Jane Eyre

“My name is Jane Eyre...
I was born in 1820, a harsh time of change in England.
Money and position seemed all that mattered.
Charity was a cold and disagreeable word.
Religion too often wore a mask of bigotry and cruelty.
There was no proper place for the poor or the unfortunate.
I had no father or mother, brother or sister.
As a child I lived with my aunt, Mrs. Reed of Gateshead Hall.
I do not remember that she ever spoke one kind word to me”

Las escritoras, Emily y Anne Brontë, muy pronto tuvieron pasión por las letras y la poesía, y nos legaron sendas obras que han sido adaptadas múltiples veces para el cine; pero la primera en brillar fue Charlotte Brontë, con su novela “Jane Eyre”, de inmediato suceso en los círculos de lectura.
La amplitud de la obra, empieza con la primera adaptación para el cine en 1918.
“Jane Eyre” es una novela escrita por Charlotte Brontë, publicada en 1847, que en el momento de su aparición, consiguió gran popularidad, encumbrando a la autora, como una de las mejores novelistas románticas, y es hoy considerada un clásico de la literatura en lengua inglesa.
Charlotte Brontë, era una de las hijas del párroco Patrick Brontë, y vivía con sus hermanos; la madre murió cuando eran pequeños, en el pueblo de Haworth, en Inglaterra, a principios del siglo XIX.
Eran 5 hermanas mujeres, y un hermano varón, pero después de pasar unos años estudiando en el colegio de Clergy Daugthers, en Cowan Bridge, las 2 hermanas más grandes fallecieron de tuberculosis, María y Elizabeth, provocando que las otras 3 fueran retiradas del internado.
Seguramente en estas experiencias se inspiró Charlotte para describir tan detalladamente la escuela de señoritas Lowood, a la que asiste la protagonista, Jane Eyre, cuando su tía, después de maltratarla y despreciarla, decide deshacerse de ella, enviándola pupila allí.
La parroquia, donde vivía la familia Brontë, se encontraba alejada del pueblo, y rodeada por el cementerio, azotada por fuertes vientos y copiosas lluvias.
En ese aislamiento, y con casi nula vida social, las hermanas Brontë pasaban las horas leyendo y escribiendo, cosa que para esa época no era natural en las mujeres.
Pero Patrick Brontë era un hombre instruido, y bastante distante, que para estar tranquilo, les permitía sin objeciones acceder a toda lectura que tuviesen a mano, ya sea para entretenerse o para estudiar.
De esta manera, no es raro que las 3 hermanas hayan escrito cada una, una novela, además de un libro de poesías, que fue la primera publicación para ellas.
Aun así, la época no era propicia para este tipo de actividades en una señorita, que debía ser institutriz o dedicarse a su propio hogar, si es que tenía la “suerte” de casarse.
Por este motivo, las 3 hermanas publicaron sus libros con seudónimos masculinos:
Anne, la hermana menor, publica “Agnes Grey” como Acton Bell; Emily publica “Wuthering Heights” como Ellis Bell, y Charlotte publica “Jane Eyre” como Currer Bell.
Es importante hacer esta introducción, porque tanto la obra de Charlotte, como la de sus hermanas, está íntimamente ligada a sus vidas, y a ese clima tan particular en el que crecieron.
“Jane Eyre” comienza con el relato en primera persona de una niña huérfana de 10 años, que es maltratada por sus primos y su tía, la señora Reed, quien ha prometido a su difunto marido, hacerse cargo de la niña, pero que no tiene ninguna simpatía por ella.
La pequeña Jane, con la excusa de que es una niña maleducada y rebelde, es llevada pupila a la escuela de señoritas Lowood, donde pasará varios años, y se formará como institutriz.
Cuando llega el momento en el que puede decidir, Jane elige buscar trabajo, y salir de ese oscuro y húmedo colegio en el que pasó la mayor parte de su vida.
Así conocerá al señor Rochester en Thornfield, teniendo a cargo la educación de la pequeña Adèle, en custodia del dueño de casa.
Y justamente cuando Jane cree que está tranquila, en una casa acogedora, con una familia agradable, empiezan a sucederse varios hechos que no puede explicarse:
Las noches se tornan peligrosas, y se siente acechada por una presencia extraña…
La trama de Jane Eyre, contiene todo ese clima tan particular de las novelas góticas, donde los días lluviosos, los ruidos extraños, y las tardes grises de un eterno invierno, transportan al lector a un mundo desconocido, pero sumamente cautivador.
Y por supuesto, no puede faltar la gran historia de amor, tan compleja como todo en la vida.
Por eso es muy fácil empatizar con ella, que de manera tan valiente y arriesgada, intenta superar los obstáculos que se le presentan.
En este sentido, Jane Eyre es un personaje sumamente transgresor para la época, porque es una mujer que toma decisiones, y que se rebela.
Está claro que Charlotte Brontë quiso y supo ir mucho más allá de lo romántico.
No quería escribir tan sólo un laberinto de pasiones más o menos turbulentas, sino que ésta le sirvió como excusa para expresar su opinión o inquietudes sobre asuntos o cuestiones que la preocupaban o interesaban.
La novela, se tituló en principio “Jane Eyre: An Autobiography”, y se publicó bajo el seudónimo de Currer Bell; conteniendo así, elementos biográficos como:
Vida en un internado, experiencia como institutriz, familias de hermanos, ambiente social constreñido, personajes femeninos solos ante el mundo, elementos románticos, de poder sobrenatural del amor, elementos góticos, etc.
“Jane Eyre” tuvo un éxito inmediato, tanto para los lectores como para la crítica.
Uno de sus más acérrimos defensores, fue el escritor William Makepeace Thackeray, al cual muchos atribuyeron la obra, pues la autora permaneció en el anonimato, hasta un tiempo después de su publicación.
Como agradecimiento, Charlotte le dedicó la segunda edición de su novela.
De hecho, puede llegar a ser una autobiografía, ya que la autora tenía un amor secreto con un profesor belga llamado Constantin Heger.
También puede decirse que es una novela gótica, porque tiene toques de misterio; así como refleja bien la situación de las mujeres de La Inglaterra Victoriana, y como una chica rebelde y con carácter, decide luchar por hacerse un hueco en la sociedad, demostrando sus conocimientos y habilidades.
Brontë, visionaria, muestra el retrato de una mujer que, a pesar de las vicisitudes a las que se enfrenta por ser huérfana, y encima mujer, logra ser independiente y tiene unas ideas de lo más feministas para esta época.
Una fuerte crítica también al fundamentalismo religioso que supone el puritanismo de una sociedad británica que está entrando en su etapa victoriana.
El libro, es innovador en la forma de pensar y de actuar de la protagonista, Jane Eyre, y en su forma de ver el mundo; tanto que es considerado por muchos, como una de las primeras novelas feministas, y en su época fue muy polémico, debido a esta actitud.
“Jane Eyre”, además es una novela bastante moderna, con una voz narradora, consciente de su papel como tal, que apela al lector en una suerte de diálogo novelado, y que constituye un avance encomiable dentro de la narrativa del siglo XVIII.
Respecto al éxito editorial de “Jane Eyre”, creo que arrasó en EEUU al poco tiempo de publicarse; pese a que ciertas celebridades de la época la atacaron, y que desde ciertos sectores le recriminaron su rudeza, tachándola de grosera y grotesca, para la época, esto no supuso un escollo para que se convirtiese en pocos años en todo un “best seller”
En lo personal, Charlotte Brontë se casó en 1854, con Arthur Bell Nicholls, el cuarto hombre que le propuso matrimonio.
Y el 31 de marzo de 1855, estando embarazada, enfermó y murió de tuberculosis como sus hermanas.
Tenía 38 años.
Se suele citar a la versión cinematográfica de “Jane Eyre” (1943), protagonizada por Orson Welles y Joan Fontaine, como la más importante de todas las adaptaciones cinematográficas que se han realizado de la célebre novela de Charlotte Brontë, un valioso ejemplo de relato gótico, que encajaba ampliamente en el contexto de producción de los grandes estudios en los años 40, a la hora de llevar a la pantalla cuidadas adaptaciones literarias, como elemento para aumentar su prestigio.
“This, Mr. Brocklehurst, is the child in question.
She is the daughter of my late sister's husband by an unfortunate union which we in the family prefer to forget.
For some years she's lived in this house”
Jane Eyre es un drama del año 1943, dirigido por Robert Stevenson.
Protagonizada por Orson Welles, Joan Fontaine, Margaret O'Brien, Peggy Ann Garner, John Sutton, Sara Allgood, Henry Daniell, Agnes Moorehead, Mae Marsh, Elizabeth Taylor, entre otros.
El guion es de John Houseman, Aldous Huxley, Henry Koster, y Robert Stevenson, basados en la novela de Charlotte Brontë del mismo nombre, a partir de un guión escrito para la radio por Orson Welles, con la colaboración de John Houseman.
Jane Eyre, fue la primera asignación de John Houseman después que se fuera a trabajar para David O. Selznick, en la primavera de 1941.
Comenzó a trabajar en el guión durante los ensayos para la producción de Broadway de Mercury Theatre de “Native Son”
Robert Stevenson, un director británico, que Selznick tenía bajo contrato, fue enviado a New York para trabajar con él.
Después del estreno la obra de teatro, Houseman y Stevenson volaron a la costa oeste, y se completó el guión durante las próximas 5 semanas.
Según Houseman, Stevenson hizo la mayor parte del trabajo:
“Lo terminamos y lo presentamos, solo para descubrir que no tenía la menor intención de producirlo”
El ejecutivo de Selznick, Daniel O'Shea, comenzó a ofrecer la producción como un paquete que incluía los servicios de Stevenson como director, Joan Fontaine como estrella, el arquitecto, William Pereira como diseñador de producción, y George Barnes como director de fotografía.
“El precio era tan fabuloso”, escribió Houseman, “que tomó un año encontrar un comprador”
En medio del auge de La Segunda Guerra Mundial, en noviembre de 1942, Selznick finalmente vendió el paquete a William Goetz, de 20th Century Fox, que Goetz administraba en ausencia de Darryl F. Zanuck.
Por su parte, Aldous Huxley también contribuyó al guión, haciendo invisible al personaje de la señora Rochester, asegurando que ella sería más amenazante, y eludiendo las regulaciones de la censura británica sobre la representación de la locura.
Otros contribuyentes al guión, incluyen DeWitt Bodeen, y al dramaturgo Keith Winter.
Selznick, siempre había querido que Orson Welles interpretara el papel de Edward Rochester, pero se desesperó de haberlo conseguido por su contrato con RKO Pictures.
Cuando Welles firmó por Jane Eyre, en diciembre de 1942, ya no estaba con RKO, y estaba ansioso por ganar dinero para comprar, desarrollar y cortar las imágenes que había filmado para “It's All True”, un proyecto desafortunado para el gobierno de los Estados Unidos, por el que no había recibido ningún pago.
Se contrató como actor, la primera de muchas veces en que Welles apoyaría sus propios proyectos cinematográficos, al actuar en películas más convencionales.
Welles, también estaba luchando por conservar su lugar en Hollywood como productor, y negoció un papel como productor asociado de Jane Eyre, así como la facturación superior.
Así se le pagó $100.000, la misma cantidad que recibió por sus múltiples responsabilidades en “Citizen Kane” (1941)
Orson Welles, hizo bastante trabajo detrás de las escenas que la compañía de la producción le ofreció un crédito del productor, que rechazó.
La razón oficial de Welles para esto, es la creencia de que una persona que no está dirigiendo la película, no debe ser sólo un productor.
Welles, ya había adaptado a Jane Eyre 2 veces para la radio.
El teatro Mercury en la difusión del aire del 18 de septiembre de 1938, se perdió porque Welles utilizó el original del acetato para preparar la película, y la grabación fue dañada irreparablemente.
A principios de diciembre de 1942, Selznick escribió a Goetz, que él y Welles coincidían en la importancia de lanzar personajes que eran nuevos en el cine.
Se ofreció a asistir a una reunión de “casting”, y le pidió que también estuviera Welles, “porque conozco a pocas personas en la historia del negocio, que hayan demostrado tal talento para el “casting” exacto y para cavar gente nueva”
Los intérpretes del teatro de Mercury y de la radio que aparecen en Jane Eyre, incluyen:
Agnes Moorehead, Erskine Sanford, Eustace Wyatt y Edith Barrett; pero los papeles del carácter, fueron generalmente al Hollywood conocido, artistas intérpretes o ejecutantes, muchos de ellos con créditos escénicos de nacionalidad británica.
El director, Robert Stevenson miembro de la Brontë Society, nos entrega así, un argumento de amores prohibidos, secretas pasiones e intereses manifiestos, donde triunfa el amor más sencillo, el verdadero, que logra imponerse a las pasiones de la juventud, y a otros amores más interesados.
Se rueda íntegramente en los Fox Studios, Century City, L.A., CA; durante La Segunda Guerra Mundial.
La acción dramática tiene lugar en varias localidades del centro de Inglaterra:
Gateshead Hall, Lowood, y Thornfield; entre 1829 y 1840.
Jane Eyre (Peggy Ann Garner/Joan Fontaine), nace en 1820, pierde pronto a sus padres, y es acogida en la casa de su tía, Mrs. Reed (Agnes Moorehead)
A los 9 años, es enviada a la Lowood Institution, un orfanato para niñas pobres internas, situado en el condado de Yorkshire, y regido por el clérigo, Henry Brocklehurst (Henry Daniell), de donde sale en 1938, a los 18 años.
Encuentra trabajo como institutriz de una niña, Adèle Varens (Margaret O'Brien) en la mansión solariega de Thornfield, de Edward Rochester (Orson Welles)
De los personajes, Mrs. Reed, es excéntrica, ingrata y egoísta; mientras Henry Brocklehurst es fanático, cruel, hipócrita, y de escasa inteligencia.
Y Rochester es misterioso, egocéntrico, vanidoso, y brusco; con una dura personalidad, que al inicio parecerá impenetrable en su impermeable cáscara, pero con quien Jane Eyre, poco a poco se irá acercando cada vez más.
Llegan a desarrollar un fuerte amor, que es capaz de vencer impensadas dificultades, incluyendo una eventual amenaza de ceguera para él, y se quedan finalmente juntos.
Jane Eyre, tiene un final feliz, y un final respiro al suplicio de toda una vida.
Este es un film que refleja a la perfección, un drama situado en un tiempo y lugar particular:
La Inglaterra pre-victoriana; pus la historia comienza en 1820, con el nacimiento de la protagonista, y viene cargada de drama, amores no correspondidos y suspenso.
Es la historia de una mujer con ideas muy claras, y decidida para esa época, que luchará con todo empeño para abandonar las miserias y carencias de su niñez.
La dureza lógica y machista del huraño señor Rochester, choca con la imagen débil de Jean Eyre, quien posee una personalidad que logrará hacerlo tambalear, como en todas las novelas clásicas de esa época, que traían consigo una moraleja.
El director recrea casi descarnadamente las penurias dramáticas de una huérfana que le pelea a la vida un lugar mejor en la sociedad, y que lucha por conseguir un poco de amor y consideración, elementos que han faltado repetitivamente a lo largo de su vida.
Es a toda regla un drama social y moral, que atrapa al espectador, y que no ha perdido su vigencia.
“I should never mistake informality for insolence.
One, I rather like; the other, no free-born person would submit to, even for a salary”
Robert Stevenson dirige esta adaptación a la pantalla grande, de uno de los clásicos de la literatura inglesa, realizando un trabajo bastante decente, dentro de las no muchas adaptaciones de las que este universal texto literario ha sido objeto.
Algunos nombres que la hicieron posible, revelan extrañas sorpresas:
Primero, es de esas obras cinematográficas que tuvo un montón de guionistas, pero entre los acreditados, nos encontramos con el nombre del novelista Aldous Huxley, que trabajó durante unos años en Hollywood.
También uno de los personajes que marca a Jane Eyre para siempre, es su joven amiga en el siniestro colegio de Lowood, Helen, que en esta versión, cuenta con el hermoso rostro de Liz Taylor.
La insensible y rígida tía Reed, en tan solo 2 apariciones, la dibuja perfectamente Agnes Moorehead, que había formado parte de la compañía teatral de Orson Welles, el Mercury Theatre.
Y el director Robert Stevenson, que se convirtió años más tarde en el narrador de las fantasías cinematográficas del estudio Disney.
En Jane Eyre, ya escondía a ese director eficaz capaz de crear ambientes especiales y extraños… que de las sombras de Thornfield Hall, tocaría la luz en sus películas Disney.
Y Orson Welles, fue uno de los productores de la película, aunque no figura en los créditos como tal, que ayudó a Stevenson en sus escenarios góticos, a perfilar escenas románticas, y a seleccionar actores, aunque afirmó que éste era un buen profesional, y que su ayuda fue por mera amistad.
Así las cosas, se hace una introducción al filme, un texto de la obra misma, habla Jane, habla de su infancia, dura, sin hogar y sin suerte, al igual que sin cariño.
Vivió con su tía, la señora Reed, una tiránica mujer, que la consideraba malvada, y que no dudó en cederla a un hombre, que se la llevó.
De esta forma se va con Henry Brocklehurst, que resulta otro tiránico sujeto; acude ella a una rígida escuela, donde Brocklehurst dice a todos lo malvada que es, es castigada el día entero que apenas llega, y se ordena que nadie le hable.
Solo tiene una amiga, Helen Burns (Elizabeth Taylor), que le da comida, y se hacen amigas.
Mientras su supuesto protector es un tirano, el Dr. Rivers (John Sutton), es de los pocos que la tratan bien, y cuando su querida amiga Helen muere, Jane sufre mucho.
Pero el tiempo pasa, es ya una jovencita, y en su educación, obtiene notas sobresalientes, tanto que ella es nombrada incluso maestra por ello, pero rechaza la oferta, busca trabajo como institutriz, y pese a que se lo dificulta Brocklehurst, lo consigue, y se muda.
Llega a la nueva casa, donde conoce a Adèle Varens, sobrina del dueño, le habla de lo refunfuñón que es éste, Edward Rochester, a quien conoce poco después, sin saber quién es, pero luego se presentan debidamente, adentro de la casa, y Rochester la hace tocar el piano.
Rochester es muy frio y rudo en su trato, le temen, sobre todo Adèle, pero un día le habla a Jane, quiere saber más de ella, con su inevitable tosquedad al hablarle, le desea que sea feliz en su estadía, ella se siente cohibida, pero a la vez le despierta interés su nuevo señor.
Poco después, se produce durante la noche un incendio en la casa, Jane lo nota, y despierta a Rochester, salvándole la vida, y está agradecido.
Luego se entera que Rochester se ha ido de casa, tras lo cual, sube unas escaleras, y llega a un extraño habitáculo, donde reside una suerte de ermitaña...
Pasa el tiempo, y Rochester vuelve, recibiendo muchas visitas, distinguidas, entre las que se encuentra una joven con la que ha tenido un pasado.
Se van acercando más con Rochester, pero ella se siente celosa con la señorita.
Uno de sus conocidos, Mason (John Abbott), aparece poco después herido, Rochester se esmera en ocultarlo, mientras Jane lo ayuda y sirve.
A solas, su señor le habla con soltura, se abre y le habla de su interior, y de que se casará con su antigua novia, por lo que Jane deberá irse, ya que le ha conseguido un trabajo en Irlanda, pero a la hora de despedirse, Rochester se le declara, y ella le corresponde.
Cuando están a punto de casarse, resulta que Rochester ya lo estaba, la ermitaña es su esposa, enloquecida, y Mason, su cuñado.
Pese a amarase, Jane se va, vuelve con su tía Reed, seriamente enferma, y se entera que Rochester la está buscando.
Al volver, la casa está cenizas, todo se quemó, y la esposa del señor murió, él ha quedado ciego, pero al estar juntos, recupera poco a poco la vista, a tiempo para ver a su primer hijo, pues viven juntos finalmente.
Narrado en primera persona por la protagonista, desarrolla una historia que combina elementos autobiográficos, documentales de la época, 1829 a 1840, y de crítica social.
Es dura y cruda la descripción que se hace de la vida en el internado de Lowood, representado como ejemplo de la educación caritativa de la época en Inglaterra.
Las internas del orfanato, viven privadas de su individualidad, humanidad y sexualidad.
Son sometidas a humillaciones públicas, y maltratadas física y psicológicamente.
La enseñanza que reciben es clasista y sexista:
Sólo aprenden tareas auxiliares y de servicio doméstico, como cuidado de niños, ancianos, cocina... urbanidad, trato que deben dispensar a las clases superiores, bordado, principios elementales de música, canto y piano; y dibujo.
Jane Eyre, critica a las clases altas de la sociedad inglesa, y a la aristocracia, que muestra indolente, frívola, ociosa, presuntuosa y arrogante.
Blanche Ingram (Hillary Brooke), encarna un modelo de muchacha aristócrata vanidosa, codiciosa, interesada, que luce en sociedad sus mejores habilidades como mediocre soprano casera.
Rochester encarna la pomposa figura decimonónica el varón acaudalado, maduro, indolente, promiscuo y machista, al que no le interesa el amor porque busca sólo la diversión.
Ha tenido muchas novias:
Una bailarina de ballet clásico, una cantante de ópera, una actriz de teatro, etc.
Condena la utilización de la religión al servicio de intereses espurios, y como coartada para justificar la explotación de seres humanos, el enriquecimiento a costa de los débiles, y crímenes por omisión y negligencia.
Denuncia el machismo, la represión sexual de la mujer, la educación clasista y sexista, y se posiciona en términos que anticipan y prefiguran el feminismo, cuyas primeras manifestaciones, el sufragismo, se producen a mediados del XIX.
La obra adapta con respeto y bastante fidelidad una novela emblemática del romanticismo de mediados del XIX.
En coherencia con ello, focaliza la atención en los sentimientos de los protagonistas, y presenta una larga retahíla de hechos impresionantes e impactantes, como:
La miseria, el hambre, la soledad, la locura, la crueldad, la enfermedad, la ceguera, el fanatismo, incendios, niños sin familia, humillaciones, secretos ocultos, personajes atormentados, etc.
Con todo, el tono general del relato es contenido, evita exageraciones innecesarias y da a la narración, un sentido que conecta con el espectador, que se siente identificado con Jane, y al que hace partícipe de las emociones de ésta, verdadera e indiscutible protagonista.
Un filme que tiene un buen desarrollo, desde el comienzo, un gran trabajo inicial narrando el infantil mundo en el que se desenvolvió Jane, que, ajeno a las alegrías comunes de esa edad, estuvo plagado de tristeza y sufrimiento.
Técnicamente posee una dirección de arte excelente, a cargo de James Basevi y Wiard Ihnen, describiendo visualmente las locaciones de manera desgarradora, y creando un paralelismo visual con la trama.
La recreación de los Yorkshire Moors, fue aclamada en su tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que todo el film se rodó en un estudio de Hollywood.
Las atmósferas pesadas, densas y llenas de niebla, fueron idea del mismo Orson Welles, dándole ese toque gótico que imprime al film.
La cinematografía, en glorioso blanco y negro de Georges Barnes, es exquisita y está totalmente al servicio de la trama, creando las atmósferas dramáticas necesarias.
Desde el primero al último plano, Jane Eyre te envuelve en un hechizante mundo de luces y sombras, de caminos perdidos, y castillos de piedra escondidos en la niebla.
Maravilla ver cómo en una misma escena, la luz va cambiando paulatinamente, y casi sin darte cuenta, según es necesario, como siguiendo a los personajes y resaltando o escondiendo lo que hace falta en cada momento, dotando de profundidad.
Ahondando más, es resaltante el excelente trabajo de cámara, ya sea en los correctos planos para interiores, así como en poderosos encuadres para exteriores, con imponentes y mayormente aciagos cielos que coronan la incontenible naturaleza del área rural, oscuras y tenebrosas imágenes, que parecieran vaticinar los malos tiempos por venir, una expresión visual de notar, la fuerza de sus imágenes, de sus escenarios y paisajes, es todo, imponentes, remarcados por los fuertes contrastes, notables claroscuros, es un encomiable trabajo.
Esto se complementa a la perfección, con un excelente dominio de las sombras y luces, la soberbia combinación de ambos, sobre todo la fuerte presencia de las sombras, de la oscuridad, que invade todo, derramándose por la residencia, resaltando la secuencia de Jane subiendo a la torre, donde el tono lúgubre es desbordante, pero invaden las sombras también incluso a los propios personajes, sobre todo, por supuesto, a Rochester, invadiendo esas tinieblas el rostro grave y adusto de Welles, sumiéndolo en la lejanía, en el misterio, en lo inalcanzable.
Cabe resaltar además, el respeto que se tiene por la obra, al introducirnos visual y literalmente a ciertos pasajes del texto, contadas pero valiosas aproximaciones al relato directo del texto, y a través del infinito universo de la literatura, podemos ahondar en los sentimientos de Jane, sus inquietudes, sus pensamientos, por ejemplo, de cómo se siente intrigada por Rochester, no sabe el porqué de su dureza, pero le interesa saber mucho la fuente y la razón de la misma.
Uno de los puntos fuertes, es su sólido cimiento interpretativo, en el que vemos a Joan Fontaine caracterizando a la atormentada huérfana, realiza un buen trabajo, en su encarnación de Jane Eyre, convence y conmueve, su rostro es poético, refleja todo su sufrimiento, toda su pasión, y los primeros planos, siempre inteligentes, saben remarcar su interpretación.
Y sobre todo, al descomunal y multifacético Orson Welles, uno de los dioses del cine, para encarnar a Rochester, y por supuesto, Welles hace un trabajo a la altura de los más grandes, su actuación es de lo mejor; descolla como siempre, sabidas sus bondades actorales, encarna excelentemente a Rochester, rudo, duro, frío y tosco, su fuerte presencia, y su grave voz, son perfectamente coherentes con el áspero y espinoso personaje, impermeable y hermético al inicio, pero que descubre poco a poco su interior; se muestra tan señorial y cumplidor como de costumbre.
Con un soporte así, el trabajo se simplifica mucho, y una más que correcta dirección de Stevenson, termina por configurar una muy rescatable versionada del clásico inglés.
Y las actuaciones de las jovencitas, Peggy Ann Garner y Liz Taylor, son sorprendentemente agradables, y potenciado por un inteligente trabajo con los primeros planos, son notables pues los segmentos iniciales de la obra, en el que se registra el religioso mundo en que creció Jane, sufrida huérfana, presa de tiránicos maltratos.
Como dato, el papel de Elizabeth Taylor como Helen Burns, no fue acreditado.
El texto de Jane Eyre, Capítulo 1, que aparece en pantalla, no corresponde al texto de la novela de Brontë.
El capítulo 1 se abre en realidad así:
“No había posibilidad de dar un paseo ese día, habíamos estado vagando por la mañana en los desiertos arbustos, pero desde la cena, la señora Reed, cuando no había compañía, cenaba temprano.
El viento frío del invierno, había traído consigo nubes tan sombrías, y una lluvia tan penetrante, que más ejercicio fuera de la puerta, estaba ahora fuera de la cuestión”
Lo mejor de Jane Eyre es la solidez de beber de una gran obra literaria.
Una historia potente al narrar las penurias de Jane en su infancia de abusos y carencias, la etapa en la escuela, cuenta con escenas memorables, y muy bien interpretadas.
También se evidencia la base en la construcción psicológica de los personajes.
Existe una gran densidad de alma; para esto colaboran las soberbias interpretaciones de Orson Welles y Joan Fontaine.
Para nosotros, los espectadores, un privilegio el ser partícipes del nacimiento del amor que asoma en sus palabras, y en toda su gestualidad.
En los detalles más sutiles, y sobre todo, en las miradas:
Él avasallador, ella contenida.
Él en control de la situación, ella vulnerable.
Hasta que, repentinamente, todo cambia.
Son escenas memorables, la muerte de una pequeña amiga de Jane, a causa de la tisis, enfermedad que hizo estragos en la familia Brontë; las secuencias del comedor del orfanato, y la de la humillante presentación de Jane a sus compañeras, el incendio del dormitorio de Edward, la visita de Jane a su tía moribunda, la confesión de Edward, etc.
Jane Eyre, es como una versión reducida y concentrada de la novela homónima; y sin duda de lo que se disfruta es del ambiente fantasmal, como del más allá, que adquiere la película, gracias a sus decorados y escenas bajo la niebla y la lluvia.
Es verdad que al final, Jane Eyre sucumbe al matrimonio, pero no olvidemos que lo hace por amor, y por nada más.
La banda sonora corre a cargo de Bernard Herrmann.
Como dato, Welles y Selznick, persuadieron a 20th Century Fox para contratar a Bernard Herrmann, para componer la partitura de Jane Eyre.
Cuando el productor de la película, Kenneth Macgowan, le preguntó a Herrmann, qué trabajo había hecho antes, el compositor contestó airadamente:
“Herrmann basó su banda sonora para Jane Eyre, en la partitura que había escrito para “Rebecca”, el 9 de diciembre de 1938; el primer episodio de la serie de radio de Welles, The Campbell Playhouse.
Alfred Newman, jefe del departamento de música de Fox, admiró el trabajo de Herrmann para RKO, y le dio el privilegio raro de dirigir por su propia cuenta, siendo el primero de muchos trabajos que Herrmann compuso para el estudio.
Su hermosa partitura de Jane Eyre, tiene pasajes poderosos e intensos, imponentes, pero también sentimentales, que se van esparciendo por toda el metraje, acompañando a las acciones, y repotenciándolas con toda la fuerza y dominio de un maestro en la materia, es estupendo el siempre alturado acompañamiento musical de Herrmann.
Su aporte es definitivo para generar la naturaleza trágica, atormentada e intensa de la protagonista y de la cinta, la turbulencia, junto al trabajo visual antes descrito, genera una atmósfera soberbia.
“Are you always drawn to the loveless and unfriended?”
La vigencia de la novela “Jane Eyre” en la actualidad, que se sigue editando y adaptando al cine, cuya última adaptación es de 2011; además de ser inspiración para algunos libros, etc., cabe preguntarse:
¿Por qué, a diferencia de otros clásicos, se sigue leyendo generación tras generación, y no ha perdido ni un ápice de su atractivo inicial?
Por un lado, el halo de misterio que rodea la vida de su autora, y la de sus hermanos, Emily y Anne, también escritoras, y Patrick, escritor frustrado; sobre los que se ha especulado y escrito mucho, contribuye a que sigamos aún hoy hablando de ellos.
Pero la respuesta puede estar en la fuerza de la historia, y cómo no, en la fuerza de la protagonista, que, como una nueva “Cenicienta”, lucha contra los elementos y consigue que El Príncipe, en este caso, Mr. Rochester, se enamore de ella, siendo a priori, la candidata con menos papeletas.
También, aparece por ahí un hada madrina en forma de herencia, que hace que Jane pueda hablar por fin, de tú a tú a su enamorado, y disponer, como luego diría Virginia Woolf, de “una habitación propia, y 500 libras al año”
Es admirable, como Charlotte Brontë hace crecer al personaje en la novela, cómo logra mostrar lo que el paso del tiempo genera en las personas; los años aplacan el inconformismo infantil de Jane, le aportan desconfianza, cautela, silencio, y sin embargo, el lector sabe que algo de aquella niña permanece muy dentro de la joven.
El personaje de Jane Eyre, la institutriz más famosa de la literatura, ha sido llevado a la pantalla, tanto de cine como de televisión, en más de 20 ocasiones, pero eso no le ha restado ni un ápice de interés a la novela de Charlotte Brontë, publicada por primera vez en 1847.
De hecho, tanto Jane Eyre como “Wuthering Heights” (1847), de Emily Brontë, son 2 de los títulos de referencia, no solo de la literatura inglesa del siglo XIX, sino de la literatura universal de todos los tiempos.

“As the months went past, he came to see the light once more as well as to feel its warmth; to see first the glory of the sun, and then the mild splendour of the moon, and at last the evening star.
And then one day, when our firstborn was put into his arms, he could see that the boy had inherited his own eyes as they once were... large, brilliant and black”



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