Hitchcock

“Good evening”

Durante la década de los 60 y 70, el cine norteamericano se adaptó a una nueva situación en la que la audiencia del cine había descendido en cantidades alarmantes, por lo que la industria de la gran pantalla dedicó sus realizaciones más a la televisión, dada la creciente demanda por la programación de la pequeña pantalla.
El cine que se realizaba en ésta época, contenía un alto grado de crítica social en la mayoría de los filmes, y algunos mostraban, y realizaban, una crítica a la sociedad norteamericana de esas décadas.
Para 1958, el cineasta Alfred Hitchcock ya había recibido varios premios:
El Globo de Oro a la Mejor Serie de Televisión: “Alfred Hitchcock Presents”, y La Concha de Plata en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián por “Vertigo” (1958) protagonizada por James Stewart y Kim Novak.
Por desgracia, ese mismo año, le diagnosticaron un cáncer a su mujer Alma Reville, lo que le afectó profundamente.
Alma Lucy Reville, conocida como Lady Hitchcock, fue una actriz, asistente de dirección, y esposa del director cinematográfico Alfred Hitchcock, a quien conoció mientras trabajaban juntos en su primer trabajo como realizador.
De origen protestante, Alma se convirtió al catolicismo, antes de casarse con Hitchcock.
Cuando Alma y Hitchcock se conocieron, fue mientras ambos trabajaban para la empresa Famous Players-Lasky Studio, de la compañía Paramount en Londres, en los primeros años de la década de 1920, contrayendo matrimonio en diciembre de 1926.
A partir de entonces, Alma Reville se convirtió en la mano derecha del director británico, colaborando con él en la escritura de guiones, editando, haciendo doblaje de voces, y comprobando la continuidad de la historia, y los decorados.
De esa manera, Alma se dedicó también, a trabajar como editora en películas de otros directores como:
Berthold Viertel y Maurice Elvey
Si bien la gran mayoría de sus trabajos fueron junto a su esposo; Alma se especializó en revisar los diálogos, y descubrir ciertas incongruencias de los guiones y argumentos que fastidiaban a Hitchcock.
En 1959, Alfred rodó “North By Northwest” protagonizada por Cary Grant y Eva Marie Saint.
La imagen de Cary Grant, huyendo de una avioneta por los campos es ya una imagen inolvidable para los cinéfilos; y es considerada una de sus mejores películas del director.
Ya en 1960, Hitchcock dirigió “Psycho” protagonizada por Anthony Perkins y Janet Leigh.
“Psycho” fue uno de los mayores éxitos de su carrera, de hecho, el film contiene una de las escenas más impactantes de la historia de El Séptimo Arte:
El asesinato de su protagonista, Janet Leigh, en la ducha, a mitad de la película, en parte, llevando la contraria al lo estipulado en el horrible El Código Hays, el cual fue un código de producción cinematográfico, que determinaba con una serie de reglas restrictivas, qué se podía ver en pantalla, y qué no, en las producciones estadounidenses.
Creado por la asociación de productores cinematográficos de Estados Unidos (MPAA) el código describía lo que era considerado moralmente aceptable.
Fue escrito por uno de los líderes del Partido Republicano de la época, William H. Hays, uno de los principales miembros del MPAA, y se hizo popular bajo su apellido.
Dicho estatuto se aplicó desde 1934, hasta que se abandonó en 1967, para dar lugar al nuevo sistema Clasificación por edades de la MPAA.
El código constituyó un sistema de censura, que prohibía la exhibición, en Estados Unidos, de la mayoría de las películas europeas, o independientes, que a menudo violaban “el estilo de Hollywood”
Los principios generales del código eran los siguientes:
No se autorizará ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores.
Nunca se conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el mal, o el pecado.
Los géneros de vida descritos en el film serán correctos, tenida cuenta de las exigencias particulares del drama y del espectáculo.
La ley, natural o humana, no será ridiculizada, y la simpatía del público no irá hacia aquellos que la violentan.
Curiosamente, había un apartado para “Los Decorados”, en cuanto “Los Dormitorios”:
El buen gusto y la delicadeza deben regir la utilización de los dormitorios.
Evitar dar demasiada importancia a la cama.
Es preferible que las parejas ca­sadas duerman en camas separadas.
Si es imposible, evitar la cama común, no se permitirá bajo ningún concepto, mostrar a la pareja en la cama al mismo tiempo.
Y es prohibido mostrar retretes...
A la postre, la demanda de tramas más realistas, y la evolución de la sociedad estadounidense, dictaminó la desaparición del Código Hays a finales de los años 60.
Esta conclusión, como cité, dio paso al sistema de clasificación por edades que se conserva hasta hoy en día.
Además de observar esta etapa de la historia del cine, como una época marcadamente restrictiva en muchos aspectos, creo que también debe apreciarse con admiración, por el talento de tantos cineastas, que convirtieron en irrepetibles sus maniobras de despiste.
A pesar de que hoy en día se haya perdido bastante esta capacidad de sorprender al espectador, y confiar en su intelecto, también los tiempos han cambiado, yo les diría que lo que la tijera ha separado, que lo recupere el hombre.
Regresando a “Psycho”, es una de las pocas películas de ésta época, en la que se presenta tan directamente la violencia.
En “Psycho” podemos ver:
Sexo fuera del matrimonio, algún semidesnudo, y el asesinato de un personaje principal, antes de la mitad de la proyección, hecho que hasta esa fecha, no se había dado en ningún otro largometraje.
Tal y como le reconocía el director Alfred Hitchcock a François Truffaut en “El Cine según Hitchcock” ése era el fin último de “Psycho”:
“La construcción de esta película es muy interesante, y es mi experiencia más apasionante como juego con el público.
Con “Psycho” dirigía a los espectadores, exactamente igual que si tocara el órgano”
Pero en lo personal, era tanta la debilidad del londinense por las maneras de sus protagonistas rubias:
Kim Novak, Tippi Hedren, o Grace Kelly, que su esposa Alma Reville, furiosa y arrebatada por los celos, pudo haberse refugiado en los brazos de un presunto amante, Whitfield Cook, guionista al que conoció durante el rodaje de 2 de las películas de Hitchcock:
“Stage Fright” (1950) y “Strangers On A Train” (1951)
En principio, puede parecer que Alma fue una mujer humillada por las supuestas historias de su marido con las actrices protagonistas de sus filmes, pero no es así, ni de lejos.
No sólo porque “El Maestro del Misterio” estaba lejos de poder llegar a dar ese paso, sino porque Hitchcock no era nadie sin Alma Reville.
Dicho de otra forma, un tanto más poética:
“Alma Reville era el alma de Hitchcock”
Alma era todo para Hitch:
Montadora de cine, guionista, confidente y, sobre todo, tenía claro que su marido tenía que enamorarse de su actriz principal durante el rodaje y, por supuesto, desenamorarse cuando terminara la película.
De hecho, Alma daba el aprobado final a los actores de las películas de Hitchcock, daba el aprobado a los guiones, los cambiaba, asesoraba a su marido sobre escritores, etc.
Siempre se ha dicho que Hitchcock se dormía en los rodajes, cosa que sólo es cierta en su última película “Family Plot” (1976), pero lo que sí es verdad, es que se aburría en ese proceso de montaje, más que nada porque la película, llegado ese punto, ya estaba perfectamente hecha en su cabeza, totalmente organizada, y el rodaje consistía en acercarse lo más posible a esa idea; pero las películas las hacía en su casa, con Alma.
Allí le daban vueltas a todas las posibilidades, a los problemas, a los cambios de última hora...
Alma Reville estuvo acreditada como guionista en muchas ocasiones, pero no en todas.
En cualquier caso, la filmografía de Hitchcock es la filmografía de Alma; y aunque sabemos muchas de sus aportaciones, porque el marido nunca ocultó la sabiduría cinematográfica de su mujer, nunca sabremos la totalidad de la aportación de Alma a El Séptimo Arte.
Lo que sabemos, es que Hitchcock no aprobaba, o desaprobaba algo sin consultarlo con ella.
Los últimos años de vida de la pareja fueron trágicos.
Hitchcock siempre pensó que se moriría primero, ya que como él mismo decía:
“Era un día mayor que su mujer”
La mala suerte hizo que Alma tuviera un derrame cerebral que acabaría repentinamente, con la carrera cinematográfica de Alfred Hitchcock, que no quiso dirigir “The Short Night” para no alejarse de casa.
Pese a los avatares, y el particular genio de su marido, Alma estuvo casada con él casi toda su vida, desde el 2 de diciembre de 1926, hasta la muerte del director en 1980.
Dos años después, el 6 de julio de 1982, Reville diría adiós a los 82 años de edad, por causas naturales, tras sobrevivir a un cáncer de mama.
La genialidad genera grandes dosis de testosterona que han de ser sabiamente canalizadas, cosa que no siempre hacen.
Picasso no se cortaba a la hora de ser esclavo de su soberano deseo, y Hitchcock se reprime como buen anglosajón.
No hay que olvidar que en esta cultura, la anglosajona, expresar los sentimientos públicamente, es signo de mala educación.
“I will never find a Hitchcock blonde as beautiful as you”
Hitchcock es una película dramática, con tintes de suspense y comedia estadounidense de 2012, dirigida por Sacha Gervasi.
Protagonizada por Anthony Hopkins, Helen Mirren, Scarlett Johansson, James D'Arcy, Jessica Biel, Toni Collette, Danny Huston, Michael Stuhlbarg, Kurtwood Smith, Richard Portnow, Ralph Macchio, Michael Wincott, Frank Collison, entre otros.
Hitchcock está escrita por John J. McLaughlin y Stephen Rebello, basados en el libro “Alfred Hitchcock And The Making Of Psycho” del escritor, guionista y terapeuta clínico, Stephen Rebello, que trata sobre el rodaje de la película “Psycho” (1960), una de las joyas de Alfred Hitchcock.
El libro se publicó en 1990, donde el autor investigó a fondo, registros personales, archivos, y se entrevistó con la mayoría de las personas involucradas en el rodaje de “Psycho” (1960)
El libro fue bien recibido por la crítica, y hasta recibió elogios del actor Anthony Perkins, protagonista del film original, así que asumiremos que lo que cuentan es, mayoritariamente, verídico.
Hitchcock está nominada a los Oscar de la Academia, en la categoría de mejor maquillaje y peluquería.
Si bien Hopkins hace un buen trabajo como Hitchcock, la caracterización que me dejo boquiabierto, es la James D'Arcy, quien no representa a Tony Perkins sino que se limita a hacer de Norman Bates.
¿Hay alguien sobre la faz de La Tierra que no sepa quién es Alfred Hitchcock?
Por eso mismo, tal vez, Hitchcock se apropia del apellido del director para presentar un retrato del cineasta, que no necesita de presentación alguna, para cualquiera que se precie tanto de respirar, como de seguir respirando.
Hitchcock es muy recomendable para fans del director, y de “Psycho” (1960), y a los que nos gusta esto del cine dentro del cine.
Aunque para las nuevas generaciones, o quienes no tengan conocimientos previos del personaje, se pueden llevar una impresión equivocada; por tanto es necesario ver antes, el film “Psycho” (1960)
Por otra parte, Hitchcock es un filme bastante nerd, a uno le tiene que gustar el cine, debe saber algo sobre este glorioso inglés, que dirigía como los dioses y, especialmente, debe haber visto Psycho, a final de cuentas, ésta no es una biografía del director, sino el “racconto” de los entretelones, por los cuales debió pasar durante un año y medio, para que pudiera rodar el filme que hoy todos consideramos como un clásico.
El director Sacha Gervasi, se centra en la faceta menos conocida de este mago del cine, y en la relación con su esposa y ayudante.
Aún así, Hitchcock no olvida su obsesión por las rubias, sus excentricidades, su fama de director imposible, y su ingenio.
Todo eso, que hace unos meses retrató Julian Jarrold en “The Girl” (2012) una película para la televisión, que detallaba la compleja relación entre Alfred Hitchcock (Toby Jones) y Tippi Hedren (Sienna Miller) durante el rodaje de “The Birds” (1963) cronológicamente, la siguiente película tras “Psycho”
Hitchcock está dividida en 3 subtramas:
El rodaje de “Psycho”, la obsesión de Hitch con el asesino Ed Gein, y el supuesto romance que mantenía su esposa con un guionista del staff del director.
Así, Hitchcock nos cuenta una historia de amor, en tiempos de la producción de “Psycho” (1960), un proyecto que el director tuvo que financiar de su propio bolsillo, debido a la falta de apoyo de los estudios hollywoodienses, horrorizados ante la idea de tener que producir una película, basada en la vida de un asesino en serie, Ed Gein que, además, incluía una escena en la que se mostraba un inodoro, y una mujer desnuda en la ducha, amén de voyerismos, “necrofilias and friends”
El empecinamiento de Hitch en realizar “Psycho” también respondía a su necesidad de demostrar que, a sus 60 años, era un realizador al que le quedaba mucho por decir.
Cabe señalar que Hitchcock no es un “biopic” de esos que repasan la vida y obra de su protagonista, sino uno de esos relatos, que toman uno de los momentos decisivos y definitorios de ese trayecto vital y profesional.
El rodaje de aquella película, ha sido motivo de fascinación para cinéfilos y mitómanos, una seducción por las leyendas que surgen detrás de las cámaras, que recogía el libro de Stephen Rebello “Alfred Hitchcock And The Making Of Psycho”
Así, aparte de la dificultad que tuvieron para que una película tan mítica, viera la luz, se centra la trama en la difícil relación que llevan Hitch y su esposa.
Hitchcock dedica la famosa teoría de que:
“Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer”
Y esta es la crónica de un matrimonio desgastado por el paso de los años, en donde el estallido de una crisis, sirve para redescubrir que aún hay fuego entre ambas partes.
Las mejores bazas están en la pirotécnica verbal, entre Hitch y su esposa Alma, una mujer de armas tomar, y que destila inteligencia por todos sus poros.
Hitchcock inicia con un crimen, y la clásica presentación de Hitchcock (Anthony Hopkins) que hace referencia a la naturaleza del hombre por el crimen.
Después, en el estreno de “North By Northwest”, un periodista aprovecha el momento para preguntar a Hitch, si no es tiempo para retirarse, ahora que está en la cima.
Este comentario más que deprimirlo, lo impulsa a buscar un nuevo proyecto, que mantenga el prestigio que ya ha alcanzado.
Y pone sus ojos en el libro “Psycho” de Robert Bloch, que narra los crímenes de un asesino serial, al mismo tiempo su esposa Alma (Helen Mirren) le presenta el libro de Whitfield Cook (Danny Huston) amigo de ella, el que podría ser el próximo proyecto del director.
Eran los finales del 50, y Alfred Hitchcock ya era considerado como uno de los grandes del cine, con una larga carrera a sus espaldas, y no pocos éxitos en ella.
Su nuevo proyecto, sin embargo, era un atrevimiento que despertaba demasiadas dudas:
“Psycho” de Robert Bloch, cuyas escenas de asesinato, y el destino fatal y temprano de su protagonista, iban a suponer más de un problema.
La trama de “Psycho” gira en torno a una oficinista Marion Crane, cuando roba 40,000 dólares, y se escapa de la ciudad para comenzar una nueva vida, y con la esperanza de estar con Sam, su amante, sin embargo, tiene la mala fortuna de ir a parar al motel de Norman Bates, un joven que se dedica a disecar animales, y que resulta ser un asesino.
Cuando la oficinista no aparece, Lila, la hermana de Marion, junto con Sam va al motel de Bates con el fin de hallar las respuestas de la desaparición.
El rodaje de “Psycho”, quizá su película más legendaria, iba a ser un proceso duro y lleno de obstáculos, en el que fue decisivo el apoyo y la inspiración creativa de su mujer Alma Reville.
Hitchcock es el proceso de producción, rodaje, montaje, y distribución de uno de los clásicos del cine, en una película en la que todo gira en torno a la relación entre Hitch y su esposa.
Sin ella, “Psycho” no habría existido.
Hablando a cámara, como hacía el director en sus famosos episodios de “Alfred Hitchcock Presents”, Hopkins se convierte en el Hitchcock menos conocido, el hombre enamorado e inseguro.
Y lo hace mientras se filma su más audaz aventura cinematográfica, que se convertiría en el filme más controvertido del director, y también en el más legendario.
Pero nadie en Hollywood le tiene confianza al proyecto, ya que consideran que el libro es demasiado explícito y pulp, y que sólo terminará por hundir de manera irremediable, la carrera de Hitchcock.
Siendo esquivado por estudios y productores, Hitch decide avanzar por su propia cuenta, y para ello hipoteca su casa y el resto de sus bienes; pero, al mismo tiempo, ha comenzado a sospechar que su esposa Alma Reville, mantiene un affaire con uno de sus guionistas.
Todo ello desembocará en un ambiente de paranoia para Hitchcock, quien acosado por las presiones de todo tipo y color que padece ante semejante situación, comenzará a tener alucinaciones, en donde el mismo Ed Gein, se le presentará para darle consejos sobre su vida personal.
Cuando, contra todo pronóstico, la tumultuosa producción llegó a su fin, la forma de hacer cine cambió para siempre; pero sólo unos pocos supieron que, realmente hicieron falta 2 para llevar a cabo “Psycho”
Y como sabemos, fue un gran éxito.
¿A qué se debe?
En Hitchcock se plantea que Alma, y las personas involucradas en el proyecto, metieron mano y gracias a eso, “Psycho” dio un giro espectacular.
Esta idea no me convence, tal vez así sucedió, yo tengo una idea preconcebida, que indica que el genio y la locura de Hitchcock, son las que rigen en toda la película.
En la entrevista que hace Françoise Truffaut a Alfred Hitchcock, éste menciona que el proceso de producción es lo más aburrido, porque sólo se ejecuta lo que ya se pensó.
Dicen que Hitchcock creaba todos sus filmes en su cabeza, visualizaba hasta el menor detalle, y todo lo plasmaba en el guión, no dejaba nada a la improvisación, porque ya había considerado todas las posibilidades.
Y es que “Psycho” puede gustar hoy día, pero fue una película que se atrevió a mostrar en pantalla, unos cuantos tabús que incomodaban a la somnolienta, engominada, y encorbatada Norteamérica de los años 50.
Bueno, al menos a sus censores.
¿Y la historia de amor?
Sí, de hecho Hitchcock es la historia de amor entre Alfred y la mujer con la que compartió 50 años de matrimonio:
Alma Reville, una figura en la sombra que está siendo reivindicada, cada día más, como uno de los pilares fundamentales del cine de Hitchcock.
Hitchcock se suma a esta, según dicen los expertos en Historia del Cine, más que justa reivindicación.
Así que Hitchcock es, también, una película muy feminista.
El cineasta dijo una vez:
“Creen que he perdido mi toque”
Y decimos ligero, porque a pesar de proponer tránsitos argumentales realmente interesantes, como la perversa, pueril y trágica a un tiempo, obsesión del artista por sus actrices principales, su relación anímica con su propia obra, genial la inclusión en su paranoia de la figura de Ed Gein (gran Michael Wincott), y su hasta cierto punto falso, control sobre los procesos creativos, e industriales de su trabajo, Hitchcock no es al final, sino una comedia entre lo cínico, lo sarcástico, y lo dramático, que orbita en torno a postulados meta-cinematográficos, que ceden a la tentación del cuento otoñal, acerca de ese amor que todo lo puede.
Y más aún, teniendo en cuenta que Hitchcock marcó el tránsito definitivo en Hollywood, hacia la consideración del Director como “Estrella”, poniendo fin a la era del Productor como “Dominador Absoluto”
La realización de Hitchcock es correcta, pero utiliza recursos muy fáciles para confeccionar el discreto apartado visual del filme, el abuso a la hora de mostrarnos el perfil de Hitchcock, por ejemplo.
En todo caso, sí destacaría un momento muy logrado, el que observamos cuando el protagonista de la historia, sale de la sala de cine en la que se proyecta “Psycho” y, como si de una coreografía se tratara, se deleita con los gritos de la platea, en la famosa escena de la ducha, o bien, los elementos que introduce para otorgarle una mayor trascendencia a la cinta, caso de las apariciones de Ed Gein.
Únicamente en las secuencias oníricas, en que el imaginario de Hitchcock crea su película, encontramos cierto clima de terror, y algo de veracidad, pero todo se diluye frente a la desvitalizada realidad de Hollywood.
Incluso, se puede decir que esos momentos de inspiración, que le proporciona Ed Gein, resultan chocantes, y necesarias, para la búsqueda del suspense.
En cuanto a la producción, el trabajo de la diseñadora Judy Becker, y el director de fotografía Jeff Cronenweth, se centró en resaltar colores característicos de los años 50, sin referencias reales del rodaje de “Psycho”, ya que todas las fotografías que existen, al igual que la propia película, son en blanco y negro:
“No contar con un registro visual, podría considerarse un hándicap, pero también podría verse como algo extraordinariamente liberador, que fue mi opción”, dice Becker.
Por lo que respecta a las localizaciones, destaca la recreación de la residencia Hitchcock, cuyos exteriores pertenecen a la calle Alpine Dr. de Beverly Hills, y cuyos interiores, se replicaron en la ciudad de Pasadena.
El maquillaje es otro de los aspectos estrella de la propuesta, en particular la transformación a la que se sometió Hopkins, para parecerse al director inglés:
“Tanto Anthony Hopkins como Hitch son muy conocidos, por tanto, al ver las películas que hicieron a Hitch ser quien es, ya ves cómo podría quedar Anthony Hopkins insertado en ellas”, asegura el maquillador Howard Berger.
“Muchas cosas son diferentes:
La forma de la cabeza, la disposición de los ojos.
Nuestro objetivo era dar con la combinación ideal, para que Tony pudiera trabajar con su maquillaje, y dar vida al personaje con su inimitable estilo”
Lo mejor de Hitchcock, sin lugar a dudas es el trabajo de los actores; el mayor atractivo reside en sus grandes interpretaciones.
Podemos ver, debajo de capas de maquillaje, como Anthony Hopkins disfruta interpretando al “Maestro del Suspense”, aunque no cambie de vestuario en toda la película, el mismo traje negro, incluso cuando ayuda a Alma en el jardín...
Maravillosa Helen Mirren, como siempre, como la excepcional e inteligente esposa del genio, a la que debemos que la famosa escena de la ducha tenga banda sonora, pues Hitch la quería sin sonido.
Resulta difícil reconocer a la camaleónica Toni Collette, detrás de las gafas de la eficaz secretaria Peggy Robertson, y grandes cameos para Ralph Macchio como el guionista Joseph Stefano, y Richard Portnow como el escéptico presidente de Paramount Pictures.
“Yo había oído hablar de Alma, pero quien realmente me permitió entender lo importante que fue para Hitchcock fue su hija Patricia, autora de unas memorias tituladas, precisamente, “Alma Hitchcock: The Woman Behind The Man”
Todo el mundo consideraba a su padre un genio, pero ella prefirió escribir sobre su madre.
No puede haber reconocimiento mayor.
Y en el libro, Patricia habla de Alma, como de una persona feliz, sin resentimientos, a la que no le importó que todos los méritos se los llevara su marido, aunque ella colaborara en casi todas sus películas, y tomara decisiones clave” explica Mirren durante un encuentro con la prensa en Londres.
Anthony Hopkins, que se ha metido en la piel del director, va más allá:
“Ella era la instigadora, y la fuerza clave en su vida, pero creo que prefirió quedarse en segundo plano, porque sabía perfectamente, que su marido era un narcisista.
A él le encantaba ser una celebridad, era un hombre brillante, pero como muchos hombres brillantes, era un egoísta.
Alma, en cambio, era una persona tolerante, y eso facilitó su relación”
De hecho, en Hitchcock, tiene un peso muy grande, la relación con Alma, su mujer, interpretada por Helen Mirren.
Tengo que decir que cada segundo en el que comparten pantalla, es una delicia para cualquier amante del cine.
Sus diálogos son brillantes, y la química mostrada por ambos, es tan grande, que hace que la evolución de su relación vaya ganando en interés a cada momento.
Digo esto, porque en un principio, yo estaba más interesado por lo relacionado con el rodaje, y finalmente, las partes alejadas del plató han ido ganando fuerza, hasta el punto de que al final, todo el círculo se cierra, demostrando que aquí nada está puesto para rellenar.
Cabe mencionar también, el trabajo de Toni Collette, actriz que hace grande cualquier papel que interpreta, por pequeño que sea en el guión, como es el caso.
O el esfuerzo que hace Scarlett Johansson, para dar cuerpo, voz, y curvas a Janet Leigh, aunque sin conseguirlo demasiado.
Y como no, lo mejor de Hitchcock es el principio y ese final…
Aun conociendo el final de “Psycho”, la película tiene su intriga, y es creíble todo lo que nos cuentan:
Sus personajes parecen de carne y hueso, y suscita curiosidad durante los 98 minutos de metraje de Hitchcock.
“You may call me Hitch.
Hold the Cock”
Hitchcock es la personalización entre el cine de suspenso, y la comedia romántica.
No creo que películas como Hitchcock, le hagan ningún favor a ese gran genio del cine que fue Alfred Hitchcock.
Él aportó valores cinematográficos que no se reflejan en Hitchcock, dejándonos con la sensación, de que hay mucho más en su trayectoria como cineasta, que aquí no aparece.
Sin embargo, centrarse en los entresijos y vicisitudes de “Psycho”, no me parecen suficientes, pero si interesantes.
Gervasi dirige con pasión, pero se limita a seguir de forma reverencial, la figura y sombra del mítico director, sin añadir más oficio, que captar todos los gestos caricaturescos de su protagonista.
Pura rutina sin nada destacable.
En cuanto a la imagen que se nos muestra del director, podemos ver al corpulento personaje de morboso y mordaz sentido del humor que nos es tan familiar, pero es sorprende descubrir también, a un hombre con fetiches y fobias, como para pasar años en terapia, un personaje irritable, a veces caprichoso, comedor compulsivo, bebedor en exceso, un gran observador, rayando el voyerismo, y muy celoso con su mujer.
También sorprende conocer, la forma en que trata a sus actores en general, y a las actrices en particular, con un desdén que resulta incomprensible, en un director tan meticuloso con su obra.
Quizá confiaba más que ellos mismos, en el talento, y el instinto de sus actores.
El caso de Vera Miles (Jessica Biel) es diferente, Hitchcock se muestra resentido y rencoroso, pues le ofreció ser la estrella de “North By Northwest” (1959), y ella no pudo rodar, pues estaba embarazada, y parece que Hitch no se lo perdonó.
Muchos insisten que Hitchcock es una caricatura del director, y ello me obliga a hacer diferencias fundamentales, entre el retrato y la caricatura.
El retrato suele ser preciso, busca arrancar un retazo de alma, para plasmarlo en el lienzo.
Sus trazos y matices son, habitualmente, fieles a la figura a la que mira, pero no impiden que extraiga su lado más humano, o la parte más mezquina de la persona.
La caricatura, por contra, reduce a un único plano al personaje, lo define en la exageración de su rasgo más visible.
Su comedia, sustentada en el gusto por la desproporción, salta a primera vista, pero pierde su fuerza cuanto más es observada.
Todo se nos presenta en Hitchcock, desde el artificio de la puesta en escena, desde una planificación, y un montaje que tratan de imitar al maestro, con sus picados y su fragmentación de la imagen, o con la música de Bernard Herrmann, aunque sea aprovechando el rodaje de “Psycho”, pero cuyo resultado es algo insulso, y no pasa de la imitación.
Cabe decir que muchos creen que ni Scarlett Johansson logra reflejar la inquietud de Janet Leigh en su huida, ni Jessica Biel da el pego como Vera Miles.
No son más que sombras de los originales tratando de suplantarlas.
Y concluyo que Hitchcock es la viñeta del director y el “biopic” de “Psycho” por tanto, el director Sacha Gervasi, no tiene opción que usar en muchos casos “copy/paste” y era de esperar, naturalmente no se puede inventar nada sobre Sir Alfred Hitchcock.
“No one... 
BUT NO ONE...
Will be admitted to the theatre after the start of each performance of Alfred Hitchcock's Psycho”
En cuanto a los entretelones de la filmación y producción de “Psycho” los aspectos principales se mantienen:
El endeudamiento personal para financiar el proyecto con su propio bolsillo; la pelea con los estudios y con la censura; el armado de una campaña de publicidad tan ingeniosa, como efectiva, prohibiéndole la entrada a la gente después de iniciada la proyección, y poniendo guardias de seguridad en la salida de los cines, para evitar que la gente se escape corriendo, ante el horror de la clásica escena de la ducha, pero otros están omitidos, como el discutido montaje de la escena del baño de Janet Leigh, cuya autoría ha sido disputada por Saul Bass, o las pruebas que hizo Hitch con el muñeco putrefacto, que hace las veces de madre de Norman Bates, y que testeó numerosas veces con las actrices, aunque aquí el detalle aparece en una única escena.
Como anécdota, se puede decir que durante el rodaje, “Psycho” fue conocida como “La Producción 9410” por motivos de secretismo impuesta por el director.
También, debemos comentar, que para ahorrar tiempo y dinero, el director utilizó el equipo técnico que rodaba su popular serie de televisión, dando como resultado, una producción que costó alrededor de 850,000 dólares, y que en 30 días de proyección, recaudó más de 40 millones.
Por supuesto, la crítica de cine de la época laureó la película, y fue nominada a 6 Oscar de La Academia, así como otros premios más, algunos de los cuales ganó, como Mejor Película por parte del New York Film Critics Circle en 1960, Mejor Actriz Secundaria en los Golden Globe de 1961, y en 1998, “Psycho” fue considerada, La Mejor Película Americana, según The American Film Institute; por lo que ya se supone, que aun hoy en día, sigue teniendo un gran éxito entre los críticos de El Séptimo Arte.
Podemos decir que “Psycho” es en la obra de Hitchcock, la que sobrepasa la línea del suspense al terror.
Es necesario destacar varios aspectos o, mejor dicho, algunos elementos que el director utiliza en su obra.
“Psycho” consta de imágenes y secuencias horizontales y las verticales, dialéctica que ya Murnau utilizaba en el expresionismo alemán, para crear tensión en el espectador.
Lo horizontal representa la tranquilidad, teniendo como exponente el motel, y por otra parte, tenemos la casa de la colina, que nos muestra un elemento vertical, lo que nos desconcierta en cierto sentido, también, podemos tomar como ejemplo, el movimiento del cuchillo subiendo y bajando.
Pero aparte de esto, también podemos encontrar recursos de otro tipo, típicos de Hitchcock durante todo el largometraje, como pueden ser las transparencias que coloca cuando viajan en coche, o el ya famoso cameo, donde el director aparece con un sombrero tejano.
El hecho de que, en la escena de la ducha no aparezca ninguna herida, es claramente intencionado, ya que así el espectador lo tiene que imaginar, por lo que la sugerencia da más suspense.
Otro de los elementos que se dan en las realizaciones de Hitchcock, son en las que quiere transmitir tranquilidad, pasa de lo más alejado a lo más cercano, como en el comienzo de “Psycho”, cuando pasa de la ciudad de Phoenix, a la habitación de un hotel; hecho que también sirve en este caso, para saber que los personajes se encuentran en una situación, digamos ilegítima, ya que el hombre está casado, aun así, la mujer se queda sin almorzar para estar con su amante.
Pese a que pueda parecer algo muy meditado, y que casa perfectamente con la estética lúgubre, se decidió rodar en blanco y negro, en formato de pantalla 4:3, cuando lo que estaba de moda en ese tiempo, era el color y el Cinemascope, para hacer los costes más asequibles.
Donde más se ahorro, sin embargo, fue al no contratar “estrellas”, cuyos salarios desorbitados no gustaban demasiado al británico, quien tenía a los grandes divos cierta tirria.
La única “estrella” probada era Janet Leigh, pero su Marion Crane moriría a la media hora de metraje.
Su salario sería de 25,000 dólares, un cuarto de su sueldo habitual.
Su imagen sirvió para vender “Psycho”, aunque Hitchcock guardó el secreto de la muerte de su protagonista bajo llave; siendo uno de los secretos mejor guardados de la historia del cine.
La mítica escena de la ducha era todo un misterio y, durante los primeros días incluso, nadie podría entrar a las salas de cine con la película empezada.
El empeño de Hitchcock por mantener a la audiencia con los ojos vendados, se convirtió en su obsesión hasta el día del estreno.
El objetivo era mantener la experiencia cinematográfica viva y sorprendente.
El momento más claro, es el de la ruptura de las expectativas narrativas, porque el personaje de Norman Bates (Anthony Perkins) aparece de repente en la historia, sin que nadie lo espere, una especie de personaje secundario, que se apropia de un relato que no es el suyo.
Y es que “Psycho” está llena de elementos narrativos, que buscan que el espectador no se cuestione nada, ni descubra los entresijos del enigma que se plantea, la posesión de Bates a cargo de su madre muerta, que se deje llevar por donde quiera llevarle el director.
Así, tenemos secuencias como la del asesinato del detective en la escalera de la casa:
Para que no veamos el rostro de Bates en el momento del crimen, la cámara va variando su posición, mientras el espectador está distraído, siguiendo atento la conversación que se produce de fondo.
O el momento en el que, mientras está huyendo en el coche, Marion se encuentra a su jefe cruzando un paso de peatones, produciéndose un cruce de miradas que centran la atención en el conflicto de la protagonista, que se sabe culpable por el robo que está cometiendo.
Algo que sería imposible en la actual era de Internet, donde la información diaria, cargada de spoilers, está a la orden del día.
Con ello, se perdería parte de la magia.
Los directores de salas, por su parte, se resistieron en un primer momento, a la novedosa idea, aunque enseguida vieron que el experimento había funcionado, las colas de gente se agolpaban a la entrada.
Ni siquiera el tráiler, casi un corto documental, daba pistas sobre el argumento.
Respecto al “cast” de “Psycho”, Anthony Perkins tenía una probada cualidad como secundario, tras su nominación al Oscar por “Friendly Persuasion” (1956)
El actor cobró 40,000 dólares, y en su cuerpo se diseño la triste figura de Norman Bates, el asesino que en la novela era un obeso y alcohólico de 40 años, se convirtió en un personaje mucho más misterioso, elegante y afeminado.
Ambos actores, Perkins y Leigh, tenían permiso para improvisar, y hacer suyos los roles.
Un personaje que, sin embargo, dejaría irremediablemente encasillado al actor Anthony Perkins.
La mítica escena de la ducha, mil veces interpretada, homenajeada, y parodiada, dio bastantes dolores de cabeza al equipo tras las cámaras.
Llena de cortes de cámara, y planos detalle, la secuencia diseñada por Saul Bass, tardó en una semana entera en rodar.
Por si no fuera suficiente esfuerzo, el puesto en la secuencia clave, la esposa del director Alma Reville, descubrió un error de “raccord” en la cuidada estructura, a pocas semanas de lanzar “Psycho”:
Después de la muerte de Marion Crane, la víctima parpadeaba.
Los expertos no quedaron del todo contentos tampoco al verlo, pues el iris de la asesinada no se dilataba después de su muerte.
Hitchcock lo sabía pero, dado que tardaría 6 semanas en hacer las lentillas especiales, decidió desechar la idea.
Pese al uso de la sexualidad y violencia sin precedentes, al que tanto miedo tenía Paramount, “Psycho” fue un rotundo éxito.
A los censores de la época les chirriaron los dientes, hasta con la primera escena, en la que la pareja protagonista se dispone a vestirse en plena cama, tras lo que obviamente había sido sexo extra-matrimonial.
La leyenda alrededor de este rodaje, lleno de altibajos, tiene fundamento suficiente, incluso para crear su propio argumento.
“Hope you don't mind, I told Mrs Bates she could use your dressing room”
Ahora “Psycho” ya está plenamente integrada en el imaginario popular y sus “sorpresas” son de dominio público, y aunque no fuera así, posiblemente no impresionaría al joven cinéfilo de hoy en día, que ha crecido con películas de “twist” imprevisible, pero quiero creer que su atmósfera sórdida, y su tensión opresiva se mantienen tan frescas como el primer día.
En su momento, en 1960, “Psycho” fue toda una revolución por muchos motivos, pero el principal, fue que por primera vez, el monstruo de una película de terror no era un vampiro, un hombre lobo, una bestia gigante, o un extraterrestre, sino alguien terriblemente humano.
Por primera vez, en una sala de cine, el mal era algo demasiado tangible y real; y la muerte, la locura, y el sexo, estaban escabrosamente relacionados.
Hitchcock, además, se atrevió con el insólito hecho, de finiquitar a su protagonista a los 40 minutos de haber empezado la película, y lo hizo en la celebérrima escena del asesinato en la ducha, un prodigio de planificación fílmica, comprimido en 45 angustiosos segundos, y 68 planos que caen como cuchilladas, envueltas en el papel de lija en staccato de Bernard Herrmann.
“Psycho” fue también un éxito personal del orondo director, quien tuvo que financiarla él mismo ante las reticencias de la Paramount, que hubiera preferido una cinta al estilo de “North By Northwest (1959)” la cinta que Hitch había entregado un año antes a la MGM, y la desconfianza de la prensa, y parte de su entorno más cercano, que recelaban de una historia tan truculenta, inspirada en las andanzas reales del psicópata Ed Gein ,“El Carnicero de Plainfield”
De los avatares, dificultades y escollos que se encontró el cineasta para levantar “Psycho” es de lo que trata “Hitchcock” de Sacha Gervasi, una de las grandes olvidadas en el reparto de nominaciones para los Oscar del año 2013.
Por todo esto, importa tan poco, si el trauma del personaje de “Psycho” es real o si la explicación del final resulta forzada.
No va de eso Hitchcock, sino de plantearse retos nuevos en un momento, los albores de la década de los años 60, en que se adivinaban cambios de nuevo tipo, también en la narración cinematográfica.
Retos que pasan por preguntarse, si es posible eliminar de un plumazo, al protagonista de una película, o si es posible, que el espectador se meta en una historia donde no hay ni un solo personaje con el que se pueda empatizar.
Los caminos que explora Hitchcock resultan hoy en día, de una gran modernidad y sitúan, al Maestro como uno de los realizadores con mayor número de discípulos.

“That, my dear, is why they call me The Master of Suspense”



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