Blood Diamond

“T.I.A.: This is Africa”

Desde la India en la antigüedad, los diamantes son universalmente considerados como un símbolo de amor, belleza, riqueza y poder.
Sin embargo, en algunas naciones africanas, son la razón de luchas, brutalidad contra personas inocentes y terror.
Su comercio ilegal ayuda a financiar sus operaciones terroristas.
Estos diamantes se refieren a menudo como "Diamantes de Sangre”
El mejor modo de ver por qué es “de sangre” de lo que están manchados los diamantes, es viajando hasta el lugar de donde se extraen, se colectan y se sacan del país como canje para armas.
La historia nos cuenta que el primer diamante fue encontrado por un joven llamado Stephanus Erasmus, que encontró una piedra en la granja DeKalk, a orillas del río Orange, en Sudáfrica, la cual le dio a un vecino llamado Schalk van Niekerk que era un buscador de piedras raras.
Tras descubrir el fenomenal hallazgo, la “piedra” fue exhibida en la Exposición Universal de París en 1867.
Así comenzaron a aparecer más y más diamantes y fue el comienzo de la historia del derramamiento de sangre en África.
Como todo el mundo comenzó a darse cuenta del valor de los diamantes, comenzaron a pelear por ellos.
La minería se convirtió en una actividad a lo grande.
Holandeses e ingleses lucharon para intentar establecer su control sobre las minas.
Asimismo, también llegó a los oídos de las tribus locales, que comenzaron a guerrear entre sí.
Los diamantes procedentes de las regiones del oeste de África: Angola, Sierra Leona, República Democrática del Congo y Liberia, son los más "sangrientos de todos"
La Guerra civil en Sierra Leona comenzó en 1991, por el Frente Revolucionario Unido (FRU) bajo el mando de Foday Sankoh.
Los países vecinos sirvieron para refugiar a los cerca de dos millones de refugiados que escapaban de la guerra civil.
El conflicto paso a ser conocido por las numerosas masacres, amputaciones de miembros, el uso masivo de niños-soldados y el tráfico de diamantes de sangre como método de financiamiento de las fuerzas rebeldes.
El uso militar de niños se refiere a poner a niños en peligro en acciones militares, sea como fuerza combatiente (niños-soldado), como escudos humanos o con fines de propaganda.
En África, el uso de niños soldado en guerras civiles y conflictos tribales es hábito común.
Se acusa habitualmente también a distintos movimientos guerrilleros de reclutar o forzar a niños a campañas militares.
El problema de los niños soldados es, junto a las minas, una carga para toda África, en forma de personas que no han conocido otra vida que la guerra, muchos de ellos drogodependientes, desprovistos de cariño y con una obsesión fría por la muerte, se convierten en fuente de conflictos; pero muy útiles para los dictadores de cada bando, quienes los utilizan masivamente por su lealtad y pocas reflexiones sobre lo correcto de sus conductas.
Numerosas organizaciones como Amnistía Internacional han advertido del peligro que suponen estas prácticas para conseguir el fin de los conflictos y, al mismo tiempo, denuncian la crueldad que se comete con estos niños, privados de su infancia y del cariño de una familia, a la que a veces deben matar ellos mismos para culminar su integración, y que ellos cometen carentes de un código ético y unos mandos ecuánimes, propio de una sociedad en paz.
En Sierra Leona unos cinco o diez mil niños fueron convertidos en combatientes armados por los rebeldes del FRU, y unas mil niñas fueron convertidas en esclavas sexuales
La esencia del mal es hacerle daño físico o psicológico a un niño.
Por eso este tema es tan aterrador y tan increíblemente real.
Hay grupos armados que secuestran o reclutan niños que no llegan a los 10 años y los obligan a presenciar actos de una violencia indescriptible, muchas veces hacia sus propias familias.
Inocentes, indefensos y maleables son presa fácil de manipulaciones que los motivan o fuerzan a cometer actos terribles, que ni siquiera pueden comprender.
Y una vez que asesinan y mutilan, sus pequeñas mentes ya no volverán a ser las mismas y se entregan a ese camino que parece sin regreso que es la maldad.
No hay nada que defina más claramente para mí el lado perdido y sombrío de la humanidad, de esa interrelación en la que todos participamos por acción u omisión, de la que todos somos responsables.
La guerra en Sierra Leona comenzó el 23 de marzo de 1991, cuando el FRU, con el apoyo de las fuerzas especiales del Frente Patriótico Nacional de Liberia (NPFL) de Charles Taylor, intervino en Sierra Leona en un intento de derrocar al gobierno Momoh, provocando una espantosa guerra civil de 11 años que envolvía el país y dejó al menos 50.000 muertos, aunque algunas estimaciones hablan de 120.000 muertos.
En enero de 1999, la comunidad internacional intervino diplomáticamente para promover las negociaciones entre el Frente Revolucionario Unido y el gobierno.
El 18 de enero de 2002, el Presidente sierraleonés Ahmad Tejan Kabbah declaró oficialmente el fin del conflicto en Sierra Leona.
Más o menos el 49% de los diamantes provienen de África central y del sur.
Sierra Leona es un país rico en mineral de diamante, además de otros productos, lo que le ha convertido en un territorio muy deseado por grandes compañías mineras multinacionales.
A pesar de esta riqueza, su nivel de desarrollo es muy pobre.
La minería y distribución de los diamantes naturales son un motivo de controversia frecuente, tales como las preocupaciones sobre la venta de los "diamantes de sangre" por los grupos paramilitares africanos.
La cadena de suministro de diamantes está controlada por un número limitado de negocios poderosos, y está también altamente concentrada en un pequeño número de localizaciones alrededor del mundo.
De la explotación del diamante, sólo entre el 7 y el 10% del total es legal, lo que impide que los beneficios reviertan a la población.
La explotación ilegal contribuye al sostenimiento de la lucha armada de grupos guerrilleros, compraventa de armas y actividades delictivas en general, con un gobierno muy débil que apenas puede afrontar soluciones a la situación.
No obstante, desde el año 2000 se multiplicó por 20 el volumen de exportación legal declarada.
Esto, junto con la creación, a instancias de las Naciones Unidas, de un fondo con los impuestos que gravan la exportación diamantífera, ha permitido el retorno a los ciudadanos de las regiones mineras de una parte importante de recursos.
Los Diamantes de Sangre (o Diamantes de Guerra) son aquellos diamantes obtenidos en una zona de guerra, mediante el uso de esclavos o personas en régimen de semi esclavitud.
Usualmente se asocian con los que financiaban los conflictos que tuvieron su escalada en medio de los años 90 y a principios de la primera década del tercer milenio en África Occidental.
En algunos casos, las Naciones Unidas han sancionado la exportación de estos diamantes, argumentando que financian ejércitos enfrentados a gobiernos legales o bien involucrados en graves violaciones de los Derechos humanos prolongando de esta forma los conflictos.
En concreto se señalaba a la UNITA angoleña y al FRU de Sierra Leona como proveedores de Diamantes de Guerra.
En estos casos, usualmente son vendidos de forma clandestina, mediante el contrabando de los mismos a terceras naciones que se adjudican el haberlos extraído.
El desarrollo de prácticas como éstas es un ejemplo fáctico y conciso de la violación masiva de derechos humanos y de la existencia obvia de la esclavitud y el poder de las empresas transnacionales, el tráfico, las aduanas y las grandes marcas de moda.
La ONU se ha pronunciado repetidas veces sobre este tema, pero las soluciones, aunque han sido significativas, todavía no llegan al centro del tema, que es la problemática política, cultural y legal del África, y de las naciones pobres envueltas en este tema.
Pero, aunque el tema parece ser sólo de poder, dinero y ostentación, no se aleja mucho de otro tema: las enfermedades y las empresas farmacológicas.
La baja alimentación, el trabajo excesivo, los virus emergentes, las pocas defensas tanto físicamente humanas como científicamente existentes dentro de esas naciones o zonas, sumada a la pobreza pronunciada, generan un atractivo obvio para el experimento de nuevas vacunas por parte de los laboratorios internacionales y que además de producir mucho dinero, también producen "fama" y respeto en el mundo.
The Kimberley Process Certification Scheme (KPCS) es un sistema de certificaciones diseñado para evitar que los diamantes conflictivos entren en el mercado de los diamantes.
Se preparó para intentar garantizar a los clientes que no estaban financiando guerra ni abusos de los derechos humanos con la compra de diamantes.
Entre un 99% y un 97% del mercado de diamantes tiene lugar entre países que forman parte del plan.
El Proceso Kimberley apunta a asegurar que los diamantes de conflicto no se entremezclen con los diamantes controlados por tales grupos rebeldes.
Esto se logra al requerir que los países productores de diamantes provean pruebas de que el dinero que hacen de la venta de diamantes no es usado para financiar actividades criminales o revolucionarias.
Para que un país pueda participar debe asegurar:
Que cualquier diamante originario del país no financia un grupo rebelde u otra entidad que tenga como objetivo la destitución de un gobierno reconocido por las Naciones Unidas.
Que cada diamante que se exporte venga acompañado con un certificado que garantice que cumple con el Proceso de Kimberley.
Que no haya diamantes importados o exportados a un país que no forme parte del plan.
Este sencillo plan de tres pasos es para asegurar una "cadena" de países que negocien exclusivamente con diamantes que no sean diamantes conflictivos.
En 2004, El Congo fue expulsado del sistema de certificación debido a que fue incapaz de probar el origen de sus diamantes.
Para países económicamente dependientes de la exportación de diamantes, este es un castigo sustancial ya que le impide vender sus diamantes con una gran parte del resto del mundo.
Blood Diamond es una película relatada desde un país envuelto en una guerra intestina sobre los métodos y formas en las que los grandes conglomerados explotadores de diamantes los adquieren en el mercado ilegal y cómo manipulan el mercado legal y sus precios.
Blood Diamond es una película dirigida y producida por Edward Zwick.
Los protagonistas son Leonardo DiCaprio, Jennifer Connelly, Djimon Hounsou, Arnold Vosloo, David Harewood, Caruso Kuypers, Michael Sheen, Basil Wallace, Ntare Mwine, Stephen Collins, Jimi Mistry, Chris Astoyan y Benu Mabhena.
El título Blood Diamond hace referencia a los Diamantes de Guerra, piedras preciosas que se encuentran dentro de zonas en guerra y que se venden para financiar dichos conflictos armados.
En 2007 fue nominada para cinco premios Oscar, incluyendo mejor actor (Leonardo DiCaprio), mejor actor secundario (Djimon Hounsou), mejor montaje, sonido y edición de sonido.
En Blood Diamond vemos a un DiCaprio distinto, un poco más maduro, que por momento me recuerda las clásicos Westerns en donde el protagonista se embarca en una quimera casi irrealizable y de dudoso resultado.
En otros momentos me recuerda las clásicas películas de piratas en donde todos corren atrás de un gran tesoro que los puede salvar para siempre.
Danny Archer (Leonardo DiCaprio) en un aventurero nihilista dedicado al negocio del tráfico de diamantes, que posteriormente se concientiza de lo que sufren las víctimas de las matanzas allí registradas, ante la impunidad de una comunidad internacional empeñada en mirar hacia otro lado.
Solomon Vandy (Djimon Hounsou), es un pescador de Mende.
El duelo interpretativo entre ambos supone sin duda lo mejor de Blood Diamond.
Ambos hombres son africanos, pero sus historias y sus circunstancias son completamente diferentes.
Sus destinos se unen en la búsqueda conjunta para recuperar un diamante rosa, poco común, que puede transformar sus vidas.
Mientras se halla en prisión por contrabando, Archer se entera de que Solomon, quien fue separado de su familia y obligado a trabajar en las minas de diamantes, ha encontrado y escondido la extraordinaria piedra sin pulir.
Con la ayuda de Maddy Bowen (Jennifer Connelly), una periodista americana cuyo idealismo se ve atenuado por una profunda relación con Archer, los dos hombres emprenden un viaje por territorio rebelde.
La travesía, más que una búsqueda del valioso diamante, podría salvar a la familia de Solomon y dar a Archer la segunda oportunidad que creía que nunca tendría.
La extraordinaria fotografía de Eduardo Serra, con un juego de contrastes y una crudeza cromática que busca alejarse del lirismo paisajista de anteriores aproximaciones a este continente, todas ellas muy parecidas a cualquier documental de cierto canal de televisión.
Durante toda la película los discursos sobre la situación en África por parte del personaje de Jennifer Connelly llegan a resultar pesados, insistentes, como queriendo alejar a Blood Diamond de la acción, y centrarnos en el “mensaje”.
Tal vez gracias a ello el director, que también es productor de la cinta, ha conseguido que se remuevan las conciencias en Hollywood lo suficiente para no ponerse diamantes en una próxima edición del Óscar.
Seguro que esta decisión causará impacto en Sierra Leona.
Resalto toda la historia del hijo perdido del protagonista, con la incursión casi documental en el adiestramiento de un niño soldado, su lavado de cerebro y su posterior uso como auténtico cuerpo de ejército por parte de sus captores.
“You know in America it's "bling-bling", but out here it's "bling-bang"
Solidificación de lo etéreo, representación de la pureza y delicadeza, los diamantes parecieran figurar como elementos “sine qua non” de un suntuoso confort glorificado, imágenes a revalorar muy seriamente.
Así se expresa esa especie de aceptación y resignación de lo que vemos a menudo no importa lo terrible y aterrador que sea.
Y esta idea nos involucra a todos.
Yo también participo cada día como testigo pasivo y resignado de tantas atrocidades e injusticias que me pasan a los lados y que como no me toca a mí o a mi familia lo único que hago es quejarme o escribir sobre ellas sin llevar a cabo una mínima acción que ayude a corregirlas.
Ese bombardeo de violencia y muerte que vemos en todos lados quizás vaya dirigido a manipularnos, a que cada día nos resignemos a que "Así es el mundo" y no hagamos nada para cambiarlo.
Y sin embargo, igual que Solomon tratamos de hacer lo que podemos para proteger nuestras parcelas de cariño, para nutrir y preparar a nuestros hijos ante la vida, disfrutando los dones que se nos regalan.
Es fácil catalogar a un continente de violento e irracional, es fácil despotricar contra la injusticia y la maldad de los otros cuando no nos vemos como creadores parciales de esta realidad.
Si la guerra es causada por la ignorancia e injusticia impuesta por los grandes imperios internacionales de los que todos formamos parte, si es financiada por diamantes, petróleo, oro y marfil, productos que se venden a los precios más altos en nuestros mundos, si el otro es tiranizado, torturado, ignorado y abandonado y solo nos contentamos con que no nos pase a nosotros, entonces con qué cara nadie puede juzgar a estas guerras como entes separados y lejanos.
Por otro lado, Blood Diamond muestra el extremo de la maldad humana que es hacerle daño físico o psicológico a un niño pero lo extraordinario es que denuncia a los verdaderos villanos que mueven los hilos que afectan las vidas de tanta gente para bien o para mal: los poderes políticos o económicos que por acumular diamantes en una bóveda o por fomentar divisiones y violencia que les permite mayor impunidad son capaces de crear infiernos de guerra en poblaciones vulnerables a ella por su miseria, su ignorancia y su desesperación.
¿Cómo distinguir un diamante ilícito de un diamante lícito?
El establecimiento de un régimen bien estructurado de "certificados de origen" puede ser una forma efectiva de garantizar que sólo los diamantes lícitamente obtenidos, es decir, los que proceden de zonas controladas por los gobiernos, lleguen al mercado.
Es necesario que los Estados Miembros y la industria del diamante adopten formas adicionales de fiscalización para garantizar la efectividad de ese régimen.
Esas medidas podrían comprender la introducción del certificado como norma en los países exportadores de diamantes, la transparencia, la comprobación de cuentas y la supervisión del régimen, así como nuevas leyes contra los que no cumplan lo dispuesto en él.
Blood Diamond llega a las pantallas diez años tarde, pero al menos servirá para crear conciencia sobre una horrible realidad vergonzosamente oculta durante tanto tiempo para proteger los intereses de empresas transnacionales; y aun si tiende a diluir esa intención con una inestable mezcla de drama, romance y acción, el mensaje sigue siendo válido e importante, por lo que la puedo recomendar con confianza, no sólo por sus cualidades didácticas, sino por el sólido elenco y dirección que las respaldan.
Y que el lema: “Un diamante es para siempre” quede sustituido por “Los diamantes son para la guerra”
No podemos negar que los diamantes son hermosos pero las vidas de quienes trabajan para obtenerlos no lo son.
Tenemos que evitar que la gente sufra la experiencia terrible de la guerra, las mutilaciones y la muerte por causa de los diamantes de zonas en conflicto.


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