck y George Bernard Shaw, como auténticos filocomunistas, en vísperas del pleno desarrollo del macartismo.
Así pues, para la realización del filme, contarían con la asesoría técnica del productor, Louis de Rochemont, quien encargaría a los socios de la compañía británica de dibujos animados, Halas & Batchelor, los esposos John y Joy, el rodaje de la película, a finales de 1951, para cuya realización contarían con un equipo de 80 dibujantes, quienes crearían 750 escenas, y 300.000 dibujos en color, junto con otro equipo de guionistas, asesorados por un Consejo de Estrategia Psicológica, con el fin de llevar a la pantalla, la fábula contada por Eric Blair, nombre real del conocido escritor George Orwell, para estrenarla 3 años más tarde.
Independientemente de esta historieta de intrigas internacionales y, por anticuado que sea el formato de estos dibujos animados, no hay que negar su valor como obra de arte, con una belleza fílmica que la hace una obra maestra del cine de animación, más allá de los cuentos de hadas, o las aventuras de los simpáticos personajes de Walt Disney.
¿Qué mejor formato podría dársele a este supuesto cuento de hadas de George Orwell, que el del cine de animación?
No, creo que ninguno fuera mejor, que sin duda resulta maravilloso para el relato de fábulas, como esta de Orwell, tan memorable, en la que no hay nada del mundo mágico de los cuentos de hadas, sino más bien, una historia de un crudo realismo, en un texto donde los animales, son los personajes principales, en su enfrentamiento con una especie humana, tan sádica como el hombre de Plauto y Hobbes, que es “lobo para el hombre”, y tanto más con el resto de los seres vivos que lo acompañan en el mundo creado desde el génesis bíblico.
Entonces, en Animal Farm no vemos ni príncipes, ni princesas, ni magos, ni brujas, y mucho menos hadas, puesto que lo que se nos muestra no es La Tierra de Oz, ni el maravilloso mundo de los hermanos Grimm, aunque quizás sí comparta una visión del mundo tan maniquea, como la de los cuentos populares, en la que el universo se escinde en buenos y malos, más en un momento como el de la postguerra, tras un conflicto bélico de los más atroces de la historia, que hacía que quien pensara distinto, fuera satanizado, en un planeta a la vez real, imaginario, poblado por ángeles y demonios, de acuerdo con el cristal político con el que se lo mirara.
En Animal Farm, los pensantes, en este caso los cerdos, hay 3 tipos de comportamiento dentro de ellos:
El abusivo Napoleón, el inteligente Snowball, y el resto, los aprovechados; aunque también podemos pensar que al autor decidió poner a estos animales en este escalafón, por el doble sentido que tiene la palabra “cerdo”
Los trabajadores, en este caso representado por Boxer, un caballo que no le importa pasar horas trabajando para beneficio del entorno, sin pedir nada a cambio,
El listo pero temeroso burro, llamado Benjamín, que se da cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor, viendo sobre todo las cosas malas, pero que prefiere callar antes que verse envuelto en la polémica, o los castigos que estos le puedan representar por decir algo al respecto.
Las masas, en este caso las ovejas y las aves, que representan al pueblo, que no tiene iniciativa, y que se deja guiar y hacer lo que el resto, sin preguntar o pensar si las cosas están bien o mal, simplemente seguir la corriente.
Los medios de comunicación, las palomas, sin embargo hay un cuervo que se encarga de ser el mensajero principal, pasando la información entre el nuevo gobierno y el pueblo, pero solo en el canal beneficiado por y para la nueva clase política.
El orden o la policía, representada por los perros, aunque solo imponiendo miedo al pueblo, es decir, al resto de los habitantes de la granja.
Y los zánganos o improductivos, representados por el gato y una vaca que pasan de trabajar haciéndose los tontos, o dando escusas ante sus obligaciones, y solo se presentan a la hora de la comida, como si nada pasase.
Sin olvidar al señor Jones, quien debe representar al Zar de Rusia, un hombre amargado, harto de sus animales, a quienes responsabiliza de salirle demasiado caro, lo que crea miedo y perplejidad en unos, y furia en los otros, en especial, en los representantes de la especia porcina.
Su tormento lo convierte en un hombre violento y, para defenderse de él, sus animales se reúnen en una asamblea secreta, convocada por el viejo Major, un cerdo marchito, con un rostro evocador de Winston Churchill, pero con la sabiduría de un Marx, y la capacidad estratégica de un Lenin, a la que asistirán los otros cerdos; Boxer, el más grande y fuerte de los caballos; Benjamín, el burro, fiel amigo del enorme percherón; más el conjunto general de los animales de la granja, todos impacientes para asistir a una convención tan importante.
Al final, los mandamientos que rigen la granja, cambian, los personajes mayores mueren, el gobierno se enriquece, se hacen negocios ilegales, y las nuevas generaciones ven normal la nueva “democracia”, porque ya nadie hace nada al respecto, nadie se queja, y aquello que fue una revolución, una liberación, ya es solo un recuerdo lejano, del cual solo unos pocos murmuran…
El estilo de los guionistas de Animal Farm, continúa siendo mucho más lírico y poético que el del propio Orwell, hombre de quien se dice que era más un “ser de acción, que de pensamiento”
El dibujo es descriptivo y terrible, el juego de las perspectivas crea magia, el tenebrismo acentúa la tensión, los fondos le confieren fuerza expresiva, la narración fluye como por encanto, y la movilidad de la cámara, proporciona una viveza inigualable.
¿Y qué más ocurrente que presentar un hecho tan atroz, que hacerlo mediante el formato de cine animado supuestamente para niños?
Pues por ello bien vale reconocerle sus méritos pedagógicos, y la crudeza en sus variantes rompiendo los convencionalismos del género.
De hecho, muchos padres estaban alarmados por la tristeza de la película, habiendo tomado a sus hijos, pensando que era una película en la línea de un dibujo animado de Walt Disney...
Y es que hay muchos momentos de drama, como la extraña relación entre el caballo y el burro; la muerte del primero, y la angustia del segundo... es realmente conmovedora.
Pero hay diferencias:
En el libro, la historia acabaría con la escena de Benjamín, contemplando a los cerdos, que en realidad están compartiendo mesa con humanos, y es entonces cuando dice el narrador del libro:
“12 voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales.
No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos.
Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno, y quién era otro”
Aunque fiel al relato original del libro, la película cambia el final, ya que la película termina en una rebelión en contra de los cerdos, y principalmente en contra de Napoleón, por parte de todos los otros animales; aunque en una imagen particularmente especial, se ve a la rebelión comandada por el burro Benjamín, por lo que se puede deducir, que lo mismo que ocurrió con los cerdos, ocurrirá con cualquier otro animal, mientras alguna raza en particular gobierne.
Entonces se puede considerar la película, y también el libro de Orwell, como una fábula, con ciertos rasgos anarquistas, ya que una de las conclusiones que se saca, es que mientras gobierne alguna raza de animales en particular, la opresión y muerte, serán inevitables.
Lo que es irónico, pues si nos olvidamos de la idea del socialismo, los puercos son una representación del capitalismo, el sistema de clases, y el estado policial, a la vez la adulteración de la historia, es una representación de los cambios a reglas del muro de los animales, hasta que queda solo un chiste mordaz según los intereses de los poderes que se rigen por reglas que las deforman a placer.
No solamente aprendemos de una adaptación fiel, podemos aprender mucho de las lecturas y reinterpretaciones, si bien el socialismo nunca demostró ser un sistema ideal para solucionar los problemas de la lucha de clases, tampoco el capitalismo, un reflejo simétrico de aquello etiquetado de diferente, y por esa razón, está condenado a desaparecer.
George Orwell mismo declaró, que si Snowball hubiera triunfado sobre Napoleón, los animales no se habrían quedado mejor.
Usando el molino de viento como un ejemplo, Orwell dijo que Snowball habría gastado tiempo y recursos en proyectos faraónicos similares, que habrían arruinado la granja.
Otro dato interesante, es que en la granja sólo hay 2 cerdos criados para vender:
Snowball y Napoleón, éste de raza Berkshire.
El resto están destinados a la matanza.
Y no deja de ser curioso, que precisamente los 2 que se iban a “salvar”, sean quienes lideren la rebelión, dado que los otros debieron tener más interés en derrocar a los humanos.
En ambas obras, no existe el típico final feliz como tal, pero de cara a que esta película iba dirigida en concreto al público infantil de aquel entonces, sus directores, Joy Batchelor y John Halas, añadieron por así decirlo, “un nuevo golpe de estado”, para suavizar el texto de Orwell, y anticipando con ello, lo que posteriormente iba a suceder con el antiguo régimen de La Unión Soviética (1917-1991), con el fin de La Guerra Fría (1946-1989)
Después de todo, la obra de Orwell, al final de la película, también sufrió de una revolución, a manos de La CÍA.
En Animal Farm, dejando de lado influencias y tendencias políticas, es interesante, por ser una pieza única en su género.
Y de ahí, de su rareza, más que de su perfección técnica, de la que no está del todo exenta, en particular a lo que a color concierne, pero vamos que era 1954, y la primera producción británica, con mucho que aprender, merezca ser representativa de un género cinematográfico que no dejó demasiado rastro:
El cine político de dibujos animados.
Del reparto, curioso decir que Maurice Denham proporcionó las voces para todos los personajes.
¿Totalitarismo, o anarquismo también?
“To a greater Animal Farm!
For peace and plenty under pig rule!”
Aunque “Animal Farm: A Fairy Story” fue concebida como una despiadada sátira del estalinismo, el carácter universal de su mensaje, hace de la obra un extraordinario análisis de la corrupción que engendra el poder, una furibunda diatriba contra el totalitarismo de cualquier especie, y un lúcido examen de las manipulaciones que sufre la verdad histórica en los momentos de transformación política.
Una crónica de una revolución traicionada, de la gradual tergiversación de un ideal, de cómo esterilizar años de lucha y sacrificio.
En el fondo de lo común, la humanidad ha abusado desmedidamente de los animales.
Su explotación se remonta hacía mucho tiempo atrás; pero concretamente es durante el siglo XVIII, cuando este abuso se dispara, y continúa haciéndolo hasta nuestros días, con espantosas consecuencias para el resto de las especies.
El ser humano se ha servido impunemente durante siglos de otros seres vivos para satisfacer sus necesidades vitales, y no sólo eso, sino que ha visto en otras especies, una fuente de ingresos, y ha hecho negocio con ellas, sin mostrar ningún respeto, ni misericordia.
Ignorancia o egoísmo pudieran ser tal vez las causas.
Lo cierto es que hemos hecho un daño terrible, y no estamos lejos de empezar a sufrir los efectos de nuestra ambición.
Millones de vidas sacrificadas por nada, por un ideal traicionado por aquellos que se vanagloriaban en postularse como sus protectores, por mantener la fachada de una opresión.
La revolución, rozó la utopía, por primera vez, los tiranos del poder, perdían la púrpura en beneficio de los gobernados.
Los que siempre habían sufrido, lograron que los que siempre habían disfrutado, fueran reemplazados para permitir disfrutar a los sufridores.
Sin embargo, pese a la proximidad de la utopía, todos la sentían, al alcance de la mano, un último esfuerzo hacía falta tan solo; sin embargo, el camino que se siguió fue el opuesto:
Se traicionó un justo ideal, se traicionó la felicidad de todos por la ambición de unos pocos.
El sueño de una utopía, de la utopía, se transformó en la pesadilla de la distopía.
En Rusia, el viejo poder y sus representantes, habían sido derrotados y expulsados, eran los de abajo los que gobernaban, pero una parte de los de abajo.
Sin embargo, los nuevos gobernantes acabaron convirtiéndose en aquellos a los que habían expulsado, pero eso sí, sin necesidad de aliarse con ellos, por propia voluntad.
Había hecho falta que todo cambiara, para que todo siguiera igual:
La opresión y el desengaño eran, dice Benjamín en la novela, la ley inalterable de la vida.
Dijeron adiós a los humanos, adiós a todo lo humano, para acabar viviendo como humanos, oprimiendo como humanos, engañando como humanos, vistiendo como humanos…
Han pasado los años, se dio La Perestroika, ha caído El Muro de Berlín, ha sido superada La Guerra Fría, pero los poderosos, ahora disfrazados de banqueros, se tragan el dinero que produce un país, y aunque se los rescate, todo parece irse por un hueco negro, sin que caigan para nada, las tasas de riesgo, y la población se ponga en mayor peligro de caer en la pobreza absoluta.
Tampoco el mundo neoliberal ha cambiado la cosa, lo que pareciera darle aún más la razón al pesimismo orewelliano.
¿Habría entonces que volver a pensar en la revolución permanente de Trotsky, con el fin de que la economía mundial se convierta en una potente realidad con vida propia, con el fin de no caer en la desesperanza, y volver a encontrar el socialismo como consolación?
Ello implicaría una transformación a nivel mundial.
¿Qué hacemos con Las Corporaciones, entonces?

“To the day when pigs own and operate farms everywhere!”



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