ViVA

“Encuentra tu voz”

La homosexualidad en Cuba, ha tenido distintas formas de consideración a lo largo de su historia.
Todavía hoy, es palpable un cierto clima de antipatía hacia las personas LGBTI en la sociedad cubana, donde la homofobia, el machismo y las estructuras patriarcales, aún son norma en la región.
Sin embargo, desde los años 1990, se han logrado grandes avances en materia de derechos y visibilidad pública, respecto a la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género.
Aquí algunas consideraciones generales:
No existe represión institucional ni penal contra las lesbianas y los gais en Cuba.
No existen sanciones legales contra las personas LGBT.
La gente tiene miedo de encontrarse y organizarse.
Se basa principalmente en su experiencia de años anteriores, pero uno puede suponer que esta sensación desaparecerá en el futuro, si las lesbianas y los gais comienzan a trabajar, para finalmente obtener el apoyo del gobierno.
Por ejemplo, El Centro Nacional de Educación Sexual está ofreciendo este apoyo.
El transformismo está bien aceptado por la mayoría de la población cubana.
Existe, en efecto, un cambio en la forma de ver la homosexualidad, pero esto no significa el fin de la discriminación y la homofobia.
Simplemente, la población cubana es algo más tolerante con las lesbianas y los homosexuales.
Sin embargo, las lesbianas y los gais, no tienen en cuenta la lucha por el derecho al matrimonio, porque esta institución en Cuba, no tiene el mismo valor que tiene en otros países.
Las personas solteras y las casadas, disfrutan de iguales derechos.
Hoy en día, Cuba es considerada un país bastante progresista hacia los derechos LGBT.
El Partido Comunista de Cuba, incluyó en 2013, La Defensa de Los Derechos LGBT en su reglamento, y desde hace algunos años, se discute la aprobación de alguna ley de unión civil.
“¿Por qué a esta isla le gustará ser tan dramática?”
ViVA es un drama irlandés, del año 2015, dirigido por Paddy Breathnach.
Protagonizado por Héctor Medina, Jorge Perugorría, Luis Alberto García, Renata Maikel Machín Blanco, Luis Manuel Álvarez, entre otros.
El guión es de Mark O'Halloran, y junto con el director, analiza el conflicto entre encontrar la identidad de uno mismo, y las expectativas familiares a través de la lucha de un joven “Drag Queen”
Para el director:
“Me inspiré para hacer ViVA cuando vi algunos shows de “Drags” en La Habana.
Una hoja colgaba en un patio trasero suburbano, y una sola bombilla de luz, creó un teatro y un mundo de sueños de la nada.
Este poder de transformación y de creación, fue impulsado por un deseo de expresar la identidad en una voz pura, apasionada y sin prejuicios.
Era embriagador.
Yo quería tomar ese expresivo tono romántico, y colocarlo en un mundo de cine naturalista.
Cuando descubrí la gran riqueza del talento interpretativo cubano, me permití fomentar esa mezcla de un tono emocional exuberante, y una estética de autenticidad y naturalismo aún mayor.
El guionista, Mark O’Halloran y yo, queríamos explorar el tema de la transformación y la alquimia de la conexión, a verdades más profundas mediante el uso de artificios.
El corazón de la historia, es una batalla por la identidad y el amor entre un padre y un hijo.
La voz femenina quejumbrosa, romántica, que suena en la colección de discos de la madre de Jesús, casi sirve como otro personaje, y ocupa un orden superior que inspira a los hombres del relato, para llegar a ser verdaderamente ellos mismos.
Quería contar una historia, donde encontramos la luz en un lugar oscuro, y donde lo que se percibe como una debilidad, se transforma para ser visto como la fuerza”
ViVA fue seleccionada como la entrada de Irlanda para la categoría al Premio Oscar como mejor película extranjera, y llegó a estar en la lista de las 9 nominadas pero no clasificó.
Así pues, si las madres han copado las grandes tragedias y comedias desde la noche de los tiempos cinematográficos, las relaciones paterno filiares, siempre han permanecido en un discreto segundo, o tercer plano; y no habían ofrecido hasta el momento, grandes momentos de intensidad como lo logra ViVA.
Ambientado en Cuba, que bien pudo ser cualquier otra ciudad del mundo; la acción sigue a Jesús (Héctor Medina), un chico de 18 años, que intenta encontrar su verdadera identidad.
Sobrevive peinando a señoras del barrio, y arreglando pelucas en un cabaret regentado por Mama (Luis Alberto García)
El mundo del bar de “Drag Queens” es colorido y glamuroso, pero lo que nos llama inmediatamente la atención a un nivel emocional, son los primeros planos de Jesús, viendo cómo actúan las “Drag Queens”, con los ojos llenos de ilusión y deseo.
Su camino hacia el estrellato local, comienza muy bien, ya que tiene un gran potencial; pero tiene un gran obstáculo, cuando su padre, Ángel (Jorge Perugorría) un famoso boxeador al que daban por muerto, sale de la cárcel tras estar 15 años por haber matado a una persona en una pelea callejera, cuando Jesús era un niño, y regresa para vivir con él.
Como ex boxeador, no es sorprendente escuchar que su padre no se preocupa por el camino que su hijo ha elegido como carrera, o su sexualidad.
El drama resultante, es que Jesús tratará de ser fiel a sí mismo, y siguiendo sus pasiones, manteniendo las relaciones en su vida.
Desde ese momento, luchará por volver a tener una relación con su padre; y este con su hijo.
Entonces, Ángel se muda a la casa donde ha estado viviendo Jesús, solo, desde la muerte de su madre, y le prohíbe que actúe de nuevo, apoderándose así de cada aspecto de la vida de Jesús, que él se había construido.
A través de la lucha del padre y del hijo para hacer frente a este conflicto mediante acuerdos, y resolver todas las frustraciones que han construido durante años, se invita al público para que piense acerca de la importancia de encontrar la identidad de uno mismo, y de cómo equilibrarla con las obligaciones y expectativas de la familia o de la sociedad.
La cultura del machismo cubano/latinoamericano está presente en este mundo en contraste directo con su oposición extravagante de Reinas, y el lugar de cada uno en el relato.
El título, ViVA, proviene del nombre artístico del protagonista, que es un mensaje perfecto para una película acerca de la vida, la vida de la manera deseada a pesar de todo, y salir de su zona de confort, en la búsqueda del éxito.
A considerar el detalle de “i” en minúscula entre las mayúsculas, como símbolo de la masculinidad fálica; pero también es una oda a La Habana que desafía las nociones de masculinidad e identidad.
Una película emotiva, y muy predecible, pero valiente, que hace evidente el conflicto generacional, que se hace extensible a toda la sociedad cubana y mundial.
Con 2 realidades que se encuentran, la de la fuerza y la resistencia, y la de la diferencia, el optimismo y la esperanza.
Una familia que debe basar su relación y convivencia en el respeto y el amor.
“Como cualquiera, he amado mucho, quizás he amado más, más de la cuenta, pero no me reprocho nada, porque solo he vivido, y ha sido siempre a mi manera, a mi medida como cualquiera”
Esta es la primera vez que Irlanda concurrió al codiciado Premio Oscar en la categoría de mejor película en lengua no inglesa, con una película rodada en su integridad, fuera del país.
Con ViVA, el director Paddy Breathnach, nos acerca su visión propia sobre aquellos ambientes que él ha conocido en la capital de Cuba.
La Habana es aquí un personaje más de un filme, cuyos intérpretes son casi en su totalidad cubanos, y algunos de ellos, bien conocidos; y que sea el oscarizado Benicio del Toro, estadounidense de origen portorriqueño, quien haya producido una película con “leitmotiv” gay, y de producción irlandesa, es una de esas cosas que solamente pueden darse en la era de la globalización, y que a estas alturas, ya no sorprenden:
El tema de la prostitución, el travestismo, y la homosexualidad en Cuba, tampoco es nuevo.
El tema del padre, criado en el machismo y en la violencia, que acepta que su hijo es cantante travestido, y ocasionalmente prostituto, tampoco parece nada nuevo…
Apenas hay novedades en ViVA, manteniendo el reflejo paupérrimo presente de quienes viven en la isla, hecho que nunca está en el centro de la historia, pero impregna cada una de sus imágenes; ni en cuanto al dibujo de los personajes que no pasan de ser unos clichés bienintencionados e ingenuos; pero ViVA crece durante su metraje, ahondando en los recovecos más intrincados y sombríos del corazón, hasta brotar como una inesperada flor, que surge arrebatada entre el yermo asfalto de la ciudad impasible.
Súbita vehemencia que ilumina el alma más torturada y oscura, con la realidad de una ciudad en estado ruinoso, donde todavía es necesaria la cartilla de racionamiento para conseguir arroz y frijoles:
“¡Comida de presos!”, según afirma Jorge Perugorría, donde hay que pedir prestadas habitaciones para hacer el amor, el gran deporte nacional de Cuba, y el deseo de la vida por seguir adelante.
El principio tiene un par de clichés:
Un atribulado protagonista, seguro de cómo hacer dinero, problemas familiares, compras en las tiendas de discos...
A medida que pasa el metraje, los clichés disminuyen, y sumerge al espectador en Cuba; y Paddy Breathnach nos muestra una Habana más real, más gris, menos turística.
Una fotografía que, salvo contadas ocasiones, no muestra las estampas de postal del imaginario colectivo, lo que acentúa la belleza de esos momentos.
Se mueve entre la oscuridad y el reflejo de la lluvia, habitaciones descorchadas, callejones oscuros, nubes amenazantes, luces de neón, y la noche misma.
Una película de profunda y soterrada crítica social, a propios y extraños, sobre el turismo del abuso en ambos sentidos, delincuencia, violencia, prostitución, racionamiento, y escasez.
Todo ello contado sin victimismo, técnicamente de manera muy realista, con el uso de una cámara cercana, por momentos opresiva, cerrada, con escasos planos generales, salvo algunas tomas que muestran la ciudad desde arriba, tratando de buscar un respiro; y que también se rodea de una música de canciones radiales, incluido “El Amor” de Massiel, y potentes interpretaciones de “Drags”, que completa un convincente elenco de interpretaciones, y que vienen a suplir la sencillez del guión de Mark O'Halloran.
Así tenemos a Jesús, un joven peluquero de La Habana, que vive solo, después de que su madre falleciera, y su padre se fue siendo un bebé, a la edad de 3 años.
Con poco dinero ganado de la peluquería, le llega la oportunidad de unirse a la tropa de actores transformistas, donde él estiliza las pelucas.
Y es cuando Jesús sube al escenario, cuando confronta su pasado.
Mientras Mama intenta guiarlo, el padre de Jesús, Ángel, lo hace caer a la realidad de un solo golpe, literalmente.
Atención merece el personaje de Mama, que es a todas luces, un hombre rollizo y robusto, que necesita kilos de maquillaje para medio esconder su masculinidad, pero que acogió a Jesús, le dio trabajo, y le dio la oportunidad de ser.
Pero, ni detrás de su vulgar lenguaje, y voz pesada y gastada, Mama logra esconder su gran corazón, el cariño que siente por el dulce muchacho.
Sin embargo, el diminuto y derruido departamento que habita Jesús, le pertenece a Ángel, su padre; por lo que los 2 se verán obligados a vivir juntos.
Imponiendo a grito su autoridad paterna, Ángel le prohíbe a Jesús, que regrese al cabaret…
La trama comienza cuando su padre vuelve.
Ángel comienza como un bruto macho unidimensional; pero al iniciar la relación como padre, con su hijo, es donde ViVA alcanza su verdadera fuerza.
La convivencia entre ellos es difícil, pero Jesús no le guarda rencor a Ángel…
El joven solo piensa en el futuro, y en la ilusión de su recién descubierta vocación.
Mientras Ángel vive de sus glorias pasadas como boxeador, pero es evidente que ya no puede valerse por sí mismo.
El mísero sueldo que Jesús ganaba en el cabaret, por lo menos servía para que los 2 mal comieran, pero sin él, la situación es desesperada, pues le prohibió actuar.
La ironía es que tratando de imponerle un estilo de vida a su hijo, que le parece el correcto, el autoritario padre más bien lo orilla a denigrarse vendiendo la única posesión que tiene:
Su cuerpo, y “a escondidas”, Jesús se prostituye, porque ser “jinetero” es más honroso... y como tantos otros de sus contemporáneos, a Jesús no le queda de otra más que prostituirse con los turistas que llegan a la isla.
En el trasfondo de la historia, está evidentemente la difícil situación económica que atraviesa Cuba, y las desesperadas medidas que sus habitantes tienen que tomar para sobrevivir.
El triunfo de ViVA sin embargo, es el mismo que el de sus protagonistas:
Ver hacia adelante, y no regodearse en la amargura.
La absoluta falta de distracciones materiales, hace que la única riqueza sean las relaciones humanas que se viven al límite, con los sentimientos a flor de piel, en el mismo tono arrebatado de las canciones de amor y desamor que interpretan los travestis arriba del escenario.
ViVA es finalmente, una película edificante.
En su forzada convivencia, padre e hijo aprenden a respetarse, y a encontrar puntos de coincidencia en medio de sus profundas diferencias.
Jesús no tiene resentimientos, y solo piensa en realizarse arriba del escenario donde encontró su verdadera esencia.
A pesar de sus brutales modos, Ángel está convencido de que le está haciendo un bien a su hijo, y demuestra estar tan o aún más desamparado que Jesús.
A pesar de la sordidez del ambiente, ViVA es vibrante y descarnada, como la misma decrépita y elegante Habana, verdadera protagonista de la historia.
Y es que con este film, uno conoce otra cara de Cuba, que retrata el día a día de los habitantes de allí, más allá de las típicas zonas como el malecón.
Mostrando la cara B del país, de La Habana, la que no queremos ver.
La cara de la pobreza, del fracaso del idealismo, de la prostitución, del exilio, de los supervivientes que se quedan…
Una ciudad que con sus edificios desmejorados, y sus calles sin asfaltar, cuenta con un encanto que hipnotiza.
Y eso es lo que produce ViVA.
Te hipnotiza de tal manera, que te entra en lo más profundo, emocionándote con la vida dura que vive su protagonista.
La otra fuerza, es la música y las actuaciones de arrastre.
Estos hombres tienen talento, y no nos limitamos a ver pequeños clips de sus actos, pues la cámara se detiene en ellos, y su trabajo se dibuja en grandes dimensiones internas.
Pese a un par de casualidades dentro de la historia, que podrían llegar a parecer demasiado casuales, ViVA goza de un notable trabajo de actores, que siempre se mueven en torno al protagonista.
El director, acostumbra fundir distintas escenas, intercalando excelentes vistas panorámicas de La Habana, y lo que nos queda claro desde un primer momento, es que el filme ha sido pensado y perfeccionado por un foráneo, no tanto por su lenguaje, en donde los actores al ser casi todos locales, incorporan distintos modismos autóctonos que favorecen el resultado final; sino más bien en ciertas visiones del conjunto.
La música fluye con profusión a lo largo del filme, y va desde el bolero más clásico hasta el estilo más actual.
Porque ViVA trata temas como la lucha diaria por la supervivencia, la paternidad, la familia, las amistades…
Los realizadores han capturado la empobrecida Habana, en varias localizaciones a la perfección, lo que permite a la audiencia, entender a la comunidad, comprender los estigmas, sentir la tensión, y creer en el amor complicado.
La primera cosa que golpea, es la cinematografía.
Es una maravilla, cómo pueden lograr una carrera, a tan temprana edad, en un lugar tan solitario como La Habana Vieja; pero además de la historia de travestis, obvio que es una representación muy realista de la vida en La Habana que, aunque retocado un poco, todavía da al espectador, una idea de lo que realmente es.
Y es que ViVA tiene algo de cine intimista, en el que un personaje explica, cómo ha llegado a ser lo que es, y lo hace apelando a los sentimientos y la emotividad del espectador; tanto que vemos el empuje en uno de los amigos del protagonista, que se prostituye haciéndose pasar por incapacitado…
Con brillantes actuaciones de todos sus protagonistas; es Héctor Medina, quien cumple y lleva el peso de toda la historia en el impresionante trabajo que realiza.
Él cuenta con un “ángel” dentro de sí, que hace que su personaje obtenga una dimensión con el que es inevitable emocionarse y conectar.
La interpretación de Medina, hipnotiza y emociona con esa mirada tan triste y solitaria; que a pesar de tener una corta experiencia cinematográfica, el actor demuestra sus cualidades y su buena formación de actor de teatro modelado en La Escuela Nacional de Arte de Cuba.
Todo un regalo de interpretación, que te inmoviliza en la butaca desde el primer segundo, junto a los excelentes actores secundarios, cuyas actuaciones de “Drag Queen” son sin duda, un elemento muy importante de ViVA, ya que son lo principal de la historia y, además, aportan al personaje, los medios para crecer.
Con cada actuación, el personaje “Drag Queen” de Jesús, ViVA, se vuelve cada vez más fuerte, al igual que más cándido y vulnerable, tanto para sí mismo, como para el público; y él se lo hace ver a su padre, comparándolo con el sentimiento que él tiene para el boxeo.
La actuación llena de emoción de Medina, y la decisión directiva de Breathnach, de no subtitular las letras de las canciones, permiten al público sumergirse totalmente en la escena, viendo y sintiendo lo mismo que ViVA.
Además, las canciones que elige Jesús para sus actuaciones, las cuales forman parte de grabaciones antiguas que dejó su madre, no solo permiten que la audiencia conozca su pasado, y su personaje, sino que también le permiten a él, avanzar, motivándole para que él y su padre se abran el uno al otro.
Por su parte, Jorge Perugorría, su réplica, oficia como padre de la criatura, boxeador, alcohólico, y presidiario desahuciado
Actor bandera de Cuba, da el contrapunto al personaje protagonista, dando vida al padre macho machista.
Increíble su interpretación, que es el antagónico del que realizó en “Fresa y Chocolate” (1993), ya que aquí nos encontramos ante un alcohólico agresivo y desagradable, que no puede soportar que su hijo sea un afeminado.
Así pues, ViVA abarca en su sencillo título, el sentido más profundo de su historia:
Una afirmación de vida, que se abre paso entre un sistema agonizante, que ya dio su mejor batalla.
Siguiendo al joven protagonista, un homosexual que lucha por establecer su identidad, ante un padre autoritario y machista, la historia desafía las nociones de masculinidad e identidad.
Y sin aludir directamente al “elefante blanco en la habitación”, ViVA nos presenta una panorámica más completa de la situación política en la isla, de lo que hubiera podido hacer el mejor de los documentales.
En esencia, es un viaje de redención a 2 bandas, generacional y sexual, de segundas oportunidades, y de descubrimiento, ya que padre e hijo son 2 extraños, 2 desconocidos que a pesar de su condición paterno-filial, no se conocen.
Pero los 2 realizan un esfuerzo por entenderse:
Jesús desde la perspectiva de la soledad que le ha proporcionado crecer como un huérfano; y Ángel desde la soledad derivada de su temperamento y adicciones; además, le cuesta aceptar que su hijo quiera exhibir su homosexualidad en público.
El director, Paddy Breathnach, trata esta relación de forma entrañable y conmovedora, teniendo su punto álgido en la aceptación final, tras un impresionante número musical que rebosa emotividad, y en la que solamente podemos decir...
¡ViVA!
Porque hay en ella un detalle sumamente expresivo, inteligente y metafórico.
El protagonista se llama Jesús…
No puede evitar sentirse abandonado por su padre.
Si le pegan, no duda en ofrecer la otra mejilla.
Sufre persecución por un don, un talento que le viene dado.
Y está dispuesto a sacrificarse, hasta un punto que pocos se podrían imaginar, por su padre.
Las similitudes son tan inquietantes, como excelentemente elegido el nombre del protagonista.
Pero si el padre se llama Ángel, el niño Jesús y la película es una producción irlandesa, donde Breathnach seguro que recibió una formación católica:
¿Quién es La Virgen María en ViVA, puesto que Los Evangelios nos dicen que se quedó preñada por la acción de un ángel?
Muy interesante se me antoja esta posibilidad de buscar nombres alusivos en este filme, puesto que esa interpretación en clave mística, nos sitúa en la antesala de considerar a la propia Cuba, como una metáfora del “santo vientre”, puesto que en el largometraje que nos ocupa, la madre de Jesús está muerta, lo mismo que sucede a la sociedad de la isla caribeña…
Mencionar, por último, que dentro del drama narrado, quedan guiños al humor, lo que permite oxígeno en unas escenas impregnadas de oscuridades, y la constante presencia de la lluvia, como metáfora, a mi modo de ver, de la fugacidad.
Pero el agua es también el elemento de la vida, y vivir contra corriente, contra todas las circunstancias, esa es la principal lectura de este filme.
Breathnach, como director extranjero en Cuba, ha realizado un buen trabajo con la película, retratando la isla de una manera auténtica.
Debido a los medios limitados, aunque más importante, debido a que Breathnach practicó el arte de la moderación con éxito, absteniéndose de iluminar demasiado, o de emplear demasiados colores llamativos; el público tiene la oportunidad de ver La Habana, y no solo a través del filtro del romanticismo.
Sin embargo, La Habana no es más que un telón de fondo frente a la historia que tiene lugar.
Mientras funciona para la historia de ViVA, deja al público familiarizado con la historia de Cuba, preguntándose si se han evitado oportunidades para incluir más historias y personajes de Cuba.
Aun así, ViVA es una película muy poderosa que celebra el amor por uno mismo, por la familia, y por la vida misma, que tira de la fibra sensible del público hasta el último momento, y que cuenta una historia muy relevante, ya que la identidad sexual, es un tema del que se habla por todo el mundo.
No obstante, ViVA cumple con el estereotipo y el cliché, digámoslo todo, con esta historia de reconciliación, con un padre desaparecido, que responde únicamente a la introducción de valores tradicionales en la película para que una mayor parte del público vea con buenos ojos a los travestis…
Hecho que me parece una traición al propósito general del film, y al sentido común del espectador, con más de dos dedos de frente.
¿Acaso no mostraríamos compasión por ViVA, sin estar al corriente del abandono y maltrato del padre?
¿Debemos congratularnos porque el personaje de Jorge Perugorría acepte a un travesti?
Esto último supone sobreponer la moral de un criminal, a la de alguien que intenta expresarse artísticamente de la manera más inmediata posible, por tanto este desequilibrio roza lo aberrante…
A un público intolerante, debería agarrársele y zarandearlo con la cruda realidad, sin necesidad de adornos ni carantoñas, como bien han hecho décadas atrás cineastas “underground” mucho más irreverentes y transgresores.
Poner el foco en la familia, como institución, no hace más que complacer a un público intolerante, para ver al protagonista de manera condescendiente.
Tanto que cuesta creer que la arpía amiga que nos habían apuntado como egoísta feroz, acaba en el bando de los buenos…
¿Por el poder transformador del embarazo?
Lo mismo que el padre, finalmente queda medio redimido, a pesar de haber sido el tipo más cabestro, imbécil, caradura, y negado que la isla que tanto gusta del cabrón drama haya conocido.
O el chaval que coge y deja la prostitución con una alegría y desafuero…
En definitiva, un guión que da demasiados tumbos, y asume bastantes insensateces.
Todo sea por llegar a ese final, triunfando en el escenario, ovacionado y querido por los suyos, por todos, tal y como se merecía este buen muchacho tan maltratado por la perra vida.
Que termina cantando mucho mejor, porque ya ha amado, reconciliado con su pasado y encontrado la identidad…
Vamos, ya sabemos eso.
Por último, la banda sonora juega también un papel importante en el filme, ya que se convierte en el hilo conductor de ese viaje de descubrimiento, destacando las actuaciones en el escenario, y una exquisita recopilación de canciones repleta de maravillosos boleros clásicos, y versiones dance de canciones conocidas, que envuelven el filme de romanticismo, y que inspira a los hombres del relato para llegar a ser verdaderamente ellos mismos.
La banda sonora la conforman boleros clásicos de Blanca Rosa Gil, Gina León y Rosita Fornés, y también melodías actuales como “Como cualquiera”, interpretada por Annia Linares, muy popular entre los gays de La Habana.
“Porque los turistas dan más dólares si sienten pena…”
Hace 23 años que se estrenó “Fresa y Chocolate”, una historia de amistad con trasfondo homosexual, de aceptación, en La Habana.
Ahora, en un momento de apertura política, se da un paso más, y se presenta ViVA; que no se parece a “Fresa y Chocolate”, pero que también hay algo de aquella, en esta.
Hay un joven que busca un camino dentro de un mundo muy difícil, más aún en La Habana, pero sin duda, una edad complicada, que aún se complica más si eres distinto a lo que esperan de ti, y aún más si lo quieres enseñar sin tapujo alguno.
Si “Fresa y Chocolate” de Tomás Gutiérrez Alea, anunció en 1993, la apertura en Cuba al tema de la homosexualidad en el cine, y la llegada de una nueva estrella:
Jorge Perugorría; ViVA podría hacer lo mismo, tanto por su protagonista, Héctor Medina, como por señalar el nuevo rumbo al que inexorablemente se dirige la nación.
ViVA presenta una Habana vieja y desvencijada, pero muy real.
Una Habana alcohólica de tristeza.
Una Habana lluviosa y plena de luz que se cuela en cada rendija.
Una Habana festiva y sensual, con cuerpos al aire por el calor y por la humedad.
Pero luego está el descenso a los infiernos del protagonista, que le sirve para descubrir, o para enfrentarse a su verdadero ser interior.
En el transcurso de la historia, se reencuentra con su padre, con su sexualidad, con la comprensión y con la incomprensión de los que le rodean, con la enfermedad, con la responsabilidad, con la prostitución, con el nacimiento, con la soledad, con el apoyo de Mama, con la vida en toda su extensión, y con Cuba misma.
ViVA no es, aunque pueda parecerlo, una historia más de lucha por un sueño, o de la aceptación mutua entre un padre y un hijo.
Lo es también, pero ese estereotipo no es más que una excusa para hablar de un país que se hunde, y de cómo sus habitantes salen a flote cada día.
ViVA es una crónica de Cuba, de su situación actual, de un presente desolador y de un futuro que nunca llega.
Es un retrato de Cuba, sin caer en tópicos, sin mencionar al gobierno, al bloqueo o a cualquier otro condicionamiento político.
Porque sus personajes no maldicen su situación, la aceptan, y buscan la manera de superarla, luchando en el día a día, y soñando con una escapada a Miami, o a Barcelona que nunca tendrá lugar.
Porque hay tantas formas de amor, y tantas maneras diferentes de amar, que no caben ni en el vademécum más voluminoso y exhaustivo.
No sólo en cuanto al amor sensual, sino también al amor entre padres e hijos, entre amigos o compañeros, entre semejantes, episódicos o repetitivos, o entre personas de edad desigual y procedencia incierta.
Y lo que tiene en común este apego, es que el hombre es un animal gregario que necesita de la camada, de compañía entrañable que lo arrope y proteja.
Necesitamos del apoyo de nuestros seres queridos, cercanos o lejanos, nuestras raíces o nuestra descendencia, algunas veces inamovibles, otras veces elegidos, las más de las veces impuestos por el azar consanguíneo.
No siempre deseamos querer a quien queremos, pero siempre acaba venciendo esa pasión desordenada y arbitraria que nos altera y somete aun cuando creamos estar serenos, equidistantes y juiciosos…
¡Perverso amor y sus brutales desafueros!
Peor se puede llegar a ser quien se quiere ser, aunque solo sea en un escenario, y el tiempo que dura una canción.

“El amor es un rayo de luz indirecta, una gota de paz, una fe que despierta, un zumbido en el aire, un punto en la niebla, un perfil, una sombra, una pausa, una espera...”


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