Tsotsi

“In hierdie wêreld kom verlossing net een keer”
(En este mundo... la redención solo viene una vez)

¿Se puede ser bueno o malo por naturaleza?
¿Existen condicionamientos genéticos o socioeconómicos que nos impulsen a comportarnos de una forma determinada?
Alexandra es un suburbio situado en la provincia de Gauteng en Sudáfrica; y se encuentra a las afueras de Johannesburgo, cerca de Sandton y limita con Wynberg al oeste, Marlboro y Kelvin al norte, y Kew, Lombardy West y Lombardy East al sur; siendo una de las áreas urbanas más pobres del país.
Alexandra se encuentra a orillas del río Jukskei, y su extensión es de algo más de 8km²; donde su población estimada es de unas 470.000 personas, que se reparten entre las viviendas originales del asentamiento, construcciones de una calidad razonable; y un gran número de chozas, de más de 20.000.
Durante los conflictos comunales y político que tuvieron lugar entre 1991 y 1992, muchos de los habitantes fueron asesinados, heridos o desplazados; esto llevó a la aparición de varias iniciativas de paz que fueron asistidas en gran medida por las primeras elecciones sudafricanas completamente democráticas de abril de 1994, en las que Nelson Mandela, un antiguo residente en Alexandra, se convirtió en el primer Presidente negro de Sudáfrica.
De esa comuna, Harold Athol Lanigan Fugard escribió un libro; y hoy con 86 años, es un famoso dramaturgo, novelista, actor y director sudafricano, que escribe en inglés sudafricano, siendo mejor conocido por sus obras políticas que se oponen al sistema del Apartheid, y por su novela “Tsotsi”, publicada en 1980; donde los “Tsotsitaals” son una variedad de idiomas mixtos que se hablan principalmente en los municipios de la provincia de Gauteng, como Soweto; pero también en otras aglomeraciones en toda Sudáfrica.
Por lo que “Tsotsi” es una palabra de la jerga sesotho para un matón o ladrón, posiblemente del verbo “ho tsotsa” o “afilar”, cuyo significado ha sido modificado en los tiempos modernos para incluir “a con”; o de la mosca tsetsé, ya que el idioma fue conocido por primera vez como Flytaal, aunque “flaai” también significa “cool” o “street Smart”; mientras la palabra “taal” en afrikáans significa “lenguaje”
De esa manera, un Tsotsitaal se basa en la gramática de uno o varios idiomas, en el que se agregan términos de otros idiomas, o términos específicos creados por la comunidad de hablantes; y es un trabajo permanente de mezcla de lenguaje, cambio de idioma, y acuñación de términos.
Como un lenguaje de gánster, el Tsotsitaal originalmente era un lenguaje solo para hombres; lo mismo se aplica a “Iscamtho”, por lo que una mujer que lo hable, sería identificada entonces como “la novia de un gánster” o “una prostituta”
Para los hablantes masculinos, sin embargo, el lenguaje adquirió rápidamente un significado de habilidad urbana y sabiduría callejera, y dominarlo era la prueba de que uno conocía el entorno urbano lo suficientemente bien como para sobrellevarlo, y no ser amenazado.
Sin embargo, cuando Tsotsitaal se convirtió en el símbolo de la vida cultural de Sophiatown, antes de que el área fuera limpiada de sus residentes a mediados de la década de 1950; fue adoptada por varias mujeres; pero solo las mujeres más independientes y autoafirmadas se convertirían en hablantes de Tsotsitaal
Debido a la importancia del gansterismo en Soweto durante aproximadamente 4 décadas, y debido al gran número de jóvenes de Sowetan, que sufrieron prisión por actividades criminales o políticas en las últimas 2 décadas de Apartheid; el estado de Iscamtho cambió:
De un lenguaje de la calle, se convirtió en el idioma principal de la mayoría de los jóvenes, y comenzó a hablarse dentro de los hogares entre los jóvenes, y luego entre los jóvenes y los adultos.
En el transcurso de la década de 1980, Iscamtho alcanzó el estatus de lengua materna para miles de jóvenes Sowetan, lo que significa que los niños aprendieron Iscamtho en la cuna de sus padres, junto con los otros idiomas de su familia.
Hoy en día, la distinción entre Iscamtho y Zulú urbano, o urbano Sotho en Soweto, tiende a ser más delgada, ya que cientos de miles de jóvenes realmente hablan Iscamtho como primer idioma.
Además, una evolución posterior al Apartheid, ha sido la adopción de Iscamtho y otros Tsotsitaals por parte de muchas mujeres que hablan.
Especialmente, muchas chicas de Soweto profundo ahora tienen Iscamtho como una de sus lenguas nativas.
Así, el Iscamtho como símbolo de la juventud, la urbanidad y el multilingüismo de la democracia sudafricana, donde cada idioma está representado en Iscamtho; se ha convertido en un lenguaje propio para hablantes masculinos y femeninos a pesar de algunos comportamientos conservadores y consideraciones hacia las mujeres que lo hablan; especialmente entre la comunidad lésbica más joven; y se usa a menudo como un fuerte marcador de identidad, y muchas jóvenes lesbianas lo aprecian y lo usan como su idioma principal.
También se ha convertido en un lenguaje utilizado en los intercambios con personas mayores, a quienes previamente se habría ofendido que se les dirigiera en el idioma Tsotsi; pero como los hablantes nativos de Iscamtho se niegan a ser discriminados, a menudo imponen su lenguaje en intercambios, y lo consideran tan respetuoso como cualquier otro.
“Kyk nou wat jy gedoen het...”
(Ahora mira lo que has hecho...)
Tsotsi es un drama sudafricano del año 2005, escrito y dirigido por Gavin Hood.
Protagonizado por Presley Chweneyagae, Terry Pheto, Kenneth Nkosi, Mothusi Magano, Zenzo Ngqobe, Rapulana Seiphemo, Nambitha Mpumlwana, Jerry Mofokeng, entre otros.
El guión es una adaptación de la novela “Tsotsi” (1980) de Athol Fugard, y una coproducción entre Sudáfrica y el Reino Unido; siendo el primer estreno de Miramax, desde que los fundadores, Harvey y Bob Weinstein dejaron la compañía.
Por su parte, el director Gavin Hood se ha convertido en el intento africano de dotar de una “mirada moral compleja” a los productos para masas estadounidenses; y no dudo en transportar la historia a un momento actual, y dar pie a un film que, aparentemente es desgarrador, pero que al final tiene toda la intención de ir conmoviendo al espectador; pues narra de manera impactante, la historia de un joven que crecerá más como persona en unos días, que en toda su vida; unos días en los que descubrirá el amor, y que existen personas que no quieren hacerle daño; como un alegato en contra de la estigmatización policial y el suburbio de los tugurios.
La película está hablada en Sesotho, isiZulu, Setswana e inglés; por lo que ganó el premio Oscar como Mejor Película de Habla No Inglesa; donde la palabra que da título al filme, “Tsotsi”, se refiere a un criminal negro, callejero, del entorno urbano o miembro de una banda; y probablemente sea una modificación de “tsotsa”, que quiere decir “vestirse extravagantemente”; siendo un fenómeno que nació en los guetos, y se remonta a las bandas que existieron en Soweto en los años 1930.
De hecho, como Presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, habló de ellos en su libro “Long Walk to Freedom”; y hoy en día la palabra se usa en general para jóvenes criminales, marginales, que no van a la escuela ni trabajan, y que provienen de ambientes pobres.
El film se rodó durante 2 meses, en escenarios reales de Johannesburgo, Soweto y alrededores, con un presupuesto modesto o de bajo coste. 
La acción dramática tiene lugar en Soweto, Johannesburgo y alrededores, durante 6 días de 2004 o 2005; y está ambientada en un barrio marginal de Alexandra, cerca de Johannesburgo, Sudáfrica, en donde vive Tsotsi (Presley Chweneyagae), un joven de 19 años que ha borrado todos sus recuerdos, incluyendo su nombre real.
“Tsotsi” significa matón o gánster en el argot callejero del gueto, y el rinde el justo homenaje a la palabra siendo muy malo… pero como huérfano desde muy pequeño, y obligado a salir adelante por sus propios medios, Tsotsi ha llevado una vida de privaciones extremas, tanto físicas como psíquicas y emocionales; y tiene escasa conciencia de los sentimientos de los demás, por lo que se ha endurecido borrando cualquier sentido de la compasión.
Gobernado por el impulso y el instinto, le mueve el miedo que inspira a otros.
Sin nombre, sin pasado y sin ningún plan para el futuro, en un presente lleno de rabia, Tsotsi lidera su propio grupo de marginados sociales, formada por:
Boston (Mothusi Magano) un profesor fracasado; Butcher (Zenzo Ngqobe) un asesino frío; y Aap (Kenneth Nkosi) un retrasado mental. 
Así, vemos a un Tsotsi que desde corta edad vive en las calles de una barriada marginal, superpoblada, que reúne a más de 4 millones de personas; ahogada por la miseria, la delincuencia, el desamparo, el hacinamiento, la violencia, la desestructuración familiar, la ausencia de servicios sociales, la inexistencia de servicios de agua corriente, alcantarillado y electricidad, etc.
Allí, Tsotsi y su pandilla se dedican a robar para sobrevivir y, si para conseguir algún dinero, han de amenazar, golpear o matar, y lo hacen sin ningún miramiento.
Pero Tsotsi y Butcher son los más agresivos; mientras Boston se opone a matar para robar; y una noche, atracando a una joven madre llamada Pumla Dube (Nambitha Mpumlwana), le roba el coche, le dispara y sin él saberlo, con su bebé dentro; y empieza para él una odisea al que termina haciendo él de madre y padre para el pequeño.
Esta es una historia de un pasado infeliz, de un presente criminal y de un futuro incierto… por lo que Tsotsi suma drama, crimen y denuncia social.
Desarrolla una historia sencilla, realista y sincera; con una narración de estilo casi documental, y no compone una imagen simpática y positiva del país al servicio de una atractiva proyección exterior del mismo; por lo que focaliza la atención en construir un retrato auténtico de la vida de un grupo de jóvenes desplazados, que malviven en un gueto cerrado, inaccesible, sombrío y violento.
Los personajes y las situaciones se presentan con honestidad y veracidad, sin exageraciones y sin trazos caricaturescos; y muestra un mundo de fuertes contrastes:
Los rascacielos de Johannesburgo y las chabolas de Soweto; el nivel de vida de los ciudadanos de color ricos, y la miseria de los jóvenes sin trabajo, sin esperanza, sin familia, sin memoria y sin nombre, condenados a la marginalidad; los servicios públicos de la gran ciudad, frente a las colas ante una toma de agua pública en el barrio de chabolas; etc.
Muestra en tono neutro y objetivo, sin fantasías engañosas, la pobreza extrema de los suburbios urbanos, y los rasgos brutales que marcan el curso del día a día en ellos, así como el universo de delincuencia y criminalidad que envuelve y condiciona a una juventud condenada a luchar para sobrevivir; y los niveles de desinformación, ignorancia y crueldad de algunos padres en sus relaciones con los hijos.
Pero también se muestra la ternura de Miriam (Terry Pheto), una muchacha abandonada por la pareja, sola y desamparada, que ha de trabajar como costurera para salir adelante con su bebé de 3 meses.
El ritmo del relato es pausado; y el espíritu que informa la narración es melancólico; donde se intercalan largas pausas que facilitan la interrogación y la reflexión, por lo que no recurre ni al sentimentalismo ni al melodrama; y con contención y sobriedad, construye un relato o cuento de gran poder emocional.
Es una película donde un hombre malo se vuelve mejor, en lugar de ser al revés.
Una película de profundo poder emocional, donde un joven asesino, cuyos ojos fríos no muestran emoción, que mata sin pensar, es transformado por la impotencia de un bebé; que no pretendía secuestrarlo, pero que ahora que lo tiene, lo mira con confianza y necesidad; siendo cómo se desarrolla la historia lo más interesante de la propuesta, que conduce a la esperanza en lugar de a la desesperación.
¿Por qué la ficción tan a menudo supone que la derrota o la tragedia es irremediablemente el destino?
“Jy het 'n ou man 'n pussie gemaak”
(Has hecho que un viejo mease los pantalones)
El director Gavin Hood, es un reconocido cineasta sudafricano que inició su carrera como actor; y se dio a conocer como director con Tsotsi, su 3° largometraje, quien tras graduarse en leyes en Sudáfrica, trabajó brevemente como actor antes de ir a Estados Unidos donde realizó estudios de cine en La UCLA; y tras completar sus estudios, volvió a Sudáfrica donde obtuvo su primer trabajo realizando videos para el departamento de salud, lo que le supuso su primer contacto con la epidemia del SIDA.
Y por este trabajo educativo para televisión, ganó un premio Art Award, el equivalente a los Grammy en Sudáfrica; y el guión de Tsotsi es del propio director, que lo escribió en 2 meses; y se basa en la novela homónima de Athol Fugard, publicada en 1980, que se sitúa en la Sudáfrica de los 50, pero desde el principio del proceso de desarrollo del guión, quedó claro que la historia era tan universal y tan atemporal, que no había ningún problema en trasladarla a la época actual.
Es que desde su publicación, la novela atrajo el interés de varios eminentes productores cinematográficos de New York y Los Angeles; de hecho, ya se habían escrito varias versiones del guión antes de que el productor inglés, Peter Fudakowski, tuviera conocimiento de la historia, pero nunca se había logrado reunir la financiación adecuada.
Fudakowski había visto 2 films de Hood, “The Storekeeper” y “A Reasonable Man”, en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y le habían parecido emocionantes y provocativos; y fascinado con la historia, como tantos otros productores antes que él, Fudakowski concertó una cita con Hood en Los Angeles, para empezar a conversar acerca de las maneras posibles de adaptar la novela a la pantalla.
Y sin tener todavía contratados los derechos del libro, le encargó a Hood la escritura de una primera versión del guión; por lo que el productor estaba convencido de que Hood sería capaz de captar la esencia del relato.
Ya listo el guión, tanto Hood como Fudakowski decidieron enviárselo al autor de la novela, pero para su sorpresa, éste quedó realmente satisfecho por la adaptación hecha por el cineasta; comenta Hood que:
“En la decisión de llevar “Tsotsi” a la pantalla, primó la intención de elaborar un “thriller” psicológico compacto, tenso y lleno de suspenso, apoyado en personajes fuertes.
También queríamos transportar al público a un universo de contrastes agudos.
Con rascacielos y chozas miserables, riqueza y pobreza, violencia salvaje y sensible compasión; todo eso choca y confluye a la vez en una película que, en última instancia, se proyecta como una fábula de redención”
Por ello, Tsotsi es una película con mucho sentimiento, aún con personajes antisociales y marginados; una de las películas de siglo XXI con mayor crudeza y escalofríos de una realidad concreta en las zonas rurales y marginadas del mundo, y no por ello olvidadas; por lo que se trata de una propuesta cinematográfica, donde los personajes evolucionan al ritmo que el espectador lo va haciendo, y desde los primeros 5 minutos de exposición, la historia cobra vida con una realidad inmediata.
A pesar de mostrar escenarios desoladores y nostálgicos, cada escena le permite al público contarle un ejemplo de vida y emociones; de la angustia a la sorpresa, y de ésta a la sensibilidad.
Se ve una Sudáfrica poco glamorosa, donde El SIDA prolifera en los extensos precarios de Soweto; donde vive gente que no puede darse el lujo de comprar entradas para los partidos del mundial... pues el dinero se ocupa primero para sobrevivir; y para tenerlo hay que quedar invalido trabajando en las minas de diamante, o bien robarlo en la calles a quienes sí tienen un trabajo más o menos decente.
El director de fotografía Lance Gewer, es responsable en gran parte del impacto que tuvo esta película; con más de 28 años en el campo cinematográfico, este sudamericano es reconocido por haberla rodado en “wide screen”, en Súper 35mm para darle un toque épico a esta historia intimista.
Hood eligió este formato deliberadamente en contra de la costumbre de utilizar el formato de 16mm para las películas ambientadas en el gueto; pues el formato “wide screen” permite composiciones de cuadro que, aún en los primeros planos, incluyen datos visuales del ambiente en que se mueven los personajes.
Hood, también quería crear una imagen plena de textura, de manera de que el grano no dependiera tanto del tipo de película, sino de la densidad de la fotografía, para asegurarse de que la espesa atmósfera, el color enfermizo y las cualidades materiales del ambiente físico donde se desarrolla la acción, fueran capturados fielmente y al detalle.
Por eso la fotografía de la película es parte de la conmovedora realidad, las características de los rostros y las miradas van mucho más allá de una actuación; en una historia que le habla al mundo, que le pide a la sociedad que mire hacia los niños que duermen en los tubos de los drenajes, que observe los decorados de los cristales, que no sólo se detenga en los callejones de un metro como medio de transporte, sino que se involucre con toda las caras de la realidad misma.
Es una película que abre el espacio para la reflexión, para la exposición de los sentimientos, y que le va a ceder al espectador hacer juicios al principio de la cinta, y juicios al final de ella.
Debido a que su madre se está muriendo de una enfermedad terminal, David (Benny Moshe), huye de un padre abusivo, y vive con otros niños sin hogar en una serie de grandes tuberías de construcción de concreto.
Unos años más tarde, David, que ahora se conoce con el nombre de Tsotsi, es el líder de una pandilla que incluye a sus amigos Butcher, Aap y Boston.
Y después de involucrarse en un asesinato cometido por Butcher durante un atraco, Tsotsi y Boston entran en una pelea que deja a Boston gravemente herido.
Tsotsi, luego le dispara a Pumla, una mujer joven mientras robaba su auto, solo para descubrir a un bebé de 3 meses en el asiento trasero; a lo que él quita apresuradamente el auto de sus objetos de valor, y lleva al bebé a su choza.
Por otra parte, Pumla sobrevive al ataque, y trabaja con un artista de la policía para crear un boceto compuesto de la cara de Tsotsi, que luego se publica en los periódicos.
Al darse cuenta de que no puede cuidar del bebé por su cuenta, Tsotsi ve a Miriam, una mujer joven con un niño pequeño atado a la espalda, recogiendo agua de un grifo público; a lo que él la sigue a su choza, y la obliga a punta de pistola a alimentar al niño secuestrado.
Mientras tanto, el rico líder de pandillas, Fela (Zola), comienza a intentar reclutar a Aap, Boston y Butcher, para que trabajen para él.
Cuando Tsotsi lleva al niño a Miriam por segunda vez, ella le pide que deje al niño con ella para que pueda cuidarlo en nombre de Tsotsi, y Tsotsi acepta; pero también él decide encargarse del lesionado Boston, y hace que Aap y Butcher lleven a Boston a su choza.
Boston, a quien sus amigos llaman “Chico Maestro”, explica que nunca tomó el examen de los maestros; y Tsotsi le dice que la pandilla juntará el dinero para que Boston pueda tomar el examen, lo que significa que tendrán que cometer otro robo…
Seguidamente, Tsotsi y Aap van a la casa de Pumla; y cuando el esposo de Pumla, John (Rapulana Seiphemo) regresa del hospital, lo siguen a la casa y lo atan.
A Aap se le asigna mirar a John, mientras Butcher saquea el dormitorio, y Tsotsi recoge elementos de la habitación del bebé.
Cuando Aap va a atacar la nevera, John activa la alarma; y en un ataque de pánico, Butcher intenta matar a John con la pistola de John que encontró, pero Tsotsi dispara y mata a Butcher con su pistola, y él y Aap escapan en el auto de John, momentos antes de que llegue la compañía de seguridad.
Traumatizado por el asesinato de Butcher, y temiendo que Tsotsi algún día lo lastime también, Aap decide abandonar la pandilla, y renunciar como amigo de Tsotsi.
Cuando Tsotsi regresa a la casa de Miriam, ella revela que sabe dónde consiguió el bebé, y le ruega que devuelva el niño a sus padres.
Tsotsi se marcha para devolver al bebé, llega a la casa de John, y le dice por el intercomunicador, que dejará al niño fuera de la puerta.
Mientras tanto, un oficial estacionado en la casa alerta al Capitán Smit (Ian Roberts), quien se apresura a la escena, llegando justo cuando Tsotsi está a punto de irse.
La policía apunta sus armas contra Tsotsi, ordenándole que devuelva al bebé; sin embargo, John les insta a que bajen sus armas para que él mismo pueda recuperar el bebé, y mientras Tsotsi lo sostiene en sus brazos, John lo convence de que lo abandone.
Tsotsi, emocionalmente le entrega el bebé a John, luego se le dice que levante las manos, y se entrega.
Esta película de presupuesto limitado, de hecho, buena parte del reparto secundario es no profesional, pero asumida desde las convenciones emocionales del cine más comercial que, sin embargo, desborda con una narrativa sobria y concisa hasta tornarse en cuasi-documental y rozar en ocasiones lo naif, es una historia contenida y realista, en la que se cruzan pobreza y violencia, ternura y crimen, drama y redención en el terrible ambiente de hacinada opresión de Soweto, un caldo de cultivo para la violencia generalizada en inútiles gestos de supervivencia sin mañana.
Un hermoso, por sencillo y austero retrato de la exclusión específica, hecho por una cámara pausada, siempre dispuesta a buscar ángulos sorprendentes entre focos diversos y “zooms” que dan fuerza a unas imágenes envueltas en la música más apropiada, como el marginal kwaito; y un melancólico mensaje:
Sólo la ternura redime.
A pesar de ambientarse en bajos fondos, Tsotsi no es una película descarnada y violenta al estilo de la brasileña “Cidade de Deus” (2002)
En cuanto a su ambiente y personajes, no hay duda de que rodean por un aura marginal; por ejemplo, al tratar de criar el bebé y con ayuda de una vecina, Tsotsi emprende esporádicos viajes emocionales a su pasado; de cuando era un niño con un nombre, que se vio obligado a huir de casa mientras se protegía de la lluvia y la noche dentro de una alcantarilla.
Así entonces ablandará su conciencia para buscar alguna redención; aunque consiguen hacerte poner en la piel de esas personas, el protagonista lo hace genial con esos silencios y miradas, en un film donde el actor principal es un debutante, Presley Chweneyagae, quien previamente tan sólo había actuado en obras de la escuela y proyectos teatrales comunitarios.
Se cuenta que al principio de la producción se hicieron audiciones con jóvenes que se encontraban cerca de los 30 años, y con aspecto de tipos duros para el papel protagonista, y tras ver a muchísima gente joven, que en su mayoría no habían estado nunca delante de una cámara, apareció Presley Chweneyagae; y Hood supo que había encontrado a la persona adecuada.
El líder anti-heroico de una pandilla de matones de poca monta, cuyo nombre en Tsotsitaal, significa “ganster speak”, una mezcla de afrikáans, zulú y sotwana.
Mientas que Mothusi Magano hace de Boston, un miembro de la pandilla de Tsotsi y un gran bebedor, que estaba estudiando para ser maestro antes de dejar la universidad y mudarse a las chozas; y con frecuencia aboga por la decencia y la moderación en los tratos de la pandilla.
Él es el que representa los golpes a la esperanza, no es casual que Tsotsi sea quien lo reclute, golpee y finalmente cuide para otorgarle una oportunidad que él ni Boston tuvieron.
Kenneth Nkosi como Aap, es el amigo de la infancia de Tsotsi; es obediente y despreocupado, y depende mucho de Tsotsi, pues rara vez piensa por sí mismo; de hecho, su nombre en Afrikaans y Tsotsitaal, significa “mono”
Zenzo Ngqobe como Butcher es el 4º miembro de la pandilla de Tsotsi, y el más violento, que no duda en cometer un asesinato.
Jerry Mofokeng como Morris, es un mendigo que trabajó en las minas de oro hasta que quedó lisiado permanentemente cuando un rayo cayó sobre sus piernas.
Él puede simbolizar el pasado que quiso tener un futuro y fue truncado, donde la sociedad le dio la espalda, y lo obligó a mendigar… de los otros adultos, los únicos que se extrañan en tener poca intervención son la pareja de policías que no aportan nada más que la investigación.
De las mujeres, solo Terry Pheto como Miriam, una viuda con un hijo pequeño que vive cerca de Tsotsi en el barrio pobre, es la única que tiene un peso dramático siendo el detonante que genera nostalgia y ansia de redención en el personaje principal, evitando que el bebé secuestrado siga sus pasos, devolviéndolo a su padres, que tampoco tienen mucho peso dramático, siendo curiosamente más protagónico el padre que la madre, pues se desconoce por qué ella estaba afuera bajo la lluvia, esperando a que su marido le abriera el portón… acaso tenía problemas conyugales, de ellos no sabemos nada.
Y aunque la historia evolucione bajo los cánones de una ficción improbable, no me queda la sensación de asistir al final propio de aquellos que “viven felices y se comen perdices”, sino que nos queda esa duda, de si ese camino de redención emprendido por David, gracias al secuestro del bebé, le llevará a una vida más iluminada o si, por el contrario, volverá a su triste existencia de perro callejero sin nombre…
De hecho, la película termina con Tsotsi levantando las manos, y no revela lo que sucede después... pero sí se sabe que se rodaron 2 finales sin usar para la película, y que se pueden ver en el DVD de Tsotsi:
En uno, Tsotsi recibe un disparo en el hombro, y mientras los oficiales se sorprenden por lo que sucedió, escapa a través de un gran campo, de regreso a los barrios marginales de Soweto, después de evitar otro disparo del jefe de policía.
En el otro final, Tsotsi recibe un disparo en el pecho mientras busca la leche del bebé; se desploma y muere mientras John y Pumla lo miran con horror.
En definitiva, apoyado en personajes fuertes, el film es un “thriller” psicológico compacto y tenso, que refleja un universo de agudos contrastes:
Rascacielos y chozas miserables, violencia salvaje y humanitaria compasión, a la vez que plasma la violencia de una manera franca y realista, sin romantizar el delito ni el comportamiento criminal.
La acción se ve motorizada por una serie de violentos incidentes que no son enfatizados, aunque sí mostrados en su objetiva crudeza, siempre orientando la atención hacia las causas de esa violencia.
Son escenas destacables:
La conversación con el antiguo minero accidentado, el cambio de impresiones de Tsotsi y Miriam; el cuidado del bebé, el juego de los dados con los compinches y otras.
Pero la película nos habla de los guetos de miseria superpoblados y abandonados a su suerte, de jóvenes sin futuro, de la recuperación inevitable de la memoria, de la posibilidad no amortizable de la redención, del drama real de la lucha por la supervivencia, de las razones de la ira de los jóvenes delincuentes, de la viabilidad de la integración multirracial, etc.
En su conjunto, el film crea un drama potente, conmovedor, emocionante y contundente; y si se acepta de punto de partida de la película, algo ciertamente traído por los pelos, todo lo demás es coherente, está bien llevado y perfectamente resuelto.
Se le puede achacar que si el principio es bastante bueno y crees que vas a ver una película cruel pero interesante; pero la verdad, la historia con el niño es de lo más exagerada, pues si Tsotsi intenta que nadie sepa su existencia, un bebé de 3 meses no puede dejarse solo por horas, pues comienza a llorar por atención, sea comida, está cagado, orinado, o desea cambio de posición o lugar, y no puede evitar llorar a todo pulmón, sobre todo desde la escena de la leche condensada, lleno de hormigas y sin ninguna picadura ni nada… menos creíble que sea transportado en una bolsa de papel…
Y ya sabemos que Tsotsi es un delincuente común, pero no me creo como actúa con el bebé para nada, se diría que no ha visto uno en su vida… y además, ni una vez se desespera con él.
Todo lo referente al bebé, no me lo creo, y como una curiosidad:
¿Solo a mí me parece que el protagonista tiene cara muy femenina, como de mujer?
Hubiera sido genial que ella se revelara como lesbiana o como heterosexual a espaldas de su propia pandilla… pero supongo que entraría en otros temas y se haría muy larga la historia; pero me encanta el desenlace, ese suspense que el director crea ante la posibilidad de que el protagonista reaccione de una u otra forma.
Aunque es demasiado violenta, se encuentran momentos tiernos y humanos; y parece que se busca el motivo que llegue a justificar tanta violencia en el protagonista, y llegamos a justificarlo de alguna forma, queriendo que al final se le dé al chico otra oportunidad.
Poe ello conmueve y se hace sentir, y eso ya es suficiente para considerar ésta, como una buena película; que no pretende tanto denunciar la injusta situación en que vive este muchacho y su entorno, como remarcar que su redención se lleva a cabo, no dañando a los que son más ricos que él.
Un camino muy diferente al que siguen, por ejemplo, los personajes del cine de los hermanos Dardenne, que jamás recurren a la explotación emocional de las situaciones que viven los protagonistas.
Tsotsi, en cambio, es un buen ejemplo de muchos de los defectos de cierto cine social, que pretende llegar al espectador por la vía fácil del sentimentalismo, pero qué bien funciona.
Por último, la banda sonora incluye música de Kwaito, interpretada por el popular artista sudafricano, Zola; y una partitura de Mark Kilian y Paul Hepker, con la voz del cantante y poeta sudafricano de protesta, Vusi Sidney Mahlasela Ka Zwane; cuya música se describe generalmente como “gente africana”, y a menudo se dobla como “La Voz de Sudáfrica”
El trabajo de Zwane fue una inspiración para muchos en el movimiento contra el Apartheid; y sus temas incluyen la lucha por la libertad, y el perdón y la reconciliación con los enemigos.
El tipo de música que se ofrece, es el llamado “kwaito”, un hip hop propio de los barrios marginales de Johannesburgo.
“Watter soort bastard sou 'n hond se rug breek?”
(¿Qué clase de bastardo le rompería la espalda a un perro?)
Los niños tirados en las calles, durmiendo en tuberías, sin otra compañía que la de la intemperie y la de otros niños que están en las mismas condiciones, dan la medida del modo en que funciona un país, del grado de corrupción, miseria y el “sálvese quien pueda”
Todos esos pequeños que se refugian en tiestos abandonados, y que se valen solos, hablan por sí mismos, acerca de las prioridades que rigen en demasiados lugares; pero que por desgracia, ellos no son, ni han sido y lamentablemente serán una prioridad para nadie.
Y es que esos pequeños sin techo se convierten, en el mejor de los casos, en Tsotsis; y si logran crecer antes de que la desidia los mate, tal vez puedan ir tirando haciéndose con armas, atracando a gente en el metro, o en la complicidad de la nocturnidad, e incorporándose a las bandas del barrio.
Y de ese modo, vivir al día, encerrando bajo llave la infancia, los sentimientos y cualquier plan de futuro.
Pues mañana está muy lejos, lo que cuenta es hoy, y si uno se preocupa sólo del hoy, la conciencia no ladrará al despertar al día siguiente.
Otro amanecer del gueto de Johannesburgo, donde El Sol no hace distinciones y brilla igual que en las zonas más privilegiadas de la capital, aunque lo que ilumine sea un espectáculo de chabolas, colas interminables ante las fuentes de agua potable, y reyertas, delitos y ajustes de cuentas.
Hoy en día en Soweto, posiblemente hasta 500,000 jóvenes hablan Iscamtho como su idioma principal, o uno de sus principales idiomas; y algunos de ellos lo aprendieron desde su nacimiento, y dominan Iscamtho mejor que cualquier otro idioma.
Como La Constitución de Sudáfrica estipula que todos deben ser educados en su lengua materna, los problemas lingüísticos en el sistema educativo son un tema importante en Soweto:
Los niños considerados por las autoridades como hablantes de zulú o sotho, son educados en esos idiomas; pero los idiomas utilizados en la escuela son los estándar.
Como resultado, muchos alumnos enfrentan problemas de comprensión, ya que en realidad no conocen esos estándares rurales.
Algunos pueden perder hasta el 30% de la información que reciben; y los maestros hasta ahora no pueden usar Iscamtho, aunque muchos de ellos lo hacen informalmente.
Además, la cuestión del lenguaje en el sistema judicial adolece del no reconocimiento de Iscamtho.
Los ciudadanos sudafricanos tienen derecho a ser juzgados en su idioma, pero las disposiciones solo se proporcionan para los 11 idiomas oficiales del país.
Como consecuencia, los hablantes de Iscamtho de lengua materna, se enfrentan a desigualdades en comparación con el resto de la población, ya que pueden ser probados en un idioma que no es el que mejor dominan.
Por el contrario, al tratar de utilizar “su” idioma en La Corte, rara vez tienen la oportunidad de contar con el apoyo de un traductor que pueda entender este idioma, ya que los traductores son reclutados por su competencia en uno o más de los 11 idiomas oficiales.
Se debe considerar que lo que ocurre con las comunidades nativas de habla Iscamtho, también se puede aplicar a otras comunidades de habla Tsotsitaal en Sudáfrica, en los pueblos negros, así como en los pueblos de color, donde las poblaciones de habla afrikaans tienen sus propios Tsotsitaals.
La mayoría de las veces, cuando se celebran en la capacidad o el espacio de los medios, los hablantes de Tsotsitaal se presentan de manera tal que se describirán las generaciones anteriores de dicha cultura; bastante violento, confabulador e inquieto.
Este tipo de representación de los medios, generalmente propaga la lógica; como todos los idiomas marginados y no oficiales; que no hay ni puede haber una voz de razón, inteligencia, amor o incluso respeto entre sus hablantes.
Esto entonces, puede ser la razón de por qué muchas comunidades e instituciones no reconocen el idioma.
Sin embargo, hay un nivel muy distinto de respeto acompañado por el lenguaje que muchos pueden no entender.
Cuando un hablante de Tsotsitaal ve y encuentra a otro; se puede atestiguar un sentido muy profundo de respeto y pertenencia.
Es curioso como una palabra, por su significado, puede generar tanto distanciamiento.
Tsotsi se merece volver a ser David.

“Hoop sal jou bevry”
(La esperanza lo hará libre)



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