Sissi

“Schönheit ist die Ursache und das Ende aller Dinge”
(La belleza es la causa y el fin de todas las cosas)

Sissi fue La Emperatriz de Austria, y Reina consorte de Hungría, entre otros muchos títulos inherentes a La Casa de Habsburg-Lothringen:
Elizabeth Amalie Eugenie von Wittelsbach, Herzogin in Bayern, más conocida como Sissi; perteneciente a La Casa de Wittelsbach, la de Condes Palatinos de Zweibrücken-Birkenfeld-Gelnhausen, y nacida con la dignidad de Duquesa en Baviera, con tratamiento de Alteza Real; era hija del Duque Maximilian Joseph Herzog in Bayern, y de La Princesa Real, Maria Ludovika Wilhelmine.
No obstante, Sissi era una mujer con serios problemas emocionales y de carácter narcisista, con problemas alimenticios, y bastante caprichosa, aunque físicamente estuvo ausente de su Imperio, no dejo del lado los asuntos de estado, pues por influencia de Sissi, es que hubo un episodio en la historia que se conoce como:
“Imperio Austrohúngaro”
Ella fue muy bella, de 1.72cm de estatura, una inmensidad de mujer, aumentado por su gallardía y porte, con sus elaborados peinados que llevaban horas diarias el armarlos, sus ejercicios físicos excesivos, y enfermizos; sus largas caminatas, su pasión por los caballos, y su obsesión por verse bien al montar en ellos, la consolidó como una narcisista, anoréxica nerviosa, rigurosa en su alimentación, todo con el afán de verse bella, sus ejercicios eran largos y extenuantes, aunque a pesar de eso, el resultado no es de negar:
Sissi siempre se mantuvo hermosa; además es un personaje histórico muy conocido en las artes.
Elizabeth de Baviera, pasó de ser una feliz Princesa cabalgando libre por los alrededores del lago Starnberg; a convertirse en La Emperatriz de uno de los últimos Imperios Europeos.
El 24 de abril de 1854, en La Iglesia de Los Agustinos de Viena, Sissi contrajo matrimonio con su primo, El Emperador de Austria, convirtiéndose así en Emperatriz.
Sissi tenía 17 años, y Franz Josef I, 24.
Con el tiempo, ella le dio al Emperador 4 hijos:
1. Sophie Friederike, Erzherzogin von Österreich, fallecida a los 2 años de edad, aquejada de tifus.
2. Gisela Louise Marie, Erzherzogin von Österreich, Prinzessin von Bayern.
3. Rudolf Franz Karl Joseph, Kronprinz von Österreich und Ungarn, el esperado “Príncipe Heredero de La Corona”; se suicidó en Mayerling, tras rebelarse contra su padre.
4. Marie Valerie Mathilde Amalie von Österreich.
Como cité, Sissi fue una Emperatriz ausente de su imperio, aunque no por ello, menos pendiente de los asuntos de Estado.
Recluida en sus jaulas de oro de Hofburg o Schonbrunn, La Emperatriz sufrió la pérdida de 2 de sus 4 hijos, el rechazo de su familia política, y las consecuentes alteraciones de salud, que la presión de La Corte provocaron en ella.
A pesar de todo ello, dio a su marido un gran regalo político:
La Corona de Hungría, ganada gracias a su talento diplomático, y a su amor por aquellas tierras lejanas.
Pero la vieja Europa no estaba preparada para entender a una mujer como Sissi...
Nadie comprendió su camino sin fin, su lucha contra lo establecido…
Nadie supo ver la profunda tristeza, la vulnerabilidad que se escondían detrás de esta mujer hermosa, que encandiló al mismísimo Emperador de Austria.
Es decir, los cabezas máximas de todas Las Monarquías Europeas, los representantes de la vida diplomática del orbe entero, y la consternada Corte vienesa vio, de repente, cómo El Emperador había envejecido, y con él, también su Imperio, el siglo, y en definitiva, el mundo en el que vivían.
La llegada del tan ansiado heredero, El Archiduque Rudolf, aun empeoró más su estabilidad mental.
La Archiduquesa Sophie, no consintió que su nuera se encargara de la educación del futuro Emperador, quien fue arrancado de los brazos de su madre, sin ninguna compasión.
Y la posterior y terrible muerte de Rudolf, en el llamado “Incidente de Mayerling” cuando fue encontrado sin vida, junto a su amante, Marie Alexandrine Freiin von Vetsera, en 1889, terminarían con la salud, y con la poca felicidad que le quedaba a La Emperatriz.
Así, tras la muerte de su hijo, Sissi abandonó Viena, y adoptó el negro como único color para su vestimenta.
Y es que la relación entre El Emperador y Sissi, nunca fue buena:
No compartían ninguna afición, y pasaban muy poco tiempo juntos.
En buena parte, la culpa era del Emperador, que no le acompañaba en ninguna de sus salidas, y estaba siempre trabajando; y en uno de sus muchos viajes, La Emperatriz encontró la muerte en Ginebra, de la mano de un anarquista que tenía planeado matar a otra víctima.
Gracias al cine conocemos un poco más de cerca su historia, especialmente por la trilogía de películas austro-alemanas de los años 1950:
“Sissi” (1955); “Sissi - Die Junge Kaiserin” (1956); y “Sissi - Schicksalsjahre einer Kaiserin” (1957), todas protagonizadas por la bella actriz vienesa, Romy Schneider; que volvería a encarnar el personaje en el filme “Ludwig II” (1972) de Luchino Visconti.
En 1962, una versión condensada de la trilogía, se publicó en inglés con el título “Forever My Love”
No obstante, la primera aparición cinematográfica, sería en 1932, cuando la realizadora alemana, Lotte Reiniger, hizo un cortometraje sobre La Emperatriz.
También, Sissi fue interpretada por Ava Gardner, en la película que cuenta el suceso criminal que involucró a su familia, en “Mayerling” (1968)
Así pues, lejos de la imagen edulcorada de las películas encarnadas por Schneider, la verdadera Sissi todavía no encuentra un “biopic” más acertado.

“Schlendern Sie allein auf der Erde vor langer Zeit, entfremdet von Leben und Freude; Ich habe nicht und hatte nie Seele, die mich verstanden”
(Vagar sola en La Tierra hace mucho tiempo, alejados de la vida y el placer; no tengo y nunca he tenido alma que me entienda)


Sissi (1955)

Sissi es una comedia austriaca del año 1955, escrita y dirigida por Ernst Marischka.
Protagonizada por Romy Schneider, Karlheinz Böhm, Magda Schneider, Uta Franz, Gustav Knuth, Vilma Degischer, Josef Meinrad, Erich Nikowitz, Karl Fochler, entre otros.
Basada en la obra “Sissys Brautfahrt” de Ernst Décsey y Gustav Holm; el film no tiene nada que ver con la verdadera vida de la monarca, pero resulta entretenida debido a la historia de amor que cuenta.
Se rodó en diversos escenarios reales de Austria, en los lugares originales donde La Emperatriz vivió y visitó.
Estos lugares incluyeron El Palacio de Schönbrunn, La Villa Imperial en Bad Ischl, La Iglesia de San Miguel y Madeira, en Portugal, etc.
Sissi constituye la primera parte de una trilogía de películas románticas sobre la vida de la célebre Emperatriz de Austria, Elizabeth de Baviera, conocida familiarmente como “Sissi”
La acción inicia cuando Franz Joseph (Karlheinz Böhm) debe casarse y, aunque su madre ya ha pensado en Helene (Uta Franz), llamada familiarmente “Néné” una joven princesa bávara, El Emperador se enamora perdidamente de Elizabeth “Sissi” (Romy Schneider), una joven espontánea y poco convencional, que detesta el rígido protocolo de La Corte de Los Habsburg.
A pesar de que su decisión de casarse con ella, no cuenta con la aprobación de su madre, Sophie (Vilma Degischer), la boda se celebrará.
Este famoso título, basado en la relación entre Franz Joseph I de Austria y Elizabeth de Baviera, hará las delicias de los amantes de las historias románticas en ambientes de lujo y esplendor, con vestidos fastuosos, grandes estancias palaciegas, y actividades lúdicas propias de las raleas monárquicas, es lo que encontramos en este nada humilde relato histórico:
Fabulación amorosa bastante banal, pero visible por su agradable colorido, los paisajes naturales son espléndidos, cierta excentricidad en los secundarios, y simpleza emocional en una amable propuesta que incluye momentos cómicos de parodia policial, e identidad oculta.
Es en definitiva, un cuento rosáceo, protagonizado por la malograda actriz vienesa, Romy Schneider, quien gracias a esta interpretación, se convirtió en una de las actrices más populares de Europa en los años 50.
Sissi narra la vida tranquila y libre de La Princesa Elizabeth en El Palacio de Possenhofen, rodeado por el lago Starnberg, donde La Princesa reside junto a sus padres, los duques Maximilian (Gustav Knuth) y Ludovika (Magda Schneider) en Baviera, y sus varios hermanos.
Se muestra la relación estrecha de Elizabeth con su padre y su querida hermana Helene, o Néné, hasta que llega al Palacio Ducal un mensaje desde Viena, capital del Imperio austríaco de Los Habsburg.
El emisor de la carta, es la todopoderosa hermana de Ludovika, la archiduquesa Sophie, y en ella se informa de sus intenciones de que Néné contrajera matrimonio con su hijo, El Emperador Franz Joseph I de Austria.
Encantada por el honor de ser la suegra del Emperador de Austria, Ludovika acepta, y para que Max no desconfíe, decide llevar junto a ellas, a Sissi, la hermana pequeña, para que todo parezca un simple viaje.
El encuentro es en La Villa Imperial de Bad Ischl, con motivo del cumpleaños de Franz Joseph, pero el joven Emperador, al conocer a Sissi, y su espontaneidad, se enamora profundamente de La Princesa.
A pesar de la negativa de Elizabeth, El Emperador anuncia el compromiso en un baile, ante la presencia de las reinas de Sajonia y Prusia.
En el baile, estaba previsto que Franz acompañase a Néné a la mesa, y bailara con ella el cotillón; acto seguido, se anunciaría el compromiso; pero el amor pudo más, y Sissi fue la escogida.
Con motivo del cumpleaños del Emperador, el compromiso se celebra con fuegos artificiales.
A pesar de los intentos de Sophie por disuadir a su hijo, y de sus continuos intentos por molestar a Sissi, la boda se llevará a cabo en una magnífica ceremonia en Viena.
Esta primera entrega de la trilogía sobre Sissi, La Emperatriz austriaca, es tan edulcorada como funcional dentro de ciertos límites, sin embargo, no creo que sea del todo inofensiva, pues a pesar de abogar por una trama rosa pastel, crea una imagen errónea sobre Elizabeth de Austria.
Por todo lo anterior, el director supo sacar una versión tan utópica como onírica sobre dicha Emperatriz, una historia, que si bien muestra a Sissi como un alma en busca de la libertad, también la expone como una niña tontorrona y despreocupada.
El problema es que incluso dentro del descafeinado cuento de hadas, los personajes se presentan sin profundidad alguna, son un conjunto de personas que se mueven aquí y allá, con un vestuario tan elegante, como ocasionalmente kitsch, entre grandes palacios y hermosos parajes, con diálogos fútiles que hacen poco creíble la versión “clásica” de Sissi, y es aquí donde se encuentra su mayor ofensa, pues crea una imagen no sólo falsa y mal lograda, sino perdurable en la mente de los espectadores que creen que Sissi era sólo una mujer que disfrutaba de ver animalitos a través de las ventanas, y a Príncipes en lindos carruajes, y aunque fue la figura jovial de la juventud dentro de su Corte, Sissi era impasible, siempre quería más, llegar más lejos, algunos comentan que tenía una fijación por el infinito, y lo inalcanzable.
Pero aquí destaca con nombre propio Romy Schneider, que es la encargada y principal responsable de que esta película sobresalga por encima de la media de este tipo de películas y, lo que podía haber sido una cinta romántica ñoña, solo tolerable para las niñas, adolescentes, etc., amantes de este género, acaba convirtiéndose en una película que puede camelar a cualquier tipo de público, hasta al más escéptico, gracias a que Romy Schneider rezuma carisma, encanto y belleza.
Ella brilla en todas las escenas, se come la pantalla a bocados, está enamoradora, y hace más creíble que El Emperador suspire cada vez que la ve, al igual que todo espectador con ojos en la cara.
La verdad es que el encanto de Schneider engrandece la cinta, y merece verse solo por eso, ya éste fue el papel de su vida, para desgracia suya, que le sentaba como un guante.
Pero el resto de todo el reparto está también excepcional:
Karlheinz Böhm está estupendo como ese Emperador resultando un interés romántico carismático y atrayente, y el resto de las presencias secundarias, se hacen también inolvidables, en especial Vilma Degischer como la diabólica suegra.
La actriz Magda Schneider, que interpreta a la duquesa Ludovika en las 3 películas de la serie, es la madre de Romy Schneider en la vida real.
Pero lo que en apariencia es el toque cómico, El Gendarmerie-Major Böckl (Josef Meinrad) llega a cansar por tantas estupideces y cantinfladas, que alejan la propuesta del drama, y la hace una comedia.
Como dato, el vals del Emperador, que se interpreta como música de fondo durante la boda de Sissi y Franz en 1854; fue compuesta por Johann Strauss II hasta 1889.
En Sissi, siempre se percibe un tono simpático y un fondo agradable que transmite buenas sensaciones; aquí no hay momentos intensos como para llorar o emocionarse, pero logra que se disfrute, y mucho gracias a su buena ejecución.
Más interesante que la historia de amor, es la relación de la suegra/nuera.
Ahí se ven unos atisbos dramáticos que mejoran en interés por la trama; sin embargo, el objetivo de Ernst Marischka es claro:
El director creó una trilogía para entretener al público de la posguerra europea, pues la trilogía abarca de 1955 a 1957; tomando la mítica imagen de una Emperatriz que dejó la vida pública después de haber cumplido 30 años de edad, siempre con un abanico en mano, o portando un hermoso velo sobre su cara, La Emperatriz había decidido que su rostro sería recordado joven, y que pasada cierta edad, ella dejaría de mostrar su envejecido cutis.

“Ich verpflichte mich feierlich der allmächtige Gott das ungarische Volk gegen jeden Feind zu schützen, kommt aus dem Westen, Norden, Osten oder Süden”
(Prometo solemnemente ante Dios todopoderoso proteger al pueblo húngaro contra cualquier enemigo, ya venga del oeste, del norte, del este o del sur)


Sissi - Die Junge Kaiserin (1956)

Sissi - Die Junge Kaiserin es una comedia austriaca, del año 1956, escrita y dirigida por Ernst Marischka.
Protagonizada por Romy Schneider, Karlheinz Böhm, Magda Schneider, Gustav Knuth, Vilma Degischer, Walter Reyer, Senta Wengraf, Josef Meinrad, entre otros.
Basada en la obra “Sissys Brautfahrt” de Ernst Décsey y Gustav Holm; constituye la segunda parte de la trilogía de películas sobre la vida de la célebre Emperatriz de Austria, y Reina de Hungría, Elizabeth de Baviera, llamada familiarmente como Sissi.
Sissi - Die Junge Kaiserin obtuvo una nominación a La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
La acción inicia tras la suntuosa boda en Viena, Sissi comienza su nueva vida como Emperatriz de Austria, pero pronto se da cuenta de que debe afrontar todos los problemas e inconvenientes del protocolo.
Entre ella y Sophie, su suegra, nace una profunda desconfianza, y su odio explota en el cumpleaños de la hija de Sissi, en el que Sophie, con la excusa de una tradición ancestral de La Corte, se opone a que la niña sea criada por La Emperatriz.
Al final llegan a un acuerdo, por el que Sissi cumplirá con sus obligaciones en La Corte, y Sophie permitirá que Sissi críe a la niña.
Los jóvenes serán coronados como reyes, con el amplio apoyo de los húngaros.
Sissi - Die Junge Kaiserin se caracteriza por mostrar una Sissi políticamente activa y comprometida con la causa húngara, a la vez que busca la libertad en una Corte que no se lo permite; y todo comienza un par de semanas después de que Franz Joseph y Sissi se casaron, que fue en 1854.
En 1855, Sissi dio a luz a su primer hijo.
Además, Franz Joseph hace referencia a La Guerra de Crimea, que duró de 1853 a 1856.
Pero la coronación en Hungría, no tuvo lugar hasta 1867.
Así que una década se reduce al mínimo, a un par de minutos, mientras que un par de años forman la mayor parte de la película:
Sissi se adapta lentamente a la vida como Emperatriz de Austria, pero le cuesta trabajo aprender el riguroso protocolo de La Corte de Viena; a esto se le suma la difícil relación que mantiene con la todopoderosa y rígida archiduquesa Sophie.
La archiduquesa, se adhiere a las viejas reglas, y constantemente interfiere con la forma en que El Emperador gobierna El Imperio, y en lo que más importa a Sissi:
Su vida familiar.
Un escándalo estalla, y la relación de la pareja imperial peligra, cuando Sissi abandona La Corte Imperial sin previo aviso, y vuelve a Baviera; todo esto, tras el nacimiento de su primera hija, que fue llamada Sophie en honor a la archiduquesa.
Cuando Sissi vuelve al Palacio de una visita a un orfanato, se encuentra con la sorpresa de que su hija ha sido transferida a otros aposentos junto a los de la archiduquesa, y alejada de ella.
Frente a la negativa de Franz, ella decide abandonar La Corte.
Al llegar a Possenhofen, Elizabeth guarda en secreto su huida, hasta que El Emperador va en su búsqueda.
Entonces, Los Emperadores, cada uno por su parte, manifiestan que serán implacables el uno con el otro, pero al verse no hacen más que besarse, y pedirse perdón mutuamente… comienza un romántico viaje por el Tirol; donde crece la influencia de Sissi, y ella comienza a abogar por la causa del Conde Gyula Andrassy (Walter Reyer), con respecto a las libertades del pueblo húngaro.
Es entonces cuando vuelven las tensiones entre Sissi y Sophie:
Sissi planea abandonar El Palacio; Franz le ruega que le acompañe a recibir a la delegación húngara; Sissi manifiesta que para ella eso no es importante, y que su decisión no cambiará.
A pesar de eso, y cuando El Emperador ha perdido las esperanzas; Elizabeth aparece en la recepción, y los delegados le manifiestan su deseo de que fuese coronada junto a Franz, como Reina de Hungría; por lo que Sissi acepta.
Sólo la llegada de la duquesa Ludovika, pudo ablandar el corazón de Sophie, quien permite que las cosas de la pequeña Sophie retornen junto a su madre.
Franz le cuenta a Sissi, que su madre ha aceptado dejar a su cargo el cuidado de Sophie, y la pareja recupera algo de la felicidad de un principio.
Sissi - Die Junge Kaiserin concluye con la coronación de Los Emperadores como Reyes de los húngaros.
La historia ahora nos habla de los primeros años de Sissi como Emperatriz de Austria, y las 2 tramas en las que se agarra:
La influencia que tuvo para que ella y El Emperador fueran coronados Reyes de Hungría; y la tirantez de Sissi con su suegra, respecto a quien de las 2 debe educar al primer retoño de Sissi; son tratadas con la mayor simplicidad y nulo realismo.
Ambas tramas quedan en la anécdota, que de vez en cuando se mencionan durante el metraje.
Aquí, casi no hay diferencias con el primer film, la única diferencia es que la historia continúa... pero es un poco más de lo mismo, e incluso un poco peor, porque ya empieza a cansar lo buenazo que es El Emperador, y la lucha entre suegra y nuera.
La obra trata de ser algo más compleja y política, lugares en los que patina un poco por su ingenuidad evidente.
Por tanto, a Sissi nos la presentan como una mujer buena, dulce y tierna, pero pronto se nota que tiene un trasfondo, que tiene una personalidad ambigua, un tanto cínica, siniestra inclusive.
Lo gracioso es que ésta no es, desde luego, la intención del guión; pero subliminalmente nos lleva a pensar en ello, a sabiendas de la historia real.
Por ejemplo:
Cuando La Condesa, que no traga al Reino de Hungría, intenta echar a los húngaros de una fiesta, Sissi interviene para que no se marchen, invitando a bailar al delegado de La Comisión.
Lo hace por bondad y por amor a su marido, que buscaba la alianza con los húngaros.
El caso es que uno no puede dejar de sospechar, que ella quería fastidiar a su suegra a toda costa.
Da la impresión absoluta, que se enfrenta a Sophie, su suegra, tantas veces como la apetece.
Siempre con inteligencia, y haciéndose “la pobrecita”
El hecho que Sophie pueda ser una jodida bruja y una arpía, no influye en el comentario, al revés, la inocentona Sissi, era una mujer astuta, de cuidado, eso es lo que parece.
Aunque el guión no lo quiera decir.
Además, no es muy correcto que Sissi esté dispuesta a abandonar el hogar, y dejar a su hija en manos de la suegra, aunque diga que lo haga por su marido.
Nadie se desentiende de una hija así por así, tan fácilmente.
¿No sería en realidad una medida de presión para obligar al marido a intervenir en contra de su madre?
Acto deleznable, poniendo a una niña como arma.
Juzguen ustedes…
También, da qué pensar la expedición vacacional a la montaña de la pareja protagonista con su séquito...
Tiene cierto aire de reportaje, con esas estampas tirolesas, y la flor de Edelweiss por medio, y esa alegría tan de escaparate.
En la realidad, a esta mujer le gustó viajar, y vivir con excentricidades.
Con que menos finura y hablemos claro, se trata de sexo excitante a escondidas, en ese refugio de la montaña.
En Sissi - Die Junge Kaiserin se siente el perfil histórico, los uniformes, los vestidos de novia, los bailes en los salones inmensos llenos de exquisitez, y toda la parafernalia que compone un mundo de lujo superior, el del Imperio Austro-Húngaro, que estaba por llegar, y que terminaría con el fin de La Primera Guerra Mundial.
Como dato, la guerra que Franz Joseph menciona a Sissi, justo antes de que esté a punto de recibir a los húngaros, es La Guerra de Crimea.
En la vida real, la coronación de Joseph y Elizabeth, tuvo lugar en el castillo de Buda en 1867.
Sin embargo, no pudieron filmar la escena en Buda cuando esta película se hizo, porque el castillo fue seriamente dañado durante La Segunda Guerra Mundial.
Además, en 1956, hubo una revolución en Hungría contra El Régimen Soviético; esto hizo imposible rodar la escena en su ubicación original.
La primera hija de Sissi, murió cuando tenía 2 años; enfermó de fiebre tifoidea cuando visitó Budapest; y Sissi - Die Junge Kaiserin no menciona este hecho.
Además, Sissi y Joseph fueron coronados sólo en 1867, como La Reina y El Rey de Hungría.
Cuando Sissi y Franz Joseph valsan al comienzo del baile que Sissi ha organizado para los exiliados húngaros, la canción tocada es el Kaiser-Walzer.
Sin embargo, Strauss no escribió este vals hasta 1889, mientras que este baile es por lo menos antes de 1867, el año en que Franz Joseph se convirtió en Rey de Hungría.

“Ich fürchte, Sie nicht den Rat des Arztes folgen und weiterhin Ihre Gesundheit zu untergraben, auch wenn es zu spät ist, und es gibt keine andere Wahl.
Nichts anderes kann das tun Sie vor allem zu fragen, Sie zu pflegen”
(Me temo que no sigue las recomendaciones del médico y sigue minando su salud, incluso cuando ya es demasiado tarde, y no hay otra opción.
Ninguna otra cosa puede hacer que oren por encima de todo lo que alimentes)


Sissi – Schicksalsjahre einer Kaiserin (1957)

Sissi – Schicksalsjahre einer Kaiserin es una comedia austriaca, del año 1957, escrita y dirigida por Ernst Marischka.
Protagonizada por Romy Schneider, Karlheinz Böhm, Magda Schneider, Gustav Knuth, Uta Franz, Walter Reyer, Vilma Degischer, Josef Meinrad, entre otros.
Basada en la obra “Sissys Brautfahrt” de Ernst Décsey y Gustav Holm; es la última película de la trilogía de Sissi; y obtuvo una nominación a La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
En esta última entrega, vemos que a La Emperatriz austríaca le gusta viajar a través de Hungría, donde termina por encontrar demasiado íntimo el afecto, políticamente inestimable, que le brinda El Conde Andrassy.
Cuando a Sissi se le diagnostica una infección de tuberculosis, probablemente mortal, está a punto de perder la voluntad de vivir, al verse abocada a una existencia exiliada en climas recomendados para su recuperación, como la portuguesa Madeira o Grecia.
Entonces hace aparición la madre, Ludovika de Baviera, que ejerce como remedio psicoterapéutico, y cuida tan afectuosamente de su enfermedad, como del gusto de La Emperatriz por los paseos idílicos.
Aunque el comportamiento de Sissi es intachable, la archiduquesa Sophie, su rígida suegra, aprovecha cualquier ocasión para inventar falsos romances entre Sissi y El Conde Andrassy, con el fin de romper el matrimonio entre La Emperatriz y su hijo.
Y por último, vemos la intervención de Sissi, algo recuperada en el conflicto del Imperio Austro-Húngaro con Italia, en Milán y Venecia.
Y es que a La Emperatriz austríaca le gusta viajar a través de Hungría, donde en última instancia, encuentra el cariño invaluable del Conde Andrassy, demasiado íntimo.
Pero esto es sólo un alivio temporal de las frustraciones de la vida de la corte de Viena, donde Franz consciente de sus deberes, se encuentra encadenado a su escritorio, y deja a su estricta madre, Sophie interferir, incluso en la educación de su hija, Gisela.
Cuando Sissi es diagnosticada con posible tuberculosis, y Franz tiene que permitir que Sophie aleje a su hija por advertencia del médico Seeburger (Hans Ziegle)
Una vez más, Böckl Oberst (Josef Meinrad), el guardia torpe, cuya cariñosa admiración por La Emperatriz limita en lo inadecuado, proporciona una nota cómica, como lo hace en cada parte de la trilogía chirree en la tontería.
Por último, Sissi está lo suficientemente saludable, como para reunirse con su marido en una visita oficial a Milán y Venecia, que forman parte de los bienes restantes de Austria en el norte de Italia.
Pero los nacionalistas han preparado una recepción hostil para los soberanos Habsburg:
La nobleza italiana, fea físicamente, crea una provocación mediante el envío de sus criados a un “Royal Command Performance” en El Teatro alla Scala, y la multitud mantiene un silencio hostil a la procesión de la barcaza real en El Gran Canal veneciano.
Pero los italianos se derriten ante la amorosa reunión de Sissi y su pequeña hija en La Plaza de San Marcos.
Aquí mejora un poco la historia respecto a la segunda entrega, en que ya no hay tanto pasteleo excesivo y vergonzoso entre la pareja protagonista.
Sissi – Schicksalsjahre einer Kaiserin, se centra sobre todo en la enfermedad de tuberculosis que Sissi empieza a padecer, y su lucha por superarla, pero aun así, sigue siendo un drama narrado de manera descafeinada, por mucho que Romy Schneider trate de convertirlo en lo contrario con su más que decente actuación.
El resto de tramas, son mini culebrones, con pretendientes varios que nunca llegan a cumplir su objetivo de romper la inmaculada fidelidad de Sissi y El Emperador, que quedan en la anécdota.
Esta entrega final, muy sin embargo tiene los mismos defectos y cualidades que sus predecesoras:
De nuevo se trata todas las tramas sin mucha profundidad, y con bastante simpleza y cursilería, solo apta para amantes de culebrones de época o niñas pequeñas.
Y de nuevo, su magnífica ambientación, música y vestuario, la salvan y hacen que siga encandilando mínimamente.
Pero sobre todo, se hace agradable y soportable gracias a las actuaciones que siguen siendo atrayentes, esta vez destacan, siempre por detrás de Romy Schneider:
Vilma Degischer, que nos regala a una bruja de suegra, pero que a la vez se hace carismática; y Magda Schneider, como una graciosa y cariñosa madre.
Mejora respecto a la anterior película, recuperando un tono algo más equilibrado y menos rosa, y cierra “dignamente” el círculo de este folletín agradable; sin tragedias y a medio camino, de golpe, como si se esperara la continuación inevitable.
Y resulta curiosa la empatía que produce esta pareja con su público, a pesar de que era notorio que Sissi, una mujer libre, intelectual y muy independiente, no pudo soportar nunca la rigidez de La Corte austriaca, ni el protocolo impuesto por la madre de Franz Joseph I, la verdadera monarca absoluta de Austria, que indujo a la joven Emperatriz a buscar a una amante, sustituta de sus ausencias...
Pero hay 2 secuencias memorables:
En Milán se prepara un acto de protesta contra El Emperador y su esposa, basado en la sustitución de la nobleza  milanesa, por sus sirvientes más zafios, vestidos con ricas galas, para humillar a los ilustres invitados con sus formas groseras, pero cuando la orquesta interpreta el coro de los esclavos judíos de la ópera “Nabucco” de Verdi, esos seres inmundos, se dotan de la dignidad que les confiere la defensa de una causa justa, mientras unen, en pie,  sus voces a las de los cantantes de la ópera.
Sissi, una mujer dotada de cualidades diplomáticas, mantiene la calma, aplaude cuando acaba esta representación, y mantiene la audiencia con los falsos nobles.
Y en Venecia, el recurso para ganarse al público es mucho más vulgar y usado por los jefes de estado en horas bajas:
Llevar a su hija Sophie, a la que Sissi no había visto todavía tras su restablecimiento, y provocar un encuentro emotivo en la alfombra roja que la conduce a La Catedral de San Marcos.
Lo cierto es que en un tono de cuento glamuroso y kitsch, el cineasta austriaco Ernst Marischka, nos acercó como nadie a esta frágil Emperatriz, que en su avance por la alfombra roja que le conduce a La Catedral de San Marcos, trayecto en el que se gana el corazón de los italianos como la máxima representación de la “mamma”, en un país que venera a la figura de la madre como pocos, a la que respetan, y no contradicen jamás, ni los pro-hombres más notables, ni el último macarra siciliano, muestra un talle tan espigado que da la impresión de que se vaya a romper... queda en el aire:
¿Los otros hijos?
¿Por qué El Emperador siempre va vestido igual?
¿Se curó Sissi por obra y gracia del Espíritu Santo?
Si al menos se hubiera llegado hasta su asesinato, sería algo interesante...
Lo que sí que me ha quedado claro, es que en aquella época, toda Europa odiaba a Austria, pero gracias a la belleza de Sissi, toda Europa se rendía.
Es como conquistar países por las buenas, en vez de por las malas.
En la vida real, Romy Schneider y Karlheinz Böhm, se hicieron muy amigos gracias al rodaje de la trilogía, y esta amistad duró hasta el fin de sus días:
Schneider murió en 1982, con 43 años, a causa de un ataque al corazón que le provocó su grave problema de alcoholismo, al cual había llegado a causa de la muerte de su hijo, cuando este tenía tan solo 14 años.
Y Böhm murió en 2014, a la edad de 86 años, como producto del Alzheimer.
Por su parte, el director Ernst Marischka, quiso rodar una cuarta parte de la trilogía, pero Romy Schneider se negó en rotundo.
Pero ella apareció 15 años más tarde, otra vez como La Emperatriz Elizabeth en 1972, en la película “Ludwig” de Luchino Visconti.
Con Sissi – Schicksalsjahre einer Kaiserin, se cierra la trilogía dedicada a esta mujer excepcional, muy adelantada a su época, que supo ser libre a pesar de las habladurías y el carácter conservador y reaccionario de La Corte que gobernaba su esposo, Franz Joseph, que literatos y cineastas representan siempre como muy enamorado de ella.
Y aunque a muchos les parezca excesivamente naif y kitsch, la trilogía deleitó a cineastas de la categoría de Luchino Visconti, Orson Welles, Otto Preminger, Jules Dassin, Claude Chabrol, y muchos otros, que algo debieron ver en la célebre Sissi.
Por otra parte, Austria realizó su mayor contribución a la historia del cine, con la trilogía de su emperatriz más famosa.
Algunos se quejan de que no cuentan nada de su vida, o que esconden sus sinsabores.
En la realidad, Elizabeth de Austria tuvo una visión espectacular, creó un mito alrededor de su imagen, el de una mujer preocupada por su cuerpo, su cara, con un gusto por los viajes, de incógnito, a Grecia, Italia, Hungría, España y otros países en Europa, siempre hastiada de La Corte, la monotonía y el encarcelamiento, se podría decir que le gustaba la socialité, pero con ello no podemos decir que fuera una dama de sociedad, pues nunca se le preparó para ser Emperatriz, y por eso sufrió de muchas maneras, ya fuera por la manipulación de su tía y suegra, la archiduquesa Sophie, el desprendimiento de sus hijas, así como la tortura de dar un heredero al trono, y el hecho de que su único hijo varón, muriera bajo circunstancias totalmente misteriosas y escalofriantes, y después de ello optó por un luto permanente.
El 10 de septiembre de 1898, el italiano, Luigi Lucheni, decidió terminar con la vida de Elizabeth, ante la ausencia de un Príncipe francés al que había planeado aniquilar.
Fingiendo un tropiezo, Luigi clavó en el corazón de La Emperatriz, de un certero y mortal golpe, un estilete.
Elizabeth se levantó, y continuó caminando hacia el barco anclado en el lago Lemans, hacia el que se disponía a embarcar.
Una vez arriba del barco, se percató del golpe, se mareó, y se desvaneció.
La Emperatriz Elizabeth de Austria-Hungría, fallecía poco después, a los 61 años.
Su asesino se suicidó en la celda, en 1910.
El cuerpo de Sissi, fue trasladado con solemne respeto y boato, a La Cripta Imperial de Viena, para ser enterrada al lado de su amado hijo Rudolf.
Pasarían solo 16 años, cuando un sobrino de su esposo:
Franz Ferdinand Karl Giuermo Anikò Strezpek Belschwitz Mòric Pinche Bálint Szilveszter Gömpi Maurice Bzoch János Frajkor Ludwig van Haverbeke Josef von Habsburg-Lothringen, heredero al trono tras la muerte de Rudolf, Kronprinz von Österreich und Ungarn; y Franz Josef I, es asesinado en Sarajevo.
Y su muerte marcaría el inicio de La Primera Guerra Mundial.
Sissi, que había sido pieza clave en la monarquía dual que la volvía, además de Emperatriz de Austria, Reina de Hungría, no pudo evitar que su proyecto pasara a la eternidad.
El Imperio Austriaco vería su declive luego de La Primera Guerra Mundial, y solo pasaría algún tiempo, para que Los Habsburg no fueran más que una familia aspirante al trono.
En lo personal, Sissi fue una mujer enfrentada a su propia soledad, que quiso por encima de todo, ser libre, y que anduvo obsesionada por sus propios fantasmas; de ahí quizás, esa obstinación en seguir caminando, en seguir viajando, en correr, en huir de sí misma…
Diana de Gales fue su contemporánea en la vida palaciega y la tragedia.

“Niemand wird jemals wissen, wie viel er wollte”
(Nadie sabrá nunca lo mucho que la quería)



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