The Passionate Friends

“Their affair took on a life of its own”

"Si hay algo que apasiona es la intriga, supongo que es algo innato… y habría que añadir, más si hay sospechas por medio.
H.G. Wells, el famoso escritor británico por sus novelas de ciencia ficción, lo fue también por sus dramas como “The Passionate Friends” (1913), un brillante y conmovedor entramado acerca del bien complejo manejo del afecto, y nos enseña a 3 seres que, en el fondo, merecen toda nuestra consideración.
La novela fue apreciada por los amigos de Wells, Ford Madox Hueffer y Violet Hunt; y por Maurice Baring; y las revisiones fueron en gran medida positivas.
Wells aceptó, en una carta a Henry James, considerar la novela “desgarbada” y creer que “ha sido introducida en el mundo demasiado pronto”
Wells comenzó a trabajar en una versión de teatro pero esto no se concretó; pero sí la producción de 2 películas:
Una en 1923, y otra en 1949.
La novela está dedicada misteriosamente a “L.E.N.S.”, posiblemente refiriéndose a Elizabeth von Arnim, quien Wells había apodado “little e”, y que se había convertido en su amante a finales de 1910, y con el que disfrutó asignaciones en su casa, El Castillo Soleil, en Los Alpes, en la estación de esquí de Montana, en Suiza.
“The Passionate Friends” también es notable como la primera introducción de la noción de Wells de una “conspiración abierta” de individuos para lograr un estado mundial a través de una “conspiración de potentados y todos los poderes separadores de la oscuridad”
El protagonista, es el narrador en primera persona de la novela:
Stephen Stratton.
Y está escrita como dirigida al hijo mayor de Stephen, que está al borde de la adolescencia.
Stephen, es el único hijo de un rector que pierde su fe debido al darwinismo…
La relación más importante de la vida de Stephen, es con Lady Mary Christian, más tarde Lady Mary Justin, una bella mujer de ojos azules, que ha sido “su compañera de juegos de la infancia”, y con la que se enamora profundamente a la edad de 19, durante el verano antes de comenzar sus estudios en Oxford.
Mary le devuelve su amor, pero no promete casarse con Stephen.
Después de haber decidido “pertenecerse a sí misma”, Mary se casa con Justin, un rico financiero, pero también tiene la intención de seguir siendo amiga íntima de Stephen.
Pero Stephen no puede aceptar esto, rompe relaciones, y experimenta la desesperación.
En un intento por dejar atrás sus problemas, Stephen se ofrece como voluntario para luchar en Sudáfrica, donde acaba de comenzar La Segunda Guerra Bóer, en 1899; y se convierte en un Oficial, se distingue en la lucha, y también se expone por primera vez a lo social fundamental del trabajo.
De regreso en Inglaterra, decide emprender una carrera política, ya que su padre ha heredado inesperadamente una fortuna; pero por casualidad, su padre ahora vive en una propiedad adyacente a la de Lady Mary Justin; por lo que se encuentran y se convierten en amantes.
Stephen, había comenzado a cortejar a otra vecina cercana, Rachel, pero la reanudación de su relación apasionada con Mary, suspende ese proyecto.
El desastre golpea, cuando Justin ve a Stephen besar a su esposa...
En la siguiente crisis, el poderoso Justin esconde a Mary en un castillo irlandés, y le ordena a Stephen, que abandone Inglaterra por un período de 3 años.
Viajando por el mundo, Stephen estudia las sociedades asiáticas, y desarrolla convicciones sobre el desarrollo histórico de la humanidad.
Él cree que “la civilización nunca ha existido, solo ha intentado hacerlo de forma continua y obstinada.
Nuestra civilización no es más que el crepúsculo indistinto antes del amanecer”
Y decide dedicarse a “la construcción de una nueva ciudad mundial”, un nuevo estado superior por encima de sus Estados legales, en el que toda la vida humana se convierte en una empresa espléndida, libre y hermosa.
En una villa en El Rin, él vuelve a encontrarse con Rachel, y después de un viaje a América, le pregunta si quiere ser su esposa; y se casan el 8 de noviembre de 1906.
Su trabajo va bien, cuando en 1909, Stephen recibe una carta de Lady Mary Justin; donde ella le pide que le continúe escribiendo, y durante un período de 2 años, lo reta a integrar el problema del sexo en sus reflexiones y planes históricos mundiales, advirtiendo que “todo este gran mundo/estado de la imaginación de su hombre, va a ser arruinado por nosotros sí nos ignoras, las mujeres vamos a ser los godos y los hunos de otra Declinación y Caída”
Su correspondencia aborda asuntos personales, religiosos y políticos, pero no tienen la intención de volver a verse…
Sin embargo, por casualidad se encuentran de nuevo en una posada en Los Alpes, en Engstlen Lake, debajo de Titlis, y comparten varias horas de comunión espiritual; apenas se tocan, y nunca se besan.
Stephen se va puntualmente; pero la compañera de Mary la traiciona con su esposo, cuya decisión de divorciarse de Mary después de un juicio por adulterio, los amenaza a ambos con un desastre social.
Para prevenir esto, Mary se suicida...
En sus comentarios finales a su hijo, Stephen Stratton juzga a Mary por haber sido una víctima “atrapada en la red de los celos de los animales y motivos irreflexivos de instituciones antiguas y rígidas”
Resuelve, en la última oración de la novela:
“Me doy a mí mismo, y si puedo, te daré, para la destrucción de los celos y de las formas y refugios e instrumentos de celos, tanto en mi propio yo como en el pensamiento, las leyes y el uso del mundo”
El narrador dice que “la idea de escribir un libro como este, me vino primero mientras estaba sentado junto al cadáver de tu abuelo”
El padre de Wells, Joseph, murió de insuficiencia cardíaca el 14 de octubre de 1910, a la edad de 82, y un biógrafo señaló que su muerte “coincidió perfectamente con el final de su período principal como escritor creativo”
Y es que Wells estaba apegado a la idea de que los padres podrían convertirse en los amigos de sus hijos adultos, y Stephen Stratton se pregunta:
“¿Por qué es, pensé, que cuando un hijo llega a la madurez, no puede llevar a su padre por un amigo?”
Como dato, gran parte de la novela fue escrita y terminada a fines de 1911.
Por otra parte, la historia del cine está repleta de grandes injusticias cinéfilas, de películas relegadas a un olvido tan grande como el talento de quienes las filmaron.
The Passionate Friends, es una absoluta maravilla del cine romántico, y una de las muchas obras maestras que realizó David Lean, a pesar de su corta filmografía y, a la vez, una de las menos vistas, y aún menos citadas.
Quizás la razón de ese olvido sea que tiene varios aspectos en común con su hermana mayor “Brief Encounter” (1945), una de las mejores películas de siempre, y cuya mención, como ocurre demasiado a menudo con otros films, suele barrer de un plumazo todo el cine de Lean anterior a sus grandes superproducciones.
“You don't really know me at all.
My love isn't worth very much”
The Passionate Friends es un drama del año 1949, dirigido por David Lean.
Protagonizado por Ann Todd, Claude Rains, Trevor Howard, Betty Ann Davies, Isabel Dean, Arthur Howard, Guido Lorraine, Marcel Poncin, Natasha Sokolova, Hélène Burls, Jean Serret, Frances Waring, Wenda Rogerson, Helen Piers, Ina Pelly, John Huson, John Unwin, Max Earle, Wilfrid Hyde-White, entre otros.
El guión es de Eric Ambler, basado en “The Passionate Friends: A Novel” (1913), de H.G. Wells, que describe un triángulo amoroso en el que una mujer no puede renunciar a su aventura amorosa con otro hombre.
Estrenada en EEUU como “One Woman's Story” en 1949, entró en competencia en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Y es que a David Lean se le suele relacionar con grandes epopeyas como:
“The Bridge on the River Kwai” (1957), “Lawrence of Arabia” (1962), “Doctor Zhivago2 (1965) y “Ryan’s Daughter” (1970), pero sin embargo, también cultivó un cine intimista, cuya obra más difundida es la maravillosa “Brief Encounter” (1945); y The Passionate Friends entraría en este segundo grupo; que cuenta de manera excepcional, empleando la narración cinematográfica, un uso de la imagen y la puesta en escena brillante y excelente; y con delicadeza, una historia a 3 bandas; siendo esta su 7ª realización, en una producción que comenzó con Ronald Neame como director.
Pero David Lean, especialista en películas de obras literarias emblemáticas, consigue una estupenda película a base de un triángulo amoroso, bajo la apariencia de una inocente historia de amor, donde subyace una aguda crónica o reflexión sobre la infidelidad, el fracaso amoroso, y la frustración personal.
Como verán, la historia es muy diferente de la novela, pues resume o se concentra en la pareja, o mejor dicho en el trío, más que en la ideología y la política, en una historia atrevida para su época, llena de pasión, en el que el tratamiento narrativo está apoyado en varios “flashback” siguiendo ciertos códigos del cine de suspense, por momentos cercanos a Hitchcock, sobre todo en los insertos y un extraordinario montaje, no olvidemos que David Lean comenzó su carrera como montador, votado por sus colegas como “el mejor de la historia”, que la hacen apasionante.
Y también es la primera de 3 películas consecutivas que Ann Todd y David Lean hicieron juntos durante su matrimonio, las otras son:
“Madeleine” (1950) y “The Sound Barrier” (1952)
 The Passionate Friends se rodó en escenarios naturales de Chamonix y Lago de Annecy, en Alta Saboya, Francia; y en los Pinewood Studios del Reino Unido.
La acción básica tiene lugar en Londres, en 1948, y ocupa un breve espacio de tiempo; y mediante “flashbacks” se amplía hasta 18 años.
En el Londres de la posguerra, Mary Justin (Ann Todd) se encuentra con el universitario Steve Stratton (Trevor Howard), su verdadero amor desde la juventud; pero ahora se encuentra casada con Howard Justin (Claude Rains), un rico financiero bastantes años mayor que ella, ya que optó por tener una vida segura y acomodada, sin embargo, ese encuentro reaviva viejas llamas.
Si nos quedamos en la superficie, podemos decir que The Passionate Friends narra la historia de un adulterio; pero también es una película de sentimientos, en la que 3 personas forman un triángulo amoroso tan extraño como interesante.
La historia se desarrolla a lo largo de más de una década, en la que vamos viendo la evolución de los sentimientos de los personajes, más escondidos que mostrados, más incomprensibles que comprensibles en el personaje femenino.
Porque no hay mejor manera que mirar The Passionate Friends, más que dejándose llevar en ese terreno de ensoñación en el que navega la película; y David Lean nos la cuenta desde el corazón de la protagonista, que no para de latir y reflexionar; al tiempo que en este triángulo de infidelidades, juega muy bien a la intriga y el suspense, dejándonos escenas memorables.
“I'm not a very good person, Steven.
I wanted your love, and I wanted Howard's affection and the security he could give me”
Tras 2 adaptaciones consecutivas de Charles Dickens, el público ya sabía que David Lean era capaz de hacerles viajar en la butaca, prolegómeno de sus posteriores grandes historias, pero Lean comenzó su carrera de la mano de otras historias, más pequeñas y anónimas de Noel Coward.
Con The Passionate Friends, parece volver a ese cine intimista; pero en este caso, continúa la senda exitosa de “Brief Encounter” (1945), huyendo en cierto modo del conservadurismo en la pantalla.
Inseguros hasta de sus certezas más absolutas, el libreto por su parte dibuja con veracidad y cariño, a unos personajes matizados, contradictorios y, en definitiva, humanos; que aman y temen, se entregan y renuncian, se comportan de forma egoísta y generosa.
Así, el triángulo amoroso, un tanto más aislado de los prejuicios y presiones sociales que sus antecesores de “Brief Encounter” (1945), lo que también permite que la película se desligue con mayor soltura de su periodo de concepción, se rebela contra los estereotipos, donde cada uno de sus vértices adquiere una rotunda entidad propia y, en consecuencia, colisiona para crear un relato romántico complejo, donde las emociones se sienten a flor de piel, intermediadas por las intensas interpretaciones de Todd, Howard y Rains.
Así nos encontramos con una nueva radiografía de las infidelidades dentro del férreo matrimonio victoriano; en un film que cuenta, al igual que hacía “Brief Encounter” (1945) y con el mismo actor, una historia de amor adúltero, aunque aquí cobra mucho mayor protagonismo la figura del marido, inmenso como siempre Claude Rains; hacia quien, curiosamente, irá dirigida nuestra simpatía; y su estructura es mucho más compleja, narrando el romance a través de varios años con continuos saltos en el tiempo.
Y es que los héroes románticos de David Lean, son héroes plantados a contracorriente de la sociedad que habitan.
Parecen compartir su irreparable condición marginal con los delincuentes enamorados del cine de Nicholas Ray, pero aquí, al menos en aquellos de la segunda mitad de los años 40, su delito es otro:
No estar casados con quien deben; haber descubierto el amor como un ideal ajeno al matrimonio,  institución intocable y opresora, ligada a conceptos terrenales de estabilidad familiar y económica, y caracterizada por el aburrimiento y una lacerante frustración.
En The Passionate Friends, como sucedía en “Brief Encounter” (1945), el azar es asimismo un elemento determinante y ambiguo, que une y separa a capricho, destruyendo ese concepto de destino predeterminado bajo el que suelen amparar sus ilusiones aquellos que se aman, convencidos de la seguridad del sin embargo falaz final feliz.
Y además, el azar también llega en tren, objeto fetiche del director, esta vez en medio de la noche, en un idílico hotel de los Alpes suizos.
El filme se organiza como un puzle de recuerdos encadenados que, superando las barreras del tiempo, el vacío y el olvido, devela que la existencia de los 2 protagonistas solo tiene sentido cuando están juntos.
La protagonista, hace las funciones de narradora del relato, que explica en forma de monólogo interior, evocando hechos de 1930, 1939, la nochevieja de 1938/39, y 1948 en un viaje a Suiza.
Mary, es una mujer de aquellas que parecieran conceder a la libertad el valor que se merece, y también pareciera conceder al amor, la estima en que ha de tenérsele.
Pero ha podido más en ella el deseo de gozar de privilegios y abundancia… y se ha casado con Howard Justin, un solvente hombre de negocios mucho mayor que ella, a quien solo valora por su dinero y su posición.
Entre tanto, Mary vive añorando al amor de su juventud, el ahora biólogo Steven Stratton, y cada que tropieza con él se entrega con alma, vida y sombrero… y las cosas solo se apagan cuando también Stratton habla de querer que Mary sea “suya”...
Justin, también tiene muy claras las razones por las que Mary se casó con él, y con esto demuestra que es un hombre de muy débil autoestima, pues se sirve de su prestancia para poder obtener, a medias tintas, aquello que desea.
Objetivamente, estamos pues ante una oportunista, un hombre posesivo, y un débil de carácter.
Y lo que puede darse entre ellos, no ha de ser más que sufrimiento porque, Mary solo se aguanta a un hombre al que no ama y no quiere sentirse poseída por el hombre al que sí quiere.
Howard tiene muy claro que su mujer ansía volar, y que esto es algo que él no puede concederle.
Y el pobre Steven, no sabe vivir sin poseer, y será capaz de unirse de buenas a primeras con aquella que le permita tener la sensación de amo.
Pero de los 3, quizás el más fuerte sea Howard, porque es quien sentimentalmente nada recibe, y es el que más perdona.
En diversas ocasiones, tenemos el presentimiento de que su estado emocional va a estallar en un acto de incontenible agresividad, pero el hombre sabe seguir el cauce de la razón, tal vez por la experiencia, por no decir la edad adulta, y pareciera comprender que solo recoge lo que él mismo ha sembrado.
La película desarrolla entonces un drama romántico que involucra a esas 3 personas, y que combina pasión y conveniencias sociales.
La obra muestra que la opción por la seguridad económica y la relevancia social, en detrimento del amor verdadero, puede dejar en el espíritu frustraciones de profundo calado y difícil o imposible superación.
El paso de los años, no siempre altera la situación de partida; y las consecuencias pueden manifestarse en forma de problemas de estabilidad emocional, insatisfacción afectiva, y vacío emocional.
En ocasiones emergen celos, deseos de venganza, sentimientos de inseguridad e inclinaciones autodestructivas; y el relato, más allá de su valor documental de época, es coherente entre los hechos que se narran:
Los que actúan como causas y sus posibles consecuencias.
No habla en términos de valor universal, sino de modo circunscrito a las circunstancias del relato; y destaca el intenso uso que se hace del “flashback” como recurso narrativo, que marca el paso del tiempo, que confiere al relato, un aire de ensueño e irrealidad, y pone de manifiesto la subjetividad de los personajes, dando contenido y trascendencia al drama.
La fotografía, hace uso de trazos expresionistas, como el rostro de Howard; paisajes elegíacos, escenas bulliciosas como el baile de nochevieja; vestidos perturbadores como la capa de cuello alto de Steven en la nochevieja, que le asimila a un vampiro; y ambientes sombríos.
La iluminación, bien distribuida y muy cuidada, es excelente; y las interpretaciones son convincentes.
Poco después del rodaje, Lean y Ann Todd contrajeron matrimonio; y Lean envuelve su drama compartido en una atmósfera exacerbada, tan arrebatada que incluso raya el subrayado puntual de las sensaciones expresadas por medio del escenario, como la tormenta que arrecia en el despacho, los tiquetes de teatro sobre la mesa; si bien regala asimismo secuencias tan poderosas, como la de la habitación del hotel y su insólita perspectiva voyerista, arrebatadora en su combinación de hermosura y desgarro; el tiempo juega un papel decisivo en el desarrollo del relato a nivel interno.
El peso dramático del factor temporal, resulta decisivo para entender las motivaciones de los personajes:
El hombre joven, sereno y convencido de que el amor lo puede todo.
El hombre mayor, acaudalado y seguro de que su poder en la sociedad es su mayor acicate para conservar una esposa.
Y ella, una mujer que vive pensando en un solo hombre desde su más temprana juventud, que lee sus pensamientos, conoce sus anhelos y admira la forma en que persigue sus ideales y que, sin embargo, vive en un matrimonio acomodaticio porque se sabe egoísta, vulnerable y cobarde.
Solo en los últimos minutos de metraje, ella es verdaderamente consciente de hacia dónde se dirige su vida, habiendo perdido para siempre a Stephen, y con el rechazo y el desprecio de su esposo, e intentará tomar una decisión definitiva y fatal, que será impedida en el último segundo por su marido, y que propone el interrogante de, hasta cuándo podrá resistir la vida que escogió…
La belleza con la que están narrados los encuentros de los amantes a lo largo de los años, junto a una música de connotaciones bucólicas que permite adentrarnos en las ensoñaciones de Mary, hace que nos sintamos partícipes del amor, los celos y el desencanto del ser humano y, por ende, de los protagonistas de esta historia que resulta una pieza admirable dentro de la contundente filmografía de Lean.
Porque el denominador común de las mujeres en el cine de Lean, suelen buscar un amor inalcanzable y sin esperanza como en “Brief Encounter” (1945)
En este caso es Mary, una estupenda Ann Todd, considerada entonces “la Greta Garbo británica”, es una mujer romántica que buscó en un matrimonio la seguridad y la buena posición económica, pero que tiene dudas ante el riesgo de sus fantasías amorosas.
Un tema importante, son los espléndidos diálogos, que a veces son excusa para que el espectador se aperciba que lo que piensan los personajes es ajeno a la conversación.
En definitiva, rodada en espléndidos parajes naturales de Suiza, y con unos primeros planos fascinantes de Ann Todd, muy sugerentes, como las miradas y los gestos; con un cálido protagonismo, la nueva pareja sentimental del director David Lean, realiza un filme de muy bella estética, y con un toque romántico que nos remite irremisiblemente a “Brief Encounter” (1945), su preciosa película de 4 años atrás, que también tenía a Trevor Howard como el hombre de hogar que entraba fugaz, pero intensamente, en la vida de una mujer también casada.
Junto a ellos, el siempre correcto Claude Rains, logra una profunda y contenida caracterización, como el débil en la búsqueda del amor, pero de gran fortaleza para mantener siempre la altura ante lo que siente.
Una historia así, no puede deparar un final feliz, pero abre una puerta para que por fin, un hombre se haga querer tan solo por lo que es… pues dignidad, generosidad y carácter, es todo lo que un hombre necesita para poder ser amado de verdad.
Como curiosidad, Lean se basa de métodos “hitchcocknianos” para desarrollar la intriga por ser descubierto, generando suspense en algunas de las mejores escenas de toda su filmografía.
La utilización magistral del plano inserto, de la ambientación en la puesta en escena, del montaje y de la información controlada por el espectador, antes que por los protagonistas; consiguen generar en el espectador un interés continuado por una historia que, hoy por hoy, no nos sorprendería tanto.
Pero queda claro que Lean había visto “Notorious” (1946), de su compatriota Alfred Hitchcock, y que las consecuencias narrativas aparecerán en otros títulos de su futuro cine, pero sobre todo en este, y acusa alguna influencia al Maestro del Suspense, como cuando Howard ve las sillas vacías, y la escena de los prismáticos, de prolongado e intenso suspense.
Como harto se ha dicho, The Passionate Friends comparte con “Brief Encounter” (1945) algunos planos descentrados, un triángulo amoroso y el protagonismo de trenes y estaciones ferroviarias, símbolo entonces del movimiento de personas y mercancías.
Por último, la música combina fragmentos románticos con pasajes de gran dramatismo, y la interpretación es de la London Philharmonic Orchestra.
“Do you remember once, I asked you how you could love me and yet marry someone else?”
En The Passionate Friends no hay moralismo alguno, sólo la enésima constatación de que, en el cine de David Lean, las pasiones humanas están contempladas mostrando sus aspectos más sublimes y agradecidos, pero sin olvidar el reverso de sus connotaciones más sombrías y ásperas.
Para el cineasta, el amor es bello pero no perfecto, o en el mejor de los casos, su aparente perfección, tiene una duración limitada en el tiempo, porque las personas que lo experimentan, tampoco son perfectas, sino seres humanos cargados de complejos, cargas y limitaciones de toda índole.
Como en la vida misma, cuando el amor empieza a ser acompañado por un sentimiento de propiedad, “ella es mía” o “él es mío” por parte de alguno de los miembros de la pareja, el sufrimiento y/o el fracaso, comenzarán desde entonces a penetrar por la puerta.
¿Y esto por qué?
Sencillamente porque, amor y libertad son uno solo, y son tan indesligables como la lluvia y el río.
Quítale al amor la libertad, y se convertirá en tormentoso sometimiento; y quítale a la libertad el amor, y se convertirá en libertinaje… o en una triste soledad.

“Don't you see that you two together are dangerous?
You just have to keep away from one another.
In the future, I'm going to see to it that you do”



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