The Lady Vanishes

The Lady Vanishes es una de las películas que servirían para contestar a la pregunta:
"¿Quién era Alfred Hitchcock?"
The Lady Vanishes es una película británica de 1938, dirigida por Alfred Hitchcock.
Protagonizada por Margaret Lockwood, Michael Redgrave, Dame May Whitty, Paul Lukas, Basil Radford, Naunton Wayne y Cecil Parker, entre otros.
Basada en la novela “The Wheel Spins” (1938) de Ethel Lina White, adaptada por Sidney Gilliat y Frank Launder.
The Lady Vanishes fue uno de los mayores éxitos de Hitchcock y determinó su partida a Hollywood.
En este caso, Hitchcock no utiliza a ninguna rubia, de todos es sabido la predilección del director por ese rasgo, me imagino que sería, porque no fue él quien eligió a la actriz protagonista, el estudio tenía contrato con Margaret Lockwood y se impusieron al director, esto es una conjetura mía.
The Lady Vanishes transcurre en Bandrika, un país ficticio de Europa central, en los meses preliminares a la Segunda Guerra Mundial.
Debido al mal tiempo, unos viajeros británicos que regresan a Londres por tren, deben detenerse y pasar la noche en un pueblo remoto antes de seguir viaje.
Una vez de regreso en el tren, uno de los pasajeros desaparece, y otro de los pasajeros, una joven chica, intenta la búsqueda, pero nadie parece haber visto nunca a ese pasajero.
El viaje en tren se va a convertir en una pesadilla, donde todo el mundo es sospechoso y tiene algo que ocultar.
Se podría decir que The Lady Vanishes se divide en dos segmentos bastante marcados:
En el primer segmento, la acción ocurre en un hotel ubicado en una ciudad ficticia de Europa, el cual se encuentra repleto debido a que el tren que debe partir hacia Londres se encuentra prácticamente sepultado bajo la nieve.
Es en este contexto que se nos presenta a los personajes principales y sus respectivas personalidades, los cuales participan en una serie de situaciones cómicas, además de un misterioso asesinato.
Es en esta parte de la cinta en que personajes como Caldicott (Naunton Wayne) y Charters (Basil Radford), un par de ingleses cuya mayor preocupación es llegar a tiempo a un partido de cricket, adquieren cierta notoriedad debido a la gran cantidad de situaciones cómicas en las que se ven envueltos.
En el segundo segmento en cambio, la acción transcurre en el interior del tren, en donde se nos presenta a otro grupo de personajes, en su gran mayoría poseedores de características algo más oscuras que los vistos anteriormente, y se entra de lleno en el plano del suspenso como tal, en el preciso momento en que Miss Froy (Dame May Whitty) desaparece.
The Lady Vanishes tiene un toque de misterio y suspense genial, porque todos sabemos, o intuimos, que la protagonista tiene razón, porque nosotros también hemos visto a la señora con ella, pero llega un momento, en que también podemos dudar, ya que todo el tren parece no haberla visto.
Algo que me ha gustado bastante, es el principio, desde ese hermoso travelling con miniaturas, automóvil incluido, y como Hitchcock se toma su tiempo para que la verdadera trama empiece, y es que, durante la primera media hora, el director nos va a presentar a la mayor parte de los personajes que tomaran parte en la historia, y nos hace ver como son cada uno, y cual son sus intereses.
Además durante ese tiempo, cuando lo pasajeros vuelven al tren, para emprender su viaje, y la joven empieza a entablar amistad con la señora, nos van dejando pequeñas pistas, para saber que la señora existe en realidad, pistas que durante el resto del film, la joven y su acompañante masculino, irán dándose cuenta de que existen.
Como curiosidad, destacar que The Lady Vanishes fue la primera película en la que intervenía Michael Redgrave, posteriormente rebautizado como Sir Michael Redgrave por la gracia de su Majestad.
Un actor desconocido en aquel entonces para el público de cine, pero muy reputado entre los habituales del teatro, que posteriormente se alzaría con un premio en Cannes por su interpretación en “The Browning Version”.
Su linaje se prolongaría en varias generaciones de actores y actrices de los que su última representante viva seria la oscarizada Vanessa Redgrave.
En The Lady Vanishes la no muy abundante banda sonora, dirigida por el londinense Louis Levy, ofrece un magnífico preludio, alegres composiciones populares alpinas y melodías de acordeón, piano, viento y orquesta.
The Lady Vanishes es un film de espías que vuelve a centrarse en la situación excepcional en la que se ven envueltos los personajes principales del relato, sin ser espías o tener ninguna autoridad.
Además, a las puertas de la inminente guerra, era una especie de denuncia o advertencia sobre la situación en Alemania, por eso no es de extrañar el parecido de la imaginaria Bandrika con el país germano o de los villanos, que parecen soldados alemanes.
Uno de sus méritos fue lograr que en un espacio tan limitado, como son los vagones de un tren, lograse reunir una amalgama de situaciones y personajes que hacían olvidar que estuviéramos en un tren, bien podría haberse tratado de un pequeño pueblo.
El tren ya es de por sí un espacio cerrado, un espacio aparentemente seguro por la inviabilidad de una desaparición y aún así Hitchcock lo convierte en un trampa mortal, en una espacio claustrofóbico que, mediante planos muy cerrados y una insistencia en reflejar unas miradas multidireccionales de los personajes, reducen aún más el espacio entre la cordura y la locura, entre las seguridades y la total desconfianza.
La acción avanza sin interrupciones, desenmascarando los misterios y a los culpables hasta llegar a la excelente secuencia final.
Dicha escena bien podría parecer sacada de un western o de un film bélico, con los pasajeros del tren atrincherados y haciendo frente a los malvados de la función.
Indiferencia e inhibición general.
El realizador se sirve de sorpresas, situaciones inesperadas, confusiones y mascaradas, para mantener vivo el interés del espectador.
Añade elementos visuales que refuerzan la tensión psicológica: imágenes vertiginosas, maceta que cae el vacío...
Extrae humor de la caricaturización de diferentes nacionalidades, identificando a los ingleses con la obsesión por el críquet, a los franceses con la pasión por el amor, etc.
Se sirve de otros recursos humorísticos, como la apariencia de babel lingüística que adquiere el hotel a causa de la acumulación de clientes.
El disfraz de monja enlaza suspense y humor.
El sentido del misterio se refuerza con la presencia de la duda y la incertidumbre.
Se hace uso del silencio como factor potenciador del suspense.
La presencia del tren responde a una de las constantes del realizador, que en esta ocasión da cabida a gran parte de la acción.
Las imágenes del tren en movimiento visto desde el exterior son excepcionales y le aportan dinamismo al relato.
Las escenas exteriores del expreso, muy bien conseguidas para la época, ya que data de 1938, en especial aquella en la que el hombre que ayuda a la joven a la búsqueda de la anciana, pasa de una habitación del expreso a otro por fuera, en la cual pasa otro expreso por el raíl adjunto y se juega la vida.
Es interesante seguir la evolución psicológica que experimenta Iris (Margaret Lockwood) a lo largo del relato:
Pasa de la indiferencia propia de una chica rica, que lo tiene todo, a comportarse como una mujer responsable y preocupada por los hechos que la rodean.
Es curioso que la protagonista sea la única que busca a la señorita Froy por humanidad, pese a que no la conoce de nada.
El aventurero la ayuda, al inicio, más por galantería que por convencimiento en la existencia de Froy.
Y el resto, a pesar de saber que ella existe, lo niegan.
Y es que el ser humano es así, cuando ve que un problema que ni le va ni le viene puede fastidiarle si se mete, en la mayoría de los casos optará por no meterse y salvar sus intereses, ya sean capitales (ocultar un perjudicial adulterio) o insultantemente triviales (no perderse el cricket).
Llama la atención la ironía de algunos personajes a través de los cineasta aprovecha para a una sutil pareja en relación homosexual!?, una pareja adúltera?, etc.
No sería la única vez que vemos este tipo de parejas en un título de Hitchcock.
El "macguffin" aquí es una canción que transporta un mensaje secreto por el que las potencias extranjeras se pelean, pero como siempre esto es lo de menos.
Alfred Hitchcock aparece como cameo, en la estación London Victoria Station, usando un sombrero negro y fumando un cigarro, casi al final de The Lady Vanishes.
Curiosamente lo hizo al final del film, esto es algo que iba en contra de su filosofía.
Ya que él prefería salir al principio, para no tener al público distraído buscándole durante toda la película.


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