The Killing

“You have my sympathies, then.
You have not yet learned that in this life you have to be like everyone else, the perfect mediocrity; no better, no worse”

A principio de los años 50, una tercera generación de escritores de novela negra, comienza a ocupar el lugar de la precedente, formada por nombres tan conocidos como los de Vera Caspary, David Goodis, o Geoffrey Homes, al mismo tiempo que, siguiendo los pasos de éstos, varios de sus componentes, entran a trabajar como guionistas, al servicio de los grandes estudios.
El caso de Jim Thompson, el autor más pesimista, y probablemente más destacado de la nueva cosecha de autores, participará como dialoguista en The Killing, antes de repetir de nuevo como guionista con Stanley Kubrick en “Paths Of Glory” (1957)
“You'd be killing a horse, that's not first degree murder, in fact it's not murder at all, in fact I don't know what it is”
The Killing es una película dramática estadounidense, del año 1956, dirigida por Stanley Kubrick.
Protagonizada por Sterling Hayden, Coleen Gray, Vince Edwards, Jay C. Flippen, Marie Windsor, Ted de Corsia, Elisha Cook, Joe Sawyer, Timothy Carey, Jay Adler, Joe Turkel, Kola Kwarian, James Edwards, Tito Vuolo, Cecil Elliott, Dorothy Adams, Herbert Ellis, Pary Carroll, entre otros.
Está basada en la novela de 1955 “Clean Break”, escrita por Lionel White, y reeditada después, con el mismo título de la película.
James B. Harris, se asoció con Stanley Kubrick, para llegar a crear Harris-Kubrick Pictures Corporation, de esta forma, Harris compró The Killing, una novela sobre un atraco a un hipódromo, y le gustó, porque estaba narrada desde diferentes puntos de vista, y en momentos distintos, al igual que “Rashômon” (1950) de Akira Kurosawa, por lo que adquirieron los derechos, y se contrató al escritor de novela negra, Jim Thompson, como guionista de la obra.
The Killing es la primera gran obra de Kubrick, producida de manera independiente junto a James B. Harris; y tercer largometraje de Stanley Kubrick, para algunos, el último de su etapa de aprendizaje, que narra un robo meticulosamente planeado, que desemboca en una masacre.
Kubrick dirigió The Killing cuando tenía apenas 28 años, pero utilizó “tracking shots” innovadores, una narrativa que combinaba tiempos, y un incansable sentido de la ironía.
The Killing introdujo muchas ambiciones estilísticas y temáticas, que se convertirían en constantes de su célebre carrera; utiliza un sistema narrativo no lineal, y desde los distintos puntos de vista de todos los protagonistas; fue en su momento, un fracaso de crítica y de público, pero todos sabemos, que ambos se equivocan casi siempre.
The killing, por su esmerado y minucioso fatalismo, hasta por su misoginia, y desde luego por su exactitud narrativa, es la película más perfecta que se ha hecho sobre atracos imperfectos.
Los misóginos, encontrarán en The killing, una razón de más para su misoginia, pues el elemento femenino, es la fuente de la codicia, como suele ocurrir, es una circunstancia dramática, que no en vano conecta directamente con la tradición del “film noir”
La utilización del tiempo cinematográfico, hecho por Kubrick, supuso una innovación para la época, misma que le valió en la admiración de personalidades del medio como Kirk Douglas.
Actor que firmó un contrato para la realización de 5 películas, 3 de las cuales, no llegaron a puerto.
Influenciado tanto por Fritz Lang, como por John Huston o Sam Fuller, se aprecian algunas de las virtudes como autor del director neoyorquino, su meticulosidad y perfeccionismo enfermizo con los detalles, el realce visual en un intrincado proceder narrativo, y un control total de todo el proceso artístico.
Al margen de ello, y con pronunciación principal en títulos posteriores, se distinguirá notablemente, su carácter inconformista y esquivo, configurando películas polémicas y controvertidas.
The killing apela en todo momento, a una justicia natural, señalando la incapacidad de la fuerzas del orden, para adelantarse a los movimientos de los criminales, es decir, el destino trágico de los protagonistas, viene dado por la propia casualidad de las cosas, quedando patente al final de la trama.
Se rueda en escenarios reales de California; en Bay Meadows Racetrack, y San Mateo; y en estudio, con un modesto presupuesto de $320 mil.
La acción tiene lugar en New York, la tarde de un sábado del mes de septiembre de 1955.
Johnny Clay (Sterling Hayden), un ex presidiario, ha decidido dar el último golpe de su vida:
Llevarse la recaudación de un hipódromo.
Selecciona meticulosamente a sus colaboradores, y planea la estrategia del asalto con precisión insospechada...
Junto a él, se dan cita:
Un policía corrupto, Randy Keenan (Ted de Corsia); un hombre de negocios que financia el robo, Marvin Unger (Jay C. Flippen); el cajero George Peatty (Elisha Cook, jr.); y el barman del hipódromo, Mike O’Reilly (Joe Sawyer), cada uno de los cuales, participa en el golpe, por un motivo distinto, ya sea por las deudas de Keenan, el alcohol de Unger, una mujer ambiciosa y exigente, como Sherry (Marie Windsor), o por una esposa enferma, Ruthie O'Reilly (Dorothy Adams)
El plan comienza a tambalearse, cuando Sherry Peatty, la mujer de uno de los ladrones, manipula a su marido, para que le revele los detalles del atraco, y seduce a su amante Val Cannon (Vince Edwards) para que le robe el botín a Johnny, el cerebro del plan.
The Killing, reúne muchos de los componentes básicos de una película de ladrones, pero Kubrick juega con nuestras expectativas.
En la banda no hay criminales duros, sino personas víctimas de los avatares de la vida:
Randy el policía, George el contador, Mike el obrero, Maurice el artista intelectual, Nikki el luchador, Marvin el derrochador, y Johnny, el líder y mafioso, todos tienen sus motivaciones para hacerse con el dinero:
Randy tiene deudas de juego, George quiere mantener a su esposa lesionada, la mujer de Mike está enferma, y necesita tratamiento; Johnny acaba de salir de la cárcel, y necesita dar un último golpe antes de retirarse; y Marvin está “enamorado” de Johnny, por lo que pone el dinero para el golpe.
Cuando se reúnen para planear el robo, terminan peleándose, pero durante el asalto al hipódromo, la mini-sociedad, logra ponerse de acuerdo, y en la huida, algo sale mal, y el suelo queda lleno de cadáveres, este final “moralista” había sido presagiado por Maurice, el artista.
Como en otras películas de atracos, se da una explicación meticulosa, casi de ajedrecista, de por qué todos los proyectos del hombre, están condenados al fracaso, por culpa de sus impulsos autodestructivos.
En el contexto de The killing, las apuestas sirven para enfatizarlo:
La banda roba el dinero de los que han apostado, y han perdido.
The killing constituye todo un ejercicio de cine negro, en el que la base argumental, no se aleja ni un milímetro de los parámetros básicos del género:
“voz en off”, actividades delictivas, estética gansteril, mujer fatal, diálogos mordientes, cinismo, muerte, humo, whisky, nocturnidad, y alevosía.
El guión es excelente; sin saturar con detalles, alcanza un nivel de explicación admirable, y sumamente necesario en tramas tan intrincadas, como la que nos ocupa.
La fuerza de los diálogos, combinada con el argumento, y con el estilo narrativo, conforma un todo de altísimo nivel.
El ritmo que mantiene The killing es vertiginoso.
La dirección, con desplazamientos laterales de cámara, tomas largas, y los cortes entre escenas que casi no se perciben, debido a la acción de los personajes, son detalles que contribuyen a la fluidez de la historia.
La fotografía, como siempre en Kubrick, única en riguroso blanco y negro, crea una atmósfera tensa de angustia, con sus oportunos claroscuros, apoyada por unas intensas melodías.
Y el espectador, siente a la vez simpatía y compasión por estos delincuentes.
Sus problemas son algo que no le resulta extraño al espectador, y en el fondo, se espera que consigan el dinero que les facilitará la vida.
Pero por otro lado, en el fondo, no son más que un puñado de rateros, que quieren conseguir lo que buscan, sin importarles quien caiga por el camino, ni el caballo, ni el luchador ruso, ni el tirador, son imprescindibles en su elaborado plan.
Así pues, The killing tiene suspense, intriga, y algunos elementos de humor negro.
Kubrick logra unas cuantas escenas magistrales, entre las que destacan:
La consumación del atraco durante las carreras de caballos, con el francotirador apostado en un lateral del hipódromo y, por encima de todo, la escena final en el aeropuerto con la maleta, el dinero, y ese maldito perro, al que al final acabamos odiando casi todos los espectadores.
Kubrick nos presenta seres humanos, con sus buenas intenciones y sus vicios, con sus virtudes y defectos, no hay maniqueísmo, no hay buenos y malos, y eso es de agradecer de vez en cuando; y propone una interesante reflexión sobre la importancia de la planificación, y la fuerza superior del azar y la fatalidad, en un mundo limitado, en el que la perfección y la ausencia de riesgos, no existen.
“You jerk, you clown!”
The killing es un filme verdaderamente clave, en la filmografía de Kubrick, pues mostró pronto unas asombrosas dotes como autor cinematográfico, tras sus 2 primeras obras:
“Fear and Desire” (1953) y “Killer's Kiss” (1955), bastante inferiores a este excepcional trabajo.
Con un presupuesto realmente pequeño, la productora Harris-Kubrick, inicio el rodaje, con la promesa de que la productora United Artists iba a encargarse de la distribución de la misma, pero hubo muchos problemas técnicos al inicio.
Stanley había contratado al reconocido director de fotografía de los años 30, Lucien Ballard, este último discutía acaloradamente con un joven Kubrick de 28 años, sobre que lente usar, y las posiciones de las cámaras, el director obligó a Ballard, a hacerlo a su modo, este último, bastante molesto, refunfuñaba constantemente, indicando su indignación, en que alguien tan joven e inexperto, cuestionara sus métodos ya estudiados, y certificados con resultados en Hollywood.
Después de este inicio, nada amable, The killing por fin empezó a filmarse.
El tratamiento de la imagen, con una primorosa fotografía de Ballard, el estilizado trabajo de cámara, el vigor narrativo que dota a la acción, de gran lucidez rítmica y exaltado sentido del suspense, además de un sobresaliente proceso en el devenir de los personajes, hacen de The killing, un título redondo, auténtica obra maestra del cine, protagonizada por ese minusvalorado actor, llamado Sterling Hayden.
Jugando con el “tempo” del relato, The killing describe los preparativos y el atraco al hipódromo, siguiendo una estructura zigzagueante, de saltos hacia delante y hacia atrás, donde el estiramiento y el alargamiento del tiempo narrativo, se simultánea con la multiplicidad de puntos de vista que adopta éste, y con el solapamiento ocasional de las acciones.
Introducidos por suaves “travellings” laterales, característicos del estilo de Kubrick, y rematados luego por largos planos fijos, los primeros “flashbacks” cumplen, como adelanta este tipo de planificación, la función de presentar a todos los miembros de la banda, al mismo tiempo que intentan penetrar en las motivaciones que impulsan a cada uno de ellos, a participar en el atraco.
Necesidades argumentales, obligan a que las imágenes se detengan en describir la relación que une al cajero Peatty, ojo con los nombres simbólicos, con su esposa, pues será ésta una especie de versión algo relamida del arquetipo de la “mujer fatal”, quien traicione al grupo, revelando los planes del mismo, a su joven amante Val Cannon.
En el fondo, sin embargo, los personajes de The killing, con la excepción quizás, del papel interpretado por Sterling Hayden, no pasan de ser casi unos meros estereotipos, seres de ficción, construidos sobre una herencia cinematográfica, y situados en un límite extremo de la vida, que les impulsa a participar en un atraco.
Un golpe que, como anticipa la intriga, y devela la presencia recurrente de barrotes, reales o sugeridos, a través de la iluminación, en numerosos planos, está condenado de antemano al fracaso.
La planificación, por otra parte, fundada sobre la repetición, y la alternancia de tomas, casi idénticas, que van cargando de tensión dramática, y confiriendo un sentido distinto al relato, como los altavoces, las salidas de los caballos al hipódromo, el cobro de las apuestas, el juego de los “travellings” laterales que siguen a los personajes, entre la caja y el bar, con el policía al fondo de las imágenes; y cuya fuerza narrativa y visual, deja impresa ya, la huella de gran autor de un joven Stanley Kubrick, y que grababa en todos sus trabajos, aunque, como en este caso, sea dentro de los códigos de un género como el cine negro.
Sobre el reparto, la primera elección para el papel protagonista, fue Jack Palance, que lo rechazó.
Otro tipo duro de la época, Victor Mature, tampoco quiso hacerlo.
Entonces, se lo ofrecieron a Sterling Hayden, que lo aceptó, a cambio de un jugoso salario de $40,000.
Hayden encabeza un reparto que funciona como un mecanismo de relojería, con la misma precisión que el atraco mismo.
Hay que sumar:
Jay C. Flippen, algunos ven en Marvin, su personaje con connotaciones homosexuales hacia Clay; Coleen Gray, como la pareja del personaje central; Ted de Corsia, como el policía endeudado; Timothy Carey como el francotirador, y con el que comenzará la mala suerte para el grupo; Joe Sawyer, James Edwards, Vince Edwards, y muchos más.
Rostros encerrados entre las sombras y claros de Kubrick, que para la ocasión, contó con el magnífico Lucien Ballard, que iluminó trabajos de Sternberg, Preminger, o Peckinpah, para componer una fotografía austera y seca, reflejando la contundencia de unas situaciones filmadas con precisión, y que alcanza su clímax en su irónico final, por un Kubrick lleno de energía.
Se le achaca, a menudo, al personaje de Sherry, el tener poca profundidad, al estar claras sus intenciones en la trama, pero no creo que ello lo perjudique en absoluto, incluso, me parece que desentonaría con lo propuesto por Kubrick con el resto.
Al ser un film de bajo presupuesto, la productora recortó gastos, para poder pagar a la estrella, empezando por el propio Kubrick.
El entonces joven y desconocido director, no cobró por su trabajo.
No le gustó, aunque según el mismo Kubrick, tampoco le importó demasiado, porque en aquella época “sólo quería que me dejaran hacer películas”
En The killing, se puede ver que, junto a sus otros films, a pesar de tener argumentos muy dispares, poseen temas que las unen:
El plan perfecto que falla.
El plan perfecto para solucionar la crisis de los misiles en “Dr. Strangelove or: How I Learned To Stop Worrying and Love The Bomb” (1964); y el ordenador perfecto HAL de “2001: A Space Odyssey” (1968) que falla,  y como es el caso, The killing, el robo perfecto que falla.
Lo más destacado, es el frenético ritmo narrativo, pasan cosas continuamente, y casi no hay tiempo para asimilarlas, en este sentido, el narrador es nuevamente una ayuda, además, los acontecimientos están narrados con una precisión fabulosa.
Gracias a la forma de contar la trama, a través de varios personajes, podemos asistir a momentos magníficos, en los que a pesar de repetir varias veces el mismo acontecimiento, siempre lo estaremos viendo por primera vez, porque con cada personaje que vemos, nos ofrece su propia visión de la trama, con lo que estaremos asistiendo continuamente a imágenes distintas, en función de que personaje se está mostrando.
De ese modo, asistimos a un atraco completo, únicamente cuando hemos asistido a todos los personajes, mostrándonos sus visiones individuales de la trama.
Así, cuando por fin lo hemos visto todo, podemos hacernos una idea de la precisión y la magnitud del atraco.
Esta técnica se emplea mucho en el cine actual, pero Kubrick ya la dominó, 60 años antes.
No hay concesiones, en su despiadado retrato de unos personajes que se esfuerzan por ser dueños de su destino, pero que no son más que marionetas dependientes de las circunstancias.
Un tema muy habitual en Kubrick, como en “Barry Lyndon” (1975) que ya está plasmado de forma magistral en esta obra primeriza, y aun así, de una sorprendente madurez.
Sorprende el complejo montaje, de una precisión absoluta, le aporta una narrativa fluida, que no pierde el interés, en el que los “flashbacks” se van intercalando para construir férreamente la trama del atraco, logrando aportarle nervio, a un argumento con poco atractivo en principio.
Si a eso añadimos, la inusual fuerza visual que Kubrick sabe sacar a las imágenes, impresionante las escenas finales que van cerrando historias, la cuidadosa selección de actores, la atmosférica banda sonora, o la maravillosa fotografía en blanco y negro, nos encontramos ante un genuino clásico, que sin complejos, se mete entre las mejores obras del director neoyorkino.
Hay varios datos técnicos osados, que podemos enumerar:
Uno de ellos, son los planos aéreos de la carrera en el hipódromo, que dan más aire a documental, pero que funcionan perfectamente, y por supuesto, la visceral escena del tiroteo final, con una metáfora implícita, en la manera de caer y cerrar la toma, dando la impresión de una muerte lenta y angustiosa.
Para destacar una escena, me gustaría hacer mención, al momento en que Sterling Hayden sale de la puerta, en donde están las recaudaciones, justo después de haber tirado el paquete con el dinero por la ventana, y un policía lo ve, e intenta detenerlo, gracias al barullo de gente formado por el disparo al caballo, golpea al policía sin que nadie lo vea, y acto seguido, se va tranquilamente, menuda interpretación más asombrosa.
El plano con el que Kubrick filma ese momento, siempre con la cámara desde abajo, filmando al protagonista hacia arriba, engrandeciendo a Hayden, hace que éste quede en pantalla, como un perfecto dominador de la situación que nunca pierde la calma, porque está un paso por delante de los demás.
La verdad es que, al final, estamos tan identificados con el protagonista, que sentimos de verdad el desenlace final, y aunque la escena final ya fuera del aeropuerto es genial, para ahondar en ese efecto, utiliza a un molesto perro, que es encargado de estropear los planes de Hayden; y terminamos odiando al perro, y dándonos pena por Hayden.
Maldita época aquella, de los finales obligados por la productora.
Lo mejor The killing, es como solamente hay un pequeño fallo en el atraco, y es como se le va a uno la lengua, y se lo dice a su amante, una mujer avariciosa y amante del dinero, como los demás, pero en este caso, es la pieza que sobra y hace que el atraco falle completamente.
Esta pieza sirve para tratar de la avaricia humana, y de cómo al final, cada uno tiene su merecido, de una manera u otra.
Curiosamente, United Artists clasificó The killing, como “un vulgar policíaco de serie B”, por lo que se exhibió como complemento, en programas dobles de cines de barrio.
Años después, con un consolidado Kubrick, la crítica la tomó, como un clásico del cine, y una de las mejores películas de robo de la historia.
“You like money.
You've got a great big dollar sign there where most women have a heart”
Kubrick decía, que “le daba mucha pena haber hecho tan pocas películas, pero una película suya, equivale a 10 de otro director”, así era su cine.
Desde siempre, en todas sus películas, Kubrick ha conseguido causar un gran impacto en el público, en la crítica, y en la historia del cine.
Stanley Kubrick consiguió con The killing, construir una historia, no sobre un atraco, sino sobre personas que cometen un atraco.
Es un juego cinematográfico, idea que se ve reforzada con las constantes referencias al juego del ajedrez, que aparecen a lo largo del metraje.
Johnny Clay busca al luchador Maurice, en un club de ajedrez, en dónde está dando consejos a un jugador, sobre cómo debería haber movido ficha para hacer un jaque mate.
Johnny es en el fondo, un jugador que mueve las fichas a su antojo, después de haber trazado una estrategia, y ya conociendo el tablero de juego, para poder ganar la partida.
En este sentido, la secuencia de presentación de Maurice, un peón en el juego de Johnny, en el local de ajedrez, no está puesta arbitrariamente.
Hay que tener en cuenta, que Maurice podría haber estado en cualquier sitio, y de hecho, debido a su aspecto, presentarlo en un gimnasio, o en un combate de boxeo, hubiese servido para que el espectador conociese más cosas sobre este personaje.
Pero es que no es un simple bruto sin cerebro, es aficionado al ajedrez, y conoce varias estrategias para poder llegar al Rey, con el mínimo esfuerzo.
Al final, cuando Johnny cree que la partida ha terminado, un desafortunado y estúpido accidente, ocasionado por la impaciencia, las prisas, y un perro maleducado; hace que pierda la partida, y que no vaya a volver a jugar en mucho tiempo.
Y que remite al consejo que Maurice da al jugador en el salón de ajedrez:
“Has movido mal, debiste mover el caballo”
Al final, todos caen, peones, torres, caballos, reinas y reyes.
Tuvo que ser chocante para el público de los años 50, acostumbrado a las historias moralmente transparentes de héroes y villanos, que los atracadores de The killing, se comporten como personas honestas, acorraladas, y traicionadas por los que están a su alrededor, que se revelan como los auténticos delincuentes de la historia.
Son pobres diablos, con más corazón que agallas, personajes típicos del género negro de serie B.
Y es que The killing, sufrió durante mucho tiempo la comparación con “The Asphalt Jungle” de John Huston realizada en 1950, otra cinta de cine negro, que habla sobre la fatalidad como elemento significativo en las vidas de los personajes centrales.
Resulta curioso que directores como Jean-Luc Godard, representativo de toda una generación, calificase The killing de “poca cosa” argumentando por un lado, una gran publicidad, y por otro, que Kubrick no era más que un imitador de Max Ophüls, por la elegante puesta en escena, de Robert Aldrich, por el uso de la violencia; y cómo no, de John Huston, con quien el relato de The killing, le relaciona además, con el universo de los perdedores, tan característico del director de “The Maltese Falcon” (1941)
Con The Killing, el maestro comenzó a enseñarle al mundo del cine, de lo que era capaz, contando una historia de una manera innovadora e inusual para esos tiempos.
Decimos inusual, ya que está contada desde el punto de vista de cada uno de los participantes del gran robo en el hipódromo, lo que hace que con una acertada “voz en off”, pase de hechos presentes, a tiempos pasados.
Con The Killing, Stanley Kubrick entregó al Séptimo Arte, un “film noir” visionario, que consideramos, afectó a talentos más actuales como Polanski y Tarantino; con una técnica de montaje, que en la actualidad, está muy desgastada, pero que siempre sorprende, ya sea en la saga “Ocean’s Eleven” o en la lamentable excusa para hacer una película violenta como “Reservoir Dogs” (1992)
Hoy día, es muy fácil ver películas con esta estructura, gracias a directores como Soderbergh, Tarantino, o Guy Ritchie, pero en su momento, sorprendió por una frescura y originalidad, que no han perdido impacto con el paso de los años.
La enorme calidad de estas películas justifican, evidentemente, una carrera, y no siendo, como he repetido tantas veces, un experto en cine, creo que no es un dislate afirmar, que estamos hablando de películas que además de su enorme nivel cualitativo, suponen en muchos casos, un antes y un después en la historia del cine.
En definitiva, Kubrick juega a “dime porque lo haces y te diré como eres”

“Johnny, you've got to run!”



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