The Philadelphia Story

“Uncle Leo's bedtime story for you older tots!
The things they do among the playful rich - Oh, boy!”

Siempre aprecié la madura actitud del escritor Alejandro Dumas cuando, al descubrir un día en la cama a su esposa con su mejor amigo, mientras estos permanecían estupefactos, él sonrió y les dijo:
“¡Vamos, córranse que ahí cabemos los tres!”
Sigo pensando que erramos el imbécil día en que asumimos la fidelidad sexual como un principio.
Y la prueba irrefutable de que erramos, es que a nadie le interesa cumplirlo, pero sí exige que su pareja lo cumpla.
¡Cuántos disgustos, cantaletas, peleas, separaciones, lesiones físicas y asesinatos, nos habríamos ahorrado -y seguiríamos ahorrándonos- si cada quien fuese libre de acostarse con quien le atraiga y le corresponda!
Quizás, hasta durarían más los matrimonios, porque se acabarían las hipocresías, el machismo se iría al piso, y el placer del cambio ocasional daría solaz y nuevo ímpetu a nuestras existencias.
Puede que suene a viejo mitómano y mis palabras a tópico falto de imaginación, pero ya no se hacen películas como The Philadelphia Story, donde los tiempos eran duros, en medio de una depresión económica y al inicio de una guerra mundial terrible, la gente se evadía de esa atmósfera opresiva en una sala oscura.
Durante unas horas, el soldado destinado al frente junto a su chica, se sentía Cary Grant junto a Katharine Hepburn en una gran mansión.
En ese marco histórico, paradójicamente, o quizás no, nacieron las mejores comedias de la historia del cine porque no olvidemos que el fin último del cine es entretener y no responder a las expectativas de sesudos pensadores; sólo que, en la década de los 30, 40 y 50 el cine se convierte en CINE, pariendo Obras Maestras como la sofisticada comedia sobre la "beautiful people" de Filadelfia.
The Philadelphia Story (1940) está realizada por George Cukor, basado en la comedia homónima estrenada en Broadway en marzo de 1939, escrita por Philip Barry e interpretada por LA GRANDE Y SIEMPRE BELLA Katharine Hepburn (Tracy Lord), Cary Grant (C. K. Dexter Haven), James Stewart (Macauley Connor), Ruth Hussey (Lizzy Imbrie), Roland Young (Tío Willie), John Howard (George Kittredge), y John Holliday, Mary Nash, Virginia Weidler, Henry Daniel, Lionel Page y Rex Lavans.
En The Philadelphia Story la fotografía sobresale por su magnífico dibujo y el manejo del color: claroscuro, fondos oscuros, negros/blancos intensos, brillos, etc.
El vestuario ENORME corre a cargo del UNICO Adrian, que vistió a las actrices más grandes del Hollywood Dorado, un detalle el hermoso vestido de vuelos a cuadros que usa una esculturalmente bella Katharine Hepburn.
The Philadelphia Story gira alrededor de una dama de la alta sociedad a punto de contraer matrimonio por segunda vez.
Plantea un análisis de los convencionalismos e hipocresía de la clase burguesa norteamericana en los años 40, salpicado con toda clase de enredos y situaciones humorísticas entre los tres personajes principales: Hepburn, Grant y Stewart.
The Philadelphia Story obtuvo 2 Oscar al Mejor actor principal (James Stewart) y al guión adaptado de 6 nominaciones: mejor película, director, mejor actriz (Katharine Hepburn) y mejor actriz de reparto (Ruth Hussey)
El magnífico guion constituye el plato fuerte de The Philadelphia Story junto a las interpretaciones y la perfecta dirección de actores de George Cukor, al que la genialidad del equipo le permitió rodar la película en ocho semanas sin necesidad de repetir tomas.
La trama está perfectamente dibujada.
Los diálogos son polifónicos, rapidísimos y brillantes, irónicos y llenos de sofisticación, gracias al extraordinario trabajo de Joseph L. Mankiewicz.
La historia comienza con una escena retrospectiva -rodada bajo los cánones del cine mudo y que ya forma parte de la historia del cine- que explica el acalorado final del primer matrimonio de Tracy (Katharine Hepburn), que rompe un palo de golf de Dexter (Cary Grant) y éste, irritado, la empuja haciéndole caer al suelo.
Esta escena deja claras las líneas en las que se basa The Philadelphia Story: el carácter ingobernable y obstinado de Tracy y las ansias de venganza de Dexter.
Dexter, confabulado con una revista sensacionalista del corazón -Spy-, perpetra un montaje que permite el acceso a la casa de los Lord, el día antes de la boda, de un periodista, Macauley "Mike" Connor (James Stewart), y de una reportera gráfica, Elizabeth "Liz" Imbrie (Ruth Hussey).
Tracy se verá enfrentada a una inesperada situación, en la que cree que ha de elegir entre un novio del que no está enamorada, un admirador entrañable y un ex-marido que la irrita con su forma de ser.
Pero en realidad, el problema al que se enfrenta Tracy es otro: la alternativa de madurar, adquirir tolerancia y comprensión, contener sus arrebatos de furia y convertirse en un ser humano -como ella dice al final-, o seguir igual.
El proceso de reflexión y decisión es complejo por la falta de tiempo, los prejuicios y la guerra de sexos que mantiene con varios hombres.
La trama -el lío escandaloso del padre con una jovencita y la amenaza de su publicación- son conducidas por el director con delicadeza, gracia e ingenio.
El final, y como comedia romántica sofisticada, termina con una Tracy dispuesta a cambiar y donde la historia pone a cada uno de los personajes en su sitio.
El film lanzó las carreras de James Stewart y Cary Grant al estrellato, y relanzó la trayectoria de Katharine Hepburn, quien, al interpretar un papel que tanto tenía que ver con su forma real de comportarse, llegó más al público, en especial por el desenlace de The Philadelphia Story, cuando Tracy experimenta un rotundo cambio de carácter.
La escena: el mero principio, mudo y genial!
La música, excelente, incluye una partitura de Franz Waxman de 3 movimientos: "Main Title", "MGM Fanfarria" y "The True Love".
Añade 2 canciones ajenas ("Lydia, The Tattooed Lady" y "Over The Rainbow") y la marcha nupcial de Mendelssohn.
El guión evoca elementos de "La Fierecilla Domada", de Shakespeare.
La obra de teatro y el guión de adaptación al cine fueron escritos como parodia del carácter de Hepburn, considerada mandona, impulsiva e irritable, por el público.
De ahí el ajuste entre el personaje de ficción y la capacidad interpretativa de la actriz.
Si Tracy es el trasunto de la personalidad de Hepburn, hay que decir que ésta en la vida real ni cambió ni se planteó hacerlo.
Por otra parte, el paso del tiempo ha afectado en parte la comicidad de The Philadelphia Story.
Actualmente el carácter fuerte e indómito de una mujer no se contradice con los cánones de la feminidad, como ocurría en 1940.
The Philadelphia Story demanda al espectador un cierto esfuerzo de situación en el contexto histórico del film, escrito, rodado y estrenado en los años previos a la incorporación de EEUU a la II Guerra Mundial, que afectó profundamente la definición del papel de la mujer en la sociedad.
Ésta, durante la contienda, tuvo que asumir roles reservados hasta entonces a los hombres y desligarse de roles considerados exclusivos de la mujer.
Por eso, el final de The Philadelphia Story, de todos los posibles, es el más grato para el público, ya que es el que mejor demuestra que Tracy ha decidido cambiar, lo que deja una puerta abierta a la incertidumbre, la ambigüedad y el escepticismo.
The Philadelphia Story es un enfrentamiento encadenado entre todos sus personajes, entre sus concepciones del mundo y sus formas de actuar ante la vida que los desnuda a todos por completo presentándolos como son realmente seres mezquinos y mediocres pero también tiernos y asustados, sin maniqueísmos.
The Philadelphia Story retrata a la alta sociedad y las circunstancias que rodean sus relaciones amorosas.
Así habrá tiempo para exaltar la arrogancia, la pedantería, el egocentrismo, los viles intereses que se camuflan en los sentimientos, la manipulación de los afectos, etc.
Por ende, The Philadelphia Story es un culebrón sentimental con aristócratas como protagonistas, donde ricos y famosos destapan la falta de humanismo en la frivolidad de sus interrelaciones.
También hay tiempo para aplicar toques cómicos que vienen de la mano de circunstancias donde el periodismo de chismes se inmiscuye en los acontecimientos sociales más destacados de la alta sociedad para vender revistas.
Así se plantean entonces muchos enredos amorosos en ocasión de celebrarse una boda que llama la atención de toda la sociedad, donde nadie está exento de caer en las redes tramposas de gente poco sincera en sus espíritus, y en donde el objetivo discursivo del director está enfocado en dejar la moraleja de que a pesar de que existe gente con muchos recursos económicos son en ocasiones verdaderamente infelices porque sufren los embates de las decepciones amorosas que dejan secuelas.
Un tema: Muy actual.
La primera pregunta que se me paso por la cabeza al terminar de ver, mejor dicho, durante el visionado de The Philadelphia Story fue:
¿Cómo permitió esto la censura de estadounidense (Código Hayes / Iglesia) de 1940?
Un divorcio, una segunda boda, un trío amoroso (por no decir un cuarteto), una mujer libertina, infidelidades de un esposo... todo choca con los principios morales que venden los clásicos (y típicos) guiones de la industria sita en California.
En fin, eran los Estudios MGM y tal vez hubo por debajo una gran suma de dólares.
Curiosamente, con esta comedia romántica vemos como el cine evoluciona para amoldarse a los gustos de la sociedad y si vemos comedias románticas de hoy, sobre todo veremos un género vacío dirigido a un público bastante simple.
Cuando veo una película como The Philadelphia Story me cuestiono una principal cosa, de qué manera ha evolucionado el género de comedia romántica destrozando aquello que es la esencia del cine.
Tres estrellas del cine en sus comienzos y principalmente tres pedazos de actores, eso eran, grandes actores en una buena comedia dirigidos por un gran director.
La comedia romántica de hoy en día es predecible desde el principio, con un guión básico centrado sobre todo en diálogos tontos y corrientes además de superficiales, olvidándose sobre todo de la personalidad de los protagonistas.
Todo lo contrario de The Philadelphia Story y esa sea la principal diferencia del cine y de las “estrellas” de hoy, actores de antes, de la altura de estos tres, no se permitirían actuar en una comedia barata de hoy en día porque destruiría su categoría como actor, pues eso es lo que eran antes, grandes actores por encima de todo, independientemente de que fuesen guapos.

“Like a human, like a human being”


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