Come and Get It!
“Set up or we’ll throw it out!”
Hay mujeres que le mueven el andamio a cualquiera, y son capaces de subirte al cielo, aunque después sólo te merezcas el infierno en un santiamén.
Algunas, con sólo proponérselo, y otras, ¡las más divinas!, con el sólo hecho de ser, de estar ahí.
Pero en todas, su belleza trasciende la piel, pero comienza en la piel.
Se entremezcla en un todo con su ser… y una magia indescriptible te envuelve, entonces, en una especie de manto etéreo, que te saca del planeta, te produce un encanto fascinante, y te hace sentir que estás ante todo, absolutamente todo lo que deseas de la vida.
Edna Ferber tomó esa idea para una de sus novelas…
Ferber fue una escritora de novelas y cuentos estadounidense, que escribió sobre la vida en El Medio Oeste..
Algunas de sus obras son:
“So Big” (1924) que ganó El Premio Pulitzer; “Show Boat” (1926) convertida en película en al menos 3 ocasiones; “Cimarron” (1930), llevada al cine y ganadora del Oscar como Mejor Película; “Giant” (1950), llevada al cine y ganadora del Oscar al Mejor Director; y “Come and Get It” (1935), que habla sobre cómo un hombre metido de lleno en la industria maderera, se convierte en gran magnate y empresario; pero su ambición le lleva a renunciar al amor de su vida.
Ambientada en los medios madereros de Wisconsin, “Come and Get It” (1935), propone un vigoroso retrato social, al mismo tiempo que compone con singular habilidad, la anécdota sentimental.
Los editores de la novela “Come and Get It” (1935), la han llamado, “el último golpe de boxeo”, lo que significa que ahora, Ferber ha cubierto todos los puntos cardinales.
La historia comienza con El Pánico de 1907, y abarca los agitados años transcurridos del período más dramático de la historia de los Estados Unidos:
La Gran Depresión, los años de prosperidad salvaje que siguieron, la guerra, el armisticio, la prohibición, los días de auge, la depresión más reciente, y la derogación.
El encanto de Ferber radica en representar a la gente común de tal manera que parece mudarte directamente a la casa y vivir con ellos, conociendo todas sus fallas y debilidades triviales, luego reacciones a las cosas simples, sus debilidades y su fortaleza.
El título traducido al español que significa “Ven y tómalo”, es una frase bien conocida en todo el Norte y el Oeste de EEU, y es el grito del cocinero de la choza en el bosque y en las llanuras, que llama a comer, “que está servido”
La novela es la historia de un aserradero y una familia de fabricación de papel.
Es una historia tan bien contada, tan íntima en los detalles, y tan explotada de forma natural, que el lector en realidad huele el olor de los pinos y las piceas, y siente los fríos estallidos de los helados inviernos de Wisconsin.
Todo inicia en esos días de tumulto, que parecía haber sido el grito de los propios bosques, y es exactamente lo que hicieron los barones de la madera:
Destruyeron los bosques, y abandonaron la tierra despojada.
El personaje principal es Barney Glasgow, un barón de la madera de Wisconsin, un muchacho de chabolas, que se abrió paso desde los más toscos campamentos, hasta El Palacio del multimillonario.
Pasó gran parte de su vida en la creación de su fortuna que casi se perdió por un romance por completo.
Que el autor “vea las cosas”, se manifiesta fácilmente en todos sus escritos.
Es concebible que Ferber haya pasado un año o más en el bosque juntando material para esta novela; pues ella sabe cómo piensa y actúa el leñador.
Sin embargo, la historia no contiene ninguna técnica especial, y eso es parte de su naturalidad:
La fabricación de papel y el proceso de la madera, simplemente encajan en el patrón de la historia progresiva, deslizándose en sus lugares comunes como una parte del componente delicadamente construido.
El libro trata de las vidas de 4 generaciones de una familia, una docena más o menos; y recoge sus vidas casi, a veces siempre, desde el principio, y los lleva a cabo, a lo largo de los años.
Pero Ferber nunca tiene que esforzarse para tener suspenso:
Ella nunca se desvía de su camino para crear una situación inverosímil, un subterfugio casual para provocar un dramático desenlace.
Eso, también, es parte de su sabiduría y su encanto de escritura de historias.
Ella, evidentemente cree que la vida tal como es vivida naturalmente, está llena de drama y emoción para hacer una historia legible y, debido a esta creencia, sus personajes son del tipo que conoces todos los días; son miembros del vecindario.
Porque uno lee uno de sus libros, y es como estar de pie detrás de las cortinas de tu propia casa, mirando a la gente de al lado con una mirilla, viendo todas sus características, sus emociones, y su naturalidad.
Ella lleva a sus personajes principales al romance y a la tragedia, y los descarta con un gesto cuando se les acaba el tiempo.
Luego, toma los hilos con una mano hábil, y teje un patrón para las vidas de los que quedan para continuar.
Ella los lleva de la pobreza a la riqueza, y los arrastra a lo cotidiano, después de una orgía de gasto y lujo.
Y de todo esto, Ferber trae a los capítulos finales, 2 personajes que valen la pena, que son lo que son, debido a las condiciones que crearon su camino de existencia.
Entonces, tomando “Come and Get It” (1935), de principio a fin, es una historia absorbente y magníficamente realizada; o es más que eso, es una epopeya, una saga del bosque del Medio Oeste, hecha a veces en tonos pastel, a veces con toques fuertes y atrevidos, y tan artísticamente mezclados, que apenas sabes dónde terminan los pasteles y comienzan los trazos abruptos.
Es un panorama, si se quiere, que abarca los años atemorizados que temblaban entre 2 Pánicos, intercalados con fragmentos de desechos y explosiones llamadas humanidad.
Destella delante de ti, los años felices que siguieron a los tristes, la risa que siguió a las lágrimas.
Comienza con el apogeo de Theodore Roosevelt, del que se dice mucho, y termina con otro Roosevelt, Franklin D.
“Come and Get It” (1935), es el tipo de libro para que los productores cinematográficos lo desarrollen, pues encuentran aquí algo que es verdaderamente estadounidense, limpio y saludable, y eso da una idea de qué tipo de historia es, un capítulo limpio de EEUU.
Desde el principio, como se ha dicho, las novelas de Edna Ferber son “best sellers” de calidad en las librerías, y fueron captadas por Hollywood.
“All were softened by the chiffon veil of Time”
Come and Get It! es un drama del año 1936, dirigido por Howard Hawks y William Wyler.
Protagonizado por Edward Arnold, Joel McCrea, Frances Farmer, Walter Brennan, Mady Christians, Mary Nash, Andrea Leeds, Frank Shields, Edwin Maxwell, Cecil Cunningham, Charles Halton, entre otros.
El guión es de Jane Murfin y Jules Furthman, basado en la novela del mismo título, escrita por Edna Ferber, que expone la falibilidad, decadencia y destrucción del superhombre capitalista:
El individuo que lo depreda todo por su voluntad inquebrantable, capaz de construir su fortuna, incluso en el sentido metafísico del término; el derribo del Atlas sostenedor del mundo al que canta la naturaleza ideológica y propagandística de los Estados Unidos, país de las oportunidades.
El productor Samuel Goldwyn, pagó $150.000 por los derechos de la novela de Edna Ferber, quien se la vendió confiada en que entendía que había tenido la intención de que fuera “principalmente una historia de la violación de Estados Unidos, por los entonces barones ladrones mayoristas”
Pero Goldwyn se sintió atraído por los melodramáticos aspectos de la historia de Barbary Coast, que lo llevaron a contratar al director de esa película, Howard Hawks, para llevar Come and Get It! a la pantalla.
También estaba intrigado por el hecho de que el abuelo del director Howard Hawks había servido de base para el personaje de Barney Glasgow:
C.W. Howard, era un barón de papel en Neenah, Wisconsin, donde Howard Hawks pasó parte de su primera infancia.
Butte des Morts, el escenario de la película, se describe en el libro como una pequeña ciudad entre Neenah y Menasha.
Ferber, había aprobado el guión de Jane Murfin, que a Hawks le parecía deficiente, y la convenció a ella y a Goldwyn, para que le permitieran traer a Jules Furthman a trabajar en una reescritura.
La versión de Howard Hawks, de que fue “despedido” es que no lo fue… más bien, se retiró, después de negarse a estar de acuerdo con Samuel Goldwyn, quien quería que la narrativa se mantuviera más cerca de la del libro.
Y es que Goldwyn había estado enfermo y ausente durante los 42 días de rodaje, que Hawks dirigió, y no estaba al tanto de las reescrituras de Hawks.
Hawks dejó la producción, con solo 14 días por delante; y fue reemplazado por William Wyler, después de que Hawks fue grosero con el productor Samuel Goldwyn.
Hawks declaró, que la contribución de William Wyler fue de solo 10 minutos de tiempo de pantalla.
Sin embargo, generalmente se cree que Wyler dirigió los últimos 30 minutos de la película.
Algunos creen que Hawks fue eliminado de la película, porque Goldwyn sentía que estaba “demasiado implicado personalmente” en el tema.
A lo que Wyler se negó en redondo, fue a aparecer en solitario en los títulos de crédito, exigiendo que apareciera también Hawks, y en primer lugar.
El estreno mundial de Come and Get It! fue en el Teatro Liberty en Seattle, Washington, donde Frances Farmer una vez trabajó como acomodadora.
Por su actuación, Walter Brennan se convirtió en el primer receptor del Premio Oscar de La Academia al Mejor Actor de Reparto.
Edward Curtiss fue nominado para El Premio de La Academia a la mejor edición de la película, pero perdió ante Ralph Dawson por “Anthony Adverse”
Como dato, en el lapso de 4 años, de 1936 a 1940, Walter Brennan ganó 3 Premios Oscar de actuación, sin precedentes; los otros filmes eran:
“Kentucky” (1938) y “The Westerner” (1940), una hazaña sin igual, hasta que Katharine Hepburn ganó su 3ª estatuilla como Mejor Actriz por “The Lion In Winter” (1968)
El éxito de Brennan en los Oscar, se debió en gran medida al hecho de que el Screen Extras Guild, lo votó constantemente, ya que Brennan había sido un extra durante muchos años hasta su éxito como uno de los actores de carácter más respetados de Hollywood.
Las escenas exteriores de Come and Get It!, se filmaron a lo largo del North Fork Clearwater River, en Idaho; y transcurre en el año 1884, en una de las regiones más inhóspitas de Wisconsin.
El despiadado capataz de leñador, Barney Glasgow (Edward Arnold) no se detendrá ante nada para lograr su objetivo, convertirse algún día en el jefe de la industria maderera en el siglo XIX en Wisconsin.
Su determinación de tener éxito, lo lleva a terminar su relación con la cantante de salón, Lotta Morgan (Frances Farmer), y casarse por interés con Emma Louise Hewitt (Mary Nash), la hija de su jefe, Jed Hewett (Charles Halton), para asegurar una sociedad en su negocio.
Más de 2 décadas después, un rico y exitoso hijo de Barney y Emma Louise, Richard (Joel McCrea), se opone enérgicamente a la práctica de su padre, de destruir bosques sin plantar nuevos árboles.
Posteriormente, Barney visita a su viejo amigo, Swan Bostrom (Walter Brennan), quien se casó con Lotta cuando Barney la rechazó.
Swan, es ahora un viudo que cría una hija, también llamada Lotta (Frances Farmer), quien tiene un parecido sorprendente con su madre; y por ello, Barney se siente atraído por la niña y, tontamente con la esperanza de recuperar el amor que abandonó cuando era joven, se ofrece a financiar su educación.
Las complicaciones surgen cuando Richard conoce a Lotta, y se interesa mucho por ella, lo cual es correspondido, para disgusto y celos de Barney.
Come and Get It! puede ser una película de bajo perfil, de las dirigidas por las leyendas del cine de Hollywood, Howard Hawks y William Wyler, pero goza como la mayoría de sus grandes producciones, de una narrativa muy disfrutable, enfocada en lo que se cuenta, sin perder el horizonte.
En sí, la historia de fondo es muy destacable, tal vez sea asunto del mismo material de origen, aun así, el filme mantiene un nivel óptimo, y resulta una interesante historia de amores viejos reencarnados, una historia de 3 hombres enamorados de la misma mujer en épocas diferentes, con una primera parte muy dinámica y divertida; y una segunda parte, donde la historia gira radicalmente hacia el drama.
Come and Get It!, es una más de esas interesantes películas hoy en día caídas en el olvido, no es perfecta, pero si es una historia realmente entretenida e intensa, una de esas historias que nos contaba la vida de un hombre y familia a lo largo de los años, y sacaba los defectos y virtudes de todos sus miembros, los fracasos y triunfos, los errores y aciertos, los amores y odios…
¡Como la vida misma!
“A closed mind is a dying mind”
Come and Get It! es una película interesante por varios aspectos:
Es una de esas grandes películas que se realizaban en el sistema de estudios, y por tanto, contaba con los mejores técnicos, actores principales y secundarios, compositores, guionistas… y todo bajo la mirada férrea del productor Samuel Goldwyn.
Y también cuenta con la peculiaridad de estar firmada por 2 grandes directores del momento.
Precisamente, la dirección es uno de los puntos de polémica respecto del film, puesto que la firma de los créditos se divide, sin que los historiadores de cine consigan atribuir con exactitud, la parte de cada cual, entre 2 colosos:
Howard Hawks, y William Wyler.
El motivo es que Hawks, que comenzó teniendo las riendas del proyecto, terminaría presentando su renuncia según unos, siendo expulsado según otros, debido a sus discusiones con Samuel Goldwyn, todopoderoso productor de la obra, a raíz de la sugerencia de posibles modificaciones sobre el libreto original, de ahí las alusiones del cineasta a las vivencias su antepasado.
De una u otra forma, acabaría por ser relevado por Wyler, un director de la total confianza del mandamás:
“Yo hago las películas; Willy solo las dirige”, reza uno de los ejemplos de su célebre y extenso catálogo de sentencias.
Sin embargo, tampoco sería arriesgado identificar las espectaculares escenas de trabajo en los terrenos de talado y el aserradero con el estilo documental, riguroso y potente a la vez, que Hawks había exhibido anteriormente en películas suyas.
Inicialmente Goldwyn anunció que Miriam Hopkins desempeñaría el doble papel de Lotta Morgan y Lotta Bostrom, pero Hawks no estaba contento con su elección.
Miró numerosas pruebas de pantalla de aspirantes a estrellas, y finalmente se decidió por Andrea Leeds, quien anteriormente había desempeñado papeles menores, o no acreditados en un puñado de películas; y eventualmente la reemplazó con la aún menos experimentada Frances Farmer, y eligió a Leeds para el papel secundario de Evvie Glasgow, la hermana menor de Richard.
Goldwyn intentó pedir prestado a Spencer Tracy de MGM, para el papel principal de Barney Glasgow, pero Louis B. Mayer se negó a dejarlo trabajar para su principal rival, por lo que el contratado fue Edward Arnold, que recibió el papel.
Poco después de que comenzara la filmación, Goldwyn se sometió a 2 cirugías importantes, que lo incapacitaron durante un largo período de tiempo, manteniéndolo alejado del estudio y de las prisas diarias.
Hawks aprovechó la situación, y le permitió a Furthman cambiar completamente el tono de la historia original de Ferber; el esbelto Walter Brennan como Swan Bostrom, un hombre que Ferber describió como “el hombre más fuerte del bosque del norte”; y organizar un calendario de rodaje y un presupuesto que Goldwyn nunca hubiera aprobado.
Al regresar al estudio, Goldwyn vio un corte aproximado de la película, y se sorprendió al descubrir que Hawks había cambiado el enfoque de la destrucción desenfrenada de la tierra, a un triángulo amoroso en el que Barney Glasgow y Swan Bostrom competían por los afectos de la lujuriosa Lotta Morgan.
El personaje de Richard Glasgow, que pretendía ser el segundo candidato, apenas estaba en la película, que estaba lleno de negocios improvisados parecidos a Hawks.
Cuando el director se negó a cumplir con las demandas de cambios importantes de Goldwyn, el productor despidió a Hawks del proyecto.
William Wyler, había comenzado el trabajo de post-producción en Dodsworth, cuando lo citaron en la casa de Goldwyn, y le dijeron que estaría completando Come and Get It!
Wyler era reacio a hacerse cargo de una película iniciada por otra persona, pero Goldwyn lo amenazó con suspenderlo si se negaba a aceptar la tarea.
Lo hizo de mala gana, y en años posteriores recordó:
“Me convencieron para que lo hiciera, y lo lamento desde entonces.
La película no fue muy buena”
Wyler pasó 2 semanas filmando lo que equivalía aproximadamente al tercio final de la película completa.
Se opuso enérgicamente al deseo de Goldwyn de otorgarle el mérito exclusivo de dirección, y prefirió que su nombre no se adjunte a la película en absoluto.
Finalmente cedió, pero solo cuando Goldwyn aceptó darle a Hawks la mejor facturación.
Wyler nunca consideró Come and Get It! como parte de su filmografía, y la repudió cada vez que pudo, aunque le gustó mucho a Ferber, que elogió a Goldwyn “por el coraje, la sagacidad y el poder de decisión que demostró al tirar la idea final de los Hawks, y emprender la gigantesca tarea de hacer lo que equivale a una nueva imagen”; porque el filme es sobre un grupo de profesionales haciendo lo que mejor saben hacer, rudos leñadores que acarrean enormes troncos río abajo, y que aprovechan las pausas entre viaje y viaje, para armar gresca en las tabernas.
Hombres que juegan y ganan, aunque realmente no parezcan darle mucha importancia a esta circunstancia a todas luces casual, preparándose siempre para afrontar esa racha en la que, irremediablemente, toque perder.
Amigos fieles hasta el final, e incluso un poco más allá.
Mujeres modernas, dispuestas a darlo todo; agresivas, casi masculinas en la exteriorización de sus deseos y sentimientos, muerta ya la pasividad de sus roles clásicos.
Y nuevamente, un hombre que tiene dificultades a la hora de casar fidelidad y honestidad, franqueza con libre albedrío.
La primera parte de la película, narra la atracción que surge entre el emprendedor, bravucón y asquerosamente seguro de sí mismo, Barney Glasgow y una chica que de inmediato adivinamos en absoluto convencional... una de esas perlas que aparecen en el cine de Hawks, tras la barra de un bar, con traje de noche o emplumadas, cuál aves del paraíso criadas lejos, muy lejos de su hábitat natural.
Son de esos diamantes en bruto que Howard coloca aparentemente al alcance de cualquiera, y que sin embargo, no parecen estar ahí hasta que el protagonista queda deslumbrado por su brillo.
¿Cómo no dejarlo todo, y huir bien lejos con una mujer así?
Come and Get It! comienza como un alegato contra la devastación indiscriminada de los bosques que vienen haciendo las empresas de papel, ha pasado más de un siglo, y tales hechos no paran…
Barney Glasgow, es uno de estos inescrupulosos taladores, y pronto ascenderá en lo económico hasta poseer su propia empresa.
En una secuencia muy bien lograda, veremos el proceso que siguen los acerrados troncos de madera en su desplazamiento a través de canales y de ríos.
Después comienza una historia de amor y de amistad, donde veremos el mejor lado de Glasgow, al lado de su amigo Swan Bostrom.
Y entre ellos, Lotta, la melancólica cantante de bar, y luego su hija que pondrá a caminar en la cabeza al encumbrado empresario, ya maduro, casado, y con 2 hijos.
En todo esto, el destino hará de las suyas, y cada quien, incluido el inconforme hijo del pretencioso Glasgow, encontrará su lugar en esta historia de ambición, de amores y desamores, de ferviente amistad, y de ilusos empeños en los terrenos del amor.
Porque esta historia trata una gran cantidad de temas interesantes:
El conflicto generacional representado entre padre e hijo; la crueldad de la juventud; la dificultad, cuando no imposibilidad, de corregir los errores pasados; las segundas oportunidades; el paso del tiempo, su difícil aceptación, así como la difícil asimilación de la derrota, especialmente en un habitual triunfador; la complejidad de asumir un nuevo rol, de aceptar el cambio de mentalidad que debe producirse al saberse ya mayor, al ver que otros son más jóvenes, al ver como el desprecio y la crueldad en nuestra joven mentalidad, ahora es vengada; asumir que la gente no nos ve como nosotros nos vemos…
Temas que no están mal tratados ni mal planteados, pero a los que les acaba faltando desarrollo en la parte final, con el conflicto más fuerte, el de padre e hijo.
Es como si la película recomenzará y durase 20 minutos, con los problemas que conlleva, cuando padre e hijo luchan por la misma mujer.
Dejando de lado que el prólogo escrito del filme descalifica como “pirata” a uno de estos prohombres pioneros que forjaron la nación por medio del esfuerzo de su frente, la ambición de su espíritu y el ímpetu de su determinación, aquí un individuo que, desde la nada como leñador, se adentró en los espesos y salvajes bosques de Wisconsin para arrancarles el valor que escondían en sus entrañas, la película procede a desmontar la preeminencia del potentado capitalista por una vía alternativa:
El melodrama romántico que, andando los fotogramas, se transforma en melodrama existencial.
Basada en la novela de la escritora Edna Ferber, aunque Howard Hawks repetiría insistentemente que el grueso del relato procedía de las memorias de su propio abuelo, C.W. Howard, miembro destacado del sector papelero en el estado norteño; despliega de esta manera, una historia de fantasmas y redención, puesto que la muchacha que alimenta primero el deseo del hombre irrealizado por culpa de la primacía de apetitos materiales, y que luego regresa de entre los muertos para despertar en él, los rescoldos de esta pasión dormida, y quizás ya irrecuperable, queda encarnada en ambas ocasiones, con acertados matices diferenciadores, por Frances Farmer, en un recurso que retomarán luego extraordinarios filmes sobre la visión absoluta del ideal amoroso capaz de unir a los pueblos del orbe; inclusive con tintes espectrales todavía más pronunciados; y la premisa no es ociosa:
El fantasma, aunque sea alegórico, es una figura terrorífica, directamente conectada con pulsiones de muerte, aquellas mismas que presiente el protagonista en su vejez.
Del mismo modo que, por otra parte, este contexto romántico donde se aplican, remite a una idea puramente sexual, esto es, de fecundación, de vida, de juventud anhelada.
El amor, por tanto, adquiere una dimensión moral, paralela y metafórica en relación con los procedimientos éticos de Glasgow en las finanzas, la cual se establece a partir de la dicotomía entre el amor por conveniencia económica o lasciva, y el amor inmaculado e ideal.
Una disyuntiva que es patrimonio del Séptimo Arte desde el melodrama silente, pero cuya influencia, emanada de los estereotipos y tópicos de la ficción tradicional, le hace hibridarse asimismo en géneros a priori distantes como el “noir”, merced a los dilemas recurrentes que se plantean entre la irresistible “femme fatale” y la discreta mujer redentora, no por nada, hay quien califica al cine negro, como uno de los exponentes nítidos del melodrama masculino, con unas premisas muy similares a este, aunque disimuladas bajo abundantes poses de virilidad.
En cualquier caso, el conflicto de Glasgow contra el “tempus fugit” es el eje sobre el que en realidad gravita la obra al completo, evidenciado no solo en sus intentos de recuperar el amor extraviado, sino también por el enfrentamiento directo, empresarial inicialmente, y sentimental después, con su hijo Richard, en un duelo donde, por comparación, Glasgow Senior aparece como un dinosaurio caduco, carente del presumible olfato para los negocios que le ha llevado a la cima, el vaso de papel es un ejemplo, y enclaustrado en una cerrazón mental que le condena a la nostalgia por una época que, al igual que su enamorada de otros tiempos, ya no volverá; a modo de extinción evidenciada por la creciente injerencia del Estado, presidido por Teddy Roosevelt, sobre la iniciativa empresarial por la vía impositiva y por la vía reglamentaria.
Es a causa de este abrupto contraste, por lo que las iniciativas románticas de Glasgow resultan tan patéticas a ojos del espectador, cosa que no esconde la realización pero, con acierto, tampoco subraya en demasía.
Simplemente quedan explícitos por la rotundidad física, y sobre todo el buen hacer de Arnold, un notable actor de carácter que, con su porte imponente y su voz cavernosa, asumirá este arquetipo de magnate arrogante en películas posteriores como “John Doe”, en la que representará a los poderes fácticos que, mediante testaferros gratos al pueblo engañadizo, manejan el poder a su antojo, la actualidad de esta historia “capriana” es bastante curiosa, por cierto.
A decir verdad, este protagonismo de Edwards es una muestra significativa del carácter atípico de la cinta, así como, por qué no, las facciones anti clásicas de Farmer, una actriz que, además, aplicaba esta ruptura de los cánones también en su vida privada, marcada por un revolucionario ateísmo, independencia y temperamento problemático, que a la postre se vería castigado con severas depresiones, arrestos policiales e internamientos en sanatorios, replicados por leyendas urbanas acerca de tratamientos de electroshock, y seguidos de caídas en el olvido, muertes físicas y resurrecciones cinematográficas.
En este aspecto, los personajes arrojan tremebundas dudas sobre la presunta rectitud que se les atribuiría en estos años de afianzamiento del Código Hays, y de mayor inocencia en el espectador, las afirmaciones de la joven Lotta sobre las proposiciones venideras Glasgow; la forma y el momento en la que el cándido Swan Bostrom, rescata una balada de la memoria mientras sostiene la mirada a su amigo; esa adusta secretaria que, en su maldad rencorosa, sería perfectamente digna de ser el ama de llaves de “Rebecca” (1940)
Un solapado campo de sombras en el que incide la expresiva dirección de la obra, que presenta a esta galería de seres con una extraordinaria precisión.
Y sigue siendo curioso que, aunque no se sabe exactamente qué parte fue dirigida por cada uno de los directores que trabajó en ella, se pueden ver características de ambos directores.
De Hawks, sobre todo en la primera parte, vemos varios temas importantes en su filmografía, como la camaradería entre hombres y trabajadores, así como la descripción perfecta del funcionamiento de la industria maderera, en unas interesantes imágenes casi documentales.
Un aire de aventura, con peleas incluidas, la presencia del juego y el alcohol, y sobre todo, una fuerte presencia femenina de igual a igual con el personaje protagonista masculino.
Un canto a exteriores y a la naturaleza… amenazada.
Es de suponer, que la parte final es la que tiene más presencia de Wyler.
Más interiores y escenas intimistas, más melodrama y ritmo pausado…
En cualquier caso, Wyler siempre mantuvo que esta cinta era un trabajo más de Hawks como otro cualquiera, mostrando un enorme respeto por la labor del director que le precedió en la dirección.
Tanto es así, que el propio Wyler reconocería que las primeras escenas son lo mejor de la cinta, adjudicadas íntegramente a Hawks.
Una honestidad y profesionalidad ejemplar, que por supuesto Hawks, tan admirador de los grandes profesionales, valoraría en su justa medida.
En el campo interpretativo, llama la atención, sobre todo, por 2 aspectos:
La oportunidad de ver al actor secundario Edward Arnold, famoso y recordado sobre todo por sus papeles de frío y despiadado empresario o empresario tierno en distintas producciones de Frank Capra, en un papel protagonista; y también disfrutar de la interpretación y belleza de otra protagonista de lujo, la malograda Frances Farmer, cuyo carácter independiente, la hizo no compartir ni adaptarse al sistema de estudios, y esto impidió que se convirtiera en estrella, además de sus continuos problemas con el alcohol y problemas de salud mental, que como se dijo, la llevaron a la cárcel y a diversos centros de internación siquiátrica que acabaron, ahora sí, de romper su mente y su alma.
También está presente Joel McCrea, que durante la década de los 30 y 40, fue galán indispensable, y cómico fetiche de Preston Sturges.
Tampoco faltan, entre otros, 2 secundarios de lujo:
Walter Brennan y Mary Nash.
Pero sobre todos ellos, destaca el doble papel de Frances Farmer, y Edward Arnold, que es capaz de ofrecer a su personaje que a través de un gesto, sonrisa o mirada, expresa mil sentimientos.
Escenas para el recuerdo, muchas íntimas como ver cómo surge el amor entre 2 jóvenes que primero discuten y se pegan, y luego se ayudan ante una catástrofe casera; o enternezcámonos ante un hombre bueno con cara de Walter Brennan, o disfrutemos de la pelea en un “saloon” donde las bandejas de los camareros sirven de efectiva arma arrojadiza…
Destacable la secuencia inicial, en donde se nos muestra con una exquisita edición el proceso de tala de árbol, para dejarlo como materia prima, aunque en ese sentido, el filme no intenta denunciar nada, y más bien usa las imágenes para crear el escenario de lo que se contara.
Por último, la banda sonora incluye las canciones:
“Aura Lea” de George R. Poulton y W.W. Fosdick; y “The Bird on Nellie's Hat” de Alfred Solman y Arthur J. Lamb.
En la banda sonora, a “Aura Lee” a menudo se le llama “el tema de Lotta”, que fue interpretado por Frances Farmer y un cuarteto no identificado en el bar de LeMaire; y repetido más tarde por ella, Edward Arnold y Walter Brennan.
Su mejor virtud, es la de proporcionar un momento de lucidez en el que la Farmer interpreta a 2 personajes, madre e hija, sucintamente escritos, bien diferenciados en manos de un par de geniales cineastas.
Como dato, “Aura Lee”, se popularizó con las nuevas letras “Love Me Tender” de Elvis Presley, Ken Darby y Vera Matson, en 1956.
“Perhaps too much of everything is as bad as too little”
Las raíces profundas del Medio Oeste, el amor por su gente y por su tierra, son algunos de los elementos inspiradores de la narrativa de Edna Ferber, caracterizada por un lúcido análisis de las tensiones sociales, y dominada por un aliento épico.
Los grandes espacios le fascinaban:
Extensiones naturales interminables, sirven de fondo a una saga de pioneros de Oklahoma en “Cimarron” (1930), a un retrato amargo y corrosivo de la sociedad texana en “Giant” (1950), mientras que el escenario de la novela “Ice Palace” (1958), estoico duelo entre el hombre y la naturaleza, está constituido por los hielos y las montañas inaccesibles de Alaska.
El perfil feminista de su producción, que se manifiesta en el deseo de afirmación y autonomía de los personajes femeninos que creó, refleja los ideales que compartió la propia Edna Ferber durante toda su vida:
Selina Peake es una madre tenaz, que se sacrifica por su hijo en “So Big” (1924), mientras que Magnolia Hawks Ravenal, abandonada por su marido, se resarce convirtiéndose en una cantante de éxito en un barco de vapor en “Show Boat” (1926), una incisiva panorámica de las injusticias y del racismo del Sur, que le dio la máxima notoriedad, y a partir del cual, se extrajo una famosa comedia musical.
Y es que las heroínas de “Dawn O'Hara” (1911), “Fanny Herself” (1917) y “Saratoga Trunk” (1941), son mujeres fuertes, cuya personalidad posee asimismo rasgos típicamente masculinos:
Espíritu de iniciativa, amor por la libertad y confianza en sus propias fuerzas; mientras que los hombres que las acompañan, suelen ser figuras débiles y negativas.
¿Habrá algo más que decir de Come and Get It!?
“¿Qué hace una chica así en un lugar como este?”, se pregunta Barney Glasgow, al ver cantar a una preciosa chica de un “saloon” del siglo XIX, llamada Lotta Morgan.
El de Lotta, era el papel que el director Howard Hawks le había asignado a una joven de 22 años llamada Frances Farmer, a quien vio actuar en los copiones de una película junto a Bing Crosby llamada “Rhythm of The Range”
Era rubia, alta, tenía los ojos azules, y un temperamento rebelde.
Farmer había nacido en Seattle, Washington; y Come and Get It! iba a ser su 4º rol, y el más importante de su carrera.
Samuel Goldwyn la pidió prestada a la Paramount, y Hawks la adoró desde que la vio:
“Siempre lucía como si estuviera brillando”, decía.
La joven se dejó guiar del veterano; y debía hacer 2 papeles:
El de una cabaretera abandonada por Arnold, quien prefiere la seguridad económica al amor; y el de su hija, de quien Arnold se obsesiona años después.
“Pienso que ella tenía más talento que cualquiera con quien alguna vez yo trabajé”, mencionaba Hawks cuando se lo preguntaban.
Y uno ve Come and Get It!, y entiende la admiración de Hawks:
Estaba él asistiendo a la eclosión de una estrella.
Tras la cámara, estaban 2 genios trabajando juntos como directores de fotografía:
Rudolph Maté y Gregg Toland, pero no necesitaban de truco alguno para hacerla ver bien.
Su sonrisa, su mirada, su elegante postura…
Todo en Frances Farmer parecía llevarla al éxito en Hollywood.
“Frances Farmer, primero como Lotta Morgan, la cantante de cabaret, y luego como su hija, no es meramente una delicia para los ojos masculinos, sino una actriz de más mérito del usual, y hay que congratular a Samuel Goldwyn, al haberlo reconocido”, escribe Frank S. Nugent en la reseña que escribió de este filme para The New York Times, el 12 de noviembre de 1936.
Sin embargo, Frances Farmer también se preguntaba que hacía ahí, en medio de un lugar frío llamado Hollywood.
Su promisoria carrera en la industria, se detuvo por muchos problemas; y el 1 de agosto de 1970, falleció a consecuencia de un cáncer de esófago.
Solo hizo 14 películas entre 1936 y 1942, pero su leyenda es tan gigantesca como trágica.
Mientras estuvo en su declive emocional, nadie quiso hacer nunca nada por Frances Farmer.
¿Ya entienden por qué hay una canción de Nirvana que se llama “Frances Farmer Will Have Her Revenge On Seattle?”
Toda una mujer.
“Life has no weapons against a woman like that”
Hay mujeres que le mueven el andamio a cualquiera, y son capaces de subirte al cielo, aunque después sólo te merezcas el infierno en un santiamén.
Algunas, con sólo proponérselo, y otras, ¡las más divinas!, con el sólo hecho de ser, de estar ahí.
Pero en todas, su belleza trasciende la piel, pero comienza en la piel.
Se entremezcla en un todo con su ser… y una magia indescriptible te envuelve, entonces, en una especie de manto etéreo, que te saca del planeta, te produce un encanto fascinante, y te hace sentir que estás ante todo, absolutamente todo lo que deseas de la vida.
Edna Ferber tomó esa idea para una de sus novelas…
Ferber fue una escritora de novelas y cuentos estadounidense, que escribió sobre la vida en El Medio Oeste..
Algunas de sus obras son:
“So Big” (1924) que ganó El Premio Pulitzer; “Show Boat” (1926) convertida en película en al menos 3 ocasiones; “Cimarron” (1930), llevada al cine y ganadora del Oscar como Mejor Película; “Giant” (1950), llevada al cine y ganadora del Oscar al Mejor Director; y “Come and Get It” (1935), que habla sobre cómo un hombre metido de lleno en la industria maderera, se convierte en gran magnate y empresario; pero su ambición le lleva a renunciar al amor de su vida.
Ambientada en los medios madereros de Wisconsin, “Come and Get It” (1935), propone un vigoroso retrato social, al mismo tiempo que compone con singular habilidad, la anécdota sentimental.
Los editores de la novela “Come and Get It” (1935), la han llamado, “el último golpe de boxeo”, lo que significa que ahora, Ferber ha cubierto todos los puntos cardinales.
La historia comienza con El Pánico de 1907, y abarca los agitados años transcurridos del período más dramático de la historia de los Estados Unidos:
La Gran Depresión, los años de prosperidad salvaje que siguieron, la guerra, el armisticio, la prohibición, los días de auge, la depresión más reciente, y la derogación.
El encanto de Ferber radica en representar a la gente común de tal manera que parece mudarte directamente a la casa y vivir con ellos, conociendo todas sus fallas y debilidades triviales, luego reacciones a las cosas simples, sus debilidades y su fortaleza.
El título traducido al español que significa “Ven y tómalo”, es una frase bien conocida en todo el Norte y el Oeste de EEU, y es el grito del cocinero de la choza en el bosque y en las llanuras, que llama a comer, “que está servido”
La novela es la historia de un aserradero y una familia de fabricación de papel.
Es una historia tan bien contada, tan íntima en los detalles, y tan explotada de forma natural, que el lector en realidad huele el olor de los pinos y las piceas, y siente los fríos estallidos de los helados inviernos de Wisconsin.
Todo inicia en esos días de tumulto, que parecía haber sido el grito de los propios bosques, y es exactamente lo que hicieron los barones de la madera:
Destruyeron los bosques, y abandonaron la tierra despojada.
El personaje principal es Barney Glasgow, un barón de la madera de Wisconsin, un muchacho de chabolas, que se abrió paso desde los más toscos campamentos, hasta El Palacio del multimillonario.
Pasó gran parte de su vida en la creación de su fortuna que casi se perdió por un romance por completo.
Que el autor “vea las cosas”, se manifiesta fácilmente en todos sus escritos.
Es concebible que Ferber haya pasado un año o más en el bosque juntando material para esta novela; pues ella sabe cómo piensa y actúa el leñador.
Sin embargo, la historia no contiene ninguna técnica especial, y eso es parte de su naturalidad:
La fabricación de papel y el proceso de la madera, simplemente encajan en el patrón de la historia progresiva, deslizándose en sus lugares comunes como una parte del componente delicadamente construido.
El libro trata de las vidas de 4 generaciones de una familia, una docena más o menos; y recoge sus vidas casi, a veces siempre, desde el principio, y los lleva a cabo, a lo largo de los años.
Pero Ferber nunca tiene que esforzarse para tener suspenso:
Ella nunca se desvía de su camino para crear una situación inverosímil, un subterfugio casual para provocar un dramático desenlace.
Eso, también, es parte de su sabiduría y su encanto de escritura de historias.
Ella, evidentemente cree que la vida tal como es vivida naturalmente, está llena de drama y emoción para hacer una historia legible y, debido a esta creencia, sus personajes son del tipo que conoces todos los días; son miembros del vecindario.
Porque uno lee uno de sus libros, y es como estar de pie detrás de las cortinas de tu propia casa, mirando a la gente de al lado con una mirilla, viendo todas sus características, sus emociones, y su naturalidad.
Ella lleva a sus personajes principales al romance y a la tragedia, y los descarta con un gesto cuando se les acaba el tiempo.
Luego, toma los hilos con una mano hábil, y teje un patrón para las vidas de los que quedan para continuar.
Ella los lleva de la pobreza a la riqueza, y los arrastra a lo cotidiano, después de una orgía de gasto y lujo.
Y de todo esto, Ferber trae a los capítulos finales, 2 personajes que valen la pena, que son lo que son, debido a las condiciones que crearon su camino de existencia.
Entonces, tomando “Come and Get It” (1935), de principio a fin, es una historia absorbente y magníficamente realizada; o es más que eso, es una epopeya, una saga del bosque del Medio Oeste, hecha a veces en tonos pastel, a veces con toques fuertes y atrevidos, y tan artísticamente mezclados, que apenas sabes dónde terminan los pasteles y comienzan los trazos abruptos.
Es un panorama, si se quiere, que abarca los años atemorizados que temblaban entre 2 Pánicos, intercalados con fragmentos de desechos y explosiones llamadas humanidad.
Destella delante de ti, los años felices que siguieron a los tristes, la risa que siguió a las lágrimas.
Comienza con el apogeo de Theodore Roosevelt, del que se dice mucho, y termina con otro Roosevelt, Franklin D.
“Come and Get It” (1935), es el tipo de libro para que los productores cinematográficos lo desarrollen, pues encuentran aquí algo que es verdaderamente estadounidense, limpio y saludable, y eso da una idea de qué tipo de historia es, un capítulo limpio de EEUU.
Desde el principio, como se ha dicho, las novelas de Edna Ferber son “best sellers” de calidad en las librerías, y fueron captadas por Hollywood.
“All were softened by the chiffon veil of Time”
Come and Get It! es un drama del año 1936, dirigido por Howard Hawks y William Wyler.
Protagonizado por Edward Arnold, Joel McCrea, Frances Farmer, Walter Brennan, Mady Christians, Mary Nash, Andrea Leeds, Frank Shields, Edwin Maxwell, Cecil Cunningham, Charles Halton, entre otros.
El guión es de Jane Murfin y Jules Furthman, basado en la novela del mismo título, escrita por Edna Ferber, que expone la falibilidad, decadencia y destrucción del superhombre capitalista:
El individuo que lo depreda todo por su voluntad inquebrantable, capaz de construir su fortuna, incluso en el sentido metafísico del término; el derribo del Atlas sostenedor del mundo al que canta la naturaleza ideológica y propagandística de los Estados Unidos, país de las oportunidades.
El productor Samuel Goldwyn, pagó $150.000 por los derechos de la novela de Edna Ferber, quien se la vendió confiada en que entendía que había tenido la intención de que fuera “principalmente una historia de la violación de Estados Unidos, por los entonces barones ladrones mayoristas”
Pero Goldwyn se sintió atraído por los melodramáticos aspectos de la historia de Barbary Coast, que lo llevaron a contratar al director de esa película, Howard Hawks, para llevar Come and Get It! a la pantalla.
También estaba intrigado por el hecho de que el abuelo del director Howard Hawks había servido de base para el personaje de Barney Glasgow:
C.W. Howard, era un barón de papel en Neenah, Wisconsin, donde Howard Hawks pasó parte de su primera infancia.
Butte des Morts, el escenario de la película, se describe en el libro como una pequeña ciudad entre Neenah y Menasha.
Ferber, había aprobado el guión de Jane Murfin, que a Hawks le parecía deficiente, y la convenció a ella y a Goldwyn, para que le permitieran traer a Jules Furthman a trabajar en una reescritura.
La versión de Howard Hawks, de que fue “despedido” es que no lo fue… más bien, se retiró, después de negarse a estar de acuerdo con Samuel Goldwyn, quien quería que la narrativa se mantuviera más cerca de la del libro.
Y es que Goldwyn había estado enfermo y ausente durante los 42 días de rodaje, que Hawks dirigió, y no estaba al tanto de las reescrituras de Hawks.
Hawks dejó la producción, con solo 14 días por delante; y fue reemplazado por William Wyler, después de que Hawks fue grosero con el productor Samuel Goldwyn.
Hawks declaró, que la contribución de William Wyler fue de solo 10 minutos de tiempo de pantalla.
Sin embargo, generalmente se cree que Wyler dirigió los últimos 30 minutos de la película.
Algunos creen que Hawks fue eliminado de la película, porque Goldwyn sentía que estaba “demasiado implicado personalmente” en el tema.
A lo que Wyler se negó en redondo, fue a aparecer en solitario en los títulos de crédito, exigiendo que apareciera también Hawks, y en primer lugar.
El estreno mundial de Come and Get It! fue en el Teatro Liberty en Seattle, Washington, donde Frances Farmer una vez trabajó como acomodadora.
Por su actuación, Walter Brennan se convirtió en el primer receptor del Premio Oscar de La Academia al Mejor Actor de Reparto.
Edward Curtiss fue nominado para El Premio de La Academia a la mejor edición de la película, pero perdió ante Ralph Dawson por “Anthony Adverse”
Como dato, en el lapso de 4 años, de 1936 a 1940, Walter Brennan ganó 3 Premios Oscar de actuación, sin precedentes; los otros filmes eran:
“Kentucky” (1938) y “The Westerner” (1940), una hazaña sin igual, hasta que Katharine Hepburn ganó su 3ª estatuilla como Mejor Actriz por “The Lion In Winter” (1968)
El éxito de Brennan en los Oscar, se debió en gran medida al hecho de que el Screen Extras Guild, lo votó constantemente, ya que Brennan había sido un extra durante muchos años hasta su éxito como uno de los actores de carácter más respetados de Hollywood.
Las escenas exteriores de Come and Get It!, se filmaron a lo largo del North Fork Clearwater River, en Idaho; y transcurre en el año 1884, en una de las regiones más inhóspitas de Wisconsin.
El despiadado capataz de leñador, Barney Glasgow (Edward Arnold) no se detendrá ante nada para lograr su objetivo, convertirse algún día en el jefe de la industria maderera en el siglo XIX en Wisconsin.
Su determinación de tener éxito, lo lleva a terminar su relación con la cantante de salón, Lotta Morgan (Frances Farmer), y casarse por interés con Emma Louise Hewitt (Mary Nash), la hija de su jefe, Jed Hewett (Charles Halton), para asegurar una sociedad en su negocio.
Más de 2 décadas después, un rico y exitoso hijo de Barney y Emma Louise, Richard (Joel McCrea), se opone enérgicamente a la práctica de su padre, de destruir bosques sin plantar nuevos árboles.
Posteriormente, Barney visita a su viejo amigo, Swan Bostrom (Walter Brennan), quien se casó con Lotta cuando Barney la rechazó.
Swan, es ahora un viudo que cría una hija, también llamada Lotta (Frances Farmer), quien tiene un parecido sorprendente con su madre; y por ello, Barney se siente atraído por la niña y, tontamente con la esperanza de recuperar el amor que abandonó cuando era joven, se ofrece a financiar su educación.
Las complicaciones surgen cuando Richard conoce a Lotta, y se interesa mucho por ella, lo cual es correspondido, para disgusto y celos de Barney.
Come and Get It! puede ser una película de bajo perfil, de las dirigidas por las leyendas del cine de Hollywood, Howard Hawks y William Wyler, pero goza como la mayoría de sus grandes producciones, de una narrativa muy disfrutable, enfocada en lo que se cuenta, sin perder el horizonte.
En sí, la historia de fondo es muy destacable, tal vez sea asunto del mismo material de origen, aun así, el filme mantiene un nivel óptimo, y resulta una interesante historia de amores viejos reencarnados, una historia de 3 hombres enamorados de la misma mujer en épocas diferentes, con una primera parte muy dinámica y divertida; y una segunda parte, donde la historia gira radicalmente hacia el drama.
Come and Get It!, es una más de esas interesantes películas hoy en día caídas en el olvido, no es perfecta, pero si es una historia realmente entretenida e intensa, una de esas historias que nos contaba la vida de un hombre y familia a lo largo de los años, y sacaba los defectos y virtudes de todos sus miembros, los fracasos y triunfos, los errores y aciertos, los amores y odios…
¡Como la vida misma!
“A closed mind is a dying mind”
Come and Get It! es una película interesante por varios aspectos:
Es una de esas grandes películas que se realizaban en el sistema de estudios, y por tanto, contaba con los mejores técnicos, actores principales y secundarios, compositores, guionistas… y todo bajo la mirada férrea del productor Samuel Goldwyn.
Y también cuenta con la peculiaridad de estar firmada por 2 grandes directores del momento.
Precisamente, la dirección es uno de los puntos de polémica respecto del film, puesto que la firma de los créditos se divide, sin que los historiadores de cine consigan atribuir con exactitud, la parte de cada cual, entre 2 colosos:
Howard Hawks, y William Wyler.
El motivo es que Hawks, que comenzó teniendo las riendas del proyecto, terminaría presentando su renuncia según unos, siendo expulsado según otros, debido a sus discusiones con Samuel Goldwyn, todopoderoso productor de la obra, a raíz de la sugerencia de posibles modificaciones sobre el libreto original, de ahí las alusiones del cineasta a las vivencias su antepasado.
De una u otra forma, acabaría por ser relevado por Wyler, un director de la total confianza del mandamás:
“Yo hago las películas; Willy solo las dirige”, reza uno de los ejemplos de su célebre y extenso catálogo de sentencias.
Sin embargo, tampoco sería arriesgado identificar las espectaculares escenas de trabajo en los terrenos de talado y el aserradero con el estilo documental, riguroso y potente a la vez, que Hawks había exhibido anteriormente en películas suyas.
Inicialmente Goldwyn anunció que Miriam Hopkins desempeñaría el doble papel de Lotta Morgan y Lotta Bostrom, pero Hawks no estaba contento con su elección.
Miró numerosas pruebas de pantalla de aspirantes a estrellas, y finalmente se decidió por Andrea Leeds, quien anteriormente había desempeñado papeles menores, o no acreditados en un puñado de películas; y eventualmente la reemplazó con la aún menos experimentada Frances Farmer, y eligió a Leeds para el papel secundario de Evvie Glasgow, la hermana menor de Richard.
Goldwyn intentó pedir prestado a Spencer Tracy de MGM, para el papel principal de Barney Glasgow, pero Louis B. Mayer se negó a dejarlo trabajar para su principal rival, por lo que el contratado fue Edward Arnold, que recibió el papel.
Poco después de que comenzara la filmación, Goldwyn se sometió a 2 cirugías importantes, que lo incapacitaron durante un largo período de tiempo, manteniéndolo alejado del estudio y de las prisas diarias.
Hawks aprovechó la situación, y le permitió a Furthman cambiar completamente el tono de la historia original de Ferber; el esbelto Walter Brennan como Swan Bostrom, un hombre que Ferber describió como “el hombre más fuerte del bosque del norte”; y organizar un calendario de rodaje y un presupuesto que Goldwyn nunca hubiera aprobado.
Al regresar al estudio, Goldwyn vio un corte aproximado de la película, y se sorprendió al descubrir que Hawks había cambiado el enfoque de la destrucción desenfrenada de la tierra, a un triángulo amoroso en el que Barney Glasgow y Swan Bostrom competían por los afectos de la lujuriosa Lotta Morgan.
El personaje de Richard Glasgow, que pretendía ser el segundo candidato, apenas estaba en la película, que estaba lleno de negocios improvisados parecidos a Hawks.
Cuando el director se negó a cumplir con las demandas de cambios importantes de Goldwyn, el productor despidió a Hawks del proyecto.
William Wyler, había comenzado el trabajo de post-producción en Dodsworth, cuando lo citaron en la casa de Goldwyn, y le dijeron que estaría completando Come and Get It!
Wyler era reacio a hacerse cargo de una película iniciada por otra persona, pero Goldwyn lo amenazó con suspenderlo si se negaba a aceptar la tarea.
Lo hizo de mala gana, y en años posteriores recordó:
“Me convencieron para que lo hiciera, y lo lamento desde entonces.
La película no fue muy buena”
Wyler pasó 2 semanas filmando lo que equivalía aproximadamente al tercio final de la película completa.
Se opuso enérgicamente al deseo de Goldwyn de otorgarle el mérito exclusivo de dirección, y prefirió que su nombre no se adjunte a la película en absoluto.
Finalmente cedió, pero solo cuando Goldwyn aceptó darle a Hawks la mejor facturación.
Wyler nunca consideró Come and Get It! como parte de su filmografía, y la repudió cada vez que pudo, aunque le gustó mucho a Ferber, que elogió a Goldwyn “por el coraje, la sagacidad y el poder de decisión que demostró al tirar la idea final de los Hawks, y emprender la gigantesca tarea de hacer lo que equivale a una nueva imagen”; porque el filme es sobre un grupo de profesionales haciendo lo que mejor saben hacer, rudos leñadores que acarrean enormes troncos río abajo, y que aprovechan las pausas entre viaje y viaje, para armar gresca en las tabernas.
Hombres que juegan y ganan, aunque realmente no parezcan darle mucha importancia a esta circunstancia a todas luces casual, preparándose siempre para afrontar esa racha en la que, irremediablemente, toque perder.
Amigos fieles hasta el final, e incluso un poco más allá.
Mujeres modernas, dispuestas a darlo todo; agresivas, casi masculinas en la exteriorización de sus deseos y sentimientos, muerta ya la pasividad de sus roles clásicos.
Y nuevamente, un hombre que tiene dificultades a la hora de casar fidelidad y honestidad, franqueza con libre albedrío.
La primera parte de la película, narra la atracción que surge entre el emprendedor, bravucón y asquerosamente seguro de sí mismo, Barney Glasgow y una chica que de inmediato adivinamos en absoluto convencional... una de esas perlas que aparecen en el cine de Hawks, tras la barra de un bar, con traje de noche o emplumadas, cuál aves del paraíso criadas lejos, muy lejos de su hábitat natural.
Son de esos diamantes en bruto que Howard coloca aparentemente al alcance de cualquiera, y que sin embargo, no parecen estar ahí hasta que el protagonista queda deslumbrado por su brillo.
¿Cómo no dejarlo todo, y huir bien lejos con una mujer así?
Come and Get It! comienza como un alegato contra la devastación indiscriminada de los bosques que vienen haciendo las empresas de papel, ha pasado más de un siglo, y tales hechos no paran…
Barney Glasgow, es uno de estos inescrupulosos taladores, y pronto ascenderá en lo económico hasta poseer su propia empresa.
En una secuencia muy bien lograda, veremos el proceso que siguen los acerrados troncos de madera en su desplazamiento a través de canales y de ríos.
Después comienza una historia de amor y de amistad, donde veremos el mejor lado de Glasgow, al lado de su amigo Swan Bostrom.
Y entre ellos, Lotta, la melancólica cantante de bar, y luego su hija que pondrá a caminar en la cabeza al encumbrado empresario, ya maduro, casado, y con 2 hijos.
En todo esto, el destino hará de las suyas, y cada quien, incluido el inconforme hijo del pretencioso Glasgow, encontrará su lugar en esta historia de ambición, de amores y desamores, de ferviente amistad, y de ilusos empeños en los terrenos del amor.
Porque esta historia trata una gran cantidad de temas interesantes:
El conflicto generacional representado entre padre e hijo; la crueldad de la juventud; la dificultad, cuando no imposibilidad, de corregir los errores pasados; las segundas oportunidades; el paso del tiempo, su difícil aceptación, así como la difícil asimilación de la derrota, especialmente en un habitual triunfador; la complejidad de asumir un nuevo rol, de aceptar el cambio de mentalidad que debe producirse al saberse ya mayor, al ver que otros son más jóvenes, al ver como el desprecio y la crueldad en nuestra joven mentalidad, ahora es vengada; asumir que la gente no nos ve como nosotros nos vemos…
Temas que no están mal tratados ni mal planteados, pero a los que les acaba faltando desarrollo en la parte final, con el conflicto más fuerte, el de padre e hijo.
Es como si la película recomenzará y durase 20 minutos, con los problemas que conlleva, cuando padre e hijo luchan por la misma mujer.
Dejando de lado que el prólogo escrito del filme descalifica como “pirata” a uno de estos prohombres pioneros que forjaron la nación por medio del esfuerzo de su frente, la ambición de su espíritu y el ímpetu de su determinación, aquí un individuo que, desde la nada como leñador, se adentró en los espesos y salvajes bosques de Wisconsin para arrancarles el valor que escondían en sus entrañas, la película procede a desmontar la preeminencia del potentado capitalista por una vía alternativa:
El melodrama romántico que, andando los fotogramas, se transforma en melodrama existencial.
Basada en la novela de la escritora Edna Ferber, aunque Howard Hawks repetiría insistentemente que el grueso del relato procedía de las memorias de su propio abuelo, C.W. Howard, miembro destacado del sector papelero en el estado norteño; despliega de esta manera, una historia de fantasmas y redención, puesto que la muchacha que alimenta primero el deseo del hombre irrealizado por culpa de la primacía de apetitos materiales, y que luego regresa de entre los muertos para despertar en él, los rescoldos de esta pasión dormida, y quizás ya irrecuperable, queda encarnada en ambas ocasiones, con acertados matices diferenciadores, por Frances Farmer, en un recurso que retomarán luego extraordinarios filmes sobre la visión absoluta del ideal amoroso capaz de unir a los pueblos del orbe; inclusive con tintes espectrales todavía más pronunciados; y la premisa no es ociosa:
El fantasma, aunque sea alegórico, es una figura terrorífica, directamente conectada con pulsiones de muerte, aquellas mismas que presiente el protagonista en su vejez.
Del mismo modo que, por otra parte, este contexto romántico donde se aplican, remite a una idea puramente sexual, esto es, de fecundación, de vida, de juventud anhelada.
El amor, por tanto, adquiere una dimensión moral, paralela y metafórica en relación con los procedimientos éticos de Glasgow en las finanzas, la cual se establece a partir de la dicotomía entre el amor por conveniencia económica o lasciva, y el amor inmaculado e ideal.
Una disyuntiva que es patrimonio del Séptimo Arte desde el melodrama silente, pero cuya influencia, emanada de los estereotipos y tópicos de la ficción tradicional, le hace hibridarse asimismo en géneros a priori distantes como el “noir”, merced a los dilemas recurrentes que se plantean entre la irresistible “femme fatale” y la discreta mujer redentora, no por nada, hay quien califica al cine negro, como uno de los exponentes nítidos del melodrama masculino, con unas premisas muy similares a este, aunque disimuladas bajo abundantes poses de virilidad.
En cualquier caso, el conflicto de Glasgow contra el “tempus fugit” es el eje sobre el que en realidad gravita la obra al completo, evidenciado no solo en sus intentos de recuperar el amor extraviado, sino también por el enfrentamiento directo, empresarial inicialmente, y sentimental después, con su hijo Richard, en un duelo donde, por comparación, Glasgow Senior aparece como un dinosaurio caduco, carente del presumible olfato para los negocios que le ha llevado a la cima, el vaso de papel es un ejemplo, y enclaustrado en una cerrazón mental que le condena a la nostalgia por una época que, al igual que su enamorada de otros tiempos, ya no volverá; a modo de extinción evidenciada por la creciente injerencia del Estado, presidido por Teddy Roosevelt, sobre la iniciativa empresarial por la vía impositiva y por la vía reglamentaria.
Es a causa de este abrupto contraste, por lo que las iniciativas románticas de Glasgow resultan tan patéticas a ojos del espectador, cosa que no esconde la realización pero, con acierto, tampoco subraya en demasía.
Simplemente quedan explícitos por la rotundidad física, y sobre todo el buen hacer de Arnold, un notable actor de carácter que, con su porte imponente y su voz cavernosa, asumirá este arquetipo de magnate arrogante en películas posteriores como “John Doe”, en la que representará a los poderes fácticos que, mediante testaferros gratos al pueblo engañadizo, manejan el poder a su antojo, la actualidad de esta historia “capriana” es bastante curiosa, por cierto.
A decir verdad, este protagonismo de Edwards es una muestra significativa del carácter atípico de la cinta, así como, por qué no, las facciones anti clásicas de Farmer, una actriz que, además, aplicaba esta ruptura de los cánones también en su vida privada, marcada por un revolucionario ateísmo, independencia y temperamento problemático, que a la postre se vería castigado con severas depresiones, arrestos policiales e internamientos en sanatorios, replicados por leyendas urbanas acerca de tratamientos de electroshock, y seguidos de caídas en el olvido, muertes físicas y resurrecciones cinematográficas.
En este aspecto, los personajes arrojan tremebundas dudas sobre la presunta rectitud que se les atribuiría en estos años de afianzamiento del Código Hays, y de mayor inocencia en el espectador, las afirmaciones de la joven Lotta sobre las proposiciones venideras Glasgow; la forma y el momento en la que el cándido Swan Bostrom, rescata una balada de la memoria mientras sostiene la mirada a su amigo; esa adusta secretaria que, en su maldad rencorosa, sería perfectamente digna de ser el ama de llaves de “Rebecca” (1940)
Un solapado campo de sombras en el que incide la expresiva dirección de la obra, que presenta a esta galería de seres con una extraordinaria precisión.
Y sigue siendo curioso que, aunque no se sabe exactamente qué parte fue dirigida por cada uno de los directores que trabajó en ella, se pueden ver características de ambos directores.
De Hawks, sobre todo en la primera parte, vemos varios temas importantes en su filmografía, como la camaradería entre hombres y trabajadores, así como la descripción perfecta del funcionamiento de la industria maderera, en unas interesantes imágenes casi documentales.
Un aire de aventura, con peleas incluidas, la presencia del juego y el alcohol, y sobre todo, una fuerte presencia femenina de igual a igual con el personaje protagonista masculino.
Un canto a exteriores y a la naturaleza… amenazada.
Es de suponer, que la parte final es la que tiene más presencia de Wyler.
Más interiores y escenas intimistas, más melodrama y ritmo pausado…
En cualquier caso, Wyler siempre mantuvo que esta cinta era un trabajo más de Hawks como otro cualquiera, mostrando un enorme respeto por la labor del director que le precedió en la dirección.
Tanto es así, que el propio Wyler reconocería que las primeras escenas son lo mejor de la cinta, adjudicadas íntegramente a Hawks.
Una honestidad y profesionalidad ejemplar, que por supuesto Hawks, tan admirador de los grandes profesionales, valoraría en su justa medida.
En el campo interpretativo, llama la atención, sobre todo, por 2 aspectos:
La oportunidad de ver al actor secundario Edward Arnold, famoso y recordado sobre todo por sus papeles de frío y despiadado empresario o empresario tierno en distintas producciones de Frank Capra, en un papel protagonista; y también disfrutar de la interpretación y belleza de otra protagonista de lujo, la malograda Frances Farmer, cuyo carácter independiente, la hizo no compartir ni adaptarse al sistema de estudios, y esto impidió que se convirtiera en estrella, además de sus continuos problemas con el alcohol y problemas de salud mental, que como se dijo, la llevaron a la cárcel y a diversos centros de internación siquiátrica que acabaron, ahora sí, de romper su mente y su alma.
También está presente Joel McCrea, que durante la década de los 30 y 40, fue galán indispensable, y cómico fetiche de Preston Sturges.
Tampoco faltan, entre otros, 2 secundarios de lujo:
Walter Brennan y Mary Nash.
Pero sobre todos ellos, destaca el doble papel de Frances Farmer, y Edward Arnold, que es capaz de ofrecer a su personaje que a través de un gesto, sonrisa o mirada, expresa mil sentimientos.
Escenas para el recuerdo, muchas íntimas como ver cómo surge el amor entre 2 jóvenes que primero discuten y se pegan, y luego se ayudan ante una catástrofe casera; o enternezcámonos ante un hombre bueno con cara de Walter Brennan, o disfrutemos de la pelea en un “saloon” donde las bandejas de los camareros sirven de efectiva arma arrojadiza…
Destacable la secuencia inicial, en donde se nos muestra con una exquisita edición el proceso de tala de árbol, para dejarlo como materia prima, aunque en ese sentido, el filme no intenta denunciar nada, y más bien usa las imágenes para crear el escenario de lo que se contara.
Por último, la banda sonora incluye las canciones:
“Aura Lea” de George R. Poulton y W.W. Fosdick; y “The Bird on Nellie's Hat” de Alfred Solman y Arthur J. Lamb.
En la banda sonora, a “Aura Lee” a menudo se le llama “el tema de Lotta”, que fue interpretado por Frances Farmer y un cuarteto no identificado en el bar de LeMaire; y repetido más tarde por ella, Edward Arnold y Walter Brennan.
Su mejor virtud, es la de proporcionar un momento de lucidez en el que la Farmer interpreta a 2 personajes, madre e hija, sucintamente escritos, bien diferenciados en manos de un par de geniales cineastas.
Como dato, “Aura Lee”, se popularizó con las nuevas letras “Love Me Tender” de Elvis Presley, Ken Darby y Vera Matson, en 1956.
“Perhaps too much of everything is as bad as too little”
Las raíces profundas del Medio Oeste, el amor por su gente y por su tierra, son algunos de los elementos inspiradores de la narrativa de Edna Ferber, caracterizada por un lúcido análisis de las tensiones sociales, y dominada por un aliento épico.
Los grandes espacios le fascinaban:
Extensiones naturales interminables, sirven de fondo a una saga de pioneros de Oklahoma en “Cimarron” (1930), a un retrato amargo y corrosivo de la sociedad texana en “Giant” (1950), mientras que el escenario de la novela “Ice Palace” (1958), estoico duelo entre el hombre y la naturaleza, está constituido por los hielos y las montañas inaccesibles de Alaska.
El perfil feminista de su producción, que se manifiesta en el deseo de afirmación y autonomía de los personajes femeninos que creó, refleja los ideales que compartió la propia Edna Ferber durante toda su vida:
Selina Peake es una madre tenaz, que se sacrifica por su hijo en “So Big” (1924), mientras que Magnolia Hawks Ravenal, abandonada por su marido, se resarce convirtiéndose en una cantante de éxito en un barco de vapor en “Show Boat” (1926), una incisiva panorámica de las injusticias y del racismo del Sur, que le dio la máxima notoriedad, y a partir del cual, se extrajo una famosa comedia musical.
Y es que las heroínas de “Dawn O'Hara” (1911), “Fanny Herself” (1917) y “Saratoga Trunk” (1941), son mujeres fuertes, cuya personalidad posee asimismo rasgos típicamente masculinos:
Espíritu de iniciativa, amor por la libertad y confianza en sus propias fuerzas; mientras que los hombres que las acompañan, suelen ser figuras débiles y negativas.
¿Habrá algo más que decir de Come and Get It!?
“¿Qué hace una chica así en un lugar como este?”, se pregunta Barney Glasgow, al ver cantar a una preciosa chica de un “saloon” del siglo XIX, llamada Lotta Morgan.
El de Lotta, era el papel que el director Howard Hawks le había asignado a una joven de 22 años llamada Frances Farmer, a quien vio actuar en los copiones de una película junto a Bing Crosby llamada “Rhythm of The Range”
Era rubia, alta, tenía los ojos azules, y un temperamento rebelde.
Farmer había nacido en Seattle, Washington; y Come and Get It! iba a ser su 4º rol, y el más importante de su carrera.
Samuel Goldwyn la pidió prestada a la Paramount, y Hawks la adoró desde que la vio:
“Siempre lucía como si estuviera brillando”, decía.
La joven se dejó guiar del veterano; y debía hacer 2 papeles:
El de una cabaretera abandonada por Arnold, quien prefiere la seguridad económica al amor; y el de su hija, de quien Arnold se obsesiona años después.
“Pienso que ella tenía más talento que cualquiera con quien alguna vez yo trabajé”, mencionaba Hawks cuando se lo preguntaban.
Y uno ve Come and Get It!, y entiende la admiración de Hawks:
Estaba él asistiendo a la eclosión de una estrella.
Tras la cámara, estaban 2 genios trabajando juntos como directores de fotografía:
Rudolph Maté y Gregg Toland, pero no necesitaban de truco alguno para hacerla ver bien.
Su sonrisa, su mirada, su elegante postura…
Todo en Frances Farmer parecía llevarla al éxito en Hollywood.
“Frances Farmer, primero como Lotta Morgan, la cantante de cabaret, y luego como su hija, no es meramente una delicia para los ojos masculinos, sino una actriz de más mérito del usual, y hay que congratular a Samuel Goldwyn, al haberlo reconocido”, escribe Frank S. Nugent en la reseña que escribió de este filme para The New York Times, el 12 de noviembre de 1936.
Sin embargo, Frances Farmer también se preguntaba que hacía ahí, en medio de un lugar frío llamado Hollywood.
Su promisoria carrera en la industria, se detuvo por muchos problemas; y el 1 de agosto de 1970, falleció a consecuencia de un cáncer de esófago.
Solo hizo 14 películas entre 1936 y 1942, pero su leyenda es tan gigantesca como trágica.
Mientras estuvo en su declive emocional, nadie quiso hacer nunca nada por Frances Farmer.
¿Ya entienden por qué hay una canción de Nirvana que se llama “Frances Farmer Will Have Her Revenge On Seattle?”
Toda una mujer.
“Life has no weapons against a woman like that”
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