The Howling

“You can't tame what's meant to be wild, doc.
It just ain't natural”

Ya desde hace algunos siglos el análisis mecánico; casi clínico, de la voluntad y la conducta humanas, nos descubre como seres llevados por la imperiosa necesidad de satisfacer todos nuestros deseos cualesquiera que fuesen.
Se manifiesta entonces "Nuestro Poder" que por ahí derecho desencadena la acción y se configura a su vez en su misma, constante y ardorosa búsqueda; es decir: "hay que buscar el poder", tarea ésta; que con frecuencia tiende a desbocarse; ocasionando invariablemente que trenes que se dirigen a un mismo punto tarde o temprano colapsen.
Como respuesta a esa indefectible "Guerra de todos contra todos" ha de instaurarse y encumbrarse un Poder Soberano que regule a todos.
Por supuesto esta Imposición aunque dentro de cierta lógica; será acatada con cierto recelo y desconfianza en un contexto de flagrante tensión.
El mito del Hombre Lobo es un mito viejo como el hombre mismo.
El mito de la zoantropía es representativo de toda la cultura humana desde principio de los tiempos.
Al animal se le cedían rasgos de divinidad (teomorfismo) y, en ocasiones se le confería una imagen antropomórfica.
La gran cantidad de mitos sobre transformaciones humano-bestiales que existen, desde el hombre-jaguar de las culturas precolombinas al hombre-hiena del África negra.
En Europa el mito se convirtió en lobo, muy probablemente por su fama de solitario come ovejas, que hacía que fuera un animal odiado por las clases campesinas, emisores y receptores de esta leyenda durante siglos.
El mito del licántropo, aunque provenga según dicen de la Antigua Grecia, tuvo su auge en la Edad Media, época pródiga en todo lo que se refiere a herejías, brujería y maldiciones.
Si no que se lo pregunten a los que padecían de hirsutismo, porque seguro que más de uno acabó quemado en alguna de las fallas que organizaba la Santa Inquisición.
Y después Colón descubrió América y los europeos llegaron en tropel, con leyendas a cuestas…
No es de extrañar que el cine, al igual que todas las otras formas de arte, se interesara rápidamente por el mito del hombre lobo, siendo la primera cinta destacable "Werewolf Of London" de Stuart Walker, pistoletazo de salida para un constante degoteo de adaptaciones cinematográficas más o menos, mas menos que más, acertadas sobre el hombre lobo.
La década de los 80 fue muy importante para el cine de terror.
La “Época De Oro” si se quiere del cine de terror, cuando comenzó a abundar algunos productos muy buenos, otros de dudosa calidad, otros intrascendentes.
Los medios no aceptaban este horroroso genero y bueno, “la mala prensa es buena prensa” dicen.
La cosa es que los adolescentes se agolpaban en las salas de cine ante cualquier promesa de violencia, sangre y sustos.
Una muy importante fue “The Howling”, que tuvo la para nada fácil suma de 7 películas:
“The Howling” (1981), “Howling II: Your Sister Is a Werewolf” (1985), “Howling III: The Marsupials” (1987), “Howling IV: The Original Nightmare” (1988), “Howling V: The Rebirth” (1989), “Howling VI: The Freaks” (1991) y “Howling VII: Mystery Woman” (1995)
The Howling es una película de terror de 1981 dirigida por Joe Dante. Protagonizada por Dee Wallace-Stone (Karen White), Patrick Macnee (Dr. George Waggner), Dennis Dugan (Chris), Christopher Stone (R. William Neill), Belinda Balaski (Terry Fisher), Kevin McCarthy (Fred Francis), John Carradine (Erle Kenton) y Slim Pickens (Sam Newfield) entre otros.
La banda sonora es de Pino Donaggio.
Dante creaba un mundo en el que era fácil entrar, donde te lo creías todo, a pesar de unas propuestas ridículas sobre el papel.
Dante nos cuenta una historia de lobo-hombres nada común, alejada de las clásicas.
Aquí no hace falta luna llena para la transformación, sino que cada uno se convierte cuando le da la gana, todo un acierto.
Además, así no hace falta rodar de noche las escenas de los ataques.
La trama adaptada de la novela por John Sayles le da un aire fresco y renovador al subgénero de hombres lobos ya que rompe algunos esquemas obvios.
Primero que nada porque no se trata de la típica historia en la que vemos a un hombre sufrir los cambios de la maldición en su cuerpo, nada de esto, The Howling se saltea toda esta cuestión y nos adelanta en la historia hasta el punto en que los licántropos ya controlan sus poderes y hasta están organizados, cosa común en los films de vampiros por ejemplo.
En segundo lugar el protagonista es una mujer.
Te crees cada uña que crece y cada pelo que sale, magnífica es la transformación del marido y su amante.
Por otro lado, descubrimos que estos seres no son solitarios, sino que viven entre nosotros desde tiempos inmemoriales, ocultos, sabiendo el rechazo que provocarían.
Con The Howling, Dante decide que sus hombres lobo serán abiertamente sexuales, primarios y salvajes.
La escena de sexo es memorable: hombre y mujer tienen relaciones al mismo tiempo que se van transformando: ¿zoofilia?
El mordisco juega un papel meramente de rito sexual, muchos animales se muerden mientras copulan, engendrando un nuevo ser.
No se alimenta, a diferencia de los vampiros, que se alimentan con la sangre al morder, y también es mordisco con connotaciones sexuales.
Creo que hay una crítica hacia la ciencia psicológica, pues la recomendación del psicólogo es funesta para ella; no es el conocimiento médico, sino los conocimientos en ocultismo lo que hace que puedan salvarse de tales bestias: disparando balas de plata.
La transformación en hombre lobo del film es EXCELENTE.
Todo un trabajo artesanal: maquillaje y efectos de cámara de la vieja escuela.
Si hay una competencia por ver cuál es la mejor transformación en licántropo del cine, creo que esta lleva la delantera o por lo menos está entre las tres primeras.
Aunque muchos críticos dijeron que The Howling merecía un Oscar por sus excelentes efectos de maquillaje, esto no sucedió porque en aquella época no existía esa categoría.
Al año siguiente, An American Werewolf In London inauguró esta categoría.
La música es sobresaliente: atmosférica, mucho teclado y con un sonido pastoso, propio de la época.
Pretende hacer “su versión” y quiere que sea “la definitiva”.
A menudo se le recrimina a Dante que su protagonista Karen, en The Howling, no huya ante Eddie cuando este tarda más de dos minutos en transformarse ante sus ojos.
Podríamos buscar incongruencias en el guión o fallos en la planificación, pero a mí me gusta pensar que Karen no se va, porque, al igual que nosotros, está absolutamente fascinada por el Hombre Lobo.
El mayor reto y a su vez mayor logro de The Howling fue ser la primera película en filmar la transformación de un hombre lobo en "tiempo real".
Antes de ella grababan al actor inmóvil en distintos proceso de maquillaje, juntando luego todo el resultado tirando del efecto “fade” (desvanecimiento).
En The Howling consiguieron dejar, con toda la razón del mundo, al espectador con la boca abierta.
Ya no sólo por la metamorfosis en sí, sino por el aspecto que presenta la bestia una vez alterada; orejas y hocico con formas puntiagudas, además de la imponente fachada del animal caminando destartalado sobre sus patas traseras.
Todo lo que hasta ese momento se había ocultado o insinuado en las otras versiones aparece en The Howling con toda la fuerza que es capaz de desplegar la mente del joven director.
En The Howling está presente la transformación obligatoria en toda película sobre el mito, pero con una intensidad salvaje, sin los, a veces, risibles ocultamientos a los que nos tenía acostumbrado el cine hasta ese momento.
La secuencia inicial de The Howling arranca con interferencias televisivas.
Los títulos de crédito se entrelazan con el ruido de imagen y la mezcla de frecuencias y sintonías.
Joe Dante decide empezar de esta curiosa forma su versión sobre el hombre lobo.
La intención del autor no reviste mucho secreto, crear expectación, modernizar al licántropo y exponer una de sus preocupaciones básicas: los medios de comunicación y la violencia en la sociedad contemporánea.
The Howling va a tratar sobre un mito ancestral, con todo su componente de magia y leyenda, sin embargo estará ambientada en la sociedad actual e íntimamente ligada a los mass-media.
En otras películas de hombres-lobo, las bestias tienen un aspecto casi gracioso; en algunas parecen perritos lanudos, en otras, los efectos digitales convierten los movimientos en patéticas imágenes de videojuegos de PlayStation; en The Howling, los hombres-lobo son tremendos: orejas alargadas, una altura considerable, miembros gruesos y poderosos y una actitud salvaje y agresiva; y lo mejor de todo es que no dan saltos de veinte metros ni giran en el aire ni vuelan ni hace chistes: no existen guiños idiotas hacia el espectador ni ninguno de esos vicios tan comunes en el cine actual.
Si bien el argumento no tiene demasiada complejidad ni grandes giros narrativos desde su concepción, The Howling es sumamente entretenido y llamativo gracias a:
En primer lugar, la forma en que se desarrolla ese curioso contraste entre civilización e "incivilización".
Ello surge del interesante planteo que hay detrás de la narración de The Howling, donde se desprende que a pesar de que el ser humano ha logrado construir ciudades y poseer adelantos tecnológicos, siempre convive dentro de él su parte más oscura e irreflexiva.
Así tenemos como contexto escenográfico al principio una sociedad putrefacta donde hay violencia sexual, oleada de asesinatos, impulsos agresivos y bestiales, trastornos psiquiátricos y corrupción moral.
Todo ello genera un ambiente de hostilidad y amenaza, donde queda reflejado una vez más que el ser humano es el peor enemigo de sí mismo.
En segundo lugar porque a pesar de que The Howling tenga un fuerte sustrato fantasioso debido al despliegue del mito de la licantropía, también hay bastantes toques de opresión psicológica donde se escarba en la profundidad de la mente enfermiza del ser humano.
En tercer lugar, The Howling ya entra en su salsa y se desarrolla todo lo referente al mito sobre hombres lobos.
Allí ya estamos en la mitad del metraje donde la cinta transcurre en escenarios sugerentes desde lo amenazante tales como densa niebla en locaciones boscosas donde la sensación de aislamiento y de pérdida de la ubicación generan más zozobra aún, contribuyendo en forma idónea para sobresaltar.
Aquí es tiempo para el despliegue de efectos especiales, los cuales son llamativos y competentes para la época de realización.
Hoy se le notan un poco el paso del tiempo y hay que mirarlos con respeto y teniendo en cuenta que se han producido muchos avances desde el campo técnico.
Pero el salvajismo que surge en The Howling en esta etapa es atrayente, queda descubierto el instinto de animal carnívoro interior que subyace escondido detrás de cualquier persona.
Por ende The Howling se torna bestial y salvaje, ruidosa y feroz en sus alternativas desplegadas.
Un plato no apto para vegetarianos obviamente.
Por otro lado: Subtexto, dualidad y perversión.
Algunas de ellas, también son palabras que van íntimamente ligadas al sexo.
Sex Shops, prostitutas y proxenetas abren la secuencia inicial.
Sordidez y violencia, en las imágenes proyectadas en la cabina, ponen la guinda al pastel.
El voyerismo de los primeros planos, también por primera y única vez en una película de Joe Dante, se nos muestra un desnudo integral en pantalla.
En la celebrada escena de la hoguera.
La malograda y exuberante Elisabeth Brooks, en su papel como Marsha Quist es la responsable del mismo.
Aunque en su momento declararía que las imágenes habían sido robadas, ya que el equipo de cámara le aseguró que gracias al fuego y al humo su figura quedaría tapada, las imágenes están ahí y su elegancia, como contrapunto a la secuencia inicial, salta a la vista.
The Howling es también una película política, no olvidemos que Dante es también un autor politizado.
Es hombre de los setenta, hablando de temas de los setenta: La guerra del Vietnam, las ideas de la New Wave y el sexo libre impregnan The Howling, sin saturarlo.
El grupo de terapia al que asiste Karen, muy en boga por aquella época, la misma idea de la Colonia del Dr. Waggner, un intento de comuna libre y el tratamiento que hace Dante de los medios de comunicación, ligados al poder y a la policía, resaltan una y otra vez la voluntad de izquierdista que habita detrás de The Howling.
The Howling es un cuento de hadas maléfico, va por delante de su tiempo en múltiples aspectos y se sirve crudo.

“Repression.
Repression is the father of neurosis, of self-hatred.
Now, stress results when we fight against our impulses.
We've all heard people talk about animal magnetism, the natural man.
The noble savage, as if we'd lost something valuable in our long evolution into civilized human beings.
Now there's a good reason for this”


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