The Gang's All Here
“Where's your imagination?”
La aparición del sonido en el cine supuso cambios sustanciales para el negocio cinematográfico de Hollywood.
Por una parte, el trauma sufrido por algunos actores, cuya voz no se correspondía con el tipo de personajes que interpretaban; y por otra, la inmovilidad a la que se debió condenar a la cámara para evitar el registro de los ruidos que esta hiciera.
Con el cine silente, Hollywood llegaba a todos los confines de La Tierra con sus producciones; y con el cine sonoro veía un problema casi insalvable para llegar al público de otros idiomas.
Pero nada es imposible para La Meca del Cine, que encontró la manera de seguir atiborrando las pantallas internacionales con sus producciones; y en ese plan se concentraron los estudios que con años de experiencia, debían buscar una identificación propia; y para ello contrataron a sus directores, artistas y técnicos exclusivos, y se dedicaron a establecer un estilo creativo en función de determinados temas.
Es así como nacen los géneros cinematográficos.
Cada estudio era el responsable:
El director hasta entonces era solo un empleado fácilmente reemplazable de la producción de los filmes que señalarían su marca.
A partir de entonces, el cine que realizaban se catalogó como “western”, cine negro, comedias…
Por eso, hablar del musical en el cine, nos lleva a los años 30 de Hollywood.
Esa década especialmente, fue signada por 2 estilos claramente identificables que podrían resumirse en 2 nombres:
La dupla Fred Astaire & Ginger Rogers, y el de Busby Berkeley, especialista en el “camp”, la composición y lo colosal.
“Camp” es un tipo de sensibilidad estética del arte popular que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración; y es una corriente artística relacionada con las formas del arte “kitsch”, considerado como una copia inferior y sin gusto de estilos existentes que tienen algún grado de valor artístico reconocido.
Suelen identificarse sus cualidades atractivas bajo los parámetros de la banalidad, la vulgaridad, la artificialidad, el humorismo, la ostentosidad y el carácter afeminado.
En el habla inglesa, suelen aplicarse los adjetivos de “campy” o “cheesy” a expresiones culturales que tienen cualidades de la estética “camp”; y según el teórico Samuel R. Delany, el término “camp” se desarrolló a partir de las prácticas sexuales del travestismo y la prostitución que acudían a los campos militares para ofrecer servicios sexuales a los soldados.
Luego, el término “camp” tomó un significado distinto, siendo utilizado como un concepto para referirse a la estética y sensibilidad artística electa por hombres homosexuales de la clase trabajadora.
En el cine, se desarrolló una identidad cultural que prosperó en el cine de los años 1940 a los años 1950, en el que se desarrolla un tipo de “camp” alegórico que plasmaba sus características en los inicios del “chick flick”, caracterizado principalmente por la protagonización de una actriz reconocida, que registraba distintos estereotipos sociales dentro de las características del personaje, una de las icónicas era Carmen Miranda en el film The Gang's All Here (1943), dirigido por Busby Berkeley.
Y es que siempre me ha llamado la atención la gente con talento, y William Berkeley Enos, más conocido como Busby Berkeley, director de cine de Hollywood y coreógrafo estadounidense, era un virtuoso; siendo el primero que proyectó el espectáculo dancístico más allá del simple escenario, convirtiéndose en el responsable absoluto de los números artísticos, aunque fueran firmados por otros directores.
Sus coreografías espectaculares, se caracterizan por una unidad de estilo, ya que él mismo intervenía en la puesta en escena, desde la posición y movimientos de la cámara, hasta el montaje; y fue famoso por sus elaborados números musicales que incluían complejas formas geométricas.
Sus trabajos requerían un gran número de “showgirls” y elementos para imitar un efecto de caleidoscopio.
Todo comenzó como director de teatro, al igual que otros directores de cine; pero a diferencia de otros directores, creía que la cámara debía tener movimiento, y filmó desde ángulos inusuales para el público de esa época, tomas que no podían ser obtenidas en otro tipo películas.
Es por esto que su rol en el género de los musicales es tan importante.
El salto al campo de la coreografía no tardaría mucho en llegar, aunque su formación específica en este terreno era inexistente, y su experiencia como aprendiz escasa; sin embargo, pronto llamó la atención de los especialistas por su eficaz manejo de los ritmos del jazz, y sus espectaculares movimientos de masas en escena, lo que le valdría ser llamado por la industria cinematográfica de Hollywood, para coreografiar a gran escala los números musicales de una película que pretendía romper con los esquemas un tanto estáticos del cine sonoro, que apenas estaba comenzando su andadura y, por tanto, evidenciaba las dificultades para desligarse de las ataduras que imponía el poco manejable registro de sonido.
Berkeley hizo su debut artístico a la edad de 5 años, actuando en la compañía teatral de su familia; y durante La Primera Guerra Mundial, Berkeley sirvió como Teniente de artillería, donde aprendió la dificultad de estar a cargo de un gran número de personas.
Durante los años 20, Berkeley fue un director de danza en cerca de una docena de musicales en Broadway, incluyendo obras como:
“A Connecticut Yankee” (1927)
Y como coreógrafo, Berkeley no utilizó tanto la habilidad individual de sus bailarinas, sino a grandes cantidades de ellas para crear figuras geométricas.
Sus números musicales eran los más grandes de Broadway; y la única manera de conseguir que fuesen aún más grandes, era trasladándolos al cine, cosa que hizo con la llegada del cine sonoro.
Para sus primeros trabajos cinematográficos, no apareció en los créditos, por ejemplo “Bird of Paradise” (1932) de King Vidor, que no es un musical, pero donde crea algunas coreografías para un grupo de aldeanos habitantes de una isla polinesia comandados por Dolores del Río.
Sus primeros trabajos en el cine fueron para los musicales protagonizados por Eddie Cantor, de Samuel Goldwyn, en los que comenzó a utilizar técnicas como individualizar a cada bailarina con un primer plano, y mover a sus bailarinas a lo largo de todo el escenario para poder crear tantas figuras como fuera posible.
Su técnica de filmar desde lo alto, tuvo su primera aparición en las películas de Cantor, y además en “Night World” de Universal en 1932.
Como coreógrafo, a Berkeley se le permitió cierto grado de independencia en su dirección de los números musicales, y a menudo eran notablemente distintos, y a veces en contraste de las secciones narrativas de las películas.
Los números que coreografió, eran en su mayoría optimistas, y se centró en la decoración en lugar de la sustancia; una excepción a esto, es el número “Remember My Forgotten Man” de “Gold Diggers of 1933” (1933), que trata sobre el tratamiento de los veteranos de La Primera Guerra Mundial durante La Gran Depresión.
La popularidad de Berkeley con una audiencia hambrienta de entretenimiento, se aseguró cuando coreografió 5 musicales consecutivamente para Warner Bros:
“42nd Street” (1933), “Footlight Parade” (1933), “Gold Diggers of 1933” (1933), “Dames” (1934) y “Fashions of 1934” (1934)
Como director, el argumento de sus obras no tenía mayor profundidad, casi siempre se trataba de historias cuyos personajes buscaban poder triunfar en el mundo del espectáculo, para lo cual debían pasar por arduas y exigentes pruebas.
Una vez sorteados los difíciles exámenes a que eran sometidos, brillaban en el conjunto de bailarines que ofrecía una función elegante, no ya a los asistentes al teatro, sino a una cámara que se alzaba por sobre los bailarines y captaba, con los fuertes contrastes que le ofrecía la película en blanco y negro, una serie de movimientos perfectamente sincronizados, que junto a un vestuario glamoroso y a la escenografía mecánica, ofrecían un sinfín de sensaciones.
Escaleras, plataformas giratorias, desniveles en el escenario, complejos mecanismos ofrecían un aditivo a la música y al baile, volviendo más complejo el movimiento, que además era enriquecido con un complicado juego de luces y sombras que incrementaban el regalo para los ojos.
Todo estaba pensado en grande; y la espectacularidad de la puesta en escena era colosal.
Las secuencias organizadas a base de un plano general captado desde las alturas, y que permitía ver el trenzado coreográfico de los bailarines para sugerir determinadas formas geométricas, junto con tomas más cercanas pero plenas de dinamismo, provocaron de inmediato una reacción negativa entre los puristas del musical, y una entusiasta acogida por parte de los espectadores, e incluso de personalidades de la vanguardia intelectual, fascinados por los ritmos internos que podían generarse a partir de la simple puesta en relación de infinidad de elementos moviéndose al mismo tiempo.
Busby Berkeley intentó adecuar su recargado estilo a las exigencias de los tiempos, aunque al final optaría por aferrarse a él como inconfundible imagen de marca.
Sus películas pasaron por tanto, a convertirse en monumentos a la espectacularidad que buscaban no tanto tener grandes éxitos de taquilla, sino convertirse en una seña distintiva de la grandeza del musical producido por Metro Goldwyn Mayer, y de las posibilidades que todavía quedaban por explorar.
Las secuencias oníricas, basadas en el sueño de alguno de los protagonistas que desembocaba en las más alocadas fantasías, sirvieron como excusa eficaz para la creación de números cada vez más complejos, y que requerían de técnicas especiales de rodaje.
No obstante, a finales de los años 40, su antiguo brillo comenzó a declinar en función de los gustos de unos espectadores que parecían decantarse con claridad hacia otras formas más modernas de concebir el género.
Así pues, Berkeley acabaría regresando a su antigua ocupación específica de coreógrafo, para diseñar determinados números concretos de algunas películas que podían incluir de forma excepcional, alguna secuencia aislada de estas características.
Y es que Berkeley siempre negó cualquier significado profundo a su trabajo, argumentando que sus principales objetivos profesionales eran superarse constantemente, y nunca repetir sus logros pasados.
A medida que los musicales hechos por Berkeley dejaban de ser novedad, se centró en la dirección; Warner le dio la oportunidad de probar en el drama; el resultado fue “They Made Me a Criminal” de 1939, una de las mejores películas de John Garfield.
Los trabajos de Berkeley le permitieron trabajar con estrellas de MGM como Judy Garland; pero en 1943 fue sacado de la dirección de “Girl Crazy” debido a conflictos con Garland.
Sin embargo, el número musical “I Got Rhythm”, que él dirigió, se mantuvo en la película.
Su próximo trabajo fue en 20th Century-Fox para la película de 1943, The Gang's All Here; y Berkeley pasó a la historia del cine estadounidense con el número de Carmen Miranda:
“Lady in the Tutti-Frutti Hat”
El resto es la historia que viene…
“You are here to kick up some more heels, huh?”
The Gang's All Here es una comedia musical del año 1943, dirigida por Busby Berkeley.
Protagonizada por Alice Faye, Carmen Miranda, Phil Baker, Benny Goodman, Eugene Pallette, Charlotte Greenwood, Edward Everett Horton, Tony De Marco, James Ellison, Sheila Ryan, Dave Willock, Jeanne Crain, Benny Goodman and His Orchestra, Bando da Lua, entre otros.
El guión es de Walter Bullock, sobre una historia de Nancy Wintner, George Root Jr., y Tom Bridges; cuya trama se desarrolla en La Segunda Guerra Mundial, y gira en torno a la pasión de una corista por un soldado ya comprometido.
La película trae Carmen Miranda en uno de los principales trabajos de su carrera; tanto que The Gang's All Here fue incluido entre los 10 mejores éxitos de 1943, siendo la película más cara de 20th Century Fox hasta ese momento.
El director, Busby Berkeley, fue tomado de MGM para dirigirla, aunque en el momento, las grabaciones se iniciaron a finales de septiembre de 1943, y MGM atribuyó su contrato con Warner Bros.
La película, dirigida y coreografiada por Busby Berkeley, se considera un clásico del “camp”, y se destaca por el uso de números musicales con sombreros de frutas.
El título provisional de la película, iba a ser “The Girls He Left Behind”; y fue la primera película en color, dirigida por Berkeley, y sus números de la producción de lujo, fueron bien recibidas por la crítica; aunque algunas historias de la época indican la prohibición de la película en Brasil, debido a los plátanos gigantes, resaltados en el número “The Lady in the Tutti-Frutti Hat”; incluso escandalizó en los Estados Unidos, pero el problema se resolvió haciendo que las bailarinas sostuvieran los plátanos a la altura de la cintura, y no a la altura de la cadera…
Por su parte, El Archivo de La Colección de Códigos de Producción Cinematográfica de la Biblioteca AMPAS, no contenía información sobre la censura en Brasil; y la película fue aprobada para exportar a países sudamericanos.
La película recibió una nominación al Oscar a la mejor dirección de arte-decoración de interiores, color para James Basevi, Joseph C. Wright, y Thomas Little; y hoy en día se considera una de las mejores películas de Berkeley, y es elogiada como una obra de arte cinematográfico por los críticos de cine internacionales y estudiosos en el campo.
La acción inicia una noche, cuando el soldado, Andy Mason Jr. (James Ellison) conoce la corista Eadie Allen (Alice Faye) en la discoteca Club New Yorker.
Sin embargo, Andy necesita salir para una misión en El Pacífico durante La Segunda Guerra Mundial.
Cuando Andy regresa condecorado en combate, su padre, Andrew Mason (Eugene Pallette), decide hacer una celebración especial para darle la bienvenida, y se llama al grupo Club New Yorker para protagonizar un espectáculo en la casa de su amigo, Peyton Potter (Edward Everett Horton)
Así que Eddie y su exótica amiga Dorita (Carmen Miranda), descubren que Andy está comprometido con la hija de Potter, Vivian (Sheila Ryan)
Al llegar, Andy se ve obligado a deshacer el malentendido.
The Gang’s All Here es una película sorprendente, con números musicales antológicos y extravagantes en lo visual, realizada por uno de los innovadores más influyentes de la fábrica de sueños de Hollywood.
Y no sólo es un gran film de entretenimiento y encanto visual, sino también, una vez más, un film que merece verse para analizar, cómo el gobierno de EEUU, a través de Hollywood, distraía la cruda realidad de La Segunda Guerra Mundial, sus muertos y sus consecuencias económicas a través de azucarados productos fílmicos masivos, que lavaban las mentes de la audiencia.
Soldados lindos y musculosos, inmersos en ambientes de lujo y fiestas constantes, rodeados de hermosas mujeres que se arrojan en sus brazos simplemente por ser soldados… es fácil imaginarse a ese solitario joven pueblerino de Iowa, sentado en la oscuridad del cine, embobado con todo eso, creyendo que esa era la realidad y alistándose al día siguiente para sentirse un ganador…
Pero independientemente de la mirada política, The Gang’s All Here es un film imperdible; y claro ejemplo de los musicales de La Era de Oro de Hollywood:
Divertido, entretenido, con excelentes números musicales dirigidos y coreografiados por Busby Berkeley y, como si esto fuera poco, con Carmen Miranda.
Imposible verla sin una sonrisa constante en los labios.
“Some people say I dress too gay, but every day I feel so gay, and when I'm gay I dress that way, is something wrong with that?
Noooo!”
El director Busby Berkeley, tuvo la libertad y la oportunidad de hacer esta película, porque Arthur Freed lo despidió de “Girl Crazy” (1943) después de filmar el número final de la película, “I Got Rhythm”, debido al colapso de Judy Garland, por el exceso de trabajo.
Norman Taurog se hizo cargo de la dirección de “Girl Crazy” y, en lugar de pagarle el salario de su contrato por no trabajar, MGM prestó Berkeley a 20th Century-Fox para esta película.
The Gang's All Here, comenzó la producción en abril de 1943; y Berkeley se enteró de que Darryl F. Zanuck no estaría supervisando la producción.
El jefe de estudio de Fox, estuvo en Europa en nombre del esfuerzo de guerra, dejando la tarea a William LeBaron, un productor y compositor que había trabajado en otros estudios antes de llegar a Fox.
Bajo Zanuck, estableció una unidad independiente en el estudio, en su mayoría haciendo musicales.
Él y Berkeley se llevaban bien al principio, pero la relación pronto se tensó, ya que el “showman” en Berkeley, no cedería a los mandatos de recorte de presupuesto de LeBaron, quien, a su vez, se vio obligado a recortar gastos debido a las exigencias de la guerra.
La Junta de Producción, que buscó recortar costos en todos los aspectos de las empresas durante la guerra; y a pesar de la discordia entre el productor y el director durante el rodaje, la película resultó ser una obra de arte escandalosamente concebida, que combinaba con sutileza, la política de las alianzas, al tiempo que desarmaba abiertamente al espectador con el surrealismo y el espectáculo.
La trama es sencilla:
El hombre de negocios adinerado, Andrew J. “A.J.” Mason, Sr., lleva a su compañero nervioso, Peyton Potter, al Club New Yorker para una noche de celebración con su hijo, El Sargento Andrew J. Mason, Jr., que está a punto de presentarse para el servicio activo en el ejército.
A.J. y Andy, disfrutan del espectáculo, que presenta al maestro de ceremonias, Phil Baker, y al bailarín Tony De Marco; mientras que Potter se preocupa por lo que diría su esposa Blossom, si supiera que estaba allí.
Mientras Potter está atrapado en el baile con la sensación brasileña, Dorita; Andy se siente intrigado por el artista, Eadie Allen.
Phil le advierte a Andy, que debido a que Eadie baila en la cantina de Broadway entre shows, ella no saldrá con él, pero Andy la sigue a la cantina, y le dice que su nombre es Pat Casey, para que no se deje intimidar por su riqueza.
A pesar de su insistencia, en que no puede salir con militares afuera de la cantina, Eadie está encantada por Andy, y acepta encontrarse con él más tarde, cuando la persigue al club nocturno.
Eadie y Andy, pasan la noche hablando y enamorándose, y al día siguiente, Eadie se despide de él en la estación de tren, y promete escribir todos los días.
Andy se distingue en la batalla en El Pacífico Sur, y se le otorga un permiso después de haber sido galardonado con una medalla.
A.J. está encantado, y planea organizar una fiesta de bienvenida para Andy en el Club New Yorker; pero Phil no puede acomodar sus planes, sin embargo, ya que el club está cerrado por 2 semanas mientras la compañía ensaya un nuevo espectáculo; munífico como siempre, A.J. invita a los artistas, a ensayar en su hogar, y en la casa de los de Potter, donde pueden organizar una espléndida fiesta en el jardín, y un mitin de guerra para darle la bienvenida a Andy.
Pero Potter está perturbado por los arreglos, cuando se entera de que Blossom conoce a Phil de sus días pasados como artista, y su desilusión crece cuando el compañero de Tony no puede actuar, y le pide a la hija de Potter, Vivian, que baile con él.
Con la esperanza de persuadir al pesado Potter, para que le permita a Vivian actuar, Blossom le dice que Phil ha amenazado con revelar su pasado salvaje, si Vivian no está en el programa.
Potter acepta, pero sus problemas crecen, cuando es perseguido por la romántica Dorita.
Cuando no está persiguiendo a Potter, Dorita se entera de que Vivian tiene un novio llamado Andy, y que él y el “Casey” de Eadie son el mismo hombre.
Las complicaciones surgen cuando Dorita intenta evitar que Vivian y Eadie descubran el engaño de Andy.
Sin embargo, cuando Andy y el verdadero Pat Casey llegan al club, Eadie descubre la verdad.
Andy proclama que quiere casarse con ella, y no con Vivian; pero Eadie insiste en romper su relación, ya que cree que Vivian realmente se preocupa por él.
Durante el programa, sin embargo, Vivian le dice a Eadie, que irá a Broadway para actuar como la pareja permanente de Tony, y revela que ella y Andy nunca estuvieron verdaderamente enamorados.
A medida que el espectáculo llega a su fin, Eadie y Andy se reconcilian, y todos se unen en la canción final.
The Gang’s All Here, un título original que no deja de ser expresivo, parece representar mejor el final del musical de los años 20 y 30, explosivo, absurdo y tan visual como sonoro, que el musical que a partir de los años 40 comenzaría a refinarse, aspirando a mayores cotas artísticas.
La película no es sino una acumulación de números musicales que están unidos por un hilo argumental intrascendente, y que en ocasiones nada tiene que ver con las exhibiciones musicales.
En este caso, el fenómeno llega casi al paroxismo.
No hay ni siquiera intento alguno de homogeneidad entre los números, sucediéndose por ejemplo, las intervenciones de la extrovertida Carmen Miranda y del refinado Benny Goodman, que incluso llegan intervenir juntos.
Pero uno de los propósitos principales de The Gang’s All Here, fue ser un instrumento para levantar el nivel moral del público de EEUU durante La Segunda Guerra Mundial.
Una vez más, Hollywood es el gran aliado político de gobierno; y por eso la trama se centra en un soldado que regresa desde el frente del Pacífico como un héroe condecorado, para reunirse con su novia, la cantante del club nocturno.
Incluso, en la escena final se promociona con detalles explicativos la compra de los bonos de guerra.
Aun con todo, la película está hecha para lucimiento exclusivo de la extravagante Carmen Miranda, que fue convocada al film para atraer a las audiencias de América Latina, y representar “la política del buen vecino” del Presidente Roosevelt.
Pero tras las oscuras connotaciones políticas, The Gang’s All Here es un ejemplo del musical de los años 30s y 40s, donde se reunían a las máximas atracciones en música, baile y canto, rodeados de escenarios increíbles, que invitaban a la audiencia a soñar, y a poder ver a sus estrellas favoritas que sólo escuchaban por la radio o en discos.
Y en este caso en particular, todo es más majestuoso, ya que está dirigido por el innovador y legendario Busby Berkeley en su primer film en Tecnicolor, quien arma sus números musicales con una grandiosidad visual, que fue y es su marca patentada; pero cabe anotar que Berkeley antes había dirigido números de baile para una película en Tecnicolor, pero de 2 colores de 1930, “Whoopee!”, y los números de producción extravagantes fueron bien recibidos.
Al elogiar el trabajo de Berkeley, el revisor de MPH, comentó que los números de producción “son opulentos en combinaciones de color altamente efectivas, y culminan con un final en el tempo cubista y modernista, que es diferente de todo lo que ha pasado este crítico, ya que algunos de los tratamientos abstractos fueron empleados por “Fantasia” (1940) de Walt Disney”
Entonces, para valorar la película, hay que partir de esa realidad, sin pedir peras al olmo.
No existe un musical más delirante que este, realizado en su totalidad por el coreógrafo Busby Berkeley, con sus planos cenitales que no tienen parangón; y los sombreros imposibles de Carmen Miranda, los plátanos gigantes, los vestuarios imposibles, las fuentes de agua que utiliza de cortinillas, las bailarinas del final con peinados futuristas, haciendo unos aros de neón, el caleidoscopio de espejos…
Todo en ella es deliciosamente “kitsch”
En cuanto a la realización, es la más ajustada a ese concepto coreográfico de conjunto.
Los planos secuencia, en lo que supongo debían ser unas grúas mastodónticas, son de una belleza plástica pocas veces alcanzados en los musicales de los años 40.
Por lo que The Gang's All Here es puro musical 20th Century Fox; diferente a los de RKO, y MGM, más personalistas; este es optimista y colorista.
Del reparto, impagable la brasileña Carmen Miranda en un plano secuencia inicial larguísimo, y Benny Goodman cantando.
El clarinete también lo toca, pero éste con maestría; y Carmen Miranda es pura artificialidad, que nos retrotrae al género que impuso en aquella época, abriendo la película cantando el famoso “Acuarela do Brazil”, e introduciéndonos a un ambiente irreal y libre de complejos, que Busby Berkeley mantendrá hasta el final.
Pero La Miranda es el vehículo ideal para sus magníficos números musicales, que pueden ser sofisticados o humorísticos, pero siempre multitudinarios.
Es imposible no estar de acuerdo con el crítico del New York Time de la época:
Las bailarinas abriendo las piernas y los plátanos gigantes levantándose hacia el cenit como consecuencia de esto, son ciertamente un guiño… vulgar, pero allá cada uno con su mente podrida…
Como dato, Don Ameche, quien previamente había coprotagonizado con Alice Faye en no menos de 6 películas, incluyendo “In Old Chicago” (1938), “Alexander's Ragtime Band” (1938) y “That Night In Rio” (1941), se suponía que sería coprotagonista con ella en esta película también; pero Ameche estaba demasiado ocupado filmando “Heaven Can Wait” (1943) con Ernst Lubitsch, por lo que James Ellison fue elegido para reemplazarlo.
Como curiosidad, en la película, Alice Faye le dice a Ellison:
“Stop acting like Don Ameche!” o “¡Deja de actuar como Don Ameche!” en una “broma interna”, ya que las audiencias que ven la película, sabrán que el papel de Ellison era de Don Ameche.
Por su parte, Alice Faye estaba embarazada de su segundo hijo durante el rodaje de The Gang's All Here, y sería este, uno de sus últimos musicales.
Por otro lado, la película marcó el debut cinematográfico de la actriz June Haver, Jeanne Crain y John Carroll Dennison, quien fuera Miss USA en 1942.
Y no se puede olvidar, por ejemplo, el loco baile de Charlotte Greenwood, como la deliciosa Blossom Potter, que contaba ya más de 50 años, en un “look” muy parecido a Celeste Holm; y el notable baterista, Louie Bellson, aparece sin acreditar en la Orquesta Benny Goodman, mientras Carmen Miranda canta “Paducah”
Lo más destacado del musical, incluye a Carmen Miranda interpretando una versión insinuante e ingeniosa de “You Discover You're in New York”, que satiriza las modas pasajeras y la escasez en tiempos de guerra.
La película también es memorable por “The Lady in the Tutti-Frutti Hat” de Miranda, que debido a su insinuación sexual, muy Freudiana para los expertos, donde docenas de mujeres con poca ropa, manejan plátanos muy grandes…
Por último decir que las canciones para esta película fueron escritas originalmente para la eventual película musical abandonada de MGM, llamada “Babes in Hollywood”; y que el compositor Harry Warren, fue originalmente programado para trabajar con el letrista Mack Gordon para la banda sonora de la película, pero Leo Robin lo reemplazó.
La canción “Pickin' on Your Momma” fue una de las canciones para ser representadas en la película, junto con “Sleepy Moon” y “Drums and Dreams”, pero se cortaron antes del lanzamiento final.
Mientras Alice Faye canta “A Journey to a Star”, “No Love, No Nothin'”, y el surreal finale, “The Polka-Dot Polka”
“That hat! I'd better watch my lampshades and bell-cords!”
Si algún coreógrafo ha tenido un estilo inconfundible para millones de espectadores a lo largo de la historia, éste ha sido sin ningún género de dudas, Busby Berkeley.
Ciertamente, las acrobacias de Gene Kelly o el elegante movimiento de Fred Astaire, le deben mucho a creadores como Nick Castle, Gower Champion, Michael Kidd, Eugene Loring o Stanley Donen, pero no lo es menos que prácticamente ninguno de ellos acabó dando el salto a la dirección, y que en cualquier caso, sus respectivos estilos visuales sólo pueden ser reconocidos por auténticos especialistas en la materia.
Todo lo contrario de Berkeley, cuyas fastuosas coreografías de formas geométricas, ejecutadas al unísono por decenas de bailarines, perduran en la memoria colectiva de generaciones, y han influido de forma determinante en terrenos como la publicidad.
Aunque The Gang's All Here tuvo beneficios, éstos no llegaron a cubrir gastos. Berkeley regresó a MGM en los años 40, donde trabajó con el proceso de Tecnicolor en las películas de Esther Williams.
El estilo de Berkeley comenzaba a mostrar síntomas de agotamiento, y entró en declive a mediados de la década de 1940.
Ahora se imponía un cine musical con los números más engarzados en la trama, como el que hacían Minnelli o Donen.
Así que se dedicó únicamente a las coreografías, y cuando le llamaban, que no era siempre, como director, cada vez recibía menos encargos, y tenía además, serios problemas con el alcohol.
La última película de Berkeley como coreógrafo, fue “Billy Rose's Jumbo” (1962) de MGM.
Y en su vida privada, Berkeley fue extravagante al igual que en su trabajo.
Tuvo 6 esposas, y un fatal accidente automovilístico que resultó en una acusación de la cual fue absuelto, de intento de homicidio.
A finales de los años 60, a la edad de 75 años, Berkeley regresó a Broadway para dirigir una exitosa versión de “No No Nanette”, protagonizada por su estrella de Warner Brothers, Ruby Keeler; muriendo en Palm Springs, California, a la edad de 80 años, por causas naturales.
Busby Berkeley es hoy sinónimo de musical, elegancia, y perfeccionamiento del estilo.
“I am a businessman.
I go in for no foolishness.
I'm entirely business”
La aparición del sonido en el cine supuso cambios sustanciales para el negocio cinematográfico de Hollywood.
Por una parte, el trauma sufrido por algunos actores, cuya voz no se correspondía con el tipo de personajes que interpretaban; y por otra, la inmovilidad a la que se debió condenar a la cámara para evitar el registro de los ruidos que esta hiciera.
Con el cine silente, Hollywood llegaba a todos los confines de La Tierra con sus producciones; y con el cine sonoro veía un problema casi insalvable para llegar al público de otros idiomas.
Pero nada es imposible para La Meca del Cine, que encontró la manera de seguir atiborrando las pantallas internacionales con sus producciones; y en ese plan se concentraron los estudios que con años de experiencia, debían buscar una identificación propia; y para ello contrataron a sus directores, artistas y técnicos exclusivos, y se dedicaron a establecer un estilo creativo en función de determinados temas.
Es así como nacen los géneros cinematográficos.
Cada estudio era el responsable:
El director hasta entonces era solo un empleado fácilmente reemplazable de la producción de los filmes que señalarían su marca.
A partir de entonces, el cine que realizaban se catalogó como “western”, cine negro, comedias…
Por eso, hablar del musical en el cine, nos lleva a los años 30 de Hollywood.
Esa década especialmente, fue signada por 2 estilos claramente identificables que podrían resumirse en 2 nombres:
La dupla Fred Astaire & Ginger Rogers, y el de Busby Berkeley, especialista en el “camp”, la composición y lo colosal.
“Camp” es un tipo de sensibilidad estética del arte popular que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración; y es una corriente artística relacionada con las formas del arte “kitsch”, considerado como una copia inferior y sin gusto de estilos existentes que tienen algún grado de valor artístico reconocido.
Suelen identificarse sus cualidades atractivas bajo los parámetros de la banalidad, la vulgaridad, la artificialidad, el humorismo, la ostentosidad y el carácter afeminado.
En el habla inglesa, suelen aplicarse los adjetivos de “campy” o “cheesy” a expresiones culturales que tienen cualidades de la estética “camp”; y según el teórico Samuel R. Delany, el término “camp” se desarrolló a partir de las prácticas sexuales del travestismo y la prostitución que acudían a los campos militares para ofrecer servicios sexuales a los soldados.
Luego, el término “camp” tomó un significado distinto, siendo utilizado como un concepto para referirse a la estética y sensibilidad artística electa por hombres homosexuales de la clase trabajadora.
En el cine, se desarrolló una identidad cultural que prosperó en el cine de los años 1940 a los años 1950, en el que se desarrolla un tipo de “camp” alegórico que plasmaba sus características en los inicios del “chick flick”, caracterizado principalmente por la protagonización de una actriz reconocida, que registraba distintos estereotipos sociales dentro de las características del personaje, una de las icónicas era Carmen Miranda en el film The Gang's All Here (1943), dirigido por Busby Berkeley.
Y es que siempre me ha llamado la atención la gente con talento, y William Berkeley Enos, más conocido como Busby Berkeley, director de cine de Hollywood y coreógrafo estadounidense, era un virtuoso; siendo el primero que proyectó el espectáculo dancístico más allá del simple escenario, convirtiéndose en el responsable absoluto de los números artísticos, aunque fueran firmados por otros directores.
Sus coreografías espectaculares, se caracterizan por una unidad de estilo, ya que él mismo intervenía en la puesta en escena, desde la posición y movimientos de la cámara, hasta el montaje; y fue famoso por sus elaborados números musicales que incluían complejas formas geométricas.
Sus trabajos requerían un gran número de “showgirls” y elementos para imitar un efecto de caleidoscopio.
Todo comenzó como director de teatro, al igual que otros directores de cine; pero a diferencia de otros directores, creía que la cámara debía tener movimiento, y filmó desde ángulos inusuales para el público de esa época, tomas que no podían ser obtenidas en otro tipo películas.
Es por esto que su rol en el género de los musicales es tan importante.
El salto al campo de la coreografía no tardaría mucho en llegar, aunque su formación específica en este terreno era inexistente, y su experiencia como aprendiz escasa; sin embargo, pronto llamó la atención de los especialistas por su eficaz manejo de los ritmos del jazz, y sus espectaculares movimientos de masas en escena, lo que le valdría ser llamado por la industria cinematográfica de Hollywood, para coreografiar a gran escala los números musicales de una película que pretendía romper con los esquemas un tanto estáticos del cine sonoro, que apenas estaba comenzando su andadura y, por tanto, evidenciaba las dificultades para desligarse de las ataduras que imponía el poco manejable registro de sonido.
Berkeley hizo su debut artístico a la edad de 5 años, actuando en la compañía teatral de su familia; y durante La Primera Guerra Mundial, Berkeley sirvió como Teniente de artillería, donde aprendió la dificultad de estar a cargo de un gran número de personas.
Durante los años 20, Berkeley fue un director de danza en cerca de una docena de musicales en Broadway, incluyendo obras como:
“A Connecticut Yankee” (1927)
Y como coreógrafo, Berkeley no utilizó tanto la habilidad individual de sus bailarinas, sino a grandes cantidades de ellas para crear figuras geométricas.
Sus números musicales eran los más grandes de Broadway; y la única manera de conseguir que fuesen aún más grandes, era trasladándolos al cine, cosa que hizo con la llegada del cine sonoro.
Para sus primeros trabajos cinematográficos, no apareció en los créditos, por ejemplo “Bird of Paradise” (1932) de King Vidor, que no es un musical, pero donde crea algunas coreografías para un grupo de aldeanos habitantes de una isla polinesia comandados por Dolores del Río.
Sus primeros trabajos en el cine fueron para los musicales protagonizados por Eddie Cantor, de Samuel Goldwyn, en los que comenzó a utilizar técnicas como individualizar a cada bailarina con un primer plano, y mover a sus bailarinas a lo largo de todo el escenario para poder crear tantas figuras como fuera posible.
Su técnica de filmar desde lo alto, tuvo su primera aparición en las películas de Cantor, y además en “Night World” de Universal en 1932.
Como coreógrafo, a Berkeley se le permitió cierto grado de independencia en su dirección de los números musicales, y a menudo eran notablemente distintos, y a veces en contraste de las secciones narrativas de las películas.
Los números que coreografió, eran en su mayoría optimistas, y se centró en la decoración en lugar de la sustancia; una excepción a esto, es el número “Remember My Forgotten Man” de “Gold Diggers of 1933” (1933), que trata sobre el tratamiento de los veteranos de La Primera Guerra Mundial durante La Gran Depresión.
La popularidad de Berkeley con una audiencia hambrienta de entretenimiento, se aseguró cuando coreografió 5 musicales consecutivamente para Warner Bros:
“42nd Street” (1933), “Footlight Parade” (1933), “Gold Diggers of 1933” (1933), “Dames” (1934) y “Fashions of 1934” (1934)
Como director, el argumento de sus obras no tenía mayor profundidad, casi siempre se trataba de historias cuyos personajes buscaban poder triunfar en el mundo del espectáculo, para lo cual debían pasar por arduas y exigentes pruebas.
Una vez sorteados los difíciles exámenes a que eran sometidos, brillaban en el conjunto de bailarines que ofrecía una función elegante, no ya a los asistentes al teatro, sino a una cámara que se alzaba por sobre los bailarines y captaba, con los fuertes contrastes que le ofrecía la película en blanco y negro, una serie de movimientos perfectamente sincronizados, que junto a un vestuario glamoroso y a la escenografía mecánica, ofrecían un sinfín de sensaciones.
Escaleras, plataformas giratorias, desniveles en el escenario, complejos mecanismos ofrecían un aditivo a la música y al baile, volviendo más complejo el movimiento, que además era enriquecido con un complicado juego de luces y sombras que incrementaban el regalo para los ojos.
Todo estaba pensado en grande; y la espectacularidad de la puesta en escena era colosal.
Las secuencias organizadas a base de un plano general captado desde las alturas, y que permitía ver el trenzado coreográfico de los bailarines para sugerir determinadas formas geométricas, junto con tomas más cercanas pero plenas de dinamismo, provocaron de inmediato una reacción negativa entre los puristas del musical, y una entusiasta acogida por parte de los espectadores, e incluso de personalidades de la vanguardia intelectual, fascinados por los ritmos internos que podían generarse a partir de la simple puesta en relación de infinidad de elementos moviéndose al mismo tiempo.
Busby Berkeley intentó adecuar su recargado estilo a las exigencias de los tiempos, aunque al final optaría por aferrarse a él como inconfundible imagen de marca.
Sus películas pasaron por tanto, a convertirse en monumentos a la espectacularidad que buscaban no tanto tener grandes éxitos de taquilla, sino convertirse en una seña distintiva de la grandeza del musical producido por Metro Goldwyn Mayer, y de las posibilidades que todavía quedaban por explorar.
Las secuencias oníricas, basadas en el sueño de alguno de los protagonistas que desembocaba en las más alocadas fantasías, sirvieron como excusa eficaz para la creación de números cada vez más complejos, y que requerían de técnicas especiales de rodaje.
No obstante, a finales de los años 40, su antiguo brillo comenzó a declinar en función de los gustos de unos espectadores que parecían decantarse con claridad hacia otras formas más modernas de concebir el género.
Así pues, Berkeley acabaría regresando a su antigua ocupación específica de coreógrafo, para diseñar determinados números concretos de algunas películas que podían incluir de forma excepcional, alguna secuencia aislada de estas características.
Y es que Berkeley siempre negó cualquier significado profundo a su trabajo, argumentando que sus principales objetivos profesionales eran superarse constantemente, y nunca repetir sus logros pasados.
A medida que los musicales hechos por Berkeley dejaban de ser novedad, se centró en la dirección; Warner le dio la oportunidad de probar en el drama; el resultado fue “They Made Me a Criminal” de 1939, una de las mejores películas de John Garfield.
Los trabajos de Berkeley le permitieron trabajar con estrellas de MGM como Judy Garland; pero en 1943 fue sacado de la dirección de “Girl Crazy” debido a conflictos con Garland.
Sin embargo, el número musical “I Got Rhythm”, que él dirigió, se mantuvo en la película.
Su próximo trabajo fue en 20th Century-Fox para la película de 1943, The Gang's All Here; y Berkeley pasó a la historia del cine estadounidense con el número de Carmen Miranda:
“Lady in the Tutti-Frutti Hat”
El resto es la historia que viene…
“You are here to kick up some more heels, huh?”
The Gang's All Here es una comedia musical del año 1943, dirigida por Busby Berkeley.
Protagonizada por Alice Faye, Carmen Miranda, Phil Baker, Benny Goodman, Eugene Pallette, Charlotte Greenwood, Edward Everett Horton, Tony De Marco, James Ellison, Sheila Ryan, Dave Willock, Jeanne Crain, Benny Goodman and His Orchestra, Bando da Lua, entre otros.
El guión es de Walter Bullock, sobre una historia de Nancy Wintner, George Root Jr., y Tom Bridges; cuya trama se desarrolla en La Segunda Guerra Mundial, y gira en torno a la pasión de una corista por un soldado ya comprometido.
La película trae Carmen Miranda en uno de los principales trabajos de su carrera; tanto que The Gang's All Here fue incluido entre los 10 mejores éxitos de 1943, siendo la película más cara de 20th Century Fox hasta ese momento.
El director, Busby Berkeley, fue tomado de MGM para dirigirla, aunque en el momento, las grabaciones se iniciaron a finales de septiembre de 1943, y MGM atribuyó su contrato con Warner Bros.
La película, dirigida y coreografiada por Busby Berkeley, se considera un clásico del “camp”, y se destaca por el uso de números musicales con sombreros de frutas.
El título provisional de la película, iba a ser “The Girls He Left Behind”; y fue la primera película en color, dirigida por Berkeley, y sus números de la producción de lujo, fueron bien recibidas por la crítica; aunque algunas historias de la época indican la prohibición de la película en Brasil, debido a los plátanos gigantes, resaltados en el número “The Lady in the Tutti-Frutti Hat”; incluso escandalizó en los Estados Unidos, pero el problema se resolvió haciendo que las bailarinas sostuvieran los plátanos a la altura de la cintura, y no a la altura de la cadera…
Por su parte, El Archivo de La Colección de Códigos de Producción Cinematográfica de la Biblioteca AMPAS, no contenía información sobre la censura en Brasil; y la película fue aprobada para exportar a países sudamericanos.
La película recibió una nominación al Oscar a la mejor dirección de arte-decoración de interiores, color para James Basevi, Joseph C. Wright, y Thomas Little; y hoy en día se considera una de las mejores películas de Berkeley, y es elogiada como una obra de arte cinematográfico por los críticos de cine internacionales y estudiosos en el campo.
La acción inicia una noche, cuando el soldado, Andy Mason Jr. (James Ellison) conoce la corista Eadie Allen (Alice Faye) en la discoteca Club New Yorker.
Sin embargo, Andy necesita salir para una misión en El Pacífico durante La Segunda Guerra Mundial.
Cuando Andy regresa condecorado en combate, su padre, Andrew Mason (Eugene Pallette), decide hacer una celebración especial para darle la bienvenida, y se llama al grupo Club New Yorker para protagonizar un espectáculo en la casa de su amigo, Peyton Potter (Edward Everett Horton)
Así que Eddie y su exótica amiga Dorita (Carmen Miranda), descubren que Andy está comprometido con la hija de Potter, Vivian (Sheila Ryan)
Al llegar, Andy se ve obligado a deshacer el malentendido.
The Gang’s All Here es una película sorprendente, con números musicales antológicos y extravagantes en lo visual, realizada por uno de los innovadores más influyentes de la fábrica de sueños de Hollywood.
Y no sólo es un gran film de entretenimiento y encanto visual, sino también, una vez más, un film que merece verse para analizar, cómo el gobierno de EEUU, a través de Hollywood, distraía la cruda realidad de La Segunda Guerra Mundial, sus muertos y sus consecuencias económicas a través de azucarados productos fílmicos masivos, que lavaban las mentes de la audiencia.
Soldados lindos y musculosos, inmersos en ambientes de lujo y fiestas constantes, rodeados de hermosas mujeres que se arrojan en sus brazos simplemente por ser soldados… es fácil imaginarse a ese solitario joven pueblerino de Iowa, sentado en la oscuridad del cine, embobado con todo eso, creyendo que esa era la realidad y alistándose al día siguiente para sentirse un ganador…
Pero independientemente de la mirada política, The Gang’s All Here es un film imperdible; y claro ejemplo de los musicales de La Era de Oro de Hollywood:
Divertido, entretenido, con excelentes números musicales dirigidos y coreografiados por Busby Berkeley y, como si esto fuera poco, con Carmen Miranda.
Imposible verla sin una sonrisa constante en los labios.
“Some people say I dress too gay, but every day I feel so gay, and when I'm gay I dress that way, is something wrong with that?
Noooo!”
El director Busby Berkeley, tuvo la libertad y la oportunidad de hacer esta película, porque Arthur Freed lo despidió de “Girl Crazy” (1943) después de filmar el número final de la película, “I Got Rhythm”, debido al colapso de Judy Garland, por el exceso de trabajo.
Norman Taurog se hizo cargo de la dirección de “Girl Crazy” y, en lugar de pagarle el salario de su contrato por no trabajar, MGM prestó Berkeley a 20th Century-Fox para esta película.
The Gang's All Here, comenzó la producción en abril de 1943; y Berkeley se enteró de que Darryl F. Zanuck no estaría supervisando la producción.
El jefe de estudio de Fox, estuvo en Europa en nombre del esfuerzo de guerra, dejando la tarea a William LeBaron, un productor y compositor que había trabajado en otros estudios antes de llegar a Fox.
Bajo Zanuck, estableció una unidad independiente en el estudio, en su mayoría haciendo musicales.
Él y Berkeley se llevaban bien al principio, pero la relación pronto se tensó, ya que el “showman” en Berkeley, no cedería a los mandatos de recorte de presupuesto de LeBaron, quien, a su vez, se vio obligado a recortar gastos debido a las exigencias de la guerra.
La Junta de Producción, que buscó recortar costos en todos los aspectos de las empresas durante la guerra; y a pesar de la discordia entre el productor y el director durante el rodaje, la película resultó ser una obra de arte escandalosamente concebida, que combinaba con sutileza, la política de las alianzas, al tiempo que desarmaba abiertamente al espectador con el surrealismo y el espectáculo.
La trama es sencilla:
El hombre de negocios adinerado, Andrew J. “A.J.” Mason, Sr., lleva a su compañero nervioso, Peyton Potter, al Club New Yorker para una noche de celebración con su hijo, El Sargento Andrew J. Mason, Jr., que está a punto de presentarse para el servicio activo en el ejército.
A.J. y Andy, disfrutan del espectáculo, que presenta al maestro de ceremonias, Phil Baker, y al bailarín Tony De Marco; mientras que Potter se preocupa por lo que diría su esposa Blossom, si supiera que estaba allí.
Mientras Potter está atrapado en el baile con la sensación brasileña, Dorita; Andy se siente intrigado por el artista, Eadie Allen.
Phil le advierte a Andy, que debido a que Eadie baila en la cantina de Broadway entre shows, ella no saldrá con él, pero Andy la sigue a la cantina, y le dice que su nombre es Pat Casey, para que no se deje intimidar por su riqueza.
A pesar de su insistencia, en que no puede salir con militares afuera de la cantina, Eadie está encantada por Andy, y acepta encontrarse con él más tarde, cuando la persigue al club nocturno.
Eadie y Andy, pasan la noche hablando y enamorándose, y al día siguiente, Eadie se despide de él en la estación de tren, y promete escribir todos los días.
Andy se distingue en la batalla en El Pacífico Sur, y se le otorga un permiso después de haber sido galardonado con una medalla.
A.J. está encantado, y planea organizar una fiesta de bienvenida para Andy en el Club New Yorker; pero Phil no puede acomodar sus planes, sin embargo, ya que el club está cerrado por 2 semanas mientras la compañía ensaya un nuevo espectáculo; munífico como siempre, A.J. invita a los artistas, a ensayar en su hogar, y en la casa de los de Potter, donde pueden organizar una espléndida fiesta en el jardín, y un mitin de guerra para darle la bienvenida a Andy.
Pero Potter está perturbado por los arreglos, cuando se entera de que Blossom conoce a Phil de sus días pasados como artista, y su desilusión crece cuando el compañero de Tony no puede actuar, y le pide a la hija de Potter, Vivian, que baile con él.
Con la esperanza de persuadir al pesado Potter, para que le permita a Vivian actuar, Blossom le dice que Phil ha amenazado con revelar su pasado salvaje, si Vivian no está en el programa.
Potter acepta, pero sus problemas crecen, cuando es perseguido por la romántica Dorita.
Cuando no está persiguiendo a Potter, Dorita se entera de que Vivian tiene un novio llamado Andy, y que él y el “Casey” de Eadie son el mismo hombre.
Las complicaciones surgen cuando Dorita intenta evitar que Vivian y Eadie descubran el engaño de Andy.
Sin embargo, cuando Andy y el verdadero Pat Casey llegan al club, Eadie descubre la verdad.
Andy proclama que quiere casarse con ella, y no con Vivian; pero Eadie insiste en romper su relación, ya que cree que Vivian realmente se preocupa por él.
Durante el programa, sin embargo, Vivian le dice a Eadie, que irá a Broadway para actuar como la pareja permanente de Tony, y revela que ella y Andy nunca estuvieron verdaderamente enamorados.
A medida que el espectáculo llega a su fin, Eadie y Andy se reconcilian, y todos se unen en la canción final.
The Gang’s All Here, un título original que no deja de ser expresivo, parece representar mejor el final del musical de los años 20 y 30, explosivo, absurdo y tan visual como sonoro, que el musical que a partir de los años 40 comenzaría a refinarse, aspirando a mayores cotas artísticas.
La película no es sino una acumulación de números musicales que están unidos por un hilo argumental intrascendente, y que en ocasiones nada tiene que ver con las exhibiciones musicales.
En este caso, el fenómeno llega casi al paroxismo.
No hay ni siquiera intento alguno de homogeneidad entre los números, sucediéndose por ejemplo, las intervenciones de la extrovertida Carmen Miranda y del refinado Benny Goodman, que incluso llegan intervenir juntos.
Pero uno de los propósitos principales de The Gang’s All Here, fue ser un instrumento para levantar el nivel moral del público de EEUU durante La Segunda Guerra Mundial.
Una vez más, Hollywood es el gran aliado político de gobierno; y por eso la trama se centra en un soldado que regresa desde el frente del Pacífico como un héroe condecorado, para reunirse con su novia, la cantante del club nocturno.
Incluso, en la escena final se promociona con detalles explicativos la compra de los bonos de guerra.
Aun con todo, la película está hecha para lucimiento exclusivo de la extravagante Carmen Miranda, que fue convocada al film para atraer a las audiencias de América Latina, y representar “la política del buen vecino” del Presidente Roosevelt.
Pero tras las oscuras connotaciones políticas, The Gang’s All Here es un ejemplo del musical de los años 30s y 40s, donde se reunían a las máximas atracciones en música, baile y canto, rodeados de escenarios increíbles, que invitaban a la audiencia a soñar, y a poder ver a sus estrellas favoritas que sólo escuchaban por la radio o en discos.
Y en este caso en particular, todo es más majestuoso, ya que está dirigido por el innovador y legendario Busby Berkeley en su primer film en Tecnicolor, quien arma sus números musicales con una grandiosidad visual, que fue y es su marca patentada; pero cabe anotar que Berkeley antes había dirigido números de baile para una película en Tecnicolor, pero de 2 colores de 1930, “Whoopee!”, y los números de producción extravagantes fueron bien recibidos.
Al elogiar el trabajo de Berkeley, el revisor de MPH, comentó que los números de producción “son opulentos en combinaciones de color altamente efectivas, y culminan con un final en el tempo cubista y modernista, que es diferente de todo lo que ha pasado este crítico, ya que algunos de los tratamientos abstractos fueron empleados por “Fantasia” (1940) de Walt Disney”
Entonces, para valorar la película, hay que partir de esa realidad, sin pedir peras al olmo.
No existe un musical más delirante que este, realizado en su totalidad por el coreógrafo Busby Berkeley, con sus planos cenitales que no tienen parangón; y los sombreros imposibles de Carmen Miranda, los plátanos gigantes, los vestuarios imposibles, las fuentes de agua que utiliza de cortinillas, las bailarinas del final con peinados futuristas, haciendo unos aros de neón, el caleidoscopio de espejos…
Todo en ella es deliciosamente “kitsch”
En cuanto a la realización, es la más ajustada a ese concepto coreográfico de conjunto.
Los planos secuencia, en lo que supongo debían ser unas grúas mastodónticas, son de una belleza plástica pocas veces alcanzados en los musicales de los años 40.
Por lo que The Gang's All Here es puro musical 20th Century Fox; diferente a los de RKO, y MGM, más personalistas; este es optimista y colorista.
Del reparto, impagable la brasileña Carmen Miranda en un plano secuencia inicial larguísimo, y Benny Goodman cantando.
El clarinete también lo toca, pero éste con maestría; y Carmen Miranda es pura artificialidad, que nos retrotrae al género que impuso en aquella época, abriendo la película cantando el famoso “Acuarela do Brazil”, e introduciéndonos a un ambiente irreal y libre de complejos, que Busby Berkeley mantendrá hasta el final.
Pero La Miranda es el vehículo ideal para sus magníficos números musicales, que pueden ser sofisticados o humorísticos, pero siempre multitudinarios.
Es imposible no estar de acuerdo con el crítico del New York Time de la época:
Las bailarinas abriendo las piernas y los plátanos gigantes levantándose hacia el cenit como consecuencia de esto, son ciertamente un guiño… vulgar, pero allá cada uno con su mente podrida…
Como dato, Don Ameche, quien previamente había coprotagonizado con Alice Faye en no menos de 6 películas, incluyendo “In Old Chicago” (1938), “Alexander's Ragtime Band” (1938) y “That Night In Rio” (1941), se suponía que sería coprotagonista con ella en esta película también; pero Ameche estaba demasiado ocupado filmando “Heaven Can Wait” (1943) con Ernst Lubitsch, por lo que James Ellison fue elegido para reemplazarlo.
Como curiosidad, en la película, Alice Faye le dice a Ellison:
“Stop acting like Don Ameche!” o “¡Deja de actuar como Don Ameche!” en una “broma interna”, ya que las audiencias que ven la película, sabrán que el papel de Ellison era de Don Ameche.
Por su parte, Alice Faye estaba embarazada de su segundo hijo durante el rodaje de The Gang's All Here, y sería este, uno de sus últimos musicales.
Por otro lado, la película marcó el debut cinematográfico de la actriz June Haver, Jeanne Crain y John Carroll Dennison, quien fuera Miss USA en 1942.
Y no se puede olvidar, por ejemplo, el loco baile de Charlotte Greenwood, como la deliciosa Blossom Potter, que contaba ya más de 50 años, en un “look” muy parecido a Celeste Holm; y el notable baterista, Louie Bellson, aparece sin acreditar en la Orquesta Benny Goodman, mientras Carmen Miranda canta “Paducah”
Lo más destacado del musical, incluye a Carmen Miranda interpretando una versión insinuante e ingeniosa de “You Discover You're in New York”, que satiriza las modas pasajeras y la escasez en tiempos de guerra.
La película también es memorable por “The Lady in the Tutti-Frutti Hat” de Miranda, que debido a su insinuación sexual, muy Freudiana para los expertos, donde docenas de mujeres con poca ropa, manejan plátanos muy grandes…
Por último decir que las canciones para esta película fueron escritas originalmente para la eventual película musical abandonada de MGM, llamada “Babes in Hollywood”; y que el compositor Harry Warren, fue originalmente programado para trabajar con el letrista Mack Gordon para la banda sonora de la película, pero Leo Robin lo reemplazó.
La canción “Pickin' on Your Momma” fue una de las canciones para ser representadas en la película, junto con “Sleepy Moon” y “Drums and Dreams”, pero se cortaron antes del lanzamiento final.
Mientras Alice Faye canta “A Journey to a Star”, “No Love, No Nothin'”, y el surreal finale, “The Polka-Dot Polka”
“That hat! I'd better watch my lampshades and bell-cords!”
Si algún coreógrafo ha tenido un estilo inconfundible para millones de espectadores a lo largo de la historia, éste ha sido sin ningún género de dudas, Busby Berkeley.
Ciertamente, las acrobacias de Gene Kelly o el elegante movimiento de Fred Astaire, le deben mucho a creadores como Nick Castle, Gower Champion, Michael Kidd, Eugene Loring o Stanley Donen, pero no lo es menos que prácticamente ninguno de ellos acabó dando el salto a la dirección, y que en cualquier caso, sus respectivos estilos visuales sólo pueden ser reconocidos por auténticos especialistas en la materia.
Todo lo contrario de Berkeley, cuyas fastuosas coreografías de formas geométricas, ejecutadas al unísono por decenas de bailarines, perduran en la memoria colectiva de generaciones, y han influido de forma determinante en terrenos como la publicidad.
Aunque The Gang's All Here tuvo beneficios, éstos no llegaron a cubrir gastos. Berkeley regresó a MGM en los años 40, donde trabajó con el proceso de Tecnicolor en las películas de Esther Williams.
El estilo de Berkeley comenzaba a mostrar síntomas de agotamiento, y entró en declive a mediados de la década de 1940.
Ahora se imponía un cine musical con los números más engarzados en la trama, como el que hacían Minnelli o Donen.
Así que se dedicó únicamente a las coreografías, y cuando le llamaban, que no era siempre, como director, cada vez recibía menos encargos, y tenía además, serios problemas con el alcohol.
La última película de Berkeley como coreógrafo, fue “Billy Rose's Jumbo” (1962) de MGM.
Y en su vida privada, Berkeley fue extravagante al igual que en su trabajo.
Tuvo 6 esposas, y un fatal accidente automovilístico que resultó en una acusación de la cual fue absuelto, de intento de homicidio.
A finales de los años 60, a la edad de 75 años, Berkeley regresó a Broadway para dirigir una exitosa versión de “No No Nanette”, protagonizada por su estrella de Warner Brothers, Ruby Keeler; muriendo en Palm Springs, California, a la edad de 80 años, por causas naturales.
Busby Berkeley es hoy sinónimo de musical, elegancia, y perfeccionamiento del estilo.
“I am a businessman.
I go in for no foolishness.
I'm entirely business”
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