影武者 (Kagemusha)

“人間の影は立ち上がらず、自分の上を歩くことはできません”
(La sombra de un hombre nunca puede ponerse de pie y caminar por sí misma)

Los impostores tienen su atractivo; pues ponen todo su empeño en fingir que son lo que no son, e incluso adoptan unos valores que no son para nada los que les corresponderían…
El doble siempre ha fascinado, llámese “sosias”, “doppelgänger” o “kagemusha”
En el 戦国時代 o “Período Sengoku” también conocido como “Periodo de Los Estados en Guerra” o “Era de Los Estados Combatientes”; es un período muy largo en La Guerra Civil de la historia de Japón, marcado por la agitación social, la intriga política y el conflicto militar casi constante.
Comenzó a finales del Período Muromachi en 1467, con La Guerra de Ōnin, que duró de 1467 a 1478; y que derrumbó el sistema feudal japonés bajo el shogunato Ashikaga hasta El Período Azuchi-Momoyama en 1568.
La paz final y el orden, no llegaría hasta 1615, en El Periodo Edo; cuando el sistema fue restablecido bajo el shogunato Tokugawa por Tokugawa Ieyasu.
La continua guerra, los prodigios celestes y terrestres; y la postergación de La Casa Imperial, hicieron que durante 66 años, de 1521 a 1587, el mikado no se dejase mostrar en público ni una sola vez.
Por su parte, 武田信玄 (Takeda Shingen) fue un “daimyō” o soberano feudal más poderoso de Shinano y Kai, y uno de los que lucharon por el control de Japón durante El Período Sengoku.
Shingen nació con el nombre de Takeda Tarō, o Katsuchiyo; y más adelante se le dio el nombre de Takeda Harunobu; el cambio fue autorizado por Ashikaga Yoshiharu, el 12º shōgun Ashikaga; y en 1559 volvió a cambiar de nombre, esta vez por propia voluntad, pasando a llamarse Takeda Shingen, donde “Shin” es la lectura onyomi del kanji 信 que significa “creer”; y 玄 gen significa “negro”, el color que en el budismo representa la inteligencia y la verdad; y era conocido también como “El Tigre de Kai” o “Tigre de Suruga” por sus dotes militares en el campo de batalla; donde su mayor rival fue Uesugi Kenshin, un daimyō de Echigo, que era conocido como “El Dragón de Echigo”
Como dato, en la mitología china, el dragón y el tigre son rivales, y se combaten sin que ninguno de ellos consiga la victoria definitiva…
Un acontecimiento trascendental de ese periodo fue 長篠の戦い (La Batalla de Nagashino), un enfrentamiento bélico que tuvo lugar en 1575, en El Castillo Nagashino en la llanura de Shitarabara, en la provincia de Mikawa en Japón.
El Castillo había sido asediado por Takeda Katsuyori desde el 17 de junio; y Okudaira Sadamasa, un vasallo de Tokugawa, comandaba la defensa del castillo, el cual había sido atacado porque amenazaba las líneas de abastecimiento del clan Takeda.
Tanto Tokugawa Ieyasu como Oda Nobunaga, enviaron tropas al auxilio y liberación del castillo; y las tropas de Takeda Katsuyori fueron derrotadas.
La victoria de las tácticas de guerra occidentales de la armada, y el uso de armas de fuego de Oda sobre la caballería tan famosa del clan Takeda, es citada continuamente como “un punto de inflexión en la forma de pelear una batalla en Japón”, y muchos aseguran que ésta fue la primera batalla “moderna” que se disputó en este país; aunque los arcabuceros, aquellos soldados que llevaban armas de fuego antiguas, se habían utilizado con anterioridad en las batallas, estos no eran considerados confiables, debido al excesivo tiempo que requería recargar el arma, continuamente debido a lo primitivo de las armas, que explotaba en la cara del que la disparaba, además de que cuando se mojaban, quedaban prácticamente inutilizables.
Irónicamente, mientras que la caballería de los Takeda representa “lo antiguo”, lo tradicional, tan sólo había sido desarrollado una generación antes por Takeda Shingen, padre de Katsuyori.
Aunque otros habían utilizado armas de fuego con anterioridad, Oda Nobunaga fue el primero en utilizar además barricadas de madera y descarga de artillería circular, lo que les dio la victoria en Nagashino.
Y es que Oda Nobunaga y Tokugawa Ieyasu llevaron al encuentro una fuerza total de 38.000 soldados para terminar con el asedio.
De los originales 15.000 soldados de Katsuyori, solo 12.000 se enfrentaron a las fuerzas combinadas de Oda-Tokugawa; que posicionaron sus tropas en una planicie del castillo, detrás del Río Rengogawa, cuyo fondo resbaladizo frenaría las cargas de la caballería que hacían tan famoso al clan Takeda; y buscando proteger a sus arcabuceros, los cuales lo harían tan famoso posteriormente; Nobunaga construyó una serie de barricadas de madera que sirvieron para detener el avance de la caballería, les proveyó a los arcabuceros una protección en contra de espadachines y lanceros, y les proveyó de una protección limitada en contra de las flechas de los arqueros.
También se construyeron puertas en las barricadas escalonadas para dirigir las cargas de la caballería hacia rutas donde éstas se encontraran en desventaja frente a los ataques del ejército de Oda.
Por cada samurái de caballería de los Takeda, había 3 arcabuceros en promedio.
Y de las fuerzas de Oda, aproximadamente entre 1.000 y 1.500 eran samuráis equipados con arcabuz, y eran comandados por sus “horo-shu” que eran sus guardias personales de élite.
Oda envió un pequeño grupo para dirigir un ataque frontal contra las fuerzas de los Takeda, por lo que Katsuyori avanzó en contra de las fuerzas de Nobunaga.
Las fuerzas de Takeda emergieron del bosque, y se encontraron a una distancia de entre 200 y 400 metros de las barricadas.
La corta distancia, el gran poder de la caballería Takeda, además de la pesada lluvia, con la cual Katsuyori asumió que las armas de fuego quedarían inservibles al mojarse la pólvora, lo alentó a dar la orden de atacar.
La caballería frenó su velocidad al cruzar el arroyo, y fueron recibidos por disparos de fuego a una distancia de 50 metros de distancia.
Esta distancia era la que se consideraba como ideal para penetrar en las armaduras de la caballería; y entre la ferocidad del ataque de los arcabuces y el estricto control mantenido por los “horo-shu”, los arcabuceros se mantuvieron en sus posiciones, y pudieron disparar varias rondas contra la caballería.
Lanceros Ashigaru atacaron a cualquier miembro de la caballería enemiga que hubiese podido pasar hasta la primera línea de fuego, y samuráis con katana o lanzas cortas, atacaban a todo aquel que hubiese podido ingresar a las barricadas.
Fuertes defensas en los extremos, evitaron que las fuerzas de Takeda flanquearan las barricadas; y para media tarde, las tropas de Takeda fueron vencidas, y los que huyeron, fueron perseguidos y decapitados.
La Batalla de Nagashino, puede ser considerada como un punto de inflexión en la historia de Japón; y como resultado de la batalla, los arcabuceros fueron considerados como un factor militar importante y decisivo.
Finalmente, en la cultura popular, la muerte de Takeda Shingen está ficcionalizada en la película 影武者 (Kagemusha – 1980) de Akira Kurosawa; así como también La Batalla de Nagashino, y los últimos años del clan Takeda están dramatizados.
“それを少なくとも3年間は秘密にしておきなさい
ドメインを守ってください
それから決して移動しないでください
移動しない!
私の命令を無視して攻撃すると、私たちの武田一族はもはや存在しなくなります
私の言葉に注意してください!
これは...私の最後の願いです”
(Mantenerlo en secreto, por lo menos durante 3 años.
Protege nuestro dominio.
Nunca te muevas de eso.
¡No te muevas!
Si ignoras mi orden y te preparas para atacar, nuestro clan Takeda ya no existirá.
¡Presta atención a mis palabras!
Este... es mi último deseo)
影武者 (Kagemusha) es una película bélica japonesa, del año 1980, dirigida por Akira Kurosawa.
Protagonizada por Tatsuya Nakadai, Tsutomu Yamazaki, Kenichi Hagiwara, Daisuke Ryu, Masayuki Yui, Jinpachi Nezu, Hideji Ōtaki, Kaori Momoi, Mitsuko Baisho, Hideo Murota, Takayuki Shiho, Kōji Shimizu, Noboru Shimizu, Sen Yamamoto, Shuhei Sugimori, Kota Yui, Yasuhito Yamanaka, Kumeko Otowa, entre otros.
El guión es de Akira Kurosawa y Masato Ide; basados en feudalismo japonés del siglo XVI, por lo que este film histórico pretende mostrar el comportamiento bélico de esta época, y representa el paso de La Edad Media a La Era Moderna; así como el fin de los samuráis; en un film que recuerda lejanamente a “The Prisoner Of Zenda” (1894) la novela escrita por el autor británico, Sir Anthony Hope Hawkins; pero cabe señalar que la palabra “Kagemusha”, literalmente se traduce como “doble” o “Guerrero de Las Sombras” en su “significado japonés” de esa manera, el título de la película en territorios de habla inglesa, fue subtitulado “The Shadow Warrior”
En japonés, la palabra “Kagemusha” también es un término utilizado para denotar a un “señuelo político”, sea un “sosias” o “doppelgänger” a una persona que tiene mucho parecido o similitud con otra, hasta tal punto que pueden llegar a confundirse, por lo que interés en la política como “impostores” o “imitadores”
影武者 (Kagemusha) está ambientada en El Periodo Sengoku de la historia de Japón, y narra la historia de un criminal de clase baja, que es entrenado para usurpar a un moribundo Señor Feudal, con el objetivo de engañar a los enemigos de este, y evitar que ataquen al recién acéfalo feudo.
El Señor Feudal que el Kagemusha reemplaza, está basado en el caudillo Takeda Shingen, y la película termina con la histórica Batalla de Nagashino, en 1575.
Gran parte de la película, narra hechos históricos reales, incluida la muerte de Shingen, su secreto de 2 años, y la culminante Batalla; y esas escenas también se inspiran en los relatos detallados de la misma.
De hecho, la publicidad del filme en el momento del estreno, declaró que la película era “la más cara jamás realizada en Japón”; y en ese momento, la película tenía el presupuesto más grande de la historia del cine japonés.
Sin embargo, el director Akira Kurosawa tuvo muchos problemas para recaudar fondos para esta película… por lo que fue una obra producida por George Lucas y Francis Ford Coppola, como productores ejecutivos, siendo grandes admiradores del Maestro; y supervisaron la preparación de los grabados subtitulados en inglés.
La publicidad de la película, también sostenía que la subtitulación en la película, era una de las más claras y fáciles de leer jamás vistas en una película en lengua extranjera.
Además, Lucas y Coppola también promovieron activamente la película en el mundo occidental, y en los territorios de habla inglesa.
Y es que cuando Toho Studios no pudo cumplir con las exigencias presupuestarias de la película, los directores de cine estadounidenses, George Lucas y Francis Ford Coppola intervinieron para ayudar a Akira Kurosawa; que estaba visitando San Francisco en julio de 1978, donde los conoció; y ellos convencieron al estudio 20th Century-Fox, que estaba en la cima después del éxito de “Star Wars” (1977) de Lucas, que curiosamente se inspiró en varias de las primeras películas de Kurosawa, estos fueron:
“隠し砦の三悪人” (The Hidden Fortress – 1958), “用心棒” (Yōjinbō – 1961) y “椿三十郎” (Sanjurō – 1962), para financiar la película, y financiar la porción restante del presupuesto.
Esto se hizo a cambio de los derechos de distribución de la película en todo el mundo; fuera de Japón; siendo esta la primera vez que los derechos de distribución de una película japonesa, se vendieron previamente a un gran estudio de Hollywood.
Así, 影武者 (Kagemusha) fue la primera película japonesa estrenada mundialmente por un importante estudio estadounidense; y muchos directores y actores estadounidenses populares, volaron a Japón para asistir al estreno en El Teatro Yurakuza en Tokio, el 27 de abril de 1980:
Francis Ford Coppola, William Wyler, Irvin Kershner, Arthur Penn, Sam Peckinpah, Terence Young, James Coburn y Peter Fonda, entre otros.
Y nos confirma que nos encontramos ante uno de los grandes creadores del cine de post-guerra; pues el paso de los años no ha hecho mella en su capacidad de expresión a través de las imágenes; y sólo puede advertirse, tal vez, una evolución hacia un tono más reposado y reflexivo.
El dinamismo y la violencia de “羅生門” (Rashōmon – 1950) o “七人の侍” (Seven Samurai – 1954) son reemplazados aquí por una narración de majestuosa serenidad; aunque la anécdota argumental haría pensar en un característico relato bélico sobre las luchas intestinas del Japón de hace algunos siglos, Kurosawa centra su visión mucho más en los personajes y sus procesos interiores, que en la mostración de la acción.
影武者 (Kagemusha) ganó La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes; “ex aequo” junto a la película “All That Jazz” de Bob Fosse; y obtuvo 2 nominaciones al Oscar:
Mejor película extranjera y dirección artística.
El rodaje de 影武者 (Kagemusha) duró 9 meses a lo largo de Japón; y pasaron casi 2 meses solo filmando las escenas de batalla finales en la llanura de Yuhara en Hokkaido.
La acción tiene lugar en el año 1572, en el Japón medieval, devastado por las guerras feudales, con una Guerra Civil donde se enfrentan 3 clanes poderosos, liderados por los señores:
武田 信玄/Takeda Shingen (Tatsuya Nakadai), 織田 信長/Oda Nobunaga (Daisuke Ryu) y 徳川 家康/Tokugawa Ieyasu (Masayuki Yui), que disputan la conquista de Kioto; y cuando Shingen es herido de muerte, el clan Takeda oculta el incidente, y utiliza a un pobre ladrón para ser el doble del estratega Shingen, y mantener el respeto de sus enemigos.
Un joven (Tatsuya Nakadai) que se gana la vida con pequeños actos delictivos, es el elegido, el “Kagemusha” o “la sombra del guerrero” que tendrá que convertirse en un poderoso líder.
Es entonces cuando entrará en juego su figura como “kagemusha”, que tendrá que engañar a todo el mundo... amigos y enemigos, a su propio nieto y a sus propias concubinas.
La ironía de todo esto, es que podrá engañar a todo ser humano, pero no a su caballo… y a lo largo de los años, Kagemusha incorpora el espíritu del guerrero del caudillo muerto, siendo el eje de trama, el proceso de paulatina adaptación del doble, hasta llegar a identificarse con su modelo, para culminar con su repentina caída, la que será seguida por la decadencia del clan.
El film nos habla de temas como la dignidad, el despotismo, las falsas apariencias, el liderazgo, el honor, la valentía, el clasismo, la megalomanía, la ambición, o como el sentido de la vida, siendo el núcleo la metamorfosis que sufre el ladrón hacia convertirse en la persona que suplanta, ello lo hace de modo gradual, asistiendo a varios estados de ánimo en este viaje de transformación, incluso con momentos oníricos que proyectan los complejos de la sombra de su alter ego, del embrujo del poder y su sugestión.
Para esta mutación, es clave la impresionante batalla nocturna en que el suplantador sufre una epifanía al percibir la grandeza de la persona a la que dobla, ello asumiendo como suya la pose de “Montaña” sentado impertérrito observando inmóvil la contienda, ello aunque sus guerreros enemigos se acercan para acabar con él, se mantiene firme en su asiento, mientras decenas de fieles de sus guardaespaldas lo protegen con su cuerpo, muriendo en la misión; y al observar este sacrificio, asume el significado de Shingen.
Aunque el tema principal mostrado es el proceso de paulatina identificación de un ladrón con un señor feudal; sirve a Kurosawa para mostrarnos momentos de increíble intensidad dramática, en los que a través del ladrón, el espíritu del señor se manifiesta de nuevo:
El ladrón y Shingen parecen ser por momentos la misma persona.
Y se produce un claro paralelismo con la representación cinematográfica, una reflexión sobre la ficción, sobre las apariencias, sobre el engaño...
Por ello 影武者 (Kagemusha) tiene muchos matices y muchas facetas:
Por una parte es la historia de este ladrón que iba a ser crucificado, y que de repente se encuentra ejerciendo de gran señor sin serlo, consciente del peso de su responsabilidad; y por otra, es una reflexión sobre la naturaleza del poder y de quien lo ejerce, y de lo frágil que es y cómo depende de unas, a veces, ficciones para ejercerlo; pues durante 3 años, la falta del señor no se nota en absoluto, y el gobierno sigue siendo tan firme como antes.
Es cuando la figura del doble es descubierta, que se cierne la ruina sobre el clan Takeda.
Además, 影武者 (Kagemusha) es una película histórica sobre el período de las guerras de Tokugawa por alcanzar el shogunato, y los conflictos entre Tokugawa Ieyasu, el unificador; Oda Nobunaga, el influido por occidente; y Takeda Shingen.
Finalmente, es una épica enorme, con batallas, ejércitos en marcha, una perfección inusitada en el vestuario y atrezo, y un relato de auge y caída como ha dado pocos el cine japonés; y sobre todos estos niveles, destacando, la mano maestra de Akira Kurosawa, sabiendo perfectamente dónde quiere llegar, qué desea mostrar y qué dejar en penumbra, para que sea el espectador quien lo descubra, en un ejercicio de dominio del movimiento, del encuadre y del ritmo que constituye uno de los mayores éxitos del director.
Cabe destacar también el rigor histórico al que se obliga, y que pone en evidencia la mayor parte de las producciones del género:
Vestuario, decorados, exteriores, actitudes de los personajes, son una ventana abierta al pasado feudal japonés y, en el caso particular de esta película, a su enfrentamiento al modernismo occidental, sus armas de fuego y su cristianismo.
Aparte de las grandiosas escenas bélicas, de la maestría con que se narra el horror de la guerra, de la soberbia imagen de los jinetes desfilando, de la bellísima fotografía, o de la impresionante escena final, con un alucinado Kagemusha cargando entre “sus” soldados muertos, la importancia de esta película radica en la reflexión sobre el poder, la ambición, el engaño y la usurpación.
Obra impresionista y magistral, de belleza visual apabullante, de impagable riqueza plástica, y de insólita combinación de drama épico e intimismo.
“最初に馬を撃つように銃器を教えてください
武田騎兵は馬なしで戦うことはできません”
(Dígales a los artilleros que disparen a los caballos primero.
La caballería Takeda no puede luchar sin caballos)
Es realmente deprimente tener que hablar acerca de la dificultad que tuvieron los grandes genios de la historia del cine, para realizar nuevos trabajos a edades avanzadas; lo que para muchos supuso la muerte en vida.
Ante esto, no es de extrañar la profunda depresión en la que se sumió Akira Kurosawa al ver que, apenas unos años después de ganar el Premio Oscar con la sombría “デルス・ウザーラ” (Dersu Uzala – 1975), no conseguía encontrar quien le pagase una nueva película.
Hago un arco narrativo para acotar una curiosidad importante:
Nacido en el seno de una familia de samuráis, que hundía sus raíces en el siglo XI, Akira Kurosawa aprendió a amar el cine por influencia de su padre, un apasionado del cine occidental.
El joven Akira, sin embargo, tomó primero el camino de la pintura, a cuyo estudio se aplicó con ahínco durante años, hasta que sus tutores, para fortuna del Séptimo Arte, le convencieron de que no tenía alma de pintor…
Y Kurosawa se entregó entonces a su segunda pasión, el celuloide, y durante 6 décadas entregó puntualmente no menos de 10 Obras Maestras que han pasado a formar parte de la historia del cine; donde en 3 de ellas:
影武者 (Kagemusha), “乱” (Ran – 1985), y “夢” (Dreams – 1990), se hace eco su importancia; pues el director pintó esos filmes para planificar el proceso filmación, en aras de encontrar financiamiento.
¿Por qué Kurosawa volvió a coger los pinceles a principios de los años ochenta?
La pragmática, por desgracia, no es la única razón.
Pese a su prestigio dentro y fuera de Japón, por entonces, el director de “羅生門” (Rashōmon - 1950) no le resultaba fácil encontrar financiación para sus películas, por lo que decidió dibujarlas para enseñar a los posibles productores, qué aspecto tendrían, y cómo pensaba rodarlas.
Los bocetos eran, por decirlo de algún modo, un gancho comercial a modo de avance pictórico; por lo que estamos ante un Kurosawa que domina el dibujo, la composición, la iluminación y la paleta cromática, ya sea con el lápiz, la acuarela o el pastel; y en definitiva, ante un verdadero artista con pleno conocimiento de los principales recursos expresivos de la pintura; y por ello se mostró enérgico en las escenas de batalla, terrible en los momentos de desolación, dulce y frágil en la intimidad… el Kurosawa pintor, se presentaba como un maestro en la captación de emociones y sentimientos; y entre sus referentes estéticos obvios, destacó la pintura de vanguardia, y en concreto el expresionismo alemán de los años 20; por lo que no es casual que Kurosawa hiciera varios bocetos de este filme, para obtener financiación, que fue escuchada por Francis Ford Coppola y George Lucas, que le produjeron 影武者 (Kagemusha), donde reflexionan sobre la aportación del Emperador del Cine japonés, al desarrollo del lenguaje cinematográfico y la influencia que ejerció en sus respectivas carreras.
Ya pude imaginar las reuniones que mantuvieron los 3 para hablar sobre la película, y a Lucas proponiéndole que cambiara las katanas por espadas láser; y a su vez, Spielberg sugiriéndole que metiera algún extraterrestre de soslayo, que “eso engancha al público infantil-juvenil”, y el pobre Kurosawa hundiéndose cada vez más en el sillón, en su depresión a medida que iba escuchando sus sugerencias...
Pero atención a los cascos de los samuráis que se asemejan mucho al de Darth Vader, por ejemplo; o viceversa si nos vamos al rigor histórico de la figura japonesa.
Como sea, no son alabanzas gratuitas, sino un reconocimiento sincero al talento de un hombre que supo conciliar forma y fondo, estética y contenido, y una humilde declaración que viene a confirmar que las tragedias familiares del primero y las aventuras espaciales del segundo, beben y mucho de su extraordinaria poética visual.
El resultado fue una película que representa 2 lecciones:
Una de buen cine, y la otra una moraleja sobre la producción.
Respecto a esto último, que un genio como Kurosawa tuviese problemas, ya consagrado, para encontrar financiación para sus proyectos era un contrasentido enorme.
Tal vez se había vuelto ambicioso, y la producción de esta película demuestra el esfuerzo económico que se realizó, pero el resultado fue tal, que ofrece poco espacio a la desconfianza; en una nueva tragedia de tintes shakespearianos, ambientada en el sangriento Japón feudal, en la que fue capaz de combinar a la perfección la delicadeza de las escenas intimistas, y la fuerza expresiva de los combates y las guerras; dotada de una sensibilidad extraordinaria, una perfección técnica intocable, y un expresionismo subyugante, apoyado por el uso del color; la convierte en otra sublime obra maestra, un logro técnico y estético incontestable, nada que nos sorprenda ya a estas alturas en el mejor cineasta de la historia; que al igual que haría unos años después, Kurosawa profundiza en las entrañas del poder y en su relación con los caprichos y los defectos humanos.
影武者 (Kagemusha) es una película envolvente, que subyuga desde la primera escena y que, a través de sutiles elipsis que ayudan a despojar el metraje de cualquier densidad, nos ofrece un recital de cine perfecto.
Así, detrás de un desarrollo aparentemente lento, su narrativa es equilibrada pero intensa, lineal pero sorprendente, y absolutamente perfecta.
La solemnidad y elegancia que son marca de la casa, constituyen nuevamente la base técnica de esta tragedia; y uno no puede más que sacarse el sombrero ante una fotografía expresionista e intensa, cargada de intenciones estéticas, casi plásticas, que no estamos acostumbrados a ver en el cine occidental.
Y qué decir de las escenas de batalla…
Nadie como Kurosawa ha sido capaz de convertir en arte la barbarie de la guerra.
Los pasajes bélicos, siendo secundarios en el desarrollo, son por sí solos una lección de ritmo, equilibrio y elegancia.
La historia del film narra un hecho histórico acaecido en el Japón del siglo XVI, en el que diversos clanes rivales trataban de hacerse con el control de la ciudad de Kyoto, capital por aquel entonces, para así obtener el dominio sobre el país entero.
Uno de estos clanes es el gobernado por Takeda Shingen; por lo que se desarrolla durante El Período Sengoku de la historia japonesa, también conocido como El Período de Los Estados Combatientes, que tuvo lugar desde mediados del siglo XVI hasta principios del siglo XVII; un período de constante agitación política, rebelión social y guerra militar; que eventualmente resultó en la creación del shogunato Tokugawa, que unificó la política regional, y le dio estabilidad política a Japón.
La película comienza con una toma de 3 hombres, prácticamente indistinguibles entre sí:
Shingen, su hermano 武田 信廉/Takeda Nobukado (Tsutomu Yamazaki), y un ladrón, a quien Nobukado conoció por casualidad, y a quien salvó de ser ejecutado por su gran parecido con Shingen.
Shingen acuerda que el ladrón puede ser útil como doble, y deciden utilizarlo como “kagemusha”
El ejército de Shingen ha asediado el castillo de Tokugawa Ieyasu; y cuando Shingen visita el campo de batalla, escucha a un misterioso flautista en la noche...
Justo cuando trata de descubrir de donde proviene el sonido, es disparado por un francotirador, y mortalmente herido, Shingen les ordena a sus Generales que mantengan su muerte en secreto por 3 años.
Más tarde, Shingen muere mientras es llevado a través de un paso montañoso con un pequeño grupo de testigos.
De esa manera, Nobukado presenta el ladrón ante Los Generales, y lo propone para que este suplante a Shingen a tiempo completo.
En un principio, incluso el ladrón ignora la muerte de Shingen... y trata de romper una gran jarra, creyendo que contiene dinero, pero cuando la rompe, descubre el cadáver preservado de Shingen…
Después de este hecho, Los Generales deciden que no pueden confiar en el ladrón, y lo dejan en libertad; a lo que los líderes del clan Takeda arrojan la jarra con el cuerpo de Shingen en El Lago Suwa; los espías que trabajan para Oda Nobunaga y Tokugawa, atestiguan la eliminación de la jarra y, sospechando que Shingen ha muerto, le informan a sus líderes.
El ladrón, sin embargo, que había escuchado a los espías, va y ofrece sus servicios, con la esperanza de ser de alguna utilidad para el clan Takeda, que mantiene el encubrimiento, diciendo que estaban haciéndole una ofrenda de sake al dios del lago.
Los espías siguen al ejército de los Takeda en su marcha a casa después del asedio; y aunque sospechan que Shingen ha muerto, son engañados por la actuación del kagemusha.
De regreso en casa, el kagemusha burla exitosamente a las concubinas de Shingen y a su nieto; y a medida que el impostor imita al fallecido y aprende más sobre éste, comienza a adquirir la personalidad de Shingen, y es capaz de burlarse incluso de sus guardaespaldas y de sus Wakashū, que lo conocían bien.
Cuando el impostor debe presidir un Consejo Militar y se le preguntan que decisiones tomar, contesta inteligentemente mencionando el lema del clan Takeda:
“Rápido como el viento, fiero como el fuego, sereno como el bosque y firme como una montaña”
Cuando Tokugawa y Oda Nobunaga lanzan un ataque en territorio de los Takeda, 武田 勝頼/Takeda Katsuyori (Kenichi Hagiwara), el hijo de Shingen, lanza un contraataque sin tomar en cuenta los consejos de sus Generales; y el kagemusha es forzado a comandar los refuerzos para La Batalla de Takatenjin, e inspira a sus soldados para la victoria.
En un exceso de confianza, el kagemusha se atreve a montar el caballo favorito de Shingen; y cuando se cae del caballo, los que corren a ayudarlo se dan cuenta de que no tiene las cicatrices de guerra de Shingen, revelando al usurpador.
El ladrón es sacado fuera del Palacio y Katsuyori, a pesar de haber sido desheredado, toma el control del clan.
Ahora, Katsuyori tiene el control sobre el ejército Takeda, y decide atacar a Nobunaga, que ha tomado el control de Kyoto.
Sus Generales le aconsejan que atacar no es prudente, pero aun así este ignora los consejos de sus asesores militares, y ataca a Nobunaga, lo que resulta en La Batalla de Nagashino.
Oleada tras oleada de caballería e infantería, el ejército de los Takeda es arrasado por el fuego de los arcabuces de Nobunaga; y durante esta escena, gran parte de la batalla transcurre fuera de pantalla.
La marcha de los soldados Takeda y los disparos de los arcabuces se aprecian en pantalla, pero la muerte de los soldados del ejército Takeda no puede verse, sino hasta el final de la batalla.
El espectador ve un vasto escenario de la carnicería:
El kagemusha, que ha seguido al ejército Takeda, es testigo de la matanza.
Y en una demostración final de lealtad, toma una lanza y realiza una carga inútil contra las fortificaciones de Nobunaga, muriendo por el clan Takeda.
La imagen final de la película, es la del cuerpo acribillado a balazos del kagemusha arrastrado por un río, junto a la bandera del clan Takeda.
Asombroso filme que desde su inicio, sin música, a cámara fija, en un único plano, donde con una simple conversación entre 3 personas se pone en antecedentes de lo que luego va a ser un puntal muy importante en la historia; y a continuación, tras una aclaración en texto y voz “en off” sobre el momento en que se encuentra Japón y, por ende, esta historia, arranca de nuevo la película de un modo más que vibrante, a lo que contribuye, y de qué manera, la música.
De inmediato nos vamos a dar cuenta del gran diseño artístico que tiene la película, con una puesta en escena brillante y colorida, y un vestuario apabullante, que te va a dejar con la boca abierta.
La puesta en escena resulta sobresaliente para transmitir el estado de ánimo tristón, recreando con fastuosidad pictórica La Era, con una excelente dirección artística de Yoshirō Muraki, rodando en Japón, especialmente en:
Himeji Castle, Iga Ueno Castle, Kumamoto Castle, Gotemba, Hokkaido, Yuhara Plain, y en los Toho Studios-Tokyo; con castillos ampulosos y hermosos, con marchas militares y los estandartes mecidos por el viento, esta inmersión en la época reforzada por el bello vestuario creado por Seiichiro Hagakusawa.
Esto enaltecido por la formidable fotografía de Takao Saitō, con un tratamiento de los cromatismos espectacular, pintando cuadros de una beldad sibarita, sobre todo quedará para la eternidad la batalla nocturna narrada visualmente con momentos de surrealismo visual, con esos falsos fondos rojos, perfilando secuencias cual sombras chinescas, de las que seguramente bebió Coppola para su “Dracula” (1992), con cielos rojizos, crepusculares; figuras perfiladas a contraluz, este surrealismo atomizado también en la escena de la pesadilla, jugando la cámara con los fueras de campo, como en la batalla final; con las tomas estáticas cuasi-teatrales potenciado el intimismo, con tomas llenas de simbolismos, como el momento que el doble se levanta después de la escena con mujeres, y se muestra mediante movimiento de cámara ascendente que la sombra le persigue; o como es reseñable el uso “kurosawaiano” de los elementos climáticos, epítome la lluvia en que es “despedido” el Kagemusha, etc.
Porque este filme es quizás uno de los ejemplos más claros del cine japonés occidentalizado de Akira Kurosawa; más asequible para el espectador no japonés que otras de sus grandes obras, aunque no deja de ser un drama bastante intimista con ciertos tintes épicos, basada en los últimos 2 años de la vida del señor feudal, Takeda Shingen, el director introduce la pequeña gran historia de un kagemusha, como “sombra del guerrero”; una persona que se utilizaba como doble de alguien para inducir al engaño al enemigo; y en este caso, la de un simple ladrón que sin quererlo, se ve “obligado” a suplantar al comandante en jefe tras fallecer éste, debido a su asombroso parecido.
Así comienza a experimentar entonces las mieles de una nueva vida, llena de lujos y de un poder ficticio donde todo está en alambre.
El más mínimo fallo, podría dar al traste con la pantomima, y por consiguiente el adiós al nuevo estatus conseguido.
Resulta aún más interesante trazar un paralelismo entre el argumento y la propia vida de Kurosawa, que por aquel entonces atravesaba una depresión tras una larga etapa en la que no encontraba apoyos para financiar sus proyectos, incluyendo un intento de suicidio años antes.
Quizás sea por eso que 影武者 (Kagemusha) es un film que destila tristeza.
Visible en el protagonista que prueba la dureza de ser otra persona las 24 horas al día, de tratar de contentar siempre, y estar a la altura de la circunstancias en cada momento.
Incluso a riesgo de olvidar la persona que realmente es, como bien plasma el hermano de Shingen, antiguo “kagemusha” suyo durante años, en una de sus disertaciones.
Y es que la sombra del personaje, del mito, se hace demasiado alargada para la persona que debe interpretarle, imitarle, pudiendo llegar a destruirle sin compasión, sin ningún reconocimiento.
Ese ascenso y posterior caída del protagonista, bien puede ser un resumen autobiográfico de parte de los últimos años como director de Kurosawa, que tuvo que recurrir a la ayuda de los estadounidenses para completar esta obra; que afortunadamente tuvo su reconocimiento con La Palme d’Or en Cannes de ese año, y le sirvió para sentar las bases de la gran y shakespeariana “乱” (Ran – 1985)
De la anécdota del film, se desprende un planteamiento de ideas que gira sobre 2 motivos:
El del doble y el del sentimiento de la precariedad de los actos humanos.
La perfección con que el bandido llega a posesionarse del rol del señor, induce a una reflexión sobre la relatividad de los condicionamientos sociales y morales.
En determinado momento, el kagemusha llega a desempeñarse con la sabiduría y nobleza del líder fallecido.
Su comportamiento contrasta con el del hijo desplazado del poder, quien al acceder finalmente a él, muestra todo el resentimiento y obnubilación del ambicioso frustrado, para terminar provocando el desastre que lo arrastrará a él, a su familia y a todo el clan.
Por otra parte, la compleja intriga involucra, en su desarrollo, una idea cara a Kurosawa:
La de la fugacidad de la condición humana, la pequeñez del hombre empeñado en conquistar el poder y la gloria, al contrastar su accionar con el transcurso inexorable del tiempo, y los giros imprevisibles del destino.
Es en este sentido que el film instaura un tono reflexivo, teñido de un sentimiento crepuscular, melancólico, que inevitablemente trae al recuerdo las grandes obras de un cineasta admirado por Kurosawa:
John Ford; que como él, el cineasta japonés nos hace participar por igual de la grandiosidad épica y del sentido de su precariedad.
Por ello Kurosawa sitúa al espectador como testigo de una sucesión de hechos que culminan la obra en forma trágica y grandiosa:
La expulsión del doble del Palacio, una vez descubierto el engaño; la derrota del clan, conducido con dignidad impresionante por Los Generales, conscientes de que enfrentan una muerte segura; el heroísmo del bandido, sacrificándose en un acto que no tiene sentido para nadie más que para él mismo.
Nuevamente como en Ford, el director privilegia en ese final al personaje marginal, al olvidado por todos, para extraer de su conducta el testimonio de una inolvidable lección moral.
Técnicamente, el estilo de Kurosawa se basa en la construcción rigurosa de imágenes de gran belleza plástica que restituyen una época con exactitud documental.
Estas imágenes se van articulando en una narración pausada, minuciosa, para desembocar en las 2 grandes secuencias de las batallas en un tratamiento sorprendente:
El montaje en ellas opera sobre todo por omisión, sugiriendo más que mostrando.
Las batallas no son descritas en su integridad, sino significadas a través de acciones secundarias o por sus efectos sobre los personajes.
Especialmente notable en este sentido es el combate final, cuyos momentos culminantes son expresados por primeros planos, sobre el rostro del bandido que asiste, impotente, a la derrota del clan de Shingen.
Esta opción revela que lo que importa para Kurosawa es el hombre y su destino, más que el registro externo de los hechos, por espectaculares que estos sean.
Y podría decirse que en este film, el maestro nipón ha logrado en plenitud su antigua aspiración, revelada en esta declaración suya, de la época en que realizó “ 七人の侍”(Seven Samurai – 1954):
“Una película de acción puede ser sólo una película de acción.
¡Pero qué cosa más maravillosa si puedo intentar al mismo tiempo pintar la humanidad!
Ha sido mi ilusión desde la época en que era ayudante.
Desde hace 10 años deseo volver a replantear el drama antiguo bajo este nuevo punto de vista”
La gran parte de los hechos narrados son históricos; y por ello se puso especial detalle en la recreación de La Batalla de Nagashino, ocurrida en 1575; por tanto, se alquilaron trajes y armaduras reales del siglo XVI de museos japoneses para que los actores los usen en la película; y según se informó, estos objetos eran importantes tesoros nacionales de Japón.
Del reparto, también contiene su controversia:
La película podría haber sido el esperado reencuentro entre Toshirō Mifune y Kurosawa, pero el director nipón no vio con buenos ojos la participación de Mifune en la miniserie de EEUU “Shogun”, a la que consideraba “folklórica y poco digna” y desde luego, tenía razón; así que el papel principal recayó en el gran Tatsuya Nakadai; mientras que los papeles principales de Lord Shingen y su doble, fueron diseñados para Shintarō Katsu, y su hermano, el también actor, Tomisaburō Wakayama.
Pero después de que Wakayama se excusara del proyecto, Katsu haría las 2 partes él mismo; sin embargo, el primer día en el set quedó claro que las personalidades y el enfoque de Katsu y Kurosawa respecto al cine no eran compatibles, y Katsu fue rápidamente despedido.
Esto creó una gran crisis en la producción de la película, así como “un día de campo para los medios”
Shintarō Katsu fue originalmente designado para interpretar el papel principal, pero Akira Kurosawa lo destituyó después de que Katsu fuera a un ensayo con una cámara de video, y dijo que quería documentar la experiencia de una clase de actuación que estaba enseñando.
Katsu fue reemplazado por el actor habitual de Kurosawa, Tatsuya Nakadai.
Y es que después de que Kurosawa despidiera a Shintarō Katsu del doble papel principal, los productores estadounidenses solicitaron que se emitiera una estrella internacionalmente conocida… y debido a que Kurosawa se había distanciado de Toshirō Mifune más de una década antes, Tatsuya Nakadai era su única opción viable.
Consciente de la situación, Nakadai aceptó la parte sin siquiera leer el guión.
Más tarde admitió que la decisión no fue fácil, porque había estado en términos amistosos con Katsu.
Supuestamente, Katsu no habló con Nakadai durante varios años después de todo el incidente…
El actor, Tatsuya Nakadai, interpretó así los 2 papeles en esta película:
El de kagemusha y el de Takeda Shingen.
También, 影武者 (Kagemusha) que la película final del actor Takashi Shimura, que fue uno de los actores favoritos del director Akira Kurosawa.
También, Kurosawa escribió la parte de 田口刑部/Gyobu Taguchi en esta película especialmente para Takashi Shimura.
Un dato de interés, es que Kurosawa escribió el filme para su actor regular de mucho tiempo, Takashi Shimura; pero la escena en la que interpreta a un sirviente que acompaña a un médico occidental a una reunión con Shingen fue eliminada del lanzamiento en el extranjero de la película; la versión en DVD de Criterion Collection, restauró esta escena, así como aproximadamente otros 18 minutos en la película.
El relato de cómo la pólvora acaba con toda la leyenda samurái, pone los pelos de punta en la última secuencia del campo de batalla, lleno de personas y caballos moribundos; esas escenas de batalla, utilizaron cientos de caballos y miles de extras; y según George Lucas, la película tenía 5 mil extras en el final de la secuencia de La Batalla de Nagashino del año 1575; con al menos 200 caballos especialmente entrenados que fueron traídos desde los Estados Unidos; y muchos de los jinetes eran mujeres “miembros de varias organizaciones ecuestres” a quienes Kurosawa describió como “más osados que la mayoría de los hombres”
Como momento recordable:
La recreación original de esa histórica batalla, como clímax, donde asistimos al enfrentamiento fuera de campo, desde la visión cerrada del nuevo Shingen, la nueva “Montaña”, vemos las cargas de caballería e infantería partir hacia el choque contra las tropas enemigas, oímos los sonidos de los disparos de los arcabuces defensores, vemos al kagemusha vestido con harapos, escondido entre matorrales que observa la contienda, pero no vemos la lucha…
La batalla concluye, y la cámara se mueve al campo de batalla, entonces vemos la carnicería, cientos de cuerpos yacen muertos y casi, caballos heridos o fallecidos, un panorama regado de sangre, el horror de la guerra en toda su crudeza, despojada de heroísmo, entonces la cámara torna a la posición de la “Montaña”, esta se ha movido, no ha tenido la dignidad y orgullo, no solo de su padre, tampoco de su alter ego, representativo de la decadencia moral.
El kagemusha, asolado por la caída del clan Takeda, coge una lanza y corre hacia el enemigo de modo demencial, es disparado letalmente, y tambaleante llega a un río, allí cae muerto, y flotando pasa al lado del estandarte de los Takeda que yacen el agua, alegoría del fin de un tiempo y un clan.
El problema de 影武者 (Kagemusha) es que no aporta información suficiente sobre la historia y sobre los personajes; no es fácil distinguir los 3 grandes jefes de los clanes, es complicado identificar al hijo de Shingen, y algunas actitudes y comentarios te desviarán de la trama, aunque no se hace pesada, es posible que sus 153 minutos de duración parezcan excesivos; y que termine destacando el aspecto visual por encima de la historia, cuando el director se había caracterizado por la transparencia narrativa de su cine, permitiendo al espectador vislumbrar el desencanto con que el gigante del cine japonés contemplaba ahora la vida.
Y curiosa la manera de enfocar el tema del poder:
¿Es el terrateniente, el maestro de la guerra o cualquiera con ese título puede hacerlo igualmente bien, o incluso mejor?
Es curioso que cuando gobierna el doble, un pueblerino pobretón se ganen las batallas y se alcance la paz; y que cuando es un noble de alta cuna quien les dirige, acabe todo yéndose a la mierda.
Este es un Kurosawa “extraño”, porque en esta película hay un protagonista, pero realmente no le da tanta importancia al individuo como al grupo, no busca un héroe, sino más bien todo lo contrario, y valora más el esfuerzo del grupo que el valor de una sola persona; y es especialmente aclaratoria la escena en la que el hijo habla con su consejero, y este le cuenta que su difunto padre le impide usar su emblema de la “Montaña”, y en la mágica y terrorífica secuencia de la batalla final, todo queda explicado por qué.
A raíz de ello, nos encontramos con otro de los puntos fuertes, la reflexión y el análisis acerca del poder, y todo lo que ello conlleva, la devastación que provoca y la inutilidad, en ocasiones, de todo ello, y los peligros que conlleva la incapacidad de un gobernante.
Es importante el grupo que rodea a la cabeza visible, ya que los consejeros pueden mover más que un verdadero Rey, y es lo que ignora el irreflexivo Katsuyori, que actúa encolerizado por el orgullo y la prepotencia de tener al mayor ejército a su favor, sin contar con que el lema de los 4 elementos es lo que había hecho grande a su padre, pudiendo interpretarse como un alegato democrático del realizador.
Por contra, el desarrollo de Kagemusha es algo débil, y se desaprovecha muchísimo el retrato que se podía hacer de su búsqueda de la identidad y la pérdida de su vida para vivir una mentira, ya que la historia se centra más en las esferas de poder y la codicia, que en el verdadero protagonista de ella, el cual termina consumido con su propia leyenda en la batalla final, una vez que, muerto el alma, el recipiente importa más bien poco.
Creo que Kurosawa buscaba ensalzar la figura del samurái como grupo y no de manera individual como en “用心棒” (Yōjinbō – 1961); y para conseguir esto, basa la película en hechos históricos, aunque seguramente con muchas licencias para darle un sentido más poético como en él es habitual; en la lucha de los rifles contra las lanzas, y la caída de la tradición a “la modernidad”
En definitiva, a pesar de ambientarlo en un momento turbulento y violento de la historia de Japón, lo que le interesa a Kurosawa no es mostrarnos grandes y épicas batallas, de hecho, cuando se ve obligado a mostrarlas, éstas duran lo imprescindible; sino hablarnos de una historia que tiene lugar en los entresijos del poder.
Una historia con aires de tragedia en el más puro sentido shakespeariano de la palabra; y al mismo tiempo, Kurosawa no evita realizar una crítica implícita hacia el mundo social del Japón feudal, excesivamente encorsetado en unas clases sociales donde el samurái, que es una clase dominante, tiene el poder de decidir sobre la vida o la muerte de personas de estamentos inferiores.
Un mundo que Kurosawa retrata en pleno declive, aunque con sutileza:
El jefe del clan no ve otra solución que buscarse un suplantador para mantener el poder del clan, seguramente debido a que no hay nadie que pueda sustituirle con garantías.
La ambición por alcanzar el poder absoluto, hace que se recurra a diferentes artimañas con lo que el desarrollo de la película es repentino, y el personaje del vulgar ladronzuelo, es un buen ejemplo de lo innato y de lo forzado en el ser humano, quizás sea necesario otro visionado para comprender tanto nombre de caballeros y de castillos, pero todo resulta con sentido, porque la película se compromete con el tema principal, el dilema de la capacidad para suplantar al ser ovacionado y aclamado, para comportarse según le dicte el corazón y acertar, para adaptarse a la tortura mental de abandonar la propia personalidad y aguantar la presión, dejando claro que la sombra de un hombre jamás le abandona, una estrategia que permitiría mantener al clan unido, y cumplir el deseo del suplantado; que esperaba más del drama familiar y de la envidia del hijo tutor, pero la película tenía bastante duración como para mostrar con mayor detalle la adaptación a señor con más anécdotas, de cómo la “Montaña” humana va tomando los valores necesarios, aunque se resuelve con el simbolismo de ser descubierto por un animal, uno de los tantos buenos detalles del cine de Kurosawa, quien puede empequeñecer muchas obras maestras del cine con su propia sombra.
Y todo ello rodado con la magistral habilidad del cineasta nipón.
Una perla más en su filmografía; íntima y personal, donde el papel terrateniente muriendo, refleja el estado de ánimo de Kurosawa que presentía que sus sueños de seguir rodando películas se acababa, por eso “no lo deja morir” en toda la película, y se resiste a creer que todo ha terminado.
Por último, la banda sonora transmite una épica quijotesca, destinada más al perdedor que a la derrota en sí, como una imposibilidad física de vencer los obstáculos que afrontamos en la vida.
“深刻な病気は、人間の心でさえ変わることがあります”
(Una enfermedad grave puede cambiar incluso el corazón de un hombre)
Cuando una historia, que sucedió en el siglo XVI, en el medievo japonés, la sientes próxima y te interesa, es porque alguien está poniendo un gran interés en contártela y en universalizar una serie de sentimientos y comportamientos humanos, que se repiten siglo tras siglo desde que la inteligencia perforó el primer cráneo de chimpancé:
Las guerras, el odio, la envidia y el poder; sobre todo el poder.
Cuando Takeda Shingen tenía 49 años, era el único daimyō con el poder, y con la habilidad necesaria para detener la carrera de Oda Nobunaga hacia la consecución del control absoluto de Japón.
Y en 1572, se enfrentó a las tropas de Tokugawa Ieyasu, y capturó Futamata, venciéndolo de nuevo en enero del año siguiente en La Batalla de Mikatagahara, donde Shingen derrotó a una pequeña fuerza combinada de Ieyasu y Nobunaga, aunque no de forma decisiva.
Después de derrotar a Tokugawa Ieyasu, Shingen tuvo que detener su avance por un breve tiempo debido a influencias externas que permitieron a Tokugawa prepararse de nuevo para la guerra.
Shingen invadió la provincia de Mikawa, pero murió en su campamento poco más tarde, a consecuencia de una enfermedad; siendo enterrado en Erin-ji, la actual ciudad de Kōshū, en la provincia de Yamanashi.
Fueron muchos los que le rindieron tributo, incluso sus enemigos; y se dice que Kenshin lloró por la pérdida de tan formidable adversario.
Durante El Período Edo, 24 vasallos que sirvieron a sus órdenes, se convirtieron en personajes muy populares para “ukiyo-e” o “pinturas del mundo flotante”, también conocidas como “estampa japonesa”, y en “bunraku”, el teatro de marionetas japonés.
Pero no todos ellos se conocieron o trabajaron juntos, ya que algunos habían muerto antes de que otros entraran en el clan, pero todos destacaron por los servicios excepcionales al clan Takeda, y a Shingen en particular.
De entre la élite de sus hombres, elegía a sus líderes que debían “primero, ser personas de juicio; segundo, ejecutar los castigos en la provincia; y tercero, conseguir grandes victorias en la batalla”
El término “24 Generales” fue inventado a posteriori, y su selección está relacionada con la popularidad que tuvieron durante El Periodo Edo; de hecho hay notables individuos que no están incluidos entre ellos; es más, el historiador especialista en historia militar, Stephen Turnbull, afirma basándose en la observación de los retratos de los 3 rollos pintados de los 24 Generales que fueron, en realidad 33; en cualquier caso, es 24 el número de personas que la tradición dicta, y es ése el número de figurantes que los representan en los festivales anuales de Kōfu; que de entre sus vasallos sobresale Kōsaka Masanobu, uno de los amantes más famosos de Shingen, al estilo de la tradición “shudō” u homosexualidad japonesa prevalente en la sociedad samurái desde su periodo medieval hasta el fin del siglo XIX.
Ambos empezaron su relación cuando Shingen tenía 22 años y Masanobu 16.
En la pareja, el de mayor edad era conocido como el “nenja” y el joven era conocido como “wakashū”; y se consideró que era beneficioso para la juventud, enseñándoles la virtud, la honestidad y el aprecio de la belleza.
Su valor se contrasta con el amor de la mujer, que es culpa de feminización de los hombres; y el pacto de amor que ambos firmaron, se conserva actualmente en El Archivo Histórico de La Universidad de Tokio.
En él, Shingen promete que no tiene, ni tiene intenciones de tener relaciones sexuales con ningún otro vasallo, y promete que, “como quiero tener relaciones contigo”, no le dañará en modo alguno, y pone como testigos a los dioses.
De Los 24 Generales de Takeda Shingen, la lista de nombres varía según los autores, y fueron según la versión más aceptada:
Akiyama Nobutomo, Amari Torayasu, Anayama Nobukimi, Baba Nobuharu, Hara Masatane, Hara Toratane, Ichijō Nobutatsu, Itagaki Nobukata, Kōsaka Masanobu, Naitō Masatoyo, Obata Masamori, Obata Toramori, Obu Toramasa, Ohama Kagetaka, Oyamada Nobushige, Saigusa Moritomo, Sanada Nobutsuna, Sanada Yukimura, Tada Mitsuyori, Tsuchiya Masatsugu, Takeda Nobukado, Takeda Nobushige, Yamagata Masakage y Yamamoto Kansuke
Otros Generales eran:
Sanada Masayuki, Yokota Takatoshi y Kiso Yoshimasa
El clan Takeda, fue casi completamente destruido tras la muerte del heredero de Shingen, Katsuyori.
Sin embargo, Shingen tuvo una gran influencia en el Japón de su época.
Muchos señores feudales imitaron su organización legislativa y su sistema recaudatorio y administrativo.
Quizás, el tributo más duradero a la capacidad de Shingen, fuera el propio Ieyasu, quien imitó y adoptó muchas de las innovaciones militares y administrativas del fallecido líder de los Takeda, después de que se hiciera con la provincia de Kai, tras la ascensión de Toyotomi Hideyoshi al poder.
Muchos de estos planes fueron puestos en práctica durante el shogunato Tokugawa.
Probablemente no fue más cruel que otros señores de la guerra contemporáneos, pero sí agresivo contra quienes le combatían.
En su bandera de guerra se podía leer “風林火山”, una frase-acrónimo sacada del libro el arte de la guerra de Sun Tzu que significa aire, bosque, fuego, montaña, e ilustra la idea que tenía de la estrategia:
“Moverse veloz como el viento, permanecer silencioso como el bosque, atacar feroz como el fuego, ser una defensa inamovible como la montaña”
Actualmente existe El Festival de Takeda Shingen, que tiene lugar el primer fin de semana de cada mes de abril en Kōfu, Japón; donde por lo general, un famoso actor de televisión japonés interpreta al propio Takeda Shingen.
Hay varios desfiles que van desde y hacia el Santuario Takeda, y El Castillo Kofu.
Estos desfiles son muy teatrales, e incluyen coleccionistas serios que practican el resto del año para este fin de semana de abril, donde se reflejan las diferentes idas y venidas de Takeda Shingen durante su vida.
De esa manera, Kurosawa nos dice que todos somos iguales en las pasiones y en la muerte, esta última como incontrolable pasión suprema.

“私はそれが難しいことを知っている
私は長い間、主人の二倍だった
れは拷問だった
自分を抑えて別の人になるのは容易ではありません
私はしばしば自分自身で自由でありたいと思っていました
しかし、今私はこれが私の利己主義だと思う
人間の影は決してその人を荒らすことはできません
私は弟の影だった
今私は彼を失ってしまった、それは私が何もないように”
(Sé que es difícil.
Durante mucho tiempo fui el doble del señor.
Fue una tortura.
No es fácil reprimirse a sí mismo para convertirse en otro.
A menudo quería ser yo mismo y libre.
Pero ahora creo que esto fue egoísta de mi parte.
La sombra de un hombre nunca puede abandonar a ese hombre.
Yo era la sombra de mi hermano.
Ahora que lo he perdido, es como si no fuera nada)



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