12 Days of Terror

“Aren't you interested in beach bathing?”

Se cuenta que el millonario y atleta, Hermann Oelrichs, estaba seguro de que ningún tiburón había mordido a un ser humano anteriormente; estaba tan seguro de ello, que en 1891, Oelrichs ofreció $500, unos $12.000 hoy en día, a cualquiera que pudiera probar que estaba equivocado.
Estaba tan seguro de que una vez, cuando era el anfitrión de una fiesta en su casa junto al mar, él mismo se metió en el agua con un tiburón, por una apuesta de $250 con sus clientes, de acuerdo con un artículo de 1891, del Pittsburg Dispatch.
Algunos asistentes a la fiesta gritaron, y otros se taparon los ojos.
Otros pidieron ayuda…
Pero el escualo continuó nadando posiblemente asustado por el chapoteo; y Oelrichs más tarde repitió este truco en su yate.
Y no fue el único.
Muchos, aunque no todos, de los científicos de aquella época creían que los tiburones eran inofensivos; pues los informes de ataques de tiburones en EEUU, fueron a menudo descartados como “cuentos de pescadores”
Los científicos, de hecho no tenían una mínima comprensión del comportamiento del tiburón; había todo tipo de ideas falsas.
Por lo menos en ese momento, una escuela de pensamiento era, que toda la materia acerca de los tiburones, eran rumores y mentiras.
Todo cambió hasta los ataques de tiburón de la costa de Jersey del año 1916, que fueron una serie de ataques de tiburones que sucedieron a lo largo de la costa de New Jersey, entre el 1 y el 12 de julio de 1916, en los que 4 personas murieron, y 1 resultó herido.
Hasta entonces, la creencia generalizada era, que no había ataques de tiburones en las costas de la civilizada Norteamérica.
Los tiburones, según se creía, solo probaban carne humana en otros mares, y en otras culturas, pero siempre muy lejos.
El Squalus carcharius que nombró el científico, naturalista, botánico y zoólogo sueco, Carl Nilsson Linnæus en 1758, y que en 1873, se convirtió en el Carcharodon carcharias, nombre científico por el que ahora lo conocemos; tiene un tamaño medio, en adultos, que va de los 4 a los 5.5 metros, con el récord certificado de un ejemplar capturado en Cuba, en 1945, con 6,4 metros, y algo más de 3 toneladas de peso.
Se sabe que su ataque es brutal, y de una sola dentellada, se puede llevar al estómago hasta 14 kilogramos de carne.
Su distribución geográfica, siempre sobre la plataforma continental, y cerca de la costa, cubre todos los océanos del globo, excepto El Ártico y los mares de la Antártida.
Aparece a menudo en las costas sur y este de Norteamérica, desde El Golfo de México, hasta Terranova.
Y ahí, en el centro de la costa este, está New Jersey.
Los ataques, se produjeron durante el transcurso de una ola de calor veraniega, que coincidió con una mortal epidemia de poliomielitis en el noreste de Estados Unidos, lo que llevó a miles de personas a los balnearios de la costa de Jersey.
Los ataques de tiburón en la costa Este de los Estados Unidos, fuera de los estados semitropicales de la Florida, Georgia y las Carolinas, eran raros, pero los estudiosos creen, que la mayor presencia de tiburones y seres humanos en el agua, condujo a los ataques de 1916.
La serie de sucesos, comenzó el 1 de julio de 1916, en la bahía de Beach Haven, New Jersey.
El joven, Charles Vansant, nadaba cerca de la costa, cuando fue atacado por un tiburón, que se lanzó hacia él, cuando regresaba a la orilla, a menos de 1,50m de profundidad.
El joven fue sacado del agua por varios bañistas, pero murió desangrado 2 horas después.
Y 5 días después, el 6 de julio, en Spring Lake, New Jersey; Charles Bruder, un botones del Hotel Essex and Sussex, fue atacado por otro tiburón, también a poca distancia de la costa.
Como en la vez anterior, pudo ser sacado del agua antes de ser devorado, pero murió sin poder recibir atención médica.
El sábado 8 de julio, en Asbury Park, un salvavidas que remaba en una lancha, tuvo otro encuentro con un tiburón, al que logró ahuyentar con un remo, no sin que antes cundiera el pánico en la playa.
Esa misma tarde, en La Bahía de New York, en una plataforma flotante situada frente a Bayonne, New Jersey; un teniente de la policía, disparó varias veces a la cabeza de un tiburón que se acercaba a unos niños que nadaban en la playa.
No pudo matarlo, pero logró alejarlo de la costa.
Los ataques en agua dulce, comenzaron el 11 de julio, en una poza del río Matawan, cuando Rennie Cartan, de 14 años, sufrió diversos arañazos en la piel, supuestamente causados por los dentículos de un tiburón, mientras jugaba en el agua con otros niños.
El 12 de julio, Thomas Cottrell, ex capitán de barco jubilado de 58 años, cruzaba el Matawan por un puente de tranvías, cuando vio a un tiburón avanzar lentamente río arriba, en dirección al pueblo.
El ex capitán, intentó alertar a la población, sin que nadie le creyera, por lo que comenzó a recorrer el río en su lancha de motor Skud, tratando de poner sobre aviso a los bañistas.
Aproximadamente, a las 2 de la tarde del mismo día, Lester Stilwell, un niño epiléptico de 12 años, nadaba junto a otros niños en la poza, cuando fue arrastrado bajo el agua por uno de los tiburones.
Los demás niños salieron corriendo del agua pidiendo ayuda, y se reunió una muchedumbre de curiosos y familiares en el lugar.
Muchos de los presentes, creían que el niño se había ahogado tras un ataque de epilepsia, y no que había sido víctima de algún depredador.
Al tiempo que se formó un grupo de rescate para recuperar el cuerpo, en el que se encontraba Stanley Fisher, sastre corpulento de 24 años.
Luego de varias zambullidas, Fisher salió del agua con el cuerpo del niño, pero entonces fue atacado varias veces por el tiburón, que lo arrastró a la parte más profunda del río.
Al final logró soltarse por sí mismo, y fue trasladado al Hospital Mounmouth Memorial, de Long Branch, en el que murió pocas horas después.
Ese día, fue atacado también, Joseph Dunn, un joven neoyorquino, mientras nadaba en el Matawan con su hermano y un amigo.
En esta ocasión, la víctima sobrevivió, gracias a la ayuda oportuna de Cottrell, quien recorría el río en la Skud, junto al abogado de Matawan, Jacob Lefferts.
El Alcalde de Matawan, ofreció entonces una recompensa de $100 a quien lograra matar al tiburón.
Los hombres de la región, utilizaron escopetas y dinamita para cazarlo, y se tendieron mallas de alambre en la desembocadura del río, en Keyport, para evitar que regresara al mar.
La madrugada del 14 de julio, fue encontrado el cuerpo medio devorado de Lester Stilwell en el río.
Esa misma tarde, se descubrió que el tiburón había escapado haciendo un agujero en una de las mallas de alambre, lo que hizo que cundiera el pánico en las playas cercanas, y los hoteles se quedaran vacíos, hundiendo a las ciudades costeras en una crisis económica.
La reacción local y nacional a los ataques, ocasionó una oleada de pánico, que produjo la caza de tiburones para erradicar la población de tiburones “come-hombres”, y proteger la economía de las comunidades costeras de New Jersey; y las comunidades turísticas cerraron sus playas públicas con redes de acero para proteger a los bañistas.
Los cientos de tiburones capturados, eran abiertos en los muelles para comprobar la existencia de restos humanos, sin ningún resultado.
El entonces Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, encargó al Secretario del Tesoro, William Gibbs McAdoo, que emprendiera una campaña para exterminar a todos los tiburones de las costas de New Jersey, una “guerra contra los tiburones”, aunque esta ambiciosa empresa fracasó.
Y es que Wilson, que se iba a presentar a la reelección, era un hombre de New Jersey, era su Estado, del que había sido Gobernador, y al que, una vez Presidente, volvía cada verano, con todo su séquito, de vacaciones.
Ganó las elecciones, pero los condados de New Jersey cercanos al mar, a las playas y al turismo, votaron en contra.
Los cercanos al mar, y comparando con las elecciones presidenciales anteriores, en 1912, votaron por Wilson entre un 9% y un 11% menos, y los que, además, vivían de las playas y el turismo, bajaron un 14%
Y la suma de todos los votos, le llevó a perder en New Jersey, hasta entonces, repito, su Estado; nótese así, el impacto de las muertes en la política.
Por otra parte, el 14 de julio, a primera hora de la mañana, el taxidermista neoyorquino, Michael Schleisser, en compañía de su amigo, John Murphy, mató con un remo a una hembra de tiburón blanco de 2,30m de longitud, y 160kg de peso, en una pequeña lancha de sólo 2.40m de eslora, frente a la costa de South Amboy.
El tiburón, había sido atrapado por accidente, mientras los hombres pescaban con red en la Bahía Raritan.
En su estómago se encontró un montón de carne y huesos, supuestamente humanos, de alrededor de 7kg de peso, por lo que se concluyó que este ejemplar era el causante de los ataques.
Así pues, repito, el conocimiento científico acerca de los tiburones, antes de 1916, se basó en conjeturas y especulaciones.
Los ataques, obligaron a los ictiólogos a volver a evaluar las creencias comunes acerca de las habilidades de los tiburones, y la naturaleza de sus ataques.
Los ataques de la costa de Jersey, entraron inmediatamente a formar parte de la cultura popular estadounidense, y los tiburones se convirtieron en caricaturas que representan peligro en las columnas editoriales de los periódicos.
El turismo en las playas de New Jersey, cayó hasta un 75% en algunas zonas, y las pérdidas en dinero y empleo fueron importantes.
Los ciudadanos, los políticos, los científicos, los pescadores, los empresarios, la sociedad al completo, todos entraron en el debate sobre el peligro que suponían los tiburones y, por su supuesto, del impacto que provocaban en el turismo.
Y este impacto llegó hasta varias décadas después, hasta 1975, con el libro de Peter Benchley, y la película homónima, “JAWS” de Steven Spielberg, en la que, incluso, el experto en tiburones menciona los nunca olvidados ataques de 1916.
Los ataques, también fueron tema de varios documentales realizados por History Channel, Discovery Channel, y National Geographic Channel.
Años después de aquel verano del tiburón, que inauguró la aversión a los escualos que ahora llamamos selacofobia, se creó un pánico que todavía perdura.
“I'm a fishman”
12 Days of Terror es una película de terror, del año 2004, dirigida por Jack Sholder.
Protagonizada por Colin Egglesfield, Mark Dexter, Jenna Harrison, John Rhys-Davies, Jamie Bartlett, Adrian Galley, Colin Stinton, Roger Dwyer, Patrick Lyster, Nigel Sweet, Paul Ditchfield, Daniel Kriel, entre otros.
El guión es de Jeffrey Reiner y Tommy Lee Wallace, basados en los acontecimientos reales ocurridos en julio de 1916, en el centro y el sur de las costas de New Jersey, tal como se relata en el libro de Richard Fernicola del mismo nombre.
12 Days of Terror, narra precisamente los 12 días durante los cuales, la gente a lo largo de la costa de New Jersey, estuvo bajo los continuos ataques de un tiburón blanco; considerado el ataque más sangriento de la historia por parte de un tiburón cercano a la costa.
Fue una situación única, pero claramente no importa dónde y cuándo se produce.
Siempre que una comunidad se encuentra con una serie de incidentes en un corto período de tiempo, la comunidad reacciona más o menos lo mismo...
El orden habitual de las cosas, es por lo general de temor; seguido de negación, seguido por la venganza, y luego seguido por una aproximación al problema científico o racional.
Es una reacción atemporal y cultural universal.
El telefilm, fue producido por Sudáfrica, un país que sabe de tiburones, que narra con cierta fidelidad los sucesos que décadas más tarde inspiraría a Peter Benchley para “JAWS”
El título, 12 Days of Terror, puede decepcionar a ciertos aficionados, principalmente porque  Discovery Channel sacrifica en todo momento la espectacularidad, en beneficio de una fidelidad a los hechos acontecidos; así como hace pensar en el terror tal y como lo percibimos en los filmes del género.
Además, el afiche o los anticipos de este film para televisión de Discovery, que inspiró a un icono del cine, es posiblemente el peor favor a la obra misma, pues no es precisamente la espectacularidad lo que se busca, sino retratar una historia real, y además de época, dando especial cuidado a la parte humana.
En 1916, el tranquilo verano en una pequeña ciudad costera de Nueva Inglaterra, es salvajemente interrumpido, cuando un tiburón devora a un bañista.
Al principio, el sheriff y demás autoridades, lo consideran un caso aislado...
Después de todo, a pesar de las leyendas, los tiburones rara vez atacan y matan a los humanos, especialmente cerca de la costa.
Pero el tiburón ataca de nuevo, y el lugar se ve envuelto en un gran revuelo; y patrullas de cazadores parten en barcos para tratar de localizar a la bestia asesina.
Aunque acaben con la ola de ataques, nunca podrán saber por qué motivo se iniciaron los ataques del animal.
Con un saldo de 4 personas muertas y 1 quinta sufre heridas graves; luego de que el tiburón es capturado, se le realiza una autopsia, y en su estómago se encuentran 7kg de carne humana.
12 Days of Terror es una película interesante, una de las más intrigantes; donde el tiburón mismo no se deja ver.
Al igual, son buenas las actuaciones y, queda demostrado, que para hacer una buena película de tiburones, no hace falta echar sangre a borbotones.
“Are you aware of the fact they've had shark attacks here?”
Pocas sensaciones, excepto el terror, produce en nuestra especie, la visión del ataque de un tiburón:
Una enorme boca llena de dientes puntiagudos y, seguramente muy afilados, una evidente ferocidad, un ataque brutal, dentelladas, despedazamiento, un daño inigualable y, casi seguro, la muerte, todo ello nos lleva al terror.
Aquí estamos ante una película apreciable, y bien hecha, con una buena puesta en escena de la época, y de la atmósfera veraniega de un pueblecito costero, Matawan, y con personajes atractivos.
El telefilm, producción de Discovery Channel, 12 Days of Terror, parece hecho a pulso, y cae en varios clichés donde sin embargo, trata de forma desesperada e inteligente de obviar las pobrezas del presupuesto.
Su director, Jack Sholder, realiza un competente trabajo, en el que procura no dar excesivo énfasis a los ataques del tiburón, a sabiendas de que los sucesos reales ya fueron suficientemente aterradores de por sí, y que cualquier intento de estirar las escenas más truculentas, podrían dar al traste con la verosimilitud de lo narrado.
Por tanto, Sholder hizo lo que pudo, y bueno, se puede ver al menos como si de un documental tratase.
Nadie dijo que fuera fácil, que llevar todo el trabajo de atrezos y las vestimentas del casting entero, está como se citó, muy bien trabajado.
12 Days of Terror es un film sumamente interesante, respetando la realidad de los hechos y el dolor ajeno, pero creo que es una gran película, aunque con ella se liberan los sentimientos de aquellas personas que perdieron a sus seres queridos.
Allí tenemos al socorrista, Alex (Colin Egglesfield), que trabaja en la playa.
En 1916, era la costumbre que la población fuera a bañarse en el mar para liberarse del calor y los problemas, tanto de salud imperantes, como políticos con La Primera Guerra Mundial en Europa.
Inesperadamente, toma lugar un incidente muy cercano a la costa, en la que Alex toma responsabilidad, y lo rescata.
Sin embargo, la víctima tiene una inusual gran herida en la pierna, y muere.
Todo apunta a un ataque de tiburón, pero las autoridades de la ciudad lo niegan, por temor a las pérdidas económicas.
Entonces, la playa permanece abierta, y sin restricciones.
Alex, aturdido, confía en que hay un tiburón rondando la playa.
Así, junto con un Capitán de un barco pesquero, es de la opinión de que el ataque de un tiburón, fue debido al flujo inusual de gente en las cálidas aguas del océano.
La próxima víctima, fue un colega de Alex, que trató de advertir a 2 jóvenes que están demasiado lejos de la playa.
A su regreso, él es claramente atacado por un tiburón, pierde las 2 piernas y muere.
Después del establecimiento de una valla de seguridad en el mar, la playa se reactiva como “segura”
Sin embargo, unos días más tarde, El Capitán descubrió por el azar, como un gran tiburón nadó por el canal adentrándose hacia la ciudad.
Él trató de advertir a la población…
Sin embargo, el tiburón atacó a un niño mientras se bañaba.
Después de un intento de rescate, muere Stanley, el prometido de la ex novia de Alex.
En el camino de vuelta al mar, el tiburón atacó a otro niño mientras se bañaba, pero pudo ser rescatado, aunque gravemente herido.
La población, por tanto, se tiró al mar a la caza del tiburón.
No fue hasta que El Capitán y Alex se hicieran a la mar, lograron capturar a un tiburón blanco; y cuando fue abierto, se encontraron huesos humanos y trozos de tela.
Después de que el flujo caliente se calmara, no hubo más tiburones descubiertos cerca de la costa…
Reivindicando 4 vidas, e hiriendo gravemente a un muchacho joven, los ataques de la orilla de Jersey, eran de hecho horripilantes pero proporcionaron la información invaluable del mundo sobre tiburones.
Hasta ese momento, la naturaleza de los ataques no tenía bases, con la información existente disponible sobre los tiburones.
Siempre se pensó, que un tiburón asesino, nunca nadaría cerca de la orilla, ni un tiburón atacaría a un nadador.
Con esa escuela de pensamiento, la playa parecía el lugar más seguro del mundo…
Obviamente, el año de 1916, fue un tiempo muy diferente, y los EEUU estaban involucrados en La Primera Guerra Mundial.
Para las personas que vivían cerca de la costa de Jersey, bañarse en el océano fresco, era una revitalización para escapar del estrés de la vida, al igual que un día en el spa es para unos ahora.
Así, 12 Days of Terror captura la sensación de la novedad, en disfrutar de un día en la playa, que nunca será replicado.
Fue la última escapada refrescante; pues ahora somos bombardeados por los comerciales para los agentes de viajes en línea, y las familias toman numerosas vacaciones exóticas por año, a los que viven en Jersey, un día en la orilla es totalmente común.
Y 12 Days of Terror nos trae de vuelta a esa simplicidad, sólo para sentar el escenario de los ataques más horribles hechos por tiburones; y no pierde tiempo, pues hay una matanza a principios del metraje.
La sangre no es excesiva, pero lo que se muestra es muy realista, especialmente cuando la cara de la primera víctima se vuelve gris azulado, al perder tanta sangre.
Más tarde, vemos a los tiburones masticarse las piernas de un salvavidas; sin embargo, 12 Days of Terror ofrece algunas imágenes emocionantes, sólo que de una manera más sutil.
Los efectos especiales visuales no son fantásticos, pero estoy seguro de que los cineastas hicieron lo mejor que pudieron con el presupuesto con el que estaban trabajando; y muestra cómo estos ataques afectaron el paisaje en el momento, y cómo hizo que el mundo replanteara sus suposiciones anteriores sobre los tiburones.
Aquí no hay carnicería visual, como lo hay en el cine del género actual, también se teje en algunos momentos dramáticos:
Hay una trama que involucra al hermano de Alex (Colin Egglesfield), Stanley (Mark Dexter), y su relación con Alice (Jenna Harrison), la chica a la que Alex también tuvo algo, y con la que aparentemente se queda al final.
El Capitán (John Rhys Davies), es un pescador que lleva a Alex en su barco, The Jersey Rose, para buscar al tiburón asesino, y que logra atrapar, en apariencia.
Pero sobre todo, resultan curiosas muchas cosas sobre la historia real.
Para empezar, en ningún momento queda claro, qué tipo de tiburón es el que está atacando, podría bien ser un tiburón blanco, o un tiburón toro, que no son tan raros; e incluso podrían ser varios tiburones distintos...
Dada la fecha en la que sucedieron los hechos, cuesta mucho dar un dato preciso, tanto que hasta hoy, la controversia perdura.
El personaje del científico de 12 Days of Terror, afirmó que los tiburones toro nadan en agua dulce, incluyendo El Lago de Nicaragua; pero no fue sino hasta la década de 1970, que se demostró que los tiburones de agua dulce, y tiburones toro, eran los mismos.
Antes se creía que eran 2 especies diferentes.
Otra de las curiosidades, es como al principio se empeñan en creer que no puede ser un tiburón, sino por ejemplo, “un torpedo de algún submarino alemán”
Hay que recordar, que estaban en plena Primera Guerra Mundial, y la paranoia sobre los ataques enemigos, están en su punto más álgido.
Por esta razón, no quieren cerrar la playa.
Del reparto, las actuaciones no son muy allá, sin duda, pero son suficientes y más que válidas, destacando al veterano John Rhys-Davies, como una garantía como secundario.
Y el protagonista, en la cara del modelo Colin Egglesfield, para llamar la atención de la muchachada; que, como no podía ser de otra forma, representa el romance exprés de rigor, la carga de moralina en el rectísimo y súper bueno protagonista, y el final feliz o reconfortante, omitiéndose cualquier sombra de duda; en un final algo anti-climático aunque, recordemos, nos encontramos ante un documental dramatizado, y no un film fantástico como tantos otros del género, donde se manipulan a conveniencia ciertos datos sobre el comportamiento de los tiburones.
Aun así, 12 Days of Terror, con toda su modestia, cuenta con suficientes escenas de tensión e interés, como toda la secuencia del ataque en el río, e incluso una pequeña historia romántica entre los protagonistas, que no tiene mayor transcendencia, pero sirve para aligerar la tensión, y rellenar algo el metraje.
En síntesis, es un telefilm discreto, que para al año de su producción pudo ser más.
La historia real, donde sin duda, Steven Spielberg halló terreno fértil para darle espectacularidad, sentido de acción, drama, aventura y atracción; es todo lo que le falta a 12 Days of Terror.
“Reward offered for capture of killer shark”
Todos estos sucesos, reales y documentados, fueron los que abrieron con estruendo la leyenda negra de este animal, al que hasta entonces se desconocía bastante, y se le prestaba poca atención, desencadenándose una caza indiscriminada y sin cuartel de todo tipo de escualos.
En 1974, el escritor estadounidense, Peter Benchley, quien creía que todos los ataques habían sido ocasionados por el tiburón del taxidermista Michael Schleisser, se inspiró en estos hechos, para escribir su novela “JAWS”, convertida en película al año siguiente por Steven Spielberg, y los estudios Universal, creando uno de los más grandes éxitos de taquilla de todos los tiempos.
Pero tanto la novela como la película, contienen muchos datos incorrectos acerca del comportamiento del tiburón blanco, mitos originados por el desconocimiento que se tenía de esta especie en aquella época.
En 2004, Discovery Channel realizó un telefilme sobre los sucesos, titulado 12 Days of Terror; donde nuevamente es el tiburón de Schleisser el atacante; y expone la poco probable pero popular teoría de que un tiburón blanco fuera el causante de todos los ataques.
Hoy en día se cree que fueron varios tiburones toro, y no un único ejemplar de gran blanco, los auténticos asesinos.
Esta hipótesis se fortaleció tras el llamado “Verano del Tiburón” en el año 2001, cuando hubo una inusitada cantidad de ataques de tiburones a lo largo de las costas de Florida y los estados aledaños, algunos ocurridos mucho más al norte de lo normal, como en 1916.
Varios de estos ataques, fueron ocasionados por ejemplares de tiburón toro, especie famosa por remontar las desembocaduras de los ríos en busca de presas.
Desde varios años antes, se suponía que algunos ejemplares de esta especie, habían sido los auténticos causantes de los sucesos de Matawan.
Pero en el año 2002, el explorador submarino, Fabien Costeau, nieto de Jacques Costeau, y originario de New York, aseguró, tras una serie de investigaciones financiadas por National Geographic, que probablemente los ataques en el mar en 1916, habían sido provocados por tiburones blancos, pero sin duda, los ataques en Matawan eran obra de tiburones toro, teoría confirmada al analizar el nivel de salinidad del río, y comprobar que era mucho más bajo que el aceptable para la supervivencia del gran blanco, incluso durante la marea alta.
Así, el cuerpo del tiburón blanco necesita que haya dentro de su cuerpo una determinada cantidad de sal; por tanto, si un gran blanco entrara en un río, la sal de su cuerpo se diluye por osmosis, y al faltar sal, las células se expanden llegando incluso a explotar, el cuerpo del tiburón se hincharía, y acabaría muriendo en pocas horas; en cambio, un tiburón toro seguiría nadando, pues dispone de una glándula cerca de la cola que se cierra para evitar la pérdida de sal, mientras que sus riñones reutilizan la que ya tiene, por que puede nadar tanto en agua dulce como salada.
Los científicos, aún investigan la razón por la que estos ejemplares hayan pasado por un encarnizamiento tan poco común para su especie.
El tiburón de los sucesos de 1916, fue disecado, y la caja de huesos fue enviada al director del Museo de Historia Natural de New York, Frederic Lucas, para que los analizara.
Desde el ataque a Charles Bruder en Spring Lake, Lucas había designado al reconocido ictiólogo, John Nichols, para que investigara la identidad del depredador, que muchos aseguraban, se trataba de una orca o una tortuga gigante.
El 8 de julio, Nichols había concluido que el atacante era un tiburón.
Éste fue exhibido en las oficinas de un periódico neoyorquino, hasta donde acudió Nichols para verificar su teoría.
Tras analizar la caja de huesos, Frederic Lucas anunció, que el tiburón capturado, no era el responsable de los ataques de Matawan, puesto que los huesos encontrados en su interior, aunque humanos, no eran de las víctimas del río, sino probablemente de un hombre que se había ahogado, y cuyo cuerpo había sido devorado luego por el tiburón en el mar.
A pesar de todo, varios especialistas independientes, determinaron que entre los huesos encontrados, estaban la tibia de un muchacho, de 28cm de largo, probablemente de Lester Stilwell, y un fragmento de costilla perteneciente a un hombre joven, quizás de Charles Bruder.
Aún se debate la veracidad de ambas conclusiones.
Los ataques de tiburones de New Jersey de 1916, enviaron un mensaje a los ciudadanos de los Estados Unidos.
Se dijo que el océano era todavía salvaje.
Nadar en el mar, era relativamente una nueva forma de entretenimiento en 1916.
Pero cuando los estadounidenses se acercaron a las playas, dieron su primer paso en el mundo de los tiburones.
El choque cultural, era natural.
Aun así, todo parece indicar, que todo lo que creemos saber acerca del mar y sus habitantes, nunca es suficiente, y siempre nos sorprenden.

“He's a good catch, Louise”



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