Liz & Dick
“Controversial Love Affairs, Diamonds, Provocative, Scandal, Tabloid Front Page, Child Star, Leading Lady, and Paparazzi”
Si en pleno siglo XXI, las parejas de actores famosos se quejan del acoso mediático, y no les deja llevar una vida normal...
¿Qué dirían Elizabeth Taylor y Richard Burton?
No he conocido, en la larga historia del cine, una persecución tan implacable como la que llevaron estos 2 actores, nada es comparable, ni se puede expresar con palabras.
Creo que ni la misma Diana de Gales, vivió algo parecido a lo vivido por Liz y Burton.
No existían programas de televisión dedicados a este tipo de noticias, ni prensa rosa en la que se reflejasen las andanzas, las huidas, y en cambio, no había un solo periódico “en el mundo”, en que no salieran las fotos que les capturaban.
Por otro lado, el film “Cleopatra” (1963) ha pasado a la historia por ser una suntuosa producción, que casi lleva a la quiebra, a los estudios 20th Century Fox.
Una superproducción espectacular, que tenía como objetivo, demostrar que el gran formato cinematográfico no tenía rival con la pequeña pantalla hogareña, y significó el inicio del fin, del esplendor del Hollywood clásico.
Sin embargo, paradójicamente, también supuso el comienzo de uno de los grandes amores vividos, como si el mundo fuera a terminarse al día siguiente.
Como la película “Cleopatra”, la relación de Elizabeth Taylor y Richard Burton estuvo marcada por el exceso y el despilfarro.
Nada hubo de medias tintas en aquella superproducción de la pasión cinéfila.
Creo, sin lugar a equivocarme, que estamos hablando de la pareja más emblemática de Hollywood, 2 enamorados coronados como los actores más admirados, odiados, criticados, y envidiados del panorama cinematográfico.
Todo empezó cuando el actor inglés, Richard Burton, fue llamado en el último momento, para filmar la superproducción “Cleopatra”
Cuando le presentaron a la famosa protagonista, dijo:
“¿Así que usted es la famosa Elizabeth Taylor?
Nunca me imaginé que fuera tan pequeña y tan gorda”
A lo que Liz le contestó:
“En cambio, yo siempre supuse que un minero galés como usted, sería tan ordinario”
La primera vez que Burton se presentó en el foro, Liz/Cleopatra estaba filmando una escena desnuda.
El espectáculo dejó al actor sin aliento.
Sus ojos se encontraron, y la fuerte e irresistible atracción que ambos sintieron en ese momento, vino a compensar el mal efecto de su primer encuentro.
Liz y Richard se besaban con tanta pasión, y duraban tanto sus besos, que el director, materialmente, enronqueció gritando: “¡corte!”
A veces Burton llegaba borracho al set.
A ella, al principio le caía en gracia su desfachatez.
Después, maternalmente, tuvo que convencerlo de que no tomara tanto.
Aun, cuando ella no tenía que aparecer en las escenas donde trabajaba Burton, siempre estaba presente para aprovechar los momentos en que, entre 2 tomas, se preparaban las luces para irse a su camerino, y hacer el amor.
Salían un rato más tarde, resplandecientes, alegres, y sonrientes.
“Podrían ser más discretos”, comentaban los ayudantes.
Así pues, Elizabeth y Richard fueron convirtiéndose, a los ojos de los demás, en Cleopatra y Mark Antony.
Aparte de guapos, sus atractivos desprendían un gran magnetismo sensual, tenían dinero, popularidad, y no escondían lo increíblemente bien que se lo pasaban en la cama, y fuera de ella.
Les separaba, en cualquier caso, el origen social, y el hecho de que la actriz fuera una de las más bien pagadas del momento, mientras que él no dejaba de ser un actor de teatro, metido en péplums alimenticios:
“Películas de tetas y desierto” decía Burton con desprecio.
Ya desde el inicio de la relación, la ficción del cine reflejó la realidad de sus biografías, y viceversa.
Como a menudo suele ocurrir en estos trances, cuando se conocieron no se cayeron bien.
La primera vez que se vieron, de forma privada ante amigos, fue en la casa de Bel-Air del matrimonio Jean Simmons y Stewart Granger, el resto...
Liz y Richard, qué más da lo que pase...
Él se casó 5 veces, tuvo 3 hijos, confesó que no estaba muy seguro de ser homosexual, o heterosexual, o bisexual, o qué diablos, bebió como un cosaco, se saltó el funeral de su padre por puro rencor, tuvo un accidente donde su hermano quedó inválido para toda la vida, trató de encamarse a todas las actrices que compartieron escenario con él, puede que a algunos actores, también; escribió que Churchill estaba loco, se proclamó comunista y, pese a esto último, murió en Suiza como un señor.
Y ella...
Ella es Liz Taylor, no hay mucho más que decir.
La noticia del romance Burton-Taylor se convirtió en la noticia del año.
Fue tal la publicidad del escándalo, que hasta El Vaticano se sintió obligado a hacer una declaración:
“Estos caprichos de niños adultos, son un insulto a la nobleza de millones de parejas, que consideran la familia como algo hermoso y santo, a la cual dedican sus vidas”
Pero a Liz no le importaba lo que el mundo pensara, la terrible estrella estaba decidida a divorciarse y casarse con su amante.
Por su parte, El se resistía a dejar a su esposa.
Para Eddie Fischer, cantante melódico sin nervio, y a la sazón, esposo de Taylor, la partida estaba perdida frente al galés:
“Aquella voz maravillosa, su conocimiento de la interpretación, y su capacidad de enseñarla.
Además, me parecía que Elizabeth confundía las debilidades de Burton, su alcoholismo, su amargura, y una rabia que desembocaba en la violencia, con independencia, y seguridad en sí mismo.
Lo consideraba un héroe”
Por su parte, Sybil Burton estaba convencida de que su marido volvería al calor familiar, después de su particular escaramuza con “Cleopatra”
Siempre había sido así.
Mujer listísima y, por lo tanto, muy pragmática, Sybil era consciente de la fascinación que Richard producía en las mujeres, y lo mucho que a este le gustaba estar con ellas.
Sin embargo, por educación tradicionalista, perdonaba las infidelidades siempre, y cuando no fueran más que ardores fugaces.
Esta vez se equivocó.
A partir de ese momento, Elizabeth y Richard pasaron a vivir una vida de escaparate.
Una vida nómada:
Plantas de hoteles, animales exóticos, un yate, joyas caras para ella, una biblioteca espectacular con primeras ediciones para él, y bebida para ambos.
Fue fatal para el alcoholismo de Burton, que Taylor le siguiera el ritmo a muerte en la bebida.
Si el hijo del minero galés, merced a la poesía de Shakespeare, se creía poseedor de un espíritu noble que no se correspondía con su linaje, a la niña prodigio le gustaba comportarse como un camionero.
Además, pese a las cantidades ingentes de vodka, whisky, cerveza, y vino que el actor trasegaba a diario, solo tuvo problemas de erección con ella durante los meses que se impuso el dique seco.
Pero no todo fue volcánico y abrasivo.
A Richard no le costó que los hijos de Elizabeth le trataran como a un padre, y ejerció siempre de tal.
En ese tiempo, adoptaron a una niña, y 4ª hija de la actriz.
Transmitió la confianza suficiente a Elizabeth para considerarse, más que una gran estrella, una actriz sólida con una vis cómica excelente, y tenía razón.
Por su parte, Elizabeth trató de que el actor quitara hierro a sus complejos y traumas que tanto lo torturaban.
Entre ellos se contaba alguna relación homosexual que había tenido en la juventud.
La actriz, como es bien sabido, tenía buenos amigos homosexuales, y sabía bien de la amargura que suponía tener que esconder la orientación sexual, y que te juzgaran por ella.
De ahí que no sea tan sorprendente, que Burton reconociera públicamente, haber mantenido relaciones sexuales con hombres.
Pese a la valentía, no pudo reprimir la pueril coletilla adversativa:
“Pero no me gustó”
La pareja retroalimentaba su vida en el cine.
Muchos fueron los títulos, que pretendieron aprovechar el escándalo, para acrecentar su tirón comercial.
Se convirtieron en el matrimonio del millón de dólares por cabeza.
Esta codicia, por darle al público carnaza mediante el cine, llevó a Laurence Olivier a escribirle una carta a Burton, donde le espetaba:
“Decídete:
¿Quieres ser un gran actor, o estar en boca de todos?”
A lo que este último respondió:
“Las 2 cosas”
Pese a todo, crecía la idea, de que el intérprete que debía convertirse en el nuevo Gielgud, estaba tirando su talento por la borda.
En parte por ello, se decidió a representar un Hamlet sin mallas, que fue un éxito de Broadway.
El actor escribía, además, que la actuación era algo “afeminado y ridículo” para un “verdadero hombre”, y admitía su deseo de haber escogido la vida de escritor.
Pero a Burton, la interpretación acababa cansándole.
Se refugiaba en la lectura, la buena/mala vida, y en Elizabeth:
“Embriagado por su vagina y por su astucia”, escribió en sus diarios.
Para la prensa, pasó a ser el eslabón débil de la pareja Liz y Dick, una contracción que el actor odiaba.
También, le llamaban “Mr. Cleopatra”, apelativo satírico que le sacaba, literalmente de sus casillas.
Le costaba horrores lidiar con el escaparate mediático.
Después de varios intentos de dejar la bebida, Burton se dio cuenta de que el alcohol y Elizabeth, iban en el mismo paquete.
Como fuera el caso, el amor de la Taylor y Richard Burton es, probablemente, el más ruidoso, turbulento, autodestructivo, y delirante de la historia de Hollywood.
Tuvo su reflejo en una película “Who's Afraid Of Virginia Wolf?” (1966) otra de amores horrorosos con la pareja en los papeles protagonistas y, ahora, un corolario no del todo digno pero, ay, de lo más jugoso, del cual citaré más adelante:
El epistolario amoroso de Richard Burton y Liz Taylor.
Sus películas juntos fueron:
“Cleopatra” (1963), “The VIPs” (1963), “The Sandpiper” (1965), “Who's Afraid Of Virginia Wolf?” (1966), “The Taming Of The Shrew” (1967), “Dr. Faustus” (1967), “The Comedians” (1967), “Boom!” (1968), “Under Milk Wood” (1972), “Hammersmith Is Out” (1972) y para la televisión “Divorce His, Divorce Hers” (1973)
Burton decidió alejarse de la mala vida con esposas/enfermeras y trabajo.
Por su parte, la actriz reconoció públicamente, su adicción al alcohol y a los fármacos, e ingresó en el famoso centro de desintoxicación Betty Ford.
Los últimos 10 años fueron de calma y paz, y probablemente aburrimiento, lejos de la superproducción pasional en la que habían convertido sus vidas, a lo largo de casi 15 años.
Hablaban, eso sí, horas largas por teléfono, y se carteaban.
Fue decisión de Taylor, que publicara los testimonios de su relación en el libro “Furious Love: Elizabeth Taylor, Richard Burton, and The Marriage Of The Century” que se ha publicado, y adelantó en su día, la revista estadounidense de Vanity Fair.
“Tú eres probablemente la mejor actriz del mundo, lo que junto a tu extraordinaria belleza te hace única”, escribió Burton en su día, enamorado.
Sin embargo, para Taylor, había una carta que no tenía precio.
La despedida que Richard le envió, y que escribió poco antes de su muerte, en 1984, desde Suiza.
Es la carta que guardaba al lado de su cama.
Como resumen, la pareja comenzó su romance en Roma en 1962, durante el rodaje de “Cleopatra”
Como los 2 ya estaban casados cuando se conocieron, hasta El Vaticano criticó la relación.
Hubo divorcios y boda en Montreal, convivencia, desencanto, broncas monumentales, borracheras espantosas, y otro divorcio.
Y otra boda, en Botswana.
El primer matrimonio entre Taylor y Burton, duró casi 10 años, entre 1964 y 1974.
16 meses después del divorcio, Burton y Taylor se volvieron a casar en 1975, aunque en esa ocasión, la pareja sólo duró hasta julio del año siguiente.
En los últimos años, Elizabeth coleccionó tantos maridos como joyas le gustaba lucir.
Algunos de ellos, ciertamente inverosímiles.
Aun así, a mi parecer, parió una de las mejores sentencias que pueden dedicársele a un hombre:
“Después de Richard, todos los hombres de mi vida, solo estuvieron ahí para abrir la puerta y aguantarme el abrigo”
“I Want To Return With Her”
Liz & Dick es un telefilme dramático de 2012, dirigido por Lloyd Kramer, y producido por Larry A. Thompson.
Protagonizado por Lindsay Lohan, Grant Bowler, Theresa Russell, David Hunt, Bruce Nozick, Tanya Franks, Andy Hirsch, Charles Shaughnessy, David Eigenberg, Creed Bratton, Henry Hereford, entre otros.
El guion está escrito por Christopher Monger.
Liz & Dick, producida por la cadena Lifetime, se centró en la tortuosa relación entre Elizabeth Taylor (Lindsay Lohan) y Richard Burton (Grant Bowler)
Su fiero romance, casi siempre llamado “El Matrimonio Del Siglo” fue siempre el más notorio, publicitado, y celebrado “love affair” de ese tiempo.
Siempre perseguidos por paparazzi, el romance de Liz y Richard, fue mostrado en los medios del mundo, desde que se conocieron en el rodaje de “Cleopatra” (1963) hasta los escándalos que fueron protagonizando, ya como marido y mujer, su divorcio, y su segunda boda en 1975.
Cuando Lifetime anunció, por primera vez, que emitiría a Lindsay Lohan como Elizabeth Taylor en Liz y Dick, la película ha estado recibiendo un montón de promoción, sobre todo, porque Lohan una vez expuso sus pechos en el set, y se mantuvo metiéndose en problemas legales durante toda la producción.
“Me parezco a ella en muchos aspectos:
Estar en la escena pública, convivir con el estrés de lo que dice la gente, tanto si es verdad como si es falso”, dijo la actriz en el estreno.
Liz & Dick narra la historia de amor entre Taylor y Burton, desde que se conocieron en el set de “Cleopatra” hasta la muerte del actor, intercalándola con unas declaraciones imaginarias a cámara de la pareja, donde dan detalles de sus sentimientos, en cada acontecimiento importante.
Su historia tiene todos los ingredientes de un gran romance:
Amor, pasión, celos, discusiones, rupturas, reconciliaciones…
Esta historia de Elizabeth Taylor – Richard Burton, es un relato sin tapujos de su inmortal, pero amor imposible.
Sin embargo, el guión de Christopher Monger es demasiado torpe y tosco, a la hora de desarrollarlo.
Por poner un ejemplo, al principio, cuando se conocen se detestan, 2 días después, están haciendo el amor como conejos, y 5 días más tarde, están tan enamorados, que ya no pueden vivir el uno sin el otro, mientras se dicen las cosas más cursis y sudadas del mundo.
Lo preocupante es que Liz & Dick, tampoco le hace un gran favor a la imagen de la pareja:
A él lo presentan como un obsesionado con ganar el Oscar, que decidió mudarse a un barco para no pagar impuestos; y a ella, como una consentida celosa que le robaba los papeles a otras actrices para poder trabajar con su marido, además de ser materialista, y fanática de los diamantes.
Muchos se preguntan, si Liz & Dick va a terminar siendo, el comienzo del regreso de Lohan a Hollywood.
De acuerdo a las calificaciones, Liz & Dick fue vista por 3.5 millones de personas... pero tampoco fue popular entre los críticos.
Muchos señalaron que el guión de Liz & Dick, y la actuación de Lohan, son a la vez terrible.
Algunos incluso, lo llamaron el peor “biopic”
En general, Liz & Dick probablemente, no ayudará a Lohan volver a “la cima”
Los momentos de mayor naturalidad, parecen haber sido “robados” a la actriz, en instantes en los que no era consciente de que las cámaras estaban grabando.
Su incapacidad para mimetizarse en Elisabeth Taylor es descorazonadora.
Sin embargo, esta ineptitud interpretativa, va dando paso a un conmovedor ejercicio de resistencia, y supervivencia, que termina por salvar la función.
Lindsay Lohan no tiene toda la culpa del fracaso de Liz & Dick, pero pese a que en fotos pueda tener algún parecido con la Taylor, no tiene ninguna credibilidad encarnándola.
Lo que pasa con ella, es que su vida privada ha sido tan polémica, que somos incapaces de verla en la pantalla, encarnando a alguien que no sea ella misma, además, que se ha destrozado la cara con tanta cirugía...
Lindsay Lohan acaba interpretando a Lindsay Lohan, así de fácil.
Y es ahí, donde reside el mayor acierto, aunque no haya sido buscado, de Liz & Dick.
Lohan no logra interiorizar a Taylor, pero al menos consigue entenderla, poniéndose realmente en su piel, sin dejar de ser ella en ningún momento.
“Antes no solían publicar fotos así de mí”, dice desolada, mientras mira un periódico, en el que no nos extrañaría haber visto alguna de sus imágenes más infames.
Y lo más importante de todo, Lindsay Lohan recuerda finalmente, cómo actuar.
Su mirada deja de estar perdida, y nos encuentra, a nosotros y a ella misma.
“Sus lágrimas son mis lágrimas.
Y sus triunfos son mis triunfos”
Aquella niña que dejó de serlo hace tanto tiempo, no tanto en realidad, podría convertirse en una actriz de verdad.
Si la industria, la prensa, el público, y la vida le dejan, Lindsay Lohan estará pronto “lista para su primer plano”… otra vez.
De ahí que la actriz ha sido comparada con Elizabeth Taylor, no solo por su físico, sino también por una serie de curiosidades, que hacen que ambas actrices compartan ciertas similitudes:
Ambas han tenido madres dominantes, no han tenido una verdadera infancia, han saboreado las mieles de la fama desde una edad muy temprana, han abusado de peligrosas sustancias, y han protagonizado diversas situaciones en la prensa sensacionalista.
Sin embargo, la diferencia entre ambas, reside en que Elizabeth Taylor consiguió un gran número de logros, antes de llegar a convertirse en la leyenda del cine de Estados Unidos en que se convirtió.
Por otra parte, su compañero de reparto, Grant Bowler, tampoco es que lo haga especialmente bien, pero al menos creo que hace un mejor trabajo, su voz le da un valor agregado.
Sin embargo, Lohan y Bowler no lograron tener esa química Taylor - Burton.
Las escenas de peleas de Liz & Dick, los pleitos en lugar de despertar alguna emoción al televidente, daban risa, aburrían...
Y es que se necesita de una verdadera actriz, para darle vida a Taylor.
Considero que sólo el vestuario se salva de la quema, ya que el resto parece absolutamente infumable, y difícil de salvar.
Considero que Liz & Dick no debió realizarse, no solo porque es terrible, sino por respeto.
Aun no pasan ni 2 años de la muerte de la dama de ojos violeta, hubiera sido mejor, esperar a que pasara un tiempo por respeto a la diva, para continuar con el mito.
Si bien Liz & Dick se basa en el mito, más que en su relación con Burton, no lo revive, sino que lo destruye, y lo mata.
El 22 de julio de 2012, Dame Elizabeth Rosemond Taylor Hilton Wilding Todd Fisher Burton Burton Warner Fortensky, escribió en twitter, que sólo ella se interpretaría en una película:
“No one is going to play Elizabeth Taylor, but Elizabeth Taylor herself”
Este twitt fue en respuesta a rumores de que se planeaba hacer un film sobre la relación de Taylor, y uno de sus 7 esposos, Richard Burton, como eventualmente sucedió con el largometraje de Lifetime:
Liz & Dick.
No existe relación directa entre Liz & Dick, y el twitt de Taylor, ya que la actriz falleció en Marzo de 2011, y Liz & Dick no fue oficialmente anunciado hasta Mayo de 2011, sin embargo, la exactitud de su información nos hace pensar que tal vez, “un pajarito” habría informado a Taylor de los planes de Lifetime.
A pesar de la oposición de Taylor, a ser interpretada en el cine, Lifetime continuó con su proyecto.
Pero lo más lamentable, es sin lugar a dudas, un guion inexistente que se limita a verter datos cronológicos sin enjundia, y anécdotas, y que no se esfuerza por dar algo de vida a estos 2 interesantísimos personajes públicos.
Y es que Liz & Dick no es muy diferente a los biopics televisivos que estuvieron de moda, todos están hechos para el disfrute de los aficionados a la prensa del corazón, remarcando los momentos que han ocupado muchas páginas de las revistas temáticas, y haciendo una burda recreación, de lo que creen que podría haber pasado cuando las cámaras no están delante.
Es muy curioso, el papel que juegan los paparazzi en Liz & Dick, tan presente en la vida de la pareja, que hasta rompen a través de ella.
“I’m bored!
I’m so bored!”
Tanto interés despertó la vida personal de Elizabeth Taylor, como sus logros en El Séptimo Arte.
Se casó 8 veces, y dio de qué hablar por sus enlaces con nombres ilustres, aunque nunca tanto como con Richard Burton, el actor con quien compartió cartel en innumerables ocasiones.
De ello, quedó constancia en unas cartas de amor intensas, que salieron a la luz recientemente, un relato de la pasión, y el tormento que protagonizaron los 2 nombres más grandes en su época.
Tanto, que estuvo al borde de acabar en suicidio.
Eso cuenta al menos, el actor galés en su ejercicio epistolar.
Esos escritos, repletos de elucubraciones, y extraños giros emocionales, salieron a la luz hace unos meses, a través de la revista Vanity Fair, y después de que la protagonista de “Cat On A Hot Tin Roof” (1958) los hiciera públicos, tras más de 3 décadas de celoso secreto.
En ellas, Burton confiesa que no podía soportar la idea de perder a Taylor:
“Si me dejas, tendré que quitarme la vida.
No hay vida sin ti”, escribió el actor.
La llegada de la película Liz & Dick, llega al mismo tiempo que se han hecho públicos extractos de “The Richard Burton Diaries” confeccionados por el actor a base de notas, diarios personales, y otros documentos personales escritos principalmente, entre finales de 1960, y comienzos de los 70.
Las cartas eróticas que el actor escribía a Taylor, muestran un encegamiento considerable.
Una muestra simpática:
“Tengo hambre de tu olor, y de tus pezones, y de tu divina vagina, y de tu barriga redonda, y de la deliciosa suavidad del interior de tus muslos, y de tu culito de bebé, y de tus labios abiertos, y de tu mirada medio hostil cuando estás en celo con tu pequeño semental galés…”
La actriz, haciendo gala de la concreción femenina, resumió aquel alboroto hormonal en prosa:
“Si te excitas jugando al Scrabble, es que es amor”
De esta manera, entre partidas de Scrabble, y polvos furtivos, fue fraguándose “un escándalo” que marcaría el papel couché de la década de los 60.
La pareja Elizabeth y Richard, poseía todos los ingredientes para la admiración ajena, y la envidia soterrada.
En su diario, Richard escribió cosas como estas:
Sobre Elizabeth Taylor y sus problemas con el alcohol:
“Durante el último mes, con muy pocas excepciones, Liz se ha ido a la cama no mareada o bebida, sino completamente borracha.
Incapaz de caminar recta, hablando de forma lenta y sin sentido, con una voz similar a la de un niño demente.
Si fuera otra persona, me largaría de aquí.
Pero es la mujer de mi vida”
Sobre sus propios problemas con el alcohol:
“Ayer acabé muy borracho y me sentía fatal por la mañana.
Fui a las 09:30 a buscar un brandy doble, pero el bar estaba cerrado hasta las 10.
Pregunté por Fritz, el gerente.
Abrió a regañadientes, y me sugirió que tomara vodka para que no oliera tanto cuando “E” me diera el beso matinal”
Sobre su vida juntos:
“He intentado imaginar la vida sin ella, pero no he podido.
Estamos unidos para siempre”
Sobre Elizabeth Taylor y el sexo:
“Liz es como un ligue de una noche eterno.
Es mi amante privada y personal.
Y es lasciva.
Es imposible explicar en qué consiste el sexo con ella.
Bueno, lo diré:
Recibe todo, devuelve la pelota de forma perpetua.
Es una amante que te vuelve loco, es tímida, ingeniosa, no se deja engañar, es una actriz brillante, bella hasta extremos que superan los sueños de la pornografía, puede ser arrogante y obstinada, es clemente y cariñosa.
Tolera mis imposibilidades y borracheras, es un dolor de estómago cuando estoy lejos de ella, ¡y me quiere!
Y yo la querré hasta que me muera”
Sobre el esplendor físico de Liz Taylor:
“No detecto signos de envejecimiento en ella.
Su piel es tan suave, joven, y sin arrugas como siempre.
Sus pechos, a pesar de su tamaño, y considerable peso, han caído ligeramente, pero no más de cómo estaban hace 10 años.
Su trasero es firme y redondo.
Debe perder algo de barriga”
Burton, que comenzó su dramática relación con la gran diva de Hollywood en 1961, coincidiendo con el rodaje de “Cleopatra”, reconoce que maltrató a Taylor durante sus 10 años de matrimonio, y que el entendimiento con la actriz londinense era casi imposible.
“Debes saber, por supuesto, lo mal que te trato.
Pero lo fundamental y más vicioso, canallesco, criminal, y hecho indiscutible, es que no nos entendemos en absoluto” dijo Burton.
“Eres tan distante como Venus, el planeta, me refiero”
Pese a todo, dejó claro que amaba con desesperación a la actriz, con la que se casó en 1964, para divorciarse en el 74.
Solo un año después, ambos volvieron a intentarlo, con una boda exótica en el continente africano, la ceremonia se celebró en Botswana, pero la reconciliación apenas duró unos meses.
Rompían así una relación idílica para las revistas, y para una meca del cine, satisfecha por una historia que hacía más grande su leyenda fuera de la gran pantalla.
Durante años, dominaron la alfombra roja, y se dejaron querer por los fotógrafos.
Y dieron titulares en cantidad, como la compra de un anillo de diamantes de 69,42 quilates, que pasó a llamarse “El Taylor-Burton” por ser único en el mundo; y que costó 1,2 millones de dólares.
Los regalos millonarios que Burton le hizo a Liz, también ocupan un lugar importante en la historia, principalmente, joyas y obras de arte, entre ellas:
“El diamante Krupp” de 33,19 quilates, o “La Perla Peregrina” que antaño perteneció al Rey Felipe II de Austria, o Habsburgo, llamado “El Prudente” y que fue reproducida por Velázquez en varios retratos reales.
Cuando esta joya salió a la venta y la compró Richard Burton, desde España se intentó entorpecer la operación, afirmando que era falsa, y pinturas de Monet, Picasso, Van Gogh, Pissarro, Renoir, Degas y Rembrandt.
Ya en los años 80, Liz revendió el diamante “Taylor Burton” por el triple, y destinó el dinero a fines benéficos en África.
En diciembre de 2011, fallecida ya la actriz, sus joyas y valiosos vestidos se subastaron, alcanzando cifras astronómicas.
Además de diamantes y abrigos de pieles, también hubo fuertes peleas, y alcoholismo por ambas partes.
Sobre todo en el bando galés, aparentemente refugiado en la bebida para olvidar el incidente que dejó a su hermano Graham inválido de por vida.
Asimismo, decía que muchos actores recurrían al alcohol, para ocultar su homosexualidad, levantando ampollas y rumores, sobre su presunto romance con Laurence Olivier, aunque nunca se llegó a confirmar.
Era previsible el enfrentamiento y el drama, entre una pareja habituada a la ruptura sentimental.
Solo Taylor, de 79 años, ha estado casada 8 veces, 3 más que Burton.
Y aunque nunca ha hecho oficial quién fue el hombre de su vida, sí develó a Vanity Fair, que conserva junto a su mesita de noche, la última carta, desconocida hasta ahora, que Burton le envió 3 días antes de morir, en la que expresaba la felicidad enorme que sentía estando junto a ella.
Burton, que falleció el 2 de agosto de 1984 de una hemorragia cerebral en Suiza a los 58 años de edad, aún pedía una vuelta a casa, junto a la gran Taylor, que fue capaz de divorciarse un 6 de marzo de su anterior marido, Eddie Fischer, para contraer nupcias con su amado galés, solo 9 días después.
La actriz aceptó, con manos temblorosas, leer esta última carta a los autores de unas memorias sobre sus días con Burton, para después reconocer que su amor fue intenso y apasionado.
“Desde nuestros primeros momentos en Roma, siempre estuvimos loca y poderosamente enamorados”, confesó la actriz, para quien Burton era un hombre “magnífico en todos los sentidos de la palabra.
Y en todo lo que hizo en su vida”:
“The best man I've known for sin is undoubtedly Richard Burton”
Sólo la enfermedad y la muerte pudieron, finalmente, deshacer para siempre esta pareja de amantes malditos, inestable, y comediante.
Cuando Liz recibió la noticia de la muerte de Dick, en Ginebra, provocada por una hemorragia cerebral, cayó desmayada.
Su prometido de ese momento, Víctor Luna, un abogado mexicano, al ver la reacción y la histeria de Liz, rompió su compromiso con ella.
Cual una reina viuda, Liz se presentó al entierro de Burton, rodeada de paparazzi.
Richard Burton había predicho, en su diario íntimo, el final de su tempestuosa relación con Liz:
“El resultado será, que yo moriré a causa de la bebida, mientras que ella continuará alegremente en su medio mundo”
Y así fue.
Quién sabe si Taylor hubiese aceptado la propuesta de volver junto a Burton, muchos años después de su segundo divorcio.
A Hollywood le hubiera encantado la historia.
“Ruin dy garu di’n fwy na’r byd ei hunan”
(Te amo más que al mundo mismo)
Richard Burton
Si en pleno siglo XXI, las parejas de actores famosos se quejan del acoso mediático, y no les deja llevar una vida normal...
¿Qué dirían Elizabeth Taylor y Richard Burton?
No he conocido, en la larga historia del cine, una persecución tan implacable como la que llevaron estos 2 actores, nada es comparable, ni se puede expresar con palabras.
Creo que ni la misma Diana de Gales, vivió algo parecido a lo vivido por Liz y Burton.
No existían programas de televisión dedicados a este tipo de noticias, ni prensa rosa en la que se reflejasen las andanzas, las huidas, y en cambio, no había un solo periódico “en el mundo”, en que no salieran las fotos que les capturaban.
Por otro lado, el film “Cleopatra” (1963) ha pasado a la historia por ser una suntuosa producción, que casi lleva a la quiebra, a los estudios 20th Century Fox.
Una superproducción espectacular, que tenía como objetivo, demostrar que el gran formato cinematográfico no tenía rival con la pequeña pantalla hogareña, y significó el inicio del fin, del esplendor del Hollywood clásico.
Sin embargo, paradójicamente, también supuso el comienzo de uno de los grandes amores vividos, como si el mundo fuera a terminarse al día siguiente.
Como la película “Cleopatra”, la relación de Elizabeth Taylor y Richard Burton estuvo marcada por el exceso y el despilfarro.
Nada hubo de medias tintas en aquella superproducción de la pasión cinéfila.
Creo, sin lugar a equivocarme, que estamos hablando de la pareja más emblemática de Hollywood, 2 enamorados coronados como los actores más admirados, odiados, criticados, y envidiados del panorama cinematográfico.
Todo empezó cuando el actor inglés, Richard Burton, fue llamado en el último momento, para filmar la superproducción “Cleopatra”
Cuando le presentaron a la famosa protagonista, dijo:
“¿Así que usted es la famosa Elizabeth Taylor?
Nunca me imaginé que fuera tan pequeña y tan gorda”
A lo que Liz le contestó:
“En cambio, yo siempre supuse que un minero galés como usted, sería tan ordinario”
La primera vez que Burton se presentó en el foro, Liz/Cleopatra estaba filmando una escena desnuda.
El espectáculo dejó al actor sin aliento.
Sus ojos se encontraron, y la fuerte e irresistible atracción que ambos sintieron en ese momento, vino a compensar el mal efecto de su primer encuentro.
Liz y Richard se besaban con tanta pasión, y duraban tanto sus besos, que el director, materialmente, enronqueció gritando: “¡corte!”
A veces Burton llegaba borracho al set.
A ella, al principio le caía en gracia su desfachatez.
Después, maternalmente, tuvo que convencerlo de que no tomara tanto.
Aun, cuando ella no tenía que aparecer en las escenas donde trabajaba Burton, siempre estaba presente para aprovechar los momentos en que, entre 2 tomas, se preparaban las luces para irse a su camerino, y hacer el amor.
Salían un rato más tarde, resplandecientes, alegres, y sonrientes.
“Podrían ser más discretos”, comentaban los ayudantes.
Así pues, Elizabeth y Richard fueron convirtiéndose, a los ojos de los demás, en Cleopatra y Mark Antony.
Aparte de guapos, sus atractivos desprendían un gran magnetismo sensual, tenían dinero, popularidad, y no escondían lo increíblemente bien que se lo pasaban en la cama, y fuera de ella.
Les separaba, en cualquier caso, el origen social, y el hecho de que la actriz fuera una de las más bien pagadas del momento, mientras que él no dejaba de ser un actor de teatro, metido en péplums alimenticios:
“Películas de tetas y desierto” decía Burton con desprecio.
Ya desde el inicio de la relación, la ficción del cine reflejó la realidad de sus biografías, y viceversa.
Como a menudo suele ocurrir en estos trances, cuando se conocieron no se cayeron bien.
La primera vez que se vieron, de forma privada ante amigos, fue en la casa de Bel-Air del matrimonio Jean Simmons y Stewart Granger, el resto...
Liz y Richard, qué más da lo que pase...
Él se casó 5 veces, tuvo 3 hijos, confesó que no estaba muy seguro de ser homosexual, o heterosexual, o bisexual, o qué diablos, bebió como un cosaco, se saltó el funeral de su padre por puro rencor, tuvo un accidente donde su hermano quedó inválido para toda la vida, trató de encamarse a todas las actrices que compartieron escenario con él, puede que a algunos actores, también; escribió que Churchill estaba loco, se proclamó comunista y, pese a esto último, murió en Suiza como un señor.
Y ella...
Ella es Liz Taylor, no hay mucho más que decir.
La noticia del romance Burton-Taylor se convirtió en la noticia del año.
Fue tal la publicidad del escándalo, que hasta El Vaticano se sintió obligado a hacer una declaración:
“Estos caprichos de niños adultos, son un insulto a la nobleza de millones de parejas, que consideran la familia como algo hermoso y santo, a la cual dedican sus vidas”
Pero a Liz no le importaba lo que el mundo pensara, la terrible estrella estaba decidida a divorciarse y casarse con su amante.
Por su parte, El se resistía a dejar a su esposa.
Para Eddie Fischer, cantante melódico sin nervio, y a la sazón, esposo de Taylor, la partida estaba perdida frente al galés:
“Aquella voz maravillosa, su conocimiento de la interpretación, y su capacidad de enseñarla.
Además, me parecía que Elizabeth confundía las debilidades de Burton, su alcoholismo, su amargura, y una rabia que desembocaba en la violencia, con independencia, y seguridad en sí mismo.
Lo consideraba un héroe”
Por su parte, Sybil Burton estaba convencida de que su marido volvería al calor familiar, después de su particular escaramuza con “Cleopatra”
Siempre había sido así.
Mujer listísima y, por lo tanto, muy pragmática, Sybil era consciente de la fascinación que Richard producía en las mujeres, y lo mucho que a este le gustaba estar con ellas.
Sin embargo, por educación tradicionalista, perdonaba las infidelidades siempre, y cuando no fueran más que ardores fugaces.
Esta vez se equivocó.
A partir de ese momento, Elizabeth y Richard pasaron a vivir una vida de escaparate.
Una vida nómada:
Plantas de hoteles, animales exóticos, un yate, joyas caras para ella, una biblioteca espectacular con primeras ediciones para él, y bebida para ambos.
Fue fatal para el alcoholismo de Burton, que Taylor le siguiera el ritmo a muerte en la bebida.
Si el hijo del minero galés, merced a la poesía de Shakespeare, se creía poseedor de un espíritu noble que no se correspondía con su linaje, a la niña prodigio le gustaba comportarse como un camionero.
Además, pese a las cantidades ingentes de vodka, whisky, cerveza, y vino que el actor trasegaba a diario, solo tuvo problemas de erección con ella durante los meses que se impuso el dique seco.
Pero no todo fue volcánico y abrasivo.
A Richard no le costó que los hijos de Elizabeth le trataran como a un padre, y ejerció siempre de tal.
En ese tiempo, adoptaron a una niña, y 4ª hija de la actriz.
Transmitió la confianza suficiente a Elizabeth para considerarse, más que una gran estrella, una actriz sólida con una vis cómica excelente, y tenía razón.
Por su parte, Elizabeth trató de que el actor quitara hierro a sus complejos y traumas que tanto lo torturaban.
Entre ellos se contaba alguna relación homosexual que había tenido en la juventud.
La actriz, como es bien sabido, tenía buenos amigos homosexuales, y sabía bien de la amargura que suponía tener que esconder la orientación sexual, y que te juzgaran por ella.
De ahí que no sea tan sorprendente, que Burton reconociera públicamente, haber mantenido relaciones sexuales con hombres.
Pese a la valentía, no pudo reprimir la pueril coletilla adversativa:
“Pero no me gustó”
La pareja retroalimentaba su vida en el cine.
Muchos fueron los títulos, que pretendieron aprovechar el escándalo, para acrecentar su tirón comercial.
Se convirtieron en el matrimonio del millón de dólares por cabeza.
Esta codicia, por darle al público carnaza mediante el cine, llevó a Laurence Olivier a escribirle una carta a Burton, donde le espetaba:
“Decídete:
¿Quieres ser un gran actor, o estar en boca de todos?”
A lo que este último respondió:
“Las 2 cosas”
Pese a todo, crecía la idea, de que el intérprete que debía convertirse en el nuevo Gielgud, estaba tirando su talento por la borda.
En parte por ello, se decidió a representar un Hamlet sin mallas, que fue un éxito de Broadway.
El actor escribía, además, que la actuación era algo “afeminado y ridículo” para un “verdadero hombre”, y admitía su deseo de haber escogido la vida de escritor.
Pero a Burton, la interpretación acababa cansándole.
Se refugiaba en la lectura, la buena/mala vida, y en Elizabeth:
“Embriagado por su vagina y por su astucia”, escribió en sus diarios.
Para la prensa, pasó a ser el eslabón débil de la pareja Liz y Dick, una contracción que el actor odiaba.
También, le llamaban “Mr. Cleopatra”, apelativo satírico que le sacaba, literalmente de sus casillas.
Le costaba horrores lidiar con el escaparate mediático.
Después de varios intentos de dejar la bebida, Burton se dio cuenta de que el alcohol y Elizabeth, iban en el mismo paquete.
Como fuera el caso, el amor de la Taylor y Richard Burton es, probablemente, el más ruidoso, turbulento, autodestructivo, y delirante de la historia de Hollywood.
Tuvo su reflejo en una película “Who's Afraid Of Virginia Wolf?” (1966) otra de amores horrorosos con la pareja en los papeles protagonistas y, ahora, un corolario no del todo digno pero, ay, de lo más jugoso, del cual citaré más adelante:
El epistolario amoroso de Richard Burton y Liz Taylor.
Sus películas juntos fueron:
“Cleopatra” (1963), “The VIPs” (1963), “The Sandpiper” (1965), “Who's Afraid Of Virginia Wolf?” (1966), “The Taming Of The Shrew” (1967), “Dr. Faustus” (1967), “The Comedians” (1967), “Boom!” (1968), “Under Milk Wood” (1972), “Hammersmith Is Out” (1972) y para la televisión “Divorce His, Divorce Hers” (1973)
Burton decidió alejarse de la mala vida con esposas/enfermeras y trabajo.
Por su parte, la actriz reconoció públicamente, su adicción al alcohol y a los fármacos, e ingresó en el famoso centro de desintoxicación Betty Ford.
Los últimos 10 años fueron de calma y paz, y probablemente aburrimiento, lejos de la superproducción pasional en la que habían convertido sus vidas, a lo largo de casi 15 años.
Hablaban, eso sí, horas largas por teléfono, y se carteaban.
Fue decisión de Taylor, que publicara los testimonios de su relación en el libro “Furious Love: Elizabeth Taylor, Richard Burton, and The Marriage Of The Century” que se ha publicado, y adelantó en su día, la revista estadounidense de Vanity Fair.
“Tú eres probablemente la mejor actriz del mundo, lo que junto a tu extraordinaria belleza te hace única”, escribió Burton en su día, enamorado.
Sin embargo, para Taylor, había una carta que no tenía precio.
La despedida que Richard le envió, y que escribió poco antes de su muerte, en 1984, desde Suiza.
Es la carta que guardaba al lado de su cama.
Como resumen, la pareja comenzó su romance en Roma en 1962, durante el rodaje de “Cleopatra”
Como los 2 ya estaban casados cuando se conocieron, hasta El Vaticano criticó la relación.
Hubo divorcios y boda en Montreal, convivencia, desencanto, broncas monumentales, borracheras espantosas, y otro divorcio.
Y otra boda, en Botswana.
El primer matrimonio entre Taylor y Burton, duró casi 10 años, entre 1964 y 1974.
16 meses después del divorcio, Burton y Taylor se volvieron a casar en 1975, aunque en esa ocasión, la pareja sólo duró hasta julio del año siguiente.
En los últimos años, Elizabeth coleccionó tantos maridos como joyas le gustaba lucir.
Algunos de ellos, ciertamente inverosímiles.
Aun así, a mi parecer, parió una de las mejores sentencias que pueden dedicársele a un hombre:
“Después de Richard, todos los hombres de mi vida, solo estuvieron ahí para abrir la puerta y aguantarme el abrigo”
“I Want To Return With Her”
Liz & Dick es un telefilme dramático de 2012, dirigido por Lloyd Kramer, y producido por Larry A. Thompson.
Protagonizado por Lindsay Lohan, Grant Bowler, Theresa Russell, David Hunt, Bruce Nozick, Tanya Franks, Andy Hirsch, Charles Shaughnessy, David Eigenberg, Creed Bratton, Henry Hereford, entre otros.
El guion está escrito por Christopher Monger.
Liz & Dick, producida por la cadena Lifetime, se centró en la tortuosa relación entre Elizabeth Taylor (Lindsay Lohan) y Richard Burton (Grant Bowler)
Su fiero romance, casi siempre llamado “El Matrimonio Del Siglo” fue siempre el más notorio, publicitado, y celebrado “love affair” de ese tiempo.
Siempre perseguidos por paparazzi, el romance de Liz y Richard, fue mostrado en los medios del mundo, desde que se conocieron en el rodaje de “Cleopatra” (1963) hasta los escándalos que fueron protagonizando, ya como marido y mujer, su divorcio, y su segunda boda en 1975.
Cuando Lifetime anunció, por primera vez, que emitiría a Lindsay Lohan como Elizabeth Taylor en Liz y Dick, la película ha estado recibiendo un montón de promoción, sobre todo, porque Lohan una vez expuso sus pechos en el set, y se mantuvo metiéndose en problemas legales durante toda la producción.
“Me parezco a ella en muchos aspectos:
Estar en la escena pública, convivir con el estrés de lo que dice la gente, tanto si es verdad como si es falso”, dijo la actriz en el estreno.
Liz & Dick narra la historia de amor entre Taylor y Burton, desde que se conocieron en el set de “Cleopatra” hasta la muerte del actor, intercalándola con unas declaraciones imaginarias a cámara de la pareja, donde dan detalles de sus sentimientos, en cada acontecimiento importante.
Su historia tiene todos los ingredientes de un gran romance:
Amor, pasión, celos, discusiones, rupturas, reconciliaciones…
Esta historia de Elizabeth Taylor – Richard Burton, es un relato sin tapujos de su inmortal, pero amor imposible.
Sin embargo, el guión de Christopher Monger es demasiado torpe y tosco, a la hora de desarrollarlo.
Por poner un ejemplo, al principio, cuando se conocen se detestan, 2 días después, están haciendo el amor como conejos, y 5 días más tarde, están tan enamorados, que ya no pueden vivir el uno sin el otro, mientras se dicen las cosas más cursis y sudadas del mundo.
Lo preocupante es que Liz & Dick, tampoco le hace un gran favor a la imagen de la pareja:
A él lo presentan como un obsesionado con ganar el Oscar, que decidió mudarse a un barco para no pagar impuestos; y a ella, como una consentida celosa que le robaba los papeles a otras actrices para poder trabajar con su marido, además de ser materialista, y fanática de los diamantes.
Muchos se preguntan, si Liz & Dick va a terminar siendo, el comienzo del regreso de Lohan a Hollywood.
De acuerdo a las calificaciones, Liz & Dick fue vista por 3.5 millones de personas... pero tampoco fue popular entre los críticos.
Muchos señalaron que el guión de Liz & Dick, y la actuación de Lohan, son a la vez terrible.
Algunos incluso, lo llamaron el peor “biopic”
En general, Liz & Dick probablemente, no ayudará a Lohan volver a “la cima”
Los momentos de mayor naturalidad, parecen haber sido “robados” a la actriz, en instantes en los que no era consciente de que las cámaras estaban grabando.
Su incapacidad para mimetizarse en Elisabeth Taylor es descorazonadora.
Sin embargo, esta ineptitud interpretativa, va dando paso a un conmovedor ejercicio de resistencia, y supervivencia, que termina por salvar la función.
Lindsay Lohan no tiene toda la culpa del fracaso de Liz & Dick, pero pese a que en fotos pueda tener algún parecido con la Taylor, no tiene ninguna credibilidad encarnándola.
Lo que pasa con ella, es que su vida privada ha sido tan polémica, que somos incapaces de verla en la pantalla, encarnando a alguien que no sea ella misma, además, que se ha destrozado la cara con tanta cirugía...
Lindsay Lohan acaba interpretando a Lindsay Lohan, así de fácil.
Y es ahí, donde reside el mayor acierto, aunque no haya sido buscado, de Liz & Dick.
Lohan no logra interiorizar a Taylor, pero al menos consigue entenderla, poniéndose realmente en su piel, sin dejar de ser ella en ningún momento.
“Antes no solían publicar fotos así de mí”, dice desolada, mientras mira un periódico, en el que no nos extrañaría haber visto alguna de sus imágenes más infames.
Y lo más importante de todo, Lindsay Lohan recuerda finalmente, cómo actuar.
Su mirada deja de estar perdida, y nos encuentra, a nosotros y a ella misma.
“Sus lágrimas son mis lágrimas.
Y sus triunfos son mis triunfos”
Aquella niña que dejó de serlo hace tanto tiempo, no tanto en realidad, podría convertirse en una actriz de verdad.
Si la industria, la prensa, el público, y la vida le dejan, Lindsay Lohan estará pronto “lista para su primer plano”… otra vez.
De ahí que la actriz ha sido comparada con Elizabeth Taylor, no solo por su físico, sino también por una serie de curiosidades, que hacen que ambas actrices compartan ciertas similitudes:
Ambas han tenido madres dominantes, no han tenido una verdadera infancia, han saboreado las mieles de la fama desde una edad muy temprana, han abusado de peligrosas sustancias, y han protagonizado diversas situaciones en la prensa sensacionalista.
Sin embargo, la diferencia entre ambas, reside en que Elizabeth Taylor consiguió un gran número de logros, antes de llegar a convertirse en la leyenda del cine de Estados Unidos en que se convirtió.
Por otra parte, su compañero de reparto, Grant Bowler, tampoco es que lo haga especialmente bien, pero al menos creo que hace un mejor trabajo, su voz le da un valor agregado.
Sin embargo, Lohan y Bowler no lograron tener esa química Taylor - Burton.
Las escenas de peleas de Liz & Dick, los pleitos en lugar de despertar alguna emoción al televidente, daban risa, aburrían...
Y es que se necesita de una verdadera actriz, para darle vida a Taylor.
Considero que sólo el vestuario se salva de la quema, ya que el resto parece absolutamente infumable, y difícil de salvar.
Considero que Liz & Dick no debió realizarse, no solo porque es terrible, sino por respeto.
Aun no pasan ni 2 años de la muerte de la dama de ojos violeta, hubiera sido mejor, esperar a que pasara un tiempo por respeto a la diva, para continuar con el mito.
Si bien Liz & Dick se basa en el mito, más que en su relación con Burton, no lo revive, sino que lo destruye, y lo mata.
El 22 de julio de 2012, Dame Elizabeth Rosemond Taylor Hilton Wilding Todd Fisher Burton Burton Warner Fortensky, escribió en twitter, que sólo ella se interpretaría en una película:
“No one is going to play Elizabeth Taylor, but Elizabeth Taylor herself”
Este twitt fue en respuesta a rumores de que se planeaba hacer un film sobre la relación de Taylor, y uno de sus 7 esposos, Richard Burton, como eventualmente sucedió con el largometraje de Lifetime:
Liz & Dick.
No existe relación directa entre Liz & Dick, y el twitt de Taylor, ya que la actriz falleció en Marzo de 2011, y Liz & Dick no fue oficialmente anunciado hasta Mayo de 2011, sin embargo, la exactitud de su información nos hace pensar que tal vez, “un pajarito” habría informado a Taylor de los planes de Lifetime.
A pesar de la oposición de Taylor, a ser interpretada en el cine, Lifetime continuó con su proyecto.
Pero lo más lamentable, es sin lugar a dudas, un guion inexistente que se limita a verter datos cronológicos sin enjundia, y anécdotas, y que no se esfuerza por dar algo de vida a estos 2 interesantísimos personajes públicos.
Y es que Liz & Dick no es muy diferente a los biopics televisivos que estuvieron de moda, todos están hechos para el disfrute de los aficionados a la prensa del corazón, remarcando los momentos que han ocupado muchas páginas de las revistas temáticas, y haciendo una burda recreación, de lo que creen que podría haber pasado cuando las cámaras no están delante.
Es muy curioso, el papel que juegan los paparazzi en Liz & Dick, tan presente en la vida de la pareja, que hasta rompen a través de ella.
“I’m bored!
I’m so bored!”
Tanto interés despertó la vida personal de Elizabeth Taylor, como sus logros en El Séptimo Arte.
Se casó 8 veces, y dio de qué hablar por sus enlaces con nombres ilustres, aunque nunca tanto como con Richard Burton, el actor con quien compartió cartel en innumerables ocasiones.
De ello, quedó constancia en unas cartas de amor intensas, que salieron a la luz recientemente, un relato de la pasión, y el tormento que protagonizaron los 2 nombres más grandes en su época.
Tanto, que estuvo al borde de acabar en suicidio.
Eso cuenta al menos, el actor galés en su ejercicio epistolar.
Esos escritos, repletos de elucubraciones, y extraños giros emocionales, salieron a la luz hace unos meses, a través de la revista Vanity Fair, y después de que la protagonista de “Cat On A Hot Tin Roof” (1958) los hiciera públicos, tras más de 3 décadas de celoso secreto.
En ellas, Burton confiesa que no podía soportar la idea de perder a Taylor:
“Si me dejas, tendré que quitarme la vida.
No hay vida sin ti”, escribió el actor.
La llegada de la película Liz & Dick, llega al mismo tiempo que se han hecho públicos extractos de “The Richard Burton Diaries” confeccionados por el actor a base de notas, diarios personales, y otros documentos personales escritos principalmente, entre finales de 1960, y comienzos de los 70.
Las cartas eróticas que el actor escribía a Taylor, muestran un encegamiento considerable.
Una muestra simpática:
“Tengo hambre de tu olor, y de tus pezones, y de tu divina vagina, y de tu barriga redonda, y de la deliciosa suavidad del interior de tus muslos, y de tu culito de bebé, y de tus labios abiertos, y de tu mirada medio hostil cuando estás en celo con tu pequeño semental galés…”
La actriz, haciendo gala de la concreción femenina, resumió aquel alboroto hormonal en prosa:
“Si te excitas jugando al Scrabble, es que es amor”
De esta manera, entre partidas de Scrabble, y polvos furtivos, fue fraguándose “un escándalo” que marcaría el papel couché de la década de los 60.
La pareja Elizabeth y Richard, poseía todos los ingredientes para la admiración ajena, y la envidia soterrada.
En su diario, Richard escribió cosas como estas:
Sobre Elizabeth Taylor y sus problemas con el alcohol:
“Durante el último mes, con muy pocas excepciones, Liz se ha ido a la cama no mareada o bebida, sino completamente borracha.
Incapaz de caminar recta, hablando de forma lenta y sin sentido, con una voz similar a la de un niño demente.
Si fuera otra persona, me largaría de aquí.
Pero es la mujer de mi vida”
Sobre sus propios problemas con el alcohol:
“Ayer acabé muy borracho y me sentía fatal por la mañana.
Fui a las 09:30 a buscar un brandy doble, pero el bar estaba cerrado hasta las 10.
Pregunté por Fritz, el gerente.
Abrió a regañadientes, y me sugirió que tomara vodka para que no oliera tanto cuando “E” me diera el beso matinal”
Sobre su vida juntos:
“He intentado imaginar la vida sin ella, pero no he podido.
Estamos unidos para siempre”
Sobre Elizabeth Taylor y el sexo:
“Liz es como un ligue de una noche eterno.
Es mi amante privada y personal.
Y es lasciva.
Es imposible explicar en qué consiste el sexo con ella.
Bueno, lo diré:
Recibe todo, devuelve la pelota de forma perpetua.
Es una amante que te vuelve loco, es tímida, ingeniosa, no se deja engañar, es una actriz brillante, bella hasta extremos que superan los sueños de la pornografía, puede ser arrogante y obstinada, es clemente y cariñosa.
Tolera mis imposibilidades y borracheras, es un dolor de estómago cuando estoy lejos de ella, ¡y me quiere!
Y yo la querré hasta que me muera”
Sobre el esplendor físico de Liz Taylor:
“No detecto signos de envejecimiento en ella.
Su piel es tan suave, joven, y sin arrugas como siempre.
Sus pechos, a pesar de su tamaño, y considerable peso, han caído ligeramente, pero no más de cómo estaban hace 10 años.
Su trasero es firme y redondo.
Debe perder algo de barriga”
Burton, que comenzó su dramática relación con la gran diva de Hollywood en 1961, coincidiendo con el rodaje de “Cleopatra”, reconoce que maltrató a Taylor durante sus 10 años de matrimonio, y que el entendimiento con la actriz londinense era casi imposible.
“Debes saber, por supuesto, lo mal que te trato.
Pero lo fundamental y más vicioso, canallesco, criminal, y hecho indiscutible, es que no nos entendemos en absoluto” dijo Burton.
“Eres tan distante como Venus, el planeta, me refiero”
Pese a todo, dejó claro que amaba con desesperación a la actriz, con la que se casó en 1964, para divorciarse en el 74.
Solo un año después, ambos volvieron a intentarlo, con una boda exótica en el continente africano, la ceremonia se celebró en Botswana, pero la reconciliación apenas duró unos meses.
Rompían así una relación idílica para las revistas, y para una meca del cine, satisfecha por una historia que hacía más grande su leyenda fuera de la gran pantalla.
Durante años, dominaron la alfombra roja, y se dejaron querer por los fotógrafos.
Y dieron titulares en cantidad, como la compra de un anillo de diamantes de 69,42 quilates, que pasó a llamarse “El Taylor-Burton” por ser único en el mundo; y que costó 1,2 millones de dólares.
Los regalos millonarios que Burton le hizo a Liz, también ocupan un lugar importante en la historia, principalmente, joyas y obras de arte, entre ellas:
“El diamante Krupp” de 33,19 quilates, o “La Perla Peregrina” que antaño perteneció al Rey Felipe II de Austria, o Habsburgo, llamado “El Prudente” y que fue reproducida por Velázquez en varios retratos reales.
Cuando esta joya salió a la venta y la compró Richard Burton, desde España se intentó entorpecer la operación, afirmando que era falsa, y pinturas de Monet, Picasso, Van Gogh, Pissarro, Renoir, Degas y Rembrandt.
Ya en los años 80, Liz revendió el diamante “Taylor Burton” por el triple, y destinó el dinero a fines benéficos en África.
En diciembre de 2011, fallecida ya la actriz, sus joyas y valiosos vestidos se subastaron, alcanzando cifras astronómicas.
Además de diamantes y abrigos de pieles, también hubo fuertes peleas, y alcoholismo por ambas partes.
Sobre todo en el bando galés, aparentemente refugiado en la bebida para olvidar el incidente que dejó a su hermano Graham inválido de por vida.
Asimismo, decía que muchos actores recurrían al alcohol, para ocultar su homosexualidad, levantando ampollas y rumores, sobre su presunto romance con Laurence Olivier, aunque nunca se llegó a confirmar.
Era previsible el enfrentamiento y el drama, entre una pareja habituada a la ruptura sentimental.
Solo Taylor, de 79 años, ha estado casada 8 veces, 3 más que Burton.
Y aunque nunca ha hecho oficial quién fue el hombre de su vida, sí develó a Vanity Fair, que conserva junto a su mesita de noche, la última carta, desconocida hasta ahora, que Burton le envió 3 días antes de morir, en la que expresaba la felicidad enorme que sentía estando junto a ella.
Burton, que falleció el 2 de agosto de 1984 de una hemorragia cerebral en Suiza a los 58 años de edad, aún pedía una vuelta a casa, junto a la gran Taylor, que fue capaz de divorciarse un 6 de marzo de su anterior marido, Eddie Fischer, para contraer nupcias con su amado galés, solo 9 días después.
La actriz aceptó, con manos temblorosas, leer esta última carta a los autores de unas memorias sobre sus días con Burton, para después reconocer que su amor fue intenso y apasionado.
“Desde nuestros primeros momentos en Roma, siempre estuvimos loca y poderosamente enamorados”, confesó la actriz, para quien Burton era un hombre “magnífico en todos los sentidos de la palabra.
Y en todo lo que hizo en su vida”:
“The best man I've known for sin is undoubtedly Richard Burton”
Sólo la enfermedad y la muerte pudieron, finalmente, deshacer para siempre esta pareja de amantes malditos, inestable, y comediante.
Cuando Liz recibió la noticia de la muerte de Dick, en Ginebra, provocada por una hemorragia cerebral, cayó desmayada.
Su prometido de ese momento, Víctor Luna, un abogado mexicano, al ver la reacción y la histeria de Liz, rompió su compromiso con ella.
Cual una reina viuda, Liz se presentó al entierro de Burton, rodeada de paparazzi.
Richard Burton había predicho, en su diario íntimo, el final de su tempestuosa relación con Liz:
“El resultado será, que yo moriré a causa de la bebida, mientras que ella continuará alegremente en su medio mundo”
Y así fue.
Quién sabe si Taylor hubiese aceptado la propuesta de volver junto a Burton, muchos años después de su segundo divorcio.
A Hollywood le hubiera encantado la historia.
“Ruin dy garu di’n fwy na’r byd ei hunan”
(Te amo más que al mundo mismo)
Richard Burton
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