Fahrenheit 9/11

“Your country.
Your future.
Your movie”

¿Sabías que después de los ataques terroristas del 9/11, se dio la orden de hacer bajar a todos los aviones del cielo de EEUU?
Ningún avión sobrevoló ese país, excepto unos cuantos cuyos pasajeros eran 142 Sauditas, 24 de ellos eran miembros de la familia del perpetrador Osama bin Laden.
¿Por qué entonces el gobierno de los Estados Unidos les dejó ir a todos, sin una investigación profunda al mejor estilo Humphrey Bogart Hollywoodense, que tanto pregona ese país, con el servicio secreto más efectivo, activo y minucioso del mundo?
Según el Denver Post, la CIA y el FBI fueron avisados por un servicio de inteligencia extranjero de que se preparaba un ataque de grandes proporciones, pero sorprendentemente nadie reaccionó.
¿Por qué dejaría el gobierno gringo que se efectúe un ataque a su territorio?...
Los ataques del 11 de septiembre del año 2001 fueron uno de los hechos más impactantes de la historia de los EEUU, y quizás lo es también para el resto del mundo, debido sobre todo a que la televisión hizo posible que lo viésemos en directo.
Debo advertir que usualmente no estoy muy interesado en temas políticos, pero no por apatía casual, sino porque he llegado a la conclusión de que toda persona que se interna en esa actividad lo hace para beneficio propio, y no de la comunidad.
Por lo tanto, es inútil analizar sus edictos, discursos y plataformas, pues son meras distracciones de su auténtica motivación.
Y si a eso agregamos que esos políticos son meros títeres de empresas, consorcios y familias tan poderosos que son casi invisibles, tenemos como resultado un gran teatro guiñol cuya relevancia a largo plazo es nula, y cuyo propósito a corto plazo es presentar efímeros héroes y villanos que distraigan la atención pública de los auténticos amos del mundo.
Nunca antes un filme había causado tal impacto en la sociedad de un país.
En plena era de la trivialidad de los “reality shows”, que un documental de éxito que tiene como objetivo abrir los ojos a una nación (y por extensión, al mundo) idiotizada por la televisión y por los designios del “mainstream” es todo un logro.
Al “establishment” político le ha salido un grano en el trasero.
Un divieso lleno de pus que duele en la conciencia gubernamental de una patria acostumbrada a escudarse en el sensacionalismo y el alarmismo suscitado por unos dirigentes capaces de gozar de la ausencia total de disidencia en el apagón político que sufrió USA tras los atentados del World Trade Center y acostumbrados a manipular a una nación idiotizada por los medios de comunicación partidistas, dictados por la desinformación.
Fahrenheit 9/11 es un iracundo grito que supone un último intento por llamar la atención de un público norteamericano absolutamente desinformado.
No se puede poner en duda que se trata de un manifiesto propagandístico exclusivamente destinado a que el espectador yanqui abra los ojos ante la manipulación de miedo y estafa que ejerce George W. Bush (antes fueron otros), ya que, en ningún momento, los europeos que han apoyado la absurda Guerra de Irak están reflejados en él.
El famoso realizador Michael Moore es bien conocido por sus impactantes documentales, pero hay que tomar en cuenta que, como tal, es muy adepto a manipular la "verdad" para justificar y validar su particular posición sobre el tema que examina.
Supongo que eso es algo inevitable en cualquier documental... por más objetivo que se pretenda ser, hasta la más simple decisión de edición o selección de material refleja la posición del realizador.
Y en el caso de Michael Moore, que no pretende ser muy objetivo, hay que tomar sus películas con un cierto grado de saludable escepticismo.
Fahrenheit 9/11 es un apasionante documental que denuncia los engaños, mentiras y malas decisiones del gobierno de George W. Bush, desde su controversial “triunfo” en las elecciones hasta los auténticos motivos detrás de la actual guerra contra Irak.
Por medio de documentos escritos, entrevistas y deducciones, el director Michael Moore pinta un funesto cuadro que presenta a Bush (I'm a war President!) como un individuo torpe y totalmente incapacitado para gobernar, que se encuentra en esa posición gracias a las poderosas conexiones de su familia y a los intereses de las gigantescas empresas que se han beneficiado bajo su "reinado".
Y eso no es lo peor... tal vez el punto más perturbador de Fahrenheit 9/11consiste en señalar los lazos sociales y económicos entre la familia Bush y la familia Bin Laden, y los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos por ocultar tal relación.
“Okay, let me see if I've got this straight, old guys in the gym: bad.
Peace groups in Fresno: bad.
Breast milk: really bad.
But matches and lighters on the plane, hey, no problem”
Fahrenheit 9/11 es una película documental estrenada en 2004, dirigida, escrita y producida por el cineasta estadounidense Michael Moore.
Protagonizada por Michael Moore, George W. Bush, Lila Lipscomb, Britney Spears, Al Gore, Byron Dorgan, John Ashcroft, Condoleezza Rice, entre otros.
Moore apunta todas sus armas en un documental sin desperdicios en cuanto a la metodología de llevarlo a la pantalla grande.
Una de las grandes virtudes de este señor es el de utilizar recursos lo suficientemente atractivos para demostrar la verdad que delata en su obra.
Con una intensidad y emotividad elogiable, Moore nos va aportando datos para llevarnos a conclusiones sobre un secreto a voces: la corrupción del la familia Bush.
Fahrenheit 9/11 trata sobre las causas y consecuencias de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, haciendo referencia a la posterior invasión de Irak liderada por ese país y Gran Bretaña.
Además, intenta determinar el alcance real de los supuestos vínculos entre las familias del presidente de los Estados Unidos en el momento de los atentados, George W. Bush, y los bin Laden, acaudalada familia de Osama bin Laden.
El título de la película Fahrenheit 9/11 hace referencia a la novela Fahrenheit 451 escrita por Ray Bradbury, al hecho que es a 233 °C la temperatura a la que arde el papel, y también a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, y por último para parodiar el número de emergencias 911.
Sugiriendo "la temperatura a la que arde la libertad", Fahrenheit 9/11 hace hincapié en la relación entre la familia Bush y personas cercanas a ella, con eminentes miembros de familias de Arabia Saudí (incluida la familia de bin Laden) en una relación que se extiende durante más de treinta años, así como la evacuación de familiares de Osama bin Laden organizada por el gobierno de George W. Bush después de los ataques del 11 de septiembre.
Si bien dicha relación de negocios entre los clanes Bush y bin Laden no es discutida, la misma no es ampliamente conocida.
Michael Moore define los pilares de esta polémica y controvertida cinta en tres objetivos fundamentales en los que sustentar toda su ráfaga de denuncia:
Primero, que George W. Bush es un imbécil integral, algo que todo el mundo sabe.
Segundo, que la invasión de Irak se fraguó para satisfacer los intereses económicos de una oligarquía y nunca en el marco de la lucha antiterrorista, que en el fondo jamás ha interesado a Bush, ni antes ni después del 9/11.
Por último, que el gobierno yanqui manipuló a su pueblo para ir a una guerra contra un país que nunca supuso una amenaza real, al igual que los gobiernos totalitarios manipulaban a sus súbditos en las novelas "Fahrenheit 451", de Bradbury, o "1984", de Orwell.
Sobre estos elementos Fahrenheit 9/11 planea una auténtica apisonadora que aplasta de arriba abajo la patética figura de Bush como si fuera un mosquito zumbón, deteniéndose en algunas de las frases más irreflexivas, simples y frívolas que sólo han podido salir de una mentalidad tan reducida y pueril como la del presidente de los USA.
Un propósito que queda reducido a una imagen que recorrió el mundo, que representó su imbecilidad e incapacidad de reacción, en el momento en que los aviones impactan contra las Torres Gemelas y el atontado gobernante, inerte y absorto en su estulticia, seguía ojeando el libro infantil "My Pet Goat" en una escuela de primaria, impotente porque nadie de su gabinete podía mover los hilos ante las cámaras o podía decirle qué tenía que hacer y cómo actuar.
A partir de ahí, Fahrenheit 9/11 da pistas sobre las verdaderas razones que impulsaron al gobierno Bush para invadir Afganistán en 2001 e Irak en 2003, acciones que, según Moore, corresponden más a la protección de los intereses de las petroleras norteamericanas que al deseo de liberar a los respectivos pueblos o evitar potenciales amenazas.
Fahrenheit 9/11 insinúa que la guerra con Afganistán no tenía como principal objetivo capturar a los líderes de Al Qaeda sino favorecer la construcción de un oleoducto, y que Irak no era en el momento de la invasión una amenaza real para Estados Unidos sino una fuente potencial de beneficios para las empresas norteamericanas.
A la perspectiva de Moore, los bombardeos en Afganistán no eran más que un show, y en realidad, el ojo de Washington estaba enfocando en Irak.
Por eso, el gabinete de Bush hizo lo posible para conectar los ataques del 9/11 y Al Qaeda a Saddam Hussein.
En fin, la meta era adueñarse de la riqueza de Irak, el petróleo, y también sacar a la persona que había atentado contra el papá del actual Presidente Bush.
Poder, riqueza, orgullo, venganza, por esas razones, una guerra fue comenzada contra un pueblo que jamás había amenazado a los EEUU, no presentaba ningún peligro al mundo y que en el final, era inocente.
Moore demuestra la barbaridad de la Segunda Guerra en Irak:
La desilusión de los soldados gringos al darse cuenta que la Guerra no era un juego de video, los cientos y cientos de familias destruidas, torturadas, asesinadas, etc.
¿Y todo por qué?
Avaricia, inhumanidad, esa sed insaciable por el poder que ha infectado a esa familia poderosa y a sus más íntimos amigos.
Curiosamente, a pesar de rodarla, Fahrenheit 9/11 no incluye una entrevista con Nicholas Berg, el norteamericano decapitado en Irak por respeto a su familia.
No obstante, Fahrenheit 9/11 fue premiado en el Festival de Cannes de 2004 obteniendo la Palma de Oro, el galardón de mayor relevancia entregado por aquel festival.
El último documental en recibir este premio había sido “The Silent World” de Jacques Cousteau y Louis Malle hace 48 años.
Inclusive, tras su estreno, Fahrenheit 9/11 se coloca en el primer puesto de la taquilla norteamericana, y fue calificada con una R en Estados Unidos como medida de presión para que no la vieran los menores de 17 años sin estar acompañados de un adulto.
Michael Moore ha realizado Fahrenheit 9/11 con una intención:
Desprestigiar a George W. Bush.
Si todo lo que dice es cierto, cabe pensar que los estadounidenses serán lo suficientemente inteligentes para no dejar que este individuo les gobierne (a ellos y en consecuencia al mundo entero) durante otros cuatro años.
Sin embargo, las grandes dosis de anti propaganda que realiza Moore se cargan todo esto, pudiendo producir el efecto contrario:
Simpatizar con Bush.
Resultado final:
Fue el presidente del nuevo milenio estadounidense durante 2 periodos consecutivos, dando rumbo a una visión bastante cuestionable (más evidente) sobre los objetivos y nuevos valores del ejercicio gubernamental.
Fahrenheit 9/11 es altamente recomendable; eso sí, siempre que se sea capaz de distinguir entre lo que es propaganda anti-Bush y lo que realmente son datos objetivos que nos puedan servir para saber algo más de lo que ha ocurrido en la política estadounidense y, por tanto, mundial, en los últimos tiempos.
Las escenas para el recuerdo:
Los primeros 15 minutos, impagables las escenas del infame ataque al World Trade Center en pantalla negra.
La que ya ha pasado a la historia, la cara de Bush sentado en una clase de un colegio de Florida, cuando le informan de que EEUU está siendo atacado por aire y, tras siete minutos en los que no hace nada, decide ponerse a leer el libro "My Pet Goat"
La mujer iraquí que dice que ya ha tenido cinco entierros de familiares en una zona civil donde no hay milicia y gritando le pide a Dios que la vengue porque ya no puede confiar en nada más.
Esta escena hace plantearte si la mujer no estará en su derecho de pedir venganza.
En Fahrenheit 9/11 se percibe a veces como ejemplo sociológico de impacto mediático más que como un documental riguroso y equilibrado, pero a medida que avanza en su denuncia, impugna la imagen inicial cómica y grotesca del necio Bush para definir su verdadera naturaleza de genocida autócrata, capaz de utilizar a otro dictador como Saddam Hussein como cortina de humo.
También lo hace con el prototipo de marines enloquecidos y palurdos deseosos de matar al enemigo sin causa alguna enfrentando sus escalofriantes declaraciones con las de otros que se arrepienten de participar en una guerra manipulada, sabedores de estar siendo utilizados por el gobierno de su país en una inadmisible venganza personal.
Sirva como ejemplo la posición de Lila Lipscomb, una patriótica madre orgullosa de su hijo marine que revisa su postura cuando éste muere en Irak y comprueba la indiferencia y el desinterés del Estado, máxime cuando una carta del vástago le hace ser consciente del absurdo al que lo arrojaron los políticos por nesciencia, irresponsabilidad y, sobre todo, por codicia.
Cabe destacar, en este aspecto, el momento en que Moore sigue a dos marines vestidos de gala intentando reclutar a jóvenes provincianos cerca de centros comerciales, a jóvenes negros pobres y desempleados en las zonas más deprimidas del país, contrastándolo con la reacción de los senadores del Congreso cuando el propio Moore les pide que alisten a sus hijos en la guerra que han defendido.
“Not a single member of Congress wanted to sacrifice their child for the war in Irak.
And who could blame them?
Who would want to give up their child?
Would you?
Would he?
I've always been amazed that the very people forced to live in the worst parts of town, go to the worst schools, and who have it the hardest are always the first to step up, to defend us.
They serve so that we don't have to.
They offer to give up their lives so that we can be free.
It is remarkably their gift to us.
And all they ask for in return is that we never send them into harm's way unless it is absolutely necessary.
Will they ever trust us again?”
Michael Moore no puede dejar de ser él mismo, con lo que los comentarios jocosos e irónicos abundan a lo largo del metraje.
Es comprensible que en un documental que dura dos horas se inserten momentos que permitan que el espectador se ría y se relaje, y así pueda descansar de la cantidad de datos e información que está recibiendo.
Sin embargo, la credibilidad se ve bastante mermada por este tipo de comentarios.
Las escenas de los heridos de Irak son excesivamente crudas y abundantes.
La idea que persigue Moore se conseguiría con un par de escenas, pero se ceba mostrando mutilados, sobre todo niños.
Su defensa puede ser alegar que son imágenes reales, que muestra lo que ha pasado, pero en ese caso se le podría echar en cara que las imágenes que hacen referencia a los atentados del 9/11 están en negro, sólo tienen audio.
De este modo bastante parcial evita que el espectador esté sensibilizado por los muertos estadounidenses pero que sí lo esté con los iraquíes, utilizando esto en contra de Bush.
Fahrenheit 9/11 deja muy claro el papel que tienen las guerras, que los integrantes de un país y de otro acaben muriendo para que cuatro desalmados saquen un beneficio económico de la situación.
La crítica al sistema capitalista y a la sociedad en la que vivimos es contundente, el mundo es como es, con ricos y pobres, porque conviene que sea así, y los poderosos harán todo lo posible para que siga siendo así porque es lo que les interesa para sus negocios.
Fahrenheit 9/11 demuestra cómo el ser humano puede ser muy influenciable por quien le gobierna y los medios de comunicación.
Si te dicen que hay peligro de que te maten, ya sea con una bomba o con un bolígrafo (verídico), acabarás creyéndolo y aferrándote a lo que sea, incluso a la pérdida de tus principales derechos, con tal de sentirse más protegido.
Da mucha plata el negocio de la guerra antiterrorista, cuenta Moore, y a los inmorales que pagaron el ascenso de Bush al poder les da igual si los que se mueren son árabes o gringos, o si se mueren a balazos o de hambre.
Como siempre en las guerras, casi toda la gente que les toco morirse o quedarse sin papás no tenían nada que ver con el asunto.
Además, hay gringos de toda clase, desde los más manipulados hasta incluso los que son anti gringos.
Y por eso los muertos de Nueva York han sido usados también para que legisladores ignorantes pasen leyes para callar a la gente molesta que se paran en el medio y andan opinando de más.
Fahrenheit 9/11 es la historia de una familia poderosa y rica, que vive encima de los demás y que trata a la humanidad entera como si fuera su servidor.
En sus ojos, las personas de carne y hueso son desechables si no sirven sus intereses de poder y riqueza.
La Guerra es su manera de obtener riqueza y asegurar su poder y control sobre el mundo.
Para esta familia, nosotros no somos humanos con derechos y vida, somos objetos que muchas veces obstaculizan su ascenso al poder.
No obstante, corriéndose un poco del contenido de Fahrenheit 9/11, y ubicándose desde otro lado para el análisis, se trata también de observar y entender la apuesta que realiza Moore como productor del relato.
Allí se lo puede notar obsesionado por dejar en claro su postura política, por exhibirse, por poner de manifiesto su casi ”heroico” rol en la lucha por la verdad; por poner, casi forzadamente, imágenes y pequeñas historias simbólicas (la madre de un hijo muerto en una guerra absurda) que apelen al sentimiento a flor de piel del espectador.
No hace falta aclarar lo valioso e importante de la existencia de personajes como Moore no sólo en el cine, sino directamente como ciudadano enojado por vivir en un mundo injusto, y con ganas de cambiarlo.
Por esa razón, están de más las críticas sobre sus excesos de subjetividad, sobre la cercanía de sus filmes al panfleto político; están de más simplemente porque él no niega sus deseos de influir en el público con sus opiniones.
Michael Moore es único, es un ser arrollador y combativo.
Y es bueno en lo que hace.
Gracias a Fahrenheit 9/11 se han visto muchas imágenes y se han hecho públicos muchos datos que de otro modo quizá nunca se habrían dado a conocer.
Tal es el caso de las imágenes de maltrato a los presos iraquíes, se han visto en fotografías, pero nunca en vídeo, o el dossier militar de Bush.
Espero que todos lleguen a ver Fahrenheit 9/11 un día, más que todo en los Estados Unidos, donde les toca a ellos ahora retomar el espíritu de los 60’s y levantarse a luchar por la justicia social.
Fahrenheit 9/11 es su “wake up call”
“It's not a matter of whether the war is not real, or if it is, Victory is not possible.
The war is not meant to be won, it is meant to be continuous.
Hierarchical society is only possible on the basis of poverty and ignorance.
This new version is the past and no different past can ever have existed.
In principle the war effort is always planned to keep society on the brink of starvation.
The war is waged by the ruling group against its own subjects and its object is not the victory over either Eurasia or Eastasia but to keep the very structure of society intact”
El 11 de septiembre de 2001 fue un día que Estados Unidos jamás olvidará, un hito de excepcional importancia en la historia de este país y del mundo.
Una década después y a pesar de lo solemne de la conmemoración, no todos conceden un enfoque exclusivo al patriotismo y al duelo.
Pasaron diez años, pero muchos escépticos aún creen que existe algo más detrás de los ataques, algo secreto y que se ha ocultado a nuestros ojos durante todos estos años.
Las teorías conspirativas son hipótesis no demostradas relativas a un hecho específico, explicado como resultado de un complot que podría consistir en planes gubernamentales secretos o en intentos de asesinato; van de experimentos médicos al control de la opinión pública o de las mentes.
Poseen un común denominador: la idea que los diseñadores del plan son autores intelectuales malévolos, unidos en torno a un fin maligno.
Se afirma que los ataques terroristas de 2001 fueron parte de una conspiración que involucra a un grupo poderoso, una élite internacional que incluye a varios miembros del gobierno de los Estados Unidos.
La teología detrás de la teoría de conspiración del Nuevo Orden Mundial implica la creación de un sistema de gobierno global que impone un culto único, como excusa para poner fin a las guerras religiosas y al extremismo teológico, y luego poner en efecto su objetivo final de dominar al mundo, detrás de 9/11 hay un doble propósito:
Invadir Irak y extender la guerra en Afganistán de las que lucra la industria de armamentos; además del componente religioso que hallamos en el culto de los Illuminati, un grupo de importantes políticos y personas adineradas relacionados entre sí a lo largo de generaciones por una dinastía, por más fantástico que ello suene, desde los tiempos de los egipcios, el imperio romano, la nobleza europea y de allí, a la Casa Blanca y las élites del poder estadounidense.
Se puede describir la conspiración de los Illuminati como una sociedad secreta que devino en un grupo de francmasones luciferinos que supuestamente tratan de gobernar el mundo mediante un sistema religioso y económico único.
Las pruebas son abrumadoras, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 fueron efectivamente el resultado de una conspiración.
No hay duda sobre eso, una mirada cercana (o aun superficial) a las pruebas señalan que fue planeado y ejecutado cuidadosamente por conspiradores.
La pregunta es, por supuesto, quiénes eran esos conspiradores.
Osama bin Laden y el equipo de secuestradores (principalmente sauditas) eran parte de la conspiración, pero…
¿Qué me dicen del presidente Bush y del vicepresidente Dick Cheney?
¿Acaso los máximos consejeros de Bush, incluso Paul Wolfowitz y Donald Rumsfeld, colaboraron con bin Laden, o permitieron que los ataques ocurrieran intencionalmente?
Puesto de otra manera:
¿Era un delito de puertas adentro?
Los teóricos de la conspiración creen que sí, y apuntan a un catálogo de supuestas contradicciones en la "versión oficial" de los ataques.
Muchas de las afirmaciones de conspiración técnica fueron desacreditadas por la revista Popular Mechanics en marzo de 2005, mientras que otras afirmaciones fueron refutadas por simple lógica:
Si un avión secuestrado no se estrelló en el Pentágono, como se alega a menudo:
¿Entonces dónde está el Vuelo 77 y sus pasajeros?
No sé quien tenga la razón, Bush o Moore, tampoco me interesa.
Pero se debe investigar, por la memoria de aquellos que fueron protagonistas sin querer serlo.

“El líder de un pueblo debe mantenerlo en un estado de temor permanente haciéndole creer que podría ser atacado en cualquier momento, renunciando a la libertad para poder vivir”
1984 - George Orwell.

"Shame on you... "


Comentarios

Entradas populares