Rules Don't Apply

“Never check an interesting fact”

A la hora de mencionar a Howard Hughes, seguramente todo el mundo recordará lo obvio.
Howard Robard Hughes, Jr., fue un multimillonario empresario, magnate, inversionista, ingeniero autodidacta, aviador, productor y director de cine estadounidense, famoso por sus reconocidas y exitosas películas.
Igualmente se le reconoce por sus aportes a la aviación, introduciendo numerosas innovaciones en el diseño de aeronaves, tales como la construcción de aviones, además de materializar muchas hazañas aéreas, incluyendo la obtención de varios récords de velocidad y extensión; y muchas otras cosas más.
Todas esas facetas, excelentemente recopiladas en las miles de biografías que se han intentado acercar a su leyenda; parecen un legado justo, y necesario, por el considerable impulso que dio al siglo pasado.
Sus contemporáneos, lo consideraron “el hombre más adinerado del mundo”, y el primero en llegar a ser “milmillonario” o “millardario”, en inglés “billionaire”, con una fortuna estimada en unos $1,500 millones en el momento de su muerte.
En 1948, se convirtió en un nuevo magnate del cine hollywoodiense, al apoderarse de una participación en la dirección de RKO Pictures; tanto que él bailó con estrellas principiantes, compró bienes como palomitas, y realmente amaba el helado de nuez y banana.
Fue un personaje polémico por sus excentricidades, manías, y su comportamiento lunático en general, que estuvieron motivadas en gran medida por padecer un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC); no obstante, su genialidad es indiscutible, y su legado notorio en todos los ámbitos en los que se desenvolvió.
A finales de 1950, Howard Hughes había desarrollado ya, claros síntomas debilitantes de TOC; y el que fuera uno de los hombres más vistos de EEUU, ahora desaparecía totalmente de la vida pública, aunque los tabloides continuaron informando sobre su comportamiento y paradero.
El 12 de enero de 1957, Hughes se casó con Jean Peters, a la que había conocido hacía varios años.
Su segundo matrimonio fue también tormentoso, debido a sus cada vez más obsesivas manías, y a su tendencia a recluirse.
De hecho, llegó un momento a partir del cual, sólo contactaba con su esposa por teléfono.
En varias ocasiones, los medios publicaron que estaba en fase terminal, mentalmente inestable, e incluso muerto.
Por ejemplo, mientras producía “The Outlaw”, Hughes se obsesionó por un defecto de menor importancia en una de las blusas de Jane Russell, argumentando que la tela se agrupaba a lo largo de una costura, con lo que daba la apariencia de que cada uno de los pechos de Russell tenía 2 pezones...
Estuvo tan preocupado por ello, que llegó a redactar un detallado memorándum sobre cómo resolver el problema, y lo repartió entre los miembros del equipo de rodaje.
Hughes, llegó a recluirse por completo, se encerró en cuartos oscurecidos, inducido por el uso de medicamentos y drogas, aunque siempre mantuvo las visitas de un peluquero.
Varios doctores vivían en la casa, cobrando un sueldo sustancial, sin embargo, Hughes raras veces los veía, y por lo general rechazaba seguir su consejo.
Hacia el final de su vida, su círculo administrativo íntimo, se componía en gran parte de mormones, porque él los consideraba de confianza, ya que no podían beber alcohol, y el valor agregado de ser moralmente honestos, si bien Hughes nunca profesó esa religión.
Mientras residía en la entonces moderna y próspera Managua, capital de Nicaragua, en el hotel más exclusivo de América Central de aquella época:
Hotel Intercontinental, actualmente Crowne Plaza, cuando lo sorprendió el terremoto de Managua de 1972, el 23 de diciembre, ese mismo año, huyó despavorido de allí en forma misteriosa.
Se dice que quería hacer negocios allí con El General Anastasio Somoza Debayle...
Por precaución, posterior al terremoto, antes de partir de Nicaragua, fue huésped en uno de los palacios de La Familia Somoza.
El 5 de abril de 1976, a la edad de 70 años, completamente auto recluido en una suite de un prestigioso hotel de Acapulco, Hughes agoniza.
Toman un avión hacia el Hospital Metodista de Houston, pero nada se puede hacer ya por él.
Se cree que pudo haber fallecido en pleno vuelo, o incluso antes de salir de México.
Sin embargo, y pese a que él seguramente intentó evitarlo, hubo gente que vio más allá de su fachada.
Los asistentes que convivieron con él, las chicas que se dejaron seducir por él, y los pocos jefes que pudieron acercársele, probablemente cuenten una historia muy distinta, que nunca se podrá encontrar en ningún libro.
“You think I'm nuts, right?”
Rules Don't Apply es un drama del año 2016, dirigido por Warren Beatty.
Protagonizado por Alden Ehrenreich, Lily Collins, Warren Beatty, Haley Bennett, Candice Bergen, Martin Sheen, Taissa Farmiga, Alec Baldwin, Matthew Broderick, Ed Harris, Annette Bening, Oliver Platt, Amy Madigan, Steve Coogan, Patrick Fischler, Caitlin Carver, entre otros.
El guión es de Warren Beatty; quien a sus 79 años, ha abandonado su retiro voluntario para dirigir, escribir, producir y protagonizar Rules Don't Apply, una comedia romántica de época, en la que Beatty interpreta al excéntrico magnate, Howard Hughes.
Y es que por más de 40 años, Beatty estuvo trabajando en una película biográfica sobre Howard Hughes, tras encontrárselo en el lobby de un hotel, a principios de los 70s, y quedarse fascinado por él.
Así, el guión fue escrito por Beatty, basado en una historia que escribió junto al guionista Bo Goldman.
“Siempre es diferente con el cine.
Me divertí mucho, he contado con un gran reparto, y un gran equipo.
Me gusta mucho la historia, es divertida y triste a la vez, por eso me gusta”, dijo el director.
El rodaje principal, tuvo lugar en 2014, en Los Angeles, California, en lugares como el Musso & Frank Grill, y el Hotel Millennium Biltmore, además de usar los Sunset Gower Studios de Hollywood.
La película tiene lugar en 1958 y 1964, a modo de un gran “flashback”
Estamos primeramente en el Hollywood de 1958:
La joven baptista, Marla Mabrey (Lily Collins), llega acompañada de su madre, Lucy (Annette Bening), desde una pequeña población del medio oeste a Los Angeles, para trabajar para el magnate y millonario Howard Hughes (Warren Beatty)
En el aeropuerto, a su llegada, conoce al chófer de su jefe, el joven Frank Forbes (Alden Ehrenreich), que apenas lleva 2 semanas trabajando, y resulta ser una persona también muy religiosa…
Su inmediata atracción mutua, pondrá sus convicciones a prueba, además de romper la regla número 1 del Sr. Hughes:
“Está prohibido que sus empleados intimen con sus actrices”
Y Howard pone otras condiciones en sus jóvenes casi estrellas:
“Tienen que ser castas, y tienen que ser vigiladas”
Claro, pueden tener sus casas, gracias a la cuenta bancaria aparentemente ilimitada de Howard.
Pero ellos no pueden tener sus propios carros…
Es entonces que les dan conductores.
No hace falta decir, que a estos se les prohíbe fraternizar con el talento...
O pueden hacer una charla agradable, siempre y cuando nunca hablan de Howard, por miedo a muerte, de perder la carrera profesional.
Frank, está dispuesto a obedecer la directiva de Howard.
Él cree que el hombre es un genio.
Por otra parte, en realidad le gustaría meter al billonario en un proyecto inmobiliario en el que ha estado pensando, y para hacerlo, tendrá que permanecer en gracia con el hombre.
Pero eso fue antes de que Marla Mabrey, una reina de belleza de Virginia y aspirante a actriz, entrara a su asiento trasero con su madre.
De repente, los miles de millones de Howard, no tienen el poder que tenían.
Su pensamiento conservador, y el ambiente en el que se mueven, harán que sus valores y sus vidas cambien para siempre.
Rules Don't Apply es un drama sobre una pareja de enamorados, que ve frustrada su relación porque trabajan para el excéntrico Howard Hughes.
La historia, es casi una comedia, sin carcajadas, sino por las situaciones surrealistas e increíbles que suceden, pues lidiar tan de cerca con una de las figuras más emblemáticas y “extrañas” de Hollywood, era casi un privilegio.
Todo ello hace de Rules Don't Apply, un viaje a la nostalgia, al Hollywood que brillaba con otro sol, el de Howard Hughes.
“You're an exception.
Rules don't apply to you”
Warren Beatty llevaba años intentando poner en marcha Rules Don't Apply, un proyecto muy personal que, a tenor del resultado, cabe preguntarse en las diferencias en caso de haber logrado realizarlo antes, debido a cómo, a lo largo de la película, la figura de Beatty, su posición actual, acaba colándose en sus imágenes.
Es decir, casi a modo de autobiografía maquillada de Howard Hughes.
Rules Don't Apply no es un “biopic” sobre Howard Hughes, acaso un retrato algo impresionista sobre un momento determinado de su vida, cercano a su fin, sin ningún hecho histórico real, es decir, el relato romántico es totalmente ficticio.
Un acercamiento no tanto, o no solo, a la persona en esa época, como uno basado en su figura, desde una perspectiva cercana a la metáfora.
El veterano histrión, da vida a Howard Hughes, pero lejos de centrarse en el símbolo, lo mostrará como un estricto jefe que prohíbe las relaciones entre sus empleados.
Los problemas iniciarán, cuando una prometedora actriz y un chofer a su servicio, se enamoran a pesar de las consecuencias.
Al inicio, una cita de Howard Hughes menciona:
“Nunca consultes un hecho interesante”
Nada más apropiado entonces, que alejarse de la fanfarria que le rodea, el exagerado circo que se ha montado alrededor de él, y fijar la vista en su modesto chófer, y una de las miles de aspirantes a actriz que contrató, diminutas estrellas de su monumental constelación.
Frank Forbes y Marla Mabrey, acaban de salir al mundo, como quien dice, y su entusiasmo y esperanzas reposan bajo el intimidante ala de Hughes, que bien podría ser su definitivo impulso a la vida que siempre han deseado.
Así veremos el contraste entre la juventud y la decadencia.
Frank y Marla, se pasan los días rodeados de radios clamando las hazañas de gigantes, potentados millonarios que cambiaban la faz de La Tierra, y ellos mismos no paran de hablar del “rey de reyes”, Howard Hughes, que parece ser que les ha tendido la mano desde el cielo.
El deseo de conocerle, por parte de ambos, casi podría ser el deseo de tener una prueba de que Dios existe, de que los sueños se pueden cumplir, de que todo va a encajar en sus sencillas y ajetreadas rutinas, y sacarlos de “su pobreza”, alcanzando “El Sueño Americano”
Pero pasan cosas cuando sucede el encuentro...
Al millonario, siempre se le dio bien desafiar las expectativas, y es por eso que cuando se encuentra con ambos por separado, se trata de citas extrañamente incómodas, donde Frank y Marla se esfuerzan por complacer al icono de la vieja guardia que tienen ante él.
Y a la hora de comparar sus experiencias, a ninguno se le ocurre mencionar que no era lo que esperaban, porque no conocen nada más, aunque el espectador si pueda advertir una pizca de sospecha por ese poderoso benefactor que no parece especialmente cómodo en el papel de padre y mentor.
Por su parte, Frank es un empleado concienzudo.
A medida que busca escalar al círculo interno del multimillonario, Frank muestra una capacidad sobrenatural para hacer frente a las necesidades de Howard, y la voluntad de ir la milla extra para ver esas necesidades cumplidas.
Cuando Howard desarrolla un gusto por el helado de nuez y banano de Baskin Robbins, por ejemplo, un sabor que Baskin Robbins recientemente descontinuó, Frank es el tipo que encuentra los últimos galones disponibles, y los envía a Las Vegas para Howard.
Pero la devoción de Frank tiene sus límites, y él es a veces una de las únicas personas en la línea de visión de Howard, dispuestos a decirle lo que el multimillonario no quiere oír.
Él advierte a Howard, que su uso de drogas “no sólo te da estreñimiento, sino que te hace más loco”
Howard está loco, no hay duda… pero la historia también sugiere que todavía tiene un afecto profundo por su padre.
Mucho de lo que ha logrado, está enraizado, en parte, en proteger el linaje de su papá y, tal vez, el deseo de hacerlo sentir orgulloso.
Pero los medios siguen hablando de su demencia, de sus aviones experimentales, mientras los jóvenes viven en otro mundo, uno en el que han empezado a conseguir lo que quieren, y quien lo ha conseguido todo en la vida, les ha dado una palmadita en la espalda, al contrario que los otros muchos que se han quedado por el camino.
Sin embargo, no solo el retrato de Hughes es fascinante; en el fondo, esta historia habla de la vieja guardia, simbolizada en ese envejecido y demente millonario, que no deja avanzar a la sangre nueva, la cual forzosamente ha de sustituirle.
Por eso, Howard no deja de citarse con jovencitas, todos sabemos para qué intenciones...
Por eso tampoco deja de dar las convenientes palmaditas en la espalda, consciente de que sigue siendo el héroe que era para los que no tienen la desdicha de compartir su edad.
Hablándonos del magnate, Rules Don't Apply llega a contarnos otra cosa, el relevo generacional que se resistía a salir de su caparazón, y buscaba por todos los medios, adherirse a un pasado marchito, en lugar de construir un futuro juntos.
El romance de Frank y Marla, es desvergonzadamente clásico, por lo que Warren Beatty se lo pasa como nunca, resaltando su tragedia con la infaltable música instrumental de Gustav Mahler, pero a la vez es el retrato de 2 soñadores, no admitiéndose que su sueño les decepcionó.
Finalmente, Howard Hughes estará en su cama, rodeado por una cortina, escuchando al mundo pendiente de su respuesta, decrépito y acabado, pero todavía tendrá influencia en esas vidas que se negaron a florecer, creyendo que el único camino, era el que dictaba él.
Y Warren Beatty está especialmente portentoso, admitiendo que ha perdido la partida, y es hora de dejar de ser el joven que siempre quiso ser, el padre que nunca estuvo, y el icono que ya no es.
Rules Don't Apply, en particular, juega con una inocencia que en la primera parte de la historia, se hace muy evidente para, sobre todo, contrastar con una segunda más sombría, en ciertos momentos melancólica, en la que la figura de Hughes se impone en la narración, como una figura desquiciada.
Por su parte, la pareja joven salen de esa inocencia, cada uno a su modo, al constatar de qué está construido el mundo que, previamente, les deslumbraba; al tiempo traza una mirada transversal a la religión y a la influencia en la época sobre las relaciones sexuales.
Tanto Frank como Marla, empiezan como cristianos profundamente comprometidos:
Frank es un metodista que asiste a la iglesia todos los domingos.
Está comprometido con su novia de la escuela secundaria, que cree que cuando usted tiene relaciones sexuales, lo que ella y Frank hicieron, están esencialmente casados y comprometidos mutuamente para toda la vida.
Por su parte, Marla y su madre, son indiscutiblemente más religiosas.
Ambos rezan con las familias y amigos antes de las comidas.
Vemos que ambos asisten a la iglesia.
Y se habla de cómo Billy Graham dice que somos “todos pecadores”
Pero la religión, tal como se manifiesta en Rules Don't Apply, no es una expresión sincera de fe, sino más bien una ilustración de la inocencia e ingenuidad de nuestros personajes, y un dispositivo para explicar el compromiso de Marla con la abstinencia.
Un compromiso que, como veremos, es temporal.
Tanto ella como Frank, se sientan en los servicios de la iglesia, donde la pureza sexual se destaca en el sermón, con un pastor que cita Eclesiastés 3: 5:
“Hay un tiempo para abrazar, y un tiempo para abstenerse de abrazar”
Al final, cuando Howard le pregunta a Frank, si cree todas las cosas que solía creer: Dios, el cielo, todo eso, Frank dice que no ya no sabe.
En lo sexual, Frank y Marla se enamoran, por supuesto.
Una noche, después de que Marla toca una canción para Frank en el piano, los 2 se besan frenéticamente, rompiendo una mesa de cristal mientras lo hacen.
Aunque vestidos todo el tiempo, la estimulación hace que Frank eyacule, dejando una mancha en sus pantalones.
Marla se regaña por estar tan “libre”
El supervisor de Frank, Levar (Mathew Broderick), se detiene junto a la casa de Marla, y Marla y Frank se apresuran a ocultar la mancha.
Poco después, Howard se reúne con Marla para hablar de su hipotética película...
Ellos se enamoran, y Howard eventualmente le da un anillo, diciendo:
“Con este anillo te hago mi esposa”
Eso es suficiente, para que una Marla borracha, “ataque” al multimillonario, y los 2 comiencen a quitarse la ropa...
Vemos a Marla con una blusa y calzones y, más tarde, Howard en sus bóxeres  mientras se viste.
Pero Howard rápidamente desaparece, y las noticias posteriores, informan que Howard se escapó para casarse con la actriz Jean Peters.
El breve encuentro de Marla con Howard, resulta en un embarazo:
Marla se enorgullece de no haber tomado nunca un sorbo de alcohol... hasta la noche de su cita con Howard.
El hecho de que Marla estuviera borracha, llevó a su encuentro sexual.
Ella regresa a casa, y parece lista a abortar, discute el asunto con su madre en la iglesia y, con la aprobación de mamá, se preparan para visitar a un médico.
Pero ella no aborta al niño.
Varios años más tarde, ella lleva al niño a visitar a su padre.
Mientras Frank rompe con su novia, que está horrorizada de que él la deje después de haber tenido relaciones sexuales.
Antes de su encuentro con Howard, Marla alardea de su compromiso con la castidad.
Otros hablan de la reputación de pureza de Marla.
Y cuando otras actrices hacen crudas referencias al sexo, usando una variedad de eufemismos creativos, pasa mucho tiempo antes de que Marla entienda exactamente a lo que están haciendo referencia.
Mientras la madre de Marla se queja de que Howard quizá quiera conocer a Marla en “alguna habitación de hotel” pecaminosamente.
Marla se horroriza un poco, de que se le pida modelar un traje de baño, que no vemos…
Y cuando conoce a Howard por primera vez, el multimillonario se acerca a ella de una manera vagamente amenazante, en la oscuridad, pareciendo que quiere agarrar sus pechos.
En lugar de eso, agarra el respaldo del asiento detrás de ella.
Antes de que Frank y Marla sean novios, Howard le pregunta a Frank, cuál cree que es la moral de Marla.
Él y otros insisten regularmente, en que no debe haber fraternización no laboral entre actrices y conductores, en parte, dice él, para evitar el riesgo de que las actrices contraigan enfermedades venéreas...
Por su parte, Levar está dispuesto a romper la política.
Un dato interesante, es la relación entre Beatty y la figura de Hughes, con la que se crea una estrecha relación que, en determinados momentos, no se sabe bien si, en realidad, habla más de él, de su posición actual en el cine y de su pasado.
Al comienzo, en un prólogo antes del largo “flashback”, Hughes se encuentra en la cama, escondido detrás de unas cortinas que, al final, en el epílogo, se abrirán para ver a un Hughes decadente, mostrado por Beatty con una inquina llamativa en su representación.
Cortina que, finalmente, se vuelve a cerrar, en una suerte de acto de despedida.
Hughes desaparece tras ellas y, quizá, también lo hace el propio Beatty.
Como era de esperar, la producción, dirección, guión, y actuación misma, corrió a cargo de Warren Beatty, que mantiene su alto nivel de realización, en el cuidado de una ambientación, escenografía/puesta en escena, vestuario, y demás recursos que hacen de la obra un viaje al pasado total.
A destacar la iluminación, la fotografía y los hermosos vehículos.
El director de fotografía, Caleb Deschanel; la diseñadora de producción, Jeannine Oppewall; y el diseñador de vestuario, Albert Wolsky; contribuyeron de manera impresionante, a la evocación de un tiempo y un lugar muy específicos, según el recuerdo de Beatty.
Rules Don't Apply, tiene un look espectacularmente hermoso, con Caleb Deschanel haciendo que incluso los espacios de Hughes, a menudo envueltos en la oscuridad, parezcan hermosos.
De las actuaciones, una vez más, la pareja protagonista:
Ehrenreich & Collins, ayudan a mantener esa imagen del pasado, sobre todo Alden, con su fisicalidad clásica, y una actuación contenida.
Del resto del reparto, un elenco de lujo que incluye un ganador del Oscar:
Warren Beatty; y 6 nominados al Oscar:
Alec Baldwin, Amy Madigan, Ed Harris, Steve Coogan, Candice Bergen, y Annette Bening; todos ellos hacen casi un cameo.
Y no es de extrañar que quieran participar en ese retorno al cine de Warren, como estrellas que salpican ese regreso.
Sin embargo, muchos de ellos apenas dicen una palabra, su brillo de estrella, se pierde en una película que no sabe qué hacer con ellos; y bueno, Warren Beatty sigue siendo un actor infravalorado, que se mantiene muy bien por su multifuncionalidad.
Beatty hace aquí, el primer papel desde 2001, en la película “Town & Country”
Además, es la primera vez como director, desde “Bulworth” (1998); y marca la primera vez, en más de 20 años, que él y su esposa Annette Bening, aparecen en una película juntos; pues su última colaboración fue “Love Affair” (1994)
Con 4 editores acreditados:
Robin Gonsalves, Leslie Jones, Brian Scofield, y Billy Weber; queda claro que el director tenía un montón de material para trabajar; y se nota por momentos.
La historia, que se extiende a lo largo de 5 años en la trama, a veces parece desordenada o apresurada, y eso puede cobrarle factura.
No obstante, confieso que siempre me ha fascinado el mito que gira sobre Howard Hughes, creo que fue uno de los hombres más enigmáticos de Hollywood, una mente brillante, con una gran personalidad, muy adelantada para su tiempo, y la película quiere reflejar eso, poniendo a unos enamorados como satélites.
Por lo que es divertido saborear el profundo detalle con el que el escritor y director ha enriquecido su película, desde la naturaleza muy específica de los fetiches de Hughes, a la forma asombrosamente informal con la que él toma drásticas decisiones financieras, reflejándolo todo desde una óptica muy personal, casi autobiográfica; pues posee un mensaje atractivo y tentador.
Después de todo, todos tenemos algunas reglas que preferiríamos ignorar; que puede ser saludable desafiar y cuestionar nuestras reglas y pautas a veces, esas reglas todavía se aplican.
Seguimos las reglas de la física, queramos o no.
Seguimos reglas naturales...
También seguimos nuestras propias reglas artificiales, y típicamente vale la pena seguirlas.
“Something we didn't plan on has happened”
De algo puede estar seguro Howard Robard Hughes:
La leyenda y el misterio que cultivó durante casi toda su vida, le han perseguido más allá de la tumba.
Productor y director de cine, impenitente conquistador y coleccionista de estrellas, entusiasta de la aviación, furibundo anticomunista, y hombre de negocios, forjador de una de las mayores fortunas de su tiempo, su pasión por la imagen, le llevó paradójicamente en el segundo tramo de su vida, a tratar por todos los medios de que su rostro no fuera fotografiado, acaso por una primitiva y fundada sospecha de que cada fotograma, robaba un coágulo de vida.
No es como si lo que Estados Unidos necesitase ahora, es la historia de un multimillonario excéntrico, posiblemente demente, y con delirios de grandeza...
Véase Donald Trump; o tal vez sí que lo sea.
En su ensayo “7000 Romaine, Los Angeles 38”, donde Hughes tenía el cuartel general de sus negocios, la escritora  Joan Didion, la mejor aproximación al multimillonario empeñado en conquistar el cielo, le describe como una ficción viviente, fuente constante de historias:
“Que hayamos convertido a Howard Hughes en un héroe, nos dice algo interesante acerca de nosotros mismos, algo que se vislumbra tenuemente, y que nos muestra el verdadero significado del dinero y el poder en EEUU, que no son las cosas que se pueden adquirir con él, ni la búsqueda del poder por el poder... sino la absoluta libertad personal, la movilidad, y la privacidad”
Pero después de haberse convertido en una figura omnipresente en los 30 y los 40 del siglo pasado, gracias a 2 pasiones profundamente estadounidenses:
La aviación y el cine, Hughes hizo su gran mutis, y se convirtió en la figura misteriosa que se negaba a aparecer en público, y desde luego, a evitar por todos los medios, que fuera registrado cómo el tiempo iba laminando su rostro.
La base de su riqueza, se la proporcionó la firma de equipamiento petrolífero que le legó su padre, un emporio que no hizo más que crecer cuando creó la Hughes Aircrat Company, a la que luego sumaría, entre otras, la RKO Pictures Corporation, y un sustancioso paquete de la hoy difunta Trans World Airlines (TWA)
Su rabioso anticomunismo, le hizo prestar servicios a su país, y a forjar estrechas relaciones con La CIA, pues estuvo detrás de uno de los intentos de liquidar a Fidel Castro; y su relación cercana con El Presidente Richard Nixon.
Sin embargo, antes de su muerte, el 5 de abril de 1974, Hughes logró que se esfumaran todos los documentos reveladores sobre sus relaciones con La CIA, que incluían:
La constancia de las decenas de millones de dinero negro que ganó procedentes de contratos con la agencia de inteligencia, a la que suministró dispositivos de espionaje, satélites, aparatos de láser, rayos X, y un barco que reveló los códigos de un submarino nuclear sumergido.
Estos documentos daban a conocer su relación secreta con Richard Nixon, y el dinero que entregó ilegalmente a la campaña de 1972, para ganar la aceptación de Washington.
A su muerte, el 5 de abril de 1976, a los 70 años, el valor de sus posesiones fue evaluado en $2.000 millones.
Así, los genios multimillonarios, playboy excéntricos, valen un centavo la docena... en los cómics.
Pero en realidad, sólo hubo un Howard Hughes.

“Nobody's getting any younger”



Comentarios

Entradas populares