Quiz Show

“Fifty million people watched, but no one saw a thing”

La televisión “es el aula más grande del mundo”
Y, desafortunadamente, no todo lo que muestra, transmite, y enseña, es positivo, si se entiende “positivo” como la transmisión de valores que redunden en una sociedad mejor.
La televisión es pura farándula, un festín audiovisual constante, que se aprovecha de su propia capacidad para enganchar, embobar, y fascinar, y también embotar la mente, y con ello, ha sido capaz de revolucionar el planeta entero, como nunca había ocurrido en la historia de las comunicaciones.
Al principio, la TV era el hermano pequeño y odiado por el cine.
Y todo porque se pasaban películas por este medio, o porque directamente se producían ahí, pero poco a poco, la gran pantalla ha ido acercándose más a la televisión, y en esta, se han visto verdaderas joyas que hablaban sobre ella.
La década de 1950, resultó en una bendición para la televisión, ya que irrumpió en la corriente principal.
Mientras que a principios de la década, sólo 9% de los hogares de los EEUU tuvieron un televisor, más de la mitad, tuvieron un televisor en 1954, y 86% tuvieron un televisor, a finales de la década.
El medio demostró ser, una influencia poderosa en la sociedad estadounidense.
Durante el mismo período, los Estados Unidos fue involucrado en una carrera tecnológica con la Unión Soviética, como consecuencia de La Guerra Fría.
La dominación militar y política de los Estados Unidos, se vio reforzada por las tecnologías que la nación utilizó para aprovechar el poder del átomo.
Este enfoque en superioridad tecnológica, contribuyó a la veneración nacional de inteligencia, y conocimiento.
Fue en este contexto, que los concursos se hicieron populares.
Preguntas sobre estos programas, requirieron un conocimiento exhaustivo, de un amplio espectro de temas.
El espectáculo de personas que alcanzaron éxito financiero enorme, a través del ejercicio de poder cerebral, fue remachado a una nación que veneró la intelectualidad, así como la riqueza.
Una decisión de La Corte Suprema de los Estados Unidos, en 1954, llamada “Federal Communications Commission v. American Broadcasting Co., Inc., 347 U.S. 284”, en que se decidió que, los concursos no fueran juegos de azar, allanó el camino para su introducción a la televisión.
Los premios de estos nuevos programas, fueron sorprendentes en su magnitud, y les dio un aura de trascendencia, que iba mucho más allá del mero entretenimiento.
“The $64,000 Question” fue precedido en la radio, cuando pocos premios superaron $100.
No había una escalación gradual; “The $64,000 Question” debutó el 7 de junio de 1955, con un premio 1,000 veces mayor de su predecesor.
$64,000 en 1955, fue equivalente a casi $517,500 en 2010.
“Twenty One”, fue un concurso de preguntas y respuestas, y uno de los programas de la NBC, que más atrajo la atención del público.
Pero no todo era oropel, pues los escándalos sobre concursos televisivos de los Estados Unidos, en la década de 1950, fueron una serie de revelaciones que concursantes de varios programas de concursos en la televisión, que secretamente recibieron asistencia de los productores de sus programas respectivos, para arreglar el resultado de un concurso, supuestamente justo.
En 1956, un concursante en el concurso “Twenty One”, presentado por Jack Barry, fue entrenado por el productor del programa, Dan Enright, para hacer que el otro concursante ganara.
Esto fue puesto de relieve, en 1958, cuando Enright y Barry, revelaron que habían manipulados el programa, y causaron que las redes cancelaran los concursos.
Todo inicio, con Herb Stempel, un concursante en “Twenty One” que fue entrenado por el productor del programa, Dan Enright.
Después de haber logrado una puntuación de $69,500, la pérdida de Stempel contra su competidor más popular, Charles Van Doren, ocurrió el 5 de diciembre de 1956.
Una de las preguntas, a los que Stempel respondió incorrectamente, involucró el ganador del Premio de la Academia para La Mejor Película de 1955.
La respuesta correcta era “Marty”, una de las películas favoritas de Stempel; según las instrucciones de Enright, Stempel dio la respuesta incorrecta “On The Waterfront”
Después de su derrota, preordenada, Stempel habló en contra de la operación, alegando que deliberadamente perdió el partido contra Van Doren, por orden de Enright.
Inicialmente, Stempel fue despedido como un mal perdedor, pero no fue hasta agosto de 1958, que su credibilidad fue reforzada.
Ed Hilgemeyer, un concursante de “Dotto”, anunció que había encontrado un cuaderno, con las respuestas que la concursante Marie Winn, había entregado en el escenario.
Pero el golpe final venía de James Snodgrass, un concursante de “Twenty One” que había enviado cartas certificadas a sí mismo, que contuvieron las respuestas por adelantado.
Tal evidencia fue irrefutable.
Eventualmente, se supo que el debut de “Twenty One” el 12 de septiembre de 1956, había sido tan mal, que el patrocinador, Geritol, llamó los productores Barry y Enright al día siguiente, y exigió cambios.
Bajo presión, Enright y su compañero Albert Freedman, decidieron manipular el programa.
Jack Barry, el presentador y copropietario de Barry-Enright Productions, no fue involucrado en el fraude real, pero más tarde ayudó en la operación de encubrimiento.
En octubre de 1958, la historia estaba en todas partes, y las cuotas de pantalla de los concursos, estaban bajando.
Las redes, totalmente negaron el caso, y cancelaron los programas sospechosos.
Las reacciones de la gente fueron rápidas y potentes, cuando el fraude de los concursos se hizo público.
Entre 87% y 95% del público estadounidense, fue informado acerca de los escándalos, por medido por encuestas patrocinadas por la industria.
Mientras tanto, un fiscal de New York, Joseph Stone, convocó al Gran Jurado para investigar las acusaciones.
Muchos de los concursantes entrenados, que se habían convertido en celebridades, debido a sus éxitos en los concursos, tenían tanto miedo de las repercusiones sociales, que no estaban dispuestos a confesar, que habían sido entrenados, hasta el punto de cometer perjurio a ellos mismos, para evitar reacciones violentas.
Y el juez selló el informe del Gran Jurado, por razones desconocidas.
El Congreso de los Estados Unidos, por entonces en su primera sesión, rápidamente vio la oportunidad política que los escándalos ofrecieron.
En octubre de 1959, El Comité de Supervisión Legislativa, bajo la presidencia del representante Oren Harris, comenzó a conducir investigaciones desde el escándalo.
Patty Duke, entonces una niña actriz, que había competido en “The $64,000 Challenge”, similar a “The $64,000 Question”, declaró haber sido entrenada, al igual que Stempel, Snodgrass, y Hilgemeyer.
Se confirmó el 2 de noviembre, cuando Van Doren dijo ante el Comité:
“Yo estaba involucrado profundamente en un engaño.
El hecho de que yo también había sido engañado, no me puede prevenir de ser la principal víctima de este engaño, porque era su símbolo principal”
Todo el asunto se llamó “un asunto terrible para la gente de Estados Unidos” por El Presidente Dwight D. Eisenhower.
Después de concluir la investigación de la Harris Commission, El Congreso aprobó una ley, que prohibía la fijación de concursos de alguna forma.
Sin embargo, esa vez, mientras que las acciones pudieron traer mala reputación, no eran ilegales.
Como resultado de ello, nadie fue a prisión por fijar concursos.
Las personas que fueron procesadas, eran acusadas por los intentos de encubrir sus acciones, ya sea por obstrucción de la justicia, o perjurio.
Como resultado, las reputaciones de muchos concursantes, fueron empañadas.
En 1960, El Congreso de los Estados Unidos, aprobó modificaciones a la Communications Act of 1934, impidiendo la fijación de concursos.
Debido a esa acción, muchas redes impusieron un límite de ganancias en concursos, como “Wheel of Fortune”, “Jeopardy!”, y “The Price is Right” cuyos límites fueron derogados en 2008.
El escándalo incluso, dio lugar a la disminución de los índices de audiencia, para programas que no fueran manipulados, como:
“You Bet Your Life”
“For $64,000, I hope they ask you the meaning of life”
Quiz Show es una película dramática estadounidense, del año 1994, dirigida por Robert Redford.
Protagonizada por Ralph Fiennes, Rob Morrow, John Turturro, Paul Scofield, Mira Sorvino, Allan Rich, David Paymer, Hank Azaria, Christopher McDonald, Johann Carlo, Elizabeth Wilson, George Martin, Paul Guilfoyle, Griffin Dunne, Martin Scorsese, Barry Levinson, Illeana Douglas, Ethan Hawke, entre otros.
El guión es de Paul Attanasio, basado en una historia real, escrita por Richard N. Goodwin, en su novela “Remembering America: A Voice From The Sixties”
Quiz Show se basa en un caso real, hasta el momento, el único ejemplo de concursos, presuntamente amañados, que llegó a la opinión pública, y a los tribunales.
Para la realización, Redford visionó grabaciones en blanco y negro del concurso real, imágenes que sirvieron de inspiración para los actores y el equipo técnico de Quiz Show.
Los verdaderos protagonistas de la historia, entre ellos, la cadena televisiva NBC, no quisieron participar, aunque si se utilizaron el logo y su nombre.
Por su parte, Charles Van Doren, rechazó una oferta de $100,000 para actuar como consultor, después de discutir el asunto con los miembros de su familia, que con una excepción, estaban en contra de su participación.
Y aunque a Redford no le gusta que le tachen de moralista, reconoce que quiere “que la gente se pregunte, si la ambigüedad moral en la que vivimos, va a conducir a la desaparición de los valores éticos”
Temas como la familia, la envidia, la toma de decisiones, los abusos de poder, están presentes en sus películas.
También en Quiz Show, que toma pie de hechos reales acaecidos en Estados Unidos durante la década de los 50, cuando un invento reciente, la televisión, empezó a gozar de una inmensa popularidad.
Quiz Show estuvo nominada a 4 premios Oscar:
Mejor película, director, actor secundario (Paul Scofield), y guión adaptado.
Quiz Show expone el negocio de la TV, como un mercado amplio que se enriquece vendiendo ilusiones y mentiras.
Ilusiones que el mismo público consumidor pide para entretenerse, y para emocionarse.
Reflexiona sobre la integridad moral de las personas, que a veces no es muy fuerte.
Expone con detalle, muchas sutilezas de emociones muy complicadas, que a veces no tenemos el valor de ver; como envidia, frustración, soledad, tristeza, vergüenza, etc…
Entre 1956 y 1959, Charles Lincoln Van Doren (Ralph Fiennes), perteneciente a una prestigiosa familia de intelectuales, y profesor de inglés de La Universidad de Columbia, se convirtió en uno de los personajes más populares de Estados Unidos, gracias a su participación en el concurso de televisión “Twenty One”
Durante 3 años, contestó siempre las más variadas y difíciles preguntas.
Pero, cuando su popularidad había llegado a todos los rincones del país, estalló el escándalo:
Uno de los concursantes eliminados, Herbert Milton “Herb” Stempel (John Turturro) denunció que el concurso estaba amañado.
En el proceso de investigación, sobre si el concurso está amañado, Richard N. “Dick” Goodwin (Rob Morrow) conoce a Charles Van Doren, el concursante actual.
Goodwin acude a una comida familiar, donde se intuye ya, la tensión entre los Van Doren; entre Mark Van Doren (Paul Scofield), el padre, una figura relevante en el mundo académico, como estudioso de la literatura; y su hijo Charles, que se está haciendo un nombre, y ganando mucho dinero, a través de un modo de vida que Mark no comprende:
La televisión y el espectáculo.
Es el inicio de un sonado escándalo, que acabó en juicio, y que puso en tela de juicio, la moralidad de los directivos de ciertas cadenas de televisión.
En la primera parte, Redford consigue adentrarnos en el plató, y los pasillos del programa “Twenty One” haciéndonos sentir los nervios del director, y la complejidad de cualquier retransmisión televisada.
En la segunda parte, Quiz Show se desvela como un thriller muy potente, basado en el juego de apariencias.
Y en su tramo final, si bien peca de exceso de metraje, Redford se atreve a proponer la crónica de un juicio, seguido minuto a minuto por la prensa.
Quiz Show es uno de los títulos más memorables, sobre los medios de comunicación, y su poder de convocatoria, fascinación, y manipulación, que no ha perdido un ápice de actualidad y vigencia.
“For seventy grand, Herb, you can afford to be humiliated”
Quiz Show relata el escándalo de un show de televisión, donde los concursantes debían responder preguntas realmente difíciles, pero los productores, ya se las habían dado.
Haciendo de todo el programa, un verdadero engaño, un fiasco.
Robert Redford, se hizo con los derechos del libro “Remembering America: A Voice From The Sixties” de Richard N. Goodwin, abogado y escritor, que es a su vez un personaje de Quiz Show, porque como dije antes, el programa era real, pero también lo es el escándalo de los “Quiz Shows” en EEUU, de hecho, sus personajes interpretan a las personas reales implicadas en esta estafa, y que consistía en facilitar la respuestas de las preguntas a los concursantes, que podían tener más estima para el público, y así, tener a un buen patrocinador para el producto anunciante, y al mismo tiempo, más audiencia para la cadena.
Lo honesto y lo deshonesto.
Este es el debate que nos propone el guión adaptado para la pantalla, que firma por Paul Attanasio.
Si lo que cuenta Redford es interesante, el modo de hacerlo lo es aún más.
A lo largo del relato, el director sabe hacer asomar múltiples cuestiones colaterales, cada una de las cuales, podía dar lugar a un largo comentario.
A partir del espléndido guión de Attanasio, hace fluir con naturalidad, los actos y motivaciones de los personajes.
Redford ha querido mostrar las tentaciones que se nos presentan, la lucha contra la ambigüedad moral, las luchas internas:
El judío, Stempel, denuncia los trucos del concurso, pero lo hace por venganza.
El profesor Van Doren, se engaña pensando que puede hacer mucho por la cultura desde la televisión; pero no es sólo eso:
La fama es un imán irresistible, y más para él, que ha vivido protegido siempre por su familia.
Incluso el abogado, al indagar los hechos, mientras hace salir a la palestra a unos, querría proteger a otros.
Pero, en definitiva, estos personajes son víctimas.
Redford pone el acento, en denunciar a los que manejan los hilos del poder:
Productores televisivos, patrocinadores, el presidente de la NBC, los políticos... personas que parecen pensar en abstracto, sin fijarse nunca en el individuo al que afectan sus decisiones.
En Quiz Show no hay personajes buenos o malos, hay personalidades en situaciones variadas, a veces extremas.
Los talentos de un reparto, cuya esplendidez se puede resumir en 3 nombres:
Rob Morrow, Ralph Fiennes, y John Turturro.
El primero es una revelación:
Encantador, sutil y sugerente.
Claro que Morrow es, debe serlo, la luz que nos enseña la trama inextricable de una sociedad que reconocemos en su reflejo de celuloide.
La fragilidad de la conciencia, sus ambigüedades, están encarnadas en los personajes, también históricos, de Fiennes y Turturro.
Éste hace casi todo al revés de Morrow:
Es nervioso y obvio, pero es a la vez, convincentemente humano.
La excentricidad y pulcritud de Turturro, que se harta la pantalla, aderezan una de las mejores actuaciones, de su ya extensa carrera.
Y, finalmente, está Fiennes.
Su rol no posee la chispa del de Morrow, ni es llamativo como el de Turturro, pero entusiasma y conmueve igualmente, tal vez más.
A la larga, el intelectual aristocrático, se convierte en la víctima más vulnerada por el sistema.
Y es que la investigación de Goodwin, no sólo pone de manifiesto una manipulación orquestada por los responsables del programa, sino que además, nos muestra una imagen nada complaciente de los protagonistas.
Stempel se siente engañado, y además marginado por ser judío, sin embargo, su denuncia se realiza cuando ya está fuera del programa.
En el otro extremo, tenemos a Van Doren, mucho más mediático, de buena familia, y muy bien parecido para aparecer en TV, y que pese a ser consciente que está participando en una farsa, se aferra a ella por la fama que le proporciona.
En lo personal, me gusto la ambientación de época, cincuentera, centrada en el mundo de la TV, además detiene la mirada, sobre el precio del fama para bien o para mal, y tiene toques del mejor cine de investigación, y judicial.
El trasfondo de las prioridades, y los cánones que priman en esta civilización nuestra, regida por lo material y lo superficial, hacen que los estudios de “marketing”, “ranking” o de audiencias, y de psicología de masas, dicten los modelos a imponer desde el medio de comunicación de masas por excelencia.
De esta manera, un presentador/concursante bien parecido, a ser posible de raza blanca, con una voz bien modulada, y que arrastre unos antecedentes personales con cachet, como una familia aristocrática, buen expediente académico, buenos colegios, y buenas universidades, una profesión con prestigio... será el candidato ideal, para atraer las mayores audiencias.
En cambio, alguien que pertenezca a una etnia/raza considerada impopular, como la judía, o negra... que sea un “don nadie sin apellido familiar sonoro” y que proceda de un barrio humilde, no puede alcanzar, o permanecer en la cresta de la ola, y será eliminado de la circulación, en aras del personaje popular, aquél al que el público adora, o más bien, el que los controladores de las multitudes dictan que se adore.
En Quiz Show hay tomas explícitas, de la altura del edificio corporativo de la cadena televisiva NBC, demostrando su poder, que queda plasmado en el final.
Quiz Show da giros inesperados constantemente, y el espectador nunca sale de su asombro.
El contenido de Quiz Show es muy amplio.
El tema más importante, es el referido a los medios de comunicación social.
En el mundo del entretenimiento, según es planteado, la verdad se mezcla con la mentira, sin que ello genere mayores problemas en términos legales, y mucho menos, en cuanto a discusiones éticas.
También, por un tema de mercadotecnia, se usa el hecho que todos tienen su precio, al buscar un “estereotipo americano” yendo contra todas las leyes éticas que se supone que la cadena usaba.
La corporación versus los particulares, el Estado versus los medios, y versus los particulares, todo esto es planteado en Quiz Show.
Una película que debe ser vista por todo periodista, o estudiante de comunicación social, para ver la otra cara de la moneda.
Pues en la universidad les enseña ética y valores; y es interesante ver, que no necesariamente, siempre se actúa con este sentido.
A veces, la moral ligada directamente a la acción, se superpone y opaca a la ética, como reflexión sobre la acción.
Al final, los medios son un inmenso poder, y eso no debe perderse de vista.
En las manos de los comunicadores sociales, hay una responsabilidad enorme.
Pueden cambiarse vidas, como se plantea en Quiz Show, por promover la mentira, así sea en el mundo del entretenimiento.
Una escena destaca, donde hay una discusión entre 2 personajes, donde existe uno agresivo y otro pasivo, y a través de la conversación, se intercambian los roles, al final de ella, pero después más tarde, tiene un fin planificado.
Con todo esto, se pone para discutir el nivel de corrupción general que existe en la sociedad, es decir, todos tienen su precio, y además, muchos quedan con ganas de más, pues la codicia los envuelve.
Y es cuando descubres que, en todo este tinglado, los únicos que pagarán “el plato roto” son los concursantes, mientras que los responsables de la perversión del programa televisivo, se irán, como siempre, libres de toda culpa.
Así es de triste la vida...
Como curiosidad, el verdadero Charles Van Doren, no quería colaborar con Quiz Show, y para estudiar su acento, Ralph Fiennes cogió un coche, se dirigió a la casa de campo en la que vivía, y se hizo pasar por un conductor desorientado, para poder hablar con él, sin que se diera cuenta de sus verdaderas intenciones.
Mientras Quiz Show promete retratar hechos reales, ha sido ampliamente criticada de tomarse libertades para crear sus propios héroes y villanos.
Quiz Show presenta al investigador Goodwin, iniciando su persecución de Van Doren, durante la temporada del concursante en 1956-1957 en “Twenty One”, cuando de hecho, las investigación del Congreso, dirigida por Goodwin, tuvieron lugar en el verano de 1959.
Otros, se han quejado de que infla el papel de Goodwin en la investigación general, y minimiza la investigación inicial, dirigida por el abogado Joseph Stone, de la oficina del Fiscal del Distrito del Condado de New York, Frank Hogan.
Sólo después de que El Juez Mitchell Schweitzer, cerrara las evidencias del Gran Jurado de New York, en la investigación del verano de 1959, el Congreso inició su investigación.
Quiz Show da por sentado, que la NBC encomendó a Enright, los deseos del patrocinador de “Twenty One”, Geritol, de que Stempel debía ser reemplazado, con el presidente de la cadena, Bob Kintner (Allan Rich) diciendo a Enright:
“Eres un productor, Dan.
Produce”
Ni Kintner, ni la NBC, estuvieron nunca implicados en el escándalo, y la NBC canceló el programa, cuando se supo del mismo.
Pero Enright afirmó antes de morir, que las quejas de Geritol, sobre la falta de drama y suspense en el primer episodio, obligaron a la compañía, a amañar el programa.
Quiz Show muestra que, la victoria de Van Doren, fue directa, debido a la metedura de pata de Stempel; aunque la pregunta que aparece en Quiz Show era una que Stempel se suponía que fallaría, incluso aunque sabía la respuesta correcta, no acabó con el juego inmediatamente, sino que continuó con otro juego de desempate, y terminó más tarde, durante el programa.
El episodio en el que Stempel fue derrotado, que subió las audiencias a un nuevo record, después de la victoria de Van Doren, fue emitido el 5 de diciembre de 1956, y fue el 13r episodio de la serie.
Quiz Show muestra al presentador Jack Barry, rectificando ligeramente, cuando un concursante, James Snodgrass, contesta correctamente, en lugar de fallar en una pregunta, en la cual se suponía que iba a fallar.
Barry, el colega comercial y coproductor de Enright, nunca estuvo implicado en amañar el programa, pero encubrió a Enright, una vez que lo descubrió.
Además, Monty Hall, había reemplazado a Barry como presentador, a principios de 1958, y estaba todavía presentando, cuando surgió el escándalo.
Quiz Show no reconoce las prácticas engañosas de otros programas de concursos de los años 50, siendo el más destacado “The $64,000 Question” y “Dotto” del mismísimo Barry Enright.
La ausencia de “Dotto” arruina Quiz Show, ya que fue este programa el que dio lugar a las investigaciones.
El periodista Ken Auletta, en un artículo de 1994, en el periódico The New Yorker, escribió que Redford admitió en un “preview”, que se había tomado una “licencia dramática” en la realización de Quiz Show, al igual que muchas dramatizaciones basadas en hechos reales.
Sin embargo, Auletta también informó, que Redford no hizo ninguna disculpa por las licencias tomadas, diciendo que él había intentado “elevar algo de tal forma, que la gente pudiera verlo... si no, hubiesen visto un documental”
Robert Redford apuntó, que había ya un documental sobre el escándalo, haciendo referencia al trabajo producido por Julian Krainin, para una serie de la PBS de 1991, “The American Experience”
Krainin, al igual que Goodwin, fue un coproductor de Quiz Show.
En una edición del periódico The New Yorker, de julio de 2008, Charles Van Doren escribió sobre los hechos mostrados en Quiz Show, estando de acuerdo con muchos de los detalles, pero además dijo, que tenía una novia formal, mientras estuvo en el concurso “Twenty One”, que no está presente en Quiz Show.
Van Doren, también indicó, que él continuó enseñando, al contrario del epílogo que afirmaba, que nunca volvió a hacerlo.
El mundo de la televisión, ese gran protagonista, se nos presenta como cruel, despiadado, demoledor, y sobre todo, invencible.
Pueden caer los ídolos de barro que crea, pero nunca caen los directivos, ni las grandes cadenas, ni los patrocinadores.
Todo es mierda, pero mierda resistente a prueba de bomba; eso sí, siempre habrá alguna “cabeza de turco” que pague por todo.
En general todo, Quiz Show es una película compleja e inteligente, con una puesta en escena meditada, un guión sin fisuras, y un reparto sobresaliente.
Otra cosa que cabe destacar, es como el guión aborda el tema de la ética, todos somos seducidos, junto Charles Van Doren, por los astutos productores.
¿Qué hay de malo, si todos ganamos?
La avaricia de quien no duda en engañar, y de engañarse, para seguir un falso camino, trazado por otros, dejando a un lado de la senda sus propios principios.
La envidia de quien no acepta su propia realidad, y se siente ninguneado por aquel que posee lo que, secretamente reconoce, jamás podrá alcanzar.
La laxitud de conciencia, de quien contesta preguntas aparentemente difíciles, pero que ni siquiera se plantea las que, siendo en principio más sencillas, son de respuesta mucho más compleja.
Porque hay preguntas sólo para eruditos, que nos hace admirar a quien conoce su solución.
Realmente, estas son las más simples.
Ante un jurado, nos enfrentamos a otras en las que tenemos que optar por la verdad o la mentira.
Éstas son más difíciles.
Pero las más complicadas, son las que dictadas por nuestra conciencia, nos hacemos a nosotros mismos.
Nos da tanto miedo afrontarlas siquiera, que huimos de ellas, quizá porque no estamos seguros de cuál sería nuestra respuesta.
Son cuestiones del tipo:
¿Qué haría yo si me ofrecieran…?
“And they love me for the same reason they used to hate me, because I'm the guy who knows everything”
Un dilema, es un argumento que está formado por 2 proposiciones contrarias y disyuntivas:
Al conceder o negar cualquiera de estas 2 proposiciones, queda demostrado aquello que se quería probar.
En el lenguaje cotidiano, se entienda al dilema, como un problema que puede resolverse, a través de 2 soluciones, pero que ninguna de las 2 resulta completamente aceptable o, por el contrario, que las 2 son igualmente aceptables.
En otras palabras, al elegir una de las opciones, la persona no queda del todo conforme.
Lo que hace un dilema, es poner a un individuo, en una situación de duda, debatiéndose entre 2 alternativas.
El dilema puede generarse por diversas cuestiones:
Profesionales, morales, etc.
Es frecuente, que la persona se debata entre una opción “correcta” aquello que supone que debe hacer; y una opción “sentimental” aquello que siente que quiere hacer.
Te ofrecen $70,000 por ir a un programa, y contestar una serie de preguntas de las que ya conoces las respuestas.
¿Dónde está el dilema?
Ésta es la gran psicología, y la gran mentira del “mass media” que se cuela en casi todos los hogares del mundo.
¿Dónde está la línea entre lo legal y lo ilegal?
¿Dónde queda la moral, los escrúpulos, la honestidad, la entereza del alma?
Aquí nos dan un retrato sobre la corrupción en la TV, sobre el papel de los medios, sobre el valor de la sabiduría en el hombre, y ante todo, de los fenómenos sociales, que sin dudas, distan de ser perfectos.
Lo interesante de Quiz Show, no sólo es lo que cuenta, sino también, cómo lo cuenta.
Mientras Goodwin va avanzando en su investigación, a base de entrevistas personales con los implicados, va quedando patente, la facilidad como el espectador puede ser manipulado a su antojo.
Esto se puede proyectar fácilmente a nuestros tiempos, en los que los medios de comunicación, son mucho más poderosos y omnipresentes.
Quiz Show viene a ser, como el prólogo de algo que quizá hoy no sorprende a nadie:
La manipulación televisiva.
El caso que cuenta Quiz Show, fue un shock para los televidentes de EEUU, porque ellos creían en la televisión; un instrumento tan poderoso, debía ser usado para transmitir la verdad; y no era así.
En la actualidad, la manipulación continúa, pero el espectador ha perdido la inocencia; quizá no juzga muy críticamente lo que el televisor le ofrece, pero tampoco lo acepta ya religiosamente.
Las reputaciones de muchos concursantes de televisión, se arruinaron.
Charles Van Doren, que había convertido en un habitual de The Today Show en NBC, perdió su trabajo en la industria de televisión.
También fue obligado a renunciar a su cátedra en La Universidad de Columbia.
Van Doren, tomó un trabajo como un editor en La Enciclopedia Británica, ganando un 20% de lo que había sido pagado en The Today Show, y continuó trabajando como editor y escritor, hasta su jubilación en 1982.
Negó las solicitudes para entrevistas, por más de 3 décadas, y declinó oportunidades para participar en la producción de “The Quiz Show Scandal”, un documental de 1992, que se emitió por la Public Broadcasting Service.
En 2008, Van Doren rompió su silencio, describiendo su experiencia en un ensayo de larga duración, publicado en The New Yorker.
Herb Stempel, que Van Doren derrotó en “Twenty One”, continuó trabajando para la ciudad de New York, y consideró la profesión de su competidor, como un profesor de estudios sociales, en el sistema escolar de New York.
Stempel también ha dado conferencias en varios colegios ocasionalmente, acerca de los escándalos de concursos.
Marie Winn, que provocó la exposición, y desaparición de “Dotto”, eventualmente se convirtió en un periodista, cuyos libros incluyeron “The Plug-In Drug”, una crítica mordaz, sobre la influencia de la televisión en los niños.
El libro quedó algo controvertido, porque su autor había sido prudente acerca de su papel en uno de los mayores escándalos del medio de televisión.
Las reputaciones de Barry y Enright sufrieron más de los escándalos, como el resultado de la manipulación de “Twenty One”
Barry fue boicoteado efectivamente, y desterrado de la televisión nacional, hasta 1969.
Enright se dirigió a Canadá, para continuar trabajando en televisión, y fue incapaz de conseguir un trabajo en la televisión estadounidense, hasta 1975.
A pesar de que atravesó un período difícil de 5 años, según una entrevista con TV Guide, antes de su muerte en 1984, Barry se trasladó a Los Angeles, eventualmente, encontrando trabajo en la televisión local.
Más tarde admitiría, en un artículo de TV Guide que, con el fin de determinar si todavía tenía una mala reputación, debido al requisito de tener una licencia con la FCC, que recaudó dinero para comprar una estación de radio de Redondo Beach.
Barry volvería a presentar con “The Generation Gap” en 1969, y tuvo éxito con “The Joker's Wild”, que se estrenó en 1972.
Barry y Enright reanudaría su colaboración a tiempo completo, en 1976.
Su producción de concursos, en particular, la versión sindicada de “Tic-Tac-Dough” no presentado por Barry; y “Joker” presentado por él, en las décadas de 1970 y 1980, resultó en millones de dólares en ingresos y, más importante para ambos, el perdón del público, por su participación en los escándalos.
Otros productores, tuvieron el mismo destino que Barry y Enright, pero no fueron capaces de redimirse después.
Uno de los más notables, es Frank Cooper, cuyo programa “Dotto” acabó siendo su concurso más antiguo, y más popular.
Presentadores como Jack Narz y Hal March, continuaron trabajando en la televisión, después de los escándalos.
Los escándalos de concursos, mostraron la necesidad de un control, aún más fuerte, sobre la programación y la producción.
Los escándalos de concursos, también aceleraron y justificaron el poder de las redes, encima de los anunciantes de televisión sobre concesión de licencias, programación, y el patrocinio de programas.
Las redes afirmaron ser ignorantes, y víctimas de los escándalos de concursos.
El presidente de NBC, de esa vez, declaró:
“NBC fue una víctima de los fraudes de concursos, como el público”
Los concursos de televisión, casi desaparecieron del horario central de la televisión estadounidense por décadas.
Los que continuaron sus emisiones, se habían reducidos sustancialmente sus premios, y muchos programas adoptaron límites en el número de juegos que un concursante podría ganar, generalmente 5.
Los concursos cambiaron su enfoque de conocimiento, a rompecabezas y juegos de palabras.
Un concurso de grandes cantidades de dinero, no regresaría hasta que ABC estrenó “100 Grand” en 1963, sino que salió del aire, después de 3 semanas.
Las redes, no siguieron con un premio de un millón de dólares, hasta 1999, cuando ABC estrenó la versión en horario estelar del concurso “Who Wants to Be a Millionaire?”
El mensaje de Quiz Show, tiene incluso más validez en 2014, en plena era de internet, facebook, twitter, etc., que cuando se estrenó en 1994.
Por eso, Quiz Show va ganando peso a medida que pasan los años.
Solo nos queda preguntarnos:
¿Qué se esconde detrás de todo concurso de televisión?
¿Cuántas veces, delante de nuestros ojos, nos han engañado?
Porque si en “el país más adelantado del mundo” ocurren cosas semejantes:
¿Cuántas no habrán ocurrido en el nuestro?
A todos les vendrá a la mente un determinado concurso, que en muchas ocasiones, parece que esté amañado.

“You see, the audience didn't tune in to watch some amazing display of intellectual ability.
They just wanted to watch the money”



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