You Only Live Once

“Anywhere's our home”

El director Fritz Lang, ya en su madurez, recala en Hollywood huyendo de los nazis, y renunciando a la propuesta de estos, de dirigir los prestigiosos estudios de la UFA.
Uno se aventura a pensar, que el rechazo a sus proyectos en EEUU, y las represalias que sufrió por parte de MGM cuando por fin consiguió estrenar su primera película en Hollywood, en la que ahondó en la crítica social.
Y es que de todos los cineastas europeos que trabajaron en Hollywood, Lang fue uno de los de mayor personalidad y, por tanto también uno de los que imprimió en sus filmes, una huella más reconocible.
Aunque Lang trabajó en diversos géneros, lo cual podría ser visto como un signo de eclecticismo:
Western, cine de espías, aventura, cine bélico, cine negro y melodrama.
Sin embargo, lo que en general hizo Fritz Lang, fue mantenerse fiel a sus esquemas narrativos que provenían de su experiencia laboral europea.
Después de salir de la Metro, por la puerta trasera, pues los temas que trataba el cineasta, no eran del agrado del Estudio, Lang encontró apoyo en el independiente Walter Wanger, que sería el productor de un melodrama criminal, en el que vuelve al tema recurrente del individuo contra la sociedad.
Así, con la excusa de realizar películas de género, en este caso policíaco, basado en los famosos, Bonnie & Clyde que habían sido tiroteados tan solo 3 años antes, hizo aquello de:
“Si no quieres caldo, toma 2 tazas”, y se descolgó con esta tragedia, donde el papel de dioses que manipulan el destino, lo encarna la propia sociedad democrática estadounidense, llena de prejuicios, y su sistema judicial, donde el delito siempre se paga, sean los acusados culpables o no.
Jamás consideraré civilizada a una sociedad que, ante un hombre que aspira a regenerarse, hace cuanto sea necesario para que no pueda lograrlo.
Pero, paradójicamente, jamás creeré que, un hombre, que desde el fondo de su corazón ansíe rehabilitarse, no vaya a poder lograrlo.
Porque la sociedad juega su papel como instrumento probador de cuán profundos son los deseos, y cada ser humano, en estas circunstancias, debe hacer bien su papel, resistiendo y perseverando.
¿Es la delincuencia, una marca genética imborrable, o una consecuencia de la presión social, o una mezcla indecidible de las 2?
“He robbed... kidnapped... he murdered...
Because of the love of one woman!”
You Only Live Once es un drama de suspense del año 1937, dirigido por Fritz Lang.
Protagonizado por Henry Fonda, Sylvia Sidney, Barton MacLane, Jean Dixon, William Gargan, Warren Hymer, Margaret Hamilton, Jerome Cowan, Ward Bond, Guinn Williams, entre otros.
El guión es de Gene Towne y Graham Baker, el argumento está basado parcialmente en la historia de los criminales de West Dallas, Clyde Barrow y Bonnie Parker; y se mueve entre el cine negro y el melodrama, sacando lo mejor de cada género, en una historia de romance dramático con tintes de comedia, especialmente en el inicio, con evidentes trazos de crimen, y cine negro.
El director, Fritz Lang, se inspiró en acontecimientos de la época, publicados por la prensa, pero añadiéndole un cierto lirismo poético.
“Sí, creo que esa es la característica principal, el tema que atraviesa todas mis películas, esta lucha contra el destino, contra la fatalidad…
Una vez escribí en la introducción a un libro, que la lucha es lo importante; no su resultado, sino la rebelión en sí misma.
A veces, tal vez, con una voluntad fuerte, uno puede cambiar el destino, pero no hay garantía de que uno pueda.
Si se limita uno a quedarse sentado quieto, sin embargo, y dice:
“Bueno, no puedo hacer nada…
¡Bang!”
Al menos, hay que luchar contra ello”, dijo Fritz Lang.
Considerada como una de las primeras del cine negro, You Only Live Once fue la segunda película dirigida por Lang en los Estados Unidos.
Mientras su película anterior “Fury” (1936), su primera película en EEUU, había ido bien con los críticos, los latinos de Hollywood no estaban seguros de qué hacer con Fritz Lang y sus películas politizadas.
Para el rescate, vino su estrella de “Fury” (1936), Sylvia Sidney, que amó el trabajo con él, e incitó a su productor, Walter Wanger, para considerarlo para el trabajo que dirigía en You Only Live Once.
Irónicamente, las difíciles maneras de Lang de trabajar en esta película, también significaron que no volvió a trabajar durante otros 18 meses…
Y es que de la versión original de 100 minutos, se eliminaron por lo menos 15 minutos por la violencia realista, hasta ese entonces sin precedentes.
El director de la Production Code Administration (PCA), Joseph I. Breen, se opuso a los detalles de la escena de robo, que estaban en contra del Código de Producción.
Específicamente, enumeró:
“Ningún “flash” del rostro de un hombre contorsionado en agonía; ninguna demostración de una mujer que miente en la acera; ningún lanzamiento de bombas; ningún policía que miente en la calle; ninguna cara contorsionada de dolor; ningún camión que aplasta la vida de un policía; ningún grito espantoso; ni tiros de cadáveres; ni figura de niña acurrucada en la muerte; ni gritos”
La impresión recibida por la PCA, duró 100 minutos, y está claro de la impresión liberada que algunos de estos artículos, y otras escenas, fueron cortadas, hasta que la PCA finalmente le dio un certificado de “aprobado”
A pesar de eso, You Only Live Once tuvo éxito, y es considerada un clásico de los inicios del cine negro.
Todo inicia con un vendedor de manzanas, que llega a poner una denuncia a un policía que día a día le roba 3 manzanas, le explica su situación a Joan “Jo” Graham (Sylvia Sidney), secretaria del defensor público, con una sonrisa y felicidad que nadie se la quita de encima, ¿por qué?
Su prometido, Eddie Taylor (Henry Fonda), está pronto a salir de la cárcel tras cumplir sentencia de 3 años, siendo la tercera vez que sale, por lo que se le informa que sí es apresado nuevamente, será ejecutado.
Lo que parece todo felicidad y bienestar, se ve desbaratado, cuando a Eddie lo despiden de su trabajo, y el mismo día se produce un atraco a un banco, donde dejan su sombrero con sus iniciales bordadas, y pasa a convertirse en el principal sospechoso.
La sociedad, es muy reticente cuando de un ex-convicto se trata, y esto lo notamos desde la escena en la casa de alquiler, después de la boda, en el mismo jefe de su trabajo, y en la voz populi de la cárcel y sus funcionarios.
Taylor es culpable, antes de haber encontrado la más mínima prueba.
Después que la jovial pareja contrae matrimonio, Taylor busca la forma de borrar su pasado, e iniciar una nueva vida, al lado de su esposa, por el camino de la rectitud.
Sin embargo, como es de esperarse, rápidamente su pasado le comienza a atormentar, una y otra vez, hasta verse involucrado en un embrollo de proporciones gigantescas, que complican su situación y la de su pareja, a un punto impensado, tremendo en realidad.
Mientras tanto, uno de sus antiguos compañeros, perpetra en solitario un mortal atraco al banco… llevando el sombrero de Eddie.
Es por ello que sus iniciales le delatan; la justicia, equívoca, no perdona; es sentenciado, y condenado a la silla eléctrica; y en uno de esos giros imprevistos que se convierten en esencia del impecable estilo de Lang, llega el reconocimiento del error y el indulto, cuando Eddie sin esperanza alguna, dispara al que fuera su amigo en la prisión, el capellán Dolan (William Gargan), y huye hacia un destino definitivamente poco clemente.
Cada plano de You Only Live Once, transmite esa sensación de desesperanza y desamparo que sesga el devenir de sus protagonistas.
Cada encuadre los aplasta, y les deja sin capacidad de regir la fuerza innoble de las circunstancias.
Taylor, se ve forzado a escapar, con su esposa y su bebé…
Mientras escapa de la cárcel, tras ser condenado a muerte, Taylor se convierte en un verdadero asesino, condenándose a sí mismo, y a Joan, a una vida de crimen.
Las bellísimas imágenes de Lang, desbordan lirismo para crear un sobrecogedor retrato social, un feroz alegato en nombre de la dignidad, y una película inmensa, inolvidable; una intensa historia de amor, que esconde en su vértigo y precisión narrativa, un aire reivindicativo en pro de la libertad y contra la injusticia, temáticamente hablando, además de la presencia de la fatalidad del destino, por una parte; y por otro lado, es precursora de un gran cine hecho posteriormente.
Filmada en blanco y negro, la historia es muy dura, y se centra en lo mucho que la fatalidad tiene que ver a veces en nuestra existencia, pero también resaltando el amor y la fuerza que éste nos da para sobrellevar todas las penalidades.
“They've been blamed for every crime committed in the country”
En su segunda película en EEUU, Fritz Lang ya da muestras de su habilidad para contar historias, en las que el amor y el destino, en forma de acusación de un crimen no cometido, se disputan el futuro de un hombre.
A lo largo de toda la historia, Lang incide en una serie de ideas y fuerza temáticas que impregnan la trama, y la dotan de ese aliento angustioso y doliente bajo el que se despliega todo su desarrollo:
La del falso culpable, ésa sobre la que el maestro Alfred Hitchcock llegaría a erigir toda una filmografía completa; la de la dificultad de reinserción de aquellos que, circunstancialmente, se han visto marcados por el estigma, o más bien la etiqueta, de un comportamiento rechazado socialmente, ante la incapacidad de los colectivos humanos de proyectar una mirada desprovista de prejuicios sobre aquello que les rodea; o la de que, en la partida de la vida, se juega siempre con cartas marcadas, para bien o para mal.
Son estas ideas y conceptos, las que determinan el posicionamiento de los personajes, los avatares a que se ven sometidos y, en última instancia, el desenlace final de su aventura vital; y Lang las maneja con convicción, y con un aparato formal que, más allá de algún alarde puntual en angulaciones o iluminación de algún plano o secuencia, reminiscencias de sus deslumbrantes tratamientos expresionistas de la década precedente; se muestra sobrio y eficaz.
El guión, es más que interesante, llegando a ser provocador e inquietante, con un argumento muy bien trabajado para absorber y penetrar en el espectador de forma conmovedora.
Y lo acompaña magistralmente, como es costumbre en las películas de Lang, una música inquietante en ciertos momentos de tensión, y bella y melódica en los momentos de amor de la pareja protagonista, aumentando el sentimiento del espectador.
El destino, es el dictador de este drama con clima de serie negra, en el que la fatalidad se cuelga del cuello de Henry Fonda, un presidiario a punto de demostrar su inocencia, y sólo encuentra obstáculos en su camino.
Aspirar a la integración, después de haber pagado por los delitos, no es fácil.
Su rehabilitación resulta socialmente imposible, y se encamina a la tragedia, arrastrando consigo a su novia.
Con un guión asombrosamente moderno de Towne y Baker, con aportes simbólicos, desde las manzanas que abren el filme, a modo de Adán y Eva; hasta la metáfora de las ranas; es una engañosa intriga que se resuelve por la superposición de capas argumentales, cada una con entidad propia, y a la vez inseparables.
Eddie y Joan, juntos comparten un momento de felicidad, pero qué poco dura.
A punto de consumarse la anunciada tragedia a lo “Romeo & Julieta”, las mencionadas ranas, el filme da un vuelco:
Henry Fonda escapa de prisión...
Pero, lejos de acabar, el filme recién comienza para dar paso a una fuga a través del país en lo que será, aunque en el largo camino tendrán un niño, el definitivo reencuentro con su paraíso perdido, su destino fatal y liberador.
Fritz Lang, construye un drama psicológico, que contiene una ácida crítica social, es a la vez subversivo y humano, y sigue el principio de que los verdaderos canallas, son los “respetables” ciudadanos.
A lo largo del metraje, Lang expone la catadura moral de la “buena sociedad” y la nobleza humana de la pareja de fugitivos.
La sociedad en la que se mueve Eddie, no confía en él, no cree en la posibilidad de su reinserción, lo estigmatiza, lo excluye del trabajo, y le expulsa en plena noche de una pensión en la se había alojado con su mujer.
Acusado de un crimen que no ha cometido, es arrestado, juzgado y condenado a muerte por indicios, su sombrero, situados en el lugar del crimen por su antiguo compañero de celda.
Lang habla, además de la imposibilidad de la redención.
Pese a los buenos propósitos de Eddie y de su matrimonio con Joan, una muchacha inocente, trabajadora y honesta, el destino le cierra los caminos de la integración.
Un tercer tema que aborda Lang, es el de la fatalidad que se cierne sobre la vida de personas inocentes, las conduce al fracaso y a la destrucción.
Otro tema central, es el amor sincero, generoso, incondicional y profundo, que une a la pareja a pesar de la mala suerte, la acumulación de contrariedades y las dificultades que han de afrontar.
Lang describe este amor con convicción, ternura y lirismo.
Por todo ello, You Only Live Once narra, en suma, una historia de amor que deviene imposible, a causa de la fatalidad y de una sociedad cegada por los prejuicios, egoísta e injusta.
Como en la mayoría de sus películas, desde el mismo inicio, ya se dan pistas de por dónde va a ir la trama:
Un tendero denuncia en el edificio del Palacio de Justicia que un policía le sisa alegremente manzanas, pero sus súplicas no son tomadas en serio.
De acuerdo con la visión del mundo que tiene Lang, no existe la felicidad duradera, sólo la búsqueda de la felicidad.
Esta concepción pesimista, nos conduce al fatalismo:
Se pone en marcha un determinado proceso, y nadie puede escapar a él.
Puede que los héroes rebeldes de Lang, fracasen, pero eso sí, nunca se resignan.
Con el trasfondo realista de los escenarios de la vida cotidiana, Lang intenta estar a la altura de las premisas de la tragedia griega:
Aunque muestre a los hombres condenados a la perdición, en esta concepción reside una grandeza, tal que transmite al hombre, incluso frente a la derrota inevitable, un sentido de dignidad.
Lang estaba convencido, que You Only Live Once estaba libre de influencias europeas, que era totalmente Hollywoodense…
A pesar de ello, mantiene un cierto tono expresionista, heredado de su etapa alemana, que en contra de lo que algunos piensan, esta circunstancia juega a favor, contribuyendo a reforzar el discurso moral.
Del reparto, Henry Fonda encarna a un ex-convicto, con algunos delitos en su historial, que intenta alejarse del mal camino al salir de prisión.
Realiza una interpretación magistral, modulando su rostro según requiera la situación, desde el perfecto ciudadano feliz, hasta la desesperación.
Un Fonda al que nunca le abandona esa intensa mirada que lucha por demostrar su inocencia, a pesar de los prejuicios que la gente corriente alberga hacia la gente que pretende reintegrarse, una pesimista mirada al tema de la pena de muerte, y el sistema judicial.
Este último, resumido en una genial escena donde de una pared del despacho del jefe de redacción de un periódico, cuelgan 3 posibles primeras planas, con 3 miradas del actor.
Fonda tiene todo el apoyo de Silvia Sidney, fenomenal actriz de llamativos ojos grandes, que realiza un papel de sufrida compañera, absolutamente memorable; y Barton MacLane, en la piel del abogado que defiende obstinadamente a Eddie, mientras ama en secreto a Joan, pasea durante toda la película su semblante grave, dejando claro cuál será el fin de sus protegidos.
En torno a los protagonistas, Lang crea un clima de opresión y ahogo, mediante la dosificación de la luz, la potenciación del claroscuro, la proyección de sombras claustrofóbicas, y el encuadre desde abajo del muro de cierre y la caseta de vigilancia del recinto carcelario.
El guión contiene expresiones conmovedoras, una definición ajustada de los 2 protagonistas, y un giro gradual de Joan, desde su optimismo inicial hasta la profunda tristeza que la embarga hacia el final.
La puesta en escena de interiores, sobre todo en las secuencias en las que aparece la pareja, está perfectamente estudiada para dar la impresión de opresión, de estar encerrados.
El director, extiende su pesimismo por todo el film, al que salvo los protagonistas y algún personaje, el cual “pagará” por ello; contado, el resto de personajes tienen claras connotaciones negativas, con lo que la joven pareja irá comprobando que la tierra de las oportunidades, tras un lamentable traspié, se convierte en un territorio totalmente hostil.
Hay varias escenas, especialmente llamativas, sobre todo una envuelta en una densa niebla, que le da un aspecto fantasmagórico, decididamente genial.
Destacan también la forma de contar la boda, una solución ahorrativa en planos, propia de un grande; las escenas del robo al Fifth National Bank; o Eddie en el bosque, con ella en sus brazos, visto desde la mira telescópica.
Y claro, la de las ranas…
Dichas ranas, están en el estanque en donde se están reflejando las caras de Sylvia y Henry; y dice que “si muere una rana, la otra también”
Hermosa forma premonitoria.
Los únicos espacios de liberación que los personajes encontrarán en la historia, están marcados por la presencia de la naturaleza, la liberación fuera de la sociedad.
Los más positivos, son los que aparecen en el último trecho, en la huida de los personajes a bordo de un coche deteriorado por el barro y las balas.
En su carrera hacia la frontera, Eddie y Joan atravesarán inhóspitos bosques de naturaleza retorcida y salvaje, estableciendo un claro contrapunto con los geométricos diseños de decorados, y de encuadres, luces y miradas, en la ciudad.
Será en este momento, cuando Lang nos ofrezca la secuencia más tierna de la pareja:
Eddie escribe una sincera carta para el jefe de Joan, sentado en una roca, ha recogido unas flores, y mientras tanto, en un desastrado cobertizo, ella ha dado a luz al hijo de ambos; la luz es mágica, y la pureza alcanza a los personajes.
Una epifanía en toda regla.
Pero lamentablemente han de continuar su viaje... hacia una muerte anunciada.
La idea de cárcel exterior, se subraya a través de los decorados y los espacios mostrados en el film, con la presencia repetitiva de rejas y vallados que se multiplican por todas partes, y llegando incluso a estar presentes en la nueva casa de la pareja:
Las ventanas y sus sombras, nos remiten a lo mostrado en la prisión, de nuevo la idea de algo positivo en su relación que lleva la marca del fracaso.
En realidad, el título de “Sólo se vive una vez”, es engañoso, porque el fondo conceptual del filme, da a entrever que hay vida más allá de esta carnal, y que la muerte es una liberación maravillosa.
De hecho, el personaje del sacerdote de la cárcel, que a todas luces es católico, se muestra sorprendentemente abierto a la creencia de la reencarnación del alma, y reflexiona en un momento dado acerca de que quizás cuando “nacemos de nuevo”, olvidamos nuestra vida anterior, con el fin de tener la oportunidad de empezar de cero, sin las cargas de culpabilidad que supondría recordar vidas pasadas.
Llamó la atención, los uniformes de los policías al final, con un aire que recordó a los uniformes fascistas de la Italia de Mussolini.
No creo que este tipo de detalles no fuesen una indirecta muy directa de Mr. Fritz.
En definitiva, la fuerza de esa pasión, que sobrepasa las convenciones emocionales y racionales del relato, las amistades, la Ley, la institución familiar, y el bebé del matrimonio, quedan atrás sin que a Lang le importe demasiado; y llega a su cenit al final, cuando los amantes son alcanzados por los disparos de la policía.
La intensa escapada de la pareja, filmada en bellos planos exteriores en plena naturaleza que rompen con la reclusión formal previa, no termina, sin embargo, en fracaso, ya que el fallecimiento de ambos, va acompañado de una verdadera revelación.
Como dato curioso, la canción “A Thousand Dreams of You”, probablemente fue interpretada como música de fondo, ya que la portada de la partitura publicada, mostraba imágenes de Sylvia Sidney y Henry Fonda.
Se sabe que Fonda grabó la canción el 6 de noviembre de 1936, pero su canto no aparece en la película, en una banda sonora a cargo de Alfred Newman.
“We may never find happiness but we have the right to live”
El título “You Only Live Once”, es una de las grandes verdades de este mundo.
Y por dicha razón hay que saber aprovechar la vida, y disfrutarla al 100%
¿Pero qué pasa cuando eres un imán para los problemas?
Pues que la cosa se ve de otro color...
Cada vez que el mundo te lleva por un camino de fatalidad, recuerdas que la vida es una o ninguna, no quedan más oportunidades.
Cada vez que el mundo te traiciona, decides que huir es el único modo de seguir vivo.
No hay hogar sin dirección, pero existe el calor humano en contra del frío en los huesos.
Cada vez que el mundo te lleva por un camino directo a la muerte, recuerdas que ya estás más cerca de encontrar un paraíso, dejando de lado la cárcel, la mentira, la culpabilidad, la traición.
No quedan más oportunidades, lo mejor es que no las necesitas.
Porque sólo se vive una vez, lo justo y necesario para asegurar que nunca estuviste allí.
No esperen su regreso, pues ya no volverá...
La derrota de algunos hombres y mujeres en la búsqueda de la felicidad, por diferentes razones, entre ellas, su comprensión del mundo, de sus posibilidades, del azar y la fatalidad, de las ideas sociales y tendencias en una época, hacen de You Only Live Once, un clásico del brillante austríaco Fritz Lang, y su cine en blanco y negro de los años 30; tan actual como ningún otro.

“Out there on a cold star.
Anywhere's our home”



Comentarios

Entradas populares