Odete

“Todos os dias de nossas vidas, até que a morte nos aparte”
(Todos los días de nuestras vidas, hasta que la muerte nos separe)

Una obra de imaginación pornográfica, realiza pues un acto político, al explorar las transgresiones de los límites sociales, y de los roles sexuales, utilizando el sexo, lo que constituye quizás, el más grande campo de lucha de poderes, de 2 maneras:
Como un elemento liberador, o como un elemento de denuncia.
En algunos textos, encontramos sólo una de estas funciones, lo que no excluye que en muchos se encuentren ambas, al mismo tiempo.
El sexo como elemento liberador:
Al parecer, es la manera preferida de tratar el tema para los escritores.
En este tipo de relatos, los personajes realizan una especie de viaje iniciático, a través de su sexualidad, lo que les permite liberarse de estereotipos, normas sociales, y ataduras culturales.
En muchos casos, los personajes se encuentran en una situación inicial de dominación, y evolucionan hacia el dominio total de sus propias existencias.
El sexo como elemento de denuncia:
Este es el tipo de relato más transgresor, y son generalmente muy violentos y tanáticos.
Lo que se trata es principalmente, de la muerte.
Generalmente, hablan de depravaciones sexuales, y para esto, el escritor no teme “observar corrupciones y valores sanos, desde el punto de vista del enfermo”, como dice el propio Sade.
El escritor sin embargo, no hace un juicio de valores de manera abierta, deja a su lector libre, para sacar sus propias conclusiones.
Dicho de otro modo, una obra de imaginación pornográfica, está hecha para provocar la reflexión del lector, no necesariamente erótica, sobre su sociedad, sobre los límites de la normalidad, y sobre su vida misma.
“Para melhor, para pior”
(Para bien, o para mal)
Odete es una película dramática portuguesa, del año 2005, dirigida por João Pedro Rodrigues.
Protagonizada por Ana Cristina de Oliveira, Nuno Gil, João Carreira, Teresa Madruga, Carloto Cotta, Filipa Gordo, entre otros.
El guión es de João Pedro Rodrigues y Paulo Rebelo.
João Pedro Rodrigues, es un cineasta portugués; que realizó sus estudios en la Escola Superior de Teatro e Cinema de Lisboa; donde se inició como ayudante de dirección y montaje, en películas de realizadores como:
Alberto Seixas Santos, adscrito al movimiento del Novo Cinema portugués, y Teresa Villaverde, entre otros.
Rodrigues comenzó su actividad como realizador, en 1997; y con Odete, su segundo largometraje, obtuvo mayor repercusión internacional, estrenándose en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Según cuenta el realizador:
“Antes de escribir Odete, investigué el embarazo histérico, junto a médicos, psicólogos, y sociólogos”
La materia prima de sus películas es, sin lugar a dudas, el deseo en sus diferentes vertientes:
Un beso húmedo que no puede durar.
Pérdida y abandono.
La gran ausencia.
El fantasma que lo sobrevuela todo.
Búsqueda, obsesión, y locura.
Todo el amor no correspondido, descansa en el vientre en forma de embarazo psicológico.
Almas en pena.
Y por fin, la aceptación del deseo, la respuesta ante el dolor que une a los personajes para siempre.
Odete inicia una noche, a la puerta de una discoteca en Lisboa, donde 2 jóvenes, Pedro (João Carreira) y Rui (Nuno Gil), se besan apasionadamente.
Llevan un año de novios.
Intercambian alianzas, y se hacen declaraciones de amor.
Pedro se marcha en coche, y Rui entra a la discoteca donde trabaja.
Pocos minutos después, Pedro tiene un brutal accidente de coche, desesperado, Rui va donde él, pero Pedro muere en sus brazos.
Rui se siente solo, perdido, sin esperanza, ni ganas de vivir.
Pero el amor de Rui y Pedro, es eterno.
Al mismo tiempo, en otra parte de la ciudad, transcurre la vida de Odete (Ana Cristina de Oliveira), que trabaja como patinadora en un hipermercado.
Sueña con tener un hijo.
Alberto (Carloto Cotta), seguridad del hipermercado, es su novio.
Cuando Odete insiste en quedarse embarazada, él huye, pues no quiere compromisos.
Abandonada, el sueño de Odete, de ser madre, se transforma en una obsesión.
Cuando llega a su casa, ve a la madre de Pedro que sale llorando, al funeral de su hijo.
Odete casi no conocía a Pedro, un vecino del piso de arriba, pero sus destinos se van a cruzar...
En un extraño impulso, se viste de negro, y la sigue a la capilla donde tiene lugar el funeral.
La tristeza del abandono de Alberto, la hace llorar por la muerte de Pedro, por lo que Odete transfiere al cuerpo del difunto, el dolor por la desaparición de Alberto, y se deja llevar por la ilusión.
Y el fantasma de Pedro, la llamará…
En Odete, el deseo de los 2 protagonistas, está relacionado, en ambos casos, con una persona que ya no existe, a la que por tanto, es imposible amar.
Pedro, el novio de Rui, fallece en sus brazos, tras un accidente automovilístico.
Rui se dedica, a partir de entonces, a buscarlo sin éxito en otros hombres.
Su fantasma, se le aparecerá en ellos.
Por el otro lado, la presentación de Odete, levitando en sus patines, arropada por los violines, enmarcada por las estanterías del supermercado, y destacada del resto de la gente por un travelling de acompañamiento, anticipa la idea de la mujer fantasma.
El espectro de Pedro, habitará en ella, en forma de embarazo psicológico, y progresivamente, la presencia del muerto dentro de su vientre, irá cobrando mayor protagonismo, llegando Odete a “vampirizar” la existencia de Pedro, para terminar convirtiéndose en él.
Ese será el panorama general de Odete, que depende de un tratamiento lleno de elipsis, como la relación entre Pedro y Odete, su vecina, que no se esclarece en ningún momento, aunque observando, llegamos a alguna idea bastante clara, y un discurrir lento, escurridizo en las explicaciones, que llegan tras bastante metraje.
Odete tiene la habilidad de lucir misterioso, y parece un drama serio, pero termina siendo harto inusual, difícil de digerir, en cuanto a la sustancia de fondo, y en gran parte decepcionante, si vamos por la ruta antes dispuesta de “sobriedad”, sin embargo, si caemos en la cuenta de una nueva historia , entre comillas, porque tampoco ya hoy en día es del todo original, viéndolo bien con respecto a los cambios de sexo, y la aparente bisexualidad, Odete nos convencerá mucho más, además de tener recurrentes escenas sexuales, fuertemente sugerentes, de índole homosexual, que pueden incomodar a quienes no lo ven erótico, algo gratuitas por más que se comprenda como parte de la depresión de Rui, y hasta alguna peculiar al uso, un poco irónica a mi ver, que resulta extrañamente cursi, además de mal gusto, todavía en el desenlace, perdonable si notamos que Pedro Almodóvar, también es proclive a estos ataques de genialidad, y ya siendo condescendientes por muchos cineastas que quieren rematar su película, con un supuesto cierre creativo, si bien, lo que hace Rodrigues, lleva la esencia de un cine extravagante, que se luce articulado en darlo por natural o entendible en lo real, otra característica del manchego...
Una propuesta que en su trama, se queda en lo superficial, pero que como relato, resulta curioso.
Odete es una de esas personas, con su particularidad, un nombre digno de esos personajes distintos, que provoca escuchar, y del que se reviste el mundo en su variedad, de alguien cualquiera, pero especial a su misma vez, que no ha hecho nada importante, pero que lleva una vida extraordinaria, sin fingir, sino porque lo es, y en eso, ha valido la pena.
Como Odete se hunde más en la locura y la obsesión, confundiendo a sus vecinos, el director está progresando en su melodrama alucinatorio, con una transmigración de las almas, y la escena de sexo implícito, trío climático, que amenaza con cambiar para siempre, la forma en que sentimos escuchar “Moon River”
“Odete, verifique o código de presente, por favor...”
(Odete, compruebe el código de este, por favor)
Odete es una película portuguesa, cuyo nombre original se cambió para su distribución en los Estados Unidos; y pasó a llamarse “Two Drifters” lo cual en traducción literal significa:
“Dos Vagabundos” en relación a estos 2 personajes, Odete y Rui, quien son seres abandonados en la vida.
Odete es el nombre del personaje femenino; y su obsesión por tener un hijo; y el dolor de Rui por la muerte de su amante, no tienen, a nivel de historia, nada en común, salvo la coincidencia en que el supuesto padre es Pedro, el amante de Rui.
Seguir el embarazo, se hace difícil, pues el camino que sigue Odete, nos lleva por actitudes de locura, que resultan difíciles de aceptar, fuera de una enfermedad psicológica.
La historia de Rui es mucho más fácil de seguir, pero solo es colateral a la de Odete.
El guión, complejo y no muy bueno, es del mismo director, que conociendo los puntos débiles de su guión, se entretiene en desorientar al espectador, con situaciones estrambóticas, que uno no acaba de creerse, y mucho menos que se las crea la madre de Pedro.
Por su parte, “Moon River” suena, aunque en una versión desastrosa, también 2 personas se abrazan, y va a caer la lluvia, como en el final de “Breakfast at Tiffany's”, pero aquí acaban las semejanzas.
Después, aparecerá Odete, chica que se mete en mitad de una historia que no es la suya, en la cual, hay heridas que aún están abiertas.
Y es que el cine de Joao Pedro Rodrigues, se sale de todos los contextos en lo que uno puede conocer como “cine convencional”, deja interrogantes, suele no finalizar las ideas, y dejarlas en el aire, quizá como una forma de que el espectador se haga su propia idea, su cine se refiere en parte, a la soledad en que vivimos los seres humanos, a la transición de una persona, desde la cordura a la locura.
En Odete, gran parte de la acción, se desarrolla en El Cemitério dos Prazeres, o Cementerio de Los Placeres de Lisboa, un lugar que ya de por sí, contiene una contradicción en su propio nombre.
Allí, Odete, Pedro y Rui despliegan sus sentimientos, y trayectorias de vida, en muchas ocasiones, tensionadas entre sí.
El contraste, entre la noche y el día, y su influencia sobre los personajes de sus historias, son también elementos fundamentales de su cine.
Casi todas sus películas, han sido rodadas en Lisboa, precisamente porque al director, le encanta la luz siempre cambiante de la ciudad.
Cuando hablamos de Lisboa, no queremos decir que João Pedro Rodrigues vea esta ciudad, una isla respecto a su entorno; el río Tajo como una ventana abierta a otros puntos del área metropolitana, revela la visión del director respecto a la ciudad, en donde Lisboa, hace parte de una amplia red de lugares.
“Me gustan los detalles” dice el director:
“Al filmar un cuerpo, un objeto, o un decorado, escojo mostrarlos solo parcialmente:
Ese detalle, es mucho más importante que el cuerpo, el objeto, o el decorado en su totalidad.
De hecho, es eso lo que me interesa en el cine:
Lo que se elige encuadrar, y lo que se deja fuera de campo.
El sentido de cada película, se construye precisamente, a partir de esta asociación, montaje, de sutilezas.
Creo que esta especificidad del cine, tiene una larga tradición en otro arte visual, la pintura.
Los objetos tienen muchas veces, un valor casi mágico, circulan de personaje en personaje, tomando diferentes valores a lo largo de la película.
Por ejemplo, la fellatio de Odete para quitarle el anillo a Pedro, es la primera señal de posesión”
Es habitual en sus películas, también, la irrupción de algún tipo de elemento sobrenatural, como los gamusinos, las apariciones fantasmagóricas, lo cual rompe cualquier expectativa del espectador, y diluye la estrecha frontera entre el mundo real, y el imaginario.
Diferentes formas de intrusión, tienen lugar en los cuerpos de los personajes, poseyéndolos, como el hipotético feto en Odete.
Podemos decir entonces, que los sujetos de sus películas, se encuentran atrapados en un viaje infinito a la conquista del placer, un sendero eterno, que va de lo que son, hacia lo que ansían ser, materializado a través de grúas y sinuosos “travellings”
Pero de algún modo, todos ellos consiguen llegar a un estadio de satisfacción:
El espíritu de Pedro, se introduce en el cuerpo de Odete, para que ésta y Rui, puedan saciar sus fantasías…
En Odete, cuenta el director, hubo una primera idea, que consistía en trabajar solo con diferentes versiones del tema “Moon River”, la canción de Henry Mancini para la producción de Blake Edwards, pero no resultaba.
La versión de Il Carloque, se oye antes de la muerte de Pedro, ya estaba escogida en el momento del rodaje.
También, estaba elegida la versión original del tema, para la escena final, la reaparición del fantasma de Pedro.
Los temas restantes, fueron escogidos durante la posproducción, con la ayuda del asesor musical, Frank Beauvais, y el montaje tuvo pequeños ajustes, conforme a esas elecciones.
La idea principal, fue trabajar esas canciones un poco, como un score clásico, teniendo como modelo, algunas películas de Douglas Sirk, o John M. Stahl.
Recordar que “Moon River” es una composición de Johnny Mercer (letra) y Henry Mancini (música) de 1961, y que resultó la ganadora del Oscar A La Mejor Canción Original de aquel año.
Fue compuesta, expresamente por Henry Mancini para Audrey Hepburn, para su papel en la película “Breakfast at Tiffany's” y el siguiente año, la canción ganó El Premio Grammy por Grabación del Año.
En fin, todo el mundo, por lo menos en sueños, ha habitado el mundo de la imaginación pornográfica, durante algunas horas o días, o incluso, períodos más extensos, pero solo los que residen en él, permanentemente, elaboran los fetiches, los trofeos, el arte…
Este discurso que podríamos definir como “la poesía de la trasgresión” también es conocimiento.
El trasgresor, no solo viola una norma.
Va a donde los demás no van, y sabe algo que los demás no saben.
¿Cierto, Odete?

“Two drifters off to see the world”



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