The Count of Monte Cristo

“I am suggesting the holy remedy:
An eye for an eye”

“Le Comte de Monte-Cristo” es una novela de aventuras clásica, de Alexandre Dumas padre, y Auguste Maquet; este último no figuró en los títulos de la obra, ya que Alexandre Dumas pagó una elevada suma de dinero para que así fuera.
Maquet, era un colaborador muy activo en las novelas de Dumas, tanto que llegó a escribir obras enteras que Dumas reescribió más tarde.
Esta obra, se suele considerar como el mejor trabajo de Dumas, y a menudo se incluye en las listas de las mejores novelas de todos los tiempos.
El libro se terminó de escribir en 1844, y fue publicado en una serie de 18 partes durante los 2 años siguientes.
La idea de escribir “Le Comte de Monte-Cristo”, surgió al regresar de un viaje a Elba, cuando el barco de Dumas pasó cerca de la isla desierta de Montecristo, situado a medio camino de Córcega e Italia continental, al sur de Elba, y al oeste de Giglio.
El escritor, que había conocido ya a Jerome Bonaparte, hermano de Napoleón, decidió entonces escribir una novela sobre la venganza que urde sin prisa, un hombre destruido; y obtuvo la idea principal de una historia real, que encontró en las memorias de un hombre llamado Jacques Peuchet.
Peuchet contaba la historia de un zapatero llamado François Picaud, que vivía en París, en 1807.
Picaud, se comprometió con una mujer rica, pero 4 amigos celosos, le acusaron falsamente de ser un espía de Inglaterra; siendo encarcelado durante 7 años.
Durante ese tiempo, un compañero de prisión moribundo, le legó un tesoro escondido en Milán.
Cuando Picaud fue liberado en 1814, tomó posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París, y dedicó 10 años a trazar su exitosa venganza contra sus antiguos amigos.
Otra fuente revela, en relación con la realidad, que sí existió un Conde de Montecristo:
Jean-Paul Bendit, Conde de Montecristo, fue un noble francés que, en 1789, defendió los principios de La Revolución.
Colaboró notablemente en la redacción de La Constitución de 1791, y fue detenido en 1792, acusado de traición.
Al no encontrarse pruebas, fue puesto en libertad, y asesinado posteriormente con ácido sulfúrico, bajo el pretexto de una limpieza bucal, un método frecuente en la época, de lo que se deduce que él no intentó escapar de la muerte.
Co todo, la historia de “Le Comte de Monte-Cristo”,  tiene lugar en Francia, Italia, y varias islas del Mediterráneo, durante los hechos históricos de 1814 y 1838, “Los Cien Días” del gobierno de Napoleón Bonaparte, el reinado de Louis XVIII de Francia, de Charles X de Francia, y el reinado de Louis Philippe I de Francia.
Y trata sobre todo, los temas de la justicia, la venganza, la piedad y el perdón, siendo contada en el estilo de una historia de aventuras.
El libro tiene una trama rica y compleja, con multitud de personajes.
Aunque es ficción popular, eso no significa que carezca de un significado más allá de la historia.
Gran parte de las cuestiones temáticas de la novela, se centran en la lealtad, la venganza y el servicio a Dios.
El héroe, Edmond Dantès, se obsesiona completamente con buscar la justicia para los que le ayudaron se convierte en un espíritu guardián; y para los que le perjudicaron, se convierte en el ángel vengador de Dios.
Todos los que le traicionaron, son enfrentados a la justicia de una manera que refleja la traición original.
Sin embargo, la primera vez que sale perjudicado un espectador inocente en el transcurso de su venganza, se da cuenta de que sólo Dios es capaz de dispensar justicia, y cesa en sus intentos de castigo.
Como curiosidad, es destacable el abundante empleo y buen manejo del incipiente Derecho Mercantil Capitalista de la época a lo largo de la compleja trama financiera que envuelve la venganza sobre el banquero Danglars…
“Le Comte de Monte-Cristo” es puramente novecentista:
Su narrador, todopoderoso guía omnisciente; la descripción de sus personajes es intensa desde su introducción; estos representan los diferentes arquetipos de los vicios y las virtudes que va encontrando Edmond Dantès en su atribulado y vengativo periplo:
La envidia, la ambición, el deseo de posesión, la mezquindad, la traición, la mentira, la venganza; pero también la inocencia, la sabiduría, la bondad, la pureza, la entrega, el idealismo, la fidelidad…
Todos ellos contrapuestos, y característica fundamental de alguno de los personajes.
Edmond vuelve de una muerte en vida, como vengador de aquellos que representan todos los vicios, y su venganza alcanza a todos.
¿Pero acaba perdiéndose por ello?
Hay muchos personajes en este libro, y la importancia de muchos de ellos, no es inmediatamente obvia.
Así tenemos a Edmond Dantès y sus aliados; y varias familias que dirigen los acontecimientos:
Edmond Dantès es el protagonista de la historia, traicionado por sus amigos, que aumentan su prestigio, o consiguen poder a su costa.
Cuando escapa del calabozo del Castillo de If, y dueño de una gran fortuna, se venga de ellos adoptando disfraces y personalidades como El Maltés, El Conde de Montecristo, Simbad El Marino, El comisionista principal de la casa de Thompson y French, Abbé Giaccomo Busoni, El señor Zaccone y Lord Wilmore.
El Abbé Faria es el sacerdote y erudito italiano, que traba amistad con Edmond mientras ambos son prisioneros en El Castillo de If, y le enseña todos sus conocimientos.
En sus últimos minutos de vida, le revela el secreto del tesoro de Cesare Espada, oculto en La Isla de Montecristo, y le conmina a encontrarlo.
Luigi Vampa, es un infame bandido italiano que opera en Roma y los alrededores.
Secuestra a Albert de Morcerf, y lo libera cuando El Conde de Montecristo lo visita en su guarida.
Haydée es La Princesa de Janina, e hija del sultán Ali Tebelen, Pasha de Yanina.
Cuando éste fue traicionado y muerto por Fernand Mondego, Haydée fue vendida como esclava a los 13 años, y adquirida por Dantès.
Giovanni Bertuccio es el mayordomo del Conde de Montecristo.
También tiene una historia muy interesante, entremezclada con los intereses de Edmond, él cría a Benedetto, junto a su cuñada.
Ali es un esclavo mudo, que le cortaron la lengua como condena, comprado por Montecristo en Oriente, sobornando al Sultán que lo iba a mandar al verdugo como parte de su condena.
Se muestra incondicionalmente fiel y servicial al Conde.
Bautista es un criado y contratado por El Conde en París, y que se convierte en su tercer hombre de confianza.
La Familia Morcef:
Fernand Mondego, Conde de Morcef es primo de Mercédès, enamorado de ella desde hacía mucho tiempo.
Traiciona a Edmond junto a Danglars, conspirando contra él para poder casarse con su amor no correspondido, Mercédès.
Mercédès Herrera, Condesa de Morcef; prometida de Edmond Dantès al comienzo de la historia.
Tras la desaparición de su amado, y creyéndolo muerto, se casa con Fernand, y tiene un hijo.
Albert de Morcef, Vizconde de Morcef; hijo de Mercédès y Fernand Mondego.
Mejor amigo de Franz d’Épinay, hace amistad con Montecristo en Roma.
La Familia Danglars:
El Barón Danglars, inicialmente el contador del mismo barco que Dantès.
Ansía ser rico y poderoso, y ve a Dantès, como un obstáculo para sus ambiciones.
Durante la estancia de este en prisión, la suerte estuvo de su lado, se convierte en Barón mediante su matrimonio con La Baronesa viuda del banquero más rico de París, Herminie de Nargonne.
Herminie Danglars, es la viuda del Barón de Nargonne, casada en segundas nupcias con Danglars.
En vida de su primer esposo, tuvo un romance con Villefort, del que nació un hijo bastardo, Benedetto.
Eugénie Danglars, es la hija del matrimonio, y prometida de Albert de Morcerf.
En la novela se muestra que Eugénie no se siente especialmente atraída por los hombres, sino que quiere dedicarse a la música…
Sus padres cancelan el compromiso de boda con Albert, a favor de Andrea Cavalcanti, nombre falso que utiliza Benedetto, su medio hermano, e hijo de Herminie y de Villefort.
La Familia Villefort:
Gérard de Villefort, siendo Procurador Real en provincias, dictó un mandamiento para encarcelar a Edmond, con el único fin de proteger a su padre, y su carrera.
Héloïse de Villefort, es la segunda esposa del Procurador del Rey, quien luego por su egoísmo, envenena a toda La Familia Villefort, para que su hijo, Édouard, herede toda la fortuna familiar.
Noirtier es un antiguo bonapartista vigoroso, que ahora está paralítico por una apoplejía.
Le cuidan su hijo Villefort, su nieta Valentine, y el leal sirviente de la familia, Barrois.
Valentine de Villefort, es la hija de Villefort y de su primera esposa, Renée de Saint-Méran.
Ama a Morrel hijo, pero está prometida con el joven Franz d'Épinay.
Édouard  de Villefort, es el hijo de Villefort, y de su segunda esposa, Héloïse; es un niño muy travieso.
Otros personajes son:
Gaspard Caderousse, es sastre y el hostelero deshonesto del lugar donde viven Dantès y su padre.
Está presente, aunque ebrio, cuando Danglars redacta la carta que acusa a Edmond de agente bonapartista.
Maximilien Morrel, es el hijo del patrón de Edmond; tras la fuga de Edmond, Maximilien se convierte en un buen amigo para El Conde de Montecristo, y éste lo ayuda a realizar su deseo de casarse con la hija de Villefort.
Franz d'Épinay, es un Barón, y amigo de Albert de Morcerf, prometido con Valentine de Villefort.
Conoce al Conde en la gruta de Montecristo, antes de dirigirse hacia Roma, a encontrarse con su amigo.
Su padre, El General realista, Quesnel, falleció en un duelo contra Noirtier de Villefort.
Al saberlo, Franz rompe su compromiso con Valentine.
Lucien Debray, es El Secretario del Ministro del Interior, y amigo de Albert.
Es el amante de Herminie Danglars, a quien sólo utiliza para robar dinero al banquero.
Beauchamp, es el asistente de editor jefe de un importante periódico de París, y otro amigo del Vizconde de Morcerf.
El Barón Raoul de Château-Renaud, es amigo de Albert.
Maximilien Morrel, le salva la vida en África…
Julie Herbault, es la hija de Pierre Morrel, y hermana de Maximilien Morrel, es ayudada por El Conde bajo la identidad de Simbad El Marino, para salvar a su padre de la bancarrota.
Está casada con Emmanuel Herbault.
Emmanuel Herbault, esposo de Julie y cuñado de Morrel hijo, es el segundo testigo del Conde, cuando este va a batirse a duelo con Albert.
Benedetto, es un asesino y ladrón, hijo ilegítimo de Villefort, y Herminie Danglars, nacido cuando ésta aún era esposa del Barón de Nargonne.
Benedetto fue criado por Bertuccio y su cuñada, Assunta.
Vuelve a París bajo la identidad de Andrea Cavalcanti.
El Mayor Bartolomeo Cavalcanti, hombre al que El Conde integra en la sociedad parisiense, para que haga el papel del padre de Andrea Cavalcanti/Benedetto.
Pierre Morrel, es un armador de barcos de buen corazón, que trata a Dantès con amabilidad, y quien intercedió por él, cuando fue capturado.
Louise D’Armilly, es amiga y profesora de piano de Eugénie Danglars, escapa con ella después de lo sucedido en la fallida boda con Andrea Cavalcanti/Benedetto, fingiendo ser la hermana de esta.
Así pues, Alejandro Dumas escribió un conjunto de 3 obras que contaban la historia de “Le Comte de Monte-Cristo”:
“Montecristo” (1848), “El Conde de Morcef” (1851), y “Villefort” (1851)
La influencia posterior de “Le Comte de Monte-Cristo” sobre la cultura popular, es inconmensurable.
El gran éxito produjo la creación de varias novelas que aseguraban ser continuaciones a la magnífica obra de Dumas, todas ellas realizadas por distintos escritores.
Así también, varias obras posteriores tomaron como referencia características de los personajes y situaciones; e inspiró la trama para una amplia variedad de novelas:
“Ben-Hur: A Tale Of The Christ” de Lew Wallace en 1880; el relato de ciencia ficción “The Stars My Destination” de Alfred Bester en 1956; y la contemporánea “The Stars’ Tennis Balls” de Stephen Fry del año 2000.
Muy curiosamente, de todas las adaptaciones al cine o la televisión, posiblemente sea la serie manga “Gankutsuou” la más fiel a la esencia trágica de la novela original.
“You'll serve your sentence in this world before you go to Hell”
The Count of Monte Cristo es un drama de aventuras, del año 1975, dirigido por David Greene.
Protagonizado por Richard Chamberlain, Kate Nelligan, Tony Curtis, Trevor Howard, Louis Jourdan, Angelo Infanti, Donald Pleasence, Dominic Guard, Carlo Puri, entre otros.
El guión es de Sidney Carroll, basado en la novela “Le Comte de Monte-Cristo”  de Alejandro Dumas.
El argumento, logró condensar lo esencial de la historia original, que cuenta con 1.000 páginas; pues para realizar una obra fiel al libro, ya que lo merece, haría falta una miniserie que trate sobre:
Naufragios, mazmorras, fugas, ejecuciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, suplantaciones de personalidad, un niño enterrado vivo, una joven resucitada, catacumbas, contrabandistas, bandoleros... todo para crear una atmósfera irreal, extraordinaria, fantástica, a la medida del superhombre que se mueve en ella; y aquí se resumen en menos de 2 horas.
Y todo ello arropado en una novela de costumbres, digna de medirse con las contemporáneas de Balzac.
Pero, además, toda la obra gira en torno a una idea moral:
El mal debe ser castigado.
El Conde, desde esa altura que le da la sabiduría, la riqueza y el manejo de los hilos de la trama, se erige en “la mano de Dios” para repartir premios y castigos, y vengar su juventud y su amor destrozados.
Las aventuras de Edmond Dantès (Richard Chamberlain) “Conde de Montecristo”, se desarrollaron durante los gobiernos de Napoleón Bonaparte, Louis XVIII, Charles X y Louis Philippe I de Francia, es decir, durante un periodo de 44 años aproximadamente, en los que Dantès sufrió una serie de intrigas por parte de personas a las que consideraba sus amigos, especialmente de su compañero, Barón Danglars (Donald Pleasence) Jefe de Cargamento del ejército, que veía con celos la promoción que Dantès se había ganado durante sus años de servicio al ejército francés.
Y de Fernand Mondego (Tony Curtis), primo de Mercédès Herrera (Kate Nelligan), su prometida catalana, quien estaba enamorado de ella.
Ambos le harán la vida imposible a Dantès, con la intención de perjudicarlo, y que nunca sea feliz.
Uno y otro, lo acusan de ser agente bonapartista en contra del gobierno realista.
Pero serán 4 hombres el objetivo real de su venganza, los hombres que se han beneficiado de su mala acción contra él.
Además del contable Danglars, que le odiaba por ser el empleado predilecto del armador Morrel (Harold Bromley); y Fernand Mondego que pretendía el amor de Mercédès; también está su vecino, Caderousse (Alessio Orano), que simplemente nunca le quiso; y Gérard de Villefort (Louis Jourdan) que lo condenó al destierro y lo encarceló.
Los 3 primeros juntos, maquinaron una conspiración para acusarle de alta traición.
Por lo que Dantès tuvo que vérselas entonces con El Procurador Villefort, que encontró sus propias razones para permitir que el marino fuera condenado injustamente, a una pena de cadena perpetua en la cárcel del Castillo de If.
En suma, The Count of Monte Cristo es la historia de un hombre que es injustamente encarcelado, junto a un anciano, quien antes de morir le revela el sitio donde está enterrado un tesoro.
Cuando el hombre logra escapar de su miserable celda, cambia de identidad, convirtiéndose en el acaudalado, Conde de Montecristo, identidad que utilizará para vengarse de aquellos que lo traicionaron y enviaron a prisión y, con todo su dinero y experiencia en el mundo de los negocios, logra crear un entramado capaz de arruinar a sus enemigos:
Caderousse asesinado por su pasado, con Villefort loco en un manicomio, Mondego ajusticiado, y Danglars se suicidó.
The Count of Monte Cristo es un clásico del cine televisivo, que no resulta en ningún momento pesado, y del que hay que destacar su buena recreación en la ambientación y su vestuario, y un buen recorte editorial de una obra monumental.
“I shall move like the Sword of the Lord with a terrible swiftness”
Supone un tremendo riesgo, reseñar la conocidísima y magistral novela de Alejandro Dumas, “Le Comte de Monte-Cristo”,  al menos por 2 razones:
La primera, porque durante la historia, habrá sido reseñada cientos de veces por los más ilustres eruditos.
La segunda, porque se encuentra justo en la difusa frontera de lo que puede considerarse una novela histórica.
Y es que parece esta novela, concebida para alimentar la paciencia de aquellos que tienen la desgracia de padecer mal de prisión, pues no son pocas las películas carcelarias donde se menciona, o se recomienda a nuestro buen conde:
Aguanta, estudia, planifica tu venganza…
Gran número de películas, telefilmes, cómics, animaciones… existen derivadas de este libro, y permanece aún, siempre, inalcanzable la obra, en este folletín por entregas, que se adjuntaba al final de un periódico, y que era devorado cual moderna serie televisiva por públicos de todas las clases sociales, estando destinado a vivir, inmortal, entre las obras más grandes de la literatura universal.
La novela de Dumas, aquí se desgrana en un espacio de tiempo adecuado, sintetizada, y que sin embargo no se ha olvidado de nada, ni de los personajes, ni de la historia auténtica, y tira de un guión atrayente que en todo momento, te pide saber más.
Las aventuras del Conde, en esos 18 episodios de la versión original, que van desde su arribo al Puerto de Marsella, su ingreso a la prisión de If, apresándolo el día anterior de su boda, la sabiduría de Abbé Faria (Trevor Howard), el despropósito del túnel, y la información acerca de la fortuna enterrada en La Isla de Montecristo, la fuga del castillo-prisión, el hallazgo de la fortuna enterrada en La Isla de Montecristo, su regreso a París, la venganza contra todos aquellos que le causaron daño, y de los cuales hará daño uno a uno, logrando con ello su cometido, para realizar por completo su gran venganza, y de alguna manera, alcanzar “la felicidad”
Asimismo, indemniza a los que él piensa que no tuvieron nada que ver con su encarcelamiento, logrando su objetivo de justicia.
The Count of Monte Cristo podría dividirse, para analizarse, en 2 partes:
La primera, que es desde el encarcelamiento de Dantès, hasta su liberación, está adaptada de manera aceptable, aunque hay diferencias tan ligeras, que permiten conocer la historia tal como fue escrita.  
La segunda parte es la venganza de Dantès, adoptando la personalidad del Conde de Montecristo, y en ella la adaptación ha cambiado demasiadas partes de la historia, con el fin, parece, de que dure menos tiempo.
Pero al hacerlo, confunden personajes, atribuyéndoles acciones que realizaron otros, y no se muestran las características negativas de cada uno, y además, a algunos se les suprime su familia, como el caso de Danglars, que no aparece casado, y con una hija; y Villefort, que aparece solo con una hija, aunque en la obra de Dumas, además, tenía una esposa y un hijo pequeño.
Los cambios realizados en la primera hora, tiene sentido y, probablemente, eran necesarias dado el tiempo para contarlo, 103 minutos.
Los cambios en la segunda hora, no tienen sentido, y socavan la mayor parte dramática, épica y romántica atemporal de Dumas.
Porque cuando ya casi culminaba su obra vengadora, El Conde experimenta otro cambio, que lo lleva a la comprensión del valor del perdón, y el descubrimiento del amor incondicional que le tiene Haydée (Isabelle De Valvert), un personaje muy recortado en este filme, y el que sin saber él sentía por ella, lo redime, y lo convierte en una persona reconciliada con la humanidad.
La secuencia en la que Edmond se ocupa de sus enemigos, también ha sido cambiada.
Incluso la forma en la que se ocupa de algunos de ellos, es diferente; otro cambio, es Danglars, uno de los principales villanos, a quien Dantès indulta al final, y no se suicida como en el filme.
En la película no muestra ningún remordimiento por parte del Conde, hasta que los 4 villanos están muertos, o encerrados.
El otro personaje que está casi suprimido es Haydée, que está representado, y se muestra como un cliché y estereotipo.
En esta versión, es árabe, en alusión al Imperio Otomano.
Pero su descripción en la novela, es todo lo contrario:
Ella es de los Balcanes, no el Oriente Medio; y es una Princesa griega, cuyo padre era un virrey otomano, gobernante de Albania, el histórico Ali Pasha, en la época de Napoleón.
La descripción de su aspecto y vestimenta real de Dumas, es esencialmente griega, no árabe.
No obstante, coincido en que The Count of Monte Cristo sea probablemente, el mejor filme para aquellos que no han leído el libro; pues enfatiza el tema de la venganza y la manipulación de personajes por Dantès.
Sin embargo, se toman licencias dramáticas, como por ejemplo:
Dantès y Mondego no tiene un combate de espadas.
Como en la novela, Dantès pierde a Mercédès, por su vengativa amargura.
Y no hay indicación de que Haydée y Monte Cristo se conviertan en amantes como en el libro.
Pero si es Mercédès, la persona más injustamente castigada por el destino en ambas obras:
Primero, pierde a su novio, luego se casa sin amor con Mondego.
Descubre la culpabilidad de su marido respecto de la prisión de Edmond, y su actuación sucia y traidora en el asunto del Pasha de Janina.
Finalmente renuncia a su riqueza y bienestar, para irse a vivir prácticamente de lo que su hijo pueda buenamente darle.
En conclusión, la versión presta mayor atención en la rivalidad entre Edmond Dantès y Fernand Mondejo, y en general, se beneficia por las locaciones y por la calidad de la película al respetar la esencia de la historia, especialmente en su primera parte, y con el ánimo de hacer algo novedoso.
Sidney Carroll, el guionista, se inventa la interesante idea de modificar el final, sentando el precedente de que “la felicidad no puede ser el resultado de la cruel venganza”
No obstante, la película entretiene, y uno siente en cierto modo, ese odio que no es capaz de saciar la sed de venganza hacia los auténticos culpables.
Lo más destacado, son las escenografías naturales y los locaciones “in situ” que forman parte fundamental en la adaptación de David Green; y prestó particular importancia a las diferentes escenografías, en las que se rodaron cada una de las escenas, de igual forma se está hablando de los ambientes, los decorados artísticos y artesanales, el vestuario, la iluminación, el maquillaje, y los tocados o peinados, todos ellos presentados de manera singular, para dar calidad especial y ambientación al desarrollo de actuaciones y del guión.
Para lograr lo anterior, se requiere de una gran maestría y capacidad, mismas que fueron el “plus” en el trabajo realizado por el gran cineasta estadounidense.
Del reparto, todos los principales actores dan una buena acción.
Y hay varios notables, tales como:
Donald Pleasence, Louis Jourdan, y Tony Curtis.
Todos ellos, estaban todavía en su mejor momento.
Así como la belleza de Carlo Puri, muy bueno como el enigmático Benedetto, también conocido como Faustino; y Dominic Guard como el inocente Albert Mondego.
Pero sobre todo, Richard Chamberlain, con su llamativo aire oscuro, y verlo aquí ha sido un placer; pues fue capaz de mostrar a través de la voz y la apariencia, cambios en un joven de 19 años, con el hombre en que estarían en sus últimos 30s.
Del elenco femenino, solo lo forma en profundidad, Kate Nelligan, tan dolorida como brillante.
Al final, la historia nos deja un mensaje imperecedero que nos sirve de consuelo:
“En cuanto a vos, Morrel, he aquí el secreto de mi conducta.
No hay ventura ni desgracia en el mundo, sino la comparación de un estado con otro, he ahí todo.
Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio, puede sentir la felicidad suprema.
Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.
Vivid, pues, y sed dichosos, hijos queridos de mi corazón, y no olvidéis nunca que hasta el día en que Dios se digne descifrar el porvenir al hombre, toda la sabiduría humana estará resumida en 2 palabras:
¡Confiar y esperar!”
La moraleja es que cuando todo está dicho y hecho, en la destrucción de tus enemigos, inevitablemente se hará daño colateral a personas inocentes.
Edmond, en ingenuidad y torpeza inicial, en su posterior fuerza de voluntad, y en su final, arrepentimiento, es, ni más ni menos, un espejo nítido y atroz de la absurda, caprichosa y voluble condición humana.
Como siempre, en estos casos, es de mediocres quedarse en la epidermis de la aventura.
Si la aventura es el género más conmovedor y adictivo que existe, es porque bajo su superficie, se esconden los resortes más primarios del espíritu humano, aunque algunos se empeñen en que su base es la alteración manipuladora de los sentidos.
The Count of Monte Cristo no es sobre el poder de la riqueza, sino más bien la riqueza que aporta la energía para la cooperación, hombres dispuestos a invertir en planes de uno, los hombres que se pueden comprar, u hombres que siguen una oportunidad, hay muy poco que no se puede hacer.
La falla radica en una sociedad francesa, cuyo poder titular puede ser sobornado y corrompido, no en el hombre que les hace ofertas que deben rechazar.
“Ask first what is my connection with one named...
Edmond Dantès”
La venganza, dice la tradición, es un plato que ha de servirse frío.
Edmond Dantès, necesitó más de 20 años para elaborar su propia receta.
Cuando al final, todo su odio fue cayendo, crudo y desnudo, sobre cada uno de sus 4 enemigos, él ya no era el mismo.
Había perdido su nombre y su propia humanidad, para convertirse en una mera fuerza de la naturaleza, inexorable y calculadora, arrasando vidas a su paso.
Hasta nosotros ha llegado más vivo que nunca el personaje de Edmond Dantès, una figura contradictoria.
Porque si inicialmente resulta una figura trágica tras su encarcelamiento, posteriormente se nos mostrará inflexiblemente cruel, para finalmente, mostrar su rostro más patético.
Patético, ya que en su lucha contra el destino que cree que le ha impuesto Dios, acaba creyéndose por encima de Él, y por tanto, capaz de desafiar sus reglas morales.
A modo de la figura del precursor del “Superhombre” nietzscheano; aunque acaba apartando de su mente estas ideas.
En relación a la identificación con nuestra época; la prueba es que El Conde de Montecristo sigue tan vigente como cuando se publicó por primera vez en 1844.
Y la podemos encontrar en ciertos capítulos de la novela misma.
Así, hay un capítulo en el que Danglars reprocha a su mujer, no que tenga un amante, sino que los manejos de ese, inexistente amante, lo estén arruinando, y añade sus sospechas de una conspiración para llevarlo a la quiebra.
Es decir, desde 1844, la llamada “sociedad moderna” ha seguido fiel al culto del poder absoluto del dinero.
En otro capítulo, muy curioso, Montecristo descubre que el éxito de Danglars en la especulación bursátil, se debe al uso de información privilegiada, obtenida mediante el telégrafo óptico…
He aquí un elemento de alta tecnología, que erróneamente consideramos privativo de nuestros tiempos, porque, ya en el siglo XIX, existía una tecnología considerablemente avanzada en materia de comunicaciones.
A raíz de esta circunstancia, El Conde se presenta en una de esas estaciones de telégrafos, cerca de París, y soborna al telegrafista, con una renta vitalicia, para que transmita un mensaje falso hacia la capital.
El mensaje, relacionado con el destino del Rey de España, hizo perder una importante suma al banquero Danglars.
Es decir, también en aquella época, la tecnología y los medios de comunicación, ahora sería Internet y el correo electrónico, jugaban un papel importante en la vida de la gente.
La importancia de la obra, no radica en su valor literario/cinematográfico, sino en que Dantès viene a ser el hombre que todos aquéllos que son víctimas de una injusticia, quisieran llegar a ser.

“The world is mine!”



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