Now, Voyager

“For a woman there's always an excuse...”

La novela sentimental, es un subgénero literario histórico, que se desarrolla entre El Prerrenacimiento del siglo XV, y El Renacimiento de la primera mitad del siglo XVI.
Se incluye dentro del género épico o narrativo, y se compone en prosa con versos intercalados, a veces en forma epistolar; posee temática amorosa, frecuentemente dentro de las leyes del llamado amor cortés; y propone modelos de actuación desde presupuestos de amor cortesano, con aspiraciones a presentar valores ejemplares universales.
El ambiente es siempre aristocrático, el lugar geográfico extraño y exótico, las viviendas misteriosas o luctuosas.
Las alusiones clásicas o latinizantes, se emplean para dar un tono cultural elevado.
El móvil de este tipo de novela, es la pasión amorosa, a cuya satisfacción se dirige la acción dentro de los convencionalismos del amor cortés.
La escritora Olive Higgins, escribió al respecto, y una parte de su obra, está considerada, pionera de la psicoterapia.
“Whenever you like.
It's your home, too.
There are people here who love you”
Now, Voyager es un drama del año 1942, dirigido por Irving Rapper.
Protagonizado por Bette Davis, Paul Henreid, Claude Rains, Gladys Cooper, Bonita Granville, John Loder, Ilka Chase, Janis Wilson, Lee Patrick, Franklin Pangborn, entre otros.
El guión es de Casey Robinson, basado en la novela “Now, Voyager” (1941) de Olive Higgins, que en realidad es el tercer libro de una saga de 5 partes de La Familia Vale de clase alta de Boston, siendo escrita durante un período de 12 años, de 1936 a 1947; la obra total incluye:
“The White Fawn” (1931), “Lisa Vale” (1938), “Now, Voyager” (1941), “Home Port” (1947), y “Fabia” (1951)
Parte autobiográfica, es de suponer que las varias crisis nerviosas que tuvo que superar la escritora, Olive Higgins en su vida, le sirvieran de inspiración para la depresión y superación de la protagonista, a través del psicoanálisis, representado por el psiquiatra.
Pero en particular, Now, Voyager nos habla de las frustraciones de una solterona, en un relato que combina la ensoñación romántica, con la frialdad analítica, con una gran cantidad de temas tratados con un enfoque sumamente moderno:
La infidelidad, la sexualidad, los estándares estéticos y familiares que la sociedad impone a las mujeres, el impacto que la confianza en uno mismo tiene sobre el mundo exterior, la importancia del amor en la crianza de los niños, la importancia del amor, etc.
Cuando Warner Brothers compró los derechos de la novela, Higgins escribió una larga carta a su agente literario, exponiendo, cómo sentía que la producción debía montarse.
Ella sentía fuertemente, que la mejor manera de dramatizar los “flashbacks”, sería ofrecer segmentos silenciosos cortos, tejidos en la narración principal del sonido.
Su carta, llegó a la productora Hal B. Wallis en Warner, quien posteriormente ignoró sus sugerencias.
Posteriormente, Higgins escribió la siguiente novela de la serie, “Home Port”, con expectativas de que fuese filmada, pero nunca se ha producido.
Para 1942, Hal B. Wallis acababa de firmar un nuevo contrato con Warner Brothers, que estipulaba que hacía 4 películas al año, durante los próximos 4 años; y Now, Voyager fue una de su pizarra; realizando 6 películas en ese año:
“Casablanca” (1942), “Desperate Journey” (1942), “Air Force” (1943), “Princess O'Rourke” (1943) y “Watch on the Rhine” (1943)
El guión de Now, Voyager, es una adaptación bastante fiel de la novela, excepto que en el libro, Charlotte toma un crucero por El Mediterráneo, no uno sudamericano.
El poema de Walt Whitman, que Bette Davis lee, justo antes de salir de “Cascades” es “The Untold Want” de “Songs of Parting” y sólo cita 2 líneas:
“Ahora, viajero, zarpa adelante.
Es hora de buscar y encontrar”
Now, Voyager estuvo nominada a 3 premios Oscar:
Mejor actriz principal (Bette Davis), actriz secundaria (Gladys Cooper); y ganado la banda sonora para Max Steiner.
Fue también, el mayor éxito de taquilla en la carrera de Bette Davis.
La filmación tomo un par de semanas, que a su vez causó algunos conflictos con “Casablanca” (1942), que también protagonizó Claude Rains y Paul Henreid.
La acción se desarrolla en Boston en 1940 y 1941.
Drab Charlotte Vale (Bette Davis), es una mujer de mediana edad, que pertenece a una familia acomodada de Boston, vive reprimida, y totalmente controlada por su dominante e insensible madre, Mrs. Windle Vale (Gladys Cooper)
Gracias a la ayuda de un amable psiquiatra, Dr. Jaquith (Claude Rains), Charlotte consigue recuperar la autoestima, y superar sus miedos.
Además, se vuelve mucho más extrovertida, y empieza a sentirse incluso atractiva.
Dispuesta a disfrutar de su nueva vida, hace un crucero por América del Sur, y en el barco conocerá a un apuesto arquitecto:
Jeremiah “Jerry” Duvaux Durrance (Paul Henreid), pero vive atrapado en un matrimonio infeliz, y es padre de una niña, Christine “Tina” (Janis Wilson), que sufre de un trastorno similar al de Charlotte.
Now, Voyager reflexiona sobre las relaciones de poder en el seno de la familia, y las consecuencias negativas que la sumisión puede acarrear a los hijos.
La tiranía de los padres, se puede encubrir de muchas maneras, pero es especialmente dañina cuando se practica en nombre de falsos principios que encubren actitudes básicamente egoístas.
Es, por tanto, un canto al libre albedrío, al sano ejercicio de la discrepancia y la responsabilidad individual a la hora de tomar decisiones.
No olvidemos también, que Now, Voyager está filmada en 1942, y por tanto, su mensaje debió ocasionar alguna que otra controversia entre la burguesía más reaccionaria de los Estados Unidos; en pleno régimen del Código Hays de Producción, y no se podía concebir una relación fuera del matrimonio, pero esta acción está cargada lo suficientemente de una simbología erótica, para imprimir en el subconsciente del espectador, que esa relación había ido un poco más allá.
Sin duda, un relato que nos presenta un tema tan delicado como el que acabamos de recorrer, producido de una forma tan prolija, elaborado de forma tan meticulosa y sin fisuras, merece que le prestemos toda nuestra atención; de cómo el ser humano puede llegar a caer en una vida de inseguridad moral, baja autoestima y soledad, y cómo un canto a la superación personal, enfrentarse a ese inmenso mar de inseguridad, y superarlo con valentía para seguir adelante.
“Some women just aren't the marrying kind”
Edmund Goulding, fue la primera propuesta como director.
Él quería que Irene Dunne interpretara a Charlotte Vale.
Pero cuando Goulding cayó enfermo, el proyecto pasó a Michael Curtiz, que tenía Norma Shearer o Ginger Rogers en mente para el papel.
Mientras tanto, Bette Davis estaba presionando… siendo capaz de convencer al productor, Hal B. Wallis, de que haría una perfecta Charlotte Vale, pero se negó a trabajar con Curtiz.
Por consiguiente, Irving Rapper consiguió el trabajo del director.
La dirección del debutante, se ve enriquecida por la calidad de los recursos que maneja; y cabría definir Now, Voyager, como una de esas películas “que ya no se hacen”
Y es que la relativa singularidad del producto, y la fuerza que su desarrollo llega a manifestar en sus mejores momentos, lo describe con facilidad como uno de los exponentes más distinguidos y perdurables del melodrama Warner, en la primera mitad de la década de los 40.
Hay en él, una total ausencia de segunda lectura, de ambición por traspasar un mensaje revulsivo, pero creo que nadie puede negar que la película de Rapper, se afianzar desde sus primeros instantes como un producto sólido, inspirado e incluso arriesgado en su formulación narrativa, que le permitió alcanzar en su momento, un enorme éxito popular, sobrepasando con facilidad la barrera del tiempo.
La historia tiene 3 fases; cada una de ellas, marcada por la madre, la historia de amor, y la redención con la hija.
Daban cada una para un mayor y mejor desarrollo u otras películas, pero el conjunto de prácticamente 2 horas, consigue salvar la narración, gracias básicamente a la Davis.
Lo primero que nos llama la atención, es que la dueña de casa, también es la dueña de la vida de las personas que ahí habitan.
La madre maneja todo con mano de hierro, y no siente piedad ni por el personal doméstico, ni por su hija menor, Charlotte.
Conservadora a ultranza, esconde un resentimiento contra ella, la no deseada, que no disimula, y aparece en el trato diario.
Esta actitud, hace que la vida de su hija se convierta en un calvario:
Vive sola recluida en su habitación, pasa los días ocultando sus deseos más profundos, viviendo en la ilegalidad de sus propios pensamientos.
En su biblioteca, esconde libros censurados por su madre, así como en el cajón de su escritorio guarda los cigarrillos que forman su vicio más íntimo.
No es coqueta, esta excedida de peso, usa gruesos anteojos, todo su aspecto es antiguo, está convencida que su papel es el de tía solterona, y lo cumplirá hasta morir.
Pero ocurre algo que cambiara su vida…
Su cuñada Lisa (Ilka Chase), trae a la casa al Dr. Jaquith, eminente psicólogo de New York, para que la ayude.
Ella permitirá que él ingrese en sus más oscuros secretos, lo llevará a su habitación, le contará como un día, en su juventud, viajando en barco, se enamoró del oficial de comunicaciones, y cómo su castradora madre, impidió que sea feliz.
Todo esto hará que el doctor recomiende la internación de Charlotte en su clínica privada, Cascades, un lugar de descanso, donde tendrá la oportunidad de separarse por un tiempo de viciado entorno.
Luego de algunos meses en terapia, El Dr. Jaquith arregla que ella emprenda un viaje en crucero hacia Brasil.
En el barco, conoce al que sería su amante, Jerry Durrance, al que se le presentará como una misteriosa y mentirosa dama, pero que al final del viaje conocerá íntimamente.
Él también carga con un íntimo secreto, un frustrado matrimonio por gratitud, y 2 hijas, una de las cuales, Tina, con solo 12 años, tiene los mismos problemas que Charlotte tuvo con su madre.
Con el viaje llegando a su fin, al despedirse, los amantes juran no volverse a ver, ella de ninguna manera destruiría la familia de Jerry, y todo lo vivido en esa travesía, quedaría como un bello recuerdo.
Pero algo había cambiado, Charlotte regresa al puerto de New York como una mujer de mundo, desprejuiciada, moderna, la terapia dio resultado, había renacido, pero la mayor prueba que debía enfrentar aún no se cumplía, volver a ver a su madre.
Ya en Boston, se produce el encuentro, y para su madre nada había cambiado, trata a Charlotte en forma imperativa, como lo hizo toda su vida, pero su hija ya no era la de antes, y no permitiría que la avasalle nuevamente.
Con su nueva vida por delante, se relaciona con un acaudalado miembro de una de las familias más importantes de la ciudad, Elliot Livingston (John Loder) al que no ama, y luego de un encuentro casual con Jerry, rompe su compromiso.
La decisión que acababa de tomar, sumada a su rebeldía, traerían consecuencias devastadoras, lo que hará que se recluya nuevamente en la clínica del Dr. Jaquith, donde casualmente se encontrara con Tina, a la que adoptará, y llevará a vivir con ella.
Finalmente, de regreso en Boston, su vida cambia para siempre.
En Now, Voyager no solo estamos ante una historia de amor/odio entre madre e hija, y la superación del conflicto.
¿A qué me refiero con esto?
Es también el relato de una relación prohibida, censurada abiertamente por la sociedad de la época.
El director, trata esta situación con sumo cuidado, a través de las imágenes y el guión, cuidadosamente redactado, y trata de no internarse en lugares inapropiados.
El relato de amor entre Charlotte y Jerry, es manejado por Rapper de una manera inteligente, tanto en la presentación de los personajes, como en la puesta en escena.
Nos muestra la historia del “patito feo” de forma inusual y atrevida para la época, lo hace desde el sufrimiento de una mujer acosada por su tiránica madre que la trata con egoísmo, y que pretende gratitud eterna por darle la vida.
Con un simétrico lenguaje cinematográfico, nos introduce en la vida de la protagonista, y con permanentes esfumados nos invita a recorrer sus recuerdos.
Nos lleva en un viaje hacia el pasado, la primera experiencia amorosa; un viaje hacia el presente, el cambio; un viaje hacia el futuro, el renacer; con el doctor actuando como rector, como voz de la conciencia, como responsable del quiebre.
Nos presenta un cambio, no del blanco al negro, sino gradual, maneja la transición en forma metódica, pasando por todos los grises, nos presenta a una mujer tímida, encerrada en sí misma, silenciosa, histérica, introvertida, pasada de moda, acosada por su madre dominante; para luego mostrarnos el nacimiento de una mujer serena, elegante, desprejuiciada, moderna pero aun escondiendo su timidez, enclaustrada en su camarote, o debajo del ala de su sombrero.
Al igual que una crisálida, sale de su capullo para convertirse en mariposa, así nos presenta el cambio de actitud ante la vida de esta valiente protagonista, asumiendo las consecuencias.
Es que Now, Voyager en sí, es una historia de transformaciones.
Todos los personajes tienen una gran transformación, excepto la posesiva Mrs. Vale, siendo la mayor de ellas, la de la protagonista.
En una de las escenas, podemos asistir a parte de esta transformación.
Las instalaciones y la filosofía de “Cascades”, el sanatorio donde Charlotte es tratada, en el libro y la película, se basan en el verdadero Centro Austen Riggs, en Stockbridge, Massachusetts, donde la autora, Olive Higgins, había buscado tratamiento.
El Centro era notable en ese entonces, como foco en la actividad física, terapia ocupacional, sesiones diarias de la terapia de charlas, y evitando lobotomías y otros tratamientos médicos drásticos de la época, como el electroshock.
También podemos encontrar en algunas secuencias bajadas de línea, seguramente para complacer a los censores, como cuando la protagonista llega por primera vez a su casa, y piensa en lo que le dijo El Dr. Jaquith:
“Recuerda que honrar a los padres es una buena una buena idea.
Será un shock para ella.
Te aconsejo que lo suavices.
Dale tiempo.
Recuerda que es tu madre, pese a lo que haya hecho”
¿Notable, verdad?
Consejo impensable de encontrar en nuestros días, con un trato madre/hija como este, pero hay otros aspectos que tornan la actitud de Charlotte revolucionaria:
“No tengo miedo” dice, y se lo repite a sí misma para darse coraje:
“No tengo miedo, Madre”, o “El Dr. Jaquith dice que a veces la tiranía es la expresión del instinto materno, si ese es el amor de una madre, yo no quiero ser parte de él.
Yo no quise nacer.
¡Ni tu tampoco quisiste, fue una calamidad para ambas!”
Viendo Now, Voyager, se puede reflexionar en el sufrimiento al que se somete a una mujer inocente, acosada por los prejuicios de una madre a la que no le interesa dar amor, sino dominar, someter a su ser más querido sin piedad, para cumplir con sus egoístas objetivos; pero también, me permite pensar como en situaciones emocionalmente tan extremas, luchando, se puede salir adelante y ser feliz.
Todo el episodio del accidente en Brasil, sin embargo pudo ser mejor resuelto, en especial, resulta molesta la caracterización de Giuseppe (Frank Puglia), el taxista brasileño.
No obstante, todos estos pequeños detalles, muchos de los cuales, por otro lado, reflejan el estilo narrativo de la época, no empañan el valor de esta película.
En esta historia romántica, Bette Davis está muy bien acompañada por Paul Henreid, quien aporta un elemento muy interesante; pues se requiere mucho talento para sortear esa situación que hace equilibrio entre la sensualidad y el ridículo, y caer bien parado del lado correcto, presentándose como “leading man”
Henreid, no es un galán romántico típico, pero su aire serio y terrenal, hace mucho más verosímil su caracterización.
Viéndolo, nos creemos la historia de Jerry y su amor fulminante por esta mujer herida.
Su personaje que enciende 2 cigarrillos, atrapó de inmediato la imaginación del público, y el actor no pudo ir a ninguna parte, sin ser abordado por mujeres que le rogaban que encendiera cigarrillos para ellas.
Un gesto que ha pasado a la historia de instantes románticos, y que de alguna forma definen este extraño, y siempre atractivo melodrama, que navega entre las aguas del conservadurismo, con elementos absolutamente caracterizados por su modernidad.
Habla al mismo tiempo, de una mujer decidida e independiente, combinándolo con un retrato de la abnegación ante el amor.
Así era el Hollywood de los años 40, pero ello no impide que Now, Voyager sea un brillante exponente del que, en aquel entonces era uno de los géneros preferidos por el público, y la demostración de la sensibilidad cinematográfica del olvidado Irving Rapper.
Como dato, los observadores del set, informaron que Bette Davis parecía estar dirigiendo la película para Irving Rapper…
A diferencia de otros con los que había trabajado, su enfoque hacia ella era mucho más conciliador.
En lugar de ordenarle que interpretara una escena de cierta manera, Rapper le pediría que probara sus ideas, para ver si trabajaban para ella.
Claro que toda la historia gira en torno a Charlotte, y aquí Bette Davis hace un trabajo increíble.
Hay muchas historias como esta en el cine:
Sobre el clásico relato de un “patito feo” que resurge como una mujer hermosa y elegante.
Pero la diferencia entre Charlotte y muchos de estos personajes femeninos, está en que ella no se propone barrer el suelo con todos los que la hicieron sufrir en el pasado; Charlotte podrá tener un nuevo aspecto, pero sigue siendo una mujer frágil, que debe reunir todas sus fuerzas antes de dar cada paso.
Y Davis compone su personaje en base a esta vulnerabilidad, exponiendo las inseguridades de Charlotte, y logrando que sea muy fácil identificarse con ella.
Sólo basta con ver, cómo modifica su postura corporal, según el estado de ánimo de Charlotte.
Es destacable, además, que interpreta al menos 4 Charlotte diferentes:
La jovencita enamorada que todavía intenta alguna rebelión contra su madre; la mujer de mediana edad, que está permanentemente al borde del colapso nervioso; la bella pero todavía insegura mujer en recuperación; y aquella que ha encontrado por fin algo a lo que aferrarse.
Para interpretar a Charlotte, antes de su transformación, Bette Davis pidió a la diseñadora de vestuario, Orry-Kelly, que cogiera su figura para sugerir un peso extra, y luego hizo que la artista de maquillaje, Perc Westmore, le diera las cejas más gruesas.
Su mirada en la película, era un compromiso.
Originalmente, había deseado un aspecto más extremo, pero Hal B. Wallis lo consideró demasiado grotesco.
Para la primera escena después de la metamorfosis de Charlotte, Hal B. Wallis pidió a Orry-Kelly que la pusiera en un sombrero de ala ancha para que la audiencia no pudiera echar un vistazo completo a su nueva cara, hasta más tarde.
También quería mantener un sentido de su timidez.
Pero Jack L. Warner se opuso a la elección, y Wallis lo ignoró.
La relación de Charlotte con Lisa, nunca queda clara.
En la novela, Lisa es la viuda del difunto hermano de Charlotte, Rupert.
Una subtrama de la novela, cortada de la película, trata del nuevo matrimonio de Lisa, y la desaprobación de la familia.
Hal B. Wallis, cortó una escena en la que Lisa lleva a Charlotte a un salón de belleza, antes de su viaje por el océano, de modo que la audiencia primero ve a la transformada Bette Davis, al mismo tiempo que los pasajeros de la nave.
También, cortó una secuencia de ensueño silenciosa, en la que la joven Charlotte baila con el oficial del barco, con el que una vez estuvo enamorada.
De los secundarios:
Claude Rains y Gladys Cooper.
Rains siempre se roba las escenas en las que interviene en cada película, pero lo que me llama la atención aquí, es la forma en la que interpreta a Jaquith, la intensidad con la que el doctor mira a Charlotte, hace pensar en la posibilidad de un triángulo amoroso.
Y Gladys Cooper aporta tantos matices a su personaje, no es simplemente una madre perversa, que busca destruir a su hija como suele interpretarse.
De la represión feroz que sobre ella ejerce, al amor de un hombre que nunca se manifiesta con total libertad, sino a través de su hija, cruel espejo de la infancia de Charlotte.
Se puede pensar que está obrando bien, que su intención siempre fue formar el carácter de Charlotte, según lo que creía adecuado para su posición.
Claro, que le resulta inevitable sentir desprecio por su hija, al ver que no se vale por sí misma, pero basta con ver cómo relaja su actitud, cuando Charlotte parece encaminarla su vida, y aunque sigue sin aprobar sus modos, valora los resultados.
Todo ello logra que, sin compartir los métodos de Mrs. Vale, podamos al menos comprenderla un poco.
En su libro de memorias, escrito en 1987, Davis reveló, que el coprotagonista, Claude Rains, con quien también compartió la pantalla un par de veces, fue su coestrella favorita.
Por último, la banda sonora de Max Steiner, incluye fragmentos orquestales, melodías latinas, clásicos como “Perfidia”, y otros, que evocan un amor triste y afligido.
Suena con fuerza al principio y al final, mientras aparece y desaparece a lo largo del metraje.
Pero Bette Davis se quejó de la partitura musical de Max Steiner, diciendo que era demasiado intrusiva en su actuación.
El tema de amor principal de la partitura, fue publicado después como la canción de éxito “It Can not Be Wrong” con música de Max Steiner, y letra de Kim Gannon.
El tema del amor, también fue utilizado como música de fondo en la escena de la seducción de “Mildred Pierce” (1945)
“The untold want by life and land ne'er granted, now, voyager, sail thou forth, to seek and find”
¡Cuántas vidas se han arruinado por la manipulación y el sometimiento de un padre dominante!
Nadie tan ignorante como aquel que cree tener siempre la verdad.
Pregúntale si es feliz, y tendrá que darte por respuesta un no rotundo.
Y siendo así:
¿Dónde está pues su inteligencia?
Un padre dominante, es un ser lleno de miedo y de desconfianza.
Quiere tenerlo todo bajo control, porque teme al fracaso, teme a la pérdida, teme al error… siente pánico existencial.
Vive de las apariencias, y ansía el reconocimiento de los demás.
Se siente solo, y quiere creer que vale, aunque en el fondo se tiene en muy poca estima.
Camina con una gran máscara en el rostro, y necesita de un ser fuerte que pueda ayudarle a quitársela.
El que somete, se vuelve esclavo del sometido, habla el doble y actúa el doble, porque hace todo lo que al otro, si fuera libre, le correspondería hacer.
Es como el carcelero, que se vuelve esclavo de su prisionero.
Cuando se estrenó Now, Voyager, nadie se imaginó que ésta sería material de estudio, y no solo cinematográfico, sino que también con perspectiva de género.
Hablar de género en esa época, era impensado, más en la industria de Hollywood; es más, Now, Voyager no está concebida en modo critico a la sociedad patriarcal que se vivía, nada más lejos, pero las nuevas miradas tienen algo para decir.
Una da las teorías feministas, no está de acuerdo con la liberación de la que fuimos testigos, porque se lleva a cabo por la ayuda de 3 hombres, en distintas etapas:
Charlotte reclama tanto su narración como su deseo a través de los ojos de un hombre.
Charlotte tiene acceso al lenguaje, a través de Jerry, sus actos de habla, los realiza desde la posición de él.
Pero Now, Voyager tiene una segunda etapa, donde Charlotte vuelve a su casa después de un largo viaje en barco por América Latina, donde conoce a Jerry, el amor de su vida, pero este está casado infelizmente, condición no suficiente para concretar ese gran amor.
Jerry tiene una hija, Tina, la cual es marginada por su madre, la misma situación de Charlotte al principio, y ésta decide ayudarle para que no sufra todo lo que ella tuvo que vivir.
Toda esta etapa de reivindicación de los personajes, valoración personal, y lucha constante contra los estándares de una sociedad cegada por las formas donde el machismo era el lenguaje, y en los casos en que las mujeres eran empoderadas, ellas actuaban reproduciendo el modelo patriarcal.
El cine feminista, al principio, erró su camino, ya que lo único que hizo fue mostrar que las mujeres podían filmar el sexo, la violencia y el amor de la misma manera que los hombres.
Lo único que hicieron, fue imitar al cine que ellas criticaban.
Cuando lo más importante es la mirada del cineasta, es ver cómo percibe la realidad, cada uno de ellos independientemente si son mujeres o varones.
Otra es la lucha por un lugar, donde se puedan expresar esas miradas.
La discriminación por razones de sexo, se da cuando haciendo el mismo trabajo, las mujeres reciben menos salario que los hombres; la desigualdad por razones de género, se da cuando son menos valorizadas las actividades de un género.
Con todo, Now, Voyager nos regala más de una lección madura para entender que, las experiencias que vivimos, y los seres que llegan a nuestra vida, son indispensables para nuestro proceso.
Depende de cada uno, ejercer adecuadamente su papel… o no hacerlo.

“Oh, Jerry, don't let's ask for the moon.
We have the stars”



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