The Glass House

“This motion picture was filmed entirely in a state prison.
Most of the faces and voices are those of actual prisoners.
The story and characters are “fictitious”, but the situations are real”

Pocos escritores han tenido una relación tan amplia con la industria del cine y la televisión como Truman Capote... y casi siempre sin proponérselo.
Su primer contacto profesional fue en 1953, como guionista de “Stazione Termini”; y por entonces, Truman era un joven escritor de 29 años que pasaba largas temporadas en Europa; había publicado con notable éxito un puñado de cuentos y 2 novelas; y hacía poco que había realizado un musical para Broadway con más éxito de crítica que de público.
Se encontraba en Roma con su pareja, el escritor Jack Dunphy, cuando fue requerido por el mítico productor David O. Selznick que trabajaba en una película que unía el nombre de su esposa, la actriz Jennifer Jones, con el director neorrealismo italiano, Vittorio De Sica.
Habían despedido al guionista, e intentado contratar a Carson McCullers, que también se encontraba en la ciudad con su marido, pero en un momento álgido de su relación alcohólica y autodestructiva; Truman fue la solución desesperada, y es posible que en su aceptación hubiera algo de malicia contra los McCullers, de los que había sido amigo en otra época.
Su trabajo fue del agrado del productor, aunque la película se convirtió en uno de sus más sonados fracasos...
Truman mantuvo una amistad de por vida con el matrimonio David O. Selznick y Jennifer Jones; y ese mismo año, Jennifer tenía que actuar en una película dirigida por John Huston, producida y protagonizada por Humphrey Bogart.
El equipo se encontraba en un pueblecito napolitano sin guionista y sin ideas, y Selznick les sugirió que probasen con Truman, y así nació “Beat The Devil”, un extraño disparate destinado a ser un fracaso comercial, y un film de culto en las filmotecas de todo el mundo.
El ambiente del rodaje fue tremendamente divertido, con algunas anécdotas que han pasado a la historia, como el pulso que ganó Truman a Bogart para sorpresa de todos, o los maliciosos comentarios de Bogart sobre los ruidos nocturnos que procedían de la habitación que ocupaban Truman y Huston:
“Al viejo le ha dado por los jovencitos”; ya que la pensión del pueblo no permitía más lujos.
En 1961, Truman escribió un guión basado en una obra de Henry James para la 20th Century Fox que se tituló “The Innocents”, la dirigió Jack Clayton y, pese a ser de bajo presupuesto, obtuvo buenas críticas y numerosas nominaciones a premios importantes.
Ese mismo año, se rodó la adaptación al cine de su novela homónima “Breakfast at Tiffany’s” dirigida por Blake Edwards, con música de Henry Mancini y con Audrey Hepburn de protagonista.
Resultó un éxito inmediato, considerándose una comedia perfecta.
La imagen de Hepburn cantando “Moon River” se convirtió en un icono, además de conseguir El Premio Oscar a La Mejor Canción, y otro a La Mejor Banda Sonora de una película no musical.
Pese a la admiración de Truman por Audrey Hepburn, siempre sostuvo que el papel de Holly Golightly era más adecuado para su amiga Marilyn Monroe…
De hecho, Truman siempre fue acusado de haber robado este personaje a Christopher Isherwood en su obra “Goodbye to Berlin” (1939), la joven casquivana Sally Bowles que popularizó Liza Minelli en la película “Cabaret”
Pero Isherwood, con el que siempre le unió una buena amistad, nunca se lo tuvo en cuenta.
En 1962 se estrena “To Kill a Mockingbird”, dirigida por Robert Mulligan, basada en la novela homónima de Harper Lee, su mejor amiga desde su infancia rural en Alabama; y pese a tratarse de una ópera prima, Lee obtuvo El Premio Pulitzer.
De alguna manera, los celos profesionales y algún desencuentro terminó con la amistad de ambos; pero el repelente niño rubio, amigo de los hermanos protagonistas, que siempre está fantaseando sobre su rico padre ausente, no es otro que el pequeño Truman… que 55 años después, poco antes de morir Harper Lee, publicó la secuela “Go, Set a Watchman” (2015) que había escrito antes que su obra más famosa, pero que un editor desaconsejó publicar por considerarla de escaso interés, y porque desmitificaba al honesto protagonista Atticus Finch, convirtiéndolo en un hombre del klan.
Truman Capote también había “homenajeado” a Harper Lee en su primera novela de 1948, inspirándose en ella para el personaje de Idabel Thompkins; y en los años 60, las cadenas de televisión se habían vuelto muy poderosas debido al gran público que congregaban, y a los millonarios ingresos que la publicidad les originaba; por lo que sus producciones documentales alcanzan un elevado interés, y las películas dramáticas llegaron a competir con Hollywood.
En este contexto, Truman también se convierte en una estrella de la pequeña pantalla:
En 1966, se rodó el documental “With Love from Truman”, realizado por los hermanos Maysles y Charlotte Zwerin, básicamente una entrevista en su casa de Long Island, donde el escritor explica el proceso de escritura de “In Cold Blood”
Ese mismo año se produce para televisión “A Christmas Memory”, dirigido por Frank Perry, y protagonizado por Geraldine Page, que ganó un Emmy por su interpretación.
La narración “en off” es del propio Truman.
Frank Perry dirigió otras exitosas películas para televisión basadas en narraciones de Truman:
Una secuela de “A Christmas Memory” titulado “The Thanksgiving Visitor” (1967), donde Geraldine Page obtuvo otro Emmy; “Among The Paths to Eden” (1967) con Martin Balsam y Maureen Stapleton, premiada con un Emmy; y “Miriam” (1969) basado en el cuento homónimo que Truman publicó en 1945 en la revista Mademoiselle, y que le dio el primer reconocimiento como escritor, obteniendo el premio O. Henry.
Todas ellas se recopilaron como “Truman Capote’s Trilogy”
En 1967 se estrena la película basada en su “best seller”, “In Cold Blood” con dirección y guión de Richard Brooks, y Robert Blake y Scott Wilson en el papel de los asesinos.
Es muy bien recibida por la crítica, que encuentra una interminable lista de valores cinematográficos.
En paralelo a la novela, pasa a convertirse en un clásico del género.
Luego Paramount Pictures le encarga el guión de “The Great Gatsby” en 1971 pero, después de escrito, lo desestiman.
Cuando se filmó la versión hoy considerada clásica, dirigida por Jack Clayton y protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow en 1974, el guión estaba firmado por un casi desconocido Francis Ford Coppola.
En 1972, Alan Alda protagoniza para la televisión The Glass House, la adaptación de un relato de ambiente carcelero que, como Truman bromeaba, era su especialidad desde su éxito con “In Cold Blood”
“To the murderers, rapists and psychopaths.
He was judge, jury and executioner!”
The Glass House es un drama del año 1972, dirigido por Tom Gries.
Protagonizado por Alan Alda, Vic Morrow, Clu Gulager, Billy Dee Williams, Kristoffer Tabori, Dean Jagger, Luke Askew, Scott Hylands, Edward Bell, Tony Mancini, G. Wood, Roy Jenson, Alan Vint, entre otros.
El guión es de Tracy Keenan Wynn, basada en una historia de Truman Capote y Wyatt Cooper; basados a su vez en la novela homónima de Truman Capote.
Galardonada con La Concha de Plata en El Festival de San Sebastián, a pesar de tratarse de una producción televisiva, la versión estrenada sin cortes de The Glass House, presenta una breve desnudez masculina, la palabra “Fuck”, y el comienzo de una violación en grupo…
No en vano, originalmente es un telefilme distribuido en cines en Europa; hoy en día es un título olvidado del que apenas ha trascendido la aportación de Truman Capote para la confección de un guión que se basa en una historia propia.
Se sabe que el declive profesional y vital del escritor sureño, se inició varios años antes de la puesta en marcha de este producto televisivo distribuido por CBS, al concluir la elaboración de la novela “In Cold Blood” (1966); por lo que The Glass House es tan interesante y fascinante como horrible y atroz; y es que después de ver todos los relatos de corrupción y violencia, tenemos todos los motivos para creerlo cuando los créditos iniciales dicen:
“La historia y los personajes son ficticios, pero las situaciones son reales”
Rodada en La Prisión Estatal de Utah en Draper, Utah, a 20 millas de Salt Lake City; donde la cotidianidad en la famosa prisión conocida como “La Casa de Cristal” es representativa de las instituciones penitenciarias de Estados Unidos, a partir del momento en que ingresa en ella su protagonista, en calidad de nuevo guardián idealista llamado Brian Courtland (Clu Gulager); al tiempo que Jonathan Paige (Alan Alda), un profesor universitario condenado por homicidio involuntario.
Temerosos e inseguros, desde el primer día se verán expuestos a situaciones peligrosas provocadas por la facción más violenta de los presos.
Y con ellos, un ingenuo y joven traficante de drogas, Alan Campbell (Kristoffer Tabori), todos comenzando su primer día en prisión; donde tendrán que hacer frente al poder del jefecillo de turno, Hugo Slocum (Vic Morrow) quién controla la droga y el poder gracias al chantaje que ejerce sobre los demás reclusos, en tanto que El Alcalde y algún otro oficial corrupto hacen la vista gorda.
Paige es asignado para trabajar en la farmacia de la prisión, donde se niega a suministrar drogas a uno de los hombres de Slocum, Ajax (Scott Hylands)
¡Gran error!
Ahora, él realmente ha puesto una diana en su espalda.
“Lástima”, dice el otro recluso en la farmacia, a quien solo conocemos como Lennox (Billy Dee Williams), “podrías haber hecho el tiempo fácil”
Amén, aprendemos que a veces hay una delgada línea entre la moral y la sensibilidad.
El pulso de la dirección es firme, y los toques de malicia que proporcionan los detalles argumentales firmados por Truman Capote, están a una altura que lo mantiene entre los mejores drama carcelarios jamás filmados; porque The Glass House trae a la mente documentales sobre la vida en prisión, y todo ese lado oscuro de cuán inhabitables pueden ser las cosas; y esto no se trata de escapar o cambiar o cualquier cosa positiva… simplemente encontrarse en una situación donde no hay salida y no hay una respuesta correcta.
El hecho de que filmaron en una prisión real y activa, agrega un nivel de realidad que no se puede soñar en una obra de moralidad que revuelve el estómago.
Sin embargo, su moralidad está más arraigada en la realidad, así que no espere finales felices o escapes peligrosos; y el tema subyacente de la corrupción forzada es evidente en todo momento.
En definitiva, estamos ante un buen filme sobre presos en una prisión, con actores secundarios de mucho oficio, demostrando que en su hacer cinematográfico sólo fueron secundarios por las circunstancias, ya que tenían dotes tan excelentes o más que muchos primarios de lujo.
“...when I offer you somethin' for free, you take it!”
The Glass House se revela como un saludable ejercicio historiográfico, una plausible revisión de los rincones más sórdidos por los que transitaría el cine de Hollywood de los 70, y que en buena lid, ha acabado imponiéndose en el imaginario colectivo, lejos del glamour y de la sofisticación que habían presidido las décadas precedentes; y aquí, Truman Capote se ciñe a la descripción de un ambiente carcelario presidido por los tópicos que recorren esta suerte de subgénero, con la idea del preso con un expediente intachable hasta entonces, que se le obliga a cumplir una larga condena; el retrato de las mafias que operan en el interior de las prisiones con la condescendencia de los guardianes y de sus superiores; la auto-marginación impuesta por alguien que se siente ajeno a ese microcosmos, etc., dejándose impregnar de un cierto feísmo en su concepción escénica, muy acorde con los grados de verismo que perseguían otras producciones de temática similar, que fijaron su mirada en lo que acontecía dentro de los centros penitenciarios del país, concebidos con la intención de contrarrestar las versiones oficialistas auspiciadas desde los estamentos gubernamentales.
El argumento transcurre en una cárcel de EEUU; allí llegan el mismo día un funcionario de prisiones y un doctor en filosofía, el primero como guardián y el segundo como preso, a cumplir condena durante 1 año por homicidio involuntario.
El funcionario de prisiones está deseoso en cambiar el sistema penitenciario y hacerlo más humano; y ambos hombres son de principios honestos, de conciencia que no la venden a cambio de obtener seguridad, protección o amigos de dudosa calaña.
También llega con ellos un preso joven condenado por posesión de marihuana, al que intentará sodomizar el cabecilla o matón jefe de la corrupción en el lugar; y dentro de la cárcel se revela una dura jerarquía y un sistema dominado por una serie de presos que controlan el tráfico de estupefacientes, amasando una pequeña fortuna, e imponiendo su criterio a los demás; pero los presos negros tampoco se dejan amedrentar, y la tensión racial aumenta cada día provocando varios conflictos.
Nuestro protagonista se da cuenta de que no hay diferencia alguna entre los reclusos y las autoridades, y que para sobrevivir tendrá que formar parte de ese sistema, o pasar desapercibido lo máximo que pueda.
La historia revela más violencia, corrupción y tragedia:
Hay una violación escalofriante y un tiroteo accidental.
De inicio, El Oficial Courtland, siendo un hombre de principios, está entusiasmado y ansioso por trabajar en El Sistema Penitenciario, porque quiere hacer la diferencia; los guardias, sin embargo, parecen estar contentos de mirar hacia otro lado, y El Guardián parece ajeno también.
A medida que Courtland ve el desenredo de la violencia entre los reclusos, junto con la corrupción y la indiferencia entre el personal, comienza a cuestionar la integridad del sistema.
Justo como Lennox declara sin rodeos:
“No se puede ver la diferencia después de un tiempo”; y vemos que esto es sorprendentemente cierto.
Courtland intenta advertir al Guardián Warden Auerbach (Dean Jagger) que un asesinato es inevitable, pero Warden lo ignora diciendo:
“A veces es mejor dejar que determinadas situaciones se ajusten”
Mientras tanto, otra de las pandillas de Slocum, que sabe que va a ser asesinado en breve, le entrega a Paige un cuaderno escrito a mano, con los registros de los guardias sobornados por él.
Ambos saben que si el libro de alguna manera puede llegar a las personas correctas en el exterior, y la violencia y la corrupción pueden quedar al descubierto.
Sin embargo, la situación está a punto de evaporarse, y Paige sabe que el tiempo se está acercando a él…
El mundo del convicto de la prisión está abierto de esa manera al espectador, y a medida que la historia se desarrolla, una cosa se vuelve clara:
Como en el mundo exterior, hay un sistema; y al igual que en el exterior, hay acomodo, honestidad, cinismo, violencia y todos los demás factores que componen nuestra sociedad.
Con 3 nuevos convictos que actúan como el catalizador de los eventos que siguen; un profesor universitario, condenado por homicidio accidental; un joven, sentenciado por posesión de marihuana; y un nuevo guardia, interesado en cambiar el sistema.
Pero dentro de la prisión se presenta el “establecimiento”:
El Alcalde no quiere sacudir el escandalo conocido de la pequeña sociedad dentro de los muros de la prisión; donde un dictador convicto controla las actividades entre los reclusos, gracias a un control del tráfico de narcóticos; y un líder de los convictos negros, bulle en su propio mundo de tensión racial cuando no hay diferencia entre los convictos y las autoridades.
A medida que la película sigue a los 3 recién llegados, registra los eventos tristes, terroríficos, y a veces fascinantes que ocurren.
La historia utiliza la estructura habitual de un novato que llega a la cárcel, y se encuentra en un lugar extraño y hostil, y cuyas habilidades previas son inútiles en un entorno donde solo los crueles y desalmados sobreviven.
De alguna manera, las restricciones de lo que se puede transmitir en la televisión de la red estadounidense, es una ventaja aquí, porque los elementos dramáticos de combustión lenta están en primer plano.
Una subtrama es el pez gordo de la prisión, Hugo Slocum, que le da un guiño sexual a un joven recién llegado, y la manipulación se ve reflejada en eso en realidad.
La violación en la prisión, a menudo no se lleva a cabo de manera violenta con una espiga, sino a través de la manipulación emocional y mental, donde los favores y la amabilidad tienen un precio muy alto.
Y si no sabes nada sobre las prisiones, esta es una de las pocas películas que realmente lo hacen; y es que lo que las personas no se dan cuenta cuando ingresan en la prisión, es que los poderes existentes no operan de manera independiente, sino colateral.
Es un gran juego diseñado para el dinero y el poder, y si no lo tiene, la muerte es un escape que no beneficia a nadie, y esta película retrata esa cruda realidad.
Es un hecho que la mayoría de los hombres que frecuentan la prisión, creen que pueden cuidarse solos, y en su mayor parte es verdad; sin embargo, también descubren que pueden estar en contra de grupos de personas, y cuando son atacados, se hace muy difícil defenderse; por tanto, el drama y el suspenso que se acumula en esta película, luego estalla en tu cara:
¿Cómo puedes luchar contra todos?
El miedo nos visitará sin avisar…
¿Qué haría en esas circunstancias?
Es un pensamiento muy escalofriante y aleccionador, y esta película muestra ciertos elementos de disuasión; donde los personajes resultan creíbles y la trama interesante, ganando en intensidad a medida que avanza la historia; y podemos encontrar los típicos personajes de este submundo:
Desde el jefecillo del clan, pasando por el funcionario que pretende cambiar el sistema, hasta El Alcalde corrupto hasta las entrañas al que todo le parece lógico y normal.
En ciertos puntos, el espectador puede o quiere identificarse con el personaje de Alan Alda, ya que quiere ayudar a otros, pero también quiere mantener su orgullo... y nos hace preguntas sobre nosotros mismos:
¿Hay una línea fina entre tontería y cobardía?
Del reparto, Alda tiene una presencia increíble en pantalla, y su actuación es de primera categoría, pues contribuye a dar empaque a una producción en la que asomarían rostros asimismo populares de la televisión.
Vic Morrow hace de un tipo fácil de tratar, un poco amistoso hacia el matón psicótico que realmente es, es bastante atrapante, pero cuando llega su turbio malvado, no es lo suficientemente desagradable y lo suficientemente fanfarrón.
Su personaje es el de un hombre completamente institucionalizado que puede hacer casi cualquier cosa que quiera… sin embargo tiene su propio conjunto de reglas sobre el sexo… por lo que también es un estudio del mal, y da tal vez, el mejor rendimiento de su carrera.
La parte más creíble es la del joven Kristoffer Tabori, que honestamente ofrece una verdadera imagen de ingenuidad y vulnerabilidad; y da una buena actuación como el joven sexualmente atractivo para cualquiera, pues sabemos que va a ser atacado tarde o temprano, y juega con el miedo y la realización mejor con el horror en sus ojos y sus expresiones faciales.
Clu Gulager es igualmente rotundo como el guardia de prisión heroico y saludable, que está un poco mojado detrás de las orejas; y el trabajador farmacéutico negro, muy bien interpretado por un joven Billy Dee Williams, tremendamente atractivo también, es una parte importante, pues retrata el personaje negro estándar reprimido en una película de la prisión realizada a principios de los 70; donde lo interesante es analizar las motivaciones de su personaje con los cambios realizados en los últimos 40 años desde que se emitió The Glass House; por lo que es moralmente correcto, pero lo suficientemente rudo e inteligente como para conocer el arte de la supervivencia en prisión.
Él fue uno de los personajes más interesantes, pero pudo haberse beneficiado con más tiempo en la pantalla, y realmente creemos en su sinceridad cuando dice:
“Quiero que estos hombres se den cuenta de su valor como individuos y como seres humanos”
Me hubiera gustado saber un poco más sobre él, y qué lo hizo pensar así.
Dean Jagger, en el papel de un implacable Alcalde, también hace un buen papel, tremendamente oscuro del sistema.
Entre los detalles curiosos de The Glass House, añadir que Vic Morrow, padre de Jennifer Jason Leigh, que da vida al jefe del clan de presos, murió accidentalmente en 1982, cuando rodaba “The Twilight Zone: The Movie” a las órdenes de Spielberg; al ser decapitado por las hélices de un helicóptero que cayó después de una mala maniobra, que también decapitó a uno de los niños con las hélices en medio del río que estaban cruzando durante el rodaje y otro niño murió al ser aplastado por ese mismo helicóptero.
Los extras que iban dentro del helicóptero salieron ilesos; por lo que Morrow es considerado “el primer actor principal en morir en un set de filmación”
Con su muerte, se realizó un juicio que obligó a cambiar la regulación legal del trabajo efectuado por niños en los rodajes, y en los efectos especiales; y durante muchos años se evitó la interacción cercana de actores y especialistas en escenas con helicóptero, hasta que la revolución tecnológica de los años 90, posibilitó el uso de imágenes creadas por ordenador, mediante efectos especiales digitales.
Y para no causar problemas con la familia de Morrow, mediante orden judicial se decidió no mostrar dicha escena.
El director John Landis, y 4 socios fueron absueltos del juicio penal que los acusaba de negligencia, y por trabajo infantil ilegal.
Aquí, en The Glass House, es donde sucede un momento oscuro e irónico:
El personaje de Vic Morrow le dice al joven prisionero que puede obtener casi cualquier cosa en prisión, excepto una mujer... y un helicóptero.
También tuvo un destino trágico el director Tom Gries, que falleció mientras filmaba una película…
Por otro lado, Alan Alda en su autobiografía “Never Have Your Dog Stuffed and Other Things I've Learned” afirma que The Glass House fue filmada en una prisión real, con prisioneros reales como extras; y que durante el rodaje, el director Tom Gries hizo bromas con los presos, de que deberían tomar como rehén a Alan Alda porque esa es la única forma en que pueden escapar de la prisión.
Pues, el último día de rodaje, 2 prisioneros se acercaron a Alda y le pusieron un cuchillo improvisado en el cuello, para decirle que él era su rehén…
Afortunadamente, el guardia de la prisión llegó poco después, y negoció cuidadosamente con los presos para que dejaran ir a Alan Alda; y lo sueltan diciéndole que estaban bromeando…
Alda también afirma que ningún preso fue castigado por el incidente.
En The Glass House hay muchas escenas perturbadoras para la televisión de los 70, que incluyen:
Un pleito en el comedor, un apuñalamiento, una violación en grupo, y un suicidio.
Luego está la persecución culminante, cuando Slocum y sus compañeros presos persiguen a Page por los pasillos de la prisión, después de que el guardia torcido abre sus celdas para ellos.
La violencia es impactante, y por supuesto la violación y el suicidio son prominentes, todas las cosas que hacen que el espectador se sienta atónito y entristecido en igual medida están aquí, pero sobre todo, la película triunfa con su final:
No hay policías buenos en el sistema; y los productores fueron lo suficientemente valientes como para no caer en la manipulación que tantas películas de género de prisiones tienden a hacer; pues el mensaje es que las prisiones funcionan fuera de los límites de la responsabilidad institucional estándar; y como resultado, la corrupción florece.
Uno se queda con la impresión de que el sistema penitenciario estadounidense es un alboroto institucional, y los prisioneros son víctimas de los guardias y administradores corruptos; y desde este punto de vista, las prisiones son tan criminales como los reclusos.
“That thing you did over there did sure took a lot of style”
El gran Truman Capote era escritor y periodista, homosexual y narcisista, excesivo y depresivo:
“Soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual… Soy un genio”, frase en la que Capote se definió sin dobleces, ni miedos; y hoy está considerado como uno de los mejores escritores de EEUU del pasado siglo, gracias a sus artículos, reportajes, novelas, relatos cortos o guiones; Capote abordó diferentes estilos, y además cultivó amistades entre la aristocracia neoyorquina y las estrellas de cine; pues su relación con el mundo del celuloide, es amplia y variada.
Por otra parte, el cineasta Tom Gries, vio truncado su recorrido profesional a causa de un cáncer que acabaría con su vida a los 55 años de edad, y que despertaría ciertas simpatías entre la crítica europea de la época.
Esta corriente favorable, se debía a propuestas que iban en contra de los posicionamientos oficiales u oficialistas del “establishment” de EEUU, poniendo en tela de juicio, entre otros temas, las políticas de reinserción en el seno del sistema penitenciario que, a los ojos de las Administraciones de turno, se evaluaban como acertadas; y The Glass House se inscribe en esta corriente de liberalismo que recorrió la cinematografía estadounidense durante la década de los 60, y en los albores de los 70, y que fueron vaciándose de contenido a medida que iban pasando los años… y en paralelo, la televisión crearía sus propias series destinadas a alinearse con un espíritu contestario que había aflorado con fuerza en los sectores más progresistas del cine en sus puntos neurálgicos, entre New York y Los Ángeles.
Y de las filas de “M*A*S*H*”, longeva serie de culto emitida por CBS por aquellas fechas, saldría Alan Alda, principal baluarte interpretativo de este filme, donde su composición del preso Jonathan Paige, sería el contrapunto dramático al del personaje, hilarante y sarcástico a partes iguales, de Benjamin Pierce, que le granjearía una enorme popularidad en los años venideros.
Y para esta nueva Era Moderna del cine, no hay nada nuevo aquí, pero para 1972, y una película para televisión, mostrar esto era impensable; por lo que The Glass House plantea muchas preguntas interesantes y provocativas sobre la sociedad en general, y el sistema penitenciario específicamente:
“No estoy enamorado de este sistema, pero es todo lo que tenemos, y es mejor que no tener ningún sistema en absoluto”, dice El Guardián corrupto.
¿Es verdad, o es el sistema como sea que lo hagamos?
¿La prisión es siempre la respuesta para los criminales condenados?
¿Hay algunos reclusos que son solo manzanas podridas que no se pueden rehabilitar?
¿El personal de la prisión con moral y principios, siempre va a ser ampliamente superado en número por los indiferentes y corruptos?
¿Los reclusos no son nada más para el sistema penal de basura, para descargar en las cárceles?
¿Debería la prisión ser el infierno para los convictos que la película dice que es?
¿Realmente la prisión reforma a los criminales?
¿Se pueden hacer cambios positivos en el sistema penal?
¿Alguien realmente le importa?
Usted y yo, por alguna extraña razón podemos muy bien ir a la cárcel, por ello es imperativo responder estas cuestiones.

“And I'm gonna tell you something:
It's not gonna end there and you're gonna have to answer to some people”


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