The Majestic
“Republicans, Democrats, Communists.
They all look alike to me”
La Primera Enmienda de La Constitución Nacional de los Estados Unidos de Norteamérica reza así:
“El congreso no hará ley alguna, con respecto a la adopción de una religión, o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno, la reparación de agravios”
Esta enmienda, es la que da solidez y legitimidad a aquella estatua ubicada en La Isla de La Libertad, al sur de Manhattan, desde 1886, que en la mano izquierda, sostiene un libro de jurisprudencia, y con la derecha levanta una antorcha, como símbolo de la libertad de la que, con tanto orgullo, se ufana el pueblo estadounidense.
Pero cuán mancillada ha sido la cacareada libertad.
Cuántas veces, el rostro de piedra de aquella guapa “mujer”, anhelada por todos los países del mundo, ha tenido que dar vuelta a la cara, para no ver los oprobios, los atropellos, y las violaciones que se cometen a diario, contra hombres y mujeres, que tan solo, han deseado vivir libres, y en paz.
El “House Un-American Activities Committee” fue un Comité Investigador de La Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, activo desde 1938 hasta 1975.
Su objetivo era, “obtener información, acerca de cómo, la propaganda subversiva extranjera, había ingresado a los Estados Unidos, y sobre las organizaciones que se encargaban de difundirla”
En 1947, El Comité sostuvo audiencias durante 9 días, por acusaciones de propaganda e influencia comunista, en la industria cinematográfica de Hollywood.
Al negarse a contestar algunas preguntas del Comité, “Los Diez de Hollywood” fueron sentenciados por desacato, lo que llevó a que la industria, los pusiera en La Lista Negra.
Con el paso del tiempo, el sabotaje por parte de los estudios, se extendió a más de 300 artistas, y afectó a directores, locutores, actores, y en especial, guionistas.
Solo el 10%, pudo reconstruir su carrera en la industria del entretenimiento.
En cuanto a los demás, algunos se vieron forzados a emigrar, para continuar trabajando, como en el caso de Charles Chaplin, mientras que otros, escribían bajo pseudónimos, o utilizando el nombre de colegas.
En ese mismo año, los ejecutivos de los estudios, declararon al Comité que a pesar de que las películas bélicas como “Mission To Moscow” (1943), “The North Star” (1943) y “Song Of Russia” (1944), podrían considerarse como propaganda, a favor de la Unión Soviética, eran valiosos en el contexto del esfuerzo de Los Aliados de la Segunda Guerra Mundial, y que incluso, se realizaban a pedido de los funcionarios de La Casa Blanca, como en el caso de “Mission To Moscow”
En respuesta de las investigaciones del Comité, cada vez más estudios producían películas de propaganda anticomunista y antisoviética, como:
“Big Jim McLain” (1952), “Guilty Of Treason” (1950), “The Red Menace” (1949), “The Red Danube” (1949), “I Married A Communist” (1949), “Red Planet Mars” (1952) y “I Was A Communist For The FBI” (1951)
Esta última, fue nominada a un Premio Oscar, como Mejor Documental, y se transformó en una serie para radio.
Como dato, Universal Studios, fue el único estudio cinematográfico, que no participó en esta clase de películas.
“Too many people have paid for this contract in blood!”
The Majestic es una película dramática, dirigida en el año 2001, por Frank Darabont.
Protagonizada por Jim Carrey, Martin Landau, Laurie Holden, Bob Balaban, Brent Briscoe, Jeffrey DeMunn, Amanda Detmer, Allen Garfield, Hal Holbrook, Ron Rifkin, David Ogden Stiers, James Whitmore, Daniel von Bargen, entre otros.
El guión es de Michael Sloane, sobre un guionista que se ve obligado a huir de Hollywood, a causa de La Caza de Brujas emprendida por El Senador McCarthy en la década de 1950; y que tras sufrir un accidente de coche, que le provoca amnesia, es rescatado por los habitantes de un pueblo.
The Majestic fue exhibida en años oscuros, en tiempos del gobierno de George W. Bush, tiempos en los que se discutía la llamada “Acta Patriótica” y se implementaban restricciones a derechos fundamentales, por razones de seguridad.
Se trata de una película, que debemos recuperar y examinar en épocas de profunda intolerancia intelectual, y política.
Nuestra situación actual, no es ajena al imperio de la sospecha y la intransigencia ideológica, que The Majestic se esfuerza por denunciar.
Así pues, en plena era del macartismo, tiempos en los que un tristemente célebre Comité para la investigación de actividades “antiamericanas” perseguía implacablemente a muchos artistas e intelectuales, sindicándolos como “comunistas” y “rojos”, presuntos miembros de una conspiración contra el estilo de vida “democrático” y “estadounidense”, Peter Appleton (Jim Carrey), un joven guionista de películas de serie B, es convocado por el temible Comité, para evaluar su trabajo.
Se sospecha que sus textos, encubren “mensajes a favor de La Unión Soviética”, mensajes en clave, por supuesto.
Como consecuencia de ello, su contrato queda en suspenso.
Aterrorizado, decide huir de inmediato.
Desafortunadamente, sufre un accidente de auto, pierde el conocimiento, y las aguas de un río, lo llevan al pueblo de Lawson, California.
Es asistido por unos habitantes de Lawson, que encuentran en el accidentado, un extraordinario parecido con Luke Trimble (Matt Damon), un joven del lugar, desaparecido en combate, durante La Segunda Guerra Mundial.
Lawson, es un pueblo que ha perdido muchísimos muchachos en la guerra; y Peter sufre amnesia, como resultado de su accidente, así que desconoce su propia identidad.
Está confundido, y ya los pobladores le dicen que es Luke.
Harry Trimble (Martin Landau), padre de Luke, es el dueño del cine “The Majestic”, lugar que otrora alegraba los días de Lawson, pero que permanece cerrado, tras los días de la guerra.
Harry, está convencido de que Peter es su hijo, y está decidido a reabrir el viejo cine, y devolverle su antiguo esplendor.
Peter, completamente confundido, se deja llevar por la situación.
En el camino, se enamora de Adele Stanton (Laurie Holden), la novia de Luke, quien quiere creer que el joven soldado ha regresado, pero tiene significativas dudas que la atormentan.
Trabajar en el cine, lleva a que con el tiempo, Peter vaya recuperando la memoria.
Y él reconoce sus propias frases en el guión de una cinta de acción.
Dolorosamente, la curación de la amnesia, coincide con la muerte de Harry, y con el hecho de que los agentes del Estado que lo buscaban para llevarlo ante el Comité macartista, que lo considera un subversivo, y un convicto; finalmente lo encuentren.
Así, tiene que comparecer ante un Comité por presuntas “faltas a la corrección ideológica”, sin nada más que el ejemplar de La Constitución, que Adele le ha entregado, a través de su padre.
Tiene que enfrentar un escrutinio ideológico, en un país en el que, supuestamente, se garantiza la libertad de creencias.
Luego de esclarecer su identidad a la luz de lo acontecido en Lawson, Peter se enfrenta al Comité, acogiéndose a La Primera Enmienda de La Constitución de 1776.
Con lo anterior, The Majestic desborda nostalgia, y anhelos, por una tierra libre y compartida; por una sociedad ligada con fines comunes, y dispuesta a hacer posibles los sueños de cada uno.
Una comunidad, donde el amor sea el motivo, y la felicidad, la meta de todos.
Y a veces, como en este caso, sirve un hombre “resucitado” de entre los muertos de una de las tantas guerras, para que traiga una nueva esperanza a un pueblo que se estaba apagando, cuando cada uno decidió vivir para él solo, y ya no para los demás.
Podríamos definir The Majestic como una fábula sentimental sencilla, de espíritu claramente “capriano” en donde un hombre pierde la memoria, y por momentos, su anterior identidad, y gracias a ello, logra encontrar su alma.
Claro que, detrás del trasfondo político e ideológico, también hay una historia nostálgica, sobre el cuestionamiento de ideales, y formas de obrar, una persona ha perdido su memoria, pero paralelamente, va encontrando la valentía de jugarse por los demás, valorando los sacrificios.
Mención aparte, para lo conmovedor que resulta esa especie de homenaje, hacia lo que una sala de cine representa para el público, además de la reflexión sobre las nefastas consecuencias, físicas o psicológicas, que una guerra acarrea.
Por ello, en The Majestic se desarrollan 2 historias que acaban confluyendo:
La que muestra la denuncia de una época, que no está tan pasada, pese al fin de la llamada “Guerra Fría”, en la que los valores que decía defender una nación, eran y son la excusa para aplicar la persecución de las ideas; y la que narra una situación muy concreta, tanto los hechos como la sociedad, el contexto en el que se desarrolla, etc., y los comportamientos sociales que se generan, según avanza la historia, y se va resolviendo la trama.
Resumida así, es evidente que The Majestic habla de una historia personal, la del hombre que busca su identidad perdida, tras un oportuno accidente en plena tormenta; y otra genérica, de un pueblo que busca su camino, su héroe, y lo encuentra en un hombre que sabe plantarse, y darles un soplo de aire frío.
“This is a free country, you can be a communist if you want to be a communist!”
Frank Darabont, es mejor guionista que director, lo cual se deja notar en un argumento impecable, sin lagunas, que no sólo consigue de nuevo emocionar, sino que vuelve a criticar.
La excusa, esta vez para realizar otro alegato a favor de la libertad del ser humano, es la llamada “Caza de Brujas” del Senador McCarthy.
No obstante, The Majestic es algo más que la historia de un cine.
Es también la propia historia del cine, de su magia, de la condena que sufre por parte de las distribuidoras, y salas comerciales, cuando obvian su esencia como espectáculo.
Eso sin olvidar, el juego del destino.
Curiosa fábula promovida por Frank Darabont, y su estrella Jim Carrey, que comienza como un cuento de hadas, y acaba escondiendo un alegato contra La Caza de Brujas de Hollywood.
Todo con una inmaculada pátina de perfección técnica, y amable comedia, aunque con notables puñaladas al sistema, y a la actitud cobarde de Hollywood, en los años 40 y 50.
Entre la primera imagen, y la penúltima, ambas un primer plano del guionista Peter Appleton, escuchando todos los “consejos” de los productores, para mejorar su guión, hay una diferencia importante:
Al inicio, los acepta todos, con tal de mantenerse en el sistema; al final, es capaz de enfrentarse a esa multitud de tópicos sugeridos, por un montón de inútiles que jamás han escrito un guión, y marcharse.
Romper con un sistema caduco, cobarde, ciego, y que está hundiendo el gran cine de Hollywood.
No cabe duda, con este planteamiento tan diáfano, que la propuesta de Frank Darabont tiene un afán didáctico, asistimos a un viaje en el que el protagonista va a aprender a enfrentarse a la vida:
A decir no, a madurar, y a recuperar su propia autoestima.
Una “voz en off” que pronto desaparece, exactamente en el momento en que pierde su identidad, por más ridícula que ésta sea, para ser confundido con un héroe fallecido en La Segunda Guerra Mundial.
Uno más de los muchos, cuyas tumbas veneran en el pueblo de Lawson… aunque dentro no estén los cuerpos sin vida, de esos hijos que jamás regresaron de combatir la injusticia en el mundo.
Su nueva vida es un aprendizaje, un camino, el sendero que debe recorrer un personaje mediocre, para convertirse en héroe, y ser abrazado por todo un pueblo, un pueblo que vive atrasado, atado a la tradición, encerrado, ocultando su historia en los sótanos, de espaldas a la vida moderna; para ilustrarlo, ahí están su monumento a los caídos en la guerra, escondido en el sótano del ayuntamiento; la música para bailar los jóvenes, algo que jamás se escucha en las fiestas; o su mítico cine, “The Majestic”, hoy en ruinas.
En esencia, es la historia de un hombre, que se encuentra a sí mismo a través de una ficción, contada a lo largo de más de 2 horas, que no se hacen precisamente cortas.
El hecho de que el protagonista, reabra la sala de cine del pueblo, cuyo nombre da título a la película, no deja de ser un homenaje al cine en su papel de factoría de sueños.
Gran parte de The Majestic, está empapado de una cinefilia en su sentido más amplio, entendiendo la afición al cine como algo más que disfrutar, solamente de las películas.
The Majestic es a veces citada, como el fracaso de Jim Carrey y Laurie Holden, durante el tiempo en el que ambos trabajaban como actores serios, aunque más tarde, Jim Carrey conseguiría alabanzas por su actuación en la película “Eternal Sunshine Of The Spotless Mind” (2004) y Laurie Holden, participaría en la exitosa serie “X-Files” como uno de los personajes principales.
Aparte de las malas críticas recibidas, Roger Ebert elogió The Majestic y sus ideales:
“The Majestic ondea la bandera en honor de nuestros héroes de La Segunda Guerra Mundial, y evoca a la nostalgia de los antiguos cines de los pequeños pueblos, y la gente que trabajaba en ellos...
Frank Darabont ha intentado deliberadamente, hacer la clase de película que Frank Capra hacía, sobre la gente decente de los pueblos, que apoyaba los valores estadounidenses tradicionales.
En una época en la que estaba de moda el patriotismo de “Rambo”, es bueno también recordar el patriotismo de Frank Capra, para recordar que EEUU, no es luchar y ganar, sino defender nuestras libertades”
Pero hay más, porque The Majestic también es una alegoría del cine, del cine de Hollywood, para ser más concretos, ese cine que sucumbió a La Caza de Brujas, y perdió muchos de sus encantos, hasta quedar sepultado; como el simbólico cine que hay en el pueblo:
Majestuoso en otro tiempo, hoy enterrado, hundido… hasta que alguien decide devolverle su esplendor, su majestuosidad perdida, a base del trabajo colectivo de todo un pueblo:
Una idea, la de la colectividad, muy comunista, en el fondo, sí hay un alegato comunista en The Majestic.
Recordemos que La Caza de Brujas, promovida por El Senador McCarthy, pretendía encontrar y castigar, a todos los presuntos comunistas que trabajaban en Hollywood, y que estaban infectando el cine, con ideas poco recomendables, tras La Segunda Guerra Mundial.
Una situación que llevó a delaciones, mentiras, y lo que hiciera falta para sobrevivir.
Y también, una situación que llevó a muchos grandes profesionales, a abandonar Hollywood, a trabajar en proyectos menores con pseudónimo o, directamente, a no trabajar.
Todo ello, evidentemente, supuso una pérdida de calidad global en el cine de las grandes productoras en los años 40 y 50.
Una idea simbólica que Darabont siente la tentación de convertirla en realidad, y eso aleja The Majestic de la historia, para pasar al terreno de la fábula:
Esa narración imaginaria, simbólica, que nos enseña, nos deleita, nos ilustra, pero desde luego, no es real; porque es difícil creer que un hombre se levante, diga no, y un imperio se derrumbe.
Sin embargo, el símbolo funciona:
The Majestic, pese a que le sobran minutos, acaba siendo un atractivo y aleccionador relato, del hombre contra el sistema, del individuo contra la masa, del cine contra El Comité de Actividades Anti Americanas.
Que un hombre sea capaz de decir no al Comité, como hicieron aquellos “Diez de Hollywood” luego sentenciados a la cárcel, y que pese a todo, salga entre aplausos de la sala de interrogatorios, convertido en un héroe del pueblo, es algo que nos hubiera gustado ver en la realidad… y que Darabont nos regala en una escena emotiva, quizá algo tramposa en su construcción, pero de esas que demuestran que en el cine, se pueden difundir ideas que ayuden a mejorar el mundo; aunque la realidad sea otra...
Al fin y al cabo, ese es uno de los poderes del cine, la capacidad de fabular.
Las películas que se exhiben en “The Majestic” también son de una claridad meridiana.
Sirven para contarnos, así en segundo plano, qué está pasando en el cine de Hollywood, a lo largo de los años 40 y 50; y ello se refleja, especialmente, en 3 títulos:
La reapertura del “Majestic” se celebra con “An American In Paris” (1951) ejemplo perfecto de evasión, de sueño hecho realidad, un musical con la ciudad del amor como telón de fondo, el mundo del arte se impone a la miserable vida cotidiana.
Es el cine de evasión, el que niega la realidad del país, y del momento.
Cuando la amenaza se cierne, con la presencia del FBI, rondando el pueblo de Lawson, “The Day The Earth Stood Still” (1951) es la película proyectada; ese mensaje pacifista, venido de las estrellas, enfrentado a un país belicista, en el que siempre hay alguien que dispara antes de preguntar, como vemos en “The Day The Earth Stood Still” (1951), un soldado dispara contra el alienígena pacífico.
No hay duda de quién es el pueblo avanzado, y cuál el retrógrado.
Finalmente, la noche en que todos han dado la espalda al presunto Luke, ahora ya llamado a declarar por El Comité, esa noche en que nadie acude al cine, se proyecta “Invasion Of The Body Snatchers” (1956), aquella que fue considerada la metáfora más perfecta sobre La Caza de Brujas, donde unas vainas sustituyen los cuerpos humanos, por unas réplicas idénticas, pero sin alma, sin vida, simples cuerpos sin voluntad propia.
Una descripción perfecta de los habitantes de Lawson, y de Hollywood.
Para cerrar el círculo, será precisamente su propia película como guionista, “Sand Pirates Of The Sahara”, la que acabe devolviéndole a la realidad.
Su proyección en el cine “The Majestic” devolverá la cordura, o mejor dicho, la conciencia de la realidad a Peter Appleton, que ya sabe quién es, y lo que realmente vale.
Es hora de poner fin al sueño, y volver a la realidad.
Toca declarar ante El Comité de Actividades Antiamericanas.
Dentro de The Majestic, hay 3 escenas, que personalmente resultan interesantes:
Una sería el principio, sobre todo por cómo está hecha, un primer plano de Carrey, mientras la acción sonora es “en off”, y por lo bien que refleja la cruda realidad de muchos guionistas, cuando ven como unos ignorantes productores, destrozan su trabajo.
La segunda sería, el discurso de Emmett Smith (Gerry Black) a Jim Carrey; y la tercera, es el discurso de un padre, sensacional Martin Landau, ilusionado con restaurar “The Majestic”, aquél antiguo cine del pueblo, y un lugar claramente especial, a un hijo que no recuerda lo que realmente significó para él.
Un diálogo sobre lo que representa asistir a un cine, sobre la importancia de compartir esa experiencia, sobre el agradecimiento eterno al Séptimo Arte.
Sobre vivir la magia que desprende, y poder disfrutar de cómo unas imágenes pueden conseguir que florezcan nuestros sentimientos más profundos.
Una escena que da prioridad máxima a la palabra, a los actores, sin necesidad de manipulación emocional, mediante una partitura musical.
Y, paralelamente al cine como símbolo del Cine, también hay un elemento que Darabont maneja con habilidad:
La música.
“That's why we call it The Majestic.
Any man, woman, child could buy their ticket, walk right in.
Here they'd be, here we'd be”
Resulta pues, que la excesiva afición de La Administración Estadounidense por la observancia de Los Derechos Humanos en otros países, que se manifiesta en los informes anuales del Departamento de Estado a este respecto, le impide a Washington, percibir hasta qué punto, algunos modelos de su propia legislación, entraron en contradicción con la democracia.
Se trata, desde luego, del “Acta Patriótica”, o “USA PATRIOT” que significa “Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism Act of 2001” o sea, la ley que les concede a los servicios secretos de EEUU, “carta blanca” para vigilar la vida privada de los ciudadanos estadounidenses, bajo el pretexto de “protección contra el terrorismo”
Pese a los colosales esfuerzos que el equipo de George Bush emprendió por hacer esta ley permanente, El Senado prolongó su vigencia temporal, sólo por 6 meses, mientras que La Cámara de Representantes, lo redujo a 1 mes.
EEUU, afronta de hecho, un dilema de excepcional importancia, de si el volumen de las libertades cívicas, corresponde a lo enunciado en La Constitución, o en el país sigue manteniéndose un control total de las autoridades sobre el estado de las mentes de Mr. John Smith, donde quiera que habite en Estados Unidos este matrimonio estadístico medio.
Cabe recordar que “El Acta Patriótica”, que entró en vigor inmediatamente después del 11 de septiembre de 2001, no sólo legalizó la escucha de las conferencias telefónicas, la intercepción de la correspondencia, y los mensajes del correo electrónico, y la vigilancia externa, sino también, formas más refinadas de intervención en la vida privada, tales como sustracción en secreto de documentos de trabajo, e historias clínicas.
Los Servicios Secretos, hasta llegaron a ver las tarjetas bibliotecarias de los estadounidenses, a fin de saber si leen literatura subversiva.
Y todo eso, sin autorización judicial.
Paralelamente, en EEUU, se han instituido “Comisiones Militares” que de hecho, son Consejos de Guerra, integrados por 3 miembros para ver casos de ciudadanos extranjeros, sospechosos de terrorismo.
El estatuto de estos órganos, no preveía observar el principio de la presunción de inocencia, como tampoco requería unanimidad para meter a una persona entre rejas, en la base militar de Guantánamo.
El Poder Ejecutivo en EEUU, también se arrogó el derecho de declarar a algunos ciudadanos extranjeros “combatientes enemigos” e interrogarlos, aplicando torturas en las cárceles secretas de Europa, lo más lejos posible de las costas de EEUU, a fin de no responder por las burdas violaciones de procedimientos judiciales.
Concretamente, los sospechosos eran detenidos por algún tiempo, sin que se les formulara acusación concreta, negándoles todo acceso a los abogados.
Total que la Administración presidida por George Bush, ha preferido a las libertades democráticas, de que los estadounidenses están acostumbrados a gozar, cierto modelo propio y dudoso, de seguridad pública.
Inmediatamente después del atentado terrorista del 11 de septiembre, esta situación parecía, más o menos aceptable todavía.
Mas, 4 años después, cuando la sed de venganza cedió al sentido común, “La América Liberal” se muestra indignada por una “agresiva”, como la interpreta, actitud del Poder Ejecutivo, y de George Bush personalmente.
Organizaciones democráticas, congresistas, y senadores, medios de comunicación, y hasta jueces, llegan a la conclusión, de que El Presidente usurpó sus derechos de que no está investido, según La Constitución, y atenta contra la libertad del individuo.
Si bien, todo indica que Bush dista mucho de sus predecesores, en lo que se refiere a apretar tuercas en tiempos de crisis; durante La Guerra Civil, El Presidente Lincoln, hizo arrestar a miles de sospechosos de simpatizar con los rebeldes.
Durante La Primera Guerra Mundial, El Presidente Woodrow Wilson, persiguió a los activistas del movimiento antibélico.
Después de la tragedia de Pearl Harbor, Franklin Roosevelt, a su vez, internó a decenas de miles de ciudadanos estadounidenses de origen japonés...
De manera que Bush, como hasta sus críticos reconocen, sigue un camino trillado con la única diferencia de que después de Vietnam, Watergate, y escándalos en torno a la CIA y FBI, la gama de las libertades cívicas en EEUU, se ha ampliado, cayendo bajo sospecha pública, El Poder Ejecutivo.
Teniendo por fondo esta situación nueva y liberal, el desfase del equilibrio racional entre la seguridad nacional, y la libertad del individuo, parece más chocante.
El “Acta Patriótica” no es el único instrumento de ataque contra las libertades cívicas.
Hace un tiempo, The New York Times informó, sobre las operaciones realizadas por La Agencia de Seguridad Nacional, en las escuchas masivas de teléfonos privados, que se llevaron a cabo con violaciones de la ley.
El presidente admitió, haberlas autorizado personalmente, sin decisión judicial, o notificación al Congreso.
¿Está investido de tales facultades, el inquilino de La Casa Blanca?
Quienes dicen que “no” son cada vez más en EEUU.
Los diputados al Congreso declaran que hace 4 años, cuando la Administración los puso al tanto de los nuevos métodos de lucha contra el terrorismo, no se habló de estos poderes.
Más aun, se supo que la intercepción de conferencias telefónicas y correo electrónico, se realizan por la maquinaria de La Agencia de Seguridad Nacional, detrás de un órgano secreto especial, instituido hace 30 años, y encargado de controlar operaciones súper secretas de esta clase.
Nuevos debates sobre el destino del “Acta Patriótica” que han surgido en medio de un escándalo de proporciones nacionales, contribuyeron a la caída del prestigio del Presidente Bush, que ya de por sí, se ha reducido al 43%.
“I thought this was a democracy”
They all look alike to me”
La Primera Enmienda de La Constitución Nacional de los Estados Unidos de Norteamérica reza así:
“El congreso no hará ley alguna, con respecto a la adopción de una religión, o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno, la reparación de agravios”
Esta enmienda, es la que da solidez y legitimidad a aquella estatua ubicada en La Isla de La Libertad, al sur de Manhattan, desde 1886, que en la mano izquierda, sostiene un libro de jurisprudencia, y con la derecha levanta una antorcha, como símbolo de la libertad de la que, con tanto orgullo, se ufana el pueblo estadounidense.
Pero cuán mancillada ha sido la cacareada libertad.
Cuántas veces, el rostro de piedra de aquella guapa “mujer”, anhelada por todos los países del mundo, ha tenido que dar vuelta a la cara, para no ver los oprobios, los atropellos, y las violaciones que se cometen a diario, contra hombres y mujeres, que tan solo, han deseado vivir libres, y en paz.
El “House Un-American Activities Committee” fue un Comité Investigador de La Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, activo desde 1938 hasta 1975.
Su objetivo era, “obtener información, acerca de cómo, la propaganda subversiva extranjera, había ingresado a los Estados Unidos, y sobre las organizaciones que se encargaban de difundirla”
En 1947, El Comité sostuvo audiencias durante 9 días, por acusaciones de propaganda e influencia comunista, en la industria cinematográfica de Hollywood.
Al negarse a contestar algunas preguntas del Comité, “Los Diez de Hollywood” fueron sentenciados por desacato, lo que llevó a que la industria, los pusiera en La Lista Negra.
Con el paso del tiempo, el sabotaje por parte de los estudios, se extendió a más de 300 artistas, y afectó a directores, locutores, actores, y en especial, guionistas.
Solo el 10%, pudo reconstruir su carrera en la industria del entretenimiento.
En cuanto a los demás, algunos se vieron forzados a emigrar, para continuar trabajando, como en el caso de Charles Chaplin, mientras que otros, escribían bajo pseudónimos, o utilizando el nombre de colegas.
En ese mismo año, los ejecutivos de los estudios, declararon al Comité que a pesar de que las películas bélicas como “Mission To Moscow” (1943), “The North Star” (1943) y “Song Of Russia” (1944), podrían considerarse como propaganda, a favor de la Unión Soviética, eran valiosos en el contexto del esfuerzo de Los Aliados de la Segunda Guerra Mundial, y que incluso, se realizaban a pedido de los funcionarios de La Casa Blanca, como en el caso de “Mission To Moscow”
En respuesta de las investigaciones del Comité, cada vez más estudios producían películas de propaganda anticomunista y antisoviética, como:
“Big Jim McLain” (1952), “Guilty Of Treason” (1950), “The Red Menace” (1949), “The Red Danube” (1949), “I Married A Communist” (1949), “Red Planet Mars” (1952) y “I Was A Communist For The FBI” (1951)
Esta última, fue nominada a un Premio Oscar, como Mejor Documental, y se transformó en una serie para radio.
Como dato, Universal Studios, fue el único estudio cinematográfico, que no participó en esta clase de películas.
“Too many people have paid for this contract in blood!”
The Majestic es una película dramática, dirigida en el año 2001, por Frank Darabont.
Protagonizada por Jim Carrey, Martin Landau, Laurie Holden, Bob Balaban, Brent Briscoe, Jeffrey DeMunn, Amanda Detmer, Allen Garfield, Hal Holbrook, Ron Rifkin, David Ogden Stiers, James Whitmore, Daniel von Bargen, entre otros.
El guión es de Michael Sloane, sobre un guionista que se ve obligado a huir de Hollywood, a causa de La Caza de Brujas emprendida por El Senador McCarthy en la década de 1950; y que tras sufrir un accidente de coche, que le provoca amnesia, es rescatado por los habitantes de un pueblo.
The Majestic fue exhibida en años oscuros, en tiempos del gobierno de George W. Bush, tiempos en los que se discutía la llamada “Acta Patriótica” y se implementaban restricciones a derechos fundamentales, por razones de seguridad.
Se trata de una película, que debemos recuperar y examinar en épocas de profunda intolerancia intelectual, y política.
Nuestra situación actual, no es ajena al imperio de la sospecha y la intransigencia ideológica, que The Majestic se esfuerza por denunciar.
Así pues, en plena era del macartismo, tiempos en los que un tristemente célebre Comité para la investigación de actividades “antiamericanas” perseguía implacablemente a muchos artistas e intelectuales, sindicándolos como “comunistas” y “rojos”, presuntos miembros de una conspiración contra el estilo de vida “democrático” y “estadounidense”, Peter Appleton (Jim Carrey), un joven guionista de películas de serie B, es convocado por el temible Comité, para evaluar su trabajo.
Se sospecha que sus textos, encubren “mensajes a favor de La Unión Soviética”, mensajes en clave, por supuesto.
Como consecuencia de ello, su contrato queda en suspenso.
Aterrorizado, decide huir de inmediato.
Desafortunadamente, sufre un accidente de auto, pierde el conocimiento, y las aguas de un río, lo llevan al pueblo de Lawson, California.
Es asistido por unos habitantes de Lawson, que encuentran en el accidentado, un extraordinario parecido con Luke Trimble (Matt Damon), un joven del lugar, desaparecido en combate, durante La Segunda Guerra Mundial.
Lawson, es un pueblo que ha perdido muchísimos muchachos en la guerra; y Peter sufre amnesia, como resultado de su accidente, así que desconoce su propia identidad.
Está confundido, y ya los pobladores le dicen que es Luke.
Harry Trimble (Martin Landau), padre de Luke, es el dueño del cine “The Majestic”, lugar que otrora alegraba los días de Lawson, pero que permanece cerrado, tras los días de la guerra.
Harry, está convencido de que Peter es su hijo, y está decidido a reabrir el viejo cine, y devolverle su antiguo esplendor.
Peter, completamente confundido, se deja llevar por la situación.
En el camino, se enamora de Adele Stanton (Laurie Holden), la novia de Luke, quien quiere creer que el joven soldado ha regresado, pero tiene significativas dudas que la atormentan.
Trabajar en el cine, lleva a que con el tiempo, Peter vaya recuperando la memoria.
Y él reconoce sus propias frases en el guión de una cinta de acción.
Dolorosamente, la curación de la amnesia, coincide con la muerte de Harry, y con el hecho de que los agentes del Estado que lo buscaban para llevarlo ante el Comité macartista, que lo considera un subversivo, y un convicto; finalmente lo encuentren.
Así, tiene que comparecer ante un Comité por presuntas “faltas a la corrección ideológica”, sin nada más que el ejemplar de La Constitución, que Adele le ha entregado, a través de su padre.
Tiene que enfrentar un escrutinio ideológico, en un país en el que, supuestamente, se garantiza la libertad de creencias.
Luego de esclarecer su identidad a la luz de lo acontecido en Lawson, Peter se enfrenta al Comité, acogiéndose a La Primera Enmienda de La Constitución de 1776.
Con lo anterior, The Majestic desborda nostalgia, y anhelos, por una tierra libre y compartida; por una sociedad ligada con fines comunes, y dispuesta a hacer posibles los sueños de cada uno.
Una comunidad, donde el amor sea el motivo, y la felicidad, la meta de todos.
Y a veces, como en este caso, sirve un hombre “resucitado” de entre los muertos de una de las tantas guerras, para que traiga una nueva esperanza a un pueblo que se estaba apagando, cuando cada uno decidió vivir para él solo, y ya no para los demás.
Podríamos definir The Majestic como una fábula sentimental sencilla, de espíritu claramente “capriano” en donde un hombre pierde la memoria, y por momentos, su anterior identidad, y gracias a ello, logra encontrar su alma.
Claro que, detrás del trasfondo político e ideológico, también hay una historia nostálgica, sobre el cuestionamiento de ideales, y formas de obrar, una persona ha perdido su memoria, pero paralelamente, va encontrando la valentía de jugarse por los demás, valorando los sacrificios.
Mención aparte, para lo conmovedor que resulta esa especie de homenaje, hacia lo que una sala de cine representa para el público, además de la reflexión sobre las nefastas consecuencias, físicas o psicológicas, que una guerra acarrea.
Por ello, en The Majestic se desarrollan 2 historias que acaban confluyendo:
La que muestra la denuncia de una época, que no está tan pasada, pese al fin de la llamada “Guerra Fría”, en la que los valores que decía defender una nación, eran y son la excusa para aplicar la persecución de las ideas; y la que narra una situación muy concreta, tanto los hechos como la sociedad, el contexto en el que se desarrolla, etc., y los comportamientos sociales que se generan, según avanza la historia, y se va resolviendo la trama.
Resumida así, es evidente que The Majestic habla de una historia personal, la del hombre que busca su identidad perdida, tras un oportuno accidente en plena tormenta; y otra genérica, de un pueblo que busca su camino, su héroe, y lo encuentra en un hombre que sabe plantarse, y darles un soplo de aire frío.
“This is a free country, you can be a communist if you want to be a communist!”
Frank Darabont, es mejor guionista que director, lo cual se deja notar en un argumento impecable, sin lagunas, que no sólo consigue de nuevo emocionar, sino que vuelve a criticar.
La excusa, esta vez para realizar otro alegato a favor de la libertad del ser humano, es la llamada “Caza de Brujas” del Senador McCarthy.
No obstante, The Majestic es algo más que la historia de un cine.
Es también la propia historia del cine, de su magia, de la condena que sufre por parte de las distribuidoras, y salas comerciales, cuando obvian su esencia como espectáculo.
Eso sin olvidar, el juego del destino.
Curiosa fábula promovida por Frank Darabont, y su estrella Jim Carrey, que comienza como un cuento de hadas, y acaba escondiendo un alegato contra La Caza de Brujas de Hollywood.
Todo con una inmaculada pátina de perfección técnica, y amable comedia, aunque con notables puñaladas al sistema, y a la actitud cobarde de Hollywood, en los años 40 y 50.
Entre la primera imagen, y la penúltima, ambas un primer plano del guionista Peter Appleton, escuchando todos los “consejos” de los productores, para mejorar su guión, hay una diferencia importante:
Al inicio, los acepta todos, con tal de mantenerse en el sistema; al final, es capaz de enfrentarse a esa multitud de tópicos sugeridos, por un montón de inútiles que jamás han escrito un guión, y marcharse.
Romper con un sistema caduco, cobarde, ciego, y que está hundiendo el gran cine de Hollywood.
No cabe duda, con este planteamiento tan diáfano, que la propuesta de Frank Darabont tiene un afán didáctico, asistimos a un viaje en el que el protagonista va a aprender a enfrentarse a la vida:
A decir no, a madurar, y a recuperar su propia autoestima.
Una “voz en off” que pronto desaparece, exactamente en el momento en que pierde su identidad, por más ridícula que ésta sea, para ser confundido con un héroe fallecido en La Segunda Guerra Mundial.
Uno más de los muchos, cuyas tumbas veneran en el pueblo de Lawson… aunque dentro no estén los cuerpos sin vida, de esos hijos que jamás regresaron de combatir la injusticia en el mundo.
Su nueva vida es un aprendizaje, un camino, el sendero que debe recorrer un personaje mediocre, para convertirse en héroe, y ser abrazado por todo un pueblo, un pueblo que vive atrasado, atado a la tradición, encerrado, ocultando su historia en los sótanos, de espaldas a la vida moderna; para ilustrarlo, ahí están su monumento a los caídos en la guerra, escondido en el sótano del ayuntamiento; la música para bailar los jóvenes, algo que jamás se escucha en las fiestas; o su mítico cine, “The Majestic”, hoy en ruinas.
En esencia, es la historia de un hombre, que se encuentra a sí mismo a través de una ficción, contada a lo largo de más de 2 horas, que no se hacen precisamente cortas.
El hecho de que el protagonista, reabra la sala de cine del pueblo, cuyo nombre da título a la película, no deja de ser un homenaje al cine en su papel de factoría de sueños.
Gran parte de The Majestic, está empapado de una cinefilia en su sentido más amplio, entendiendo la afición al cine como algo más que disfrutar, solamente de las películas.
The Majestic es a veces citada, como el fracaso de Jim Carrey y Laurie Holden, durante el tiempo en el que ambos trabajaban como actores serios, aunque más tarde, Jim Carrey conseguiría alabanzas por su actuación en la película “Eternal Sunshine Of The Spotless Mind” (2004) y Laurie Holden, participaría en la exitosa serie “X-Files” como uno de los personajes principales.
Aparte de las malas críticas recibidas, Roger Ebert elogió The Majestic y sus ideales:
“The Majestic ondea la bandera en honor de nuestros héroes de La Segunda Guerra Mundial, y evoca a la nostalgia de los antiguos cines de los pequeños pueblos, y la gente que trabajaba en ellos...
Frank Darabont ha intentado deliberadamente, hacer la clase de película que Frank Capra hacía, sobre la gente decente de los pueblos, que apoyaba los valores estadounidenses tradicionales.
En una época en la que estaba de moda el patriotismo de “Rambo”, es bueno también recordar el patriotismo de Frank Capra, para recordar que EEUU, no es luchar y ganar, sino defender nuestras libertades”
Pero hay más, porque The Majestic también es una alegoría del cine, del cine de Hollywood, para ser más concretos, ese cine que sucumbió a La Caza de Brujas, y perdió muchos de sus encantos, hasta quedar sepultado; como el simbólico cine que hay en el pueblo:
Majestuoso en otro tiempo, hoy enterrado, hundido… hasta que alguien decide devolverle su esplendor, su majestuosidad perdida, a base del trabajo colectivo de todo un pueblo:
Una idea, la de la colectividad, muy comunista, en el fondo, sí hay un alegato comunista en The Majestic.
Recordemos que La Caza de Brujas, promovida por El Senador McCarthy, pretendía encontrar y castigar, a todos los presuntos comunistas que trabajaban en Hollywood, y que estaban infectando el cine, con ideas poco recomendables, tras La Segunda Guerra Mundial.
Una situación que llevó a delaciones, mentiras, y lo que hiciera falta para sobrevivir.
Y también, una situación que llevó a muchos grandes profesionales, a abandonar Hollywood, a trabajar en proyectos menores con pseudónimo o, directamente, a no trabajar.
Todo ello, evidentemente, supuso una pérdida de calidad global en el cine de las grandes productoras en los años 40 y 50.
Una idea simbólica que Darabont siente la tentación de convertirla en realidad, y eso aleja The Majestic de la historia, para pasar al terreno de la fábula:
Esa narración imaginaria, simbólica, que nos enseña, nos deleita, nos ilustra, pero desde luego, no es real; porque es difícil creer que un hombre se levante, diga no, y un imperio se derrumbe.
Sin embargo, el símbolo funciona:
The Majestic, pese a que le sobran minutos, acaba siendo un atractivo y aleccionador relato, del hombre contra el sistema, del individuo contra la masa, del cine contra El Comité de Actividades Anti Americanas.
Que un hombre sea capaz de decir no al Comité, como hicieron aquellos “Diez de Hollywood” luego sentenciados a la cárcel, y que pese a todo, salga entre aplausos de la sala de interrogatorios, convertido en un héroe del pueblo, es algo que nos hubiera gustado ver en la realidad… y que Darabont nos regala en una escena emotiva, quizá algo tramposa en su construcción, pero de esas que demuestran que en el cine, se pueden difundir ideas que ayuden a mejorar el mundo; aunque la realidad sea otra...
Al fin y al cabo, ese es uno de los poderes del cine, la capacidad de fabular.
Las películas que se exhiben en “The Majestic” también son de una claridad meridiana.
Sirven para contarnos, así en segundo plano, qué está pasando en el cine de Hollywood, a lo largo de los años 40 y 50; y ello se refleja, especialmente, en 3 títulos:
La reapertura del “Majestic” se celebra con “An American In Paris” (1951) ejemplo perfecto de evasión, de sueño hecho realidad, un musical con la ciudad del amor como telón de fondo, el mundo del arte se impone a la miserable vida cotidiana.
Es el cine de evasión, el que niega la realidad del país, y del momento.
Cuando la amenaza se cierne, con la presencia del FBI, rondando el pueblo de Lawson, “The Day The Earth Stood Still” (1951) es la película proyectada; ese mensaje pacifista, venido de las estrellas, enfrentado a un país belicista, en el que siempre hay alguien que dispara antes de preguntar, como vemos en “The Day The Earth Stood Still” (1951), un soldado dispara contra el alienígena pacífico.
No hay duda de quién es el pueblo avanzado, y cuál el retrógrado.
Finalmente, la noche en que todos han dado la espalda al presunto Luke, ahora ya llamado a declarar por El Comité, esa noche en que nadie acude al cine, se proyecta “Invasion Of The Body Snatchers” (1956), aquella que fue considerada la metáfora más perfecta sobre La Caza de Brujas, donde unas vainas sustituyen los cuerpos humanos, por unas réplicas idénticas, pero sin alma, sin vida, simples cuerpos sin voluntad propia.
Una descripción perfecta de los habitantes de Lawson, y de Hollywood.
Para cerrar el círculo, será precisamente su propia película como guionista, “Sand Pirates Of The Sahara”, la que acabe devolviéndole a la realidad.
Su proyección en el cine “The Majestic” devolverá la cordura, o mejor dicho, la conciencia de la realidad a Peter Appleton, que ya sabe quién es, y lo que realmente vale.
Es hora de poner fin al sueño, y volver a la realidad.
Toca declarar ante El Comité de Actividades Antiamericanas.
Dentro de The Majestic, hay 3 escenas, que personalmente resultan interesantes:
Una sería el principio, sobre todo por cómo está hecha, un primer plano de Carrey, mientras la acción sonora es “en off”, y por lo bien que refleja la cruda realidad de muchos guionistas, cuando ven como unos ignorantes productores, destrozan su trabajo.
La segunda sería, el discurso de Emmett Smith (Gerry Black) a Jim Carrey; y la tercera, es el discurso de un padre, sensacional Martin Landau, ilusionado con restaurar “The Majestic”, aquél antiguo cine del pueblo, y un lugar claramente especial, a un hijo que no recuerda lo que realmente significó para él.
Un diálogo sobre lo que representa asistir a un cine, sobre la importancia de compartir esa experiencia, sobre el agradecimiento eterno al Séptimo Arte.
Sobre vivir la magia que desprende, y poder disfrutar de cómo unas imágenes pueden conseguir que florezcan nuestros sentimientos más profundos.
Una escena que da prioridad máxima a la palabra, a los actores, sin necesidad de manipulación emocional, mediante una partitura musical.
Y, paralelamente al cine como símbolo del Cine, también hay un elemento que Darabont maneja con habilidad:
La música.
“That's why we call it The Majestic.
Any man, woman, child could buy their ticket, walk right in.
Here they'd be, here we'd be”
Resulta pues, que la excesiva afición de La Administración Estadounidense por la observancia de Los Derechos Humanos en otros países, que se manifiesta en los informes anuales del Departamento de Estado a este respecto, le impide a Washington, percibir hasta qué punto, algunos modelos de su propia legislación, entraron en contradicción con la democracia.
Se trata, desde luego, del “Acta Patriótica”, o “USA PATRIOT” que significa “Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism Act of 2001” o sea, la ley que les concede a los servicios secretos de EEUU, “carta blanca” para vigilar la vida privada de los ciudadanos estadounidenses, bajo el pretexto de “protección contra el terrorismo”
Pese a los colosales esfuerzos que el equipo de George Bush emprendió por hacer esta ley permanente, El Senado prolongó su vigencia temporal, sólo por 6 meses, mientras que La Cámara de Representantes, lo redujo a 1 mes.
EEUU, afronta de hecho, un dilema de excepcional importancia, de si el volumen de las libertades cívicas, corresponde a lo enunciado en La Constitución, o en el país sigue manteniéndose un control total de las autoridades sobre el estado de las mentes de Mr. John Smith, donde quiera que habite en Estados Unidos este matrimonio estadístico medio.
Cabe recordar que “El Acta Patriótica”, que entró en vigor inmediatamente después del 11 de septiembre de 2001, no sólo legalizó la escucha de las conferencias telefónicas, la intercepción de la correspondencia, y los mensajes del correo electrónico, y la vigilancia externa, sino también, formas más refinadas de intervención en la vida privada, tales como sustracción en secreto de documentos de trabajo, e historias clínicas.
Los Servicios Secretos, hasta llegaron a ver las tarjetas bibliotecarias de los estadounidenses, a fin de saber si leen literatura subversiva.
Y todo eso, sin autorización judicial.
Paralelamente, en EEUU, se han instituido “Comisiones Militares” que de hecho, son Consejos de Guerra, integrados por 3 miembros para ver casos de ciudadanos extranjeros, sospechosos de terrorismo.
El estatuto de estos órganos, no preveía observar el principio de la presunción de inocencia, como tampoco requería unanimidad para meter a una persona entre rejas, en la base militar de Guantánamo.
El Poder Ejecutivo en EEUU, también se arrogó el derecho de declarar a algunos ciudadanos extranjeros “combatientes enemigos” e interrogarlos, aplicando torturas en las cárceles secretas de Europa, lo más lejos posible de las costas de EEUU, a fin de no responder por las burdas violaciones de procedimientos judiciales.
Concretamente, los sospechosos eran detenidos por algún tiempo, sin que se les formulara acusación concreta, negándoles todo acceso a los abogados.
Total que la Administración presidida por George Bush, ha preferido a las libertades democráticas, de que los estadounidenses están acostumbrados a gozar, cierto modelo propio y dudoso, de seguridad pública.
Inmediatamente después del atentado terrorista del 11 de septiembre, esta situación parecía, más o menos aceptable todavía.
Mas, 4 años después, cuando la sed de venganza cedió al sentido común, “La América Liberal” se muestra indignada por una “agresiva”, como la interpreta, actitud del Poder Ejecutivo, y de George Bush personalmente.
Organizaciones democráticas, congresistas, y senadores, medios de comunicación, y hasta jueces, llegan a la conclusión, de que El Presidente usurpó sus derechos de que no está investido, según La Constitución, y atenta contra la libertad del individuo.
Si bien, todo indica que Bush dista mucho de sus predecesores, en lo que se refiere a apretar tuercas en tiempos de crisis; durante La Guerra Civil, El Presidente Lincoln, hizo arrestar a miles de sospechosos de simpatizar con los rebeldes.
Durante La Primera Guerra Mundial, El Presidente Woodrow Wilson, persiguió a los activistas del movimiento antibélico.
Después de la tragedia de Pearl Harbor, Franklin Roosevelt, a su vez, internó a decenas de miles de ciudadanos estadounidenses de origen japonés...
De manera que Bush, como hasta sus críticos reconocen, sigue un camino trillado con la única diferencia de que después de Vietnam, Watergate, y escándalos en torno a la CIA y FBI, la gama de las libertades cívicas en EEUU, se ha ampliado, cayendo bajo sospecha pública, El Poder Ejecutivo.
Teniendo por fondo esta situación nueva y liberal, el desfase del equilibrio racional entre la seguridad nacional, y la libertad del individuo, parece más chocante.
El “Acta Patriótica” no es el único instrumento de ataque contra las libertades cívicas.
Hace un tiempo, The New York Times informó, sobre las operaciones realizadas por La Agencia de Seguridad Nacional, en las escuchas masivas de teléfonos privados, que se llevaron a cabo con violaciones de la ley.
El presidente admitió, haberlas autorizado personalmente, sin decisión judicial, o notificación al Congreso.
¿Está investido de tales facultades, el inquilino de La Casa Blanca?
Quienes dicen que “no” son cada vez más en EEUU.
Los diputados al Congreso declaran que hace 4 años, cuando la Administración los puso al tanto de los nuevos métodos de lucha contra el terrorismo, no se habló de estos poderes.
Más aun, se supo que la intercepción de conferencias telefónicas y correo electrónico, se realizan por la maquinaria de La Agencia de Seguridad Nacional, detrás de un órgano secreto especial, instituido hace 30 años, y encargado de controlar operaciones súper secretas de esta clase.
Nuevos debates sobre el destino del “Acta Patriótica” que han surgido en medio de un escándalo de proporciones nacionales, contribuyeron a la caída del prestigio del Presidente Bush, que ya de por sí, se ha reducido al 43%.
“I thought this was a democracy”
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