Pulp Fiction

“You won't know the facts until you've seen the fiction”

El término “cultura popular” hace referencia al conjunto de patrones culturales y manifestaciones artísticas y literarias, creadas o consumidas, preferentemente por el pueblo llano, por contraposición con una cultura académica, alta u oficial, centrada en medios de expresión tradicionalmente valorados como superiores, y generalmente más elitista y excluyente.
Dado que a lo largo de la historia, y por evidentes razones de supervivencia y medios disponibles, el avance y modificación de la cultura, ha tenido su punta de lanza en las élites económicas y académicas, la cultura popular ha sido un elemento comparativamente estático.
Esto ha propiciado, a partir del siglo XIX, su uso como referencia de identidad grupal, por parte del pensamiento nacionalista, que ha basado en dichas señas culturales, la idea de pertenencia a una nación o territorio.
Así, a lo largo del siglo XX, no obstante, la extensión de la escolarización en buena parte del planeta, unida a la emergencia de la cultura del ocio, ha hecho que la cultura popular abandone su carácter predominantemente estático, para convertirse en un elemento dinamizador que, en ocasiones, desborda la creatividad de las vanguardias académicas.
Así el comic, a caballo entre pintura y literatura, o el jazz en el terreno musical, han acabado desbordando su condición marginal, para instalarse como artes académicamente reconocidas.
El retraso en la edad de incorporación de los jóvenes al mercado laboral, por otro lado, ha facilitado su condición de creadores y consumidores de productos culturales, llegando incluso, a la creación de subculturas propias, o tribus urbanas, con preferencias artísticas y filosóficas específicas, y alejadas del “mainstream” o línea de pensamiento mayoritario.
La explotación comercial de los contenidos de la cultura popular es también, una vez expurgados sus elementos más transgresores, un elemento importante en la formación de la “cultura de masas” y un factor económico de relevancia, a través de industrias como las de la música, el comic o el videojuego.
Por otra parte, en el cine, el género policial negro, o “hard boiled”, tomado del nombre de los sombreros utilizados en los años 40, tiene su origen en la literatura barata o “pulp”, debido su nombre a la baja calidad del papel en donde se imprimía; que se desarrolló en la época de la depresión en los años 30.
Muchos escritores comieron en esos años difíciles, gracias al pago de editores de centavos por palabras, y a un público ávido de escapismo en tiempos realmente difíciles.
El creador del género es Dashiell Hammett.
Hammett era un ex detective privado de la legendaria agencia Pinkerton, y es recordado por 2 de sus creaciones:
“The Maltese Falcon” y “The Big Sleep”
El estilo de Hammett era de pocas descripciones, mucha acción, y muchos diálogos disparados a la velocidad de una ametralladora.
El comienzo del policial negro era el de los clásicos detectives privados, variante que llegaría al status de arte, gracias a la brillante prosa de Raymond Chandler; y la serie negra lo que hacía era básicamente, devolver el crimen a las calles, con matones y policías corruptos, reflejando la realidad de la era de la depresión, y en sentido totalmente contrario, a las amaneradas novelas policiales europeas de la época como Agatha Christie, donde daba la impresión que el crimen sólo se cometía de modo rebuscado, en ambientes adinerados.
Con Jim Thompson, James Hadley Chase y Ed McBain, el género negro se liberaría de la muletilla de los detectives privados, y pronto asesinos, matones, y corruptos pasaron a protagonizar las novelas del rubro, volviendo al mismo, cada vez más cínico.
Los únicos que continuarían con detectives privados como héroes, serían Ross Mc Donald (Lew Archer) y el archi-famoso Mike Hammer creado por Mickey Spillane.
Cinematográficamente, el género tuvo su época de furia en los 40, con títulos como el mencionado “The Maltese Falcon” (1941) que lo inicia en el cine, y “The Big Sleep” (1946)
En los 60, Lew Archer, Mike Hammer, y otros personajes llegarían al cine, pero con tibios resultados.
Posiblemente, otras adaptaciones como “The Getaway” (1959) de Jim Thompson tendrían más éxito, en un mundo cada vez más cínico, después de La Guerra de Vietnam, y el fin de “El Sueño Americano”
“Bad motherfucker”
Pulp Fiction es una película dramática con tintes de acción y comedia estadounidense, del año 1994, dirigida por Quentin Tarantino.
Protagonizada por John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Bruce Willis, Harvey Keitel, Eric Stoltz, Tim Roth, Maria de Medeiros, Amanda Plummer, Ving Rhames, Rosanna Arquette, Christopher Walken, Quentin Tarantino, Peter Greene, Phil LaMarr, Paul Calderon, Burr Steers, Frank Whaley, entre otros.
Pulp Fiction ganó un premio Oscar como Mejor Guión Original y obtuvo 7 nominaciones:
Mejor película, director, actor (John Travolta), actor secundario (Samuel L. Jackson), actriz secundaria (Uma Thurman), guión original y montaje.
Algunas personas, siguen teorizando sobre el resultado de esta carrera por el Oscar de ese año.
Pulp Fiction era la auténtica definición de tenso:
Una inventiva comedia sobre sicarios, mujeres, y las hamburguesas con queso, que adoraban contada por un director que no dudó en asesinar a John Travolta en un baño.
Por el otro lado, “Forrest Gump” tenía la tranquilidad de los ganadores del Oscar, una reformulación de la historia americana, desde el punto de vista de un idiota total.
Sin embargo, en 1994 Pulp Fiction se hizo acreedor del premio Palme d'Or en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Cannes.
Debido a sus eclécticos diálogos, su combinación irónica de humor y violencia, y sus múltiples referencias cinematográficas a la cultura pop, que fueron tan utilizadas posteriormente, Pulp Fiction influyó en la forma de hacer cine; y es considerada también, una de las películas más representativas del cine realizado por Tarantino, de ahí que es común, que Pulp Fiction esté catalogada como una de las mejores de toda la historia.
Como curiosidad, a consecuencia de que Miramax, la distribuidora de Pulp Fiction, fue adquirida por Disney, Pulp Fiction fue se convirtió en el primer film de esta compañía, en el que aparece “sexo anal” en la escena inspirada en “Deliverance”, film de 1972, que Tarantino vio con su madre a los 7 años de edad.
En un principio Pulp Fiction estaba formada por 4 historias, pero finalmente una se independizó; esta trataba sobre un robo de joyas frustrado, trama que Tarantino rodó en 1991, con el nombre de “Reservoir Dogs” (1992)
Tarantino supo exprimir su peculiar universo cultural, que abarca desde las cintas orientales de acción, pasando por series de televisión, el “pulp” o revistas ilustradas con llamativas portadas que contenían relatos básicamente de género negro, aunque se tocaban muchos otros temas como la ciencia- ficción o aventuras, y que dieron renombre a autores tan conocidos como Edgar Rice Borroughs, Leigh Brackett o Dashiell Hammett; hasta una gran retahíla de films de serie B clásico, pertenecientes al género de acción, que seguro pasaba horas y horas contemplando desde su puesto de trabajo en un pequeño videoclub, sus experiencias, y su enorme talento para el diálogo, en un guión que quería romper con los moldes; tanto en la narrativa, en la que mostraba una nueva forma de mostrar una historia violenta y de gánsteres, pero con apenas 5 minutos de violencia explícita en todo el metraje, como a la hora de aglutinar referencias, dotarlas de su personal visión y mostrarlas de un modo del todo fascinante, brillante, y con un dominio de la narración inesperado.
El argumento y la historia narrada entretienen, la ironía hace sonreír, y los referentes cinematográficos y literarios, no nos remiten a los personajes y sus particulares conflictos, sino al propio Tarantino, y a su forma de entender el cine.
En suma, Pulp Fiction no trata tanto del mundo de criaturas ficcionales, como del de su creador.
Pulp Fiction no sólo conserva el estilo Tarantinesco de los diálogos rápidos y mordaces, sino que transforma toda una serie de pequeñas historias en una gran comedia negra de errores, bañada por la violencia.
Ciertamente, hay cierto efectismo teatral, el estilo Tarantino de trajes negros, camisas blancas y lentes de sol, pero resulta fácilmente obviable por la densidad y riqueza del relato.
Cada uno de ellos toca temas propios de la serie negra:
El boxeador corrupto, los matones de segunda, las traiciones dentro de la pandilla, que bien podrían haber quedado en clichés, si no fuera por la andanada de diálogos inteligentes y chispeantes que dispara Tarantino en el guión, y que son propios de Dashiell Hammett.
Gran dominador del tiempo, de la acción, de los diálogos, de la construcción de personajes, Tarantino extrae con suma inspiración un puñado de escenas inolvidables:
El baile, el monólogo de Christopher Walken, la adrenalina inyectada…
Muchas de ellas, quedan impregnadas en la memoria del espectador, sin un afán moralizador, sin querer impregnar un mensaje en su cine.
Tan sólo entretener, divertir, y ofrecer un espectáculo de fuegos artificiales sublime, a base de un guión sólido.
Declara el propio Tarantino, y deja constancia de ello al comienzo de Pulp Fiction, que su intención es realizar una imitación de los “pulp-magazines” o revistas de bolsillo de escasa calidad, pero muy populares, ilustradas con llamativas imágenes de colores chillones, que narraban historias negras, plagadas de personajes mafiosos nada heroicos.
Su idea es llevar al cine estos relatos, imitando su estructura fragmentaria, en la que se mezclan los episodios de la narración, y los personajes saltan de uno a otro, y se mueven en unos espacios interiores tan “kitsch” que a veces parecen surrealistas, mientras los exteriores son los de cualquier ciudad americana.
De hecho, Quentin se olvidó de usar los clásicos “presentación, desarrollo/clímax y desenlace” para inventar su propio orden narrativo, y con sólo 5 minutos de violencia explícita, consiguió provocar controversia.
También, podemos mencionar la enorme astucia que muestra en la creación de sus personajes nada originales, de los que ya hemos conocido en múltiples ocasiones, pero llevándolos un paso más allá, extrayendo el máximo de los estereotipos de gánster, de boxeador tramposo, o de la novia del jefe, una tentación en forma y fondo.
Tarantino dota a sus personajes de alma, de personalidad, y lo consigue no sólo dibujándolos con suficiente tino en el papel, sino también, trasladando su esencia con un puñado de actores, a los que sabe sacarles lo mejor de sí mismos.
El contraste y el tono paródico, desde el que el director se distancia de la historia narrada, se extienden también a los personajes, cuya maldad asociada al estereotipo, se opone unas veces a la frivolidad más hilarante, y otras a la bondad o ternura más inverosímiles.
Son malvados que realizan su trabajo: asesinar, extorsionar o traficar, con la misma naturalidad y frescura de los que van a la oficina.
Comen hamburguesas, beben Coca-cola, se drogan, se enamoran, y ahorran para su plan de pensiones.
El resultado de esta trasgresión de los cánones del género, es una película en la que el humor y la ironía, impregnan la narración y provocan la sonrisa del espectador.
La fotografía es sana y macabra a partes iguales, no adereza el contenido con ningún color innecesario, ni busca rocambolescas formas en su resolución.
La limitación de planos se solventa elevando, bajando, acercando, o alejando la cámara cuando es necesario, y es aquí donde se puede ver el alma de Tarantino, metiéndonos de lleno en las cabezas de los personajes, como le gusta hacer.
Junto a su habitual colaborador en los textos, Roger Avary, Tarantino narra jugando con el tiempo, la historia de 2 asesinos a sueldo, encarnados por un recuperado John Travolta, gracias a este papel, saldría de un prolongado ostracismo, y Samuel L. Jackson, con un personaje ciertamente memorable, colmado de divertida filosofía ascética.
Utilizando una estructura episódica, Pulp Fiction aborda no solamente los códigos de honor existentes entre mafiosos y matones, sino que sirve asimismo a su director, para plasmar todo el sentir y actuar del pueblo estadounidense, visto claro está, desde sus propias referencias formativas, en un soez pero divertido, e incisivo guión, lleno de inesperados y resueltos giros; la violencia, el sexo, las drogas, la “fast food”, los coches, la televisión, la mezcla de culturas van desfilando por el metraje, con un formato visual deslumbrante, que sirve para dotar a Pulp Fiction de un constante ritmo, sin apenas altibajos, a pesar de su larga extensión.
La estructura narrativa se divide en 5 episodios que se suceden a lo largo de 3 días.
Cada uno de ellos, gira alrededor de un aspecto relevante del conjunto del relato y, a medida que se desarrollan las secuencias, unos personajes desaparecen, y otros se van sumando a los que ya estaban, de modo que el resultado es un conjunto de hombres y mujeres que intercambian acciones y experiencias, en un hilo argumental coherente, pero presentado de forma fragmentada.
Pulp Fiction plantea desde el inicio, con la inserción del concepto siguiente:
“Folletín (Pulp Fiction):
1. Novela que se acostumbraba publicar por partes en un periódico, con sucesos y coincidencias muy dramáticas, sorprendentes e inverosímiles.
Esta definición marca la trayectoria de la edición y guión.
Pulp Fiction se divide principalmente en:
1. Prólogo
2. Preludio: “Vincent Vega y la esposa de Marsellus Wallace” 
3. Vincent Vega y la esposa de Marsellus Wallace
4. Preludio: “El reloj de oro”
5. El reloj de oro
6. La situación con Bonnie
7. Epílogo
Son 3 historias no lineales, pero que se relacionan completamente, además de un prólogo con una de las escenas más emblemáticas del cine, y un brillantemente escrito epilogo, con una escena final que toma lugar en un restaurante, lugar circular de inicio y final.
Tarantino se vale de esos capítulos, para narrar una red de historias que no son más que vidas cruzadas con un elemento común:
La violencia.
La violencia encarna el pecado en las vidas de los protagonistas, y se vale de distintos elementos como la música, la droga, o el sexo, para someterlos y hacerlos caer, simbólicamente hablando, hay quien peca de soberbia, gula o incluso pereza, y hasta hay un elemento “dorado” e “idolatrado” que es la perdición de alguno de ellos.
Los asesinos a sueldo Vincent Vega (John Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) trabajan para un mafioso llamado Marsellus Wallace (Ving Rhames)
Vincent tendrá que proteger a la pareja de Marsellus, Mia (Uma Thurman), quien termina al borde de la muerte tras una sobredosis de heroína.
Curiosamente, Marsellus Wallace y Mia, en realidad nunca se hablan entre sí en el desarrollo del metraje, a pesar de que son marido y mujer.
Por otra parte, un boxeador llamado Butch Coolidge (Bruce Willis) pretende escapar de la ciudad, tras no cumplir con el combate amañado, que había convenido con Wallace.
En fin, la locura del relato no cesa, y los comportamientos absolutamente atípicos de unos personajes sustancialmente tópicos, desembocan en el perdón que permite a Butch y su novia escapar, en busca de la felicidad.
En efecto, el final ha llegado con la hiperbólica configuración de unos personajes que rompen moldes, y elevan un género negro menor, a la categoría de humorística parodia.
Como dirían los gastrónomos modernos:
“La deconstrucción más absoluta”
Tomados en orden, serían 3 partes de un folletín:
1. Vincent Vega y la esposa de Marsellus Wallace.
2. El reloj de oro.
3. La situación de Bonnie.
Sin embargo, el montaje hace algo brillante:
El contenido de los 3 capítulos, que corren paralelos en la narración, está mezclado en un montaje alterno, que inserta fragmentos de un capítulo dentro de otro; por ejemplo:
La historia comienza con la parte intermedia del capítulo 3, conversación de los asaltantes y comienzo del robo, para continuar con otro episodio muy anterior, los gánsteres en el auto, allanamiento de morada, y asesinato de los jóvenes; después se anuncia el capítulo 1, que contiene una acción casi final del capítulo 3, recontratación de Butch, los gánsteres llegan con Wallace vestidos con ropa deportiva, y a entregar el maletín; continúa el capítulo 1 en tiempo lineal internamente, pero a su vez, resulta ser tiempo futuro, con respecto al capítulo 3, pues el compromiso de Travolta con Mia es posterior a la entrega del maletín, y así sucesivamente.
El montaje está hecho a entregas, como el folletín del periódico; pero además, el espectador no recibe dichas entregas en orden cronológico:
Esto sucede como cuando compramos un número muy adelantado de literatura barata, nos interesamos por la historia y la seguimos conforme vamos consiguiendo los números atrasados.
El montaje continuo de algunas partes de los capítulos, representa aquellos números que compramos en secuencia.
El primer número de esta historia, está inserto casi al principio:
Los gánsteres en el auto, antes de llegar al departamento; y la conclusión de esa historia es el final de Pulp Fiction, que no constituye el final de los ejemplares; el relato en realidad, termina en la historia lineal de Butch, inserta a la mitad.
Hay una recurrencia a lo largo del principio, el capítulo 1, el capítulo 2, y el capítulo 3; y es que los diálogos están muy bien estructurados a la par con los personajes; sin embargo, las conversaciones que comienzan a delinear la curva dramática antes del clímax son intrascendentes:
Los asaltantes hablan y discuten tonterías antes de dar el golpe.
Vincent Vega y Jules Winnfield hablan en el auto, acerca de hamburguesas antes de allanar el departamento.
Vincent Vega y Mia hablan de estrellas de Hollywood, y de un tonto chiste para la televisión antes del baile y el shock de la mujer.
Butch y Fabienne hablan de su desayuno antes de que el boxeador regrese por su reloj.
Y en el capítulo 3, los gánsteres discuten tonterías, Vincent va al baño a leer un ejemplar de literatura barata, y ocurre el asalto.
Vemos la vida cotidiana y aburrida de los matones.
Solo su “trabajo sucio” los diversifica fuera de lo rutinario y simple.
Todo Pulp Fiction es sorpresa.
Por un lado, la historia de Vincent y Jules, que sirve para ilustrar sobre los designios que el destino depara a cada uno, la balacera con los traficantes, que se relaciona con los masajes de pies, el cuidado de la mujer de Wallace, los asaltantes del restaurant, la muerte accidental del soplón en el auto de los matones, y la cacería a Butch.
Y por otro lado, la historia del mismo Butch, que tiene toques grotescos, el regresar por el reloj de su padre, el cruzarse con Wallace, el terminar en el local de los pervertidos con el mismo Marsellus... en ningún momento sabemos con qué nos va a sorprender el guión, ya que nada es lineal, ni resulta como uno lo espera.
“Does... he... look... like... a bitch?!”
Las actuaciones son grandes y de buen nivel, un gran conjunto de actores en el que siento que sobresalió Bruce Willis por primera vez, los personajes de Travolta y Samuel L. Jackson: Vincent Vega y Jules Winnfield, son la mayor representación del antihéroe, aquella persona hecha para realizar actos de maldad, pero que el bien aun forma parte de su ética.
El personaje de Jules (Samuel L. Jackson) me parece el más sobresaliente, debido a la carga filosófica-moral atípica en un gánster, o el caso de Butch (Bruce Willis) un personaje que siempre se mantiene fiel, primero a las memoria de sus antepasados, y luego a Marsellus (Ving Rhames) que el rescate fue a mi punto de vista, su manera de pedirle disculpas, o la vehemencia de Vincent (John Travolta) que se pone en más de un aprieto, a lo largo del metraje.
El personaje de Mr. Wolf (Harvey Keitel) también es súper interesante, ya que lo más difícil lo hace simple, y quedas encantado al ver su desenvolvimiento en situaciones difíciles.
Hay una serie de escenas curiosas y que han dejado huella en el mundo del cine en Pulp Fiction:
El personaje de John Travolta se llama Vincent Vega, mientras que el de Michael Madsen en “Reservoir Dogs” (1992) tiene por nombre:
Vic Vega.
Tanto el policía que captura el Sr. Blonde en “Reservoir Dogs” como el negro que Vincent asesina por accidente en Pulp fiction llevan por nombre Marvin.
Vincent y Jules visten exactamente igual que los gánsteres de “Reservoir Dogs”
“The path of the righteous man is beset on all sides by the inequities of the selfish and the tyranny of evil men.
Blessed is he who, in the name of charity and good will, shepherds the weak through the valley of darkness, for he is truly his brother's keeper and the finder of lost children.
And I will strike down upon thee with great vengeance and furious anger those who attempt to poison and destroy my brothers.
And you will know my name is the Lord when I lay my vengeance upon thee”
Si bien es difícil fijarse en curiosidades cinéfilas en un primer visionado, uno de los grandes bloques temáticos de Pulp Fiction es el del perdón, y la redención por los pecados.
Aunque prácticamente todos los personajes están conectados, de un modo u otro, con la delincuencia y el mundo del crimen, cada historia termina con alguna forma de salvación “cuasi-milagrosa” que hace que sus personajes se cuestionen su vida y sus acciones.
Como por ejemplo el pasaje bíblico de Jules:
Jules recita antes de asesinar a alguien, el pasaje bíblico del libro de Ezequiel, capítulo 25 versículo 17.
Gracias a la manera en que lo interpreta Samuel L. Jackson, el pasaje se ha convertido en un icono cinematográfico, si bien el pasaje de Pulp Fiction es diferente del real, ya que de todo el recitado, sólo la frase, en su versión original:
“...and you will know my name is the Lord, when I lay my vengeance upon thee” corresponde al mencionado versículo, mientras que el resto es ficticio.
El caso de redención más claro, es el de Jules.
Un pequeño error de confianza, hace que Vincent y él no adviertan la presencia de un “cuarto hombre” en el baño.
El hombre les dispara casi a bocajarro, y de forma milagrosa, falla todos sus disparos.
Las balas no rozan siquiera a los protagonistas.
Entonces Jules se replantea su vida.
Dios le ha ayudado, ha detenido las balas a pesar de que Jules no es más que un “hijo de puta peligroso” que no ha seguido nunca las enseñanzas divinas.
Es como si le hubiera dado un aviso, una segunda oportunidad para rehacer su vida, y Jules es lo suficientemente inteligente como para aprovecharla.
No así Vincent, y por ello lo acaban matando en el retrete de casa de Butch.
Jules, por su parte, decide retirarse del mundo del hampa, y empieza a ejercitar acciones de caridad, y amabilidad, empezando por perdonar a los atracadores que intentan robarle el maletín en la cafetería, el propio Vincent se inculpa:
“Jules, si le entregas 1,500 dólares a este pelagatos, voy a tener que matarlo aunque sea por principios”
Otro caso claro de purgación, es el de Butch, enfrentado a un hampón como Marsellus, al que ha robado dinero.
A pesar del enfrentamiento, cuando Butch consigue escapar de la casa de empeños, vuelve para rescatar a Marsellus.
Podría haberse ido sin más, pero de alguna forma, busca redimir su culpa ayudando al que hasta ahora era su enemigo.
Y de hecho, Marsellus le perdona; le deja irse de la ciudad sin cargo adicional alguno.
A la hora de la verdad, acaba habiendo menos muertes en Pulp Fiction, de las que a primera vista parecen, y muchas más salvaciones traídas por los pelos:
Mia se salva de la sobredosis de heroína de forma casi mágica.
Marsellus se salva de reiterados abusos sexuales de Maynard y Zed.
Jules salva a los clientes de la cafetería del atraco.
Pumpkin y Honey Bunny son perdonados por sus acciones y salvan sus vidas.
Vincent y Jules se salvan de los disparos del “cuarto hombre”; incluso el reloj de oro de Butch, se salva de milagro en cada generación, y la de Butch no es una excepción, acaba salvando el reloj a pesar de las dificultades.
“Look, foot massages don't mean shit”
Vamos a ver otras notas curiosas:
Cuando Mia y Vincent van a bailar a al Jack Rabbit Slim’s, el anunciador le pregunta sus nombres:
Mia dice el de Vincent con un acento estilo “Elvis Presley”, esto corresponde a una conversación que ellos sostienen en el coche, antes de llegar al restaurante, que fue editada, y está en la versión DVD, ahí Mia le dice a Vincent, que existen 2 tipos de hombres:
Los hombres “Elvis Presley” y los hombres “Beatles”, ella le dice a él que es un hombre “Elvis Presley”, y de ahí que diga su nombre de esa forma.
La conversación que mantienen en el Jack Rabbit Slim's, Mia y Vincent, sobre una serie piloto, describe “casi” a la perfección, los personajes del “Deadly Viper Assasination Squad” del film de Tarantino “Kill Bill: Vol. 1” (2003)
Cuando Vincent es tiroteado en otro cuarto de baño, está leyendo “Modesty Blaise” exponente perfecto de las novelas de quiosco que se conocen como “Pulp Fiction”
Golpe muy adecuado para redondear el título de la película.
Cuando Mia vuelve a casa, tras el percance de la sobredosis, hace un pacto de silencio con Vincent, y lo firman dándose la mano, detalle que vemos en un primer plano.
Volviendo al restaurante, cuando Vincent le pregunta, por qué su marido tiró a Antoine por la ventana de un cuarto piso, Mia dice que no lo sabe, y que lo único que Antoine tocó de Mía fue su mano.
Ese apretón de manos, no fue otra cosa que otro pacto de silencio, y por eso Mía no cuenta lo que realmente pasó con Antoine.
Hacia el final de Pulp Fiction, cuando Jules y Vincent están hablando en el restaurante, el que atracan Honey Bunny y Pumpkin, hay un momento en que Vincent dice:
“Me voy a cagar”, esta frase se oye de fondo, al principio, cuando los atracadores están hablando del plan.
Como nota, la imagen de Uma Thurman en el poster promocional de Pulp Fiction, no aparece en ninguna secuencia de la película.
¿Por qué olvida Vincent su arma en la cocina de Butch?
La respuesta es obvia:
El arma no es de Vincent, sino de Marsellus.
Como Jules ha decidido retirarse del oficio, Vincent está vigilando el piso en compañía de Marsellus, y éste decide dejar a Vincent en el piso, e ir a por unos cafés y donuts.
Vincent aprovecha entonces para ir a cagar, en un momento en el que el jefe no le ve.
Pero entonces, llega Butch y mata a Vincent con el arma de Marsellus.
Cuando Butch huye, se cruza con Marsellus, que vuelve con el café y donuts, y ahí ocurre todo lo que deriva del encuentro.
Como nota, los colores de la bata y los guantes de boxeo de Butch, son los mismos colores del “Pussy Wagon” de “Kill Bill: Vol. 1” (2003), al igual que la chaqueta color café, camiseta blanca, y “blue jeans” que viste Uma Thurman en dicha película de 2003.
Así como la espada que coge Bruce Willis, en la escena de la tienda, fue utilizada posteriormente por Uma Thurman.
Como curiosidad, todos los relojes de Pulp Fiction, marcan las 04:20, porque las cifras 04-20 conforman el código que utiliza la policía, para el consumo de marihuana.
Por otro lado, cuando un periodista le preguntó sobre el elogio de la cultura americana en sus películas, Quentin Tarantino respondió lo siguiente:
“Lo que me gusta de América es el hecho de que puedas comprar Coca-Cola en cualquier lugar del mundo, de que puedas encontrar Dunkin’ Donuts en cualquier lugar del mundo, de que puedas comer en McDonald’s en cualquier lugar del mundo.
Siempre creo que no conozco del todo un país, hasta que no he comido en algún McDonald’s.
Es broma, claro, pero también tiene parte de verdad.
Los McDonald’s no son una cultura, pero me parece “cojonudo” que vayas a donde vayas, sepan lo que es un Big Mac.
Son pequeñas cosas como esa, como la Coca-Cola, o los Big Macs, o Madonna o Elvis Presley, o Muhammad Ali o Kevin Costner... esas cosas son las que nos hacen sentirnos parte del mundo, nos guste o no”
Y es que la presencia de los alimentos yanquis, es inmensa en Pulp Fiction, que bien podría ser el auténtico “burger-film” de la década:
Vincent y Jules hablan sobre las hamburguesas de McDonald’s y Burger King en el coche; cuando llegan a casa de Brett, éste y sus compañeros se hallan desayunando hamburguesas con queso y Sprite, más concretamente, las del “Big Kahuna Burgers”, hamburguesas hawaianas inventadas por el propio Tarantino, también con otros productos, usó marcas comerciales inexistentes, o desaparecidas, como es el caso de los cigarrillos “Red Apples”, o los cereales “Fruite Bruite”; en el Jack Rabitt Slim’s, hay anuncios de la “Tortilla Lobo Jack” y la hamburguesa “Fats Domino”, y Mia pide para cenar una hamburguesa “Durwood Kirby”
En el guión original, Pumpkin hace una referencia a la “Tortilla Denver”; Fabienne desayuna en el hotel “tortitas de frambuesa”; cuando Butch entra en su apartamento, mete en la tostadora un par de “Pop Tarts”; en la cafetería, Jules se refiere a la omnipotencia de Dios, diciendo que “convirtió la Coca-Cola en Pepsi”; cuando Butch atropella a Marsellus Wallace, éste se halla llevando café en vasos de cartón y donuts; en casa de Jimmie, todos los visitantes elogian la calidad del café, y en la cafetería Jules y Vincent desayunan café y magdalenas.
Otros escenarios, que sugieren la celebración de todas estas referencias culturales, son el “Sally LeRoy’s” club que es propiedad de Marsellus Wallace, el típico bar de “Striptease” americano, con carteles luminosos, anunciando cerveza; y el negocio de camiones y remolques “Monster Joe”, donde llevan el coche ensangrentado de Jules, etc.
“Uncomfortable silences”
Uno de los aspectos más comentados del cine de Tarantino, y sobre todo, de Pulp Fiction, es la gran cantidad de referencias, o citas cinematográficas, que aparecen en varias secuencias.
Unos lo llaman homenaje al cine, que ha configurado el gusto del director, otros lo consideran, una demostración del ideario estético y cinematográfico de Tarantino.
Por ejemplo:
El maletín cuyo contenido nunca vemos, es un homenaje a la película de Robert Aldrich “Kiss Me Deadly” (1955)
Se trata de un “macguffin”, recurso que Hitchcock utilizaba en sus films, es un elemento que se incluye en las tramas para hacerlas avanzar, pero que no posee ningún tipo de relevancia más allá de eso.
¿Qué hay en la maleta?
Este interrogante ha desatado en todos los “news groups” y clubs de fans las respuestas más delirantes y descabelladas:
Se dice, desde que contiene el alma de Marsellus, que es en realidad el demonio, la clave para abrirla es “666”, y su interior emite un destello luminoso en el rostro, hasta que contiene los diamantes de “Reservoir Dogs”, bien pensado, esta última constituye una hipótesis interesante.
Suponiendo que el Sr. Rose consiguiera escapar del almacén con los diamantes, podría luego habérselos vendido a Marsellus, a quien se los habrían robado Brett y sus amigos.
Otro insignificante detalle, que ha sido objeto de las más rebuscadas teorías, es que afirmaban que Marsellus era el diablo, y que el maletín contenía su alma, insistían en afirmar, que la “band aid” era un medio para que su alma no escapara de su cuerpo, y demás movidas absurdas.
Lo cierto es que el actor Ving Rhames tenía una cicatriz en la nuca, y los de maquillaje decidieron taparla con una “band aid” para no distraer demasiado al público.
Absurdamente, consiguieron el efecto contrario.
En cualquier caso, y para decepción de todos, lo que realmente sucedió, fue que a Tarantino no se le ocurría qué poner en la maleta, y decidió dejarlo a la imaginación del espectador, acentuando así, aún más su condición de “macguffin”
¿Quién raya el coche de Vincent?
Si nos fijamos, cuando Vincent va a comprar droga a casa de Lance, se queja de que algún hijo de puta le ha rayado el coche.
La última vez que hemos visto a Vincent, es en el “Sally LeRoy’s”, y su coche no estaba rayado.
Aunque Pulp Fiction no lo muestra, el guión detalla que, cuando Vincent y Jules llegan al “Sally LeRoy’s” vestidos de forma ridícula: pantalones cortos y camiseta, aparcan el Chevy Malibu junto a un Honda Civic blanco, que curiosamente será el coche que veremos conducir a Butch en la historia siguiente, cuando vuelve a su casa a por el reloj.
Hemos de suponer, pues, que el Honda pertenece a Butch, que en ese momento se halla en el “Sally LeRoy’s” pactando con Marsellus lo del combate del día siguiente.
Como recordase, cuando Vincent entra en el bar, tiene un encontronazo con Butch, que se dirige a la barra a comprar un paquete de “Red Apples”
La voz de Marsellus salva milagrosamente a Vincent, de una pelea con Butch, en la que Vincent habría quedado, seguramente, a la altura del barro.
Es de suponer, por tanto, que es Butch quien, al ir a por su coche, raya el Malibu de Vincent, aparcado junto a su Honda.
¿Se han dado cuenta, de que las armas en Pulp Fiction, rara vez son usadas como estaba previsto, o para lo que estaba previsto?
El “cuarto hombre” del baño falla todos sus disparos contra Vincent y Jules, alterando así sus planes.
Butch mata a Vincent con un arma, que casualmente encuentra en su cocina, y que originalmente debía usar, para atentar contra el propio Butch.
Vincent, a su vez, mata a Marvin, porque el coche pilla un bache, y el arma se le dispara, no estaba planeado matar a Marvin.
Pumpkin y Honey Bunny deciden de improviso, atracar la cafetería con las armas que tienen allí, e incluso después de atracar el local, el arma de Jules, supuestamente letal, es usada para “prevenir” posibles daños sobre los clientes allí presentes.
Incluso cuando Butch huye de la casa de empeños, usa las armas de los propios violadores contra ellos, seleccionando una espada samurai en la tienda, y dejando fuera de combate a Maynard.
¿Se han dado cuenta de la cantidad de cosas que ocurren en Pulp Fiction, mientras los personajes están en el baño, especialmente Vincent?
Mia agarra una sobredosis, porque Vincent está meando y teniendo una conversación con su reflejo en el baño, cuando sale del baño, y descubre lo ocurrido en su ausencia, se le cae el mundo encima.
Butch consigue entrar en su casa y matar a Vincent, porque éste está en el baño leyendo.
Y cuando Pumpkin y Honey Bunny atracan la cafetería, Vincent está de nuevo en el baño, comprobando al salir, por tercera vez, la que se ha liado en su ausencia.
Paralelamente, Vincent y Jules irrumpen en casa de Brett, mientras el “cuarto hombre” está en el baño, aprovechando éste su circunstancia para pillarles de improviso, y dispararles, si bien durante su ausencia, Vincent y Jules han acabado con las vidas de 2 de sus amigos.
Incluso en el “Jack Rabitt Slim’s” la comida llega en ausencia de Mia, que está esnifando rayas en el baño.
Así, el montaje de Pulp Fiction merece un apartado por sí mismo, y es que no es para menos; ha sido una de las películas más homenajeadas de la historia, conteniendo el mayor número de escenas “copiadas” de todos los tiempos.
La edición es muy importante, ya que no sigue una narración lineal, hay frecuentes saltos de tiempo, así la secuencia inicial, en el restaurante, será la final, algunos personajes que son asesinados a la mitad, reaparecen minutos después, o incluso hay alguna secuencia de sueño, o recuerdo como el reloj.
Así es como el espectador se ve involucrado en armar este peculiar rompecabezas.
Desde la imitación del baile de “Bande À Part” (1964) de Godard, hasta la reproducción de la huida de Janet Leigh en “Psycho” (1960), replicada por Bruce Willis cuando atropella a Marsellus.
También, es cierto que la irónica escena de la violación en la tienda de empeños, recuerda a la de “Deliverance” (1972) de Boorman, y no olvidemos la acumulación de alusiones al cine de los años 50 y 60, que aparecen en el restaurante al que acuden Mia y Vincent, con sus paredes cubiertas por carteles, y fotos de películas y actores de la época, menús con platos que se llaman “Lewis y Martin” o “Douglas Sirk”, amén de camareras vestidas como la Monroe, todo ello acompañado por el sonido de la música de los 50.
Una acumulación tal de referencias, pues hay muchas más, y es imposible y seguramente innecesario, analizarlas en su totalidad, conduce a la sospecha de que el objetivo que guía la intención del director, no sea otro que deslumbrar a un espectador experto y conocedor del cine, y que las historias narradas parezcan subsidiarias de esas secuencias, y escenas copiadas o imitadas.
Es curioso que lo que para unos críticos es plagio, para otros sea homenaje, así que sea el espectador el que decida y juzgue.
Porque si escarbamos en lo que hay detrás de Pulp Fiction, qué mensaje se esconde tras los artificios narrativos y cinematográficos que sostienen y estructuran las historias narradas en la película, sólo se encuentra la evidencia de tales técnicas, y artes narrativas, la consabida y mencionada ironía paródica de los “pulp-magazines” y múltiples citas que se superponen a la narración.
Pero a pesar de todo esto, y por mucho que nos sorprenda, el mayor influjo de Pulp Fiction no hay que buscarlo en el cine, sino en la literatura barata, en la literatura de crímenes, y en los libros de bolsillo detectivescos, que ya desde el principio, bautizaron el film.
Nada más empezar Pulp Fiction, vemos un rótulo con 2 definiciones distintas de la palabra “Pulp”:
Una como “papel barato” y otra como “literatura barata”
El consumo masivo de esa “cultura barata” es lo que ha marcado a Tarantino toda su vida, y Pulp Fiction es de algún modo, su forma de homenajear a todas aquellas historias arquetípicas pero sinceras.
Tarantino comenta que “lo que he hecho hasta ahora, se engloba decididamente, en lo que yo llamo “ficción pulp”
Creo que “Reservoir Dogs” encaja ahí.
Casi siempre relaciono la ficción morbosa de género negro con el “pulp”
Los relatos de misterio también encajan ahí.
Si se quiere ser estricto, entonces toda la idea del “pulp”, lo que verdaderamente significa, es un libro de bolsillo del que nadie se preocupa.
Lo lees, te lo metes en el bolsillo, te sientas sobre él en el autobús, y las páginas empiezan a despegarse.
¿Y a quién le importa?
Cuando lo terminas, se lo pasas a algún otro para que se lo lea, o lo tiras.
Pero no lo añades a tu biblioteca.
El “pulp” fue creciendo durante la depresión, estaba dirigido a cierto grupo de lectores.
Los “pulp” no se analizaban desde una posición crítica, sino como un fenómeno global.
Lo bueno de esto, es que es lo mismo que sentía yo en los 70 por las películas de explotación.
Yo me iba a ver todas estas películas y nadie las analizaba de modo crítico, por lo que hacías tus propios descubrimientos, encontrabas diamantes entre la basura”
Lo que ya sí puede ser un fallo real de guión en Pulp Fiction, aunque nada se sabe, es la escena en casa de Brett.
En el prólogo, vemos como Jules vacía su cargador completamente, al disparar a Brett.
En “La situación con Bonnie” volvemos a retroceder hasta el mismo punto, y ahora Jules tiene el cargador de su 45 lleno, para vaciarlo sobre el “cuarto hombre” que ha salido del baño.
En esta misma secuencia, podemos también comprobar, cuando el “cuarto hombre” sale de su escondite, que los agujeros que hará en la pared con sus disparos, ya están ahí, detrás de Vincent y Jules, antes de que dispare…
Así que, no queda más remedio que concluir, que lo que realmente le interesa transmitir al director de Pulp Fiction, lo que verdaderamente desea que quede claro, es hacer llegar al espectador, quién es el propio Tarantino, qué películas le han influido, a qué directores admira, qué publicaciones le hacen reír.
La música acompaña a lo cómico de esta truculenta obra, aderezando con un toque retro las escenas cargadas de violencia “vintage”
La recopilación de la banda sonora se limita a dar vueltas por mercadillos baratos, encontrando viejas glorias musicales, que le van al pelo a Pulp Fiction, tan seca como gloriosa.
No es necesario componer nada para los violentos bajos fondos de California, cuando la música de los violentos bajos fondos de California, ya fue compuesta en su momento.
Sólo hay que encontrarla, esas grandes canciones interpretadas por ilustres músicos del pasado, como:
El surfer Dick Dale, el soulman Al Green, los funkies Kool & The Gang, la maravillosa diva británica de los 60, Dusty Springfield, el padre del rock & roll, Chuck Berry, o los contemporáneos Urge Overkill, versionando un viejo tema de Neil Diamond.
“Garçon' means boy”
A pesar de la rentabilidad sobrada de Pulp Fiction, cuando se estrenó, no le faltaron críticas negativas.
Se dijo de ella que era demasiado violenta, demasiado explícita, demasiado inmoral, demasiado obscena, y hasta demasiado ilógica.
No parecen justificadas las críticas que reprochan un exceso de sangre y violencia, así como las que la acusan de frivolizar con los peligros de las drogas y los estupefacientes.
El film es también, un paradigma de la violencia; una de las cosas que enseña Tarantino, es que la sangre es “shockeante”
Pero 2 toneladas de sangre pueden resultar graciosas.
El paso de la comedia al shock, y viceversa es frecuente.
Más allá de las matanzas, el momento más “shockeante” es uno de los menos sangrientos, y es cuando Butch y Wallace se encuentran atrapados por los pervertidos.
Especialmente, cuando Wallace se libera de los captores, sus frases resultan de una espeluznante frialdad y crueldad, pronunciando su venganza.
Esta postura sólo se podría mantener, desde un análisis superficial de la historia y de sus personajes, desde una lectura que se limitaría a contemplar las peripecias de los malos, y los políticamente incorrectos valores que los sustentan, como si fueran en sí mismos, el núcleo del mensaje que Tarantino pretendería trasladar a los espectadores.
Y hay que aceptar que la futilidad de tal argumento, se hace evidente a nada que dediquemos un mínimo de tiempo, para intentar acercarnos a la intencionalidad de los creadores de la historia, el propio Tarantino en discutida colaboración con Roger Avary, cuyo sentido del humor, ligeramente negro por cierto, impregna cada secuencia de Pulp Fiction.
De este modo, lo narrado pierde importancia, y se hace subsidiario de otro objetivo:
Mostrar la personal visión del director, sobre diversos géneros cinematográficos y literarios, más americanos que europeos, que constituyen el universo del que se ha alimentado durante su niñez y juventud.
Y ésta es precisamente la idea, hacer público su personal manifiesto, su ideario estético y cultural, de modo que lo expositivo sobrevuele sobre lo narrativo.
Pulp Fiction nos muestra de una manera de humor negro, lo malo de la actualidad:
Violencia, consumismo:
McDonald’s, Burger King, Coca-Cola, Sprite, Pepsi, y muchas marcas más, que se mencionan, drogas, y más; y de paso nos da una clase de como drogarnos con cocaína, heroína y marihuana, y como evitar las sobredosis.
Henry Giroux profesor y director del Waterbury Forum in Education and Cultural Studies de la Universidad de Pennsylvania, y uno de los teóricos de la pedagogía crítica, explica en su libro “Cine y Entretenimiento”, elementos para una crítica política de Pulp Fiction lo siguiente, entre otros argumentos:
“…cómo Tarantino articula en esas películas, una amoralidad que legitima la ideología neoconservadora de los años 90, coherente con lo que Ruth Conniff ha llamado “una cultura de la crueldad”; es decir, el creciente desprecio de la sociedad norteamericana hacia los pobres, los que están privados de derechos civiles y los desheredados.
Pulp Fiction se apropia del crimen y la violencia, como una presencia cotidiana que convierte en cine popular pero, con ello, Tarantino produce una política racialmente codificada, culturalmente reaccionaria, y una pedagogía que transforma la insensibilidad neoconservadora, y el desprecio de las clases más bajas, en una representación a la moda de la vanguardia artística”
Utilizando las mismas palabras de Tarantino diré, que los personajes de Pulp Fiction no buscan ser realistas, menos profundos, ni sicológicos; son personajes sacados de un comic negro, de uno de estos folletines de “pulp” y trasladados al mundo “real”, o quizá una sátira del mundo real.
¿Puro cinismo?
¿Presunción?
¿Psicopatía?

“I'm trying real hard to be the shepherd”



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