Shane

“A gun is a tool, Marian; no better or no worse than any other tool:
An axe, a shovel or anything.
A gun is as good or as bad as the man using it.
Remember that”

La Guerra del Condado de Johnson, también conocida como “War on Powder River” y “Wyoming Range War”, fue un conflicto de 4 años que tuvo lugar en Johnson County, Wyoming, entre 1889 y 1893.
Los conflictos comenzaron cuando las compañías de ganado comenzaron a perseguir implacablemente a presuntos ladrones en el área, muchos de los cuales eran colonos inocentes, que competían con ellos por los derechos de la tierra, el ganado y el agua.
Como las tensiones crecieron entre los rancheros establecidos y los colonos más pequeños en el estado, la violencia finalmente culminó en Powder River Country, cuando los rancheros contrataron hombres armados para invadir el condado.
La incursión inicial de los pistoleros en el territorio, despertó a los pequeños granjeros y rancheros, así como a los funcionarios del estado, y formaron un grupo de 200 hombres que condujeron a un agotador enfrentamiento.
El asedio terminó cuando La Caballería de los Estados Unidos bajo las órdenes del Presidente Benjamin Harrison relevó a las 2 fuerzas, aunque persistieron nuevos enfrentamientos en los meses siguientes.
Los eventos se han convertido en una historia altamente mitológica y simbólica del Salvaje Oeste, y con los años, las variaciones de la historia han llegado a incluir algunas de sus figuras históricas más famosas.
Además de ser una de las guerras de rango más conocidas de la frontera estadounidense, sus temas, especialmente la lucha de clases, sirvieron como base para numerosas novelas populares, películas y programas de televisión en el género Western.
“A man has to be what he is, Joey.
Can't break the mould.
I tried it and it didn't work for me”
Shane es un western del año 1953, dirigido por George Stevens.
Protagonizado por Alan Ladd, Jean Arthur, Van Heflin, Brandon deWilde, Jack Palance, Ben Johnson, Edgar Buchanan, Elisha Cook Jr., John Dierkes, Emile Meyer, entre otros.
El guión es de A.B. Guthrie Jr., basado en la novela homónima de 1949, escrita por Jack Schaefer; y es el eterno tema sobre el personaje del pistolero que quiere redimirse, pero el pasado siempre vuelve en eterno retorno, amenazante, coartando absolutamente cualquier posibilidad de reinserción.
Un centenar de western han contado el mismo relato, pero muy pocos lo han hecho como Shane; además que está considerado como uno de los western clásicos de la historia del cine, y se considera que es el primer western autorreferencial, en el que los personajes ya se saben parte de una mitología particular.
La película costó tanto para hacer que, en algún momento, Paramount consideró vendérsela a otro distribuidor, con la sensación de que nunca recuperaría lo invertido.
Y es que Shane, originalmente estaba programado para 28 días de rodaje en Jackson Hole, Wyoming; y 20 en estudio, con un presupuesto de $1,980.000; y terminó después de 75 días de rodaje, a un costo de más de $3,000.000
No obstante, terminó obteniendo un beneficio significativo.
Primeramente, la película fue estrenada al año después de otro hito del western, “High Noon” (1952); y en realidad, fue hecho antes de la película de Gary Cooper, pero pasó varios meses en las salas de edición; y se completó en 1951, porque el proceso de edición de George Stevens fue tan riguroso, que no se lanzó hasta 1953.
Esto elevó los costos de lo que debería haber sido un western simple y directo; de hecho, se movieron en espiral, tanto que Paramount se acercó a Howard Hughes para hacerse cargo de la distribución, pero se negó.
Cambió de opinión cuando vio un corte, y se ofreció a comprar la película en el acto.
Esto hizo que Paramount reconsiderara su estrategia:
Originalmente iba a lanzarla como una serie B, pero luego decidió que debería ser una de las películas más emblemáticas del año; y resultó ser una buena decisión, ya que la película fue un gran éxito, y recuperó fácilmente su presupuesto inflado.
Shane, fue la primera película que se proyectó en formato panorámico plano, un formato inventado por Paramount, para ofrecer al público un panorama más amplio del que la televisión podía ofrecer.
Para su premier, el estudio reemplazó la pantalla de 34 por 25 pies, en Radio City Music Hall, con una que mide 50 pies de ancho por 30 pies de alto.
Aunque la imagen de la película fue filmada utilizando la proporción estándar de la Academia 1,37: 1; Paramount eligió a Shane, para debutar su nuevo sistema de pantalla ancha, porque estaba compuesto en gran parte por tomas largas y medianas que no se verían comprometidas al recortar la imagen.
Utilizando una placa de apertura recién cortada en el proyector de película, así como una lente de mayor angular, la película se exhibió en lugares de primera ejecución, con una relación de aspecto de 1,66: 1.
Paramount produjo todas sus películas posteriores en esa proporción, hasta 1954, cuando cambiaron a 1.85: 1.
Además, Shane fue lanzado originalmente en abril de 1953, con una banda sonora óptica convencional; pero a medida que su popularidad creció, se grabó una nueva banda sonora estereofónica de 3 pistas, y se reprodujo en un carrete magnético de 35mm entrelazado en la cabina de proyección.
Con todo ello, la tacharon de película “simplista y previsible”; y la juzgaron en exceso “esquemática”
Es posible que no estuviesen equivocados…
Cuando se tira de objetividad, si es que se puede, cualquiera se percata de que las costuras del vestido no son nada nuevo.
Sin embargo, el tiempo ha jugado a su favor, y las múltiples relecturas eclipsaron la falta de originalidad de Stevens y compañía.
De hecho, Clint Eastwood se inspiró en esta película para su film “Pale Rider” (1985); y sirvió de inspiración para la película “Logan” (2017) que comparte muchos temas sobre la historia, incluido el título, ambos nombres del protagonista; y cuando termina la película, las palabras de despedida de Shane a Joey, se recitan literalmente en la tumba del personaje principal; no es de extrañar que fuera nominada al Oscar a mejor guión adaptado en la edición 90 de los premios Oscar; pues Shane fue galardonada con el premio Oscar de 1954, a La Mejor Fotografía/Color, y fue candidata a otros 5 premios más:
Mejor película, director, actores secundarios (Brandon deWilde y Jack Palance) y guión.
Shane fue incluido en el #45 en la edición de 2007 de la lista “AFI's 100 Years... 100 Movies”, y es #3 en “AFI's 10 Top 10” en la categoría “Western”
La película se rodó en el entorno físico del altiplano cercano a Jackson Hole, el Wyoming, y muchas escenas se grabaron en el macizo de Grand Teton, Grand Teton National Park, Moose en Wyoming; que sirve como marco; y aquí toca incomparable, y como telón en la película y que vamos viendo permanentemente en la distancia.
Otros lugares del rodaje, tuvo lugar en el Big Bear Lake del San Bernardino National Forest, en los Estudios Paramount, 5555 Melrose Avenue de Hollywood, y en el Iverson Ranch, en Chatsworth, California.
La acción tiene lugar en un valle de Wyoming, en la década de 1870, a lo largo de varias semanas.
Shane (Alan Ladd), es un pistolero errante que llega a una granja donde vive el matrimonio Starrett:
Joe (Van Heflin), su esposa Marian (Jean Arthur) y su hijo Joey (Brandon deWilde)
Al principio, el matrimonio lo recibe de manera amable, dejándole que tome agua de su pozo, pero cuando ven que se acercan otros hombres a caballo, creen que Shane es una avanzadilla de un grupo agresor; así que Joe Starrett le obliga a irse, apuntándole con el rifle con el que su hijo jugaba unos momentos antes.
Shane se marcha sin buscar pelea, pero al poco tiempo regresa, y con su sola presencia, intimida a los jinetes.
El tema central de la película, es el clásico en el género western:
La pugna entre un terrateniente que cree tener derecho a adueñarse de toda la tierra, y modestos granjeros que se instalan y parcelan pequeñas porciones de terreno; uno y otros, se baten en una guerra por el derecho a la tierra.
Además de este tema, está el amor platónico que surge entre la señora Starrett y el apuesto pistolero, y la adoración que el pequeño Joey, el hijo de los Starrett, siente por éste.
Tras una secuela de vivencias, la escena culminante de la película es un duelo que enfrenta al terrateniente Rufus Ryker (Emile Meyer), su hermano Morgan (John Dierkes) y Jack Wilson (Jack Palance), un temible pistolero que han contratado, contra Shane.
Tras un formidable duelo, en el que el hermano emboscado hiere a Shane, que se mueve gracias a la advertencia del pequeño Joey, Shane sale victorioso, y abandona el pueblo cabalgando, herido, y con el brazo izquierdo colgando al costado, mientras el pequeño Joey se despide de él a gritos, diciéndole que todos le quieren, le aprecian, y que no se vaya.
Este es un magistral clásico que, no por previsible, pierde un ápice de fuerza e intensidad.
Los valores de honradez y fe en las convicciones, los paisajes imponentes y un duelo final, al que el espectador asiste tan ansioso como el propio niño, completan un western en verdad inolvidable.
No se le puede pedir más a un filme que consagró a la figura del pistolero defensor de los débiles; y en el fondo, muestra la lucha que enfrentó a ganaderos y agricultores de granjas agrícolas de riego y cultivo intensivo.
Los ganaderos se sentían incómodos ante la pérdida de terrenos para pastos y la reducción del agua disponible para el ganado.
La ausencia de servidores de la ley, “no hay un sheriff en 100 millas a la redonda”, impide la prevención y represión de conductas violentas.
Por otro lado, la película glosa el ocaso de la época de los pistoleros a sueldo, y de los aventureros dedicados al robo y asesinato, introduciendo la figura del pistolero que defiende a los débiles frente a los poderosos.
Y es que Shane es un pistolero enigmático, que acrecienta su secreto a lo largo del relato.
¿Por qué viste primorosamente?
¿Por qué, enamorado de Marian, no la corteja y se va?
¿Por qué exhibe una apariencia de debilidad que envalentona a sus enemigos? ¿Qué heridas lleva marcadas en el alma?
Shane es el prototipo de film, con personaje carismático que no se sabe de dónde viene ni a dónde irá.
El filme también es el prototipo del film con niño, que admira momentáneamente a alguien más atractivo que su padre, pero ese héroe le hace ver que no es para tanto; también es el prototipo de la fascinación por las armas, el prototipo del pistolero, Jack Palance es el icono del pistolero malo, negro; así como Alan Ladd, del pistolero bueno, sino blanco, sí rubio y gentil.
La película es el prototipo de la lucha de 2 sistemas económicos y de tenencia de la tierra:
Ganaderos frente a campesinos, tierras abiertas y tierras cerradas.
Y es conjuntamente con “High Noon” (1952) de Fred Zinnermann, un reflejo de la nueva corriente del western, pues con ellas se inicia el western psicológico, una especialidad en la que el análisis de conductas y motivaciones prevalece sobre la acción, y que hunde sus raíces de tal manera, que introduce al mismo en la historia del western, en la historia del cine.
“Guns aren't going to be my boy's life!”
El cine del oeste tuvo en sus comienzos, una voluntad de testimonio de una época que todavía no se había extinguido.
El tiempo pasó, y la realidad cedió paso al imaginario popular.
Sin prisa pero sin pausa, se fueron fraguando las leyendas de un país forjado a golpe de revólver.
Y Hollywood contribuyó a la fantasía y las “películas de vaqueros”, con rizomas argumentales y narrativos a veces escuetos, empezaron a florecer emanando un aroma mitológico.
Bajo esas coordenadas, se encuentran todos esos vaqueros que cabalgan a los pies de un sol crepuscular.
En la cimentación mitológica y el tráfico con la verdad, se concibieron esos pistoleros de mirada siniestra, los mismos que mascan tabaco y escupen flema americana en el suelo de Arizona.
Vetustos y ásperos matarifes de pasado difuso, cazadores de fortuna, buscadores de oro, amantes de los duelos a vida o muerte frente al Grafton’s Saloon.
La novela de Jack Schaefer, “Shane”, fue un gran éxito cuando se publicó por primera vez en 1949, con Paramount tomando rápidamente los derechos de la película.
El hijo de George Stevens, George, Jr., leyó la novela de Schaefer, un verano en la universidad, y le sugirió a su padre que lo adaptara.
Howard Hawks recomendó que George Stevens contrate al autor ganador del Premio Pulitzer, A.B. Guthrie Jr., en cuyo libro se basó la película de Hawks, “The Big Sky” (1952), para escribir el guión, y a pesar de que Guthrie nunca antes había escrito un guión; no le impidió firmar un muy conciso libreto en el que además introdujo algunos cambios muy inteligentes con respecto a la novela.
Por ejemplo, el aspecto de Shane en el libro, corresponde a un hombre vestido de negro, con guantes, y sombrero oscuro.
Esto es, el mismo aspecto que en la película lleva el villano por excelencia, Jack Wilson, a quien interpreta un inolvidable Jack Palance.
En el film, Shane viste de forma más amable, por así decirlo, con vestimentas que hacen juego con su pelo rubio, aunque no por ello se disminuye su aureola de misterio; al contrario, se acrecienta, sobre todo porque dicha vestimenta no cuadra con la actitud tan segura de alguien como Shane.
Ese es un magnífico ejemplo que la publicidad de su día vendió como “la historia más grande del Oeste jamás filmada”
Algo de verdad había en esta exageración:
Stevens retomó algunas de las contantes del género, y las depuró hasta otorgarles su propia entidad, dándoles carta de aval; y como buen narrador, Stevens se muestra hábil a la hora de ir acumulando la tensión, y de contener la violencia hasta que la requiere el relato, planteando a su vez interesantes cuestiones acerca del uso de las armas.
Todos estos elementos, ya habían sido desarrollados antes en otros grandes westerns, lo que hizo Stevens fue estilizarlos, y fijarlos para siempre en el imaginario colectivo, convertirlos en mitología.
Para ello fue necesaria una puesta en escena acorde a las exigencias de la trama.
Shane, no sólo desarrolla las posibilidades dramáticas del guión, sino que las engrandece, ofreciendo un espectáculo que une la épica con la intimidad, el ensalzamiento de los valores comunitarios, con los conflictos individuales.
Es esta capacidad de representar el paisaje y su detalle, lo que hace que el film resulte imperecedero, gracias también a la interpretación de los actores, y al trabajo de los equipos artístico y técnico.
En el apartado visual, cabe señalar la fotografía de Loyal Griggs, capaz de iluminar con precisión los interiores y las secuencias nocturnas; el montaje de William Hornbeck y Tom McAdoo; y la planificación de Stevens, cuyo impecable clasicismo en ocasiones se ve sorprendido por destellos de originalidad, como la escena del entierro de Torrey, que de manera premonitoria, concluye con un movimiento de cámara panorámico hasta el “saloon” del pueblo donde se decidirá el desenlace.
La cuidada estética de Shane, se traslada también al sonido, empleado con inteligencia para provocar emociones:
El aullido de un perro certificando la muerte, el eco del diálogo final, o las buenas noches de la familia tras las puertas de los dormitorios.
En suma, pruebas del talento de George Stevens como cineasta ya que, al igual que otras veces, asume la dirección y la producción de la película con el mismo entusiasmo; por lo que Shane es sin duda, una obra de referencia, una película icónica que ha fascinado a varias generaciones de espectadores; pues contiene algo más que la belleza y la grandeza de las montañas y llanuras, bañada por la luz del brillante sol del oeste, y de las violentas lluvias torrenciales.
Contiene una gran comprensión de la amargura y la pasión que existían entre los nuevos colonos y los ganaderos en el campo abierto; contiene una revelación inquietante de la barbarie que prevaleció en los corazones de los antiguos luchadores, que eran simplemente asesinos legales bajo el código de la frontera.
Y también contiene una maravillosa comprensión del espíritu de un niño pequeño en medio de todas las tensiones, emociones y aventuras de un hogar en la frontera; y destaca el concepto y la presencia de Joey, el niño interpretado por Brandon deWilde, clave para permitir un punto de vista refrescante, pues destaca el entusiasmo franco de este joven, y sus ingenuas reacciones que se hacen disolver el drama de estrellarse en el guión de A.B. Guthrie, Jr.
La violencia, cuando llega por fin, es fundamental, por supuesto; pero también lo es el desarrollo de las relaciones personales y del ambiente:
La influencia de Shane sobre el granjero, al que impulsa a hacerse valer; sobre su esposa, a la que atrae de una manera inquietante; y sobre el hijo, que lo admira mientras va perdiendo su inocencia infantil, y el carácter del propio Shane, que por poderoso que sea su deseo de cambiar y echar raíces, será siempre un nómada y un solitario.
La poesía viene pues del punto de vista, de la mirada dominante.
Vemos todo bajo la mirada de un niño.
Por eso todo son pinceladas, emociones, sentimientos… lo que capta la atención de un muchacho observador que está descubriendo lo que es la vida.
La película muestra intuiciones que van construyendo una historia.
El mundo se va revelando a través de la mirada del niño con cara de Brando deWilde; y de esta manera, el halo que rodea a los personajes principales y el tono de la historia tiene que ver con la forma en la que ese niño protagonista ve y capta el mundo que le rodea.
Todos imaginamos la apariencia que tendría un pistolero solitario que llega a la casa de la familia Starrett, un sin hogar sin rumbo.
Sin embargo, el niño lo siente como alguien muy especial, y así no los transmite.
Shane es un hombre sin pasado conocido, casi un precedente de los personajes de los westerns de John Sturges, Sergio Leone y Sam Peckinpah.
Alan Ladd es alguien capaz de resolver sin problemas este tipo de personajes, cuya aparente dureza queda bien definida por la inexpresividad de un actor más físico que otra cosa.
La cualidad de personaje solitario y errante, condenado por el excelente uso del revólver, está matizada perfectamente por un Ladd casi hierático en expresiones, pero imponente a la hora de utilizar su físico de forma amenazadora.
Así, Shane se convierte en el personaje por el que será más recordado el actor Alan Ladd, que nos deja un vaquero alejado de la dureza y la rudeza de otros fuera de ley.
Más bien parece un hombre elegante y refinado, que oculta un pasado, alguien casi inmaculado y sin mancha, como lo ve el niño al que poco a poco le va dando rasgos humanos:
El forajido se despeina, lucha, suda, tiene heridas, se enfrenta a su padre, y así poco a poco le va admirando y después queriendo.
El otro pistolero de esta historia, adquiere la fuerza de una sombra amenazante:
Todo de negro, con una sonrisa torva, y el silencio es su fuerte.
Mientras Shane es un ser luminoso y puro, el pistolero con el rostro de Jack Palance, es la oscuridad, la amenaza, lo que hay que temer…
Shane es el hombre que ha llegado para echar una mano a una comunidad de campesinos que tratan de establecerse, de formar una comunidad unida, trabajadora, colaboradora y respetuosa con la ley; mientras el pistolero de negro está para destruir esa esperanza de establecimiento en una tierra.
Está al lado de los ganaderos que piensan que, por haber llegado antes y luchado por establecerse, también tienen todo el derecho y el poder.
No están dispuestos a compartir la tierra, y ese derecho y poder, lo ejercen a través del miedo y la violencia.
Esa poesía también se encuentra en la forma de vida de los campesinos que viven en familia, y tratan de colaborar unos vecinos con otros, para así hacer fuerza.
Los momentos que viven en comunidad, son tratados con gran emoción y detalle.
Como  momentos excepcionales, así los vive el niño protagonista:
La reunión de los granjeros en la casa paterna para decidir qué hacer, la fiesta del 4 de julio, aniversario también de boda de los padres del niño; el entierro de uno de los campesinos asesinados…
También los otros, los ganaderos, son la amenaza:
Rostros desagradables, que cuando llegan a caballo, nunca son portadores de buenas noticias.
El bar, que está al lado de la tienda de víveres, también es un territorio peligroso:
Allí pasan el tiempo los ganaderos, siempre rudos y oscuros.
Ahí vive una humillación, un Shane acicalado de campesino, que no quiere dejar al descubierto su pasado, pero también se convierte en el espacio donde demuestra que puede enfrentarse a esos ganaderos con el lenguaje que conocen.
Así emplea el puño y la fuerza, esa violencia que rechazan los campesinos, y durante un largo tiempo le dejan “solo ante el peligro”, con un montón de ganaderos matones.
Finalmente sólo Joe Starrett, que ya es amigo, ofrece su colaboración a Shane.
Pero el patriarca Starrett tiene claro que ése no es el camino.
El patriarca es el líder de los campesinos, cree en la reunión, en el consenso, en la fuerza de la comunidad, en quedarse ahí porque tienen el mismo derecho que los ganaderos…
Lucha porque todos permanezcan unidos ante el enemigo, y derrotarlos a través del diálogo y de hacerles entrar en razón…
Vemos claramente las 2 posturas:
La de los campesinos y la de los ganaderos, cuando el ganadero líder, Ryker, le expone los motivos por los que él cree que se merece tener el poder y las tierras.
Pero he aquí la paradoja terrible y tremenda, la buena fe de Starrett no es suficiente.
Es un hombre valiente y fuerte… pero hay un momento de la película que sabemos que su valentía y pacifismo le va a llevar a una muerte anunciada, como la del compañero campesino del Sur.
En ese instante interviene Shane, que impide en una pelea cuerpo a cuerpo con su amigo, que éste vaya al encuentro de la muerte.
En ese instante sabe que vuelve a ser un pistolero asesino, y que con la sangre que derrame, logrará que llegue la paz a esa familia que ahora es la suya, aunque tenga que marcharse.
Y también a partir de intuiciones y emociones de un niño, vamos descubriendo los lazos que se van formando entre los protagonistas principales; siendo la más sutil y hermosa, la que se establece entre el fuera de ley y la esposa del patriarca.
La esposa, una mujer vital, que ama al esposo, al hijo… y que se siente una mujer ante el forajido que la trata cual dama de La Edad Media.
Así se recrea uno de esos amores platónicos que tanto juego dan.
Por otro lado, Shane fue una producción llevada a cabo en el momento de máximo apogeo del género.
Definió las características esenciales, junto a “High Noon” (1952), del llamado “súper western” o “western psicológico”; ya que fueron filmes que se esforzaron por ir más allá de mero esparcimiento, y se afanaban en dar credibilidad a los conflictos protagonizados por personajes con más caras que un prisma, tan complejos como la vida misma.
Desaparecieron los héroes inquebrantables, y aparecieron otros de moral anfibológica, y el maniqueísmo empezó a estar mal visto.
Además, muchas de esas cintas adquieren una gran notoriedad por sus características formales, especialmente por su capacidad para valerse del color y los formatos panorámicos, para dotar de protagonismo al paisaje, como es el caso de Shane; además que se habla sobre la identidad, el poder de la familia, la ayuda al necesitado, la eterna diferencia/enfrentamiento entre los poderosos y los más débiles, y cómo los primeros echan mano de todo tipo de argucias para someter a los segundos, y la dualidad de las armas...
Lo realmente bello de todo esto es, cómo Shane se introduce en el seno de la familia Starrett.
La grandiosidad que para él supone llegar, en parte, a formar parte, valga la redundancia, de una familia.
Es más, ver cómo se ha ganado al pequeño Joey, cómo se ha ganado parte del corazón de Marian, y la amistad de Joe padre.
Y sobre todo, poder llegar a observar, cómo alguien ajeno a la familia puede formar parte de ella siendo capaz de salir, de llegar a tener ese tacto que sólo los grandes son capaces de tener para salir, para abandonar la casa, la guarida, en los momentos en los que indiscutiblemente Joey y Marian demuestran amar a Shane casi como a un semidios, dejando a un lado el incondicional esfuerzo que Joe padre está haciendo por mantener unidos a los vecinos, y en consecuencia a la familia.
También de la mal entendida justicia, de la educación, la madre de Joey interrumpiendo, cómo Shane enseña a éste a disparar; y de la triste, y poética, necesidad de violencia, cuando la injusticia echa mano de ella.
No obstante, y pese a triunfar en el duelo contra sus antagonistas, y librar a los granjeros de la opresión que estos ejercían por el dominio de la tierra para el ganado, descubre que por más que lo intente su destino, está irremediablemente escrito, no puede cambiarlo, lo ha intentado inútilmente... es un pistolero, fue un asesino, y esa losa es tan pesada que lo perseguirá sempiternamente.
A pesar de los gritos de Joey, Shane debe partir, debe aceptar su condena, esa condena imprescriptible, la condena de la soledad, esa soledad de atardeceres crepusculares y llanuras polvorientas.
Porque Shane es un oeste novedoso, revisionista, y lleno de simbolismos; la raíz del árbol que Shane ayuda a sacar con el granjero, mientras la esposa los observa, es el símbolo de la amistad; y de que en la unión está la fuerza, que se extiende cuando el granjero asiste a Shane en la pelea del bar, aunque ambos salen ensangrentados… y cuando se fajan uno contra otro, por ser quien va al duelo contra Wilson, que significa la muerte.
Después del tiroteo final, Shane le dice el niño Joey Starrett:
“Ahora vete a tu casa, y dile a tu madre que ya está todo arreglado, y que ya no queda ningún revólver en el valle”
De ahí el mensaje final del cementerio; y sí, Shane es una película tan grandiosa que el protagonista muere, sin mostrarse.
Al final, en una visión pesimista del ser humano, es la violencia la que debe solventar el asunto.
El personaje de Shane, representa así la dualidad del ser humano, capaz de lo mejor y lo peor.
En cierta ocasión, George Stevens comentó:
“Creo que cada cosa que figura en una película repercute en el espectador, aunque este no sea consciente del impacto que le producen cosas pequeñas y secundarias.
Este trabajo dirigido al subconsciente, es de gran eficacia, más grande de lo que supone la mayoría de cinéfilos y cineastas”
Un detalle secundario, es el vestuario de Shane y el del pistolero Wilson, que les diferencia del resto de habitantes del valle, clara muestra de que son ajenos a esa comunidad.
Todo confluye para mostrar a Shane, como una especie de ser idealizado, flotando por el valle sin que nada le afecte.
Sólo parece poder amenazar esa condición, el pistolero Wilson, alto y delgado, con ropas negras, es la imagen antitética de Shane, quedando simbolizado así el enfrentamiento entre el bien y el mal, como caras de la misma moneda.
Y en el fondo hay algunos aspectos precursores dignos de elogio:
La ausencia de maniqueísmo conductual, por ejemplo.
La cosa no es tan sencilla como “buenos” virtuosos y “malos” superlativos, es verdad.
Al enigmático Shane, se le entrevé un pasado más bien oscuro del que quiere rehacerse; y Ryker, si bien es retorcido, no es menos cierto que se presta al diálogo y al consenso.
Igualmente, no podemos obviar que no todos los perfiles están trabajados en la misma profundidad; por ejemplo, la relación entre Shane y el niño es un mero esbozo cargado de almíbar; y el amor platónico de Shane hacia la señora Starrett es un asunto muy trillado en las narraciones del oeste…
Si nos centramos en la figura de Shane, inmortalizado por el magnífico Alan Ladd, apreciamos a un protagonista rico en matices, con los estereotipos propios del cowboy desencantado, pero con valores desconocidos hasta ese momento para un hombre de su condición.
Lo curioso es que sabemos todo esto más por lo que se calla, que por lo que se nos cuenta.
Un recurso habitual, su mutismo y su rostro efébico, dejan entrever una penitencia que le reinserte en la vida y le aleje de la violencia, por ello, desde el primer momento esconde las armas.
Sin embargo, en escenas puntuales, el espectador conoce su velocidad con el revólver en paranoica respuesta a ruidos fortuitos.
Procura resistirse al enfrentamiento, de hecho, se deja humillar por uno de los secuaces de Ryker, con tal de no sacarle brillo a los nudillos.
La conclusión parece clara, el determinismo es inevitable, está destinado a la violencia.
No tiene escapatoria.
Desde su aparición, la escalada de tensión parece no tener freno, y en algún punto se espera que explote.
La violencia latente en toda la cinta, responde a los parámetros del cine clásico, no aporta nada nuevo, incluso se presume harto predecible; empero, por encima de ese clasicismo de etiqueta, afloran 2 conclusiones interesantes:
La primera es que la violencia siempre se vuelve en contra de uno, por mucho que esta sea ejercida con justicia; la segunda idea es que existen las victorias tristes, hay veces en las que se dan situaciones en las que por mucho que se gane, siempre se sale perdiendo.
Shane es uno de esos héroes que saben que perder es un lujo que padecen como una necesidad.
Otro punto sobresaliente, es que ofrece un marco de referencia de los primeros capítulos de la historia de los Estados Unidos, algo muy propio del western, y destaca el momento en el que celebran el 4 de julio, una fiesta que evidencia el proceso de maduración de los Estados Unidos.
Es cierto que historia y mito se confunden.
Hay cierta distorsión, porque los western se han convertido en uno de los principales medios catalizadores de la mitología primitiva, y han servido para asentar las bases de la identidad nacional de EEUU.
Por otra parte, en ocasiones, es complicado discernir entre lo imaginario y lo real.
Muchos de los temas abordados por el género, han contribuido a ciertos arquetipos folclóricos, como la conquista del oeste.
Entre ellos se encuentra la lucha por la propiedad de la tierra y los inherentes enfrentamientos entre colonos acaecidos en Shane; y aunque nunca se indicó explícitamente, los elementos básicos de la trama, se derivaron de La Guerra del Condado de Johnson, en 1892, en Wyoming; el conflicto arquetípico entre ganaderos y colonos, que también sirvió como telón de fondo para “The Virginian” (1946) y “Heaven's Gate” (1980)
La configuración física, es la llanura alta cerca de Jackson, Wyoming, y muchos disparos presentan el macizo de Grand Teton que se avecina en la distancia cercana.
La ciudad ficticia y la casa de Starrett, se construyeron para la película, cerca de Kelly, en el valle de Jackson Hole, y se demolieron después de que se completara la filmación.
Una estructura “vintage” que apareció brevemente en la película, la cabaña Ernie Wright, ahora conocida popularmente como “la cabaña Shane” sigue en pie, pero se está deteriorando constantemente debido a su clasificación como “ruinas” por El Servicio de Parques Nacionales.
En este sentido, Stevens sigue la estela y contribuye al legado de la genuinidad de EEUU.
Esa misma que se percibe los planos en los que con la pericia de un buen director equilibra la escenografía codificada del western, con y la espontaneidad forzosa que resulta de los propios lugares naturales y sus exigencias.
Y es que se tomaron meticulosos cuidados en todos los niveles de producción.
Todos los accesorios físicos eran fieles a la época, los edificios se construyeron según las especificaciones de la época, y la ropa era completamente auténtica.
El director George Stevens, incluso tenía ganado un tanto escuálido importado de otras áreas, ya que las manadas locales parecían muy bien alimentadas y sanas.
El artista Joe De Yong  “DeYong” en los créditos en pantalla, trabajó con George Stevens para crear trajes y decoración auténticos, de acuerdo con las noticias de periódicos.
Fuentes modernas señalan, que Stevens y DeYong, que no podían hablar, viajaron juntos por El Oeste, e hicieron meses de investigación para lograr la apariencia más realista posible.
Stevens también estudió las fotografías y dibujos de William Henry Jackson, y las pinturas de Charles Russell.
Las escenas exteriores, se filmaron con teleobjetivos, para hacer que las montañas circundantes fueran una presencia inminente.
Aunque la película es generalmente recordada por sus vistas de cielo azul, el tiempo fue realmente nublado o lluvioso durante gran parte del rodaje.
Sin embargo, si miras más allá del barro en la ciudad, puedes ver que el suelo está seco.
Obviamente, parte de la ciudad había sido aguada.
Del reparto, el director originalmente quería a Montgomery Clift y William Holden para los papeles de Shane y Starrett; cuando ambos resultaron no estar disponibles; por lo que Stevens le preguntó al ejecutivo de Paramount, Y. Frank Freeman, por una lista de actores disponibles con contratos vigentes; y en 3 minutos eligió a Alan Ladd, Van Heflin y Jean Arthur.
Shane fue el primer papel cinematográfico de Arthur en 5 años, y el último, a la edad de 50 años, aunque más tarde apareció en el teatro, y una serie de televisión de corta duración.
Ella aceptó la parte a pedido de Stevens, quien la dirigió en “The Talk of the Town” (1942) y “The More the Merrier” (1943) por la cual recibió su única nominación al Oscar.
Por otra parte, Jean Arthur, una amante de los animales comprometida, se encargó personalmente de inspeccionar las condiciones en las que se mantenía la lista de ganado de la película.
Si no estuvieran a su entera satisfacción, se aseguraría de que el asunto se rectificara.
Mientras Ladd estaba inseguro con el uso de las pistolas; y la demostración de disparos de Shane para Joey, requirió 116 tomas.
Antes de esta película, Jack Palance era mejor conocido como actor de teatro, y no tenía experiencia con caballos y armas de fuego; de hecho, en los títulos de crédito figura como “Walter Jack Palance”, que ya se había desbravado 3 años antes, en su debut con Elia Kazan, donde también interpretaba un personaje turbio, pero angelical al lado de lo que fue capaz de mostrar con Stevens.
Cuando llegó al set, la película sufrió retrasos por lo que Palance pasó todo su tiempo libre practicando el subir y bajar de los caballos, y mejorar su habilidad con pistolas.
Para cuando se reanudó el rodaje, se había vuelto muy competente en ambos.
Peor Palance estaba nervioso con los caballos, y tenía grandes dificultades para montar y desmontar.
Después de muchos intentos, finalmente ejecutó un desmontaje impecable, que luego Stevens utilizó para todos los desmontajes del personaje Wilson, mostrados al revés, y también sus monturas.
Palance, parecía tan incómodo a caballo, que Stevens se vio obligado a reemplazar el paseo introductorio de Wilson por la ciudad, a lomos de su caballo al galope con Palance a pie, liderando el caballo.
Stevens luego notó, que el cambio hizo que la entrada de Wilson fuera más dramática y amenazante.
Como curiosidad, en la escena del funeral, el perro constantemente se negó a mirar dentro de la tumba.
Finalmente, el director George Stevens hizo que el entrenador del perro se tumbara en el fondo de la tumba, y el perro hizo su parte hábilmente.
El ataúd, cargado con rocas para un efecto apropiado, se bajó a la tumba, pero cuando el jugador de armónica comenzó a tocar “Taps” espontáneamente, el equipo quedó tan conmovido por la escena, que comenzaron a meter tierra en la tumba, antes de recordar que el entrenador todavía estaba allí.
La escena final, en la que el herido Shane le explica a Joey, por qué tiene que irse:
“No hay vida con un asesinato”, fue un momento conmovedor para todo el elenco y el equipo, excepto Brandon deWilde:
“Cada vez que Ladd decía sus líneas de despedida, deWilde cruzó los ojos, y sacó la lengua.
Finalmente, Ladd llamó al padre del niño:
“Haz que el niño se detenga o lo golpearé en la cabeza con un ladrillo”, y deWilde se comportó”, dijeron.
Por su parte, Van Heflin y Alan Ladd, se hicieron buenos amigos durante la realización de la película, y en años posteriores, la esposa de Heflin dijo que una de las raras ocasiones en que vio llorar a su marido, fue cuando supo de la muerte prematura de Ladd.
Y cuando Jack Palance murió en 2006, él fue el último miembro del elenco de factura viva.
En la escena en la que Shane ingresa al bar por primera vez, responde una pregunta de Chris con “me hablas a mí”, a lo que Chris responde:
“No veo a nadie más parado ahí”
La frase fue una gran influencia para diálogo utilizado por Robert De Niro en “Taxi Driver” (1976)
En especial, George Stevens se refirió a esta película como “su película de guerra”; pues en 1945 fue el encargado de dar a conocer al mundo las horribles imágenes del Campo de Concentración de Dachau; y esta experiencia cambió el tono de sus películas, que dejaron de ser las comedias románticas y musicales frívolos, para entrar en una etapa más madura y, a la vez realista.
Así fue como después de haber presenciado durante su servicio de La Segunda Guerra Mundial los profundos efectos que una bala podría tener en un hombre, el realismo fue importante para George Stevens durante la realización de la película.
Stevens quería demostrar al público los horrores de la violencia; y para enfatizar el terrible poder de los disparos, creó un efecto de sonido parecido al de un cañón, disparando un arma de gran calibre a un cubo de basura.
Las resonancias repetidas, hicieron que los disparos suenen mucho más fuerte.
La intención de George Stevens era asustar a la audiencia con el primer disparo de un arma.
Además, tenía a las 2 principales víctimas del tiroteo:
Palance y Elisha Cook Jr., aparejadas con alambres ocultos que las sacudían violentamente hacia atrás cuando disparaban.
Estas innovaciones marcaron el comienzo de la violencia gráfica en las películas western.
Mientras que Sam Peckinpah dijo:
“Cuando Jack Palance le disparó a Elisha Cook Jr., en Shane, las cosas comenzaron a cambiar”
Para achacarle algo, es inverosímil el preámbulo de la escena final, pues Shane se dirige al pueblo en caballo, mientras que el niño lo hace a pie.
Sabemos que al final, es éste último quien ayuda a Shane a salvar la vida, pero es de considerar que sería más efectivo para el espectador, si el párvulo apareciera de manera súbita e inesperada.
En fin, problemas en el manejo del contenido evenemencial.
Por último, al director George Stevens no le gustó la forma en que el compositor Victor Young había marcado el “showdown” del “saloon”, por lo que sustituyó la música que Franz Waxman había utilizado en “Rope of Sand” (1949); y la música de fondo que se reproduce cuando Shane ingresa al bar para el enfrentamiento final con Ryker y Wilson, es la misma música que se tocó en “The Glass Key” (1942), también protagonizada por Alan Ladd.
La música y la percusión rítmica del tambor, se producen en 2 escenas diferentes:
Una al principio de la película, cuando Ladd se enfrenta a varios villanos; y luego más adelante en la película, nuevamente durante un enfrentamiento con ellos.
“Joey, there's no living with... with a killing.
There's no going back from one.
Right or wrong, it's a brand.
A brand sticks.
There's no going back.
Now you run on home to your mother, and tell her... tell her everything's all right.
And there aren't any more guns in the valley”
La Guerra del Condado de Johnson, con sus alusiones a la guerra de clases, unida a la intervención ordenada por El Presidente de los Estados Unidos para salvar las vidas de una pandilla de asesinos a sueldo y liberarlos, no es una reflexión halagadora sobre el mito estadounidense del oeste.
La Guerra del Condado de Johnson, ha sido una de las guerras de rango más conocidas de la frontera; y ha sido una característica popular del género de ficción western.
En literatura, “The Banditti of the Plains”, escrito en 1894 por el testigo, Asa Mercer, es el registro más antiguo de La Guerra del Condado de Johnson; y fue suprimido durante muchos años por la WSGA, que incautaron y destruyó todas las copias de la primera edición, excepto la de 1894; y se rumoreaba que habían secuestrado y destruido la segunda impresión, ya que se enviaba desde una impresora al norte de Denver, Colorado.
El libro fue reimpreso varias veces en el siglo XX, y más recientemente en 2015.
La novela de Frances McElrath escrita en 1902, “The Rustler”, se inspiró en La Guerra del Condado de Johnson, y simpatizaba con la perspectiva de los pequeños rancheros.
“The Virginian”, una original novela western de 1902, escrita por Owen Wister, se puso del lado de los ricos rancheros, creando un mito de La Guerra del Condado de Johnson, pero se parecía muy poco a un relato fáctico de los personajes y eventos reales.
La popular novela de Jack Schaefer, “Shane” de 1949, trató temas relacionados con La Guerra del Condado de Johnson, y tomó partido por los colonos.
La película de 1953, “The Redhead from Wyoming”, protagonizada por Maureen O'Hara, trató temas similares; en una escena, se dice al personaje de Maureen O'Hara:
“No pasará mucho tiempo antes de que te llamen Cattle Kate”
En la novela de 1968, “True Grit” de Charles Portis, el personaje principal, Rooster Cogburn, estuvo involucrado en La Guerra del Condado de Johnson.
En definitiva, la consolidación de las instituciones democráticas que, engendradas por la vitalidad del individualismo expansivo de la frontera, debían irónicamente restringir este individualismo en pro de una sociedad cada vez más industrializada, y que justificaba su existencia en términos del “espíritu cívico”, fue el asunto filosófico de muchos western; porque estas películas incentivaron en el ciudadano de EEUU del siglo XX, la nostalgia por su progenitor legendario, ese hombre libre que es el bueno y el malo, el justiciero y el vengador, el que, pistola en mano, hace justicia rompiendo la ley.
A partir de los años 50, en el escenario de La Guerra Fría, esta nostalgia se hizo más evidente en películas como Shane; cuyo personaje principal tiene nostalgia porque sabe con certeza que su función como justiciero, ha perdido validez en una sociedad fundamentada ya en el estado de derecho, pero que no ha resuelto los problemas de la comunidad.
Así, la nostalgia de Shane tiene como escenario el horizonte desesperanzado de la sociedad de EEUU de La Guerra Fría, y se intensifica en los ojos de un niño, Joey, quien brinda homenaje a un estilo de vida ya extinto.

“Shane.
Shane!
Come back!
Bye, Shane”



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