Pay It No Mind – The Life and Times of Marsha P. Johnson
“Darling, I want my gay rights now!”
Hoy estaría cumpliendo 73 años la gran Marsha P. Johnson, afroamericana transexual, icono y activista del movimiento de liberación LGBT; siendo una veterana de los disturbios de Stonewall, y una figura popular en el ambiente gay y artístico de New York de las décadas de 1960 a 1990, por ser una de las más reconocibles “drag queens” y “street queens”; que más tarde sería una activista en la lucha contra El SIDA con ACT UP.
Nacida como Malcolm Michaels Jr., tuvo 6 hermanos; y según ella, comenzó a usar vestidos a la edad de 5, pero se detuvo temporalmente porque los niños que vivían cerca de su casa la acosaban; y describió ser víctima de agresión sexual por parte de un adolescente; tanto que su madre le dijo que “ser homosexual es como ser más bajo que un perro”, pero Johnson dijo que su madre desconocía la comunidad LGBT…
Después de que se graduara de la antigua Edison High School, ahora Academia Profesional y Técnica Thomas A. Edison, en Elizabeth, en 1963; dejó su hogar en New Jersey, y salió con solo $15 y una bolsa de ropa rumbo a Greenwich Village donde se asentó en 1966.
Johnson inicialmente se llamaba a sí misma “Black Marsha”, pero más tarde se decidió por Marsha P. Johnson como su nombre de “drag queen”, y obtuvo el Johnson del restaurante Howard Johnson's en la calle 42; y dijo que al “P” significaba “Pay it No Mind” o “no lo tomes en serio” que se convertiría en su distintivo; y usando otra frase sarcásticamente cuando se le preguntaba acerca de su género, diciendo “significa que no te importa”
Ella le dijo esa frase una vez a un juez, quien se sintió complacido, y la liberó…
Pero Johnson se identificaba de forma variable como gay, como travesti y como “drag queen”; pero ella pudo denominarse “género no conforme” en ausencia del uso de Johnson del término “transgénero”, que no se usó ampliamente durante su vida.
Como dato, ella recibía flores sobrantes después tras dormir debajo de las mesas usadas para clasificar flores en El Distrito de Las Flores de Manhattan, y era conocida por colocarlas en su cabello; pero era alta, esbelta, y a menudo iba vestida con túnicas sueltas y vestidos brillantes, tacones rojos de plástico, y pelucas brillantes que tendían a llamar la atención; y dijo ser una de las primeras “drag queens” en estar en Stonewall Inn, después de que comenzaron a permitir a las mujeres y “drag queens” dentro; pues anteriormente era un bar solo para hombres homosexuales.
Todo cambió en la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando se produjo el levantamiento de Stonewall.
Si bien, las 2 primeras noches de disturbios fueron las más intensas, los enfrentamientos con la policía darían como resultado una serie de manifestaciones espontáneas, y marchas por los barrios gay de Greenwich Village durante aproximadamente una semana después.
Y Johnson fue nombrada, junto con Zazu Nova y Jackie Hormona, por varios de los veteranos de Stonewall, como “las 3 personas conocidas por haber estado a la vanguardia del retroceso contra la policía en el levantamiento”
Ella dijo en más de una ocasión:
“Yo quiero mis derechos gais ahora”, siendo una de las frases que caracterizó su vida; pero de ella también se dijo que pudo ser la que “lanzó la primera piedra” que resultó en el enfrentamiento brutal contra la policía, pero eso todavía es debatido.
Después del levantamiento de Stonewall, Johnson se unió al Frente de Liberación Gay (GLF), y participó en la primera manifestación del Orgullo de Liberación de Christopher Street, en el primer aniversario de la rebelión de Stonewall, en junio de 1970; y una de sus acciones directas más notables, fue en agosto de ese año, cuando ella y otros miembros del GLF organizó una sentada en protesta en Weinstein Hall en la Universidad de New York, después de que los administradores cancelaron un baile cuando descubrieron que estaba patrocinado por organizaciones homosexuales.
Poco después de eso, Johnson y su buena amiga, Sylvia Rivera, cofundaron la organización “Street Transvestite Action Revolutionaries” (STAR) o “Revolucionarias Activistas Travestidas Callejeras”, pagando el alquiler con el dinero que ganaban como trabajadoras sexuales; y juntas eran una presencia visible en las marchas a favor de la liberación gay y otras acciones políticas radicales; nombrándose junto a Rivera como “Madre” de La Casa STAR, en la larga tradición de la familia elegida en la comunidad LGBT negra y latina; por lo que Johnson trabajó para proporcionar alimentos, ropa, apoyo emocional y un sentido de familia para las jóvenes “drag queens”, mujeres transexuales, no conformistas de género, y otros gay de la calle que vivían en los muelles de la calle Christopher, o en el Lower East Side de New York; para reinsertarlas en la sociedad.
Sin embargo, en 1973, Johnson y Rivera fueron prohibidas de participar en el desfile del orgullo gay por el comité de gays y lesbianas que estaban administrando el evento, diciendo que “no iban a permitir drag queens” en sus marchas, alegando que “estaban dándole un mal nombre”; y la respuesta de ellas fue, marchar desafiantemente antes del desfile diciendo:
“¡Ahora quiero mis derechos de los homosexuales!”
Pero Johnson también era conocida en La Corte, y en una ocasión se llevó por haber golpeado con su bolso, que contenía 2 ladrillos, a unos policías que internaron detenerla.
Cuando El Juez le preguntó, por qué estaba violenta, Johnson explicó que estaba tratando de obtener suficiente dinero para la lápida sepulcral de “su marido”... y el juez le preguntó, qué le había sucedido a este supuesto esposo, a lo que Johnson respondió:
“Los cerdos lo mataron”
En 1974, Marsha P. Johnson fue fotografiada por Andy Warhol, como parte de una serie de polaroids titulada “Ladies and Gentlemen”, que se centraba en “drag queens”; y como “performer”, Johnson también sería miembro de “la troupe” de “drag queens” de Warhol, la famosa “Hot Peaches”, donde Johnson cantaba.
En la década de 1980, Johnson continuó su activismo callejero como una respetada organizadora y mariscal de ACT UP.
En lo personal, desde 1966, Johnson vivía en las calles, y se involucró en “el sexo de supervivencia”, y en relación con su trabajo sexual fue arrestada muchas veces, más de 100; y también recibió un disparo una vez, a fines de la década de 1970.
Habló de tener una crisis mental, y aunque generalmente se la consideraba generosa y afectuosa bajo su personaje de Marsha; el lado oscuro de Johnson a veces surgía bajo el personaje masculino de Johnson como Malcolm; lo que a menudo provoca que fuera hospitalizada y sedada por su agresividad.
En esos momentos en que surgía su lado violento, cambiaba totalmente:
Se ponía agresivo y de mal genio, y hablaba con una voz más profunda, como Malcolm, y podía convertirse en un hombre muy desagradable, vicioso, en busca de peleas.
Esta personalidad dual de Johnson, ha sido descrita como esquizofrénica, siendo la razón por la cual los activistas homosexuales se habían mostrado reacios a darle crédito a Johnson, por haber ayudado a encender el movimiento de liberación gay de principios de los años 70, debido a su estado mental…
Todo acabaría en julio de 1992, cuando el cuerpo de Johnson, de 46 años, fue encontrado flotando en el río Hudson, no lejos del muelle del West Village, poco después de La Marcha del Orgullo.
La policía consideró la muerte, un suicidio; pero sus amigos y seguidores dijeron no tenía tendencias suicidas, y una campaña de pósteres más tarde afirmaba que Johnson había sido acosada el día de su muerte, cerca de donde se encontró su cuerpo.
Intentos para conseguir que la policía investigase la causa de la muerte, fueron infructuosos; y se remarcó el paralelismo entre los múltiples asesinatos cometidos contra mujeres transexuales en los años 90, y la situación en la que éstas se encuentran ahora, es prácticamente la misma.
Otros lugareños declararon después, que la policía no estaba interesada en investigar la muerte de Johnson, y que el caso se refería a un “hombre negro homosexual”, y que no tenía muchas ganas de investigarlo en ese momento.
Johnson fue incinerada, y sus cenizas fueron arrojadas sobre el río por sus amigos después de un funeral en la iglesia local.
La policía permitió que se cerrara la 7ª Avenida mientras se realizaba la ceremonia.
Décadas después, una fuerte campaña dirigida por la activista Mariah López, en noviembre 2012, hizo que el departamento de policía de New York reabriera el caso como un posible homicidio.
Hoy, Johnson es honrada por muchos como una “Santa”, como una persona profundamente espiritual, que iba a todas las iglesias y templos, que regalaba lo poco que tenía para ayudar a aquellos que se encontraban en las calles, y que hacía ofrendas, influenciadas por La Santería, a los espíritus de las aguas que rodean y recorren a través de New York; siendo honrada como una Reina, una activista veterana, y una superviviente.
En el cine, su figura brilla en el documental de 2012, “Pay It No Mind – The Life and Times of Marsha P. Johnson” que presenta segmentos de una entrevista en 1992, que fue filmada poco antes de su muerte, donde muchos de sus amigos de Greenwich Village son entrevistados.
También Johnson aparece como un personaje en 2 dramas ficticios basados en hechos reales:
“Stonewall” (2015), donde la interpretan Otoja Abit, y “Happy Birthday, Marsha!” (2016), donde es interpretada por Mya Taylor.
Ambas películas son interpretaciones creativas, inspiradas en el levantamiento de Stonewall; y el célebre documental de 2017:
“The Death and Life of Marsha P. Johnson” que sigue a la mujer transexual, Victoria Cruz, del Proyecto Antiviolencia, mientras investiga el asesinato de Johnson; que al igual que “Pay It No Mind”, se basa en material de archivo y entrevistas.
Una fuente memorial, se halla justo en el lugar del río Hudson donde se recogió su cadáver.
Y es que Marsha luchó por los derechos de las personas transexuales en particular, debido a la situación de exclusión social que sufría y sufre este colectivo, desde las múltiples dificultades para conseguir empleo debido a su condición sexual, y a su por raza y clase en muchas ocasiones; hasta la indigencia, pasando por la prostitución callejera y el consumo de drogas, para soportar una vida llena de impedimentos, violencia y abusos de todo tipo.
Es por ello que no se puede dejar pasar celebrar su legado, que más que activo fue agresivo, pero sobre todo fue una figura a la que se puede considerar “la madre del movimiento LGTB”
“I may be crazy, but that don't make me wrong”
Pay It No Mind – The Life and Times of Marsha P. Johnson es un documental del año 2012, dirigido por Michael Kasino y Richard Morrison.
Protagonizado por Martin Boyce, Jimmy Camicia, David Carter, Marsha P. Johnson, Ron Jones, Bob Kohler, Thomas Lanigan-Schmidt, Michael Lynch, Agosto Machado, Sasha McCaffrey, Taylor Mead, Michael Musto, Paloma Nunziata, Richard Shupper, Randolfe Wicker, entre otros.
El guión es de Richard Morrison, una historia tristísima sobre la lucha por los derechos civiles de las personas LGBTIQ+ en Estados Unidos; y quien la encarna es la “drag queen” Marsha “Pay it no mind” Johnson:
Negra, transgénero, pobre, y al final de su vida, portadora de VIH+, pero ante todo fue una intensa y fiera activista política, pionera en las luchas por los derechos de la población LGBTIQ+ y cofundadora de STAR; pero Marsha además desempeñó un papel importante en la rebelión de Stonewall, acontecimiento que propulsó la lucha por los derechos de los homosexuales.
“Siempre política”, gritaba en las calles, participaba de las marchas, era entrevistada, fue fotografiada por Andy Warhol, y aun así vivió en la pobreza, muchas veces en la calle.
Las causas que la llevaran a su muerte:
“Un presunto asesinato, un presunto accidente, un presunto suicidio…” realmente no han sido aún develadas.
Y aquí se presenta su última entrevista de 1992, con el director Michael Kasino quien captura a la legendaria activista de derechos humanos, pero sobre todo de los transgéneros, mientras relata su vida al frente de los disturbios en el legendario bar Stonewall en la década de 1960, la creación del “Street Transvestite Action Revolutionaries” con Sylvia Rivera en los años 70, y una activista de la ciudad de New York durante los años 80 y principios de los 90.
Es a través de sus propias palabras, así como de entrevistas en profundidad con el activista gay Randy Wicker, el ex actor de Cockettes, Agosto Machado; el autor Michael Musto, el fundador y artista de Hot Peaches, Jimmy Camicia; y los activistas de Stonewall:
Bob Kohler, Danny Garvin, Tommy Lanigan-Schmidt y Martin Boyce; que el cuento de Marsha sigue vivo.
Pero volvamos atrás:
Cuando ella tenía 11 años, en 1966, Marsha comenzó a vivir en las calles, situación que sistemáticamente se repetiría a lo largo de su vida; y haciendo una narración que combina su vida con su última entrevista y el punto de vista de quienes la conocieron es que nos lleva por “todo su camino de ladrillos amarillos”
Por ejemplo, en 1970, la alcanzó una bala y presentó su primera muestra de enfermedad mental:
Podía salir desnuda por Christopher Street para luego ser detenida por la policía.
Le daban antipsicóticos, era puesta en libertad a los 3 meses, y al mes siguiente volvía a ser Marsha “Pay no mind” Johnson.
Algunos comentan que tenía, a veces, la personalidad “Malcolm”, donde ella tomaba su personalidad masculina de forma muy agresiva, se le hacía gruesa la voz, se volvía violenta y buscaba peleas.
Asimismo, era caracterizada por una especie de condición que la hacía distraerse con facilidad.
Tenía la capacidad de hilar pensamientos unos con otros, pero se le hacía difícil volver al inicio.
Pero también entrevistaron a muchas de sus amistades más cercanas; y algunos dicen que Johnson es recordada como una “Santa”, una persona profundamente espiritual que iba a cualquier iglesia, que daba lo poco que tenía para ayudar a quienes vivían en la calle, y que hacía ofrendas relacionadas con La Santería, a los espíritus de las aguas que rodean y cruzan la ciudad de New York.
Antony and the Johnsons, la banda de pop barroco, le pusieron ese nombre en honor a Johnson, y su disco epónimo de 1998, tiene una canción llamada “River of Sorrow”, inspirada en la muerte de Johnson; que aparece en los créditos finales del documental.
Esta semblanza es realmente inspiradora, reflexiva, y trae a la memoria una persona y un personaje que logró desde la nada y a cambio de nada, muchos beneficios que ahora gozan sobre todo la comunidad transexual, y la LGB.
Sin ella, los derechos civiles de la comunidad no tendrían su génesis.
“I never did drag seriously.
I just always do drag.
I never do it seriously.
Because I don't have the money to do serious drag”
Marsha P. Johnson, cofundadora de STAR y El Frente de Liberación Gay, fue una combatiente rebelde de Stonewall, artista, intérprete o ejecutante con Hot Peaches y The Angels of Light, y Mariscal de ACT UP; que en este documental habla sobre la identidad de género, el trabajo sexual, el activismo, la elección “de arrastrar”, y los peligros de la vida en las calles de la ciudad de New York, incluido el peligro de la violencia policial; todo mostrado a sólo días antes de su muerte, cuando ella fue entrevistada extensamente sobre su vida; donde muchos entrevistados la honran como una persona dadivosa hasta “la santidad”, como una persona profundamente espiritual que regalaba lo poco que tenía para ayudar a aquellos que se encontraban en las calles, pero también la ponen como una Reina, una activista veterana y una superviviente; pero en este documental, se presenta la entrevista más larga hecha a la misma Marsha P. Johnson; donde se habla de sus últimos años, donde muchos han especulado interminablemente sobre la identidad de Johnson, mientras que, irónicamente, esas respuestas siguen ahí sin responder.
Sobre todo Marsha habla sobre ser una de las primeras “drag queens” que estuvieron en Stonewall, como “una reina del maquillaje marimacha”, y cuenta historias desgarradoras del trabajo sexual en las calles de New York como “un niño en la calle”
Al tiempo que habla de su compromiso eterno de marchar por “los derechos para todas las personas homosexuales”; pero mientras Johnson padecía una enfermedad mental y, cerca del final de la vida, con el VIH, podía ser muy volátil, y en ocasiones incluso violenta; pero en la mayoría de la veces es recordada y amada por muchos, que profundamente la han llorado y extrañado.
Por ello, esta película es un tributo a una activista y amiga muy querida.
Y es que Marsha se identificó como “drag queen”, aunque utilizaba, para referirse a sí misma, apelativos femeninos.
También se muestran escenas del año 1990, cuando actuó con Hot Peaches en Londres; y con ellos también cantaría un clásico, “Love”, en la producción The Heat, sin buena voz ni estudios musicales, pero con dinamismo y entrega.
Y ahí está lo importante, ella no pretendía nada más que divertir a la audiencia dejando un mensaje positivo y evasivo, pero siempre orientándose al activismo y a que lago hay que hacer.
Su estilo “drag”, estuvo marcado por su situación económica, que fue desafiante.
No era parte de las “high drag”, esas que podían pagar vestidos costosos y adornos finos; era conocida, en cambio, por usar flores y frutas en la cabeza, y por usar tacones de plástico.
Llevaba pelucas extravagantes, y tenía una sonrisa grande que le cruzaba casi toda la cara, la cara alargada que, aunque dura, escaseaba de líneas angulosas.
Tenía las cejas delineadas estrechamente, y esto le daba amabilidad a la expresión facial, de aspecto duro.
Así se puede ver en una de las fotografías que tomó Andy Warhol en 1975, quien se interesó en ella, y la hizo partícipe de una colección de polaroids que tuvo el nombre de “Ladies and Gentlemen”; una serie provocativa y ambigua, cuya idea principal es hacer evidente el hecho de que las “drag queen” son la realeza, y no simplemente imitadoras.
Pero también aporta su punto de vista con el levantamiento de Stonewall, que se dio el 28 de junio de 1969 en el bar gay Stonewall Inn, en Greenwich, New York.
El reloj marcaba la 1:20am y por esos años las redadas en los bares gay en Estados Unidos eran frecuentes.
A los travestis los arrestaban, y a las mujeres con menos de 3 prendas “femeninas” también.
Stonewall Inn fue primero para hombres gay, pero lentamente admitió a “drag queens” y lesbianas; y para entrar, era necesario o conocer al encargado de seguridad, o verse “gay”
El bar era propiedad de una mafia genovesa que pagaba para saber cuándo se darían las redadas.
Cuando se daba la alarma, las luces del negro salón principal se encendían; y en la pista de baile que aceptaba a parejas del mismo sexo, era ilegal entonces bailar entre mujeres o entre hombres; se apresuraba a darle la cara a la policía.
Se hacía una fila; y los policías pedían documentos.
Las mujeres policía llevaban al baño a los “drag queens” o a quienes ellos creían que parecían serlo para corroborar si se trataba de un “hombre vestido de mujer”; y se hacían los arrestos correspondientes en la rutinaria vulneración de derechos.
Ese 28 de junio de 1969, sin embargo, nadie dio aviso al bar; y la redada llegó con paso firme.
Los clientes del bar estaban enfurecidos.
Había algo en el aire, sin nombre todavía, sin cabeza, sin organización, que reverberaba y que sólo necesitaba de un cristal roto para explotar...
Ese vaso, según dicen muchos, fue tirado por la propia Marsha, harta de sus más de 100 arrestos, harta del sexo o las mamadas a policías para que la dejaran libre, o de los golpes y abusos que sometían a otros por el solo hecho de ser diferentes.
Para los años 60 en Estados Unidos, estos hechos con la comunidad LGBTI fueron truculentos y poblados de luchas y movimientos sociales.
El grupo afroamericano de derechos civiles, el movimiento hippie, las manifestaciones en contra de La Guerra de Vietnam y la atmósfera benevolente y liberal de Greenwich, fueron aliados de la respuesta insurgente acaecida en Stonewall.
Rodwell, el dueño de una librería un poco más adelante de Stonewall Inn, sobre la Christopher Street, comentó que vio a unos policías persiguiendo civiles, para encontrarlos después en la siguiente calle, y los primeros huyendo de los segundos.
Una “drag queen” golpeó a un policía con su cartera... recordar que Marsha llevaba ladrillos dentro para que el golpe fuera más duro, y a quienes habían dejado salir, se reunieron en frente de Stonewall.
Hubo arrestos; y los vagones de la policía tardaron en llegar, unos se fueron y otros llegaron.
Hubo 13 personas arrestadas, y 5 policías heridos.
Sobre las 4am, el silencio comenzó a colarse por toda la calle.
Más tarde en la mañana, aún sin poder digerir lo que había ocurrido, algunos manifestantes se reunieron en Christopher Park; y la semana que siguió estuvo colmada de más manifestaciones, ataques, luchas y arrestos.
No todos vieron con buenos ojos esta reacción beligerante dentro de la comunidad, especialmente las líneas más conservadoras de los movimientos homosexuales, que desprestigiaban a las “drag”, sobretodo muchas que pertenecían a la comunidad negra o latina, que más hartas por ser doble, triple o cuádruplemente abusadas por sus condiciones; estaban en contra de la feminidad que ellas representaban, y los ataques violentos, pues eran por consecuencia, más agresivas.
No obstante, el impacto de este acontecimiento hoy aún resuena en el mundo; y hay que darle crédito a Marsha como símbolo y como mujer transexual, que por ella se lograron derechos civiles para toda la comunidad, tremenda ironía y mordedura de lengua para el ala más conservadora de la comunidad LBGTI.
Y por ello se formaron 2 organizaciones:
La Gay Liberation Front y Gay Activist Alliance; y se instauró, al año siguiente, La Marcha del Orgullo, que rápidamente se extendió a nivel global.
Pero en el documental se muestra lo absurdo que representó para Marsha esas 4 estatuas que se colocaron en el parque después de los disturbios de Stonewall, para conmemorar los derechos de los homosexuales, diciendo:
“Ahora obtuvieron pequeñas y agradables estatuas en Chariot Park para recordar el movimiento gay.
¿Cuántas personas han muerto por estas pequeñas estatuas que se ponen en el parque para que reconozcan a los homosexuales?
¿Cuántos años le ha tomado a la gente darse cuenta de que todos somos hermanos y seres humanos en la raza humana.
Me refiero a cuántos años le toma a la gente ver eso?
¡Todos estamos en esta carrera de ratas juntos!”
Y a 1 año después del levantamiento de Stonewall, Marsha P. Johnson y su amiga y activista, Sylvia Rivera, fundaron la organización STAR, de marcada ideología política que se encargaba de proveer comida, techo, ropa, entre otros, a la población más vulnerable de New York; inclusive sean de la orientación sexual que fueran, inmigrantes, personas de color, “drags”, trabajadoras sexuales, jóvenes sin techo… encontraban refugio en la 213 East 2nd Street.
Y las 2 fundadoras, Johnson y Rivera, pagaban con su propio dinero, fruto de su trabajo sexual, los gastos en los que incurría STAR; y se puede ver cómo Johnson acreditó a Rivera como fundadora de STAR.
Ella y sus amigos, discuten sobre el trabajo llevado a cabo por el grupo; pues STAR tenía dificultades a la hora de llevar a cabo sus planes, que incluían bailes para recaudar fondos, otra casa STAR, pues no daba abasto, una línea de teléfono, un centro recreativo, una caja chica para pagar arrestos, y un abogado para la gente que por su identidad u orientación sexual, fuera liberada de la cárcel.
Al final de su vida Marsha P. Johnson, también se unió activamente al movimiento ACT UP, AIDS Coalition to Unleash Power, un grupo neoyorquino fundado en 1987, que buscó generar un impacto positivo a nivel político y legislativo para que se buscaran soluciones, se incentivara la investigación y se visibilizara la gran cantidad de portadores del VIH.
También se muestra que Marsha había estado en la SSI, o Seguridad Social por Discapacidad por poco tiempo, porque tenía serias crisis nerviosas debido a la muerte de su compañero...
Había estado muchas veces encerrada en los sanatorios de Bellevue y en Manhattan State; y su mente comenzaba realmente a irse… y tenía visiones, como cuando dijo ver a su padre en el fondo del río Hudson, que muchos atribuyeron a que “esa visión condujo a Marsha a su muerte por ahogamiento en el río”
Ella tuvo un doctor que no la diagnosticó bien, que tenía sífilis…
Así que, cuando finalmente se lo detectaron, la enfermedad estaba en su segunda fase.
Y es que Marsha vivía en su propio mundo, y veía las cosas de forma diferente, pero su muerte ocurrida el 6 de julio de 1976, no ha sido esclarecida satisfactoriamente.
No olvidar que la activista que luchó por los gay, los transexuales, los afroamericanos y latinos, los VHI+, los desamparados sin comer y sin techo… vivió también repetidamente en las calles; fue trabajadora sexual, y muchas veces sufrió una intensa pobreza, muriendo sin que su caso pareciera importante...
¡No es justo!
Quizás, como gritó Sylvia Rivera, los movimientos gay “mainstream” sí le dieron la espalda; porque en el cine documental, y de ficción también, con demasiada frecuencia, las personas transexuales son tratadas como “notables” solo porque han muerto; y una vez enterradas, sus vidas y sus muertes son minados para apoyar las agendas políticas de las personas que los ignoraron mientras vivían.
Muchas de esas luchadoras activistas, que abrieron el campo para que muchos no sufrieran el vilipendio, fueron abrumadoramente mujeres latinas y negras transexuales, que son ahora sometidas a esta violencia póstuma.
Ellas, como Marsha, no solo son asesinadas a tasas asombrosas mucho más altas que cualquier otro segmento de la comunidad LGBT; sus muertes son también las que los políticos, las organizaciones sin fines de lucro, los investigadores y los activistas blancos, recurren para apoyar sus propias agendas, y hacer sus propias carreras; y lo peor, fueron ignoradas en vida.
De hecho, muchas representaciones de los medios las presentan como ya muertas, como mujeres transexuales, sobre todo las negras y latinas, presentadas como “estilos de vida riesgosos”, como monstruos patéticos, como criminalmente engañosas, y como invitantes de la violencia contra ellas.
Ellas son culpadas de sus propias muertes mientras todavía están vivas.
Nuevamente:
¡No es justo!
Los negros como los latinos, y ahora con la política xenófoba y homofóbica del horripilante Donald Trump contra los inmigrantes, han resistido y resistido a la necro-política de esta manera desde la conquista a la esclavitud... en una lucha que parece nunca tendrá final.
Así que no necesitamos otro documental que trafique con las muertes de mujeres transexuales.
Y si Marsha P. Johnson probablemente fue asesinada, su muerte es lo menos interesante de ella:
Ella era una gran artista, para muchos fue una amiga generosa, mentora para los más jóvenes que se abrían a un mundo hostil, cuidadora con los que necesitaban un abrazo, organizadora para todo, Reina como solo ella con su corona de flores en vez de joyas y diamantes que jamás tendría por su pobreza; revolucionaria desde niña, líder espiritual llegando a “la santidad” por sus acciones, icono de la moda sino que lo diga Warhol que le dio más de 15 minutos de fama… sino que la elevó a la eternidad con sus polaroids que todavía resisten el paso del tiempo mostrando su belleza e inocencia interior; como innovadora, teórica política, y una persona valiosa y vulnerable.
Y es que Marsha se describió a sí misma como una revolucionaria:
Ella fue parte de la articulación de algunos de los pensamientos políticos transgénero más importantes en La Era Contemporánea; su activismo y análisis deberían ser centrales en cualquier película sobre ella; y ser remarcada y subrayada con mayúscula y toda distinción a la hora de hablar de los derechos civiles de la comunidad LGBTI.
Como una mujer transexual negra; donde su raza y su género deben hacerse visibles.
Sin embargo, si puede achacarse algo al documental, es que de sus amigos más cercanos, faltó mencionar a Sylvia Rivera, que no participó ni como material de archivo; al tiempo que se hizo corto, un metraje de menos de 1 hora, aunque es realmente sustancioso y efectivo; también se merece escuchar las voces de las mujeres transexuales que fueron beneficiadas por el activismo de Marsha, más si hay un objetivo que, se espera, el documental evite más asesinatos de mujeres transexuales en la actualidad.
Es necesario entregar el micrófono a las mujeres que se ven afectadas por esa violencia.
Por último decir que Antony and The Johnsons, una banda cuyo nombre rinde tributo a Marsha “Pay it no mind” Johnson, compuso la canción “River of Sorrow” en honor a la reina, y que se puede escuchar al final del metraje.
“What's the point of complaining?
It don't get you nowhere”
Richard Meyers, más conocido como Richard Hell, es un cantante, compositor, bajista y escritor reconocido mundialmente por haber sido el líder de la influyente banda de la primera ola del punk The Voidoids, el bajista del grupo proto-punk, Television, y bajista y vocalista de The Heartbreakers; siendo considerado como “el primer músico en utilizar la imagen punk del cabello en punta, la ropa destrozada, y los alfileres de gancho para sostenerla”; pero lo más interesante de él, es que un día soltó lo siguiente:
“Si acumulas el valor necesario, puedes reinventarte por completo.
Puedes ser tu propio héroe, y una vez que todos sean sus propios héroes, todos podrán comunicarse entre ellos sobre una base real, en lugar de un conjunto de normas sociales de aplicación manual”
Eso mismo lo aplicó Marsha P. Johnson en su vida; y lo remarcó en su poder transformador para sí misma y para los demás, sin esperar nada a cambio más que la comprensión y los derechos para todos por igual.
Y es que en nuestra sociedad, se nos enseña que si desea sentirse mejor consigo mismo, si desea cambiar la forma en que las personas lo perciben, debe salir y comprar algo, sea:
Ropa, maquillaje, artilugios, un auto nuevo, una nueva vida…
Y Marsha P. Johnson, que procedía de un contexto sociopolítico estricto y opresivo, es un impresionante y humilde ejemplo del tipo de alquimia personal de sobre/súper vivencia; y se puede decir que, el activismo de Johnson fluyó a través de su auto invención, como una intérprete de “drag” y una mujer transgénero, que el poder que utilizó a través de su capacidad para expresar libremente su identidad, fue luego utilizado para cambiar su comunidad y el mundo.
Porque ella fue un gran artista, no solo reflejada en ella misma, sino que fue espejo para los demás.
Ella cultivó una apariencia y una persona que eran únicas para ella...
Posiblemente incomprendida hasta su muerte, ahí lo lamentable; pero ella usó “su personaje de arrastre” para ganar dinero en las calles de New York; y también lo usó para hacer cambios sociales en las mismas calles… y en el mundo; y por ello, su transformación personal, la llevó a participar en una mayor transformación social, que no solo afectó a su grupo:
Trans, negro, pobre, prostituta, VIH+... sino que fue el génesis de la lucha por unos derechos de los que nos beneficiamos muchísima gente hoy día, evidentemente junto a 3 catalizadoras:
Sylvia Rivera, Storme DeLarverie y Miss Major Griffin-Gracy.
Y como ha pasado tantas veces, ahora se las intenta dejar de lado, olvidarlas y reescribir la historia de Stonewall como si fuese una lucha “blanca”
Porque para muchos en ese momento, Marsha P. Johnson era un ejemplo de libertad de expresión e identidad de género en un ambiente que tampoco era tolerante.
Más importante aún, ella fue un ejemplo de la interseccionalidad que ocurre cuando un individuo es discriminado no solo por una institución, sino por muchos, incluidos los de su propio ambiente, que es peor; debido a las identidades superpuestas de esa persona ligadas a la raza, el género y el sexo, por nombrar algunos; y al ser quien era ella, llamó la atención sobre esta noción, y la idea de que dentro de los grupos que están oprimidos, hay subgrupos, y cada uno tiene un conjunto único de desafíos.
Gracias a Sylvia Rivera y Marsha, nació un lugar seguro y sin prejuicios para las personas de la calle que enfrentan estos desafíos, en un momento en el que sentían que no tenían a dónde ir.
El coraje que tuvo Marsha, es por tanto el ejemplo a seguir para todos.
Sólo una lucha radical contra el sistema capitalista que se basa en la explotación y opresión de las personas, puede hacernos conquistar una verdadera libertad en todos los aspectos.
Reavivar la lucha de estas figuras, es también combatir con el sentido común y con la plena confianza en el lobby parlamentario como salida.
La implementación del cupo laboral transexual, el cese de los ataques homolesotransfóbicos, y la pelea por terminar con la violencia de género, son algunas de las banderas que todavía están de pie, en lucha constante, día a día, como si fueron los años de Marsha, de su niñez, de su adolescencia y adultez, que la llevó a una muerte que aún es una incógnita; y que grita desde el más allá por la igualdad ante la vida.
Personas como Marsha P. Johnson, hicieron posible que gente como yo viviera nuestras vidas de manera auténtica, para expresarnos con sinceridad en lugar de vivir una mentira basada en normas sociales arcaicas y restrictivas.
Ser como eres, más allá de la orientación sexual, sin dañar a otras personas, es sentirse orgulloso; y si a la gente no le gusta, solo recuerde, la “P” en Marsha P. Johnson significa:
“¡No te preocupes!”
¡Gracias y Muy Feliz Cumpleaños Madre!
“How many people have died for these two little statues to be put in the park to recognize gay people?
How many years does it take for people to see that we're all brothers and sisters and human beings in the human race?
I mean how many years does it take for people to see that we're all in this rat race together”
Hoy estaría cumpliendo 73 años la gran Marsha P. Johnson, afroamericana transexual, icono y activista del movimiento de liberación LGBT; siendo una veterana de los disturbios de Stonewall, y una figura popular en el ambiente gay y artístico de New York de las décadas de 1960 a 1990, por ser una de las más reconocibles “drag queens” y “street queens”; que más tarde sería una activista en la lucha contra El SIDA con ACT UP.
Nacida como Malcolm Michaels Jr., tuvo 6 hermanos; y según ella, comenzó a usar vestidos a la edad de 5, pero se detuvo temporalmente porque los niños que vivían cerca de su casa la acosaban; y describió ser víctima de agresión sexual por parte de un adolescente; tanto que su madre le dijo que “ser homosexual es como ser más bajo que un perro”, pero Johnson dijo que su madre desconocía la comunidad LGBT…
Después de que se graduara de la antigua Edison High School, ahora Academia Profesional y Técnica Thomas A. Edison, en Elizabeth, en 1963; dejó su hogar en New Jersey, y salió con solo $15 y una bolsa de ropa rumbo a Greenwich Village donde se asentó en 1966.
Johnson inicialmente se llamaba a sí misma “Black Marsha”, pero más tarde se decidió por Marsha P. Johnson como su nombre de “drag queen”, y obtuvo el Johnson del restaurante Howard Johnson's en la calle 42; y dijo que al “P” significaba “Pay it No Mind” o “no lo tomes en serio” que se convertiría en su distintivo; y usando otra frase sarcásticamente cuando se le preguntaba acerca de su género, diciendo “significa que no te importa”
Ella le dijo esa frase una vez a un juez, quien se sintió complacido, y la liberó…
Pero Johnson se identificaba de forma variable como gay, como travesti y como “drag queen”; pero ella pudo denominarse “género no conforme” en ausencia del uso de Johnson del término “transgénero”, que no se usó ampliamente durante su vida.
Como dato, ella recibía flores sobrantes después tras dormir debajo de las mesas usadas para clasificar flores en El Distrito de Las Flores de Manhattan, y era conocida por colocarlas en su cabello; pero era alta, esbelta, y a menudo iba vestida con túnicas sueltas y vestidos brillantes, tacones rojos de plástico, y pelucas brillantes que tendían a llamar la atención; y dijo ser una de las primeras “drag queens” en estar en Stonewall Inn, después de que comenzaron a permitir a las mujeres y “drag queens” dentro; pues anteriormente era un bar solo para hombres homosexuales.
Todo cambió en la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando se produjo el levantamiento de Stonewall.
Si bien, las 2 primeras noches de disturbios fueron las más intensas, los enfrentamientos con la policía darían como resultado una serie de manifestaciones espontáneas, y marchas por los barrios gay de Greenwich Village durante aproximadamente una semana después.
Y Johnson fue nombrada, junto con Zazu Nova y Jackie Hormona, por varios de los veteranos de Stonewall, como “las 3 personas conocidas por haber estado a la vanguardia del retroceso contra la policía en el levantamiento”
Ella dijo en más de una ocasión:
“Yo quiero mis derechos gais ahora”, siendo una de las frases que caracterizó su vida; pero de ella también se dijo que pudo ser la que “lanzó la primera piedra” que resultó en el enfrentamiento brutal contra la policía, pero eso todavía es debatido.
Después del levantamiento de Stonewall, Johnson se unió al Frente de Liberación Gay (GLF), y participó en la primera manifestación del Orgullo de Liberación de Christopher Street, en el primer aniversario de la rebelión de Stonewall, en junio de 1970; y una de sus acciones directas más notables, fue en agosto de ese año, cuando ella y otros miembros del GLF organizó una sentada en protesta en Weinstein Hall en la Universidad de New York, después de que los administradores cancelaron un baile cuando descubrieron que estaba patrocinado por organizaciones homosexuales.
Poco después de eso, Johnson y su buena amiga, Sylvia Rivera, cofundaron la organización “Street Transvestite Action Revolutionaries” (STAR) o “Revolucionarias Activistas Travestidas Callejeras”, pagando el alquiler con el dinero que ganaban como trabajadoras sexuales; y juntas eran una presencia visible en las marchas a favor de la liberación gay y otras acciones políticas radicales; nombrándose junto a Rivera como “Madre” de La Casa STAR, en la larga tradición de la familia elegida en la comunidad LGBT negra y latina; por lo que Johnson trabajó para proporcionar alimentos, ropa, apoyo emocional y un sentido de familia para las jóvenes “drag queens”, mujeres transexuales, no conformistas de género, y otros gay de la calle que vivían en los muelles de la calle Christopher, o en el Lower East Side de New York; para reinsertarlas en la sociedad.
Sin embargo, en 1973, Johnson y Rivera fueron prohibidas de participar en el desfile del orgullo gay por el comité de gays y lesbianas que estaban administrando el evento, diciendo que “no iban a permitir drag queens” en sus marchas, alegando que “estaban dándole un mal nombre”; y la respuesta de ellas fue, marchar desafiantemente antes del desfile diciendo:
“¡Ahora quiero mis derechos de los homosexuales!”
Pero Johnson también era conocida en La Corte, y en una ocasión se llevó por haber golpeado con su bolso, que contenía 2 ladrillos, a unos policías que internaron detenerla.
Cuando El Juez le preguntó, por qué estaba violenta, Johnson explicó que estaba tratando de obtener suficiente dinero para la lápida sepulcral de “su marido”... y el juez le preguntó, qué le había sucedido a este supuesto esposo, a lo que Johnson respondió:
“Los cerdos lo mataron”
En 1974, Marsha P. Johnson fue fotografiada por Andy Warhol, como parte de una serie de polaroids titulada “Ladies and Gentlemen”, que se centraba en “drag queens”; y como “performer”, Johnson también sería miembro de “la troupe” de “drag queens” de Warhol, la famosa “Hot Peaches”, donde Johnson cantaba.
En la década de 1980, Johnson continuó su activismo callejero como una respetada organizadora y mariscal de ACT UP.
En lo personal, desde 1966, Johnson vivía en las calles, y se involucró en “el sexo de supervivencia”, y en relación con su trabajo sexual fue arrestada muchas veces, más de 100; y también recibió un disparo una vez, a fines de la década de 1970.
Habló de tener una crisis mental, y aunque generalmente se la consideraba generosa y afectuosa bajo su personaje de Marsha; el lado oscuro de Johnson a veces surgía bajo el personaje masculino de Johnson como Malcolm; lo que a menudo provoca que fuera hospitalizada y sedada por su agresividad.
En esos momentos en que surgía su lado violento, cambiaba totalmente:
Se ponía agresivo y de mal genio, y hablaba con una voz más profunda, como Malcolm, y podía convertirse en un hombre muy desagradable, vicioso, en busca de peleas.
Esta personalidad dual de Johnson, ha sido descrita como esquizofrénica, siendo la razón por la cual los activistas homosexuales se habían mostrado reacios a darle crédito a Johnson, por haber ayudado a encender el movimiento de liberación gay de principios de los años 70, debido a su estado mental…
Todo acabaría en julio de 1992, cuando el cuerpo de Johnson, de 46 años, fue encontrado flotando en el río Hudson, no lejos del muelle del West Village, poco después de La Marcha del Orgullo.
La policía consideró la muerte, un suicidio; pero sus amigos y seguidores dijeron no tenía tendencias suicidas, y una campaña de pósteres más tarde afirmaba que Johnson había sido acosada el día de su muerte, cerca de donde se encontró su cuerpo.
Intentos para conseguir que la policía investigase la causa de la muerte, fueron infructuosos; y se remarcó el paralelismo entre los múltiples asesinatos cometidos contra mujeres transexuales en los años 90, y la situación en la que éstas se encuentran ahora, es prácticamente la misma.
Otros lugareños declararon después, que la policía no estaba interesada en investigar la muerte de Johnson, y que el caso se refería a un “hombre negro homosexual”, y que no tenía muchas ganas de investigarlo en ese momento.
Johnson fue incinerada, y sus cenizas fueron arrojadas sobre el río por sus amigos después de un funeral en la iglesia local.
La policía permitió que se cerrara la 7ª Avenida mientras se realizaba la ceremonia.
Décadas después, una fuerte campaña dirigida por la activista Mariah López, en noviembre 2012, hizo que el departamento de policía de New York reabriera el caso como un posible homicidio.
Hoy, Johnson es honrada por muchos como una “Santa”, como una persona profundamente espiritual, que iba a todas las iglesias y templos, que regalaba lo poco que tenía para ayudar a aquellos que se encontraban en las calles, y que hacía ofrendas, influenciadas por La Santería, a los espíritus de las aguas que rodean y recorren a través de New York; siendo honrada como una Reina, una activista veterana, y una superviviente.
En el cine, su figura brilla en el documental de 2012, “Pay It No Mind – The Life and Times of Marsha P. Johnson” que presenta segmentos de una entrevista en 1992, que fue filmada poco antes de su muerte, donde muchos de sus amigos de Greenwich Village son entrevistados.
También Johnson aparece como un personaje en 2 dramas ficticios basados en hechos reales:
“Stonewall” (2015), donde la interpretan Otoja Abit, y “Happy Birthday, Marsha!” (2016), donde es interpretada por Mya Taylor.
Ambas películas son interpretaciones creativas, inspiradas en el levantamiento de Stonewall; y el célebre documental de 2017:
“The Death and Life of Marsha P. Johnson” que sigue a la mujer transexual, Victoria Cruz, del Proyecto Antiviolencia, mientras investiga el asesinato de Johnson; que al igual que “Pay It No Mind”, se basa en material de archivo y entrevistas.
Una fuente memorial, se halla justo en el lugar del río Hudson donde se recogió su cadáver.
Y es que Marsha luchó por los derechos de las personas transexuales en particular, debido a la situación de exclusión social que sufría y sufre este colectivo, desde las múltiples dificultades para conseguir empleo debido a su condición sexual, y a su por raza y clase en muchas ocasiones; hasta la indigencia, pasando por la prostitución callejera y el consumo de drogas, para soportar una vida llena de impedimentos, violencia y abusos de todo tipo.
Es por ello que no se puede dejar pasar celebrar su legado, que más que activo fue agresivo, pero sobre todo fue una figura a la que se puede considerar “la madre del movimiento LGTB”
“I may be crazy, but that don't make me wrong”
Pay It No Mind – The Life and Times of Marsha P. Johnson es un documental del año 2012, dirigido por Michael Kasino y Richard Morrison.
Protagonizado por Martin Boyce, Jimmy Camicia, David Carter, Marsha P. Johnson, Ron Jones, Bob Kohler, Thomas Lanigan-Schmidt, Michael Lynch, Agosto Machado, Sasha McCaffrey, Taylor Mead, Michael Musto, Paloma Nunziata, Richard Shupper, Randolfe Wicker, entre otros.
El guión es de Richard Morrison, una historia tristísima sobre la lucha por los derechos civiles de las personas LGBTIQ+ en Estados Unidos; y quien la encarna es la “drag queen” Marsha “Pay it no mind” Johnson:
Negra, transgénero, pobre, y al final de su vida, portadora de VIH+, pero ante todo fue una intensa y fiera activista política, pionera en las luchas por los derechos de la población LGBTIQ+ y cofundadora de STAR; pero Marsha además desempeñó un papel importante en la rebelión de Stonewall, acontecimiento que propulsó la lucha por los derechos de los homosexuales.
“Siempre política”, gritaba en las calles, participaba de las marchas, era entrevistada, fue fotografiada por Andy Warhol, y aun así vivió en la pobreza, muchas veces en la calle.
Las causas que la llevaran a su muerte:
“Un presunto asesinato, un presunto accidente, un presunto suicidio…” realmente no han sido aún develadas.
Y aquí se presenta su última entrevista de 1992, con el director Michael Kasino quien captura a la legendaria activista de derechos humanos, pero sobre todo de los transgéneros, mientras relata su vida al frente de los disturbios en el legendario bar Stonewall en la década de 1960, la creación del “Street Transvestite Action Revolutionaries” con Sylvia Rivera en los años 70, y una activista de la ciudad de New York durante los años 80 y principios de los 90.
Es a través de sus propias palabras, así como de entrevistas en profundidad con el activista gay Randy Wicker, el ex actor de Cockettes, Agosto Machado; el autor Michael Musto, el fundador y artista de Hot Peaches, Jimmy Camicia; y los activistas de Stonewall:
Bob Kohler, Danny Garvin, Tommy Lanigan-Schmidt y Martin Boyce; que el cuento de Marsha sigue vivo.
Pero volvamos atrás:
Cuando ella tenía 11 años, en 1966, Marsha comenzó a vivir en las calles, situación que sistemáticamente se repetiría a lo largo de su vida; y haciendo una narración que combina su vida con su última entrevista y el punto de vista de quienes la conocieron es que nos lleva por “todo su camino de ladrillos amarillos”
Por ejemplo, en 1970, la alcanzó una bala y presentó su primera muestra de enfermedad mental:
Podía salir desnuda por Christopher Street para luego ser detenida por la policía.
Le daban antipsicóticos, era puesta en libertad a los 3 meses, y al mes siguiente volvía a ser Marsha “Pay no mind” Johnson.
Algunos comentan que tenía, a veces, la personalidad “Malcolm”, donde ella tomaba su personalidad masculina de forma muy agresiva, se le hacía gruesa la voz, se volvía violenta y buscaba peleas.
Asimismo, era caracterizada por una especie de condición que la hacía distraerse con facilidad.
Tenía la capacidad de hilar pensamientos unos con otros, pero se le hacía difícil volver al inicio.
Pero también entrevistaron a muchas de sus amistades más cercanas; y algunos dicen que Johnson es recordada como una “Santa”, una persona profundamente espiritual que iba a cualquier iglesia, que daba lo poco que tenía para ayudar a quienes vivían en la calle, y que hacía ofrendas relacionadas con La Santería, a los espíritus de las aguas que rodean y cruzan la ciudad de New York.
Antony and the Johnsons, la banda de pop barroco, le pusieron ese nombre en honor a Johnson, y su disco epónimo de 1998, tiene una canción llamada “River of Sorrow”, inspirada en la muerte de Johnson; que aparece en los créditos finales del documental.
Esta semblanza es realmente inspiradora, reflexiva, y trae a la memoria una persona y un personaje que logró desde la nada y a cambio de nada, muchos beneficios que ahora gozan sobre todo la comunidad transexual, y la LGB.
Sin ella, los derechos civiles de la comunidad no tendrían su génesis.
“I never did drag seriously.
I just always do drag.
I never do it seriously.
Because I don't have the money to do serious drag”
Marsha P. Johnson, cofundadora de STAR y El Frente de Liberación Gay, fue una combatiente rebelde de Stonewall, artista, intérprete o ejecutante con Hot Peaches y The Angels of Light, y Mariscal de ACT UP; que en este documental habla sobre la identidad de género, el trabajo sexual, el activismo, la elección “de arrastrar”, y los peligros de la vida en las calles de la ciudad de New York, incluido el peligro de la violencia policial; todo mostrado a sólo días antes de su muerte, cuando ella fue entrevistada extensamente sobre su vida; donde muchos entrevistados la honran como una persona dadivosa hasta “la santidad”, como una persona profundamente espiritual que regalaba lo poco que tenía para ayudar a aquellos que se encontraban en las calles, pero también la ponen como una Reina, una activista veterana y una superviviente; pero en este documental, se presenta la entrevista más larga hecha a la misma Marsha P. Johnson; donde se habla de sus últimos años, donde muchos han especulado interminablemente sobre la identidad de Johnson, mientras que, irónicamente, esas respuestas siguen ahí sin responder.
Sobre todo Marsha habla sobre ser una de las primeras “drag queens” que estuvieron en Stonewall, como “una reina del maquillaje marimacha”, y cuenta historias desgarradoras del trabajo sexual en las calles de New York como “un niño en la calle”
Al tiempo que habla de su compromiso eterno de marchar por “los derechos para todas las personas homosexuales”; pero mientras Johnson padecía una enfermedad mental y, cerca del final de la vida, con el VIH, podía ser muy volátil, y en ocasiones incluso violenta; pero en la mayoría de la veces es recordada y amada por muchos, que profundamente la han llorado y extrañado.
Por ello, esta película es un tributo a una activista y amiga muy querida.
Y es que Marsha se identificó como “drag queen”, aunque utilizaba, para referirse a sí misma, apelativos femeninos.
También se muestran escenas del año 1990, cuando actuó con Hot Peaches en Londres; y con ellos también cantaría un clásico, “Love”, en la producción The Heat, sin buena voz ni estudios musicales, pero con dinamismo y entrega.
Y ahí está lo importante, ella no pretendía nada más que divertir a la audiencia dejando un mensaje positivo y evasivo, pero siempre orientándose al activismo y a que lago hay que hacer.
Su estilo “drag”, estuvo marcado por su situación económica, que fue desafiante.
No era parte de las “high drag”, esas que podían pagar vestidos costosos y adornos finos; era conocida, en cambio, por usar flores y frutas en la cabeza, y por usar tacones de plástico.
Llevaba pelucas extravagantes, y tenía una sonrisa grande que le cruzaba casi toda la cara, la cara alargada que, aunque dura, escaseaba de líneas angulosas.
Tenía las cejas delineadas estrechamente, y esto le daba amabilidad a la expresión facial, de aspecto duro.
Así se puede ver en una de las fotografías que tomó Andy Warhol en 1975, quien se interesó en ella, y la hizo partícipe de una colección de polaroids que tuvo el nombre de “Ladies and Gentlemen”; una serie provocativa y ambigua, cuya idea principal es hacer evidente el hecho de que las “drag queen” son la realeza, y no simplemente imitadoras.
Pero también aporta su punto de vista con el levantamiento de Stonewall, que se dio el 28 de junio de 1969 en el bar gay Stonewall Inn, en Greenwich, New York.
El reloj marcaba la 1:20am y por esos años las redadas en los bares gay en Estados Unidos eran frecuentes.
A los travestis los arrestaban, y a las mujeres con menos de 3 prendas “femeninas” también.
Stonewall Inn fue primero para hombres gay, pero lentamente admitió a “drag queens” y lesbianas; y para entrar, era necesario o conocer al encargado de seguridad, o verse “gay”
El bar era propiedad de una mafia genovesa que pagaba para saber cuándo se darían las redadas.
Cuando se daba la alarma, las luces del negro salón principal se encendían; y en la pista de baile que aceptaba a parejas del mismo sexo, era ilegal entonces bailar entre mujeres o entre hombres; se apresuraba a darle la cara a la policía.
Se hacía una fila; y los policías pedían documentos.
Las mujeres policía llevaban al baño a los “drag queens” o a quienes ellos creían que parecían serlo para corroborar si se trataba de un “hombre vestido de mujer”; y se hacían los arrestos correspondientes en la rutinaria vulneración de derechos.
Ese 28 de junio de 1969, sin embargo, nadie dio aviso al bar; y la redada llegó con paso firme.
Los clientes del bar estaban enfurecidos.
Había algo en el aire, sin nombre todavía, sin cabeza, sin organización, que reverberaba y que sólo necesitaba de un cristal roto para explotar...
Ese vaso, según dicen muchos, fue tirado por la propia Marsha, harta de sus más de 100 arrestos, harta del sexo o las mamadas a policías para que la dejaran libre, o de los golpes y abusos que sometían a otros por el solo hecho de ser diferentes.
Para los años 60 en Estados Unidos, estos hechos con la comunidad LGBTI fueron truculentos y poblados de luchas y movimientos sociales.
El grupo afroamericano de derechos civiles, el movimiento hippie, las manifestaciones en contra de La Guerra de Vietnam y la atmósfera benevolente y liberal de Greenwich, fueron aliados de la respuesta insurgente acaecida en Stonewall.
Rodwell, el dueño de una librería un poco más adelante de Stonewall Inn, sobre la Christopher Street, comentó que vio a unos policías persiguiendo civiles, para encontrarlos después en la siguiente calle, y los primeros huyendo de los segundos.
Una “drag queen” golpeó a un policía con su cartera... recordar que Marsha llevaba ladrillos dentro para que el golpe fuera más duro, y a quienes habían dejado salir, se reunieron en frente de Stonewall.
Hubo arrestos; y los vagones de la policía tardaron en llegar, unos se fueron y otros llegaron.
Hubo 13 personas arrestadas, y 5 policías heridos.
Sobre las 4am, el silencio comenzó a colarse por toda la calle.
Más tarde en la mañana, aún sin poder digerir lo que había ocurrido, algunos manifestantes se reunieron en Christopher Park; y la semana que siguió estuvo colmada de más manifestaciones, ataques, luchas y arrestos.
No todos vieron con buenos ojos esta reacción beligerante dentro de la comunidad, especialmente las líneas más conservadoras de los movimientos homosexuales, que desprestigiaban a las “drag”, sobretodo muchas que pertenecían a la comunidad negra o latina, que más hartas por ser doble, triple o cuádruplemente abusadas por sus condiciones; estaban en contra de la feminidad que ellas representaban, y los ataques violentos, pues eran por consecuencia, más agresivas.
No obstante, el impacto de este acontecimiento hoy aún resuena en el mundo; y hay que darle crédito a Marsha como símbolo y como mujer transexual, que por ella se lograron derechos civiles para toda la comunidad, tremenda ironía y mordedura de lengua para el ala más conservadora de la comunidad LBGTI.
Y por ello se formaron 2 organizaciones:
La Gay Liberation Front y Gay Activist Alliance; y se instauró, al año siguiente, La Marcha del Orgullo, que rápidamente se extendió a nivel global.
Pero en el documental se muestra lo absurdo que representó para Marsha esas 4 estatuas que se colocaron en el parque después de los disturbios de Stonewall, para conmemorar los derechos de los homosexuales, diciendo:
“Ahora obtuvieron pequeñas y agradables estatuas en Chariot Park para recordar el movimiento gay.
¿Cuántas personas han muerto por estas pequeñas estatuas que se ponen en el parque para que reconozcan a los homosexuales?
¿Cuántos años le ha tomado a la gente darse cuenta de que todos somos hermanos y seres humanos en la raza humana.
Me refiero a cuántos años le toma a la gente ver eso?
¡Todos estamos en esta carrera de ratas juntos!”
Y a 1 año después del levantamiento de Stonewall, Marsha P. Johnson y su amiga y activista, Sylvia Rivera, fundaron la organización STAR, de marcada ideología política que se encargaba de proveer comida, techo, ropa, entre otros, a la población más vulnerable de New York; inclusive sean de la orientación sexual que fueran, inmigrantes, personas de color, “drags”, trabajadoras sexuales, jóvenes sin techo… encontraban refugio en la 213 East 2nd Street.
Y las 2 fundadoras, Johnson y Rivera, pagaban con su propio dinero, fruto de su trabajo sexual, los gastos en los que incurría STAR; y se puede ver cómo Johnson acreditó a Rivera como fundadora de STAR.
Ella y sus amigos, discuten sobre el trabajo llevado a cabo por el grupo; pues STAR tenía dificultades a la hora de llevar a cabo sus planes, que incluían bailes para recaudar fondos, otra casa STAR, pues no daba abasto, una línea de teléfono, un centro recreativo, una caja chica para pagar arrestos, y un abogado para la gente que por su identidad u orientación sexual, fuera liberada de la cárcel.
Al final de su vida Marsha P. Johnson, también se unió activamente al movimiento ACT UP, AIDS Coalition to Unleash Power, un grupo neoyorquino fundado en 1987, que buscó generar un impacto positivo a nivel político y legislativo para que se buscaran soluciones, se incentivara la investigación y se visibilizara la gran cantidad de portadores del VIH.
También se muestra que Marsha había estado en la SSI, o Seguridad Social por Discapacidad por poco tiempo, porque tenía serias crisis nerviosas debido a la muerte de su compañero...
Había estado muchas veces encerrada en los sanatorios de Bellevue y en Manhattan State; y su mente comenzaba realmente a irse… y tenía visiones, como cuando dijo ver a su padre en el fondo del río Hudson, que muchos atribuyeron a que “esa visión condujo a Marsha a su muerte por ahogamiento en el río”
Ella tuvo un doctor que no la diagnosticó bien, que tenía sífilis…
Así que, cuando finalmente se lo detectaron, la enfermedad estaba en su segunda fase.
Y es que Marsha vivía en su propio mundo, y veía las cosas de forma diferente, pero su muerte ocurrida el 6 de julio de 1976, no ha sido esclarecida satisfactoriamente.
No olvidar que la activista que luchó por los gay, los transexuales, los afroamericanos y latinos, los VHI+, los desamparados sin comer y sin techo… vivió también repetidamente en las calles; fue trabajadora sexual, y muchas veces sufrió una intensa pobreza, muriendo sin que su caso pareciera importante...
¡No es justo!
Quizás, como gritó Sylvia Rivera, los movimientos gay “mainstream” sí le dieron la espalda; porque en el cine documental, y de ficción también, con demasiada frecuencia, las personas transexuales son tratadas como “notables” solo porque han muerto; y una vez enterradas, sus vidas y sus muertes son minados para apoyar las agendas políticas de las personas que los ignoraron mientras vivían.
Muchas de esas luchadoras activistas, que abrieron el campo para que muchos no sufrieran el vilipendio, fueron abrumadoramente mujeres latinas y negras transexuales, que son ahora sometidas a esta violencia póstuma.
Ellas, como Marsha, no solo son asesinadas a tasas asombrosas mucho más altas que cualquier otro segmento de la comunidad LGBT; sus muertes son también las que los políticos, las organizaciones sin fines de lucro, los investigadores y los activistas blancos, recurren para apoyar sus propias agendas, y hacer sus propias carreras; y lo peor, fueron ignoradas en vida.
De hecho, muchas representaciones de los medios las presentan como ya muertas, como mujeres transexuales, sobre todo las negras y latinas, presentadas como “estilos de vida riesgosos”, como monstruos patéticos, como criminalmente engañosas, y como invitantes de la violencia contra ellas.
Ellas son culpadas de sus propias muertes mientras todavía están vivas.
Nuevamente:
¡No es justo!
Los negros como los latinos, y ahora con la política xenófoba y homofóbica del horripilante Donald Trump contra los inmigrantes, han resistido y resistido a la necro-política de esta manera desde la conquista a la esclavitud... en una lucha que parece nunca tendrá final.
Así que no necesitamos otro documental que trafique con las muertes de mujeres transexuales.
Y si Marsha P. Johnson probablemente fue asesinada, su muerte es lo menos interesante de ella:
Ella era una gran artista, para muchos fue una amiga generosa, mentora para los más jóvenes que se abrían a un mundo hostil, cuidadora con los que necesitaban un abrazo, organizadora para todo, Reina como solo ella con su corona de flores en vez de joyas y diamantes que jamás tendría por su pobreza; revolucionaria desde niña, líder espiritual llegando a “la santidad” por sus acciones, icono de la moda sino que lo diga Warhol que le dio más de 15 minutos de fama… sino que la elevó a la eternidad con sus polaroids que todavía resisten el paso del tiempo mostrando su belleza e inocencia interior; como innovadora, teórica política, y una persona valiosa y vulnerable.
Y es que Marsha se describió a sí misma como una revolucionaria:
Ella fue parte de la articulación de algunos de los pensamientos políticos transgénero más importantes en La Era Contemporánea; su activismo y análisis deberían ser centrales en cualquier película sobre ella; y ser remarcada y subrayada con mayúscula y toda distinción a la hora de hablar de los derechos civiles de la comunidad LGBTI.
Como una mujer transexual negra; donde su raza y su género deben hacerse visibles.
Sin embargo, si puede achacarse algo al documental, es que de sus amigos más cercanos, faltó mencionar a Sylvia Rivera, que no participó ni como material de archivo; al tiempo que se hizo corto, un metraje de menos de 1 hora, aunque es realmente sustancioso y efectivo; también se merece escuchar las voces de las mujeres transexuales que fueron beneficiadas por el activismo de Marsha, más si hay un objetivo que, se espera, el documental evite más asesinatos de mujeres transexuales en la actualidad.
Es necesario entregar el micrófono a las mujeres que se ven afectadas por esa violencia.
Por último decir que Antony and The Johnsons, una banda cuyo nombre rinde tributo a Marsha “Pay it no mind” Johnson, compuso la canción “River of Sorrow” en honor a la reina, y que se puede escuchar al final del metraje.
“What's the point of complaining?
It don't get you nowhere”
Richard Meyers, más conocido como Richard Hell, es un cantante, compositor, bajista y escritor reconocido mundialmente por haber sido el líder de la influyente banda de la primera ola del punk The Voidoids, el bajista del grupo proto-punk, Television, y bajista y vocalista de The Heartbreakers; siendo considerado como “el primer músico en utilizar la imagen punk del cabello en punta, la ropa destrozada, y los alfileres de gancho para sostenerla”; pero lo más interesante de él, es que un día soltó lo siguiente:
“Si acumulas el valor necesario, puedes reinventarte por completo.
Puedes ser tu propio héroe, y una vez que todos sean sus propios héroes, todos podrán comunicarse entre ellos sobre una base real, en lugar de un conjunto de normas sociales de aplicación manual”
Eso mismo lo aplicó Marsha P. Johnson en su vida; y lo remarcó en su poder transformador para sí misma y para los demás, sin esperar nada a cambio más que la comprensión y los derechos para todos por igual.
Y es que en nuestra sociedad, se nos enseña que si desea sentirse mejor consigo mismo, si desea cambiar la forma en que las personas lo perciben, debe salir y comprar algo, sea:
Ropa, maquillaje, artilugios, un auto nuevo, una nueva vida…
Y Marsha P. Johnson, que procedía de un contexto sociopolítico estricto y opresivo, es un impresionante y humilde ejemplo del tipo de alquimia personal de sobre/súper vivencia; y se puede decir que, el activismo de Johnson fluyó a través de su auto invención, como una intérprete de “drag” y una mujer transgénero, que el poder que utilizó a través de su capacidad para expresar libremente su identidad, fue luego utilizado para cambiar su comunidad y el mundo.
Porque ella fue un gran artista, no solo reflejada en ella misma, sino que fue espejo para los demás.
Ella cultivó una apariencia y una persona que eran únicas para ella...
Posiblemente incomprendida hasta su muerte, ahí lo lamentable; pero ella usó “su personaje de arrastre” para ganar dinero en las calles de New York; y también lo usó para hacer cambios sociales en las mismas calles… y en el mundo; y por ello, su transformación personal, la llevó a participar en una mayor transformación social, que no solo afectó a su grupo:
Trans, negro, pobre, prostituta, VIH+... sino que fue el génesis de la lucha por unos derechos de los que nos beneficiamos muchísima gente hoy día, evidentemente junto a 3 catalizadoras:
Sylvia Rivera, Storme DeLarverie y Miss Major Griffin-Gracy.
Y como ha pasado tantas veces, ahora se las intenta dejar de lado, olvidarlas y reescribir la historia de Stonewall como si fuese una lucha “blanca”
Porque para muchos en ese momento, Marsha P. Johnson era un ejemplo de libertad de expresión e identidad de género en un ambiente que tampoco era tolerante.
Más importante aún, ella fue un ejemplo de la interseccionalidad que ocurre cuando un individuo es discriminado no solo por una institución, sino por muchos, incluidos los de su propio ambiente, que es peor; debido a las identidades superpuestas de esa persona ligadas a la raza, el género y el sexo, por nombrar algunos; y al ser quien era ella, llamó la atención sobre esta noción, y la idea de que dentro de los grupos que están oprimidos, hay subgrupos, y cada uno tiene un conjunto único de desafíos.
Gracias a Sylvia Rivera y Marsha, nació un lugar seguro y sin prejuicios para las personas de la calle que enfrentan estos desafíos, en un momento en el que sentían que no tenían a dónde ir.
El coraje que tuvo Marsha, es por tanto el ejemplo a seguir para todos.
Sólo una lucha radical contra el sistema capitalista que se basa en la explotación y opresión de las personas, puede hacernos conquistar una verdadera libertad en todos los aspectos.
Reavivar la lucha de estas figuras, es también combatir con el sentido común y con la plena confianza en el lobby parlamentario como salida.
La implementación del cupo laboral transexual, el cese de los ataques homolesotransfóbicos, y la pelea por terminar con la violencia de género, son algunas de las banderas que todavía están de pie, en lucha constante, día a día, como si fueron los años de Marsha, de su niñez, de su adolescencia y adultez, que la llevó a una muerte que aún es una incógnita; y que grita desde el más allá por la igualdad ante la vida.
Personas como Marsha P. Johnson, hicieron posible que gente como yo viviera nuestras vidas de manera auténtica, para expresarnos con sinceridad en lugar de vivir una mentira basada en normas sociales arcaicas y restrictivas.
Ser como eres, más allá de la orientación sexual, sin dañar a otras personas, es sentirse orgulloso; y si a la gente no le gusta, solo recuerde, la “P” en Marsha P. Johnson significa:
“¡No te preocupes!”
¡Gracias y Muy Feliz Cumpleaños Madre!
“How many people have died for these two little statues to be put in the park to recognize gay people?
How many years does it take for people to see that we're all brothers and sisters and human beings in the human race?
I mean how many years does it take for people to see that we're all in this rat race together”
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