Murder At 1600
“I think the president's gonna become an international suspect”
De tanto en tanto, los escándalos sexuales amenizan la política.
La difusión de la vida privada, y las escenas íntimas de dirigentes, y altos cargos, responden a diversos motivos, posee muchos ángulos, y presenta distintos planos, como corresponde a situaciones poliédricas, piramidales.
En muchas ocasiones, es promovida por enemigos políticos y, casi siempre, es aprovechada por los adversarios, para infligir el mayor daño y descrédito posible a las víctimas.
En el origen de la difusión, podemos encontrar el despecho, el impulso bastardo del chantaje, el instinto de venganza… aunque, alguna vez, responde también a la denuncia periodística de abusos de poder para satisfacer caprichos carnales.
Tal parece, que el poder ya no goza de la privacidad de otros tiempos.
La lista de las “celebridades políticas” envueltas en algún escándalo sexual aumenta cada día.
Hace años, los escándalos sexuales nos llegaban del otro lado del Atlántico, con varios presidentes del Gobierno envueltos en situaciones algo comprometidas.
Desde tiempos inmemorables, como las orgías de Calígula en la antigua Roma, no han faltado autócratas que se han prevalido del poder, para hacer realidad sus deseos y caprichos sexuales.
En la España medieval, la pernada fue un derecho nobiliario, que aún hoy practican jefes y directivos de empresas.
En occidente, específicamente, en la democracia estadounidense, se conoce que Thomas Jefferson fue acusado de esclavizar a Rally Heming, con la que tuvo varios hijos; pero quien desató el acontecer mediático fue la actriz, modelo y símbolo sexual más famosa del mundo, Marilyn Monroe, quien guarda una serie de enigmas sobre su vida y sus romances.
El más sonado, aunque nunca comprobado, fue el que supuestamente tuvo con John F. Kennedy; y según parece, también con su hermano Robert.
El episodio más famoso, fue en mayo de 1962, cuando Marilyn Monroe le cantó el “Happy Birthday” ante más de 15 mil personas; también se dice, que el ex presidente se echó un chapuzón con 2 de sus secretarias, en la piscina de la Casa Blanca, y que tuvo romances con la actriz Angie Dickinson y la cabaretera Blaze Starr.
Edward Kennedy, senador y hermano de John F. Kennedy, murió envuelto en el escándalo.
El mayor escándalo de su carrera, tuvo lugar el 18 de julio de 1969, cuando sufrió un accidente de tráfico, que ocasionó la muerte de su acompañante, Mary Jo Kopechne, una antigua voluntaria en la campaña presidencial de su hermano Robert en 1968.
Los rumores decían que venían de un hotel, y que eran amantes.
Aunque nunca se comprobó nada, la duda persistió...
Por otro lado, Silvio Berlusconi, apeado del poder, se enfrenta a un proceso por el que un tribunal de Milán investiga si “Il Cavaliere” cometió un delito de inducción a la prostitución de menores; mientras los detalles de sus antológicas fiestas salpican periódicamente la prensa internacional.
El más famoso escándalo sexual de todos los tiempos, envolvió al ahora ex presidente de EEUU, Bill Clinton.
Durante su presidencia en la nación norteamericana, fue señalado por tener una relación con la entonces becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinksky.
La joven, hasta ese momento desconocida, saltó a la fama en 1998, mostrando una serie de pruebas, como ropa con semen del mandatario, para demostrar que decía la verdad.
De nada le sirvió a Clinton declarar:
“¡No tuve relaciones sexuales con esa mujer!” cuando le preguntaban por Lewinsky.
A los pocos meses, Clinton se tragó sus palabras y reconoció:
“Tuve una relación física inapropiada con esa mujer”
Otro caso reciente es el del concejal socialista española, Olvido Hormigos Carpio.
La edil de Los Yébenes ha presentado su dimisión para perjudicar lo menos posible tanto a su familia como a su partido.
El suceso se desencadenó, tras distribuirse el vídeo por las diferentes redes sociales, lo que originó un gran revuelo en todo el pueblo.
La indignación por parte de la afectada, y de su entono más próximo, provocó que la edil, casada y con hijos, presentara la oportuna denuncia ante la Guardia Civil.
Pero gracias al apoyo en las redes sociales, la funcionaría decidió no dimitir.
Daniel Ortega, Presidente nicaragüense, fue acusado en 2003 de abuso sexual.
La víctima es nada menos que su hijastra Zoilamérica Narvaéz.
Y ni hablar del sorpresivo arresto del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, por una presunta agresión sexual en Nueva York, alteró el panorama de las elecciones presidenciales del año en Francia.
Una camarera lo acusó de echársele encima, cuando entraba a la habitación de un hotel en Nueva York, para asearla.
El economista salió desnudo del baño, y la sorprendió.
Ella logró escapar pero reportó el hecho ante las autoridades.
Por su parte, Fernando Lugo protagonizó un escándalo en Paraguay; ya que se le ha responsabilizado de una gran cantidad de hijos no reconocidos.
David Vitter, senador republicano estadounidense, apareció en una lista de clientes frecuentes para un servicio de acompañantes que le cumplieran sus fantasías eróticas.
Eliot Spitzer, el que fuera gobernador de Nueva York, tuvo que abandonar su cargo tras comprobarse que pagó $4 mil a una prostituta.
Identificado como “El Cliente 9”, se constató que gastó más de $80 mil a lo largo de 10 años, por estos servicios placenteros.
Karina Bolaños, ex funcionaria pública de Costa Rica, provocó una revolución en las redes sociales, cuando se filtró un video en que le declaraba amor a su pareja semidesnuda, estando ella casada; y que posteriormente, fue portada de la revista Interviu.
Jeffrey Archer, ex vicepresidente del Partido Conservador Británico, renunció en 1986, cuando la prensa comprobó que había solicitado prostitutas a domicilio, inclusive, para pasar inadvertido, mantuvo relaciones con una de las prostitutas fuera del país.
La alcaldesa de la localidad belga de Aalst, Ilse Uyttersprot, fue grabada por un turista, mientras tenía relaciones sexuales con su novio en una torre del Palacio Real de Olit, España...
Luego de pagar 5 euros para entrar al Palacio, considerado una de las maravillas de la Edad Media española, la pareja se separó de los demás turistas, y se dirigieron a una torre, donde iniciaron el encuentro sexual.
Un joven que se encontraba en la parte alta de un edificio, frente al Palacio Real de Olit, captó las imágenes.
El video comenzó a circular a Internet en octubre de 2010, sin embargo, fue hasta agosto de 2011, que se reveló la identidad de la política belga como protagonista de la grabación.
Uyttersprot admitió, el 23 de agosto de 2011, a través de su cuenta en Twitter, la veracidad del video, pero explicó que se trataba de una grabación vieja, y que el asunto era:
“Políticamente irrelevante”
El asunto no reside en quien se acuesta con quien, o que hace a espaldas de su familia cuando el poder puede hacerlo todo, el asunto es que las cosas pueden írseles de las manos, y traspasar los límites manejables.
“She was a casualty of war!”
Murder At 1600 es un film de suspenso policial norteamericano del año 1997, dirigido por Dwight H. Litte.
Protagonizado por Wesley Snipes, Diane Lane, Alan Alda, Daniel Benzali, Ronny Cox, Dennis Miller, Tate Donovan, Diane Baker, Tom Wright, Charles Rocket, entre otros.
El guión lo firma Wayne Beach y David Hodgin, basados la historia en la novela “Murder In The White House” que escribiera Margaret Truman, hermana del ex presidente Harry S. Truman.
Murder At 1600 no es más que una buena muestra del cine policíaco que se hacía en los años 90, con la Casa Blanca como telón de fondo, y donde quizás, el poder absoluto, sea lo menos desdeñable.
Murder At 1600 es un thriller de suspense bastante efectivo desde su misterio, donde se nos presenta un turbio caso de homicidio perpetrado en la Casa Blanca, el cual obviamente, esconde solapadas intencionalidades mucho más complejas de lo que en realidad parecen en la superficie.
Murder At 1600 es una mezcla de cine de acción, con una buena dosis de misterio, el argumento está lleno de giros que complican la trama, y añade más interés al personaje de Wesley Snipes para su lucimiento protagónico.
Es una correcta intriga política criminal, llevada a cabo con cierta seriedad, que consigue mantener el interés suscitado inicialmente, con el desarrollo de una trama de intereses políticos alrededor de un crimen, que puede perjudicar la imagen de la familia del presidente de Estados Unidos.
La famosa Avenida Pennsylvania, 1600, corresponde a la dirección postal de La Casa Blanca, residencia del presidente de los Estados Unidos, y sede de reuniones de Estado, donde se forjan decisiones que afectan al mundo entero.
Pero también, es el lugar donde se ha cometido un asesinato hasta ahora encubierto.
¿Quién lo hizo, y por qué?
El cadáver de una hermosa joven en uno de los baños de la residencia presidencial, es el punto de partida de Murder At 1600.
El caso es asignado a Harlan Regis (Wesley Snipes), un agudo detective de homicidios fiel, a la Justicia por encima de las razones de Estado, y a Nina Chance (Diane Lane), una agente del Servicio Secreto que todavía no se ha liberado de las presiones de la superioridad.
Mientras él escarba, ella hace lo posible por tapar.
Pero lo que descubrirá, será que agentes del Servicio Secreto se colocan por encima de la ley, documentos que desaparecen misteriosamente, miembros del personal gubernamental de alto nivel, que puede que no estén ahí para ayudar, y una crisis a nivel internacional, que puede estallar en cualquier momento.
De esta manera, las alternativas de Murder At 1600 son engañosas:
Sospechosos, coartadas, agentes encubiertos, y una crisis política internacional de fondo, que complica aún más, el cuadro de la situación, y las mismas van adoptando giros narrativos que hacen reorientar el cauce investigativo, y gracias a lo cual, Murder At 1600 gana la atención del espectador.
La buena puntería con el casting, prohijó la unión de Wesley Snipes, con la hermosa Diane Lane, cuya frágil palidez parece reclamar constantemente los brazos del moreno.
Jamás llegan a besarse, y sin embargo, o tal vez por eso, la buena química entre ambos, nunca deja de fluir.
Otra variante de interés, está en el giro de la agente secreto, que deja de lado su trabajo, para unirse a Regis en la búsqueda de la verdad.
Lo que, por cierto, pone a un verdadero ejército de hombres de traje en el compromiso de cazarlos vivos o muertos.
El desarrollo de la trama es fluido, y va desvelando progresivamente los hechos que rodearon al crimen, y los posibles intereses que se encontraban tras él, presentando una clara y concisa investigación por parte del detective de homicidios, que va encontrando respuestas, al tiempo que los peligros que corre, su vida van en aumento, y ponen en riesgo su prestigio como policía.
Sin embargo, aparte de que Murder At 1600 sea a ratos previsible, tópica, y muy inverosímil, el argumento se ve demasiado perjudicado por el exceso de política, de frente al espectador menos habitual en este sentido, y que busca más acción.
Murder At 1600 comienza entretenida, pero se desinfla a causa de ese mayor peso en detrimento de la intriga.
No obstante, no puedo aceptar, que el Presidente asuma sin más, el chantaje de su consejero de seguridad, Alvin Jordan (Alan Alda), y sobre todo, que crea que su hijo sea un despiadado asesino.
Eso, y la forma de entrar de los protagonistas en La Casa Blanca por los pasadizos subterráneos, me parecieron muy fantasiosos.
A parte, tampoco sabemos lo qué le sucede al final al compañero de Snipes herido, supongo que se salvaría digo yo...
No es muy creíble que el hijo del Presidente de EEUU se pasee públicamente con su escolta por todos los antros de moda, donde acuden también sus ex-novias, lo normal sería, que reservaran alguna sala privada para él...
Todo con evitar el escándalo.
“I think President Teddy Roosevelt said it best:
If I must choose between righteousness and peace, I choose righteousness”
Un escándalo amoroso ha vuelto a sacudir la política estadounidense, y ha costado la dimisión del director de la CIA, David Petraeus, trayendo a la memoria, otros líos de faldas que terminaron en renuncias, como el del ex senador John Edwards, o el del ex gobernador de Nueva York Eliot Spitzer.
Las 2 protagonistas del escándalo, que le ha costado el cargo al jefe de la CIA, hicieron varias visitas a La Casa Blanca desde el inicio del mandato del presidente Barack Obama en 2009, según reveló un funcionario de EEUU.
Paula Broadwell, la biógrafa y ex amante del general, cuyos correos electrónicos a otra mujer destaparon el escándalo, participó en reuniones sobre Afganistán y Pakistán en el complejo de La Casa Blanca, más precisamente, en el edificio Eisenhower, contiguo a la residencia presidencial, dijo el funcionario estadounidense, que prefiere mantener el anonimato.
La primera reunión, se celebró en junio de 2009, con un miembro del equipo de gobierno a cargo de los casos de Afganistán y Pakistán.
La segunda fue en junio de 2011, con un grupo de 20 personas, según la misma fuente.
La otra mujer en discordia, Jill Kelley, la mujer que se dirigió el FBI tras recibir unos mensajes amenazadores por parte de Broadwell, y que desencadenó la investigación, también ha hecho alguna visita a La Casa Blanca en los últimos meses:
“Una vez, para hacer turismo con su familia e hijos, y otra vez para la cena con miembros del personal con su hermana y un empleado del Ejecutivo” según declaró.
En ambos casos, acudió con su hermana gemela, Natalie Jawam, y fueron invitadas por un miembro del personal de La Casa Blanca al que habían conocido en la base aérea MacDill, cerca de Tampa, Florida, el hogar de las Kelley.
Los empleados de La Casa Blanca pueden llevar invitados a su comedor, y sus nombres aparecen en el registro de visitantes que el Gobierno hace público cada 3 meses.
El general retirado Petraeus, una figura respetada en Estados Unidos, renunció el 9 de noviembre como Jefe de la Inteligencia de EEUU, después de que se revelara que mantenía una relación extramatrimonial con la señora Broadwell.
Otro comandante de 4 estrellas, El General John Allen, de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, también está implicado en el caso.
El Pentágono investiga unas conversaciones por e-mail que mantuvo con Jill Kelly.
Así entonces, sigue siendo el sexo, el eslabón de todo lo bueno y todo lo malo.
En esto no hay evolución que asegure rutas garantizadas de conductas “previstas” y conclusiones nada positivas.
“Whoever leaked this, I'm going to bottle his last breath!”
De tanto en tanto, los escándalos sexuales amenizan la política.
La difusión de la vida privada, y las escenas íntimas de dirigentes, y altos cargos, responden a diversos motivos, posee muchos ángulos, y presenta distintos planos, como corresponde a situaciones poliédricas, piramidales.
En muchas ocasiones, es promovida por enemigos políticos y, casi siempre, es aprovechada por los adversarios, para infligir el mayor daño y descrédito posible a las víctimas.
En el origen de la difusión, podemos encontrar el despecho, el impulso bastardo del chantaje, el instinto de venganza… aunque, alguna vez, responde también a la denuncia periodística de abusos de poder para satisfacer caprichos carnales.
Tal parece, que el poder ya no goza de la privacidad de otros tiempos.
La lista de las “celebridades políticas” envueltas en algún escándalo sexual aumenta cada día.
Hace años, los escándalos sexuales nos llegaban del otro lado del Atlántico, con varios presidentes del Gobierno envueltos en situaciones algo comprometidas.
Desde tiempos inmemorables, como las orgías de Calígula en la antigua Roma, no han faltado autócratas que se han prevalido del poder, para hacer realidad sus deseos y caprichos sexuales.
En la España medieval, la pernada fue un derecho nobiliario, que aún hoy practican jefes y directivos de empresas.
En occidente, específicamente, en la democracia estadounidense, se conoce que Thomas Jefferson fue acusado de esclavizar a Rally Heming, con la que tuvo varios hijos; pero quien desató el acontecer mediático fue la actriz, modelo y símbolo sexual más famosa del mundo, Marilyn Monroe, quien guarda una serie de enigmas sobre su vida y sus romances.
El más sonado, aunque nunca comprobado, fue el que supuestamente tuvo con John F. Kennedy; y según parece, también con su hermano Robert.
El episodio más famoso, fue en mayo de 1962, cuando Marilyn Monroe le cantó el “Happy Birthday” ante más de 15 mil personas; también se dice, que el ex presidente se echó un chapuzón con 2 de sus secretarias, en la piscina de la Casa Blanca, y que tuvo romances con la actriz Angie Dickinson y la cabaretera Blaze Starr.
Edward Kennedy, senador y hermano de John F. Kennedy, murió envuelto en el escándalo.
El mayor escándalo de su carrera, tuvo lugar el 18 de julio de 1969, cuando sufrió un accidente de tráfico, que ocasionó la muerte de su acompañante, Mary Jo Kopechne, una antigua voluntaria en la campaña presidencial de su hermano Robert en 1968.
Los rumores decían que venían de un hotel, y que eran amantes.
Aunque nunca se comprobó nada, la duda persistió...
Por otro lado, Silvio Berlusconi, apeado del poder, se enfrenta a un proceso por el que un tribunal de Milán investiga si “Il Cavaliere” cometió un delito de inducción a la prostitución de menores; mientras los detalles de sus antológicas fiestas salpican periódicamente la prensa internacional.
El más famoso escándalo sexual de todos los tiempos, envolvió al ahora ex presidente de EEUU, Bill Clinton.
Durante su presidencia en la nación norteamericana, fue señalado por tener una relación con la entonces becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinksky.
La joven, hasta ese momento desconocida, saltó a la fama en 1998, mostrando una serie de pruebas, como ropa con semen del mandatario, para demostrar que decía la verdad.
De nada le sirvió a Clinton declarar:
“¡No tuve relaciones sexuales con esa mujer!” cuando le preguntaban por Lewinsky.
A los pocos meses, Clinton se tragó sus palabras y reconoció:
“Tuve una relación física inapropiada con esa mujer”
Otro caso reciente es el del concejal socialista española, Olvido Hormigos Carpio.
La edil de Los Yébenes ha presentado su dimisión para perjudicar lo menos posible tanto a su familia como a su partido.
El suceso se desencadenó, tras distribuirse el vídeo por las diferentes redes sociales, lo que originó un gran revuelo en todo el pueblo.
La indignación por parte de la afectada, y de su entono más próximo, provocó que la edil, casada y con hijos, presentara la oportuna denuncia ante la Guardia Civil.
Pero gracias al apoyo en las redes sociales, la funcionaría decidió no dimitir.
Daniel Ortega, Presidente nicaragüense, fue acusado en 2003 de abuso sexual.
La víctima es nada menos que su hijastra Zoilamérica Narvaéz.
Y ni hablar del sorpresivo arresto del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, por una presunta agresión sexual en Nueva York, alteró el panorama de las elecciones presidenciales del año en Francia.
Una camarera lo acusó de echársele encima, cuando entraba a la habitación de un hotel en Nueva York, para asearla.
El economista salió desnudo del baño, y la sorprendió.
Ella logró escapar pero reportó el hecho ante las autoridades.
Por su parte, Fernando Lugo protagonizó un escándalo en Paraguay; ya que se le ha responsabilizado de una gran cantidad de hijos no reconocidos.
David Vitter, senador republicano estadounidense, apareció en una lista de clientes frecuentes para un servicio de acompañantes que le cumplieran sus fantasías eróticas.
Eliot Spitzer, el que fuera gobernador de Nueva York, tuvo que abandonar su cargo tras comprobarse que pagó $4 mil a una prostituta.
Identificado como “El Cliente 9”, se constató que gastó más de $80 mil a lo largo de 10 años, por estos servicios placenteros.
Karina Bolaños, ex funcionaria pública de Costa Rica, provocó una revolución en las redes sociales, cuando se filtró un video en que le declaraba amor a su pareja semidesnuda, estando ella casada; y que posteriormente, fue portada de la revista Interviu.
Jeffrey Archer, ex vicepresidente del Partido Conservador Británico, renunció en 1986, cuando la prensa comprobó que había solicitado prostitutas a domicilio, inclusive, para pasar inadvertido, mantuvo relaciones con una de las prostitutas fuera del país.
La alcaldesa de la localidad belga de Aalst, Ilse Uyttersprot, fue grabada por un turista, mientras tenía relaciones sexuales con su novio en una torre del Palacio Real de Olit, España...
Luego de pagar 5 euros para entrar al Palacio, considerado una de las maravillas de la Edad Media española, la pareja se separó de los demás turistas, y se dirigieron a una torre, donde iniciaron el encuentro sexual.
Un joven que se encontraba en la parte alta de un edificio, frente al Palacio Real de Olit, captó las imágenes.
El video comenzó a circular a Internet en octubre de 2010, sin embargo, fue hasta agosto de 2011, que se reveló la identidad de la política belga como protagonista de la grabación.
Uyttersprot admitió, el 23 de agosto de 2011, a través de su cuenta en Twitter, la veracidad del video, pero explicó que se trataba de una grabación vieja, y que el asunto era:
“Políticamente irrelevante”
El asunto no reside en quien se acuesta con quien, o que hace a espaldas de su familia cuando el poder puede hacerlo todo, el asunto es que las cosas pueden írseles de las manos, y traspasar los límites manejables.
“She was a casualty of war!”
Murder At 1600 es un film de suspenso policial norteamericano del año 1997, dirigido por Dwight H. Litte.
Protagonizado por Wesley Snipes, Diane Lane, Alan Alda, Daniel Benzali, Ronny Cox, Dennis Miller, Tate Donovan, Diane Baker, Tom Wright, Charles Rocket, entre otros.
El guión lo firma Wayne Beach y David Hodgin, basados la historia en la novela “Murder In The White House” que escribiera Margaret Truman, hermana del ex presidente Harry S. Truman.
Murder At 1600 no es más que una buena muestra del cine policíaco que se hacía en los años 90, con la Casa Blanca como telón de fondo, y donde quizás, el poder absoluto, sea lo menos desdeñable.
Murder At 1600 es un thriller de suspense bastante efectivo desde su misterio, donde se nos presenta un turbio caso de homicidio perpetrado en la Casa Blanca, el cual obviamente, esconde solapadas intencionalidades mucho más complejas de lo que en realidad parecen en la superficie.
Murder At 1600 es una mezcla de cine de acción, con una buena dosis de misterio, el argumento está lleno de giros que complican la trama, y añade más interés al personaje de Wesley Snipes para su lucimiento protagónico.
Es una correcta intriga política criminal, llevada a cabo con cierta seriedad, que consigue mantener el interés suscitado inicialmente, con el desarrollo de una trama de intereses políticos alrededor de un crimen, que puede perjudicar la imagen de la familia del presidente de Estados Unidos.
La famosa Avenida Pennsylvania, 1600, corresponde a la dirección postal de La Casa Blanca, residencia del presidente de los Estados Unidos, y sede de reuniones de Estado, donde se forjan decisiones que afectan al mundo entero.
Pero también, es el lugar donde se ha cometido un asesinato hasta ahora encubierto.
¿Quién lo hizo, y por qué?
El cadáver de una hermosa joven en uno de los baños de la residencia presidencial, es el punto de partida de Murder At 1600.
El caso es asignado a Harlan Regis (Wesley Snipes), un agudo detective de homicidios fiel, a la Justicia por encima de las razones de Estado, y a Nina Chance (Diane Lane), una agente del Servicio Secreto que todavía no se ha liberado de las presiones de la superioridad.
Mientras él escarba, ella hace lo posible por tapar.
Pero lo que descubrirá, será que agentes del Servicio Secreto se colocan por encima de la ley, documentos que desaparecen misteriosamente, miembros del personal gubernamental de alto nivel, que puede que no estén ahí para ayudar, y una crisis a nivel internacional, que puede estallar en cualquier momento.
De esta manera, las alternativas de Murder At 1600 son engañosas:
Sospechosos, coartadas, agentes encubiertos, y una crisis política internacional de fondo, que complica aún más, el cuadro de la situación, y las mismas van adoptando giros narrativos que hacen reorientar el cauce investigativo, y gracias a lo cual, Murder At 1600 gana la atención del espectador.
La buena puntería con el casting, prohijó la unión de Wesley Snipes, con la hermosa Diane Lane, cuya frágil palidez parece reclamar constantemente los brazos del moreno.
Jamás llegan a besarse, y sin embargo, o tal vez por eso, la buena química entre ambos, nunca deja de fluir.
Otra variante de interés, está en el giro de la agente secreto, que deja de lado su trabajo, para unirse a Regis en la búsqueda de la verdad.
Lo que, por cierto, pone a un verdadero ejército de hombres de traje en el compromiso de cazarlos vivos o muertos.
El desarrollo de la trama es fluido, y va desvelando progresivamente los hechos que rodearon al crimen, y los posibles intereses que se encontraban tras él, presentando una clara y concisa investigación por parte del detective de homicidios, que va encontrando respuestas, al tiempo que los peligros que corre, su vida van en aumento, y ponen en riesgo su prestigio como policía.
Sin embargo, aparte de que Murder At 1600 sea a ratos previsible, tópica, y muy inverosímil, el argumento se ve demasiado perjudicado por el exceso de política, de frente al espectador menos habitual en este sentido, y que busca más acción.
Murder At 1600 comienza entretenida, pero se desinfla a causa de ese mayor peso en detrimento de la intriga.
No obstante, no puedo aceptar, que el Presidente asuma sin más, el chantaje de su consejero de seguridad, Alvin Jordan (Alan Alda), y sobre todo, que crea que su hijo sea un despiadado asesino.
Eso, y la forma de entrar de los protagonistas en La Casa Blanca por los pasadizos subterráneos, me parecieron muy fantasiosos.
A parte, tampoco sabemos lo qué le sucede al final al compañero de Snipes herido, supongo que se salvaría digo yo...
No es muy creíble que el hijo del Presidente de EEUU se pasee públicamente con su escolta por todos los antros de moda, donde acuden también sus ex-novias, lo normal sería, que reservaran alguna sala privada para él...
Todo con evitar el escándalo.
“I think President Teddy Roosevelt said it best:
If I must choose between righteousness and peace, I choose righteousness”
Un escándalo amoroso ha vuelto a sacudir la política estadounidense, y ha costado la dimisión del director de la CIA, David Petraeus, trayendo a la memoria, otros líos de faldas que terminaron en renuncias, como el del ex senador John Edwards, o el del ex gobernador de Nueva York Eliot Spitzer.
Las 2 protagonistas del escándalo, que le ha costado el cargo al jefe de la CIA, hicieron varias visitas a La Casa Blanca desde el inicio del mandato del presidente Barack Obama en 2009, según reveló un funcionario de EEUU.
Paula Broadwell, la biógrafa y ex amante del general, cuyos correos electrónicos a otra mujer destaparon el escándalo, participó en reuniones sobre Afganistán y Pakistán en el complejo de La Casa Blanca, más precisamente, en el edificio Eisenhower, contiguo a la residencia presidencial, dijo el funcionario estadounidense, que prefiere mantener el anonimato.
La primera reunión, se celebró en junio de 2009, con un miembro del equipo de gobierno a cargo de los casos de Afganistán y Pakistán.
La segunda fue en junio de 2011, con un grupo de 20 personas, según la misma fuente.
La otra mujer en discordia, Jill Kelley, la mujer que se dirigió el FBI tras recibir unos mensajes amenazadores por parte de Broadwell, y que desencadenó la investigación, también ha hecho alguna visita a La Casa Blanca en los últimos meses:
“Una vez, para hacer turismo con su familia e hijos, y otra vez para la cena con miembros del personal con su hermana y un empleado del Ejecutivo” según declaró.
En ambos casos, acudió con su hermana gemela, Natalie Jawam, y fueron invitadas por un miembro del personal de La Casa Blanca al que habían conocido en la base aérea MacDill, cerca de Tampa, Florida, el hogar de las Kelley.
Los empleados de La Casa Blanca pueden llevar invitados a su comedor, y sus nombres aparecen en el registro de visitantes que el Gobierno hace público cada 3 meses.
El general retirado Petraeus, una figura respetada en Estados Unidos, renunció el 9 de noviembre como Jefe de la Inteligencia de EEUU, después de que se revelara que mantenía una relación extramatrimonial con la señora Broadwell.
Otro comandante de 4 estrellas, El General John Allen, de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, también está implicado en el caso.
El Pentágono investiga unas conversaciones por e-mail que mantuvo con Jill Kelly.
Así entonces, sigue siendo el sexo, el eslabón de todo lo bueno y todo lo malo.
En esto no hay evolución que asegure rutas garantizadas de conductas “previstas” y conclusiones nada positivas.
“Whoever leaked this, I'm going to bottle his last breath!”
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