Voyage To The Bottom Of The Sea

“Alvarez... are you saying that Man must accept destruction even though it's in his power to prevent it?”

El fondo marino, es el sustento de la vida marina.
Hasta no hace mucho, muchos científicos pensaban, que el fondo marino era una llanura inmensa, sin vida, y sin corrientes.
En la década de los 60, los primeros sumergibles utilizados por los científicos, permitieron descubrir que el lecho marino, contiene peculiaridades como grandes llanuras, profundos cañones, cadenas montañosas, y grandes colinas, conocidas como “montañas submarinas”
Si pudiéramos contemplar el fondo marino, sin agua, no veríamos solamente abismos.
Más bien, podríamos contemplar, un imponente paisaje, donde abunda la diversidad de formas como en tierra, con montañas y valles, altiplanos y llanuras abisales, extensas cadenas montañosas.
Sin embargo, por encima del mismo, hay una media de 3,650 metros de agua y, a partir de una profundidad de unos 500 metros, reina la más absoluta oscuridad.
Además, con una temperatura relativamente constante, de 1 a 3 °C, no es precisamente cálida, según criterios humanos, y la presión hidrostática del agua, aumenta una atmósfera por cada 10 metros de profundidad.
Eso supone 1,100 atmósferas, a 11 kilómetros de profundidad.
El fondo marino, más allá de la plataforma continental, supone cerca del 50% de la superficie terrestre.
Pese al escaso conocimiento de estas zonas, sí existe un acuerdo científico sobre la alta biodiversidad de los ecosistemas de profundidad, y su extrema fragilidad.
Las montañas submarinas, los corales de aguas profundas, las fumarolas, y otras zonas de alta biodiversidad, albergan entre medio y cien millones de especies, en muchos casos, raros y únicos.
El 98% de las especies que viven en los océanos, están asociadas a los fondos marinos.
Las montañas submarinas, dan cobijo a un alto número de especies, más de 850 especies se han descrito en El Mar de Coral y en El Mar de Tasmania; más de 2,000 se encontraron en las montañas de Nueva Caledonia, en El Océano Pacífico.
2/3 de todas las especies coral conocidas, viven en aguas profundas, frías, y oscuras, algunos de ellos, a más de 3,000 m de profundidad.
Algunos corales de profundidad, tienen edades entre 5,000 y 8,500 años, y han dado lugar a espectaculares estructuras, que superan los 35 metros de altura.
A pesar del gran desconocimiento científico de estos hábitats, el fondo marino es extremadamente importante.
Cada expedición científica, que explora sus fondos, encuentra nuevas especies.
En ocasiones, ecosistemas enteros son descubiertos, como las asociadas a emanaciones gaseosas, y las infiltraciones frías.
Aunque se estima que sólo un 1% del fondo oceánico ha sido explorado.
Numerosos estudios han descubierto, que las zonas que han sido sometidas a una pesca de arrastre de fondo intensa, sufren colapsos de su biodiversidad, especialmente, en el caso de hábitats complejos.
Los científicos aún no comprenden totalmente, cómo afectaran a otras especies, los impactos sufridos por una especie, a causa de la pesca de arrastre.
Cuanto más permitamos el uso de artes de pesca destructivos, como el arrastre de fondo, más probabilidades tendremos de perder especies vitales para la vida en los océanos.
Así pues, la profundidad de los océanos, varía dependiendo del relieve oceánico.
Su profundidad media de 3,730 metros, pero puede alcanzar hasta 11 kilómetros de profundidad en La Fosa de las Marianas en El Océano Pacífico Occidental.
En La Fosa Challenger, o de Las Marianas, en El Pacífico, a 11,022 metros por ejemplo, se encontró un calamar gigante del género Architeuthis, y varias especies de peces desconocidas.
“If God ordains that Man should die without a fight, then why does He give us the will to live?”
Voyage To The Bottom Of The Sea es una película de ciencia ficción y aventuras, del año 1961, dirigida por Irving Allen.
Protagonizada por Walter Pidgeon, Joan Fontaine, Barbara Eden, Peter Lorre, Robert Sterling, Michael Ansara, Frankie Avalon, Regis Toomey, John Litel, Howard McNear, Henry Daniell, Skip Ward, Mark Slade, Charles Tannen, Del Monroe, entre otros.
El guión es de Irwin Allen y Charles Bennett sobre una historia de Irwin Allen.
El nombre de la película, es una inversión de una frase popular en la época, en relación con la exploración del Océano Ártico por los submarinos nucleares, a saber, “Un viaje a la cima del mundo”
La inspiración fue tomada por unos hechos acontecidos, primeramente, desde 01 de agosto 1958, hasta el 5 de agosto de 1958, cuando el USS Nautilus (SSN-571), el primer submarino de propulsión nuclear, y el primer buque de propulsión nuclear de cualquier tipo, bajo el mando del Comandante, William R. Anderson,  bajó a la capa de hielo del Ártico, para realizar la primera travesía desde El Pacífico hasta El Atlántico, a través del Polo Norte.
Y el 3 de agosto 1958, se convirtió en el primer navío, en llegar al Polo Norte.
Para este logro, Nautilus y su equipo, fueron galardonados con la citación de Unidad Presidencial, la primera citación de Unidad Presidencial, otorgado en tiempos de paz.
La cita se inició con las palabras:
“Por sus extraordinarios logros, en la realización del primer viaje en la historia, a través de la cima del mundo, por el que cruza bajo la capa de hielo del Ártico, desde el estrecho de Bering, hasta el mar de Groenlandia”
El 17 de marzo de 1959, el submarino nuclear USS Skate (SSN-578), bajo el mando del Comandante, James F. Calvert, se convirtió en el primer submarino en emerger en el polo norte.
Estos 2 hitos en la exploración submarina, se lograron antes de que Voyage To The Bottom Of The Sea fuera estrenada.
El 23 de enero de 1960, Jacques Piccard, y el teniente Don Walsh, en el batiscafo Trieste, hicieron el primer descenso al fondo del Abismo Challenger.
El Abismo Challenger, es el lugar más profundo reconocido, de los océanos del mundo, y se encuentra en La Fosa de Las Marianas, al suroeste de Guam.
De 16 febrero a 10 mayo 1960, el submarino USS Triton (SSRN -586), bajo el mando del Capitán Edward L. Beach, Jr., hizo la primera circunnavegación sumergida del mundo.
El Triton observó y fotografió Guam, extensivamente, a través de su periscopio durante esta misión, sin ser detectados por La Marina de EEUU en Guam.
Así las cosas, Voyage To The Bottom Of The Sea fue entonces, un gran éxito, y propició una no menos exitosa serie de TV, que se mantuvo en el aire durante varias temporadas y episodios.
Tanto la teleserie, como el filme, fueron creados por Irwin Allen, que adaptó los estudios de cine, la indumentaria, los modelos de efectos especiales y, a veces, hasta el metraje, para su utilización en la producción de series de televisión.
Voyage To The Bottom Of The Sea fue la primera de 4 series de ciencia ficción, en televisión, realizadas por Allen.
El tema principal del programa, se enfocaba en aventuras submarinas, a bordo del submarino “Seaview”
Voyage To The Bottom Of The Sea inicia con una expedición rutinaria al Polo Norte, que se convierte repentinamente, en una trepidante carrera por salvar a toda la humanidad, cuando un cinturón de radiación en el espacio, convierte La Tierra, en un verdadero infierno.
El Almirante Harriman Nelson (Walter Pidgeon), se encuentra en El Polo Norte, realizando pruebas con su submarino experimental “Seaview”
Pero al emerger, descubre que la atmósfera se encuentra en llamas, y la temperatura del planeta, comienza a ascender rápidamente.
Nelson y su tripulación, se dirigen a Las Naciones Unidas, donde científicos de todo el mundo, debaten el fenómeno.
Nelson cree, que El Cinturón Van Allen, se ha prendido fuego, una franja de materia espacial que rodea al planeta, y que la única solución es detonar un misil nuclear sobre el mismo.
Pero con la reticencia de la comunidad científica, además de una férrea oposición por parte de un sector de la tripulación, la misión desesperada que emprende Nelson, puede fracasar, y culminar con el abrasamiento total de La Tierra.
El Almirante Nelson y la tripulación del submarino atómico Seaview, lucharán entonces contra saboteadores, enormes criaturas marinas, y ataques de submarinos enemigos, mientras intentan prevenir una catástrofe mundial.
Así, tenemos un submarino que es lo último en avance tecnológico, el Seaview, y que es utilizado por su creador y Capitán, El Almirante Nelson, para salvar a la humanidad de unas radiaciones caloríficas, procedentes del Cinturón Van Allen, para lo cual, ha de dirigirse a Las Islas Marianas, en una fecha específica, y disparar un misil contra ese cinturón.
Ese “macguffin” es la perfecta excusa para desarrollar una cinta de aventuras submarinas, con elementos de ciencia ficción.
Voyage To The Bottom Of The Sea significó un jalón decisivo en la trayectoria profesional, tanto cinematográfica como catódica, del director-productor, Irwin Allen, al convertirse en un considerable éxito de taquilla, y abrirle así las puertas de la televisión, medio en el que se erigiría, en el gran revulsivo fantástico de la década.
Aun así, Voyage To The Bottom Of The Sea, no deja de resultar un espectáculo de pretensiones grandilocuentes, pero en último término, más bien tedioso, debido en gran medida a su excesivo diálogo, y su tono general, frustrantemente discursivo, todo un lastre para el ritmo ágil que pide a gritos el argumento.
En 1964, Allen trasladaría las peripecias de la tripulación del súper submarino, a las 625 líneas, con una serie que abarcaría 110 episodios, hasta 1968; de una hora de duración, el primero de los cuales, escribiría y dirigiría el propio Allen.
Esta serie, fue transmitida por ABC en Estados Unidos, del 14 de septiembre de 1964 al 31 de marzo de 1968, lo que la convirtió, en la serie estadounidense de ciencia ficción en televisión, que conservó a sus personajes originales por más tiempo, durante ese decenio.
De los 110 episodios producidos, 32 fueron filmados en blanco y negro, de 1964 a 1965; y 78 en color, de 1965 a 1968.
Las primeras 2 temporadas, estaban ambientadas en el entonces futuro decenio de 1970; las 2 restantes, se situaron en el de 1980.
Los protagonistas eran Richard Basehart y David Hedison; cuyo éxito de la serie, dio lugar también, a gran cantidad de “merchandising” inclusive, mucho antes que “Star Wars”, que muchos estudiosos refieren como iniciadora de ese fenómeno, así como comics y novelizaciones, algunas debidas a autores del prestigio como Theodore Sturgeon; y también se escribieron libros originales.
Voyage To The Bottom Of The Sea fue tan exitosa, que Allen puso 4 seriales para la ABC y la CBS, a través de la 20th Century Fox, a saber:
“Voyage To The Bottom Of The Sea” (1964-1968), “‘Lost in Space” (1965-1968), “The Time Tunnel” (1966-1967) y “Land of Giants” (1968-1970), títulos todos de sobra conocidos por los amantes del género, y de las series de televisión, claro está que, vistos hoy, pecan de ser hijos incuestionables de su época, algo que no es óbice para desdeñarlos, o cuestionar la impronta que dejaron en la iconografía estadounidense.
“U.S.O.S. Seaview Calling Washington.
Come in, Washington”
A lo largo de la década de los 50, Irwin Allen ejerció de productor, y ocasional director de sencillas películas de aventuras que, paulatinamente, fueron adquiriendo características más espectaculares.
Todas las obras de Allen, se caracterizan por su bajo presupuesto, exceso de pretensiones, ciencia ficción delirante, y falta de rigurosidad en los guiones.
Son productos, definitivamente adolescentes, y altivos.
Imaginada primero como producción para la gran pantalla, Voyage To The Bottom Of The Sea, suponía la 3ª ocasión, en la que Irwin Allen se ponía detrás de la cámara, para firmar una producción cinematográfica, las 2 primeras, habían sido las irregulares:
“The Story Of Mankind” (1957) y “The Lost World” (1960), incidiendo de nuevo el cineasta, en aproximarse al género de ciencia ficción y fantasía, que ya había explorado con anterioridad, con una historia que sigue las aventuras de un submarino experimental, que debe hacer frente a una implausible catástrofe natural, que amenaza con aniquilar a la vida sobre el planeta, el incendio del Cinturón de Van Allen.
Los efectos especiales, son del todo artesanales, utilizando maquetas, y buenos trucos fotográficos.
Voyage To The Bottom Of The Sea, por tanto, se apoya para su éxito, en una serie de elementos claramente identificables.
Por un lado, la espectacularidad de la maravillosa maqueta, y decorados interiores del Seaview, todo un prodigio de diseño, que hace totalmente creíbles las aventuras en las que se zambulle.
Un reparto magnífico, donde sobresale un muy sólido Walter Pidgeon, como el adusto e inteligente Nelson, siempre con una frase contundente, a punto en sus labios.
Y una magnífica fotografía, de inusitada viveza, que resalta esos tonos carmesíes de las radiaciones de calor que rodean el planeta, y que confieren a las imágenes, una belleza sobrenatural.
Voyage To The Bottom Of The Sea es precursora del cine catástrofe, era de esperarse, pues su creador-productor-director, era nada menos que el también creador de las inolvidables seriales.
El gran Allen, imagino aquí, la destrucción de La Capa de Ozono, el derretimiento de los polos, y el recalentamiento global, cosa que hoy estamos viendo, mucho antes de que existiese “Greenpeace”, a lo que le agrego una interesante aventura con un submarino nuclear futurista, monstruos marinos, sumergibles hostiles, y situaciones de riesgo, de último momento; dramáticas, con una buena cuota de suspenso y fantasía.
Allen recurrió a talentos como Joan Fontaine, Walter Pidgeon, Peter Lorre y Robert Sterling, y a los juveniles Frankie Avalon y Barbara Eden, quien posteriormente seria famosa, por la serie de TV “A Dream With Jeannie”
Prefigurando pues, en cierto sentido, el tipo de cine por el que Allen terminaría siendo reconocido, por ejemplo, el reunir a un reparto más o menos estelar; los personajes son esquemáticos, como el hispano fanático religioso, es patético; y sólo están ahí, para hacer progresar la historia o, en el caso de las mujeres, simple y llanamente de adorno.
Encabezado por Walter Pidgeon, en la piel del Comandante Nelson, y con nombres como Joan Fontaine (Dr. Susan Hiller), Peter Lorre (Commodore Lucius Emery), Robert Sterling (Capitán Lee Crane), Barbara Eden (Cathy Connors), o el ubicuo Frankie Avalon (Danny Romano), que como no, pone voz a la canción de turno de los créditos, el reparto dirigido por Allen, hace frente a una historia que, como decía, se antoja en exceso episódica, con pequeñas subtramas, que deberían conducir a un evento de mayor envergadura que no llega, yendo el guión de aquí para allá, con la esperanza de sustentar sus 105 minutos de metraje, en una tensión que nunca se siente como tal, y en unas secuencias de acción, que carecen de la suficiente entidad, llegando a recurrir al “monstruo subacuático gigante” para desespero de los que busquen algo diferente.
Y como no, el “Seaview” era un submarino de propulsión nuclear, de formas curvas, y con un espectacular ventanal en proa, diseñado por el Almirante Harriman Nelson, y al mando del cual, estaba El Capitán Lee Crane.
Con base en Santa Barbara, California, EEUU, su misión oficial era, la exploración marina, pero la real, defender a la humanidad de todo tipo de amenazas, extraterrestres incluidos.
Contrarrestados en parte, por un diseño de producción que derrocha imaginación, el diseño del submarino es de una elegancia espléndida, en parte por la ligereza y el humor subyacente con los que se trata la acción en términos generales, Voyage To The Bottom Of The Sea es una de esas películas, sobre las que el mejor juicio de valor que se puede emitir, es algo así como “no está mal, es entretenida”
Como tal, es obvio que no soporta segundas lecturas, aunque dudo mucho que formara parte de las intenciones de Allen, el poder llegar a exigírselas.
La intención de Voyage To The Bottom Of The Sea, es una aventura sencilla y dinámica, objetivo que se consigue, aunque no es ni mucho menos, una de las grandes obras del género, sin duda, debido a Allen, que puede que fuera un productor sagaz, pero en absoluto, un director capacitado.
En todo caso, cabe resaltar positivamente la escena en la cual es interceptado el barco a la deriva, y lleno de cadáveres en medio de la rojiza niebla, y la única capaz de transmitir esa atmósfera de condenación apocalíptica, de la cual el resto de la película carece.
Sin dudas, la suma de estrellas, más efectos especiales, debió resultar atractiva para el público, pero es un film terrible.
Al menos como se enfoca la historia, el argumento de fondo no resulta excitante, y es un problema del guión, que no sabe encarar alternativas.
Entonces, para mantener la tensión, Allen se dedica a sacar de la galera recursos cada 5 minutos, la mayor parte de ellos, disparatados y sin sentido.
Recogiendo a Michael Ansara en medio del Polo…
¿Qué estaba haciendo allí?, que a la legua se nota que se va a transformar en el villano de la historia.
Después, la pedantería general de los personajes, comenzando por El Almirante Nelson, que se cree dueño de la verdad.
Toda la necedad de la comunidad científica, frente a los 5 minutos de teoría que expone Nelson; y después, el bombardeo constante de situaciones propias de seriales:
Pulpos gigantes, minas enredadas alrededor del submarino, motines a bordo, etc.
Sobre el minuto final, todos los posibles traidores salen a flote, y son detenidos a tiempo, cuando uno se pregunta, si sabotear la misión no hubiera sido mejor, a lo largo de toda la duración de la travesía…
Es obvio, que la influencia sobre el argumento, pertenece a “Vingt Mille Lieues Sous Les Mers” (1870).
Allen, copiaría ideas a clásicos de Julio Verne y H.G. Wells, y esta no es la excepción.
Para el score, Irwin Allen contó con la participación de Paul Sawtell y Bert Shefter, que solían trabajar juntos en innumerables ocasiones, y que realizaron una partitura sólida, y muy ajustada a las imágenes.
La partitura sinfónica para Voyage To The Bottom Of The Sea, sigue fielmente los esquemas del cine de aventuras, en este caso, submarinas, con un magnífico uso del arpa, para simular sonoridades submarinas.
“Full speed for home, Lee”
Las Naciones Unidas estima, que cada año, 6,4 millones de toneladas de basura, acaban en los océanos de todo el mundo.
Aves marinas, tortugas y mamíferos, mueren al ingerir o enredarse en objetos de plástico, redes de pesca, y otros residuos peligrosos.
La degradación de algunos de ellos, genera microplásticos, que pueden contaminar toda la cadena alimenticia.
El impacto más visual de esta suciedad marina, son las gigantescas islas de plástico, que flotan en varios océanos, como el llamado “Séptimo Continente”, un impresionante vertedero marino en El Pacífico, al que se supone, una superficie de entre 3 y 7 veces España.
Pero:
¿Qué ocurre en el lecho marino, allí donde nadie ha buscado esa basura?
Un estudio publicado en PLOS One, da respuesta a la pregunta.
Varios equipos de investigadores de toda Europa, han estado más de una década, tomando muestras en 32 puntos repartidos por El Atlántico, El Ártico y El Mediterráneo.
Y han encontrado que, la basura generada por el hombre, está en todas partes:
Desde las playas hasta los fondos marinos más profundos y más remotos.
Lugares tan recónditos, que ni siquiera se habían explorado hasta entonces.
“En muchos casos, estas han sido nuestras primeras visitas.
Ha sido sorprendente comprobar, que nuestra basura ha llegado allí, antes que nosotros”, resume Kerry Howell, de la Universidad de Plymouth, Reino Unido.
Bolsas de plástico, botellas, redes de pesca, madera, vidrio, y todo tipo de metales, aparecieron en profundidades que van de los escasos 35 metros del Golfo de León, hasta los 4.500 del cañón submarino de Cascais.
Se encontró basura cerca de la costa, en la plataforma continental, pero también a 2.000 kilómetros del litoral, en la dorsal mesoatlántica, la cordillera submarina que divide el océano de norte a sur.
Los autores del trabajo, procedentes de 15 instituciones científicas europeas, destacan que el alto coste, y las dificultades técnicas de tomar muestras en las profundidades marinas, habían impedido hasta ahora, obtener un mapa de los lugares, y los tipos de basura de los océanos.
Y, por extensión, de conocer el alcance del problema.
A Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), no le parece que sea una exageración, llamar “vertederos” a los océanos.
“Tenemos el fondo del mar lleno de basura.
Es como un sumidero”, asegura.
El trabajo, ha encontrado que un 41% de los residuos, son plásticos; un 34%, redes de pesca; otro 7% corresponde a metales; un 4%, vidrio; un 1% Clinker, o residuo de la calcinación de metales; y un 13%, otros tipos de basura.
La densidad, se ha medido en número de objetos encontrados por hectárea.
“Imagínese que en la superficie de un campo de fútbol, una hectárea, a 2.000 metros de profundidad, donde no tendría que haber absolutamente nada, encontramos 30 objetos, desde una botella de vidrio, a un bidón de metal, o una red de pesca.
Yo creo que es grave”, añade.
El equipo de Company, investigó desde el cañón submarino de Blanes, delante de la costa de Barcelona, hasta Creta.
Desde 2 buques oceanográficos del CSIC, lanzaron al fondo, redes de arrastre de pesca, con las que se atrapa desde pescado, hasta la basura más inimaginable.
“Hemos visto de todo.
Desde una taza de váter, hasta la caja de un bote salvavidas de un avión F-15, pasando por una cartera con documentos que La Policía de Creta creyó que pertenecía a un hombre desaparecido un año atrás”, explica, y añade que en algunos puntos, extrajeron más basura que biomasa.
Mientras el equipo del CSIC contó a mano lo que salió de las redes de arrastre, el resto de investigadores, emplearon principalmente, vídeos con imágenes submarinas, tomadas por vehículos operados a control remoto.
“Desde que hace 20 o 25 años, empezamos a estudiar la ecología de los grandes fondos marinos, y vimos que había basura.
Sabíamos que estaba allí, y que en algunas zonas, eran realmente graves.
Había que cuantificarla, y hacerlo a nivel europeo”, dice Company.
“No se puede limpiar a 1.000 metros, así que no hay otra solución que prevenir.
La basura no tiene que llegar allí”, añade.
Lo saben bien en La Unión Europea, que incluyó el problema de la basura marina, en la directiva marco de estrategia marina de 2008, y la ONU, que lo califica como “desafío global”
Los líderes mundiales firmaron en La Conferencia Rio+20 sobre desarrollo sostenible, un compromiso “para reducir significativamente en 2025, la cantidad de desechos marinos, y así prevenir daños al medio ambiente costero y marino.

“Nothing is impossible”



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