Una Mujer Fantástica

“Mi nombre es Marina Vidal, tiene algún problema con eso”

No importa mucho el tema que aborda una película, cuando lo válido e interesante es la manera en la que sus autores lo abordan.
De la misma manera, tampoco importa el género de su protagonista, ni su nacionalidad o el idioma en el que está rodada cualquier obra cinematográfica, aunque en este caso, sí son factores que terminan por proporcionar un contexto determinado al relato.
Para el escritor, crítico de arte y pintor británico, John Berger, el retrato clásico de la mujer en el arte antiguo, la presentaba como una visión creada a partir de la imagen de los espejos:
“Las mujeres se miran a sí mismas siendo miradas”, porque la imagen femenina se crea, en gran medida, a partir de los reflejos que se obtienen del entorno, de lo que vemos en la mirada de los otros.
Una mujer constata quién es no por sí misma, sino cuando consiga legitimar esa imagen entre lo que le rodea.
Entre las categorías de personas desventajadas en razón de su identidad adscriptiva, se encuentra la transexualidad, una de las realidades menos abordadas, y suele ser erróneamente confundida con la homosexualidad, el travestismo o el transformismo; pues la verdad es que ser transexual no tiene ninguna relación con la orientación sexual.
En otras palabras, el hecho de ser y sentirse hombre o mujer, no se vincula con el gusto por personas de igual o distinto sexo, la clave de la transexualidad no está en el cuerpo, está en el cerebro, ya que hay una disociación en lo que se siente y en lo que se es corporalmente.
En términos prácticos, son las mujeres u hombres que nacieron con un físico y/o genitales de un sexo determinado, pero desde la niñez sienten que su sexo es el otro, ya sea femenino o masculino, dependiendo del sexo de origen.
El proceso y la transición médica, psicológica y social vivida por estas personas para adecuar el cuerpo a su identidad de género, permite denominar a los transexuales.
Para el American Psychological Association (APA), organización científica y profesional de psicólogos estadounidenses, y la mayor asociación mundial de psicólogos del mundo, los transexuales son “aquellas personas cuya identidad de género, expresión de género o conducta, no se ajusta a aquella generalmente asociada con el sexo que se les asignó al nacer”
La Oficina del Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para Los Derechos Humanos (ACNUDH), definen el concepto de transgénero como “un término utilizado para describir las diferentes variantes de la identidad de género, cuyo común denominador es la no conformidad entre el sexo biológico de la persona, y la identidad de género que ha sido tradicionalmente asignada a este”
Así las cosas, “el problema” no es serlo, sino que los demás se den cuenta.
“No sé lo que eres”
Una Mujer Fantástica es un drama chileno del año 2017, dirigido por Sebastián Lelio.
Protagonizado por Daniela Vega, Francisco Reyes, Luis Gnecco, Aline Küppenheim, Amparo Noguera, Alejandro Goic, Antonia Zegers, entre otros.
El guión es de Sebastián Lelio y Gonzalo Maza; y es una producción chilena, pero con el apoyo económico de España, con la participación de RTVE, de Estados Unidos y Alemania.
Pablo Larraín, el mejor director del cine chileno actual, participa en el proyecto siendo uno de los productores; en un drama de temática gay, ganador del Premio Goya a La Mejor Película Hispanoamericana, Mejor Guión del Festival de Cine de Berlín; nominado al Globo de Oro y al Premio OSCAR en la categoría de Mejor Película Extranjera.
Una Mujer Fantástica es una película romántica, de fantasmas, de fantasía, de humillación y venganza, un documento de lo real, y un estudio social y de personaje; por el cual visita distintos géneros:
Tiene algo de cine romántico, pero también posee algún coqueteo con el “thriller” y con el policial, con el cine fantástico, con el cine de humillación y venganza, con el retrato de personaje, con el cine de mujeres, con la fantasía, incluso con el musical.
Entonces, esa identidad oscilante de la película, conecta con la identidad oscilante de una mujer, cuya pareja adulta mayor repentinamente se muere… lo que la mujer tiene que lidiar después, es la lucha por los derechos emocionales humanos más básicos:
El respecto, la seguridad y la búsqueda del placer, ante la condescendencia, la indiferencia y el desprecio.
Marina Vidal (Daniela Vega) es una joven camarera aspirante a cantante, y Orlando Ornetto (Francisco Reyes), 20 años mayor, planean un futuro juntos.
La gran diferencia de edad existente entre ellos, no importa, su amor es sincero, son felices, tienen química sexual, y hay un respeto mutuo entre ambos.
Viven juntos en un apartamento, y hacen planes agradables para el futuro…
Todo ese mundo maravilloso narrado de forma tan bella, natural y romántica de repente se derrumba:
Una noche, Orlando sufre un aneurisma cerebral, y muere unas horas más tarde, por lo que la muralla de protección de Marina se hace añicos.
Ella debe entonces enfrentar las sospechas por su muerte, siendo blanco de reproches, prejuicios y violencia, Marina resistirá dignamente contra viento y marea.
Su condición de mujer transexual, supone para la familia de Orlando una completa aberración; y en la búsqueda de su rostro en los espejos a su alrededor, se ejemplifican las distintas capas discursivas que explora.
En cada reflejo de sí misma que escruta, en cada mirada que se lanza, Marina intenta descifrarse, entenderse, quererse, y hacerse fuerte.
Ya sea al final del día, tras darse un baño y colocar un pequeño espejo circular en el pubis, o al cruzarse en plena calle con un enorme espejo...
Desde el espacio más íntimo y seguro, hasta el más abierto y desprotegido, en cualquier lugar surge esa necesidad de mirarse, de fortalecer el convencimiento de que ella es la que es, le pese a quien le pese.
Pero es difícil esquivar el insulto y mantener la frente alta; es difícil correr a contraviento; por lo que ella tendrá que luchar para convertirse en lo que es:
Una mujer fuerte, pasional... y fantástica.
En esa lucha contaste por resistir y mantenerse en pie, el realizador encuentra la excusa perfecta para hacer una delicada y certera radiografía de Marina, a la vez que salpica la historia de pequeñas pinceladas que, desde lo humano y lo cotidiano, apuntan a un problema de intolerancia que no debería entenderse como algo exclusivo de la capital chilena, sino como un mal global de la sociedad actual.
Porque esta es una de esas películas que tiene absolutamente todo lo que busco en el cine, y que se resume en una palabra:
Inspiración.
La historia es una de esas que no necesitan efectos visuales especiales para sorprender, ni grandes estrellas ni presupuestos exorbitantes.
Este filme tiene una historia poderosa, con actores de gran talento, Daniela Vega está fantástica, el retrato de su personaje tiene una enorme entereza en todos los sentidos.
No hay un solo plano en que no sea así; y en esta entereza reside la grandeza del filme; con un director iluminado, que hace un buen uso de tácticas técnicas y de edición simples pero exquisitas, pues la película no solo es un drama, tiene algo de “realismo mágico” al tiempo que es una aventura, como una tragedia clásica donde el simbolismo es frecuente, no es casual que la protagonista sea cantante clásica, así como diversos elementos en la escena que alimentan la trama en ricos detalles, como por ejemplo, la crítica fuerte al machismo, la religión cristiana/evangélica en contraste con el budismo; la humillante maquinaria de policía investigativa y médica, en plana fatal de delicadeza; o la falta de empatía ante el sufrimiento de las personas.
La película es rica, y aunque lleva al espectador al borde de la cólera, probándole la resistencia ante tanto atropello hacia la vida, la humanidad y el sentimiento, que al final, uno queda liberado.
Eso es difícil de conseguir, y realmente espero que gane El Oscar, porque un filme de esta enorme calidad se lo merece.
La banda sonora es de colección, empezando porque Daniela Vega Hernández, la protagonista es la que canta los temas clásicos.
Por tanto, el filme no es de temática, es una brutal hipérbole del vacío que dejan nuestros seres queridos cuando se marchan definitivamente.
¡De Pie!
“Pienso que en esto hay pura perversión nomás”
El director chileno, Sebastián Lelio, se ha metido siempre entre “las patas de los caballos”, como él dice; y en sus filmes ha tocado conflictos, prejuicios e hipocresías de nuestras sociedades contemporáneas que llevan al espectador a “pensarlo todo de nuevo”
Pero nunca lo ha hecho desde la postura del provocador o del denunciante, que en el fondo es la más convencional, y “aburrida”, como diría el director.
Una Mujer Fantástica es, a la vez, tanto una historia simple de autoafirmación y de desafío a las normas, como un estudio complejo de los matices de la identidad, cuyas complicaciones se extienden al título.
“Un tema que de alguna manera sintetiza muchas cosas por las que estamos pasando como sociedad en Chile, pero también como sociedad humana”, dice el director.
El desafío de hacer esta cinta, no fue sencillo para Lelio, quien escribió junto a Gonzalo Maza una historia protagonizada no solo por una mujer, sino que por una mujer transgénero, situación que escapa de su experiencia personal.
Para poder crear un relato honesto, fiel a la realidad, el director tuvo varias conversaciones con la actriz transgénero, Daniela Vega, quien se terminó convirtiendo en la elegida para interpretar al personaje.
Lelio ha señalado en varias entrevistas, que la versión final de Una Mujer Fantástica no podría haber sido concretada sin Vega, quien ayudó a modelar la historia a su estado definitivo.
Así como los directores y guionistas son generalmente identificados como los autores de una película, de vez en cuando los actores también participan de esas tareas, lo que se nota con esta obra.
“Sin ella, el personaje principal no solo tendría que haber sido interpretado por otra persona, sino que probablemente ni siquiera habría existido, ya que el borrador inicial del guion era muy distinto antes de su colaboración”, añadió.
Una Mujer Fantástica es un retrato profundo y brutal, no solo de la figura femenina, sino que también del proceso del duelo, del amor y la aceptación; es un lírico viaje por los laberintos de la identidad, y por la lucha que se vive a diario contra un mundo que parece ser opresivamente enorme para un solo individuo.
Así vemos cómo Marina y Orlando están enamorados, y planifican para el futuro.
Marina es una joven camarera y aspirante a cantante.
Orlando es 20 años mayor que ella, y posee una empresa.
Después de celebrar el cumpleaños de Marina una noche, Orlando cae gravemente enfermo; y Marina lo lleva rápidamente a la sala de emergencias, pero él muere justo después de llegar al hospital.
En lugar de poder llorar a su amante, de repente Marina es tratada con recelo…
Los doctores y la familia de Orlando no confían en ella.
Una mujer detective llamada Antonia (Amparo Noguera) investiga a Marina para ver si estuvo involucrada en su muerte…
La ex esposa de Orlando, Sonia (Aline Kuppenheim), y Bruno (Nicolás Saavedra) su hijo adulto, le prohíben a Marina, asistir al funeral.
Y para empeorar las cosas, el hijo de Orlando amenaza con echar a Marina del apartamento que compartía con Orlando.
Marina es una mujer transgénero y para la mayoría de la familia de Orlando, su identidad de género es una aberración, una perversión.
Entonces Marina lucha por el derecho de ser ella misma, lucha contra las mismas fuerzas que ha pasado toda su vida luchando para convertirse en lo que es ahora:
Una mujer compleja, fuerte, franca y fantástica.
Por palabras del propio Lelio:
“Una Mujer Fantástica la concibo como una película de esplendor estético, de vigor narrativo, de tensión y emoción.
Politonal, multiexperiencial, multiemocional.
Una película que es al mismo tiempo exalta y examina de su personaje central:
Marina Vidal.
¿Qué es lo que el espectador ve cuándo ve a Marina?
Ve un ser humano que cambia todo el tiempo frente a sus ojos, que fluye, vibra, y se modifica.
Lo que están viendo no es precisamente lo que están viendo, y esa condición hace de Marina un vórtice que atrae las fantasías y deseo de los espectadores, invitándolos a explorar los límites de su propia empatía”
Las escenas iniciales que retratan los momentos en que Marina y Orlando están juntos, son construidas con un aire de cotidianeidad que resulta extraño en una sociedad tan prejuiciosa como la chilena, y me extiendo a la latinoamericana.
No hay en el comportamiento de Orlando algo que haga denotar una diferenciación entre Marina y una mujer cualquiera, tratándola simplemente como lo que es, una persona.
Es cuando Orlando muere que surgen los problemas que uno esperaría de un país latinoamericano; incluso cuando se encuentra en el hospital, Marina debe aguantar las sospechas del médico que trata a su pareja, y hasta de un carabinero, quienes ven con suspicacia la relación que tenía con Orlando.
Si en ojos del empresario, la protagonista era, como dice el título, una mujer fantástica, para el resto de las personas hay algo extraño en ella, “antinatural”
Marina Vidal, es una chica de 27 años, mesera, cantante, pareja de Orlando con quien vive una relación adulta, cariñosa, resuelta, pese a la diferencia de edad y de clases sociales.
Ella, sin ser perfecta, es una mujer a prueba de todo, con un nivel de compromiso con su propia vida bastante impresionante.
Ama profundamente, y eso le da la posibilidad de quererse a sí misma y de superar cualquier adversidad.
Ella es valiente, una luchadora a quien el mundo pone a prueba, y ella no flaquea.
Tiene una fuerza vital contra viento y marea.
Hoy, mientras todos de alguna forma estamos al borde del precipicio, ella ni siquiera lo mira, y busca la belleza.
Ella entiende que ni la muerte de Orlando, ni lo que significa para los demás que ella sea transgénero, impedirán que siga adelante.
Sebastián Lelio construye un relato visceral lleno de dolor, rabia y transformación a su alrededor, como si de una ópera clásica se tratase.
Delante de la cámara, no solo emerge una potente y luchadora imagen femenina, sino que muestra ese Santiago Centro de edificaciones e interiores luminosos, muchas veces majestuosos, cuyas calles se vuelven opacas solo por los individuos que la habitan.
En una ciudad de espejos, Marina se refleja por las calles de Santiago.
En ella se concentran los rostros de mujeres brillantes, soñadoras, poderosas...
Marina es una y mil a la vez, fluyendo tranquila por una vida que ella escogió.
Valiente, puede llegar a ser furiosa como una catarata, porque ella conoce el precipicio antes de la caída y la fuerza transformadora que hay en el final, el inicio del filme entonces, no es casual.
Marina es mujer y, por sobre todo, es una excepcional.
Todos parecen tener una opinión sobre la vida íntima de la protagonista, y no dudan en compartirla a viva voz, sin conocerla.
Sin embargo, Marina grita más fuerte, y lo hace a través de sus clases de canto y las presentaciones que tiene en el bar de la capital.
Así, en el transcurso de una serie de sufrimientos que comienza con la muerte de Orlando, muchas de las personas con las que se encuentra Marina, cuestionan si siquiera es una mujer…
Marina es joven, transgénero y proviene de un entorno modesto; se rebela contra una sociedad obstinadamente patriarcal que la margina y espera que se conformen a tener un estatus de segunda clase, y ser casi invisible.
Prácticamente, en cuanto Marina llega al hospital con Orlando, quien ha sufrido un aneurisma en medio de la noche, la tratan menos como una persona que como un problema.
Los médicos y los oficiales de seguridad, utilizan el pronombre masculino para referirse a ella, y la atosigan con preguntas entrometidas y llenas de sospechas.
Una detective la visita en el trabajo, y su diligencia obligada se transforma en acoso y humillación.
La exesposa de Orlando y su hijo, al principio toleran a Marina de manera glacial.
Evidentemente están desconcertados y alarmados de que Orlando estuviera involucrado con ella, y la película es empática con su angustia y confusión sin excusar su hostilidad.
También Marina intenta darles espacio para el duelo, pero la distracción que exigen se vuelve algo más:
La negación de su amor por Orlando, y su derecho a llorar por su muerte.
La familia le prohíbe entrar al funeral, y la amenazan con echarla del apartamento que compartían.
El duelo es una parte importante del proceso de transición hacia una nueva realidad que incluye la ausencia para aquellos que permanecen después de la pérdida.
Cuando la familia de Orlando, sobrecogida por lo que ni ellos, ni tampoco Marina cabían esperar, se enfrenta a esta fase, con un componente tan auto-reflexivo, como de ritual social, cualquier voz disonante sobre la imagen fabricada del difunto, resulta incómoda.
Y Marina, la novia transexual de un anteriormente marido y padre, es cortésmente invitada a mantenerse al margen.
Con la negación del derecho a la despedida, Marina empieza su particular cruzada para decir adiós al hombre que amó, y la amó; y al mismo tiempo encontrar su sitio en la sociedad, que se esfuerza por mantenerla apartada y en la sombra.
La privación de este derecho fundamental, genera toda una búsqueda, no sólo física, del cuerpo del amante perdido, sino también de la propia identidad, que con la pérdida del amor y el apoyo diario, ahora se tambalea.
El hijo de Orlando, hasta se lleva al perro…
Conforme las cosas se ponen peor, Marina queda cada vez más desprotegida y sola, así es pues una historia de despedida y búsqueda.
Despedida como primer paso para la asimilación y superación en primera persona; y de búsqueda como exteriorización de esa transición del “yo” al “ellos” y la necesidad de, una vez desprendida del, todavía presente, ausente, encontrar su sitio en la sociedad.
Así, Marina recorre las calles de la ciudad en un continuo vaivén desesperado por seguir el rastro que aún conduce a Orlando, y sobre su recuerdo, construir los cimientos de su futuro.
Un futuro que la incluya por sí misma, y sin necesidad de sobreprotección dentro de unas convenciones sociales opresoras.
Y detrás de la incomprensión de esta familia considerada “normal”, más bien como sinónimo de convencional, asoma el miedo, y con él la ira.
Una rabia contenida que necesita de una cabeza de turco para liberarse de sus temores y que, como válvula de escape, inevitablemente se torna en violencia, que desemboca en ensañamiento y crueldad.
El matrimonio fallido y reemplazado por una mujer hermosa, que casualmente es transgénero, y la vida truncada del hijo que tendrá que compartir derechos sucesorios con una “quimera”
Así Marina pasa de viuda, a blanco de todas las sospechas.
Sería absurdo minimizar el impulso y el significado político de Una Mujer Fantástica, o querer universalizar su representación de observaciones precisas respecto a la injusticia.
De una forma discreta pero efectiva, esta mujer fantástica arrastra al espectador en su batalla para mantener la dignidad que tratan de arrebatarle, como si de una delincuente se tratara.
Perseguida por unos familiares guiados por el impulso emocional, pero también por un sistema policial que, consciente o inconscientemente, criminaliza lo no etiquetable como correcto, Marina se ve empujada hacia una lucha que ella no ha iniciado, para librarse de una serie de vejaciones constantes, perpetradas en nombre del “bien”
Así, entre el pudor de no ser quién para emitir juicios de valor, y la impotencia de quien presencia una injusticia, Una Mujer Fantástica coloca al espectador en la piel de esta atípica mujer sometida a un abuso continuo; porque 2 cosas hacen que la ex mujer y el hijo de Orlando sean infelices, uno de los cuales, es su diferencia de edad de 20 años.
Otro problema más frecuente, es que Marina se sometió recientemente a una operación de cambio de sexo…
Ese proceso aún no está terminado, como se muestra en la humillante inspección médica.
Aparte de eso, Marina sigue siendo un hombre formal, como muestra su tarjeta de identificación.
Cuando Orlando muere repentina e inexplicablemente, las cosas toman un mal giro para Marina:
La policía se involucra, y un persistente detective persigue a Marina, y no está preparado para dejarlo ir fácilmente.
Ni aun así, siendo mujer, la detective no siente algo de empatía por otra mujer como Marina, y se nota que la rechaza, estando llena de prejuicios.
Mientras la familia de Orlando es una mezcla diversa de personalidades, que se toma muchos problemas para inquietar a Marina; y las explicaciones de su actitud son diversas.
Puede ser simplemente molestarla en la calle, en cualquier caso fuera del apartamento, como un punto de partida para dejar en claro que Marina no tiene derechos en el sentido legal, y para afectarle su seguridad.
O eso, o más bien ya no tienen nada que ver con ella, debido a su identidad sexual, porque los confunde.
Finalmente, con los pies en la tierra, pueden suponer que Orlando planeaba casarse con Marina, reduciendo así la herencia con la que posiblemente contaban…
A lo largo del metraje, Marina debe aguantar una serie de humillaciones, desde no ser reconocida como mujer por parte de las autoridades, hasta violencia física proveniente de personas que ni siquiera conoce.
Con todo esto, la obra podría haber caído fácilmente en un drama donde la protagonista es arrastrada por la miseria, pero el interés de la cinta está en otra parte.
Dado que los insultos van dirigidos a quien ella es en esencia, Marina no cede ante la presión de los demás para poder evitar los ataques, sino que opta por reforzar sus defensas.
En vez de victimizarla, la película la envigoriza y la empodera.
Marina sí es, de cierto modo, una mujer representativa:
Sus experiencias revelan un prejuicio muy enraizado que difícilmente se limita a Chile; pero Lelio y Vega se enfocan menos en su estatus simbólico que en su presencia viviente.
Tiene un carisma que desafía la lástima, y un porte que puede ser intimidatorio y descorazonador, pero siempre fuerte como una torre que está constantemente atacada.
La película es psicológicamente astuta, y socialmente consciente, pero también está llena de misterio y melodrama, con colores brillantes y matices emocionales.
Su melodía tiene adornos de notas que se pueden considerar “almodovarianas” y “buñuelianas”; y su modestia superficial esconde un espíritu extravagante y rebelde.
Una Mujer Fantástica, sin embargo, no es una historia de víctimas; es una historia sutil de inadaptación de una mujer que no se ajusta a los cánones de lo que se espera de ella.
En otras palabras, no es un filme de temática LGBTI, aun en una sociedad regida por el blanco y el negro, el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, encajar la ambigüedad resulta un esfuerzo añadido que, bajo la tensión de circunstancias excepcionales, acaba haciendo estallar la cara aparente de lo políticamente correcto.
Si hay una palabra que describe a Marina, es resistencia.
Aunque el mundo exterior es adverso, el personaje hace todo lo posible por mantener su compostura, y no desmoronarse.
La protagonista transmite una dignidad admirable, lo que hace imposible no estar de su lado; y es esa capacidad de generar empatía que posee, hace que el espectador pueda ponerse en los zapatos de otra persona, donde se nota de forma palpable en este caso.
Si bien, la cinta trata temas relativos a la comunidad LGBTI y sus obstáculos, no se transforma en una obra sermoneadora, sino que privilegia la narración de su historia, y la exploración de su protagonista por sobre la instalación de un mensaje; y entiende que el contenido de una película, debe estar integrado con el relato que está contando.
La película posee un tinte de “thriller”, debido a las sospechas que debe enfrentar la protagonista por las circunstancias en las que ocurrió la muerte de Orlando.
Una caída accidental, mientras lo llevaba al hospital, le generó unas heridas que levantan preguntas por parte de la policía y la familia del fallecido.
También hay algunos detalles que acrecientan esta sensación de misterio, como la desaparición de un sobre que contenía unos pasajes de avión, o la existencia de una llave que pertenecía a la pareja de la protagonista…
Sin embargo, esas preguntas no son el foco de la película, son un mero “mcguffin” como diría Hitchcock, por lo que no debemos preocuparnos si son solucionadas o no.
El núcleo de la obra, se encuentra en el personaje principal, y en cómo enfrenta estas situaciones adversas.
La violencia, a veces silenciosa, a veces más expresa, contra el mundo transgénero, tan bien retratada en esta familia de clase alta acomodada que soluciona, como acostumbran, las cosas bajo su propia ley, y con una impunidad que desespera; algo que sólo podemos definir como mala educación, “educación” de esa que te da la familia, y no la educación mal entendida que consiste en la Universidad que pagan los papás.
No deja de ser curioso que, el más intolerante, es el joven de 30 años que anda, claramente, en nada.
Pero no dejemos de lado la violencia que viene de la autoridad, en aquella detective que busca, aunque reconoce sin sentido, una interpretación ilógica en el caso, y que vulnera incluso la dignidad misma de la persona, en “procedimientos” vejatorios en el sistema, como el que afecta a los transgénero cuando dicho organismo debe ratificar el “diagnóstico” cuando las personas transgénero quieren rectificar el nombre y sexo.
Del reparto, Daniela Vega Hernández de 28 años, además de ser una gigantesca una actriz transgénero chilena, es también cantante lírica; y esta es su segunda participación en una película, y lo hace bastante bien, haciendo creíbles los pasos dados por su personaje que tiene que luchar contra la intolerancia de gran parte de la sociedad moderna.
La actriz transexual, termina siendo la gran protagonista, y su personaje está presente en todo el metraje desde su primera aparición.
Ella está arrolladora en su interpretación, desnudando a la protagonista con pequeños gestos y potentes miradas.
Marina sufre humillaciones de los parientes de su pareja, de su propia familia y hasta de la fuerza policial.
Todos parecen dudar de su capacidad de amar, hasta ella misma, a momentos cuando se trata de abrazar las dificultades en el camino de construcción de identidad.
Sobre su personaje, Daniela Vega dijo:
“Es por lejos una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida.
Fue muy complejo a nivel emocional, por la forma en que me fui adentrando en el personaje, y cómo fui convirtiendo todas mis emociones para darle vida propia a ella.
Por otra parte, ha sido una de las experiencias más gratificantes; ha sido un tremendo honor ser dirigida por Sebastián, a quien admiro mucho.
También me enorgullece formar parte de un equipo en el que todos, pasando por la producción, arte, cámara, vestuario, sonido, foto, etc., nos sentimos muy unidos y muy especiales por el hecho de estar en este proyecto.
Mención aparte para mis compañeros de elenco, en especial para Francisco Reyes, a todos ellos mis agradecimientos por tanto aprendizaje y cariño.
Me gustaría que la vea mucha gente, poder ver sus reacciones y descubrir cómo entendemos las relaciones y los afectos, cómo concebimos el amor.
Es un personaje que, de un día al otro, ve cómo su vida se desploma, como cuando en un minuto un avión lleno de pasajeros se estrella.
Pero es un personaje fuerte, que no se rinde, y que sabe que no va a morir en el intento, que va a sobrevivir.
Marina es un personaje rechazado, que vivía un amor interrumpido por la muerte.
De algún modo, todos hemos vivido el rechazo, desamor y la muerte, Marina somos todos”
Marina es “una quimera”, y se mira en los espejos, porque la seguridad que había alcanzado de ser quién era, se resquebraja ante cada persona nueva que aparece.
Transforman su cara en la de un monstruo, la insultan y, en la desesperación, solo le queda perder su imagen, y tomar la que le imponen para lograr encontrar un poco de esperanza, como si los secretos se guardaran en las taquillas y no en el silencio.
La moderna heroína de Lelio, necesita todos los días demostrar a la sociedad que su feminidad va más allá de llevar faldas, maquillaje o joyas; y sobre todo, deja bien claro, que el sexo no determina quién eres o quieres ser.
Frente a la injusticia y a los ataques sufridos por la incomprensión de su entorno, Marina tendrá que luchar contra viento y marea para manifestar a los demás, la mujer fantástica, valiente y fuerte que es.
Con una anécdota sencilla a primera vista, el director plantea un viaje del héroe, donde el personaje principal debe bajar hasta lo más profundo de sí misma, y de la ciudad, mostrado en el sauna que frecuentaba Orlando en pleno Centro, para luego emerger cristalina y maravillosa como el agua.
Aquí hay algo de Orfeo y Eurídice si se quiere…
Llena de pequeños grandes momentos de guión que se construyen gracias a implantaciones, como la búsqueda del perro, la llave del casillero y su pasión por el canto; Marina se rehace una y otra vez ante los ojos del espectador con esas imperfecciones que la hacen perfecta.
Y quizás no te des cuenta sino hasta el final, de que lo que has estado observando es el retrato de una artista en la agonía de la autocreación más clásica.
Con una épica escena final, Marina y el film se arman de valor para despojarse del opresivo blanco y negro que propone la sociedad chilena y latinoamericana.
Acá, hay brillo, luz y espectacularidad; y como una luchadora absolutamente excepcional, Marina pega unos cuantos golpes antes de salir a la calle a batallar su día a día.
Orgullosa y lista para salir victoriosa, al igual que el largometraje, pero Una Mujer Fantástica duele, mientras más humilla, mientras más refleja la intolerancia de la sociedad, maravillosa la escena frente al espejo…
Sin olvidar una secuencia onírica que muestra su lucha contra el medio, u otra de un número de baile, que mucho recuerda a Almodóvar.
Impagable ver a Marina camina por la acera, con el fuerte viento arrastra hojas caídas que golpean su cara mientras a duras penas logra avanzar un metro.
La imagen a cámara lenta, realza la sensación de esfuerzo, de lucha, de superación de las adversidades.
Completamente inclinada, el vendaval no le deja progresar…
Se cimbrea hacia adelante, en un intento de dar un paso más…
Atravesando el plano por completo, exhausta pero firme, llega al otro lado.
Por último, Lelio captura la belleza de Santiago, una ciudad hermosa que se muestra de forma elegante, limpia, que no distrae, y que nos invita a abrir los ojos, y valorar la ciudad que habitamos, donde también habita la podredumbre, tanto material como emocional.
De la banda sonora de Matthew Herbert, espectacular las selecciones que quedan en la memoria, e incluyen piezas clásica cantadas bellamente por la misma Daniela Vega como:
“Sposa son disprezzata” y “Ombra mai fu”; y otras como “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman” de Aretha Franklin, la poderosa canción “Time” de The Alan Parsons Project, o “Periódico de ayer” de Hector Lavoe (Club act); y es que el director se deja querer con una banda sonora que logra una armonía entre la tristeza, rabia e impotencia de la protagonista, impregnando esos sentimientos en los espectadores, manteniéndonos en línea con ella durante todo el film.
“Lo que no te mata, te hace más fuerte”
Una vez más, las loables buenas intenciones que jalonan este largometraje chileno, no bastan para ensamblar una obra que trascienda las limitaciones de su justo y cabal punto de partida.
Siempre es útil y meritorio que se realicen, distribuyan y visionen obras que abogan por la tolerancia y el respeto de todos nuestros conciudadanos; nunca está de más que se denuncien los atropellos a la dignidad humana, allí donde se producen; y es conveniente y muy beneficioso revelar los desprecios a los que ciertas personas, más débiles, más inseguras, más indefensas, tienen que hacer frente en todo momento y por cualquier motivo por aquellos otros individuos que en su ciega prepotencia, se creen con el derecho a socavar el amor propio de los demás, por el mero hecho de formar parte de alguna minoría, del tipo y naturaleza que sea.
Pero no basta con proclamar, de buena fe, lo que debería ser y desenmascarar, con valentía y arrojo, lo que es inadmisible que prevalezca en nuestros días, ya que no hay nada más cargante y tedioso que las obras de tesis que carecen de una trama interesante y autónoma, que sea capaz de mantenerse en pie más allá de la denuncia que la alimenta y le sirve de fundamento.
Los testimonios de las personas transgénero confirman claramente que la sociedad actual no les está entregando un adecuado acceso a sus derechos civiles. Actualmente, en la legislación chilena se invisibiliza la situación de las personas transgénero, y no se hace cargo efectivamente de la discriminación por identidad de género.
Por eso, las personas transgénero en Chile, tienen que someterse a procesos estándares que, por no calzar con su realidad particular, derivan en procedimientos arbitrarios y bastante absurdos, por ejemplo:
Al dirimir sobre el cambio de nombre/sexo, muchas veces los jueces exigen verificar, a través del Servicio Médico Legal (SML), la relación entre los genitales declarados por la persona, los reales y el nuevo nombre.
Mientras para permitir el cambio de nombre, algunos Tribunales piden una evaluación psicológica, otras exigen que la persona haya pasado por cirugía genital, sea vaginoplastía o faloplastía.
Incluso, en algunos casos, para permitir el cambio de sexo se ha exigido a las personas ser vírgenes al momento de la pericia del SML…
Estos procedimientos denigrantes e innecesariamente demorosos, no deberían requerirse si reconocemos el derecho que las personas tienen a definir su propia identidad.
Por otro lado, en contraste, Las Naciones Unidas condena explícitamente todo tipo de violencia, acoso, discriminación, exclusión, estigmatización, y prejuicio basado en la orientación sexual o la identidad de género.
Internacionalmente, los gobiernos, instituciones y organizaciones están haciendo esfuerzos consistentes para reconocer el derecho a la propia identidad, y recientemente otros países, como México (DF), Argentina, y Dinamarca, han promulgado leyes liberalizando el cambio de sexo y nombre para personas transgénero.
En este contexto, el proyecto de ley sobre identidad de género en Chile, abren la oportunidad de que el país se aproxime a los estándares internaciones en el reconocimiento y protección de los derechos de las personas transgénero.
En el último tramo del Gobierno del Presidente, Michelle Bachelet, se puso suma urgencia a la discusión del proyecto de identidad de género para que pueda ser aprobado bajo la actual administración, ya que en el próximo Gobierno de Sebastián Piñera, se espera que se estanquen este tipo de iniciativas, tal como hicieron los senadores conservadores, quienes frenaron la discusión en El Senado todo lo que pudieron.
Junto a eso, Piñera demostró en su campaña electoral, que no tiene ningún interés de legislar a favor de las diversidad sexual, sino por el contrario, todo apunta a que la derecha buscarán estigmatizar y seguir patologizando la situación.
En ese marco, La Comisión de Derechos Humanos de La Cámara de Diputados despachó el proyecto, en una medida considerada positiva; y en un hecho inédito, sin precedentes en la historia de Chile, por primera vez, un Presidente de La República se reunió con víctimas de la homofobia y la transfobia.
Sebastián Piñera, El Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, y La Primera Dama, Cecilia Morel, se reunieron en El Palacio de La Moneda con la familia de Daniel Zamudio, y El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), tras una cita solicitada por dicho colectivo para abordar diversos aspectos vinculados a derechos de las minorías sexuales.
Un gesto inédito, pues nunca antes un Primer Mandatario se había reunido para expresar personalmente apoyo a víctimas de la homofobia.
Son realidades y pasos frente a una situación que, pese a que se quiso esconder y rechazar, forma parte de las características de la sociedad en que vivimos.
Por ello, Una Mujer Fantástica es ante todo, el drama que viven actualmente las personas transgénero, tema que usualmente es vetado en la industria cinematográfica o sencillamente se muestra de manera inadecuada.
Una Mujer Fantástica, es una historia de amor sobrecogedora, que sumerge al espectador en la intimidad femenina y su constante lucha por hacerse valer en una sociedad llena de prejuicios y verdades a medias.
Es un manifiesto de poder, de liberación, de decirle al mundo que puede irse al carajo, porque ni Marina ni otras mujeres necesitan de su aprobación para ser plenas y felices.
Acá hay una rebelión por los afectos y por las elecciones que nos forjan como seres humanos únicos y valiosos, sea de la religión que sea, raza u orientación sexual.
Una Mujer Fantástica es necesaria para conseguir edificar una sociedad más abierta, para detener la discriminación y frenar el odio endémico.

“Ombra mai fu di vegetabile, cara ed amabile, soave più
Cara ed amabile ombra mai fu di vegetabile cara ed amabile save più, soave più.
Ooh de vegetabile cara ed amabile soave più, soave più”



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