Michael Clayton

“The Truth Can Be Adjusted”

La ética, es una de las tantas ramas de la filosofía; es aquella ciencia, ya que estudia las cosas por sus causas, de lo universal y necesario, que se dedica al estudio de los actos humanos.
Pero aquellos que se realizan, tanto por la voluntad y libertad absoluta, de la persona.
Todo acto humano, que no se realice por medio de la voluntad de la persona, y que esté ausente de libertad, no ingresan en el estudio, o campo de la ética.
Este es un punto relevante, ya que la ética, versa sobre el acto bien o mal realizado.
Por lo mismo, si una persona actúa incorrectamente, pero lo hizo bajo presión, o en ausencia de libertad, para escoger, no se puede hablar de un acto humano. 
Mejor dicho, de un acto humano incorrecto.
Pero para comprender un acto humano, primero hay que saber, que es el hombre.
Y esta materia corresponde a la antropología, otra rama de la filosofía; la cual estudia al hombre, como finalidad.
De la cual se desprende, que el hombre es una unidad sustancial de cuerpo y alma.
O sea, todo hombre posee un cuerpo y un alma.
Por lo último, podemos señalar, que el ser humano es un fin en sí mismo, ya que el alma, lo provee de una dignidad intrínseca.
Tomando aquello, y volviendo a la ética, el hombre está llamado a realizar actos buenos.
Los cuales nos son guiados, por medio de la conciencia, la cual nos clarifica, que actos son correctos e incorrectos.
Por lo mismo, es que debemos tender, a las virtudes.
¿Por qué las virtudes?
Ya que la ética señala, que la felicidad, es el fin último del ser humano, la cual se consigue, por medio de la perfección del actuar del hombre.
Por lo mismo, la conciencia nos dicta, que el ser justo, es lo correcto.
Ya que frente a una injusticia, todos no sentimos pasados a llevar.
Por lo mismo, tenderemos a ser justos.
Pero un solo actuar, como justo, no cambia nada.
Por ello, si ese acto, lo repetimos varias veces, se nos convertirá en un hábito.
El cual, nos perfeccionará y nos hará felices.
Por lo mismo, la ética, aún cuando es una rama de la filosofía, punto de partida, que comprende el amor por la sabiduría, o conocer por conocer, la ética es una ciencia práctica.
Ya que por medio de ella, podremos guiar nuestros actos, hacia aquellos que nos hagan más virtuosos y felices.
La ética estudia la moral, y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar.
Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral y la acción humana.
“You are the senior litigating partner of one of the largest, most respected law firms in the world.
You are a legend”
Hay un momento, siempre llega, en el que las cosas se ponen realmente feas.
Que apestan.
Lo peor de todo, es que casi nunca hay posibilidad de una vuelta atrás:
Esos momentos marcan un antes y un después, en la historia de aquel, al que le toca vivirlos.
En un instante exacto, cuando llega a su punto de quiebre, se hace cuerpo y vomita el sentimiento predominante:
La repulsión.
Por el mundo, por quienes toman decisiones, por quienes tienen el control, por quienes no lo tienen, pero callan pasivamente, por quienes prefieren mirar para otro lado...
Por otro lado, no es que las grandes mega-corporaciones estén por comerse al mundo entero, es que lo están haciendo ahora mismo, ya.
Si todo es manejado por los tentáculos de las grandes transnacionales:
¿Qué espacio le queda al pobrecito ser humano?
Sería inoficioso resumir todo el cine de “el individuo contra el sistema”, que en los buenos y viejos tiempos, era “el individuo contra el Estado”, pero ahora es:
“el individuo contra los grandes conglomerados económicos”
“Do I look like I'm negotiating?”
Michael Clayton es una película de suspense dramático, escrita y dirigida por Tony Gilroy en el año 2007.
Protagonizada por George Clooney, Tom Wilkinson, Tilda Swinton, Sydney Pollack, Michael O'Keefe, Ken Howard, Denis O'Hare, Robert Prescott, Austin Williams, Sean Cullen, Merritt Wever, David Lansbury, entre otros.
Michael Clayton, cuyos productores son gente de la talla de Steven Soderbergh, Anthony Minghella, Sydney Pollack, y el propio George Clooney; fue nominada para 7 premios Oscar:
Mejor película, director, actor (Clooney), actor de reparto (Wilkinson), actriz de reparto (Swinton), guión original y banda sonora, ganando solamente el rubro de Mejor Actriz de Reparto para Tilda Swinton.
La trama gira en torno a la “locura” de un hombre, que descubre de repente, lo que su vida ha significado en realidad todos estos años, y trata de arreglarlo; la sutil obsesión de una mujer, cuyo miedo más grande es fallar; la problemática mente de un hombre, que parece estar perdiéndose a sí mismo, ante un sistema más grande que él; estos son los verdaderos personajes de Michael Clayton.
La ópera prima de Tony Gilroy no es una película fácil, su intrincada arquitectura dramática, exige un nivel de compromiso por parte del espectador, que no comulga nada bien con el imperio de ese cine llamado adulto, que consiente la asistencia al cine con las neuronas en piloto automático.
Michael Clayton es la historia de la tradicional pugna entre “David & Goliat” con el protagonismo de antihéroe solitario y pseudo perdedor, pero se dota de intensidad, posee un texto con calado, la atmósfera cetrina es lograda, el mensaje se genera con la historia, y no al revés, como suele ocurrir en algunos títulos-sermón, y está interpretada con convicción.
Una pequeña vuelta de tuerca al arquetipo de gladiador contra el poder en el contexto, he ahí la novedad, de la alienación posmoderna provocada por la omnipresencia de la política empresarial.
Gilroy no asume decisiones complacientes más allá de su legítimo derecho a creer en la redención del alma individual, y Michael Clayton no es una cinta directamente política, al menos a la manera contemporánea.
Sí es por el contrario, una notable película sobre la supervivencia de la moral, bien escrita, bien realizada, y mejor interpretada.
Michael Clayton está rebosante, de solapada corrupción, que sólo piensa en beneficios económicos más allá de los efectos colaterales que ello produzca.
Un film elegante y refinado, con el actor ideal para ello.
Clayton es un héroe clásico, en la mejor tradición del cine norteamericano de injusticias enmendadas, al estilo Frank Capra.
Un tipo mecánico que no hace preguntas, que se deja llevar por la corriente sin cuestionarse la propia naturaleza de sus acciones, hasta que un día, el hedor que sospecha se mueve bajo sus pies, empieza a horadar paulatinamente su conciencia, empujándolo hacia la encrucijada.
Clayton, como tantos tránsfugas cinematográficos del sistema, se enfrenta al irrespirable dilema moral del hombre dividido, entre la lealtad y el compromiso por un lado, y el asfixiante peso de los principios que empujan la balanza en dirección contraria.
En ese sentido, cuando llega la hora de certificar la solución del dilema, Gilroy se aviene a la aplicación del manual.
Michael Clayton es una película de tribunales, pero sin tribunales.
Las decisiones, el juego sucio, y el debate moral, se dan en las calles.
La justicia está en manos del más astuto, del más rápido, del primero que engañe a la audiencia con artificios.
La verdad y la entereza ética están en el hombre que ha perdido la razón.
El héroe debe sortear los obstáculos del caso, mientras que lleva a cuestas un divorcio, un hijo no tan ingenuo, y unas deudas que, poco a poco, lo han despojado de la vida misma.
Michael Clayton (George Clooney) es un fijador ludópata, con un impulso irreprimible de jugar a juegos de casino, a pesar de ser consciente de sus consecuencias, y del deseo de detenerse; trabaja para un prestigioso bufete de abogados de Nueva York como un “reparador”, alguien que ayuda a solucionar situaciones difíciles a sus clientes, normalmente, de un modo poco convencional.
No es ni policía, ni abogado, sino la perfecta mezcla entre ambos:
El perro guardián, el compañero fiel que siempre obedece, y nunca pregunta.
Es un “fixer”, como su nombre lo indica, se encarga de “arreglar” los enormes procesos que, con cierta regularidad, tienen que afrontar las multinacionales, bien sea comprando a quien haya que comprar, o sepultando los procesos bajo una marea de apelaciones.
El término inglés, tiene la ventaja de hacer pensar en “fijar” e incluso en “detener”, ya que en gran medida, su función no consiste en encontrar una solución a problemas, que todo el mundo sabe irresolubles, sino, en impedir que avancen; en no dejar que la situación se degenere.
La vida de Michael se tambalea, cuando su mejor amigo dentro del bufete, Arthur Edens (Tom Wilkinson), que durante 6 años ha defendido los intereses de Agtek, una importante multinacional agro-química, descubre que un producto de la compañía ha provocado la intoxicación de cientos de granjeros.
El comportamiento de Arthur, hará peligrar la estabilidad y los intereses, tanto del bufete como de la poderosa multinacional.
Michael se ve atrapado entre la lealtad a su amigo, y el cumplimiento de su deber.
Después de reunirse con el cliente principal de un colega suyo, que había atropellado accidentalmente a un viandante con su coche, Clayton ve unos caballos a un lado de la carretera, para el coche, sube por una ladera para admirar a los animales.
Mientras observa a estos caballos, su coche explota.
A partir de ello, mediante un extenso flash-back, narra la sucesión de acontecimientos que han llevado a la misma.
A partir de este momento, Michael arriesgará su propia vida para tratar de llegar a la verdad, mientras que una abogada sin escrúpulos (Tilda Swinton) hará todo lo posible por cerrar el caso cuanto antes.
Desde un arranque realmente soberbio, con la voz en off de Tom Wilkinson en un monólogo, entre desquiciado y apocalíptico, en contraste con las imágenes del gran edificio en el que tiene la sede el bufete de abogados, en torno al que va a girar la historia, hasta un final resuelto con un plano de inusitada elegancia, Gilroy va guiándonos por una historia en el fondo nada original, pero que se va desplegando con el cuidado de una construcción calculada al milímetro.
La narrativa principal de Michael Clayton es clara, a pesar de sus complejos detalles, pero las constantes tangentes en la vida privada de los personajes, se vuelven un arma doble filo.
En ocasiones, son fascinantes, como cuando vemos a Swinton elegir, cuidadosamente, la ropa que usará en una importante reunión; mientras que en otras, parecen afectaciones poco relevantes, que interrumpen el flujo de la historia, por ejemplo, cuando visitamos la vida familiar del protagonista; a pesar de que pretendan ser parte integral de la trama, como resultó la interesante pero innecesaria comparación entre una novela fantástica, y la situación del abogado torturado por su conciencia.
Michael Clayton empieza por la mitad, retrocede hasta el principio, vuelve hacia el punto de partida, y de ahí se desarrolla hasta el final.
Este recurso, a diferencia de otros filmes que lo utilizan básicamente con un fin estético, funciona en este caso, para proponerle al espectador, una intriga que se va construyendo de a poco, como un rompecabezas que va tomando forma a medida que cada fragmento cobra sentido.
Así planteado, la comprensión de lo que sucede, trasciende a cada escena, sólo puede ser alcanzada a través de la articulación de un momento con otro.
En este sentido, la discontinuidad temporal es un atractivo efectivo que aporta el guión.
Sobre todo, teniendo en cuenta que el verdadero foco de la obra, excede a los matices que construyen la historia en general, que sirven de marco, o de excusa narrativa, para explorar en perspectiva los procesos internos de los 2 personajes principales.
Michael Clayton utiliza la presunta falta de conexión de lo que ocurre, para ponerlo todo en su sitio, sin que te hayas dado cuenta.
Michael Clayton es, a su modo, un thriller de abogados, pero un thriller en el que la contención y las formas frías, incluso gélidas, dotan a la narración de un cierto sentido de fatalidad.
Otro elemento a tener en cuenta, es la atmósfera críptica, donde el halo de desconfianza se cimienta gracias a que el relato goza de una sutil elegancia en el despliegue de sus variantes, donde sólo derivamos en acción en escasas y precisas oportunidades.
También, y no es menor, hay en Michael Clayton mucho de rompimiento de conciencia de un jurista, interpretado en forma correcta por Tom Wilkinson, quien se cansa de defender chanchullos, y decide cambiar de actitud a pesar de los peligros que ello conlleva.
Pero sin duda alguna, lo mejor de Michael Clayton son las actuaciones de los protagonistas, especialmente las de George Clooney, Tom Wilkinson, y Tilda Swinton, los cuales están magníficos en las representaciones de sus respectivos personajes.
Clayton lleva una vida donde lo más conveniente es no hacerse demasiadas preguntas.
Vive para su trabajo.
Divorciado, con un hijo al que trata de prestarle atención, sin nueva pareja a la vista, serio, y de pocas palabras, encantador a la vez, él es el hombre ideal para resolver lo que otros no pueden.
Michael Clayton nos muestra perfectamente, como el personaje debe compaginar la rutina de su vida laboral, con los problemas que se encuentra cuando regresa a la vida personal:
Las deudas, el criar a sus hijos, la mala relación que tiene con su hermano, pudiendo ver a un Michael Clayton atormentado y desesperado.
El límite lo determina su capacidad de absorber la repulsión que, en un momento específico, se puede terminar convirtiendo en sustancia de su propia identidad.
Clayton es una especie de “Señor Lobo” de los despachos, el tipo que arregla cualquier situación, por muy desesperada que sea, utilizando una mezcla de conocimientos legales, contactos, y extrema capacidad para la negociación.
Un personaje que no acaba de encontrar un hueco en la jerarquía del bufete, por muy imprescindible que sea para éste; reconocer su labor, sería como asumir públicamente que, en demasiadas ocasiones, los conflictos jurídicos no se resuelven en los tribunales, sino en oscuros manejos, lejos de los focos.
Y la disyuntiva que se le plantea a Clayton, por un lado, ayudar al bufete a desactivar la amenaza que supone Edens, por otro lo que además le permitirá solventar un agobiante problema de deudas; o bien, unirse a la causa de éste, y enfrentarse a un sistema que protege la injusticia, si ésta viene firmada por una gran corporación; será el eje en torno al que girará un Clooney que afianza, a cada título, su veta de actor de la estirpe clásica, capaz de afianzar el plano con su mera presencia.
George Clooney es Michael Clayton.
Éste papel está hecho para él, y nadie más, y no me imagino a otro haciéndolo, pues su físico y aspecto, está pensando en su persona.
Sydney Pollack, es el director del bufete de abogados, quien trata de llevar el orden pero que a veces, parece que actúa a conciencia, sabiendo que es U-North quien controla todo.
Pollack vuelve a estar brillante, y más minutos no le hubiesen venido nada mal.
Por otro lado, en un mundo preparado para que triunfen los poderosos, podría decirse que Edens representa el rol del “abogado del diablo”
Tom Wilkinson está soberbio en su caracterización del perturbado Arthur Edens, algo a lo que el actor británico nos tiene acostumbrados desde hace largo tiempo.
Wilkinson lleva gran peso en Michael Clayton, y su personaje es el pilar fundamental para el desarrollo de la historia.
Por su lado, Tilda Swinton interpreta también, muy bien, a la malvada abogada Karen Crowder, la cual está dispuesta a hacer lo que sea, con tal de conseguir sus objetivos.
Y en ese ambiente se moverá Tilda Swinton, la recién nombrada responsable jurídica de la empresa química, quien, presa de su pánico por estar a la altura de tamaña responsabilidad, no dudará en aplicar una lógica que, inevitablemente, terminará llevándola a traspasar la línea roja.
Su papel de cabeza responsable de U-North, y sus escenas de ensayos de discurso, mientras se preocupa de su aspecto, son brutales.
Con pocos minutos, ésta actriz se come la pantalla, aunque su físico le ayuda a interpretar a una inescrupulosa, todos sus gestos, expresiones, movimientos de manos, actitudes son claves a la hora de entender, sin ambages, que se trata de una sutil víbora.
Tilda Swinton nos expone con toda lucidez, como las mujeres, cuando ocupan altos puestos sociales, ya en Corporaciones, en la Política, en la Religión, en las Fuerzas Armadas, en la Banca, o donde sea, son tan machistas y tan perras de colmillos retorcidos, como lo son los hombres.
Por más que se vistan con tacones de andares delicados, con sus look de pelos coloreados, con sus modelitos sensuales, o aparentando debilidad, cuando tienen que joder y mandar asesinar, lo hacen igual que los hombres.
Es la llamada “paridad social”
Tilda Swinton demuestra que las brujas, a veces no van en carruaje, ni escoba en mano, sino en limusina, y visten de ejecutivas, si el sudor en las axilas las deja respirar.
Si bien, Michael Clayton no es un film del todo político, si nos muestra hasta qué punto es capaz de llegar una persona, con tal de lograr el máximo, como el caso del personaje de Swinton, el cual está inmejorable.
Sus escenas, preocupada por su aspecto, los momentos en el baño, cuando está sudando tras el discurso de la fusión, y su poca falta de escrúpulos, cuando encarga el asesinato de Arthur, es digno de mención en una actuación de Oscar.
Sin embargo, Clayton, siendo un hombre que pese a hacer bien su trabajo, llega a preguntarse, si lo que está haciendo está bien o mal, donde sus connotaciones políticas son evidentes, al mostrar que lo primero es el negocio, sin importar la gente, y las formas.
“You're so fucked.
Here, let me get a picture while I'm at it”
Con intenciones críticas, a procederes turbios contra la salud pública, y a corruptelas varias, movidas por la avidez económica, Michael Clayton se maneja en un plano intrigante, de cierto nivel, a través de una intrincada trama que no descuida ir más allá de los aspectos situacionales, al dotar al personaje protagonista de rasgos íntimos, presentes, y pasados:
Deudas derivadas de ludopatías, fracaso amoroso, fricciones familiares..., que condicionan su psicología y sus actitudes.
Aunque Michael Clayton retrate oblicuamente, una amoral corporación que no quiere tomar responsabilidad por sus malas decisiones, en realidad no gira en torno a un específico mensaje social, o político, hay cierto comentario sobre la actitud de las grandes empresas, respecto a la “gente pequeña”, pero ése no es propiamente el punto.
En vez de ello, tenemos un fascinante drama, repleto de excelentes actuaciones que muestran la evolución, o desmoronamiento moral de varios personajes, de paso, mostrando que con suficiente dinero y tiempo, se puede confundir el significado de “ley” y “justicia”
Michael Clayton tiene sobre todo, implicaciones éticas, ya que esta contado desde el punto de vista de estos abogados, que han perdido sus valores, y sus escrúpulos, en favor de una vida acomodada, hasta que finalmente despiertan del adormecimiento en que estaban sumidos.
Creo que el mejor halago que puedo hacer a Michael Clayton, es decir que no pertenece al mismo artificial mundo legal de las películas, basada en villanos bien definidos, abogados rectos e idealistas, y épicos juicios, con emotivas disertaciones.
Michael Clayton muestra una actitud infinitamente más cínica, y creíble, y desafortunadamente realista, en la que el “bien” y el “mal” son abstracciones sin sentido alguno, y sólo existe la percepción objetiva de distintos puntos de vista.
Destaco entre muchas cosas, el plano final, cuando Michael Clayton entra en el taxi y comienzan los títulos de crédito.
Su rostro es una mezcla de malestar, y a la vez de paz.
Sabe que lo que ha hecho, le provocará una pérdida de dinero a su empresa, por la fusión interrumpida, pero ha hecho justicia con Arthur, y sobre todo, con él mismo, pues también era presa de asesinos.
Y es que ese final, es el momento más discutible, ya que vemos como un personaje que se ha dedicado un montón de años a tapar actos delictivos de las personas, traiciona en cierta medida a su empresa, como si el hecho de haber cometido delitos de menor gravedad, que ellos le diera permiso para ser juez y jurado, sin que sus delictivos actos sean juzgados.
En contra, a Michael Clayton le sobra tanto teléfono:
Va y viene, están todo el día llama que te llama; para los menos gustosos del verbo, Michael Clayton tiene demasiado diálogo, y contiene aspectos personales expuestos de manera superflua, que podrían haberse eliminado, sin afectar a la esencia de la trama.
“Make Believe It's Not Just Madness”
Michael Clayton aborda un tema de actualidad, las multinacionales que se ven envueltas en actos de ilegalidades y corrupciones.
En un esfuerzo cínico por ahorrar dinero, algunos fabricantes sin escrúpulos, continúan con conocimiento, haciendo y vendiendo productos defectuosos, incluso después de conocer que son inseguros.
No olvidemos, que existen muchos casos, todavía pendientes de analizar, entre otros:
El síndrome de las vacas locas, encefalopatía espongiforme bovina; o el tema farmacéutico, El caso del fármaco Zyprexa, que afecta 32.000 personas.
El caso de asesinato de Anna Politkoskaya, El caso de Alexander Litvinenko, el caso Bernard Madoff, el caso Allen Stanford, el Anderson contra General Motors, y otros que me dejo, así como otros que desconozco.
Michael Clayton está centrada en la mierda tan espantosa, que anida en una gran firma de abogados, de esas que por ganar mucho dinero, defienden a las grandes corporaciones de canallas y desalmados, sabiendo que lo son, y sin la más mínima conciencia.
El dinero lo compra todo, y estas cloacas, o bufetes de la abogacía, son templos donde al único que se adora es al dios Mamón.
Claro está, se valen de profesionales trabajadores, personas que por un sueldo que les permita sobrevivir y pagar sus deudas, han de hacerles todo tipo de trabajos sucios.
Evidentemente, este análisis está muy bien grabado:
El bien vestir, la finura, la preparación para convencer, y engañar, la corbatas, los peinados de categoría, etc., todo para dar el pego lo más posible, y camuflar la verdadera podredumbre que guardan debajo.
Presenta de una forma bastante cruda, los planteamientos que se pueden producir en la cúpula de grandes empresas, a la hora de decidir cómo sobrevivir, o simplemente, ganar más dinero, anteponiendo resultados a principios.
Michael Clayton es una incursión por el poder, que se fortalece a costa de la integridad física, y moral de los individuos, un ataque al sistema, regido por sucios intereses, que pone en tela de juicio, la fragilidad de la conciencia y de la justicia.
Todos podemos estar sometidos a un invisible entramado, dispuesto a sacrificarnos, diminutas hormigas pisoteadas sin miramientos, por unos pies enormes que persiguen perpetuar su control, su poder y su riqueza.
Michael Clayton es una película de denuncia un poco particular, una de esas películas de buenas intenciones, que tanto le gusta protagonizar a George Clooney.
Dicen, unos cuantos, que Michael Clayton es una película ingenua, por la concepción “buenista” del desenlace, por la bisoñez de una resolución éticamente impecable, pero el propósito de la redención, de haberla, no es en Michael Clayton la santificación del héroe, sino, la constatación de que la ética es un animal raro y, como tal, su ejercicio queda restringido al ámbito de lo privado.
Michael Clayton certifica la muerte de la ética colectiva, la defunción de la moral comunitaria, y se toma la licencia de ser romántica, sentenciando que si el capitalismo carnívoro, el imperio de las grandes multinacionales, la globalización desaforada, han volado por los aires, cualquier posibilidad de solidaridad interpersonal, el individuo, como tal, resiste al acoso como depositario último de esa ética humanitaria, y tiene la facultad de abstraerse a la succión que de las conciencias promueve el poder económico.
Hay instancias de la verdad que sobreviven a todo, que persisten pese a las infinitas fuerzas interesadas en opacarlas y silenciarlas, y hacerlas pedazos.
Y cuando las descubrimos, pensamos primero e ingenuamente que renacemos, que un nuevo mundo se abre, y ahora, sin los filtros y los velos, se inicia lo que de veras importa, pero luego nos damos cuenta, que la capa que nos cubre, no es placenta sino mierda.
Eso es:
Deposición, inmundicia.
La píldora azul es un mísero laxante.

“I'm not the guy you kill, I'm the guy you buy!
Are you so fucking blind that you don't even see what I am?
I sold out Arthur for 80 grand and a three year contract.
I'm the easiest part of your problem and you're gonna kill me?”



Comentarios

Entradas populares