The Divine Lady
“This is the historic tale of two people whose lives are an immortal romance; the story of the love and destiny of England's greatest beauty, and England's greatest sailor”
Emma “Emy” Lyon, Lady Hamilton, fue una dama inglesa, esposa del Embajador
de Inglaterra en Nápoles, conocida sobre todo por haber sido la amante de Lord Nelson, y como la musa de George Romney.
No se conocen muchos detalles de su infancia:
Se sabe que a los 12 años trabajaba como doncella en la casa del doctor Honoratus Leigh Thomas, un cirujano que trabajaba en Chester.
Después trabajó para la familia Budd en Chatham Place, Blackfriars; allí conoció a una doncella llamada Jane Powell, que quería ser actriz, y que ensayaba con Emma papeles trágicos.
Después de su corta estancia en Londres, Emma volvió con su madre, quien estaba viviendo cerca de Oxford Street.
Inspirada por el entusiasmo de Jane hacia el teatro, Emma comenzó a trabajar en el teatro de Drury Lane en Covent Garden, como doncella de varias actrices, entre ellas, Mary Robinson.
Más tarde fue modelo y bailarina en un establecimiento conocido como “Goddess of Health” y también como “Temple of Health” para el doctor James Graham, un médico cuáquero escocés.
La mayor atracción del establecimiento, era una cama a través de la que pasaba la electricidad, dando ligeros choques a los clientes que pagaban por tenderse allí.
Se suponía que con ello ayudaba a la concepción, y las parejas estériles pagaban por probarlo…
Cuando Emma tenía 15 años, conoció a Sir Harry Featherstonhaugh, quien se la llevó a su finca rural Uppark en South Downs.
Allí fue su amante, y actuaba como anfitriona en fiestas.
A finales de junio y principios de julio del año 1781, Emma quedó embarazada de Sir Harry; y por la misma época hizo amistad con uno de los invitados, el aburrido pero sincero, Honorable Charles Francis Greville PC, FRS, un político y anticuario británico, segundo hijo del Primer Conde de Warwick, y miembro del Parlamento por Warwick.
Emma marchó a Londres, donde se cree que Sir Harry la acomodó.
Cuando nació la hija de Emma y Sir Harry, Emma Carew, se la quitaron para que la criaran unos tales Blackburn…
Para entonces, Emma ya era amante de Greville, quien la mantenía en una casa situada en Edgeware Row; y éste le pidió que se cambiara el nombre por el de “Emma Hart”; e hizo que posara para su amigo, el pintor, George Romney; de hecho fueron sus pinturas más famosas, los retratos de Emma en esta época, y pintó más de 60 retratos de ella, en varias poses, a veces interpretando personajes históricos o mitológicos.
Romney mantuvo una obsesión por ella, que le duró toda la vida; y muchos de los numerosos bocetos que hizo de ella en esta época, tanto desnuda como vestida, le sirvieron posteriormente para pintar cuadros de Emma cuando esta no se encontraba ya en Inglaterra.
A partir de los cuadros, puede verse que era extremadamente hermosa.
Además, comenzó a ser conocida en los círculos sociales bajo su nuevo nombre de Emma Hart, donde gracias a un rápido aprendizaje, resultaba elegante, ingeniosa e inteligente.
Ahora bien, en el año 1783, Greville necesitaba encontrar una mujer rica que lo mantuvieran en un buen estado financiero, y planeó casarse con la heredera de 18 años, Henrietta Middleton.
Pero a través de las obras de arte de Romney, Emma resultaba muy conocida, y el hecho de que Greville viviera abiertamente con ella, sería un obstáculo para que Henrietta lo aceptara como pretendiente.
Para deshacerse de Emma, Greville convenció a su tío, Sir William Douglas Hamilton, aristócrata escocés, diplomático británico, anticuario, arqueólogo y vulcanista; para que se la quitara de encima.
A Sir William le convenía que Greville se casara, pues así se libraba de un pariente pobre.
Sir William era un cincuentón aficionado a las antigüedades y los objetos bellos, y conocía la famosa belleza de Emma; y había sido durante mucho tiempo un hombre felizmente casado.
Su hogar en Nápoles, era bien conocido por todo el mundo por su hospitalidad y refinamiento.
Pero Emma desconocía estos planes, y Greville se limitó a plantearle el viaje a Nápoles como unas prolongadas vacaciones de varios meses, mientras él estaba fuera en Escocia por negocios.
Como la mayoría de los hombres que gravitaron alrededor de ella, Sir William quedó impresionado con Emma, que ejecutó desnuda bailes inspirados en elementos clásicos para él y sus invitados, entre ellos, el gran Johann Wolfgang von Goethe.
Para sus “posturas”, Emma hizo que su modista le confeccionara trajes siguiendo el modelo de las campesinas isleñas del golfo de Nápoles, vestimentas flojas como las que lucía cuando posaba para Romney.
La interpretación causó sensación en toda Europa; y usando unos pocos chales, posaba como diversas figuras clásicas, desde Medea hasta Cleopatra; y sus interpretaciones encantaron a todo el mundo, tanto aristócratas, artistas como Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun; a escritores, y Reyes por igual, estableciendo nuevas tendencias de danza por toda Europa, y empezando una moda por el estilo de ropa drapeado de La Grecia Antigua.
También, el afamado escultor, Bertel Thorvaldsen, admiró su arte.
Emma, también era una aficionada a la canción con cierto talento; Sir William pero no avanzó en su relación con ella hasta que le aceptó.
Con 60 años, se casó con Emma, de 26; 2 días antes del regreso de la pareja a Nápoles, el 6 de septiembre de 1791, en Saint Mary-le-bone, Middlesex, Inglaterra, con lo que pasó a ser conocida como Lady Hamilton, al ser la esposa de un caballero.
Cuando se casó, usó su nombre de nacimiento:
Amy Lyon; y al día siguiente, Hamilton fue nombrado miembro del Consejo Privado del Reino Unido.
Lady Hamilton se convirtió en íntima amiga de La Reina Maria Carolina Louise Josepha Johanna Antonia de Habsburgo-Lorena, esposa de Ferdinando I delle Due Sicilie de Nápoles; y como esposa del enviado británico, Emma dio la bienvenida a Horatio Nelson en 1793, cuando acudió a recoger refuerzos contra los franceses.
Durante la mayor parte del tiempo de Hamilton como embajador, Nápoles había sido un remanso político.
Pero cuando Francia declaró la guerra a Gran Bretaña en 1793, los sucesos en Nápoles se volvieron turbulentos, y el papel de Hamilton se hizo más importante, justo cuando su salud estaba en declive.
La flota del Almirante Horatio Nelson, I Vizconde de Nelson, I Duque de Bronté, conocido por sus victorias durante Las Guerras Napoleónicas, llegó a la bahía de Nápoles después de derrotar a la flota francesa en La Batalla del Nilo, en agosto de 1798, siendo fue un invitado de los Hamilton.
Regresó a Nápoles 5 años después, el 22 de septiembre de 1798, con su hijastro de 18 años, Josiah; como una leyenda viva, después aquella victoria en Abukir.
Sin embargo, las aventuras habían envejecido prematuramente a Nelson:
Había perdido un brazo, y la mayor parte de sus dientes; y estaba afligido por ataques de tos.
Supuestamente, Emma se le echó encima con admiración, exclamando:
“Oh Dios, ¿es esto posible?”, y se desmayó contra él.
Nelson escribió efusivamente sobre Emma a la esposa de la que se estaba separando poco a poco, Lady Fanny Nelson.
Emma y Sir William, escoltaron a Nelson a su casa, en El Palazzo Sessa; y cuidó de Nelson bajo el techo de su esposo, organizando una fiesta con 1.800 invitados para celebrar el 40º aniversario de él.
Pronto se enamoraron, y parece que su relación fue tolerada, incluso animada por Sir William, de mayor edad, quien no mostró sino admiración y respeto por Nelson, y a la inversa.
Emma Hamilton y Horatio Nelson, eran para entonces los británicos más famosos del mundo; pues no sólo estaban enamorados, sino que se admiraban mutuamente hasta llegar a la adulación.
También estaban, por así decirlo, enamorados con su fama y la de su amante.
Emma se había convertido para entonces, no sólo en amiga personal de La Reina Maria Carolina, sino que había desarrollado una importante influencia política.
Aconsejó a La Reina sobre cómo reaccionar frente a las amenazas de La Revolución Francesa; pues su hermana, María Antonieta había caído víctima de La Revolución.
En 1799, se produjo en Nápoles una extraña revolución, dirigida por miembros de la aristocracia, más que por el pueblo.
La Familia Real se marchó a Sicilia; y desde aquí Nelson intentó ayudar a La Familia Real a aplastar a los revolucionarios.
Incluso ejecutó a uno de los líderes de la revolución, El Almirante Caracciolo.
Al final del año, Los Reyes abandonaron Nápoles a medida que avanzaba el ejército francés, y huyeron a Palermo, en Sicilia.
Los Hamilton fueron con ellos…
La Reina trabajó de un lado al otro con Lady Hamilton, entonces esposa del embajador británico, y amante de Lord Nelson, esto era sabido por La Reina; y víctima del engaño los republicanos, fueron puestos a sí mismos en una posición con la cual, ellos pudieron ser capturados.
Varios miles de ellos fueron juzgados y hasta colgados.
En el verano de 1799, Nápoles fue reconquistada por los franceses, y se decretaron represalias contra los que habían apoyado a La República Partenopea o República Napolitana.
Hamilton, junto con Los Reyes y Nelson, permanecieron en Palermo, a excepción de una breve visita a la bahía de Nápoles con el barco HMS Foudroyant.
Hamilton estaba ansioso de regresar a Gran Bretaña; y a principios de 1800, Sir Arthur Paget le envió un sustituto, y Los Hamilton y Nelson regresaron por tierra a Inglaterra.
Desembarcaron en Great Yarmouth, el 31 de octubre de 1800; para entonces, la relación entre Hamilton, Emma y Nelson, estaba provocando un escándalo, tanto que Hamilton fue caricaturizado en dibujos por James Gillray.
Poco después, Nelson fue llamado a Gran Bretaña, y junto, Emma y William, usó la ruta más larga posible para volver a través de Europa central.
En Viena, en 1800, oyeron “La Missa in Angustiis” de Joseph Haydn, que hoy lleva el nombre de Nelson.
Ese mismo año, llegaron a Gran Bretaña, donde a Nelson se le dio la bienvenida como un héroe; y los 3 vivieron entonces juntos de manera abierta, y el asunto se hizo de dominio público, lo que al final indujo al Almirantazgo, a enviar a Nelson de vuelta al mar, aunque sólo fuera para apartarlo de Emma.
Para entonces, Emma dio a luz a la hija de Nelson, Horatia, el 31 de enero de 1801, en la casa alquilada por Sir William, en Clarges Street, 23 Piccadilly, Londres.
En otoño de ese mismo año, Nelson compró Merton Place, una pequeña casa destartalada en las afueras de lo que actualmente es Wimbledon.
Allí vivió abiertamente con Emma y Sir William, en un “ménage à trois” que fascinó al público; pues los periódicos contaban todos sus movimientos, recurriendo a Emma para ver qué se ponía de moda en ropa, decoración, e incluso menús festivos.
Pero pronto Nelson prefirió una vida más tranquila, lejos de la vida social que tanto ansiaba Emma.
Hasta que Sir William murió en 1803, y Nelson volvió al mar poco después, dejando a Emma embarazada con el segundo hijo de la pareja.
Era una niña que murió a las pocas semanas de nacer, a principios de 1804.
Al año siguiente, murió Nelson, tras haber sido alcanzado por un soldado francés, a bordo del buque HMS Victory, que entonces luchaba con España, en La Batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805.
Tenía 47 años; y su cuerpo fue llevado a Inglaterra, recibiendo un funeral de estado.
Tras su muerte, Nelson alcanzó una celebridad que sólo El Duque de Marlborough y El Duque de Wellington han logrado tener en la historia británica.
La monumental columna de Nelson y La Plaza de Trafalgar, donde está situada, son lugares destacados en Londres hasta el día de hoy.
Sin embargo, el monumento a Nelson en Dublín, Irlanda, fue destruido por una bomba que hizo explosión a las 2:00am del 8 de marzo de 1966, por un comando perteneciente al IRA, episodio en el cual no salió herida persona alguna.
“You see, my dear, the gods sell everything at a fair Price”
The Divine Lady es un drama del año 1929, dirigido por Frank Lloyd.
Protagonizado por Corinne Griffith, Victor Varconi, H.B. Warner, Ian Keith, Marie Dressler, Montagu Love, William Conklin, Dorothy Cumming, Michael Vavitch, Evelyn Hall, Helen Jerome Eddy, entre otros.
El guión es de Forrest Halsey, Agnes Christine Johnston, Harry Carr, y Edwin Justus Mayer; basados en la novela “The Divine Lady: A Romance of Nelson and Emma Hamilton” de E. Barrington; a su vez, basado en la biografía del Almirante británico Horatio Nelson, y su romance con Emma Hamilton, más conocida como Lady Hamilton, durante Las Guerras Napoleónicas, pues ambos estaban casados con otros cónyuges en el momento de su aventura.
Originariamente estrenado por First National como un film mudo, posteriormente The Divine Lady fue reestrenado sin diálogos, aunque con banda sonora y con varias escenas musicales en las que la protagonista Corinne Griffith cantaba.
El filme fue restaurado por El Archivo de Cine y Televisión de UCLA, El Museo de Arte Moderno, y El Archivo de Cine Checoslovaco, dentro de un proyecto llamado “American Moviemakers: The Dawn of Sound”; y desde su redescubrimiento, la película no ha levantado mucha conmoción en la comunidad cinematográfica.
Se ha transmitido en Turner Classic Movies, solo un puñado de veces, y no se ha puesto a la venta en video casero.
A pesar de todo este descuido, The Divine Lady es tan importante y significativa como entretenida; además ganó el Premio Oscar al Mejor Director, sin ser finalista a mejor película, mientras que su actriz principal, Corinne Griffith fue finalista como mejor actriz, nominación desconocida hasta hace pocos años, cuando La Academia de Las Artes y Las Ciencias Cinematográficas de Hollywood, descubrió en sus archivos, que su nombre se encontraba entre las propuestas para el premio.
La revelación apareció en “65 Years of The Oscar: The Official History of The Academy Awards” de Robert Osborne.
Y es que para ese año, no se anunciaban “las nominaciones”, en realidad, después de que los premios ganaran estatura, hubo intentos de alinear las ceremonias anteriores con lo que se estaba convirtiendo en el estándar de la industria.
La inclusión del nombre de Griffith entre los nominados, puede deberse a una sugerencia de que la actuación de Jeanne Eagels en “The Letter” haya sido descartada, ya que ella murió en octubre de 1929.
Un vistazo a las otras nominaciones, apoyaría la inclusión de Griffith; sin embargo, la segunda ceremonia no fue uno de los mejores esfuerzos de La Academia.
La actuación estrellada y autoconsciente de Griffith, fue mejor que la ganadora de Mejor Actriz, Mary Pickford en “Coquette”; pero también lo fueron la mayoría.
Por otra parte, Lillian Gish y Greta Garbo, tuvieron caracterizaciones muy superiores durante el período de elegibilidad, pero no fueron nominadas.
Sin embargo, la estrella del perro Rin Tin Tin, fue considerado para una nominación al “mejor actor”
Siempre tuve la sensación, de que los primeros 10 años del Premio Oscar, se cerraron en cuartos traseros llenos de humo; pues los Premios de La Academia se dieron menos en base al mérito, porque cada estudio recibía una parte de los beneficios.
Y se encontró que el filme también se nominó a la mejor cinematografía, para el director de fotografía, John F. Seitz.
Probablemente, el premio que debería haber obtenido The Divine Lady, era para efectos especiales, pero esa categoría aún no se había establecido.
Con esta película, Frank Lloyd se convirtió en uno de los 2 únicos directores que obtuvieron el Oscar al Mejor Director, sin que su película fuera también nominada a la mejor película.
La única otra película que ganó un Oscar de dirección, sin una nominación a mejor película, fue “Two Arabian Knights” (1927), que ganó el único Oscar otorgado por Dirección de Comedia para Lewis Milestone.
Tanto Lloyd como Milestone ganaron 2 premios Oscar más, en el apartado de mejor director, por dirigir a los ganadores de Mejor Película:
Lloyd por “Cavalcade” (1933), y Milestone por “All Quiet On The Western Front” (1930)
Brevemente, como se explica en una tarjeta de presentación:
“Esta es la historia de 2 personas, cuyas vidas tuvieron un romance inmortal:
La historia del amor y el destino de la mayor belleza de Inglaterra, y el mejor marino de Inglaterra”
Emma Hart (Corinne Griffith), entra a trabajar con su madre (Marie Dressler) en la casa de un rico aristócrata, Honorable Charles Greville (Ian Keith), quién no tarda en seducirla, aunque no mucho después, decide enviarla a Nápoles con su tío, Sir William Hamilton (H.B. Warner) para que se convierta en su amante, y así evitar que este se case, y perder la herencia, aunque con lo que no contaba Greville, es que finalmente Hamilton pediría la mano de Emma, y acabaría casándose con ella, a pesar de que Emma le ha dicho no amarle...
Poco después estalla la guerra entre Inglaterra y Francia:
La tropa de Inglaterra comandada por El Almirante Horatio Nelson (Victor Varconi) llega a Nápoles con la intención de conseguir comida y agua, aunque se le deniega, finalmente consigue sus propósitos ayudado por Emma, con la que comenzará a partir de ese momento un romance que les unirá para siempre.
Aquí vemos a Lady Hamilton como la heroína trágica atrapada por las circunstancias y el matrimonio sin amor, y Nelson no como el oficial majestuoso, sino como el audaz capitán de mar, con el que una mujer podría enamorarse peligrosamente.
La película se centra en la mayor belleza de Emma y su amante, el mejor marinero Horatio Nelson, y aunque es en general una historia anacrónica, cinemática e histórica, es digna de ser vista por muchas razones, aunque los detalles de su vida temprana son hoy un poco esquemáticos, aparentemente fue la Courtney Love de su tiempo, viviendo una vida muy salvaje.
Cuando comienza esta película, todo el enloquecimiento y los asuntos de sus primeros años de Emma, han sido borrados, haciéndola parecer una dama muy agradable, y bastante inocentes; aunque ciertamente no es una palabra para describirla, pero su relación posterior con Lord Nelson, se volvió legendaria.
“England expects every man will do his duty”
El cineasta escocés, Frank Lloyd, fue uno de los miembros fundadores de La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, mejor conocida por celebrar la ceremonia anual del Oscar; y un nombre tristemente olvidado, pero posiblemente el cineasta más destacado de Hollywood desde mediados de los 20 hasta mediados de los 30.
En septiembre de 1928, Warner Bros., Pictures, compró una participación mayoritaria en First National Pictures, y desde ese momento, todas las producciones de First National se hicieron en realidad bajo el control de Warner Bros., aunque las 2 compañías continuaron manteniendo identidades separadas hasta la mitad de los 30, después de lo cual, se usó a menudo “A Warner Bros.-First National Picture”
Con The Divine Lady, se produjo como una película sonora de Vitaphone, con una partitura musical sincronizada, efectos de sonido, y algunos cantos sincronizados, pero no diálogos hablados; y que cuenta la controvertida relación entre Lady Emma Hamilton y Lord Horatio Nelson.
Una escena de apertura optimista y humorística, nos revela a la protagonista del título, cuando Charles Greville espera ganarse el favor de su tío mujeriego y benefactor, Sir William Hamilton.
Él tiene una oportunidad, cuando esa niña vulgar que él llama “desvergonzada”, Emma, llega con su madre para ser sirvienta y cocinera, respectivamente, para su hogar.
Inicialmente atraído físicamente por ella, la lleva con él a una función pública, solo para avergonzarse por sus acciones, pues ella lidera a un grupo de plebeyos en una canción…
Cuando descubre que su tío, después de escucharla cantar, se siente atraído por Emma, la engaña para ir a vivir con Hamilton a Nápoles, Italia; y para recibir una educación; y le promete que vendrá a estar con ella en octubre, que es primavera.
Enamorada de ella, Hamilton la educa sobre las maneras de ser una dama, brindándole todo lo que necesita, incluido un guardarropa.
También conoce a un oficial naval británico, conocido de Hamilton, Horatio Nelson, quien inicialmente se había negado a conocerla hasta que él también la escucha cantar…
Cuando llega octubre, recibe una carta de Greville, en la que le dice que debe quedarse con Hamilton, e implica que él mismo podría casarse con otra…
Decepcionada, acepta la oferta de matrimonio de Hamilton, después de que ella le haya dicho que nunca podría amarlo.
Para entonces, Inglaterra está en guerra con Francia y Nápoles, aunque su aristocracia favorece a Inglaterra, teme a Francia.
El Rey Ferdinand (Michael Vavitch) está influenciado por su confidente, y el simpatizante francés, George Romney (William Conklin), para mantener la neutralidad.
Es decir, hasta que un barco británico comandado por Nelson llegue a la costa, y desee atracar para recibir tratamiento para sus hombres que sufren de inanición y escorbuto.
Emma, ahora Lady Hamilton, simpatiza con su causa, e influencia a La Reina Maria Carolina (Dorothy Cummings), y hermana de María Antonieta, y todos sabemos lo que le sucedió a ella; para firmar una orden para proporcionar a los barcos británicos los necesarios suministros.
Cuando Lady Hamilton entrega esta proclama a la nave de Nelson, ella se enamora del Capitán, y el sentimiento es mutuo.
Después de que Nelson y sus hombres rejuvenecidos salen victoriosos, ambos comienzan un asunto tórrido, que retrasa al Capitán de un triunfante regreso a Inglaterra.
Cuando es llamado a casa por su esposa, Lady Nelson (Helen Jerome Eddy), y después de que ella le canta una canción más, se va…
Tiempo después, Hamilton y Emma son invitados a la celebración en Londres, pero Lady Hamilton es rechazada, y su nombre tachado de la lista de invitados.
Cuando Nelson se entera de esto, se indigna porque debe excluirse a la mujer que salvó a sus hombres de la muerte, y llevó a Inglaterra a la victoria.
Pero lo resuelven de otra manera, y se conforman con la vida tranquila juntos, lejos de la sociedad y de todos los demás.
Sin embargo, cuando es llamado por el país, El Capitán Hardy (Montagu Love) le da la orden de salir a defenderlo de nuevo contra Napoleón, y él regresa al deber donde es fatalmente herido.
Frank Lloyd le da a la película un ritmo magníficamente relajado, y evoca algunas imágenes dolorosamente románticas, como la mano de Corinne Griffith deslizándose de Victor Varconi, mientras su nave se aleja; o Griffith se pasa la flor por los labios, anticipando el beso de Varconi; y es que Lloyd solía usar movimientos independientes de la cámara para aumentar el impacto emocional de una escena, por ejemplo, el bote de Nelson se aleja mientras la cámara, desde el punto de vista de Hamilton, permanece estática.
Y gran parte de la historia, se ve desde su perspectiva, algo que pocos directores tienen la valentía de hacer.
Hay muchas miradas dirigidas directamente a la cámara, lo que nos coloca en la posición de personas enfrentadas.
Sin embargo, la despedida llena de lágrimas de los amantes, con Griffith en el arpa, los ve a ambos en lados opuestos de la habitación, ambos mirando hacia afuera.
Cortamos entre sus caras, pero sabemos que no se miran a los ojos, y la sensación de separación es palpable…
Por sus esfuerzos en esta película, Frank Lloyd recibió un Premio de La Academia al Mejor Director; y esto provocó algunas quejas entre algunos estudiosos del cine, tanto profesionales como aficionados, no porque Lloyd se haya ganado a un candidato supuestamente más digno, sino porque Lloyd nunca ha sido bendecido, o incluso considerado, por los teóricos del autor y quizás, creo, porque algunas personas golpearon a La Academia con lo que decidió.
Pero su trabajo, en The Divine Lady en particular, merece una mirada más cercana:
Esta es una película que tiene toda la belleza romántica candente de las mejores películas mudas de Greta Garbo.
Corinne Griffith, no tiene nada que ver con el talento de la actuación o la seductora mística de Garbo; el efecto está en la mirada cuidadosa de Lloyd, en sus cautivadoras imágenes que recuerdan a la Emma Hamilton pintada con encanto por George Romney, y nos arrastran a este trágica historia de amor de una época pasada.
El historiador cinematográfico, Anthony Slide, autor del único libro dedicado a Frank Lloyd, considera a The Divine Lady como su mejor obra, destacando además de la lírica emanada de su protagonista, el virtuosismo técnico del que hace gala, prodigándose en movimientos de cámara y excelencias de montaje, que se utilizan al servicio de la narración, no como un ejercicio de megalomanía.
Pues Lloyd era un hombre sencillo, que huía de la publicidad, puede que esa humildad sea una de las causas por las que su figura no obtenga la rehabilitación que sí han tenido otros colegas de menos méritos.
Las principales virtudes del filme, son por un lado, la excelente interpretación de Corinne Griffith, tanto en las escenas más divertidas como en las románticas, un idilio bellamente fotografiado por John F. Seitz, en la primera de sus 7 nominaciones a este galardón, nunca concedido, y eso que fue el responsable de filmar las primeras obras maestras de Billy Wilder durante su etapa en Paramount, incluyendo la mítica “Sunset Blvd.”
Seitz, que se había hecho un nombre al principio de la década, gracias a su colaboración con el gran Rex Ingram, culminaba su etapa muda con este título, que es una magnífica muestra del extraordinario nivel que había alcanzado el lenguaje del cine.
Del reparto, aunque hoy, está totalmente olvidada Corinne Griffith, una de las mayores estrellas del cine mudo.
Ella tenía una legión de admiradores, y todo el mundo resaltaba su belleza; pero el no haber participado en ninguna película memorable del periodo silente, le ha llevado al más injusto de los olvidos.
Porque Corinne no era sólo una cara bonita, era una actriz diferente en muchos aspectos, tanto por su modesta forma de vida, como por el cuidado y control que tuvo de su carrera.
Con todo, fue Corinne la primera en llegar a Hollywood, en esa época de continuos cambios, donde predominaban las cintas de 2 bobinas, y cuyo mayor exponente era D.W. Griffith, de quién Corinne adoptó su apellido de estrella.
Poco a poco fue escalando la cumbre hasta convertirse en la máxima estrella de la First National en 1923.
Mientras otros actores se compraban mansiones de gran lujo, y llevaban una vida tan extravagante como onerosa para sus finanzas, Corinne se limitó a adquirir una estupenda casa en Hollywood, cómoda y elegante, pero razonablemente cara.
Su modo de vida, carente de excentricidades, le permitió ir acumulando una fortuna en bienes raíces, la cual siguió aumentando una después de su prematura retirada del cine.
Otra de sus características, fue el control que tuvo una vez llegado al estrellato sobre su carrera.
No sólo tenía voz y voto sobre el tema, director y reparto de sus películas, también asistía a las proyecciones diarias sobre el material filmado, y podía opinar sobre el montaje final.
Ese afán de perfeccionismo, derivaba en ocasiones en una actitud colérica, seguramente esa sería la razón por lo que se decidió encargar a Frank Lloyd la dirección de la película; pues una de las virtudes del realizador, era conseguir domesticar a sus estrellas.
En The Divine Lady, Griffith está en su mejor momento, en los más lentos y tiernos, mostrando gestos delicados como el pequeño rizo de su dedo mientras besa la espada de Nelson…
Pero el filme que cuenta además de Corinne Griffith, con la participación de 2 estupendos actores:
Marie Dressler, y H.B. Warner, como la madre y el esposo de Emma Hamilton.
También me parece estimable la actuación de Victor Varconi, quien interpreta a Nelson; que precisamente había sido Pilatos en “Kings Of Kings”, donde Warner interpretaba a Cristo.
Este actor nacido en la actual frontera entre Hungría y Rumanía, había triunfado en el cine austríaco antes de que DeMille le trajera a Hollywood; y era destacable en papeles principales positivos.
Con sus facciones hermosas pero algo puntiagudas, a menudo lo consideraban un siniestro villano, pero tenía un porte heroico y, como The Divine Lady, demuestra que también puede jugar al sensitivo.
Él está muy en el molde de un príncipe de cuento de hadas, mucho mejor que muchos de los bigotudos que pasaron por hombres líderes en La Era del Cine Mudo.
Mientras H.B. Warner, seguiría trabajando habitualmente durante el nuevo periodo de cine sonoro; y Marie Dressler llegaba incluso a ser cabeza de cartel; las estrellas de la película, Corinne Griffith y Victor Varconi, quedaran arrinconados como vestigio de una época pasada.
Pero la magia del cine les da de nuevo vida, y uno no puede menos que emocionarse cuando escuchamos a Corinne, cantar con triste voz, “Loch Lomond” mientras Victor se aleja en busca de su destino.
Y es por ello que la película tiene algunos momentos visuales encantadores:
El ser más memorable, los 2 amantes en un columpio, y una batalla en el mar impactante para la época; pero la película es un poco lenta, y el protagonista masculino es rígido y carece de carisma.
Toda la historia de amor, realmente no es tan interesante a pesar de que las presentaciones la llevan en su mayor parte; y el triángulo amoroso era bastante forzado, ya que nunca se sabe por qué Hamilton se casó con Sir William en primer lugar…
El dinero puede ser obvio, pero sentí que la película realmente apresuró su relación, y que toda la motivación y los sentimientos de William se pasan por alto.
Lo que no es cierto, es lo noble que era Emma Hamilton:
Ella era bastante obscena en su día, sus orígenes comunes hicieron más que deslizarse como una “trepadora”
Ella podría ser vulgar y cruel, fue muy cruel con Lady Nelson en la vida real, pero su lugar en la historia está asegurado, como es su lugar en los romances legendarios, y la película contiene uno de los finales más poéticos, con o sin sonido, y es la escena de la muerte de Nelson, aunque puedo entender que algunos puedan sentir que bordea el sentimentalismo rosa.
Por último, la banda sonora presentó el tema “Lady Divine”, con letras de Richard Kountz y música de Nathaniel Shilkret, que se convirtió en un éxito popular en 1929, y fue grabado por numerosos artistas, como:
Shilkret, Frank Munn, Ben Selvin, como The Cavaliers; Smith Ballew, Adrian Schubert, Sam Lanin y Bob Haring; y en la película se le puede escuchar durante los créditos de apertura y cantado fuera de pantalla, por un cantante no identificado; a menudo como el tema del amor; y repetido al final, por un cantante no identificado fuera de la pantalla.
“We never know what destiny has in store for us”
De los personajes reales, decir que tras la muerte de Nelson, Emma agotó muy rápido la pequeña pensión que Sir William le había dejado, y contrajo muchas deudas.
Nelson había dejado el grueso de su patrimonio a su hermano, y le dio Merton Place a Emma, pero ella agotó sus finanzas, intentando mantenerlo como un monumento a él.
A pesar de su estatus como héroe nacional, las instrucciones que dejó al gobierno de proveer las necesidades de Emma y Horatia, fueron ignoradas.
En lugar de ello, honraron al hermano de Nelson...
Emma pasó un año en una prisión por deudas, en la compañía de Horatia, antes de trasladarse a Francia para intentar escapar de sus acreedores.
Se dio a la bebida, y murió en la pobreza en Calais, en enero de 1815, a los 49 años, de disentería amebiana, una enfermedad que probablemente contrajo durante sus años en Nápoles.
Emma fue enterrada en Calais, pero su tumba se perdió posteriormente debido a la destrucción durante la guerra.
Horatia, posteriormente se casó con El Reverendo Philip Ward, y vivió hasta 1881.
Tuvo 10 hijos, y nunca reconoció públicamente que ella era la hija de Emma Hamilton.
William Douglas Hamilton, murió a los 72 años, el 6 de abril 1803, en su casa de Picadilly.
Dejó a Emma 800 £ al año, que incluyó 100 libras anuales para su madre, y pequeñas sumas anuales para sus 4 sirvientes de Nápoles.
Sus propiedades en Gales, que fueron fuertemente hipotecadas, las heredó su sobrino, Charles Francis Greville.
A Nelson le dejó una copia del retrato de Emma pintado por Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun.
Por su parte, Greville nunca se casó, tuvo un gran jardín con invernáculos en Paddington Green, donde cultivaba plantas tropicales, y donde consiguió que una planta de Vanilla planifolia floreciera por primera vez bajo vidrio, en el invierno de 1806 y 1807.
Murió a los 59 años, el 23 de abril de 1809; y sus propiedades fueron heredadas por su sobrino, Sir William Hamilton.
La Isla Greville, al sur de Nueva Zelanda, recibió este nombre en su honor en 1820.
En la cultura popular, las pinturas de Emma han aparecido como obras de arte de portada para muchos libros, incluida Lady Hamilton como Circe, en la portada de la publicación Bantam Classics de “Wuthering Heights” de Emily Brontë.
Y fue el tema de una opereta de 1926, “Lady Hamilton”, del compositor alemán Eduard Künneke; siendo revivida en Colonia, en 2004.
Una película muda alemana de 1921, “Lady Hamilton” dirigida por Richard Oswald con Liane Haid como Hamilton y Conrad Veidt como Nelson; y es mencionada en la obra “La Tosca” por Victorien Sardou, que inspiró la ópera “Tosca” de Puccini.
En la película de 1941, “That Hamilton Woman” cuenta la historia del romance de Emma con Horatio Nelson; protagonizada por Vivien Leigh y Laurence Olivier.
Leigh, se hizo fotos publicitarias para la película en poses muy similares a las pinturas de Emma; y la retrataría como la desvergonzada que más tarde cayó en el alcoholismo.
En la película de 1973, “Bequest to The Nation”, lanzada en los Estados Unidos como “The Nelson Affair”, tiene a Glenda Jackson y Peter Finch en los papeles principales.
“This is the end of your fine plot.
I'm not one to be passed around hand to hand”
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