The Last King Of Scotland
“I am Idi Amin!
President-for-life and ruler of Uganda.
I am the father of Africa”
¿Cuántas veces, durante el siglo XX, un hombre forjado a pulso, venido de lo más profundo de la pirámide social, logró, a punta de carácter y carisma, imponerse sobre sus congéneres hasta alcanzar el tope y, una vez allí, explotar?
A Borges le maravillaba la repetición incesante de las historias, a mí me preocupa:
¿Es la humanidad realmente tan estúpida como para caer una y otra vez en el mismo truco del dictador amigo que te ama y que te salva?
His Excellency President for Life, Field Marshal Alhaji Dr. Idi Amin Dada, VC, DSO, MC, CBE nacido en Koboko en 1925 fue un político y militar ugandés, presidente del país entre 1971 y 1979.
Durante la década de los setentas, el dictador Idi Amin Dada ordenó el genocidio de cientos de miles de habitantes en Uganda, el total es discutido, pero varía entre 300,000 y 500,000 víctimas, lo cual fue parte de una larga lista de atrocidades que eventualmente se revelaron ante el asombro del mundo.
Idi Amin tuvo al menos cinco esposas reconocidas, aunque la cantidad real de mujeres siempre fue silenciada por los organismos oficiales ugandeses.
Acabó divorciándose de todas, además de existir indicios de que intentó acabar con la vida de alguna de ellas tras obtener el divorcio legal.
Su primera esposa se llamó Kay, en agosto de 1974, Kay fue repudiada para dejar lugar a Marina, su cuarta mujer, poco después fue encontrada muerta y desmembrada en el interior de un automóvil.
El cadáver fue previamente introducido en el garaje de un médico para culparle del asesinato, el cual, temiendo la tortura y la muerte, decidió suicidarse tras quitarles la vida a sus dos hijos.
En enero de 1971, Idi Amin derrocó el gobierno "constitucional" del presidente Milton Obote mediante un golpe de estado apoyado por Israel y posteriormente por el Reino Unido y asumió de facto la jefatura de estado de Uganda.
Durante el golpe de estado Idi Amin logró la adhesión de 5.700 soldados y 5.500 policías militares con los que logró la rendición de las tropas leales a Obote y la guardia presidencial, unos 2.000 hombres.
Apoyado por el ejército, estableció un régimen de terror y una política genocida que llevó a la muerte a más de 300.000 ugandeses, principalmente de las etnias lango y acholis.
Inició una guerra civil encubierta y se hizo famoso en el mundo por sus excentricidades y su crueldad.
Entre los crímenes cometidos bajo su mandato, causó conmoción internacional el asesinato del Arzobispo anglicano Janani Luwum.
De él salió la gran frase política: "Obras, No Palabras", ya que cuando llegó al poder le prometía a los campesinos con esa frase construir escuelas, hospitales, carreteras y hacer de Uganda un mejor país.
A comienzos de su gobierno ya se veían como eran asesinados y torturados los opositores políticos en la capital; en los campos no era necesario cavar tumbas, pues eran echados a los cocodrilos.
Tal fue la persecución, que también fue asesinado el ministro de salud, hombre que realmente quería ayudar a Uganda.
En 1974 fue asaltada la cárcel de Kampala, donde estaban los presos políticos del ex presidente Milton Obote, quienes tras salir intentaron acabar -sin éxito- con la vida de Idi Amin.
Al entrar en el gobierno, propició la expulsión de la minoría hindú del país, reduciendo de hecho con esta medida la cantidad de mano de obra y los profesionales cualificados de su país, en detrimento de la reducción del capital de inversión en su país, que salió despavorido al ver cómo el país se estaba convirtiendo en un caldo de cultivo para medidas sociales similares a las implantadas por el régimen nazi, del cual se dice que Amin era admirador.
Ordenó la quema de una bandera israelí a las puertas de su delegación diplomática lo que significó la salida del embajador israelí en ese entonces, Reuben Levicoy, junto con su comitiva rumbo a Tel-Aviv.
En el aspecto internacional, en un principio mantuvo una política de acercamiento con Inglaterra -la antigua metrópoli colonial- e Israel, pero pronto se inclinó por el mundo árabe y apoyó la causa palestina y a Libia en su política antioccidental.
Una de las excentricidades de Amin era la de hacerse transportar en una especie de plataforma cargada por hombres ingleses que debían caminar y silbar simultáneamente la melodía “The Bridge On The Río Kwai”, naturalmente esos hombres estaban en calidad de esclavos.
Al cabo de algunos años el país entró en una crisis económica, que los petrodólares de las naciones árabes amigas del dictador no pudieron evitar.
En 1979 Amin fue derrocado por una fuerza de invasión procedente de Tanzania apoyada por disidentes ugandeses.
Consciente de su derrota, abandonó el país y encontró refugio en Arabia Saudita, donde murió de insuficiencia renal en 2003.
Había rumores de que era sangriento, homófobo y caníbal, pues una vez en la OUA, celebrada en Libreville, capital de Gabón dijo que antes de que sus enemigos se lo comieran, él se los comería.
Además su ministro de sanidad Henry Kyemba dijo que Amin se había comido partes del general de brigada Charles Arube, en 1974, cuando entró en la morgue para estar a solas con él, luego los doctores notaron que faltaban dedos de los pies y manos.
Existen leyendas que incluso describen los refrigeradores donde el dictador guardaba los sesos humanos.
En fin, ignorar las historias que nos quedan lejos es una de las características principales del ser humano.
Llevar a la pantalla cinematográfica la biografía de personajes excesivos, megalomaníacos o tremebundos, Idi Amin indudablemente lo fue, y en grado superlativo, conlleva siempre el peligro, ahí agazapado, de que ese elemento –el personaje– termine devorando el propio vehículo de su historia –la película–.
Claro está, también habría que decir, inmediatamente a continuación, que eso no tiene por qué ser necesariamente malo y es que hay peligros de gozosa consumación: si quien nos brinda la interpretación del personaje es un monstruo del calibre, en todos los sentidos de Forest Whitaker, mejor, mejor así.
Y su contraparte, un joven médico recién licenciado, romántico, que acaba en África por los azares de un dedo caprichoso y la calada a un porro, piensa que arreglará el Mundo (el Tercer Mundo) y la ignorancia acabará por convertirle en la mano derecha, inconsciente y ejecutora, de un caudillito venido a más y disfrazado de "hombre del pueblo"
¿Cuántos así?
The Last King Of Scotland es una película británica del año 2006 dirigida por Kevin Macdonald y basada en la novela homónima de Giles Foden, que fue adaptada por Peter Morgan y Jeremy Brock.
Está protagonizada por Forest Whitaker (Idi Amin), James McAvoy (Nicholas Garrigan), Kerry Washington (Kay Amín), Simon McBurney (Stone), Gillian Anderson (Sarah Merrit), entre otros.
The Last King Of Scotland narra la historia del dictador ugandés Idi Amin a través de su médico personal, el doctor Nicholas Garrigan; al igual que la novela, el largometraje mezcla ficción y realidad: pese a que el personaje del médico escocés es ficticio, sí existió un europeo que participó activamente en el régimen de Amin, mientras que otras personas relacionadas con Amin y algunos sucesos que se relatan sobre el gobierno del dictador están basados en personas y hechos auténticos.
La labor como documentalista de Macdonald queda patente al manejar una cámara que busca reflejar de manera realista la vida del pueblo africano, mirando por momentos con afán etnográfico a las gentes que asisten a una proclama del presidente o le saludan a su paso por los caminos, o rastreando los escenarios de manera nerviosa y descontrolada, con preferencia por los primeros planos y las composiciones descuidadas y personajes que “se cortan” en el plano.
The Last King Of Scotland no duda en mostrar algunas de las aberraciones del tirano, que parece precisar de la violencia desaforada y de la truculencia de la imagen para impactar emocionalmente, porque no ha sabido conseguirlo antes con una narración de ritmo desigual y cuestionable fuerza dramática.
El núcleo de The Last King Of Scotland es la estrecha relación entre ambos hombres, pasando de puntillas por las atrocidades políticas de tamaño dictador.
Nótese la creciente paranoia de Amin que se va desarrollando a lo largo de The Last King Of Scotland, pasando de lo más fraternal entre paciente y doctor a la persecución y martirio de este último por su supuesta traición... vivo retrato de la personalidad paranoide del tristemente célebre general ugandés.
Amin, el personaje, no cambia tanto en su forma de pensar o de ser, sino que según avanza The Last King Of Scotland va cambiando en su forma de mostrarse ante el joven doctor y por tanto frente a nosotros, los espectadores que vemos la acción desde el punto de vista del doctor.
Amin, un militar convertido en líder de una parte de la población ugandesa de los años 70, con unos ideales que pueden considerarse bondadosos, pero que se desvanecen por el mayor peso del poder, que provoca en el líder reacciones ególatras, despóticas.
Una manía persecutoria que no le dejará un resquicio de tranquilidad, que le hará desconfiar de todo el mundo y que le empujará a eliminar cualquier posible traición.
The Last King Of Scotland desarrolla una serie de cualidades de un dictador.
Existe una clara ruptura político-social.
La división de los órganos fundamentales en un estado se encuentra desvanecida.
La idea de principios y derechos fundamentales ha sido prácticamente echada al olvido.
Encontramos en The Last King Of Scotland una parte de la Historia del mundo.
Idi Amin es interpretado por Forest Whitaker, actuación que le valió el Oscar de la Academia de Hollywood como mejor actor principal en el año 2007.
Forest Whitaker merece indudablemente el aplauso que ha recibido por su feroz interpretación de Idi Amin.
El papel de Nick en The Last King Of Scotland es el de un observador.
Nick es un personaje inventado cuya utilidad dentro de esta historia de la vida real radica en la perspectiva única que nos brinda:
La del amigo del loco.
¿Hay acaso una mejor manera de explorarlo?
Así que aunque parezca que Nick es el protagonista, es sólo una herramienta para retratar, una cámara.
Dos de las escenas del film: la mutilación de una de las esposas del dictador y el colgamiento del médico, serán recordadas por los espectadores, como imágenes difíciles de digerir, atroces y que reflejan la maldad del ser humano; escenas de gran impacto, ya sea por su contenido, como el recorrido por los cuartos de tortura de Amin o por su estilo narrativo, como una persecución en automóvil por las polvorientas calles de Kampala.
Por cierto, el uso de locaciones reales en Uganda incrementa considerablemente el atractivo de The Last King Of Scotland al aportar una atmósfera genuina y perturbadora.
Supongo que The Last King Of Scotland no busca ser una lección de historia sobre el genocidio en Uganda, sino un testimonio del peligroso atractivo del poder y de carismáticos líderes motivados por la megalomanía y no por el bien de su comunidad.
“You deserve to die.
But dead, you can do nothing.
Alive, you might just be able to redeem yourself”
President-for-life and ruler of Uganda.
I am the father of Africa”
¿Cuántas veces, durante el siglo XX, un hombre forjado a pulso, venido de lo más profundo de la pirámide social, logró, a punta de carácter y carisma, imponerse sobre sus congéneres hasta alcanzar el tope y, una vez allí, explotar?
A Borges le maravillaba la repetición incesante de las historias, a mí me preocupa:
¿Es la humanidad realmente tan estúpida como para caer una y otra vez en el mismo truco del dictador amigo que te ama y que te salva?
His Excellency President for Life, Field Marshal Alhaji Dr. Idi Amin Dada, VC, DSO, MC, CBE nacido en Koboko en 1925 fue un político y militar ugandés, presidente del país entre 1971 y 1979.
Durante la década de los setentas, el dictador Idi Amin Dada ordenó el genocidio de cientos de miles de habitantes en Uganda, el total es discutido, pero varía entre 300,000 y 500,000 víctimas, lo cual fue parte de una larga lista de atrocidades que eventualmente se revelaron ante el asombro del mundo.
Idi Amin tuvo al menos cinco esposas reconocidas, aunque la cantidad real de mujeres siempre fue silenciada por los organismos oficiales ugandeses.
Acabó divorciándose de todas, además de existir indicios de que intentó acabar con la vida de alguna de ellas tras obtener el divorcio legal.
Su primera esposa se llamó Kay, en agosto de 1974, Kay fue repudiada para dejar lugar a Marina, su cuarta mujer, poco después fue encontrada muerta y desmembrada en el interior de un automóvil.
El cadáver fue previamente introducido en el garaje de un médico para culparle del asesinato, el cual, temiendo la tortura y la muerte, decidió suicidarse tras quitarles la vida a sus dos hijos.
En enero de 1971, Idi Amin derrocó el gobierno "constitucional" del presidente Milton Obote mediante un golpe de estado apoyado por Israel y posteriormente por el Reino Unido y asumió de facto la jefatura de estado de Uganda.
Durante el golpe de estado Idi Amin logró la adhesión de 5.700 soldados y 5.500 policías militares con los que logró la rendición de las tropas leales a Obote y la guardia presidencial, unos 2.000 hombres.
Apoyado por el ejército, estableció un régimen de terror y una política genocida que llevó a la muerte a más de 300.000 ugandeses, principalmente de las etnias lango y acholis.
Inició una guerra civil encubierta y se hizo famoso en el mundo por sus excentricidades y su crueldad.
Entre los crímenes cometidos bajo su mandato, causó conmoción internacional el asesinato del Arzobispo anglicano Janani Luwum.
De él salió la gran frase política: "Obras, No Palabras", ya que cuando llegó al poder le prometía a los campesinos con esa frase construir escuelas, hospitales, carreteras y hacer de Uganda un mejor país.
A comienzos de su gobierno ya se veían como eran asesinados y torturados los opositores políticos en la capital; en los campos no era necesario cavar tumbas, pues eran echados a los cocodrilos.
Tal fue la persecución, que también fue asesinado el ministro de salud, hombre que realmente quería ayudar a Uganda.
En 1974 fue asaltada la cárcel de Kampala, donde estaban los presos políticos del ex presidente Milton Obote, quienes tras salir intentaron acabar -sin éxito- con la vida de Idi Amin.
Al entrar en el gobierno, propició la expulsión de la minoría hindú del país, reduciendo de hecho con esta medida la cantidad de mano de obra y los profesionales cualificados de su país, en detrimento de la reducción del capital de inversión en su país, que salió despavorido al ver cómo el país se estaba convirtiendo en un caldo de cultivo para medidas sociales similares a las implantadas por el régimen nazi, del cual se dice que Amin era admirador.
Ordenó la quema de una bandera israelí a las puertas de su delegación diplomática lo que significó la salida del embajador israelí en ese entonces, Reuben Levicoy, junto con su comitiva rumbo a Tel-Aviv.
En el aspecto internacional, en un principio mantuvo una política de acercamiento con Inglaterra -la antigua metrópoli colonial- e Israel, pero pronto se inclinó por el mundo árabe y apoyó la causa palestina y a Libia en su política antioccidental.
Una de las excentricidades de Amin era la de hacerse transportar en una especie de plataforma cargada por hombres ingleses que debían caminar y silbar simultáneamente la melodía “The Bridge On The Río Kwai”, naturalmente esos hombres estaban en calidad de esclavos.
Al cabo de algunos años el país entró en una crisis económica, que los petrodólares de las naciones árabes amigas del dictador no pudieron evitar.
En 1979 Amin fue derrocado por una fuerza de invasión procedente de Tanzania apoyada por disidentes ugandeses.
Consciente de su derrota, abandonó el país y encontró refugio en Arabia Saudita, donde murió de insuficiencia renal en 2003.
Había rumores de que era sangriento, homófobo y caníbal, pues una vez en la OUA, celebrada en Libreville, capital de Gabón dijo que antes de que sus enemigos se lo comieran, él se los comería.
Además su ministro de sanidad Henry Kyemba dijo que Amin se había comido partes del general de brigada Charles Arube, en 1974, cuando entró en la morgue para estar a solas con él, luego los doctores notaron que faltaban dedos de los pies y manos.
Existen leyendas que incluso describen los refrigeradores donde el dictador guardaba los sesos humanos.
En fin, ignorar las historias que nos quedan lejos es una de las características principales del ser humano.
Llevar a la pantalla cinematográfica la biografía de personajes excesivos, megalomaníacos o tremebundos, Idi Amin indudablemente lo fue, y en grado superlativo, conlleva siempre el peligro, ahí agazapado, de que ese elemento –el personaje– termine devorando el propio vehículo de su historia –la película–.
Claro está, también habría que decir, inmediatamente a continuación, que eso no tiene por qué ser necesariamente malo y es que hay peligros de gozosa consumación: si quien nos brinda la interpretación del personaje es un monstruo del calibre, en todos los sentidos de Forest Whitaker, mejor, mejor así.
Y su contraparte, un joven médico recién licenciado, romántico, que acaba en África por los azares de un dedo caprichoso y la calada a un porro, piensa que arreglará el Mundo (el Tercer Mundo) y la ignorancia acabará por convertirle en la mano derecha, inconsciente y ejecutora, de un caudillito venido a más y disfrazado de "hombre del pueblo"
¿Cuántos así?
The Last King Of Scotland es una película británica del año 2006 dirigida por Kevin Macdonald y basada en la novela homónima de Giles Foden, que fue adaptada por Peter Morgan y Jeremy Brock.
Está protagonizada por Forest Whitaker (Idi Amin), James McAvoy (Nicholas Garrigan), Kerry Washington (Kay Amín), Simon McBurney (Stone), Gillian Anderson (Sarah Merrit), entre otros.
The Last King Of Scotland narra la historia del dictador ugandés Idi Amin a través de su médico personal, el doctor Nicholas Garrigan; al igual que la novela, el largometraje mezcla ficción y realidad: pese a que el personaje del médico escocés es ficticio, sí existió un europeo que participó activamente en el régimen de Amin, mientras que otras personas relacionadas con Amin y algunos sucesos que se relatan sobre el gobierno del dictador están basados en personas y hechos auténticos.
La labor como documentalista de Macdonald queda patente al manejar una cámara que busca reflejar de manera realista la vida del pueblo africano, mirando por momentos con afán etnográfico a las gentes que asisten a una proclama del presidente o le saludan a su paso por los caminos, o rastreando los escenarios de manera nerviosa y descontrolada, con preferencia por los primeros planos y las composiciones descuidadas y personajes que “se cortan” en el plano.
The Last King Of Scotland no duda en mostrar algunas de las aberraciones del tirano, que parece precisar de la violencia desaforada y de la truculencia de la imagen para impactar emocionalmente, porque no ha sabido conseguirlo antes con una narración de ritmo desigual y cuestionable fuerza dramática.
El núcleo de The Last King Of Scotland es la estrecha relación entre ambos hombres, pasando de puntillas por las atrocidades políticas de tamaño dictador.
Nótese la creciente paranoia de Amin que se va desarrollando a lo largo de The Last King Of Scotland, pasando de lo más fraternal entre paciente y doctor a la persecución y martirio de este último por su supuesta traición... vivo retrato de la personalidad paranoide del tristemente célebre general ugandés.
Amin, el personaje, no cambia tanto en su forma de pensar o de ser, sino que según avanza The Last King Of Scotland va cambiando en su forma de mostrarse ante el joven doctor y por tanto frente a nosotros, los espectadores que vemos la acción desde el punto de vista del doctor.
Amin, un militar convertido en líder de una parte de la población ugandesa de los años 70, con unos ideales que pueden considerarse bondadosos, pero que se desvanecen por el mayor peso del poder, que provoca en el líder reacciones ególatras, despóticas.
Una manía persecutoria que no le dejará un resquicio de tranquilidad, que le hará desconfiar de todo el mundo y que le empujará a eliminar cualquier posible traición.
The Last King Of Scotland desarrolla una serie de cualidades de un dictador.
Existe una clara ruptura político-social.
La división de los órganos fundamentales en un estado se encuentra desvanecida.
La idea de principios y derechos fundamentales ha sido prácticamente echada al olvido.
Encontramos en The Last King Of Scotland una parte de la Historia del mundo.
Idi Amin es interpretado por Forest Whitaker, actuación que le valió el Oscar de la Academia de Hollywood como mejor actor principal en el año 2007.
Forest Whitaker merece indudablemente el aplauso que ha recibido por su feroz interpretación de Idi Amin.
El papel de Nick en The Last King Of Scotland es el de un observador.
Nick es un personaje inventado cuya utilidad dentro de esta historia de la vida real radica en la perspectiva única que nos brinda:
La del amigo del loco.
¿Hay acaso una mejor manera de explorarlo?
Así que aunque parezca que Nick es el protagonista, es sólo una herramienta para retratar, una cámara.
Dos de las escenas del film: la mutilación de una de las esposas del dictador y el colgamiento del médico, serán recordadas por los espectadores, como imágenes difíciles de digerir, atroces y que reflejan la maldad del ser humano; escenas de gran impacto, ya sea por su contenido, como el recorrido por los cuartos de tortura de Amin o por su estilo narrativo, como una persecución en automóvil por las polvorientas calles de Kampala.
Por cierto, el uso de locaciones reales en Uganda incrementa considerablemente el atractivo de The Last King Of Scotland al aportar una atmósfera genuina y perturbadora.
Supongo que The Last King Of Scotland no busca ser una lección de historia sobre el genocidio en Uganda, sino un testimonio del peligroso atractivo del poder y de carismáticos líderes motivados por la megalomanía y no por el bien de su comunidad.
“You deserve to die.
But dead, you can do nothing.
Alive, you might just be able to redeem yourself”
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