The Little Foxes

“I was lonely when I was young.
Not in the way people usually mean.
I was lonely for all the things I wasn't gonna get”

Ahora que estamos inmersos en uno de esos periodos de crisis cíclicos y perennes, desde que el homo sapiens sapiens se dio cuenta de que algunos pocos de su especie, podían dominar al resto, siempre y cuando estuvieran dispuestos a conseguirlo a cualquier precio, y por encima de todo… hoy, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada barrio de este magnífico, pero maltratado planeta, cada día hay cuando menos una familia guerreándose por una herencia, o por el afán de poder de alguno contra los otros.
El dinero se torna maldito, y al afecto lo adormece la ambición que se apodera de aquellos seres que, con sus acciones, hacen lugar a la felonía, al rencor y al desengaño.
La avaricia, es un defecto que nos corroe.
Acaparar la riqueza material, e incluso de relaciones sociales, y no tener limite, al querer siempre más, pasando sobre quien sea, y buscando la vanagloria y acallar a la familia.
Es algo patético, pero muy real puertas adentro.
Lillian Florence “Lilly” Hellman fue una dramaturga y guionista de cine estadounidense, de origen judío convertida al cristianismo, y poblada de excéntricos y avaros, los cuales después aparecerían retratados en sus obras.
Conocida por su compromiso político con causas izquierdistas, por su relación sentimental con el escritor Dashiell Hammett, y por su larga amistad con la escritora Dorothy Parker, de quien fue su albacea; pero sobre todo, es notable por haber escrito la obra “The Children's Hour” (1934) que trata sobre 2 profesoras falsamente acusadas de lesbianismo, llevada al cine en 2 ocasiones por William Wyler, en 1936 y en 1961; posteriormente, en 1969, Lilly publicó “An Unfinished Woman” primera de sus 3 autobiografías, seguida por “Pentimento”, llevada al cine como “Julia” con Jane Fonda y Vanessa Redgrave.
Como dato, en 1957, Lilly colaboró con Leonard Bernstein en el libreto de “Candide”, la opereta del músico, basada en “Candide, ou l'Optimisme” (1759) una novela corta de Voltaire.
Hellman abordó las tremendas rivalidades internas de una aristocrática familia sureña, en su obra “The Little Foxes” de 1939; y fue llevada al cine por William Wyler; que más tarde sería adaptada por Marc Blitzstein, a la ópera, bajo el nombre “Regina”
“The Little Foxes” está inspirada en circunstancias acaecidas en la propia familia de la autora.
Los Hubbards, ficticios en la obra, son reputados dibujos de los parientes de Lillian Hellman.
La madre de Hellman, era Julia Newhouse de Demopolis, Alabama.
Los padres de Julia Newhouse, fueron Leonard Newhouse, un distribuidor de licores de Demopolis; y Sophie Marx, de una exitosa familia bancaria de Demopolis.
Según Hellman, Sophie Marx Newhouse, nunca perdió una oportunidad para menospreciar y burlarse de su padre, por su pobre sentido comercial frente a ella y a su madre.
La discordia entre las familias de Marx y Hellman, sirvió de inspiración para la obra.
El título “The Little Foxes”, fue sugerido por Dorothy Parker; y se estrenó en Broadway, el 13 de febrero de 1939, con un total de 410 funciones.
La obra de teatro la protagonizó Tallulah Bankhead como Regina, y después de su éxito en Broadway, la obra recorrió extensivamente los Estados Unidos.
La obra, fue la favorita personal de Hellman, y de lejos de ser una obra más comercial, fue críticamente exitosa.
En 1946, Hellman escribió una precuela que narra las raíces de la familia Hubbard.
Posterior al éxito, ha tenido 3 “revivals”, protagonizadas por Anne Bancroft en 1967, Elizabeth Taylor en 1981, y Stockard Channing en 1997.
Lilly Hellman murió el 30 de junio de 1984, de 79 años, de un ataque cardíaco, en su casa en Martha's Vineyard, muy complacida de sus logros profesionales.
“That's cynical.
But cynicism is an unpleasant way of telling the truth”
The Little Foxes es un drama del año 1941, dirigido por William Wyler.
Protagonizado por Bette Davis, Herbert Marshall, Teresa Wright, Richard Carlson, Patricia Collinge, Dan Duryea, Charles Dingle, Carl Benton Reid, Jessie Grayson, John Marriot, Russel Hicks, Lucien Littlefield, Virginia Brissac, entre otros.
El guión es de Lillian Hellman, en colaboración con su exmarido, Arthur Kober; su amiga Dorothy Parker, y el marido de ésta, Alan Campbell; basada en la obra de teatro del mismo título de Lillian Hellman, sobre la capacidad destructiva de la codicia.
La autora sureña, se inspiró en sus recuerdos sobre algunos de sus avaros familiares de New Orleans.
La mitad del reparto:
Dan Duryea, Patricia Collinge, Richard Carlson, y Charles Dingle, fueron los actores que habían interpretado el papel en la versión original de Broadway, estrenada en el año 1939.
El título en inglés de la obra, “Los Pequeños Zorros”, es más acertado que “La Loba”, pues se centra sólo en la dureza del personaje principal; mientras el título original, hace referencia a La Biblia, que en El Cantar de Los Cantares que dice:
“Cazadnos las zorras, las pequeñas zorras que devastan las viñas, pues nuestras viñas están en flor”, que insta a guardarse de los zorros, por ser depredadores, y refleja la codicia como mal endémico.
The Little Foxes fue un esfuerzo por recuperar sus pérdidas tras el fallo inicial de la taquilla de la obra maestra, “Citizen Kane” (1941), por lo que RKO distribuyó esa película en una doble proyección con The Little Foxes, en enero de 1942.
Y obtuvo 9 nominaciones al Oscar, incluyendo:
Mejor película, director, actriz (Bette Davis), actrices de reparto (Patricia Collinge y Teresa Wright), guión adaptado, banda sonora, edición, y dirección artística.
Y por segundo año consecutivo, William Wyler dirigió a Bette Davis, pues el filme “The Letter” (1940) fue nominado casi en las mismas categorías en Los Premios de La Academia; y por segundo año consecutivo, todos se fueron a casa con las manos vacías.
Aunque la película fue un gran éxito en la taquilla, debido a los términos establecidos con Samuel Goldwyn, RKO terminó con una pérdida representativa de $140.000.
The Little Foxes trata sobre la ambición desmedida, y la contrapone con la necesidad de ser amado.
Se rueda en el sur de California, y en los platós de United Artists Studios, en Hollywood.
A finales del siglo XIX, en una población sureña, la calculadora y despiadada Regina Hubbard Giddens (Bette Davis), entabla una lucha sin cuartel contra sus hermanos:
Benjamin (Charles Dingle) y Oscar (Carl Benton Reid), para quedarse con la herencia familiar.
En sus planes, no tienen cabida los sentimientos, ni siquiera hacia su marido, Horace (Herbert Marshall), un hombre honrado, que regresa a casa después de sufrir una grave enfermedad.
En medio de la asfixiante atmósfera creada por la desmedida ambición de su esposa, sólo encontrará calor humano en el amor de su hija, Alexandra (Teresa Wright)
A toda esta familia, debemos añadir a Birdie Hubbard (Patricia Collinge), esposa de Oscar, y que sólo se casó con ella por la plantación de su familia, y sus campos de algodón.
Ella tiene problemas con el alcohol, y está completamente anulada por todos.
Así veremos traiciones, robos y mentiras entre hermanos, que harán que los planes iniciales se vengan abajo, y los chantajes y la muerte destapen la verdadera personalidad de todos los allí reunidos.
Por último, todo el personal de servicio, todos negros, que son testigos silenciosos de los rencores, defectos y tejemanejes de la familia, en especial, Addie (Jessica Grayson) esa sirviente negra que los protege a todos ocultando los secretos, y echando siempre su mirada de comprensión ante cada uno de ellos.
En definitiva, es una grandiosa película sobre las ambiciones humanas, que pone al descubierto, mezquinas luchas entre hermanos, la ambición despiadada de una mujer que odia a su esposo, hasta extremos insospechados; y puede ser un análisis certero, sobre el nacimiento de un capitalismo salvaje, o bien Las Corporaciones.
Sobre la acumulación de riquezas sin mirar a quien te llevas por delante.
Sobre cómo levantar un negocio, aplastándose unos y otros, sólo mirando por los intereses de cada cual.
También narra la desintegración de una familia, y la caída de una aristocracia sureña trasnochada, representada por la tía alcohólica, y el paso a una burguesía sureña con menos escrúpulos todavía, que busca la acumulación de dinero y poder, sin mirar otros intereses.
Sin importarles la explotación de trabajadores, o el bien de una comunidad.
El capitalismo despiadado puro y duro, donde no hay buenos y malos; sino que hay malos y víctimas.
“I hope you die!
I hope you die soon!
I'll be waiting for you to die!”
William Wyler tomó a 2 de sus damas:
La dramaturga y guionista, Lillian Hellman, que era amiga del director, y que muchas veces colaboraron juntos formando un gran matrimonio artístico; y la diva Bette Davis, con la que ya había trabajado en “Jezabel” (1938) y “The Letter” (1940); y aquí, Bette Davis asentó su imagen de malvada en Hollywood.
Así, el director ya contaba con una buena historia, que la Hellman había estrenado en Broadway con éxito, la propia dramaturga iba a adaptarla a guión, que por cierto es muy sustancioso al mostrar una trama enrevesada por el reparto de una herencia, dejando clara la personalidad de cada uno de los protagonistas, y concluyendo con ello, una labor provocadora que atrapa la atención del público en una cinta que va de menos a más.
Esto se lleva a cabo, con una narrativa insidiosa y oculta, en la que constantemente se insinúa la intención de cada miembro de la familia, en una tarea lingüística intachable, en la que luce el sarcasmo y la mordacidad que produce el egoísmo y la maldad de cada uno de ellos.
Con Davis para encarnar a Regina, una de las zorras más impresentables de la historia del cine, un reparto maravilloso, y con un equipo técnico habituado a realizar buenas películas, a la cabeza el director de fotografía, Gregg Toland; William Wyler dirige brillantemente un film que podría haber sido víctima de una excesiva teatralidad; sin embargo, el director maneja los espacios con precisión milimétrica, como si de una partida de ajedrez se tratara, disponiendo a sus personajes estratégicamente en las dependencias de la familia Giddens.
The Little Foxes es un escalofriante estudio sobre la ambición y el egoísmo, una constatación más, de que el ser humano es malo por naturaleza.
Ambientada en la Alabama de 1900, la acción se centra en el personaje de Regina Giddens Hubbard, una ambiciosa mujer del Sur de Estados Unidos, que lucha por su libertad dentro de los estrechos márgenes de la puritana y machista sociedad de principios del siglo XX, en la que un padre considera como herederos legales, sólo a sus hijos varones.
Ella es una dama cruel y elegante, rozando la sofisticación, y aunque perteneciendo al sexo débil en una época en la que los hermanos deberían haber llevado la voz cantante, ella se erige como auténtica líder, y cerebro de toda la familia.
En consecuencia, sus mezquinos hermanos:
Benjamin, solterón y cínico; y Oscar, un hombre que se casó por dinero y posición, y que su vida es, al sentirse humillado siempre por sus hermanos, no escatima humillaciones para su esposa y su hijo; disponen de una considerable fortuna, mientras que Regina depende para subsistir de Horace, su marido enfermo y paralítico.
Los 3 hermanos Hubbard, son propietarios a los que sólo mueve el afán de dinero, y que explotan a sus trabajadores de color.
El hijo de Oscar, Leo (Dan Duryea), está hecho de la misma madera, pero carece de la astucia de sus mayores.
No todos en la familia son verdugos.
Birdie, la mujer de Oscar, es víctima de maltrato; y Horace, el enfermo marido de Regina, padece su menosprecio.
Mientras Alexandra, la hija de ambos, pese a tener el germen del arrogante desdén de su madre, se beneficia del afecto y principios que le transmiten su progenitor, su tía, y la maternal empleada que le crio.
Oscar, se ha casado con Birdie, una alcohólica, únicamente para adquirir las plantaciones de algodón de su familia, y pretende asociarse con su hermano, Benjamin, para construir una fábrica de algodón.
El negocio que proyectan, puede ser altamente rentable, porque se basa en la explotación de los bajos salarios de la región, la falta de oportunidades de trabajo estable, y la abundancia de mano de obra de escasa cualificación, modestas y nula conflictividad.
El proyecto, no cumple las condiciones que algunos consideran “indispensables”, como retribuciones justas, trato respetuoso a los asalariados de color, una adecuada proporción entre salarios y excedente.
Así, la trama elogia la implantación de nuevas actividades productivas en la región, pero censura la contratación de intereses abusivos, la desatención de los derechos de la población de color, y la pasividad de quienes, pudiendo hacerlo, callan, y no denuncian los abusos e injusticias.
Al proyecto, acercan a su hermana para pedirle la cantidad adicional de $75.000 que les faltan para completar la inversión.
A modo de estrategia para alcanzar su objetivo, Oscar sugiere que se concierte el matrimonio entre su hijo Leo y Alexandra, la hija de Regina, y primos hermanos, como un medio de obtener dinero de Horace, pero Horace y Alexandra quedan horrorizados ante la propuesta.
Regina pide directamente el dinero a Horace, pero él se niega, por lo que Leo, que es cajero de banco, es presionado para que robe las acciones del ferrocarril que su tío Horace tiene depositadas en la caja fuerte del banco.
Cuando Horace descubre la trama, le dice a Regina que va a cambiar su testamento, en favor de su hija, y también testificará que le cedió a Leo las acciones, a modo de préstamo, con lo que Regina queda completamente fuera del negocio.
Sin embargo, antes de morir, usa sus últimas fuerzas en pedir a su hija que se aleje de su madre, y que se case con David (Richard Carlson), un periodista al que Regina rechaza.
Cuando sufre un ataque al corazón durante una discusión, Regina no hace ningún esfuerzo para ayudarle; y él muere en cuestión de horas, sin que nadie sepa su plan, y antes de cambiar su testamento.
Esto deja a Regina libre para chantajear a sus hermanos con la amenaza de denunciar el robo de Leo, a menos que le cedan la propiedad del 75% en la fábrica de algodón.
El precio que Regina paga finalmente por sus malas acciones, es la pérdida del amor, y el respeto de su hija Alexandra.
Después de haber dejado morir marido, alejada de sus hermanos, y abandonada por su única hija, Regina es ahora rica, pero se queda totalmente sola, odiada y despreciada por todos.
The Little Foxes realiza una interesante exploración que indaga cómo, hasta qué punto, en qué medida, y con qué consecuencias, el afán de ganar dinero y las ansias de acumular capital y poder, pueden superar en ciertos casos las tendencias naturales del apetito carnal, el deseo sexual, y el amor de pareja.
Para competir con los hombres en el mundo de los negocios, una mujer puede creer erróneamente, que debe reprimir su sexualidad o, incluso, yendo más lejos, puede creer que ha de destruirla, ahogarla, arruinarla y extinguirla.
Es más, puede llegar a creer, que la dedicación a los negocios impone el sacrificio y la destrucción del amor de pareja, y de todo tipo de relación amorosa.
Las conductas basadas en consideraciones como los expuestos, suelen derivar hacia la violencia, el abuso de poder, la amargura personal, actitudes intolerantes, y afanes desmedidos de dominación.
Toda esta transformación-desintegración, transformación de cada uno de los personajes, transformación de una familia a socios de un negocio sin escrúpulos, que desencadena una guerra despiadada, y la desintegración final de una familia; ocurre bajo la mirada pasiva de la joven hija, que sólo reaccionará al final, y la de los sirvientes negros que ven cómo sus amos se comen unos a otros, sin dejar pellejo.
Además de respetar la férrea estructura, y los brillantes diálogos del texto original, el director otorgó a la obra una dimensión esencialmente cinematográfica, a través de la puesta en escena, y la fotografía.
Centró numerosas secuencias alrededor de la sinuosa escalera, que conduce desde los suntuosos salones a los dormitorios, y que es un símbolo de la posición dominante de la protagonista, muchas veces elevada en lo más alto, siendo retratada desde allí.
William Wyler, emplea maravillosamente como en otras películas, todas aquellas escenas que transcurren en las escaleras de la mansión de Regina.
Ahí, en las escaleras, ocurren las escenas/clímax que hacen avanzar la trama.
Y también organiza como nadie esas reuniones familiares que nos van lanzando informaciones que nos ayudan a ir construyendo una historia; y se sirve de elementos visuales y sonoros para acentuar y matizar el tono trágico de la acción:
La lluvia persistente, los encuadres de balaustradas, la relevancia de las zonas oscuras, los planos torcidos, las imágenes inquietantes, como el sombrero y velo de Regina que le dan aspecto de ave rapaz; y las acciones improcedentes e irritantes, como el juego de Leo con la silla de ruedas.
La obra, ilustra el ocaso de la aristocracia terrateniente del Sur, y la emergencia de la burguesía industrial.
La historia, sencilla y trágica, se envuelve en una atmósfera densa y malévola; por lo que la intensidad dramática alcanza cotas inusuales.
Del reparto, inicio diciendo que fueron 3 las películas en las que William Wyler dirigió a Bette Davis; y si hasta entonces su papel de mala malísima nos parecía genial, aquí Davis elevó la maldad a la categoría de arte:
La codicia, la avaricia, la decadencia y la corrupción, son temas centrales en esta obra, y su Regina Giddens reúne todos ellos, con una maestría sobrenatural, es por eso por lo que con esta extraordinaria interpretación, asentó su imagen de mala.
Según Samuel Goldwyn Jr., la razón por la que Jack L. Warner le prestó a Bette Davis a RKO, para esta película, era liquidar una deuda de juego de $300,000 que tenía Warner con Samuel Goldwyn.
Se ha dicho, que todos los magnates del estudio:
Jack L. Warner, Samuel Goldwyn, Harry Cohn, Louis B. Mayer, Darryl F. Zanuck y Carl Laemmle, se reunían y jugaban a las cartas después del trabajo, después de “apuñalarse entre sí la espalda” durante el día.
Por lo que William Wyler animó a Bette Davis, a ver el desempeño de Broadway de Tallulah Bankhead en The Little Foxes.
Pero Davis no estaba interesada en la idea, y accedió a hacerlo, lamentándose al instante, cuando se dio cuenta de que ahora estaba obligada a interpretar al personaje de una manera muy diferente.
Bankhead lo hizo como una luchadora; mientras Davis era de una mujer fría, calculadora y conciliadora.
En el set, Bette Davis y William Wyler lucharon mucho durante la filmación.
Los desacuerdos iban desde la interpretación de Davis del personaje, pues Wyler pensó que debería ser más comprensiva; hasta la aparición de la casa, que Davis pensó que era demasiado opulento para una familia que luchaba financieramente; a su apariencia, pues Bette Davis tenía el legendario maquillador, Perc Westmore, diseñando un efecto de máscara blanca para su rostro, para enfatizar la frialdad de Regina; que William Wyler lo odiaba, comparándola con una máscara de Kabuki…
Además, Davis sufría el agotador perfeccionismo de Wyler, quien no era elocuente en expresar lo que quería, sólo sabia reconocerlo instantáneamente cuando surgía, lo que le llevaba a realizar toma tras toma, hasta encontrarlo, y le apodaban “una más Wyler”
Por su parte, el director no podía doblegar la testarudez de la estrella.
Él hubiera querido una interpretación más sutil, que permitiera comprender al espectador, cómo Horace pudo enamorarse de semejante mujer.
Esto requería, recubrir bajo un barniz de seducción y encanto propios de las sureñas, la maldad de Regina.
Pero Davis se empecinó, sin embargo, en recrear un personaje desagradable y palpablemente endemoniado; y se salió con la suya y, aunque la actuación no fuera un monumento al matiz, el resultado valió la pena, porque Bette era única.
¿Cómo no dejarse arrastrar por su presencia magnética, su mirada ofensiva, su mohín despectivo, sus impetuosos andares, y el zarpazo de su voz?
Davis, eventualmente salió de la producción, pero regresó cuando escuchó rumores de que iba a ser reemplazada por Katharine Hepburn o Miriam Hopkins... y apareció por los estudios, acabando la película, casi sin hablarse con el director.
Con The Little Foxes, Bette Davis consiguió una de sus interpretaciones más aplaudidas, y toda una referencia en el cine.
El mito se fortaleció, y aunque resultase conflictiva, dura e inflexible en las distancias cortas, Bette Davis demostró ser una actriz inimitable e inigualable.
Su Regina, la única mujer entre los hermanos, es una loba calculadora y feroz cuando se trata de defender lo que desea.
Todos los intereses que la mueven, sólo apuntan hacia ella misma.
El reconocimiento de este hecho, es el que hará que su marido, Horace, en su triste regreso, recite aquella frase bíblica:
“Detengamos a los lobos, a todas las alimañas que estropean las vides”
Y nos ofrece una interpretación tan redonda, que nos creemos que su personaje será capaz de sobreponerse al dardo envenenado de la última pregunta que le lanza su hija:
“¿Tienes miedo?“
Y es que Bette Davis era aficionada a escoger papeles antipáticos, en una época en que las actrices de Hollywood, deseaban tan solo personajes ingenuos, sensuales y cautivadores; no sólo eso, sino que solían ser papeles de edad mayor a la que realmente tenía; y en The Little Foxes, Davis tenía 33 años, sólo 10 años más que la actriz que interpreta a su hija; en papeles que las actrices de su edad desdeñaban por querer interpretar siempre a la cándida contraparte de los roles masculinos imperantes.
Desde 2003, el personaje de Regina Giddens, está en el puesto #43 de los mejores villanos del cine de EEUU, mientras Baby Jane Hudson, también interpretado por Bette Davis, ocupa el #44
Tras este film, Bette Davis fue nombrada Presidenta de La Academia, siendo la primera mujer en los 44 años de existencia de la misma.
Del resto del reparto:
Herbert Marshall transmitió equilibradamente la decencia de Horace, y su desazón ante la conducta de Los Hubbard; como dato, Marshall había perdido una pierna en La Primera Guerra Mundial; por lo que la escena donde Horace se arrastra por las escaleras, es hecha por un doble.
Marshall toma el papel, hasta que camina hacia las escaleras, pero es escondido por una cortina por un momento.
Allí fue donde se hizo el cambio.
En un primer momento, el marido de Regina aparecía como enfermo de sífilis, y no de una enfermedad cardíaca.
De nuevo la censura...
También cabe destacar 2 personajes:
La tía Birdie, antigua heredera aristócrata, ahora arrinconada tras haberse casado con uno de los ambiciosos hermanos, y que sirve de alerta a su sobrina para ver cómo puede acabar su vida; y al pretendiente, David, que anima a “Zan”, diminutivo de Alexandra, para que tome las riendas de su vida, y se emancipe.
The Little Foxes fue el debut de Teresa Wright, y su primera nominación al Oscar; como la dulce joven de mirada pasiva que despierta y se transforma a lo largo del metraje, que pasa de mujer-florero, abocada a la desintegración, la humillación y el fracaso como su tía alcohólica; a mujer-acción que toma las riendas de su vida.
Como Alexandra, atinó en el arco interpretativo que requería retratar la maduración de una joven inocente, que se va desprendiendo de su escudo de negación, para enfrentarse a la cruel evidencia de ser hija de una desalmada.
Como dato, David Hewitt, el personaje interpretado por Richard Carlson, no aparece en absoluto en la obra; y fue agregado para proporcionar un interés amoroso por Alexandra Giddens, el personaje de Teresa Wright, y para agregar otro carácter masculino comprensivo a la película, además de Horace Giddens.
Un jovencísimo Dan Duryea, ofrece una interpretación genial, de ese primo Leo vividor, y con 2 dedos de frente, este actor, se convertiría posteriormente en el mejor chulo y ser despreciable de películas de cine negro.
Técnicamente a destacar la profundidad de campo, y la iluminación, que añadieron una nueva dimensión a las hasta entonces películas “planas” de Hollywood.
Wyler contó con uno de sus colaboradores habituales, Greg Toland, grandísimo director de fotografía; y dominaron la profundidad de campo, gracias a la cual, podían incluir a varios personajes simultáneamente en el encuadre, captando con nitidez sus acciones y reacciones.
Así, podían prescindir del recurso habitual al primer plano y contraplano, por lo que cuando los utilizaban puntualmente, obtenían un mayor efecto dramático.
Atención  cuando Regina mira su foto de joven, y el reflejo de su imagen en el espejo; o la escena de la agonía de Horace, subiendo por las escaleras para conseguir un medicamento, observen el rostro impasible de Bette Davis, en fantástico primer plano.
También me sorprende como la película acaba mal… no hay final feliz.
The Little Foxes tiene un mensaje muy duro y realista, al afirmar que la mayor parte del mundo, no dudaría en hacer cualquier tipo de acción apartada de la mínima ética con tal de conseguir sus deseos, se deja en entredicho, de que la mayor parte del mundo coincide con ese perfil.
Y aunque resulte duro y triste afirmarlo, la verdad es que razón no le falta.
El humo que sale de un edificio que ni se ha construido, se habla y se analiza en cada secuencia, entres chismes, hay mucha dedicación para un drama sobre la avaricia y la enfermedad, sobre la preocupación y la incomprensión, todo va generando tensión hasta los bonos de la Union Pacific.
La familia que arruina la ciudad, es la escala de la clase social que arruina al país, mientras la hija se debate entre enaguas o ropa interior, los principios propuestos sobre los campos de algodón, tienen la categoría como para representar a aquellos forman parte de la explotación, pero también a aquellos que lo permiten.
Se podría haber dramatizado mucho más, pero en vez de extenderse, opta por el relato con la esencia pura del nacimiento del Capitalismo, y la muerte de la moral.
La moraleja es que el deseo de poder y dinero, te aleja de los sentimientos auténticos, incluso los carnales y fraternales.
A lo largo del metraje se ven las relaciones familiares, producto de este ambiente malsano, y a través de ellas se abordan temas tan importantes como los hijos excesivamente mimados, que acaban siendo auténticos inútiles, el maltrato, o el paso de la niñez a la vida adulta.
Esta pérdida de escrúpulos ante la posibilidad de obtener mayor poder o riqueza, que no es lo mismo, actualmente ya se da por asumida y como necesaria, pero es tratada también desde el otro punto de vista, del que ve amenazada su integridad moral para obtener un rédito mercantil.
Ni el guionista ni el director, podían imaginarse que estaban creando el precedente y la referencia de series televisivas posteriores, cuyos protagonistas eran miembros de familias adineradas, que todavía querían tener más dinero.
Mucho menos de lo que la realidad de comienzos de este siglo nos ha hecho conocer como los grandes culpables de una crisis económica contra la que todos los gobiernos del mundo luchan con todas sus fuerzas.
Personas sin escrúpulos, capitalistas que han llevado a la quiebra a sus propias empresas, y a sus propios bancos por excederse en sus pretensiones de enriquecimiento.
Así pues, si Regina me parece un zorrón de mucho cuidado, es porque, en definitiva, representa a la clásica arpía codiciosa, maquiavélica, pérfida, artera e infame que tantas veces hemos visto clonada en culebrones televisivos como “Dynasty”, “Falcon Crest”, y demás.
Por último, la banda sonora es de Meredith Willson, que aporta una partitura breve y sobria, de carácter descriptivo y ambiental, a la que añade gratos fragmentos para piano de Schubert.
“I'll die my own way, and I'll do it without making the world worse.
I leave that to you”
The Little Foxes desató una lucha sin cuartel entre Tallulah Bankhead y Bette Davis, más bien de la primera contra la segunda.
¿Por qué?
Tallulah interpretó el papel de Miss Giddens en Broadway, y cuando supo de la adaptación cinematográfica, se hizo muchas ilusiones, por lo que sintió que le había robado el papel.
Fuera por celos, rabia o envidia, lo cierto es que Tallulah Bankhead estaba muy equivocada:
La película no iba a ser rodada por la Warner Brothers, estudio bajo el cual Bette Davis tenía su contrato, y esta película lleva el sello de la Metro Goldwyn Mayer, bajo la marca de una filial del hijo de Mr. Goldwyn Mayer, The Samuel Goldwyn Studio, y tanto él como el director, querían a toda costa a Bette Davis.
Para nada estaban interesados en Tallulah, pues consideraban que la primera estaba mucho más preparada, y era mucho mejor actriz; además, Bankhead no era muy querida, ni por el público ni por la crítica, pues sus películas eran un rotundo y absoluto fracaso, pues pasó 11 años sin hacer cine, aunque se concentró en el teatro, donde estaba muy bien mirada y cotizada.
A la hora de negociar el contrato con Jack Warner, hubo otra trifulca:
Éste pedía una cifra desorbitada por su actriz de cabecera, algo que la filial del estudio del león, no estaba dispuesto a pagar.
Pero las presiones del director y Samuel Goldwyn Jr., que por todos los medios posibles, querían a la Davis, así como la propia actriz, que no cesó hasta que el estudio la cedió.
Pero los problemas tenían una génesis, una pelea épica entre la misma escritora, Lilly Hellman con Tallulah Bankhead, cuando esta última quería actuar el papel en beneficio del Finnish Relief, ya que La URSS había invadido recientemente Finlandia.
Sin pensar que la aprobación de Hellman era necesaria, Bankhead y el reparto, dijeron a la prensa la noticia del beneficio.
Pero se sorprendieron, cuando Hellman se negó a dar permiso para el desempeño de los beneficios, con la pretensión de no intervención y antimilitarismo.
Bankhead dijo a los periodistas:
“He adoptado huérfanos leales españoles, y enviado dinero a China, causa por las cuales, la señorita Hellman fue fuerte defensora...
¿Por qué de repente se volvió tan insular?”
Hellman respondió a su estrella:
“No creo en esa pequeña y adorable República de Finlandia, que todos se ponen tan llorosos, he estado allí, y me parece una pequeña república pro-nazi”
Bankhead, que odiaba tanto al nazismo como al comunismo, estaba indignada y pensaba que Hellman era un hipócrita moral.
Hellman, nunca había estado en Finlandia, y Bankhead, al igual que el resto del reparto, sospechó que ella rechazó el beneficio, debido a una devoción fanática a la Rusia soviética.
Como resultado de la pelea, Hellman, a quien no le gustaba ser interrogada y estaba acostumbrada a seguir su camino, y Bankhead, que siempre era franca y odiaba ser interpelada cuando sabía que era moralmente correcto, se convirtieron en enemigas mortales.
La polémica ponía bajo el escrutinio público, su desconocido apoyo al marxismo, y la pelea, conducida sólo a través de la prensa como la dramaturga y la actriz, nunca hablaron entre sí; hizo infame a las opiniones de Hellman.
Lilly Hellman agravó el asunto, diciendo que la verdadera razón por la que rechazó el beneficio, fue porque cuando el gobierno español cayó en manos de los fascistas de Franco, ella pidió que Bankhead otorgara un beneficio a los leales españoles huyendo a la vecina Francia, y la actriz y compañía, siendo rechazados.
Esto enfureció aún más a Bankhead.
Por esto, Hellman y Bankhead no se volverían a hablar durante 25 años.
Años más tarde, el crítico de teatro, Joseph Wood Krutch, relató cómo él y su compañero crítico, George Jean Nathan, habían compartido un taxi con Hellman y Bankhead:
Bankhead dijo:
“Esa es la última vez que actúo en una de tus malditas obras”
La señorita Hellman respondió golpeando su bolso contra la mandíbula de la actriz...
“Decidí que ningún monstruo que se respetara, se hubiera comportado de esa manera”
Lillian Hellman, una de esas sorprendentes escritoras que, en una época bastante conservadora, decidieron romper con unas cuantas reglas, y cuestionar sin embalajes a la sociedad que padecían, ha dado para los siglos de los siglos, una obra que golpea a la ambición en todo su plexos, y que muestra con claridad, que siempre hay un cabo que se deja suelto, siendo por ahí por donde la luz entrará luego a ocupar su inamisible lugar.
Como toda gran obra, The Little Foxes ha trascendido, porque retrata con sabiduría, rasgos perennes de la condición humana.
¿Acaso no sería hoy “las pequeñas zorras” un título adecuado para numerosas noticias de portada?

“Maybe it's easy for the dying to be honest”



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