Under Sandet

“Ich bin nach Dänemark gebracht worden, um nach dem Krieg aufzuräumen.
Dänemark ist nicht dein Freund”
(Me han traído a Dinamarca para limpiarla tras la guerra.
Dinamarca no es tu amiga)

Tantos horrores generó La Segunda Guerra Mundial en el continente europeo, que muchos todavía seguimos descubriendo episodios atroces con el paso de las décadas.
Uno de ellos, tuvo lugar en Dinamarca, después de que las tropas nazis firmaran la rendición.
El famoso Muro Atlántico o Muralla del Atlántico, en alemán “Atlantikwall” fue una gran cadena de puntos de refuerzo ininterrumpida, construida durante La Segunda Guerra Mundial por la Alemania nazi, que tenía como misión, impedir una invasión del continente europeo desde Gran Bretaña por parte de Los Aliados.
La edificación de este gigantesco proyecto, se confió en 1942 a La Organización Todt, con un alto coste, dotando a la zona costera del canal de La Mancha, bajo control alemán, de todo tipo de búnkeres, blocaos, casamatas, trincheras, túneles y demás estructuras defensivas, que en total, sumarían en torno, a 15 mil edificios, requiriendo el uso de 11 millones de toneladas de hormigón, y 1 millón de toneladas de acero.
¿Y qué queda después de una guerra?
Odio y minas.
El fin de La Segunda Guerra Mundial, reunió tanto el cierre del Teatro Europeo como la rendición alemana, que tuvieron lugar entre finales de abril y principios de mayo de 1945, que termina con la rendición alemana, el 7 de mayo de 1945.
Mientras tanto, fuerzas navales británicas, se lanzaban a la ocupación de Dinamarca, con apoyo de la resistencia danesa, desarmando y apresando a las fuerzas alemanas que encontraron, sin hallar resistencia apreciable.
Así pues, tras 5 años de ocupación alemana, Dinamarca fue liberada.
Allí, los altos mandos militares daneses, encargaron a los alemanes, la tarea de desactivar todas las minas que durante la invasión de Dinamarca habían sembrado en la costa oeste del país, con la idea de frenar una posible invasión aliada.
Como es lógico, no cabe interpretar este hecho, sino desde una posición vengativa, entendible tras el destrozo que los súbditos de Hitler hicieron en tierras danesas, pero en ningún caso justificable desde el punto de vista humano.
Las tropas germanas, se dirigieron hacia el sur, aunque 2.000 se quedaron atrás.
En calidad de prisioneros de guerra, se “ofrecieron voluntarios a cambio de la libertad”, a quitar las 2,2 millones de minas que la Alemania nazi había colocado en territorio danés, para evitar una invasión británica.
Esencialmente, lo que perpetró Dinamarca con la connivencia de las autoridades inglesas, fue un crimen de guerra, pues La Convención de Ginebra de 1929, prohibía emplear a prisioneros de guerra en actividades peligrosas; pero estos soldados fueron calificados como “personas que se entregaron voluntariamente al enemigo”, y así la norma fue sorteada.
El uso de niños alemanes para el barrido de minas después de La Segunda Guerra Mundial, ha sido declarado por muchos historiadores, como el peor caso de crímenes de guerra, jamás conducido por el estado danés, del cual se tiene poco conocimiento pero si la certeza de que ocurrió.
“Hier drüben, das ist mein Land!”
(¡Largo de aquí, éste es mi país!)
Under Sandet es un drama bélico, del año 2015, escrito y dirigido por Martin Zandvliet.
Protagonizado por Roland Møller, Louis Hofmann, Mikkel Boe Følsgaard, Laura Bro, Joel Basman, Oskar Bökelmann, Emil Belton, Oskar Belton, Leon Seidel, Karl Alexander Seidel, Maximilian Beck, August Carter, entre otros.
El director, Martin Zandvliet, descubrió de un modo un casual, uno de los capítulos más negros y menos conocidos de la historia de Dinamarca.
Tal descubrimiento, le convenció de que su siguiente largometraje tenía que versar sobre ello.
Y es que en la historia de cada gobierno, hay cabida para el oscurantismo, para la existencia de archivos “no desclasificables”
Pero también existe un deber de investigar, o al menos de no olvidar en el caso de aquellos hechos sobre los que se impone, explícita o implícitamente, una ley de silencio.
Under Sandet, que se traduce como “Bajo La Arena”, cuenta qué pasa al terminar una guerra; una historia de supervivencia, tanto como lo es de perdón y redención, y de humanidad reencontrada.
Para el director:
“Me di cuenta de que sigue habiendo “heridas” en nuestra historia que no han sanado.
Hay una dosis latente de cautela y sospecha hacia nuestros vecinos del sur.
Me llamó la atención y, cuando leí un libro sobre las operaciones en la costa oeste, todo se hizo más claro.
Esta es una historia de odio, venganza, perdón y reconciliación, sobre un oficial danés, que tras la guerra, se convierte en El Comandante de un pelotón de prisioneros de guerra alemanes.
Como el resto de sus conciudadanos, rebosa rabia y odio, y quiere vengarse de los alemanes.
Pero con el paso del tiempo, se da cuenta de que su enemigo también tiene un nombre, un rostro, y un corazón.
Se produce un conflicto ético dentro del soldado danés.
Pasar del odio al perdón es, como todos sabemos, el paso más difícil de dar”
El guión y la dirección de Zandvliet, evita diluir una situación cargada de forma innata de exceso de melodrama o patetismo, ciñéndose a una discreta estrategia de acercamiento, que acumula un poder considerable.
Para Zandvliet, era fundamental ponerle voz, ya que supuso una violación de los derechos humanos y, de este modo, Under Sandet debe funcionar como una denuncia; pues habla de lo que sucede cuando acaba una guerra, pero sobre todo de humanidad:
¿Es posible sentir compasión por aquellos que representan el terror?
Under Sandet es una de las pocas películas que no presenta a los soldados alemanes deshumanizados, sino que los pone nombre y cara, y lo que es más sorprendente, los presenta como víctimas de la guerra.
Under Sandet está nominado por Dinamarca al Premio Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera; siendo narrada en danés y alemán, y filmada en lugares históricamente auténticos, incluyendo en Oksbøllejren, y áreas en Varde, en Dinamarca.
La guerra, no acaba cuando se firma la paz:
Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa, comenzó otra dura batalla, la de 14 jóvenes soldados alemanes, con los que El Reich terminó la guerra, que después de pasar un escaso y rudimentario entrenamiento, fueron obligados a desarmar los 2 millones de minas terrestres que habían sido esparcidos a lo largo de la costa oeste, por las fuerzas de ocupación alemana.
Las mismas minas que Alemania diseminó a lo largo de la costa occidental de Dinamarca, cuando creyeron que los aliados llegarían por allí.
A cargo de los debilitados jóvenes, la mayoría adolescentes, que ejecutan la peligrosa tarea, está El Sargento Carl Leopold Rasmussen (Roland Møller)
Al igual que muchos de sus compatriotas, él guarda un profundo odio hacia los alemanes, tras haber sufrido 5 años de adversidad durante la ocupación.
Así descarga su rabia contra los prisioneros, hasta que un trágico incidente le hace cambiar su forma de ver al enemigo, a pesar de ser demasiado tarde...
Under Sandet es una brutal película sobre hechos poco conocidos, que muestran el maltrato infligido a esos prisioneros, que todos somos víctimas de la guerra, que en la guerra, todos son soldados, y que no hay espacio para humanidad…
¿O sí?
La historia relata un episodio muy oscuro de la historia danesa, un capítulo desconocido, oculto, de esos que uno no lee en los libros escolares.
Porque buena parte de esos 2 mil y pico prisioneros obligados a despejar durante largos meses las playas danesas, donde se escondían millones de minas, tenían entre 15 y 18 años de edad.
Eran, en definitiva, adolescentes impacientes por volver a casa, abrazar a su madre, y comer abrigados.
Sólo la mitad de ellos, regresaron con vida.
Todo ello hace de Under Sandet, un puro momento de inspiración.
Sobria, potente e impresionante, es una de esas películas que no se olvidan fácilmente.
Con unos jóvenes actores, realmente impresionantes, con los que es imposible no identificarse; y un campo de minas europeo, que parece que nunca volverá a ser un lugar seguro, un lugar idílico y hermoso, donde subyace el horror y la muerte.
Obligatoria para recordar el sinsentido y el alto costo de vidas en otros escenarios de la contienda; pues aquí ya no hay fusiles ni tanques apuntando al enemigo.
Ahora el peligro está enterrado, y hay que tentarlo, rodearlo y desactivarlo.
Aquí el monstruo no es Alemania, sino el ejército danés.
Y las víctimas, niños secuestrados, pagando un alto precio por una guerra a la que han sido obligados a alistarse.
Mientras los que dirigen desde sus despachos, disfrutaban ya del final de la contienda.
Porque en las guerras, solo existen 2 tipos de personas:
Las que van al campo de batalla a morir, y las que ordenan desde arriba, sin mancharse, y que al final de cada día, cenan un plato caliente, y duermen en cama limpia.
“Du snød mig!
Du havde at have fortalt mig, at du var bare børn!”
(¡Me has engañado!
¡Tuviste que haberme dicho que eran solo unos niños!)
El director, Martin Zandvliet, nacido en Fredericia, Dinamarca en 1971, rueda su tercer largometraje, con 100 veces menos recursos que Hollywood, y termina elaborando una crónica sobre hechos reales muy poco conocidos, sin caer en un derroche innecesario de sangre, y haciendo surgir la humanidad del personaje adulto, en el momento apropiado.
La dirección tiene un gran ritmo, mucho suspenso, y terror psicológico, cuyos 100 minutos se pasan volando.
La acción es potente como poética en algunas escenas, como la visión de la naturaleza misma por parte de los muchachos, en los animales y los insectos, con buen uso del sonido, y la fotografía en locaciones reales.
La película está rodada casi enteramente de día, con la luz caliente del sol, a cargo de Camilla Hjelm Knudsen, haciendo de contrapunto frente a las tinieblas de la historia.
Y nos relata este drama histórico, con aspereza y tensión, sin piedad.
Tenemos a 14 chicos, la mayoría todavía está en su adolescencia, y llevan confusión y derrota en sus ojos.
Rápidamente, ellos son obligados a trabajar para la desactivación de minas antipersona, tras lo cual se les manda a una espléndida playa de arena blanca y dunas, donde deberán pasar no menos de 3 meses, hasta concluir su trabajo.
El Sargento Carl Rasmussen, lleno de rencor contra los alemanes, tras años de ocupación, será su guía en las labores.
Una escena temprana de los soldados alemanes capturados, que son acosados por los daneses, muestra el odio comprensible que los daneses sentían hacia sus ocupantes.
Por lo que Rasmussen comparte este desprecio, y él está decidido a tratar a los jóvenes soldados bajo su mando, sin la menor compasión.
Pero algo ocurre con la cercanía a Sebastian Schumann (Louis Hofmann), que es el líder natural del grupo.
Pero es el rechazo de Rasmussen, su carta de presentación, con una escena al inicio, en la que se enfrenta lleno de ira a 2 soldados alemanes, de los muchos que volvían a casa caminando derrotados.
Es una escena de una fuerza absoluta, que nos promete lo que se cumplirá:
Una actuación brillante.
Las condiciones a los que los muchachos son tratados, son inhumanas, la comida escasea, y la mínima distracción puede ser fatal.
Bajo semejante escenario idílico, se esconde a cada paso la muerte.
Con la promesa de que 45 mil minas son la distancia que separa a los jóvenes de volver a Alemania a ver a sus familias, Zandvliet inicia una narración que quiebra nervios, que sabe manejar la tensión, y provoca la ansiedad de la inminencia de lo injusto, sin regodearse en la sangre y las vísceras.
Son 45 mil minas en 3 meses de trabajo, que los llevarán al límite de su fuerza física y mental, sabiendo que, si han sido destinados a realizar esa tarea, es porque sus vidas no importan en absoluto, y han pasado a ser víctimas de una venganza.
En efecto, cuando se asegura que eran los soldados nazis quienes tenían que limpiar las playas de Dinamarca, en realidad se estaban refiriendo a niños alemanes, cuyo único pecado fue nacer en territorio germano.
Ellos no sabían nada de Hitler, no tenían ni idea del daño que muchos de sus compatriotas causaron a Dinamarca, pero los nórdicos clamaron venganza, y les daba igual quién pagara los platos rotos, siempre que un apellido alemán figurase en el carnet de identidad.
La cámara, presenta primeros planos de estos chicos, con sus rostros jovencísimos y hermosos, capturando sus emociones y sus proyectos de futuro, a la vez que ofrece el tormento interior del Sargento Rasmussen, que crece cada día bajo sus modos violentos, y su caparazón de militar que ni olvida ni perdona.
Todo el rato, estamos con estos chicos, y esperamos que consigan volver a casa lo antes posible, sanos y salvos.
Por una vez, animamos a los alemanes, porque un grupo de adolescentes no debe pagar los platos rotos de toda una nación.
Aunque sepamos que justamente ocurrió así...
Sometidos a unas condiciones infrahumanas, bajo las órdenes de un Sargento tirano, los soldados, que no son más que niños, ya agotados de la guerra, unos resignados, otros desesperados, pero todos ansiosos por regresar a casa, tienen 3 meses para completar su peligrosa misión.
Mientras los diversos mandos aliados, no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de la misión, los muchachos dentro del absurdo infierno al que han sido condenados, aprenderán a apreciar la naturaleza, y los valores del compañerismo y la supervivencia.
A pesar de la previsibilidad que pudiera suponerse el despertar de conciencia de Rasmussen, y el giro de sus sentimientos hacia esos jóvenes, que no eran más que niños cuando se inició la guerra, ese giro no es sensiblero ni manipulador, y sí terriblemente emocionante.
Es el desarrollo de una empatía irrefrenable, y el mejor y más efectivo manifiesto antibelicista.
Es un relato profundamente humanista, que recae en gran medida sobre los hombros de Roland Møller, para el que la interpretación de Rasmussen puede suponer un hito en su modesta filmografía y quedará en los anales del cine europeo por esta soberbia interpretación.
Brutal también es el apartado de los actores jóvenes, todos excelentes en el desarrollo de sus personajes, como grupo, y algunos de forma individual.
Louis Hofmann como Sebastian, uno de los “reclutas”, llena la pantalla por su juventud, inocencia, e impecable gran fuerza dramática; otros como Joel Basman como Helmut Morbach, y los gemelos debutantes, Emil y Oskar Belton como Ernst y Werner Lessner, están soberbios, y llenan de empatía al espectador.
Por su parte, el director afronta su primera reválida, al equilibrar el carácter de unos y otros, para evitar caer en lo arquetípico.
Y lo solventa con nota, puesto que la personalidad del Sargento está más que trabajada, quedando plenamente justificados sus cambios de humor.
Además, el cineasta logra esbozar de grata manera, el perfil de los niños alemanes, los cuales gozan de tanta disciplina militar, como de tan poca infancia en sus recuerdos.
El cineasta danés, se mueve bien entre ambos lados de la balanza, repartiendo a partes iguales, desgracias, minutos en pantalla, bondades y maldades.
Así se genera una genial empatía, provocando que los momentos más duros que atraviesan unos y otros, nos conmuevan directamente.
Desde el punto de vista histórico, Under Sandet comienza interesando; gracias a que abre los ojos del público a realidades del pasado que desconocemos, a pesar de estar expuestos a sobreinformación constante sobre casi cualquier cosa; en término de realización, apasiona y convence.
Sin embargo, en la historia, el sargento danés dirigió la operación de limpieza de minas; en la vida real, estas misiones eran controladas por las fuerzas británicas, pero con oficiales alemanes al mando de cada equipo.
Un error que le podemos achacar, es que los chicos siguen teniendo el mismo corte de pelo a lo largo de la historia que cubre 3 meses, por tanto es poco probable que tuvieran una peluquería alrededor, o incluso un par de tijeras...
Eso sí, el final es durísimo, pero con un pequeño rayo de esperanza en el futuro de Europa.
Porque con la mayoría de ellos, apenas niños, seguían volando por los aires cuando ya han acabado su peligrosa tarea.
La última escena es cruda, cuando están cargando las minas en un carro, y éste salta por los aires, dejando solo a 4 que han sobrevivido por no haber estado presente:
Sebastian, Ludwig Haffke (Oskar Bökelmann), Helmut, y otro de los reemplazos.
A ellos, se les niegan “la libertad que les habían prometido por desminar la playa”, trasladándolos a otra, hasta que saltándose las reglas, El Sargento Rasmussen, en un despertar de la conciencia, los ayuda a escapar para que vuelvan a Alemania.
El final, puede ser muy hermoso, por ser positivo, pero me pareció bastante manido.
Hubiese gustado más, que acabara con los 4 chicos desactivando de nuevo minas en otro lugar, jugándose la vida.
Hubiese sido un final más duro, y más acorde a la realidad.
En Under Sandet, la condición casi infantil de sus soldados, y la ausencia de un conflicto convencional, se utiliza con fines denunciativos, permitiendo que los mecanismos de odio hacia el enemigo, queden desnudos de justificación, y develen toda su crueldad.
En este caso, toca observar y denunciar, con qué desprecio por la vida se envió a un puñado de adolescentes, que apenas habían aprendido a sujetar el fusil que su diezmado ejército les obligó a tener entre las manos, porque ya no había soldados, a un suicidio consentido y observado desde la cómoda distancia por el oficial danés al mando.
Todo ello la convierte en otra terrible película sobre los daños colaterales de la guerra, y las dificultades para perdonar.
Pero el rencor y el odio más salvaje y brutal, siempre se defendían.
Lamentable situación que todavía se repite en algún lugar del mundo.
“Es gibt etwa 2,2 Millionen Minen entlang der dänischen Westküste... mehr als in allen europäischen Ländern zusammen”
(Hay aproximadamente 2,2 millones de minas a lo largo de la costa oeste danesa... más que en todos los países europeos juntos)
Es muy difícil encontrar material sobre el destino que corrieron los millones de soldados alemanes presos tras la guerra.
Los que quedaron en poder soviético, su destino es más conocido, en Kolima y las minas de Siberia.
¿Pero, y los soldados en poder aliado?
Se ha llegado a conocer, que hasta 600 mil murieron víctimas de abusos, desnutrición o enfermedades, en medio del abandono y de la ira de los pueblos que antes sufrieron el poder nazi.
Por su parte, tras La Segunda Guerra Mundial, Dinamarca se convirtió en el 20° Estado Parte de La Convención sobre La Prohibición de Minas Antipersonal, o Convención de Ottawa, en cumplir con sus obligaciones de desminado:
“La Península de Skallingen, tiene un paisaje cambiante, las minas antipersonal fueron colocadas en zonas de dunas móviles, y en playas donde el desplazamiento de la arena cambió de manera significativa su posición con el paso del tiempo”, explicó El Ministro de Transporte de Dinamarca, Henrik Dam Kristensen.
Y se estima que durante La Segunda Guerra Mundial, en Dinamarca se desplegaron al menos 1,4 millones de minas, y que la mayoría, fueron retiradas entre 1945 y 1947.
Se cree que más de 2.000 soldados alemanes fueron obligados a retirar esas minas, y casi la mitad de ellos, perdieron sus vidas o miembros, de los cuales, la mayoría eran jóvenes varones.
Cuando Dinamarca firmó La Convención en 1997, se estimaba que existían todavía, unas 300 hectáreas contaminadas, y de alto peligro para la población en La Península de Skallingen.
Encuestas y revisiones de los antiguos mapas de campos minados, redujeron esa área a 186 hectáreas, dividida a su vez en 3 zonas, de las que las 2 primeras áreas fueron limpiadas entre 2005 y 2008, lo que permitió la restitución de 66 hectáreas de terreno.
En 2015, todavía quedan 9.900 minas alemanes en la costa oeste de Dinamarca, en la zona de Skallingen, en la costa oeste del país.
La mayoría de campos minados, sembrados por el hombre alrededor del mundo, están intactos.
Es muy difícil, lento y costoso, limpiar un área de minas, por lo que en muchos países, las minas sencillamente se quedan ahí… esperando por explotar.

“Du ved ikke, hvad der er på deres samvittighed.
Du løj for mig, lige fra dag ét.
De er små drenge.
Små drenge, der råber til deres mødre, når de bliver bange eller sprænge arme og ben”
(No sabes lo que está en su conciencia.
Me mentiste desde el primer día.
Ellos son niños pequeños.
Niños pequeños que lloran por sus madres, cuando se asustan o hacen estallar los brazos y las piernas)



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